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Antes de 1920, los investigadores químicos no sólo afirmaban que las macromoléculas no existían, sino que
también los productos llamados macromoleculares como las proteínas, los elastómeros del hevea y la celulosa
no podían existir en forma cristalina.
Sin embargo, a principios de los años 20, Haworth, utilizando técnicas de difracción de rayos X demostró que la
celulosa estirada era un polímero cristalino constituido por unidades repetitivas de celobiosa. En 1925, Katz,
colocó una goma de caucho natural estirada en un espectrómetro de rayos X y para su sorpresa, comprobó que
presentaba un patrón de interferencia típico de una sustancia cristalina.
Los polímeros generalmente poseen estructura amorfa (desordenada) como consecuencia del mecanismo
seguido en la polimerización que generalmente es radicálico. Sin embargo, bien por la composición química del
monómero o por el procedimiento seguido en la polimerización coordinación y en ocasiones aniónico el
estado cristalino también puede existir en los polímeros.
Mientras la cristalinidad en los metales y en las cerámicas implica disposición de átomos e iones, en los
polímeros implica la ordenación de moléculas y, por tanto, la complejidad es mayor. La cristalinidad polimérica
puede considerarse como el empaquetamiento de cadenas moleculares para producir una disposición atómica
ordenada. La estructura cristalina se especifica en términos de celdillas unidad, que ordinariamente son
complejas.
Las sustancias moleculares constituidas por pequeñas moléculas (por ejemplo, agua y metano) generalmente son
totalmente cristalinas (en estado sólido) o totalmente amorfas (en estado líquido). Las moléculas
poliméricas, como consecuencia de su tamaño y de su complejidad, suelen ser parcialmente cristalinas (o
semicristalinas) con regiones cristalinas dispersas dentro de un material amorfo.
En la región amorfa aparecen cadenas desordenadas o desalineadas, condición muy común debido a las
torsiones, pliegues y dobleces de las cadenas que impiden la ordenación de cada segmento de cada cadena. Otros
efectos estructurales repercuten en la extensión de la cristalinidad. Las zonas cristalinas son las
responsables de la resistencia mecánica y las amorfas están asociadas a la flexibilidad y elasticidad del material.
Solamente unas pocas familias de polímeros poseen la regularidad estructural suficiente como para cristalizar
(orden a larga distancia) y, aún en estos casos, nunca es posible lograr un 100% de estructura cristalina y habrá
que definir el grado de cristalización como la fracción del polímero que presenta estructura cristalina con
relación al polímero total. El resto será amorfa y, por ello, poseerá una temperatura Tg. Aunque algunos
polímeros, muy regulares, pueden mostrar grados de cristalización tan altos como el 90%, normalmente, rara
vez se supera el 50%.
El grado de cristalinidad de los materiales poliméricos puede variar desde completamente amorfo a casi
enteramente cristalino (hasta, aproximadamente, un 95%). Las muestras metálicas casi siempre son totalmente
cristalinas, mientras que las cerámicas son o totalmente cristalinas o totalmente amorfas. Los polímeros
semicristal nos tienen analogía con las aleaciones metálicas bifásicas.
La densidad de un polímero cristalino es mayor que la de un polímero amorfo del mismo material y peso
molecular, ya que las cadenas de la estructura cristalina están más empaquetadas. La determinación de la
proporción del sólido que es cristalino (su cristalinidad) tiene, a menudo, una considerable importancia práctica,
ya que una cristalinidad creciente tiene el efecto útil de mejorar propiedades tales como la resistencia y la
rigidez, la resistencia a la disolución y la estabilidad dimensional (ablandamiento térmico).
El método más fácil para medir la cristalinidad es la determinación del volumen específico (el volumen específico
es el inverso de la densidad).
( )
( )
Teniendo en cuenta que , se tiene: X =
( )
CRISTALES POLIMÉRICOS
Hasta el año 1957 no se obtuvieron los primeros cristales de polietileno con un tamaño suficiente para ser
estudiados. Estos cristales, obtenidos por precipitación de una solución muy diluida, y observados al microscopio
electrónico, tenían la forma de discos de muy pequeño espesor (10 - 20 nm).
