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“Apuntes de Génesis”

Ps Alex Donnelly

GÉNESIS 1

En términos de estructura literaria, los dos primeros versos de este capítulo son una introducción
al poema (Gén 1:3 – 2:3), que a la vez forma un prefacio a todo el libro de Génesis (ver
“Introducción a Génesis”).

RESUMEN INTRODUCTORIO (v.1-2)

Verso 1

Génesis (y la Biblia) empieza con un verso tan sencillo, pero a la vez tan profundo. “En el
principio creó Dios los cielos y la tierra”. Moisés no trata de explicar la existencia de Dios. Su
interés es explicar la existencia del mundo material. Este existe, no porque sea eterno, sino
porque fue creado por Dios. ¡Qué diferente es Juan 1:1! Juan, sí, tiene interés en explicar la
existencia de Dios el Hijo – Él es eterno: “En el principio era el Verbo…”.

El “principio”, es el momento en el cual el mundo material comenzó a existir. Antes de ello, el


mundo espiritual (los ángeles) ya existía (ver Job 38:7).

La palabra, “Dios”, es ‘elohim’; es la forma plural de ‘el’ (el nombre genérico de Dios). El plural
no debe ser entendido como un plural numérico (indicando la existencia de la Trinidad), sino
como un plural intensivo (indicando la grandeza de Dios). Sabemos esto, porque el verbo
(“creó”) es singular, no plural.

El verbo, “creó” (‘bara’) solo se usa en relación con la actividad de Dios. Indica una creación de
la nada. Cuando un carpintero hace un mueble, usa materiales ya existentes; cuando un artista
crea un cuadro, usa materiales ya existentes; cuando un ama de casa crea un plato de comida, usa
ingredientes ya existentes. Pero cuando Dios creó este universo material, no usó materiales ya
existentes, sino que creó algo nuevo, de la nada. Esto es lo que enseña Heb 11:3.

Muchos textos de la Biblia hablan de la creación de Dios: Sal 8:3; 33:6; 89:11-12; 102:25; 136:5;
146:6; Is 44:24; Jer 10:12; Zac 12:1; Juan 1:1-3; Hch 14:15; 17:24; Col 1:16-17; Heb 1:10; 11:3;
Apo 4:11; 10:1.

Verso 2

Este es un verso extraño – lleno de misterio. Moisés afirma “Y la tierra estaba desordenada y
vacía”. Estas palabras parecen describir las condiciones del globo terráqueo antes del inicio de la
creación de Dios (v.3). Sin embargo, dado a que el mundo material no es eterno, esta “tierra”
(globo terráqueo) tuvo que haber sido producto de la creación de Dios. Si lo entendemos en esta
manera, entonces tenemos que concluir que Dios creó este planeta por etapas. Y la primera etapa
fue formar una masa de materiales; una masa desordenada – incapaz de sostener vida.

1
Sobre esta masa desordenada y caótica, había “tinieblas”. La tentación es de especular de la
presencia de algunas ‘tinieblas’ siniestras, de parte de Satanás; pero eso sería un error. Por lo que
leemos en el v.3, estas “tinieblas” son simplemente la consecuencia de la falta de luz.

Las tinieblas estaban “sobre la faz del abismo”. Este “abismo” parece haber sido de aguas (ver
v.6-7). El cuadro que Moisés nos pinta es de un globo terráqueo en gran desorden, rodeado por
una masa de agua – una mezcla amorfa de océanos y atmosfera.

Pero en este gran caos del mundo primitivo, estaba la presencia del Espíritu de Dios,
moviéndose sobre la fa del “abismo” acuático. Moisés no explica el propósito de este
movimiento. Sin embargo, vuelve a usar este verbo (que es muy inusual) en Deut 32:11
(“revolotea”); esto pareciera indicar que en Gén 1:2, el Espíritu estaba incubando la creación, o
cuidando de ella, en anticipación de la actividad creadora de Dios.

EL POEMA DE LA CREACIÓN (Gén 1:3 – 2:3)

Este ‘poema’ consiste de seis días de creación (Gén 1:3-31), seguidos por un día de descanso
(Gén 2:1-3).

Algunos comentaristas objetan al uso del término, ‘poema’, considerando que esto se presta para
negar el valor histórico de Gén 1. Entendemos esta preocupación, pero la consideramos
innecesaria. El libro de los Salmos está lleno de poemas de eventos históricos (Sal 3, 7, 18, etc.).
El hecho que se use el género literario poético, no socava el valor histórico de los eventos
descritos en esos salmos. Lo mismo es cierto de Gén 1.

Sabemos que Gén 1 es un poema, porque tiene elementos artificiales, como son la repetición de
ciertas frases; por ejemplo, “Y fue la tarde y la mañana un día” (v.5, 8, 13, 19, 23, 31), y “Y vio
Dios que era bueno” (v.4, 10, 12, 18, 21, 25, 31). El uso de estrofas también indica que este
capítulo debe ser leído como un poema.

La división de la actividad creadora de Dios en seis días se presta para armar una estructura
creativa interesante...

