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BENEMÉRITA Y CENTENARIA

ESCUELA NORMAL DEL ESTADO


“PROF. JESÚS MANUEL BUSTAMANTE MUNGARRO”

"EL DEBER EDUCAR, EL COMPROMISO TRASCENDER"

LICENCIATURA EN EDUCACIÓN PRIMARIA


V Semestre Sección B

Curso:
Taller de producción de textos académicos

Título de la actividad:
2D. Envío de segunda versión del texto académico para organizar la
revista electrónica por temática.
Prof.:
Andrés Antonio Valenzuela Peralta

Alumno:
Mariel Obeso Bojórquez

Hermosillo, Sonora a 02 de noviembre de 2018.

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Contenido

Introducción 1
Aproximación al significado de Educación Inclusiva 3
Características de las escuelas inclusivas 6
Conclusión 9
Referencias consultadas 11

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EDUCACIÓN INCLUSIVA

Introducción

Hoy en día los sistemas educativos se ven afectados por los cambios continuos de la

sociedad, siendo el principal el derecho a una educación con igualdad de oportunidades. Se

habla de educación inclusiva cuando se hace referencia a la integración total de alumnos, no

solo de aquellos considerados especiales, la UNESCO (2005) menciona que la educación

inclusiva es un proceso que permite abordar y dar respuesta a la diversidad de las necesidades

de los educandos tomando como punto de partida su participación en los aprendizajes, las

actividades culturales y comunitarias, así como la disminución de la exclusión dentro y fuera

del sistema educativo.

Este tipo de inclusión suele ser un proceso activo y de participación en la comunidad

escolar, el cual implica cambios filosóficos y prácticos, mismos que afectan de manera

general a todos los alumnos, ya que este conjunto de procesos están orientados a eliminar

aquellas barreras que limiten el aprendizaje y la participación de los estudiantes; dentro del

quehacer educativo, los docentes tienen la responsabilidad de plantear una cultura escolar de

valores y creencias compartidas que se orienten al aprendizaje colaborativo e igualitario para

todos.

Siendo el docente el principal actor de la promoción de cambio dentro de las instituciones

formadoras, es necesario que sea formado para dar respuesta oportuna y acorde a las

necesidades de cada estudiante, dicha figura debe ser capaz de buscar y plantear alternativas y

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estrategias específicas que faciliten el desarrollo de habilidades y competencias en el proceso

de aprendizaje de cada uno de sus educandos. Cualquier actor involucrado en la educación

debe ser apto para buscar y enfrentarse a nuevos paradigmas y tener la iniciativa de convertir

la escuela en un espacio integrador donde la sociedad y la institución se consoliden como un

órgano integrador, amplio y plural preparado para responder a las necesidades que se le

presenten, haciendo uso de conocimientos, técnicas y recursos humanos especializados,

apoyados en políticas definidas, currículos flexibles e instituciones que tengan como objetivo

brindar una educación de calidad.

La atención a la diversidad surge ante la necesidad de otorgar respuestas educativas

adaptadas a las características y necesidades de los educandos, en el afrontamiento a las

exigencias escolares; asimismo, en palabras de Gimeno Sacristán (1999) citado en López

Melero (2004), está en relación con todas las circunstancias o características que hacen que

las personas seamos distintas y diferentes. No existe una persona idéntica a otra, aunque

dentro de esa diferencia somos a la vez parte de una igualdad que hace que todos y todas

formemos parte de la humanidad, a pesar de ser tan distintos unos de otros.

En este contexto, la escuela como institución educativa es el reflejo de la diversidad, que

produce cambios y mejoras de carácter social y cultural; además, replantea la respuesta

educativa como una forma de atender las diferencias individuales, que permitan a cada uno de

los niños, niñas y jóvenes avanzar y progresar en el sistema escolar, independientemente de

sus características y de las necesidades educativas especiales.

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Aproximación al significado de Educación Inclusiva

Thomazet (2009) alude que el reconocimiento y la valoración de la educación como un

derecho esencial que ha de garantizarse a todas las personas, sin ningún género de

discriminación o exclusión, es un valor y un principio fundamental, abiertamente ideológico,

no fáctico. La educación inclusiva pertenece al universo de la ética, la justicia social, la

democracia profunda y la equidad, que es lo contrario a la lógica de los méritos, la

rentabilidad y la eficiencia.

