Clarice Lispector
1
constituye la base de mis ruinas y no me han quedado ganas de construir
algo, como tantas generaciones lo han hecho a lo largo y ancho de la
historia. No: el abismo es mi casa y allí no vivo solo.
2
II
III
Me dejo llevar por los impulsos y reconozco que pierdo la noción de forma
cuando doy un jalón a mis vísceras entretejidas. Rehúso de contar un
cuento estructurado porque no quiero poner mis sentimientos en una
caja, con todos los clavos en su lugar para no lastimar tus ojos. Quiero
herirte, porque la vida es una herida abierta que palpita dando de golpes
a la inercia de nuestros cuerpos. Porque te amo, porque te amo cuando
te escribo y porque
Yo
no
Es.
3
IV
Desde muy pequeño me dio por jugar con las formas: tomaba la primera
materia que se me supiera maleable y me elaboraba pequeños
monstruos. Mi madre los recibía como regalos, En la escuela me decían
“El Loco” y entonces comprendí que los mediocres le llamaban locos a los
que envidiaban por tener imaginación, y aquellos a los que llamaron locos
supieron que en realidad no tenían nada qué perder más que a sí mismos.
4
Pesadillas: férreas serpientes con lenguas al rojo vivo que atizan el
deseo y sueñan con paraísos de libertad plena. Mi madre-cobra,
empecinada exigencia de consolidarme como yo era; sí, el deseo que
expresaba con mayor fervor era que yo hiciera lo que deseara. ¿El
resultado? Una tremenda confusión: me amaba con un amor tan
apabullante que cada noche, cuando por fin me dejaba envuelto como un
capullo entre las sábanas, todo el ritmo de mi pensamiento se detenía en
una sola sensación: la de no ser capaz de amarla lo suficiente.
5
nadador en busca del tesoro bajo el agua: me gustaba el aroma de sus
pantorrillas, que sólo he reconocido en la piel de ciertas mujeres. Ella
abría sus piernas como en una distracción y yo me entregaba a los
sombríos trazos apenas insinuados bajo la celosía de sus bragas. Jugaba
a que me asustaba con los monstruos subacuáticos y le entregaba su
pendiente. Y con el pendiente le entregaba mis lágrimas de niño que no
lloraba y ella enrojecía.
[Por continuar…]