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RETORICA EN EL DOCUMENTAL:
Propuesta para el análisis de los principales elementos
retóricos del cine de no-ficción
BELLATERRA
2006
CAPÍTULO 3 LA RETÓRICA EN EL DOCUMENTAL
Si hay un tema clave y transversal a toda la teoría realizada sobre el documental, este
es el de las clasificaciones y tipologías construidas en torno a este fenómeno cultural
complejo. Y gran parte de las discusiones giran en torno a asuntos que tienen que ver
directamente con la narratividad, la construcción del discurso, el estilo, la relación con
el referente, la forma de dirigirse al público, es decir, a cuestiones fundamentales de la
teoría retórica. Por lo tanto se dedica un espacio especial a las propuestas más
reconocidas de clasificación de los documentales para compararlas, analizar sus
ventajas o problemas y desde allí retomar algunas categorías de análisis, extrayendo
sobretodo algunos conceptos importantes que sirvan para entender cómo se
incorporan diferentes tipos de documental en los esquemas de producción y análisis
que ofrece el sistema retórico.
Bordwell (1995:46) define el género como tipos de obras artísticas creadas por
convenciones ampliamente aceptadas e institucionalizadas (normas) de lo que es
adecuado o previsible en una tradición concreta. Frente al arte cinematográfico afirma
que “un género forma un conjunto de reglas para la construcción de la narración que
conocen tanto el cineasta como el público”, pero este no tiene un principio único de
definición, puede darse a partir de variables como un tema en común, ciertos objetos
o decorados, situaciones, estilos de interpretación, patrones argumentales, etc.
(1995:78). Es por ello que, a partir de diferentes clasificaciones, se intenta aquí
desglosar las categorías y variables más significativas desde el punto de vista retórico
para el documental cinematográfico, las cuales se intentarán acoplar con el modelo
analítico propuesto a partir de las operaciones retóricas.
Para Ruiz de la Cierva (2001) “a los textos retóricos de cada género corresponde la
presencia de elementos semántico-exenciónales de características diferenciadoras en
la estructura de conjunto referencial, así como de los elementos semántico-
intencionales igualmente distintos en la macroestructura”. Estos elementos los
relaciona con los tipos de receptor y de fines que dependen de la intención retórica del
orador. Por ello considera que los géneros retóricos clásicos “constituyen una
clasificación textual y semiótica que contribuye altamente a la explicación de los
textos retóricos como construcciones insertas en las distintas situaciones retóricas”.
No obstante Ruiz de La Cierva propone ampliar la clasificación genérica de la retórica
incluyendo las tres artes discursivas desarrolladas en la Edad Media y las
subdivisiones contemporáneas del llamado género argumentativo identificado por la
teoría literaria:
Ars dictandi o dictaminis: es el arte de escribir cartas, modalidad integrada por series
de fórmulas fijas que posibilitan construir los escritos de manera mecánica
dependiendo de la selección de la materia tratada y el público.
Ars poetriae: Aunque ya Aristóteles y los clásicos trabajaba la Retórica y la Poética
de una manera paralela, realizando sendos tratados sobre ambas materias, es en la
Edad Media cuando estos dos sistemas confluyen explícitamente en este género. El
Ars poetriae se desarrolló a partir de tratados teóricos que combinaban los preceptos
gramaticales, métricos y retóricos.
Ars praedicandi: Este género desarrollado por la Iglesia tiene como objetivo la
elaboración de sermones elocuentes y atractivos para los fieles. Los tratados técnicos
medievales contienen consejos prácticos basados en la retórica clásica y Agustiniana.
Género Argumentativo: Actualmente se asocia este modo de discurso al ensayo y la
prosa doctrinal en la cual se intenta informar, modificar ideas y mover hacia la acción
al espectador. Este modo puede ser literario y no literario, distinguiéndose de la prosa
artística sólo por su grado de literariedad, el cual sería diferente al carecer de
construcción ficcional y representación lírica del mundo (García Berrio;Hernández,
1994: 158). Así tendría varios subgéneros como el ensayo propiamente considerado
(con diferentes estilos y subclases), la oratoria, la historia, el diálogo, la epístola, las
memorias, la biografía, la autobiografía o memoria y paralelamente otras variedades
del discurso literario más directamente persuasivas como la oratoria eclesiástica y
civil tradicional y la prolongación moderna de la persuasión retórica representada por
el periodismo y dentro de este la publicidad.