Sorprendentemente la dirección de alineamiento de las cadenas de polímero coincidía con la del espesor del
cristal, luego, como las cadenas son muy largas (por ejemplo, 5000 nm.), deberían doblarse múltiples veces en la
formación del cristal. Hay que tener en cuenta además que las cadenas de los polímeros cristalinos son muy
flexibles: el polietileno permite un doblado de 180° con sólo tres enlaces sucesivos (5 átomos de carbono)
implicados.
En los polímeros cristalinos reales tenemos siempre mezclas de zonas cristalinas y amorfas. La existencia de
zonas amorfas es inevitable, en mayor o menor grado, por el propio proceso de cristalización. Las
macromoléculas de los polímeros cristalinos a alta temperatura (estado líquido) tienen alta movilidad y se
encuentran en un estado muy desordenado y entrelazado, existiendo una gran proporción de volumen libre
entre las cadenas.
Al enfriar el polímero hasta su temperatura de fusión (Tf) y comenzar la cristalización, sus macromoléculas
comenzarán a reordenarse en una estructura regular y las cadenas llegan a alinearse localmente y
empaquetarse en formaciones cristalinas regulares, alrededor de núcleos de cristalización.
Estas regiones cristalinas se denominan cristalitas y están separadas unas de otras por regiones amorfas, ya que
entre los núcleos cristalinos en crecimiento siempre quedarán atrapados segmentos de cadenas desordenados.
Las estructuras cristalinas son asimilables a celdas unitarias a menudo muy complejas.
El proceso anterior es bastante lento, mucho más que la cristalización de un metal, pues el movimiento de las
largas cadenas del polímero es mucho más difícil que el correspondiente a los átomos aislados de aquel. Las
regiones cristalinas de los polímeros poseen defectos muy similares a los existentes en otros sólidos cristalinos
(metales y cerámicos). Existen defectos puntuales (lugares vacantes, extremos de cadenas), dislocaciones y
también defectos superficiales.
A medida que la cristalización de las esferulitas se completa, los extremos de las esferas adyacentes se tocan
formando límites más o menos planos, como se muestra en la micrografía del polietileno utilizando luz
polarizada. Dentro de cada esferulita aparece una característica cruz de malta (luz polarizada y prismas cruzados
de NICOL).
Las esferulitas de los polímeros equivalen a los
granos de los metales policristalinos y de las
cerámicas. Sin embargo, cada esferulita está
formada por diferentes cristales laminares y por
algún material amorfo. En una porción de polímero
cristalino, existen varios millones de esferulitas.
Polietileno, polipropileno, cloruro de polivinilo,
politetrafluoroetileno y nilón tienen estructura
esferulítica al cristalizar a partir de un líquido.
El tamaño relativo de la esferulita puede predecirse
de lo que es conocido de la cristalización de sólidos
monoatómicos. La solidificación a baja temperatura
da lugar a esferulitas de pequeño tamaño porque la
velocidad de nucleación es alta y la de crecimiento baja. Recíprocamente, la solidificación a alta temperatura da
lugar a esferulitas de gran tamaño porque la velocidad de nucleación es baja con relación a la de crecimiento.
Los anclajes introducidos en la vulcanización de la goma -aunque pequeños en número- tienen este mismo
efecto además de dificultar el movimiento de las moléculas: el grado de cristalización disminuye.
La flexibilidad de las cadenas dificulta el empaquetamiento de las mismas, en consecuencia disminuye la
cristalinidad. Tal es el caso de las siliconas, que son polímeros inorgánicos, es decir, no contienen átomos de
carbono en su cadena principal.
La capacidad de un polímero para cristalizar está influida por la química molecular y por la configuración de la
cadena. La cristalización no está favorecida en los polímeros constituidos por unidades monoméricas
químicamente complejas (por ejemplo: poliisopreno). La cristalización tampoco se evita fácilmente en polímeros
químicamente sencillos, como polietileno y politetrafluoroetileno, incluso a velocidades de enfriamiento muy
rápidas.
En cuanto a los estereoisómeros, los polímeros atácticos son difíciles de cristalizar, mientras que los polímeros
isotácticos y sindiotácticos cristalizan más fácilmente debido a que la regularidad de las posiciones de los grupos
laterales contribuye al proceso de ordenación de las cadenas contiguas. Cuanto mayor es el tamaño de los
grupos sustituyentes, menor es la tendencia a la cristalización.