Del mismo modo Parrilla (2002) señala que la creciente toma de conciencia de la sociedad

con respecto a las desigualdades sociales, en particular el derecho a la educación, a la

igualdad de oportunidades y a la diversidad, es lo que propicia hoy en día el surgimiento y uso

del término inclusión. Con este término se pretende dar un paso más amplio con respecto al

proceso de integración y buscar extenderlo a los diferentes ámbitos de la vida, siendo un

referente social básico que haga contraposición a la exclusión social; la sociedad es quien

necesita pautas, valores y principios inclusivos ya que la inclusión no se reduce solamente al

contexto educativo sino que constituye una realidad transversal que ha de encontrarse

presente en todos los ámbitos.

Tomando como referencia lo anteriormente citado se considera que la inclusión educativa

se define como

La provisión a los alumnos incluyendo a aquellos con dificultades, en la escuela de su

barrio, en clases generalmente apropiadas, de los servicios de apoyo y las ayudas

complementarias para el alumno y el profesor, necesarias para asegurar el éxito del


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alumno en los aspectos académicos, conductuales y sociales, con el objetivo de preparar

al alumno para que participe como miembro de pleno derecho y contribuya a la sociedad

en la que está inmerso (Lipskyy Gartner, 1999, p.763).

De igual manera, Mittler (2000) considera la inclusión como un derecho humano básico de

todos los alumnos, incluidos los que tienen necesidades especiales, para ser escolarizados en la

escuela del contexto en el que viven; desde otra perspectiva, Stainback y Stainback (1992)

emplean la expresión inclusión plena para referirse a la educación de todos los alumnos en

clases y escuelas próximas a su domicilio y definen la educación inclusiva como el proceso por

el que todos los niños sin distinción tienen la oportunidad de ser miembros de las clases

ordinarias para aprender con los compañeros y enfatizan la inclusión como proceso de

construcción de comunidad.

La inclusión educativa no se limita a garantizar el acceso de los estudiantes con algún tipo

de discapacidad a los establecimientos regulares, sino también a eliminar o minimizar las

barreras que limitan el aprendizaje y la participación de toda la población estudiantil. En este

sentido, tomando como referencia lo anterior se señala que

Muchos estudiantes experimentan dificultades porque no se tienen en cuenta sus

diferencias en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Los diversos grupos sociales,

etnias y culturas tienen normas, valores, creencias y comportamientos distintos, que

generalmente no forman parte de la cultura escolar, lo que puede limitar sus

posibilidades de aprendizaje y de participación, o conducir a la exclusión y

discriminación. (Booth y Ainscow, 2000, p. 7)

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No existe un solo concepto único sobre educación inclusiva, pero se relacionan entre si una

serie de elementos tales como: la participación de los alumnos en el curriculum de las

comunidades escolares en todas las actividades del centro; la aceptación de la diversidad como

elemento enriquecedor; el proceso de construcción de comunidad; el derecho de toda persona

a participar en la sociedad y a ser escolarizado en el contexto en el que vive; la provisión de

recursos, servicios de apoyo y ayudas complementarias.

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Características de las escuelas inclusivas

La inclusión acoge a todas las personas, pues todas son sujetos del derecho universal bajo

el cual se ampara. Ahora bien, su foco especial de atención son aquellos sujetos y colectivos

que históricamente, y todavía hoy, sufren privación del derecho a la educación, exclusión de

tal derecho con valor en sí mismo y también como derecho que capacita para otros derechos.

Mober, y Savolainen (2003) mencionan que el modelo de escuela inclusiva se ha

configurado para responder adecuadamente a la diversidad y a una verdadera igualdad de

oportunidades. Su filosofía supone que todos los alumnos son educados en el marco de un

único sistema educativo en el que todos los niños pueden aprender. La práctica de la

educación inclusiva es compartida por todos los agentes implicados y es aquí donde se suele

destacar el carácter nuclear del profesorado, tanto por sus actitudes como por su adecuada

preparación, capacidad de apoyo y de asistencia a los alumnos.

Hablar de la diversidad del alumnado en términos de aprendizaje, es hacer referencia a que

quien aprende no es un grupo sino cada sujeto y cada uno de ellos a su manera; una docencia

basada en el aprendizaje de los educandos obliga a los profesores a estar pendientes de cada

uno de ellos, a supervisar el proceso que va siguiendo, a facilitar su progreso a través de los

dispositivos didácticos cuyo dominio supone como profesionales de la enseñanza, una

enseñanza más individualizada.

Graves y Trac (1998) manifiestan que cada estudiante debe ser reconocido como un

individuo con potencialidades y necesidades y no como un miembro de una categoría; las


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aulas inclusivas tienden a facilitar la formación de redes naturales de apoyo entre compañeros,

grupos de colaboración entre el profesorado, grupos inter-profesionales, círculos de amigos,

enseñanza en equipo y otras formas de relaciones entre todos los miembros que constituyen la

comunidad educativa. Existen múltiples razones (éticas, sociológicas y legales) a favor del

sistema de educación inclusiva, siendo la más importante el cómo el niño es educado que

dónde sea educado.