Otras clasificaciones que se han realizado desde la teoría retórica y literaria se pueden
resumir en la siguiente recopilación de Bassols y Torrent (1996:20):
• Según la forma literaria: prosa o metro.
• Según la representación: narrativo (autor habla en nombre propio) – dramático
(hablan los personajes) – mixtum (ambos)
• Según el grado de realidad: Res gesta o historia, res ficta o fábula y res ficta quae
tamen fieri potent o argumentum.
• Según los sentimientos: trágica, cómica, satírica, mímica.
• Según el estilo: humilde, médium, sublime.
Otras elaboraciones realizadas por la literatura también han sido de gran relevancia
para la teoría documental. Uno relevante es el concepto narratológico de “distancia”.
La distancia categoriza, según Genette y otros autores contemporáneos de la
narratología, la forma como los actos de habla (o de pensamiento) se reflejan en el
texto. Esta expresa los grados de narración que existen entre el relato puro y la
representación. Se distinguen así en la literatura contemporánea cinco categorías:
discurso relatado, estilo indirecto, estilo indirecto libre, estilo directo y estilo directo
libre.
Las diversas formas de diferenciar los textos y muchas otras que estudiosos de todas
las épocas han construido, muestran la enorme variedad de criterios que impiden la
unanimidad. Sin embargo, son elementos que se han utilizado en diferentes trabajos
teóricos en el cine y el documental y que en esta investigación se retoman y se
amplían para proponer líneas metodológicas desde la retórica del cine de no ficción.
Opina Altman (2000:32) que “sin duda, muchas de las afirmaciones sobre géneros
cinematográficos son meros préstamos tomados de una larga tradición de crítica de
los géneros literarios”. Sin embargo, también es conciente de que la teoría
cinematográfica ha realizado sus propias elaboraciones importantes para la
configuración de los géneros. Lo cierto es que es importante tener en cuenta que el
género es una construcción social que puede ayudar a entender patrones y tendencias
generales de los discursos relacionados con la retórica, como los significados, las
formas de organización y el propósito, aspectos que Altman (2000) desarrolla en su
aproximación semántico-sintáctica-pragmática al género.
FIGURA 1: géneros y clasificaciones desde la retórica y la literatura
Ficción No ficción
Grado de
realidad
Prosa Verso
Forma literaria
contenido
sentimientos
estilo
DISTANCIA
3.4.2. Sistemas formales cinematográficos y secuencias textuales
Abstractos: forma que llama la atención hacia cualidades visuales y sonoras de las
cosas descritas. Compara y contrasta cualidades como forma, ritmo, color, tamaño, las
cuales se organizan a menudo en forma que podemos llamar “tema y variaciones”.
Este modo documental puede tener muchas variaciones tanto micro como
macroestructuralmente y el placer cognitivo se encuentra en descubrir las relaciones
de lo individual con lo general. Bordwell pone como ejemplos de esta forma las
películas vanguardistas de los años veinte y de la segunda mitad del siglo veinte.
Asociativos: esta forma busca expresar actitudes y conceptos o evocar atmósferas por
medio de conexiones o asociaciones que vinculan imágenes y sonidos. Bordwell
compara este proceso con las técnicas paralelísticas y del lenguaje figurativo usadas
por la poesía. Formalmente el modo asociativo es muy libre y no está dividido
claramente en partes convencionales, no obstante el principio de agrupación y el de
repetición actúan en él para darle cierta unidad y coherencia. Como ejemplo se cita a
Koyaanisqatsi (Regio, 1983) y A Movie (Conner, 1958).
Forma fílmica
Todas estas categorías no dejan de ser discursos retóricos. Lo que estos dos autores
llaman retórico, es sólo un tipo de orden o de discurso dentro de la retórica clásica,
que se podría llamar más apropiadamente argumentativo, como lo tratan las bases
teóricas lingüísticas que, desde las tipologías textuales, dividen los discursos en:
descriptivos: ligados a la percepción del espacio; narrativos: ligados a la percepción
del tiempo; explicativos: asociados al análisis, síntesis y representación conceptual;
argumentativos: centrados en el juicio y toma de posición; instructivos: ligados a la
previsión de comportamientos futuros (Werlich:1975).