Dentro de los polímeros vinílicos sólo las configuraciones isotáctica y sindiotáctica tienen la regularidad
suficiente como para cristalizar. La configuración atáctica con el grupo lateral ( - R ) dispuesto de manera
aleatoria nunca podrá cristalizar. Así, el polipropileno isotáctico tiene un grado de cristalización del 50-60%
mientras que el atáctico es amorfo.
Otros polímeros vinílicos con grupos sustitutivos mayores (PVC, PMMA, etc.) no cristalizan nunca –ni siquiera su
configuración isotáctica- en virtud de la distorsión que introducen los citados grupos laterales además de por la
pérdida de libertad de movimientos de las cadenas; a este respecto también influye la mayor o menor polaridad
de estos grupos.
También la simetría del monómero favorece la cristalinidad. La introducción de un sustituyente en el etileno
como por ejemplo un grupo fenilo (estireno), disminuye la cristalinidad. En este ejemplo también hay que
considerar el gran tamaño del sustituyente que impide un total acercamiento de las cadenas.
Por regla general, los copolímeros con unidades monoméricas más irregulares y libremente dispuestas tienen
mayor tendencia al estado amorfo. Los copolímeros alternos y en bloque siempre presentan cristalización. Los
copolímeros libres y con injertos normalmente son amorfos.
La copolimerización reduce el grado de cristalización porque el segundo monómero no podrá ajustarse
adecuadamente en la red cristalina del primero y, caso de ser muy diferentes, la cristalización podría verse
completamente impedida por falta de regularidad estructural. Mientras las estructuras cis y trans del
poliisopreno cristalizan respectivamente un 20-30 % y un 55-70 %, la mezcla de ambas es un polímero amorfo.
La existencia de fuerzas intermoleculares entre las cadenas favorece el empaquetamiento y alineación de las
mismas. La presencia de grupos polares entre los que se puedan establecer puentes de hidrógeno, como en las
poliamidas, incrementa de manera notable la cristalinidad. Por el contrario, la disminución de estas fuerzas
moleculares originadas por la incorporación de plastificantes al polímero, disminuye la cristalinidad pero tiene la
ventaja de que facilita el procesado del material.
FAVORECEN DISMINUYEN
Regularidad (PE, PP isotáctico) Ramificaciones
Simetría Sustituyentes voluminosos
Rigidez Flexibilidad
Fuerzas intermoleculares Plastificantes
Como en la mayoría de los procesos de cristalización, si no hay nucleación, existe un periodo de inducción
durante el que se desenredan las cadenas. Este proceso viene seguido de un crecimiento cristalino lento. Sin
embargo, la velocidad de cristalización aumenta y luego disminuye cuando se acerca al final del proceso de
cristalización. La velocidad de crecimiento cristalino puede seguirse mediante dilatometria utilizando la ecuación
de Avrami, la cual fue desarrollada para seguir la velocidad de cristalización de los metales:
𝑽𝒕 −𝑽𝒕
= 𝒆 − 𝑲𝒏
𝑽𝑶− 𝑽𝒇
La cristalización de un polímero a temperaturas inferiores a la de fusión (Tf ) puede seguirse fácilmente a partir
de medidas de su densidad. Sabemos que cualquier proceso de cristalización induce un brusco cambio en la
densidad del material como consecuencia de la mayor compacidad de la estructura cristalina en relación al
estado líquido.
Como el resto de los sólidos cristalinos su estructura se describe en términos de su celda unidad o bloque que se
repite a lo largo de toda la estructura cristalina. Por esta razón, la cristalización de un polímero exige que sus
cadenas posean la regularidad suficiente para constituir la celda unidad. La figura presenta la celda unidad
constitutiva del polietileno cristalizado. Consta de 5 cadenas, una central y cuatro laterales alineadas. Las
dimensiones de la celda también se incluyen en la citada figura. Nótese que el parámetro " c " corresponde al
doble de la distancia vertical entre dos átomos de carbono en la conformación estirada.
Los polímeros con estructuras más complicadas muestran celdas unidad bastante más complejas.