Sei sulla pagina 1di 4

Un mercado de capitales: ¿Real o virtual?

Por Eduardo A. Barreira Delfino[i]


El sistema financiero.

Bajo el marco de las Leyes 21.526, 24.144 y 26.831, nuestro sistema financiero
institucionalizado, se encuentra integrado por dos segmentos bien diferenciados, en cuanto a su
estructura, funcionalidad, agentes operativos, instrumentos financieros transables y
responsabilidades operativas, a saber:

·El mercado monetario (“money market”); y


·El mercado de capitales (“capital market”).

Ambos mercados movilizan y canalizan los recursos financieros en diferentes plazos, riesgos y
rendimientos. A su vez, ambos mercados tienen que tener un grado similar de actuación y
volúmenes operativos, para poder intervincularse y administrar sincronizadamente el flujo de
recursos de uno hacia el otro, recíprocamente, a fin de satisfacer los desafíos del desarrollo
económico del país.

Mercado monetario.

El mercado monetario, también conocido como mercado de dinero o crediticio o bancario, es el


encargado de atraer, administrar y canalizar las ofertas y demandas de recursos financieros, con
destino al financiamiento del consumo de las personas físicas y al financiamiento del capital de
giro o de trabajo de las empresas.

Los plazos de financiamiento en sus diversas modalidades, generalmente abarcan las


asistencias de corto y mediano plazo (salvo las líneas de préstamos hipotecarios que por
naturaleza son de largo plazo).

La captación, administración y canalización de los recursos financieros queda bajo la


responsabilidad operativa de las entidades financieras bancarias y no bancarias contempladas
en la Ley 21.526), habilitadas para tal función institucional por la autoridad de aplicación del
régimen legal pertinente.

Esa autoridad de aplicación es el Banco Central de la República Argentina (Ley 24.144), quien
tiene asignadas bajo su órbita dos funciones prioritarias, a saber:

-La de regulador monetario y tutor del valor de la moneda.


-La de supervisor del buen funcionamiento del mercado y de sus agentes habilitados.

Mercado de capitales.

El mercado de capitales, también conocido como mercado de inversión o de valores o bursátil,


es el que posibilita la movilidad de recursos financieros con destino al financiamiento de los
proyectos de inversión, radicación y capitalización de las empresas.

Los plazos de financiamiento tienden al mediano y largo plazo. La movilización de los recursos
financieros se materializa a través de los mercados de valores o de futuros, agentes y
sociedades de bolsa, fondos comunes de inversión y fideicomiso financieros, debidamente
autorizados para desarrollar la actividad por la autoridad de aplicación del régimen legal
aplicable.

Esta autoridad de aplicación es la Comisión Nacional de Valores (Ley 26.831), quien tiene a su
cargo diversas funciones esenciales, a saber:

·Supervisar la trasparencia y el buen funcionamiento del mercado y de sus agentes.


·Autorizar la oferta pública de valores negociables.

Va de suyo, que si bien ambos mercados resultan imprescindibles para el financiamiento de la


actividad empresarial y de la economía de un país, el mercado monetario tiende a satisfacer las
necesidades coyunturales, mientras que el mercado de capitales apunta a las necesidades
estructurales.

Expectativas de la ley 26.831.

Conforme lo expuesto y vista la nueva ley, entiendo que es necesario puntualizar en lo atinente
al mercado de capitales, que su dinámica funcional presenta dos segmentos operativos bien
diferenciados, a saber:

a)El mercado “primario” también denominado mercado de emisión, que comprende el


lanzamiento al público de las emisiones de valores negociables, por parte de una empresa
privada o pública que necesita financiarse, para su colocación entre los particulares e inversores
en general.
De este modo, las necesidades de financiamiento que se manifiesta y que requiere el diseño de
títulos de inversión atractivos, pueden verse coronada exitosamente conforme sea el grado de
aceptación y suscripción que tenga entre el público.
A su vez, los riesgos de esa emisión, son asumidos por el inversor.

b)El mercado “secundario” o mercado de negociación, deviene en la transacción de aquellos


valores negociables que ya fueron emitidos y colocados en el mercado, con la finalidad de
obtener liquidez por parte de sus tenedores, pero no configura una fuente de financiación
empresarial directa, en razón de tratarse de títulos de “segunda mano” que no conllevan
aportación de fondos para los emisores.