Como se puede apreciar por los ejemplos de documentalistas u obras que cabrían en
varias de las funciones, las categorías de Renov son no-exclusivas y móviles a
diferencia de las de Barnouw. Para Renov (1993:25) “los trabajos individuales
rebasan trazos de cualquier taxonomía circunscripta. El potencial textual está en la
trasgresión”. Además, en una crítica indirecta a la clasificación de Bill Nichols (la
cual se abordará más adelante), afirma que su categoría no es evolucionista o
cronológica ni valorativa, sin embargo no deja de asociar directamente algunas de sus
categorías con movimientos documentales históricos y a realizar juicios que muestran
cierta escala de valores entre la función “más elemental” (gravar, revelar, preservar) y
las más complejas (analizar o cuestionar y expresar). Asimismo, esta categorización
limita los usos de las películas de no ficción, los cuales pueden ser tan variados como
las películas o la propia comunicación humana.
Aunque Renov realiza su trabajo clasificatorio después del de Bill Nichols con la
intención de complementarlo, el modelo de Nichols ha sido el más estudiado,
establecido y a la vez criticado, en la teoría documental contemporánea. Sus
categorías se basan en la combinación de variables de estilos de filmación y prácticas
materiales. Como afirma en su libro Representing Reality (1997:65), sus primeras
elaboraciones las realizó a partir de las distinciones narratológicas entre los estilos
directo e indirecto, las cuales evolucionaron hacia cuatro modos documentales:
Expositivo, observacional, interactivo y reflexivo. Luego en su libro Blured
Boundaries renombra el modo interactivo por el participativo e introduce el modo
poético y el reflexivo. Finalmente en su libro Introduction to Documentary revisa y
amplia sus trabajos anteriores incluyendo el modo performativo. Allí insiste que
aunque sus categorías tienen una cronología histórica, pues los modelos normalmente
se gestan a partir de una insatisfacción con el modelo predominante en una época
determinada, ello no impider que coexistan en unas mismas épocas o se mezclen en
documentales específicos.
f. El modelo preformativo: Este, que fue el último modo introducido por Nichols
a su cambiante clasificación, también cuestiona la base del cine documental
tradicional y las fronteras borrosas con la ficción, al enfocarse en la expresividad, la
poesía y la retórica, y no en una representación realista. En este tipo de películas el
énfasis se desplaza hacia las cualidades evocadoras del texto y no tanto hacia su
capacidad representacional, acercándose de nuevo a las vanguardias artísticas más
contemporáneas.
Eric Barnouw
Michael Renov
Bill Nichols
David Bordwell
argumentativa
narrativa descriptiva explicativa dialógico-
Adam
conversacional
3.4.4. Tipología retórica y representacional de Plantinga
Plantinga recurre así a las diferentes herramientas que le ofrecen los modelos de
algunos de sus predecesores desde la teoría retórica, poética, narratológica,
cognitivista, cinematográfica y documental. Propone unificar dichos modelos en una
tipología basada en la combinación de la voz, el orden y el estilo, cada uno de los
cuales a su vez, puede ser formal, abierto o poético. El objetivo de dicha tipología,
insiste Plantinga, (1997:108), no es caracterizar o categorizar sino dirigir la atención
hacia algunas de las funciones más importantes de los documentales y sus
significados textuales.
La voz entonces es la perspectiva del autor, la cual puede tomar múltiples formas y
funciones como dejan entrever con sus categorías Renov y Barnouw. Pero, a
diferencia de ellos, Plantinga no nombra las funciones como tal, pues opina que es
imposible realizar una clasificación exhaustiva. Plantinga (1997:100) propone
entonces tres grados fundamentales para la voz: formal, abierta y poética. Estos
grados responderían a intereses retóricos y estéticos más amplios, al agrupar los
distintos niveles de autoridad en categorías que, si bien a veces coinciden con
movimientos documentales, estilos o épocas determinadas, son abiertas y anacrónicas.
“La voz en una película de no ficción puede ser descrita en muchas formas y los
términos no pueden delimitar los tipos de perspectivas dadas que el discurso puede
tomar”.