La escuela inclusiva constituye a una comunidad donde todos sus miembros se ponen de

mutuo acuerdo para organizarse, para que todos participen, cooperen y se apoyen para

satisfacer las necesidades individuales. En este contexto, las estrategias propias de las aulas

inclusivas inciden en la aceptación social de los niños con necesidades especiales en tanto que

favorecen la participación social en el tiempo libre con sus iguales.

La educación inclusiva requiere un amplio grupo de estrategias instructivas que permitan a

todos los estudiantes formarse en el reconocimiento de las diferencias en inteligencia, estilo

de aprendizaje, potencialidades y limitaciones; entre las estrategias podemos citar las

siguientes: aprendizaje cooperativo, tutoría entre iguales, actividades manuales, aprendizaje

fuera de la clase y el uso de tecnología instructiva.

Alegre (2010) realiza una nueva aportación al describir diez capacidades docentes

fundamentales para la atención a la diversidad del alumnado, tales como: capacidad reflexiva,

medial, la de gestionar situaciones diversas de aprendizaje en el aula, la de ser tutor y mentor,

la de promover el aprendizaje cooperativo y entre iguales, la capacidad de comunicarse e

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interactuar, la capacidad de proporcionar un enfoque globalizador y metacognitivo, la de

enriquecer actividades de enseñanza-aprendizaje, la de motivar e implicar con metodología

activas al alumnado y la de planificar.

Arteaga y García (2008) plantean que enseñar teniendo en cuenta a la diversidad del

alumnado, requiere además de cambios metodológicos, definir un modelo de profesor, con al

menos, cuatro competencias básicas: compromiso y actitud positiva hacia la diversidad,

planificación educativa teniendo en cuenta las diferencias, mediación educativa para lograr los

objetivos y evaluación formativa para mejorar el aprendizaje de sus estudiantes.

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Conclusión

El desarrollo de la inclusión requiere un profesorado coherente, es decir, fiel a sus

principios y sus creencias; un profesor que crea en lo que está haciendo y en lo hay que hacer,

un docente transmisor de valores. En este sentido, se apuesta por el desarrollo de

competencias éticas para desarrollar valores, como aspecto esencial que debe tener todo

docente en su formación. Hallazgos coincidentes con los expresados por Arteaga y García

(2008) cuando se refieren a la necesidad de compromiso y actitud positiva hacia la inclusión,

por parte de los docentes.

Se demanda un cambio de actitud, mentalidad y adaptación del profesorado para el

desarrollo de la inclusión; lo cual exige un refuerzo constante de las competencias para:

investigar, actualizarse, dinamizar, emplear la creatividad, liderar, abrirse al cambio, pues ello

contribuirá a mejorar la calidad de la educación, con equidad para responder oportunamente a

las exigencias de la sociedad actual y del sistema educativo.

La educación inclusiva, por lo tanto, no pertenece al dominio de los hechos corrientes en

materia de desigualdad de derechos, oportunidades y logros, sino al de utopías realistas que,

por complejas, difíciles y lejanas que estén, deben inspirar políticas, culturas y prácticas, con

un enfoque no inspirado en opciones caritativas y particulares sino en imperativos morales y

de justicia social.

Con la inclusión se busca maximizar la presencia, la participación y el éxito académico de

todos los estudiantes, entendiéndose como presencia al lugar en el que son educados los
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alumnos y se refiere no al hecho de que los alumnos diferentes estén con los “normales” sino

que todos los alumnos no importando sus condiciones económicas, creencia religiosa,

discapacidad, origen, etc., estén en el mismo lugar; la participación, se refiere a la calidad de

sus experiencias en la escuela, tomando en cuenta sus voces, sus puntos de vista de los

propios alumnos, así como ser reconocidos y aceptados como miembros de la comunidad

escolar.

Los procesos de inclusión tienen que entenderse de forma multidimensional, es decir, hay

que considerar el contexto social, político, económico y cultural para diseñar, desarrollar y

poner en práctica la educación inclusiva, que trasciende la propia dimensión educativa. En

gran medida, la práctica de la educación inclusiva está supeditada al contexto en el que se

desenvuelve. Pero también con la inclusión se comparten una serie de valores comunes a

todos los contextos en que se lleva a la práctica, es decir, en los diferentes países /contextos se

dan elementos diferenciales que sin embargo confluyen en los valores subyacentes a las

iniciativas y proyectos llevados a cabo.

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Referencias consultadas

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