Ambos niveles del mercado de capitales se necesitan mutuamente, en interacción virtuosa. Y el


volumen como la fluidez de ambos mercados, dependen de los diferentes grados de riesgo y de
liquidez de los títulos de capital o de deuda que fueran emitidos y negociados. Pero cabe
señalar, que las dificultades de desenvolvimiento del mercado secundario, conspiran contra la
evolución del mercado primario, porque se resienten las posibilidades de liquidez, a punto tal,
que las emisiones que se intenten resulten para los inversores iniciales simples colocaciones a
plazo fijo, pero sin el seguro de garantía de los depósitos que ofrece el mercado monetario.

La reciente sanción de la Ley 26.831, establece que son objetivos y principios fundamentales
del nuevo régimen legal para el mercado de capitales, entre otros, “favorecer los mecanismos
que fomenten el ahorro nacional y su canalización hacia el desarrollo productivo” (art. 1º-a) y
“propender a la creación de un mercado federalmente integrado, a través de mecanismos para la
interconexión de los sistemas informáticos de los distintos ámbitos de negociación” (art. 1º-d).

También se persigue que mediante la desmutualización (es decir, que los negociadores en el
mercado dejen de ser forzosamente miembros del mismo) y la integración, pueda hacer factible
la consolidación del funcionamiento del mercado de capitales, en sintonía con el entorno
financiero global, más la posibilidad de salida a la cotización de los propios mercados. Va de
suyo que tales objetivos resultan altamente loables y enrolados en principios modernos de
regulación de los mercados.

Pero es necesario tener presente, que en la actualidad, el mercado de capitales argentino es


muy reducido, tanto en nivel de capitalización del mercado como por el escaso número de
empresas que cotizan y que, a su vez, éstas últimas han perdido en los dos últimos años
alrededor del 50 % de su valor de mercado.

La principal causa de esta atonía radica en la inexistencia de moneda nacional, que es una
característica constante de la historia económica argentina, desde 1883 en que nace el peso
moneda nacional como moneda única en todo el territorio nacional, hasta nuestros días. Tan es
así, que la filosofía popular ha impuesto la frase: “si quieres ahorrar, huye del peso”. Es evidente
que el país necesita debatir sobre este problema estructural. Cabe recordar la frase de LENIN:
“si quieres destruir el capitalismo, comienza por destruir su moneda”.

Correlato de ello, es la “fuga” de capitales que sigue siendo continua a través de los años, como
consecuencia de la inexistencia de moneda como reserva de valor; entorno nada propicio que
afecta nítidamente el desarrollo del mercado de capitales. En otras palabras, el mercado de
capitales nacional no atrae inversiones y la nueva ley “per se” no es la solución para revertir esta
tendencia.

Para ello es necesario generar confianza macro sistémica y combatir el flagelo de la inflación, de
modo de construir una moneda nacional realmente genuina, que posibilite a los mercados
financieros, el diseño y la emisión de títulos predecibles, en función de la trilogía plazos,
rendimientos y asunción de riesgos ordinarios.

En este sentido, estimo que es imprescindible intentar:


·Devolver al BCRA la misión primordial de preservar el valor de la moneda.
·Reasignarle la formulación y ejecución de la política monetaria, que fuera cercenadas en la
reforma de su Carta Orgánica, introducidas por la Ley 26.739, para posibilitar su sincronización
con la política cambiaria, permitiendo una unidad de gestión.
·Retomar una política de metas de inflación, con el fin de posibilitar el seguimiento y la
administración adecuada de las expectativas inflacionarias.
·Restablecer la senda de los equilibrios fiscales.

De lo contrario, los postulados de la Ley 26.831 configurarán una simple “sinfonía” de letras pero
vacía de toda música, ahuyentando la realidad y conformando la virtualidad.

[i]Abogado. Consultor de empresas y entidades financieras. Profesor titular de posgrado de


materias relacionadas con el derecho bancario, monetario y empresario en Facultades de
Derecho y Ciencias Económicas de la UBA, UCA, Universidad Nacional de La Plata,
Universidad. Austral, Universidad Torcuato Di Tella, Universidad de Belgrano, Universidad
FASTA, entre otras. Profesor del Instituto de Capacitación del Banco de la Nación Argentina, del
Centro de Capacitación del Banco Central de la República Argentina, de la Escuela de Abogacía
de Buenos Aires – FORES, de la Asociación de Bancos Argentinos (ABA). Profesor invitado en
diversas maestrías y especializaciones dictadas por Facultades de Universidades del interior del
país. Autor de libros y artículos doctrinarios en publicaciones especializadas.

Citar: elDial DC1A7B


Publicado el: 17/05/2013
copyright © 2012 editorial albrematica - Tucumán 1440 (1050) -
Ciudad Autónoma de Buenos Aires - Argentina

Potrebbero piacerti anche