Plantinga asocia esta forma al cine observacional surgido en los años 60, pero no la
restringe a él. Muchas películas reflexivas o irónicas, con un discurso más explícito,
pueden pertenecer también a esta forma: el autor ve su influencia en muchas de las
producciones contemporáneas como California Reich (1976), The war room (1993) o
American Dream (1993). La voz abierta también es relacionada por Plantinga con el
mal denominado cinema arte (Nouvelle Vague, Dogma, Nuevo Cine alemán), el cual
confluye en términos generales en conceptos semejantes: la realidad no se puede
conocer pues tiene un carácter inefable, los eventos existen y se siguen unos a otros
sin una resolución.
Como tercer modo, y esta vez alternativo a los dos anteriores, Plantinga propone lo
que llama la Voz Poética. Ésta se encuentra menos enfocada en la observación, la
exploración o la explicación comunes a los anteriores modos. Se interesa más en la no
ficción como arte o como una forma de explorar la representación misma. Su acento
está entonces en la estética y no en la función pedagógica, en la tensión entre
representación y composición o alternativamente invirtiendo la observación y el
análisis en un autoanálisis explícito (Plantinga, 1997: 171). Pero según el autor, dicho
interés estético ha tenido altos costos históricamente, pues los documentales de la voz
poética han sido tradicionalmente denigrados por su referencialidad débil, idea con la
cual Plantinga no está de acuerdo, pues opina que tienen el mismo estatus documental
que las películas más tradicionales.
La segunda gran categoría analizada por Plantinga es el orden. Para definir sus
unidades de análisis se basa en las elaboraciones de Bordwell sobre la Forma Fílmica.
Así identifica las formas narrativa, retórica, categórica y asociativa. Estas a su vez las
agrupa en dos grandes categorías: las estructuras formales ligadas a la narrativa
tradicional y la argumentación lógica por un lado, y las abiertas, estructuradas
básicamente con base en asociaciones, por otro lado. La estructura poética aunque se
intuye por la argumentación general de Plantinga, no está claramente definida ni
enunciada en su trabajo, pero es claro que tiene que ver con algunos de los subgéneros
de la voz poética.
Bajo análisis, esta delimitación posee algunas incoherencias. Deja por fuera la forma
abstracta caracterizada por Bordwell en una omisión que queda sin respuestas, pues
no explica el porqué de no haberla incluido en su apartado sobre las estructuras.
Igualmente la forma asociativa que Bordwell vincula a las estructuras más poéticas o
metafóricas como la de Koyanisqatsi (1983), está más ligada al cine observacional
para Plantinga. Además, a pesar de que todo su libro habla de diferentes asuntos
retóricos, cae en el mismo error que Bordwell al denominar “retórica” una clase de
estructura que tiene la clásica forma argumentativa, restringiendo así el más amplio
sentido de esta ciencia y sus múltiples posibilidades formales.
Por último, Plantinga presenta como tercer gran categoría el estilo y la técnica, dos
conceptos que considera totalmente interrelacionados pues afirma que el estilo
consiste en los patrones de uso de las técnicas cinematográficas, entre las cuales
menciona como ejemplos la edición, los movimientos de cámara, la iluminación y el
sonido, recordando así claramente los parámetros estilísticos propuestos por
Bordwell: Puesta en escena, fotografía, montaje, sonido.
Esta categoría también es dividida en las tres unidades transversales: formal, abierta y
poética. El estilo formal estaría muy ligado a la voz formal y serviría a el proyecto
retórico de la película. Es, por lo tanto, altamente comunicativo, claro
denotacionalmente y coherente. El estilo abierto, asociado a la voz abierta, tendría una
“estilística de la observación” la cual, aunque también buscaría la claridad denotativa,
pretende evitar la ornamentación “en un intento por capturar apariencias y sonidos”
(Plantinga,1997:148). Además, por su metodología técnica misma, tendría como
“marca” elementos como el grano grueso, los zooms de reencuadre, la cámara en
mano, saltos de eje y narrativos en el montaje, o la carencia de música extradiegética.
El estilo poético finalmente, se intuye de nuevo en la argumentación de Plantinga -al
hablar por ejemplo de un estilo “disruptivo” en la subcategoría poética del Avant
Garde-, pero nunca llega a ser enunciado o definido claramente.
Estructura
Etilo abierta
formal
Estructura
formal
estilo
poético
Estructura
poética
estilo
abierto
Voz
abierta
Carl Plantinga Voz
Formal
Voz
poética