DÍAS DE FORMACIÓN DÍAS DE POBLACIÓN

DIA 1 Formó el ‘día’ y la ‘noche’ (v.3-5). DIA 4 Pobló el ‘día’ con el sol (v.15-18).
Pobló la ‘noche’ con la luna y las
estrellas (v.15-18).

DIA 2 Formó los ‘cielos’, separando las DIA 5 Pobló las ‘aguas’ de abajo con peces, y
‘aguas’ de abajo de las ‘aguas’ los ‘cielos’ con aves (v.20-22).
de arriba (v.6-8).

DIA 3 Formó la ‘tierra’ seca (v.9-10) y DIA 6 Pobló la ‘tierra’ (y la vegetación’) con
la ‘vegetación’ (v.11-12). animales, y luego con el hombre (v.24-
27).

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Antes de comentar sobre este poema de la creación de Dios, es importante señalar algo. El
interés de Moisés (¡y de Dios!) no es darnos una descripción científica de la creación, sino una
descripción poética de ella, con fines espirituales. Una vez más, enfatizamos, esto no implica que
Gén 1 carezca de valor histórico. ¡Para nada! Lo que sí implica, es que debemos leerlo con
cuidado, procurando sacar de ello lecciones espirituales, y no ‘datos’ científicos.

PERO, queremos enfatizar que el texto de Gén 1 nos da la base para armar una doctrina de la
creación, a la luz de la cual debemos evaluar toda teoría o afirmación científica. Las
conclusiones de los científicos deben ser evaluadas a la luz de la doctrina bíblica de la
creación, y no vise versa.

Día 1 (v.3-5)

La obra de creación comenzó cuando Dios habló: “Y dijo Dios…” (v.3). Al hablar, Dios emitió
Su Palabra. Podemos interpretar esto a la luz de Juan 1:1-3. Cristo es la Palabra de Dios. Dios el
Padre planeó la creación; pero la ejecución de la obra estuvo a manos de Dios el Hijo.

El Sal 33:6 complementa esto. Ahí leemos,

“Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos,


Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca”

Aquí tenemos un paralelismo sinónimo; por ende, “palabra” y “aliento de su boca” deben ser
entendidos como sinónimos. Aunque habría que añadir que la frase, “aliento de su boca” emplea
la palabra ‘ruaj’, que puede tener el sentido de ‘espíritu’ (lo que apuntaría a la Tercera Persona
de la Trinidad).

Lo primero que Dios creó fue la luz, porque ella es fundamental para toda la vida. La hizo en
forma instantánea. Algunos objetan al relato bíblico, preguntando, ¿cómo pudo haber luz el
primer día, si el sol no fue creado hasta el cuarto día (v.14-19)? La respuesta es sencilla. El sol
es solo una fuente de luz. Luz, en sí, puede existir aparte de la fuente solar (por ejemplo, la luz
del fuego, de un relámpago, de una explosión nuclear, etc.). Obviamente la luz que Dios creó el
primer día, vino de otra fuente no especificada.

Es interesante notar como Pablo hace referencia a esta obra de creación (material), cuando habla
de la recreación espiritual, en 2 Cor 4:6. En las ‘tinieblas’ de nuestra ignorancia espiritual, Dios
alumbró la ‘luz’ del evangelio, para que pudiéramos ver la gloria de Cristo, y así ser salvos.

El veredicto de Dios sobre Su creación es dado en las palabras, “Y vio Dios que la luz era buena”.
No podía ser de otra manera. ¡Todo lo que Dios hace es bueno (1 Tim 4:4)!

Dios nombró a la luz, “Día”, y a las tinieblas, “Noche”. El dar un nombre a algo implica tener
poder y autoridad sobre eso. La soberanía de Dios sobre todo el mundo material, se debe al
hecho que Él sea su creador.

Finalmente viene el resumen: “Y fue la tarde y la mañana un día”. ¿Fue un día de 24 horas?
Muchos dicen que sí, interpretando este relato en forma estrictamente literal. Otros observan que

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si el sol aun no había sido creado, entonces la tierra no pudo haber estado girando sobre su eje,
frente al sol. Por ende, sería inapropiado hablar de un día de 24 horas.

Nuestra conclusión es que en realidad no es tan importante si haya sido un día de 24 horas o no.
Como veremos posteriormente, la duración de estos ‘días’ de creación no es de vital importancia.
Lo importante es afirmar que durante todo este tiempo de la creación, no hubo muerte física.
Volveremos a este tema posteriormente.

En todo este relato, notemos el énfasis sobre la acción divina: “Y dijo Dios…” (v.3); “Y vio
Dios…” (v.4a); “y separó Dios…” (v.4b); “Y llamó Dios…” (v.5). Es un énfasis que durará a lo
largo del poema de la creación. ¡Dios hace todo! ¡No necesita la ayuda de nadie!

Día 2 (v.6-8)

En el segundo día de la creación, Dios separó “las aguas de las aguas”; es decir, separó esa masa
de agua primigenia (v.2). Las separó (literalmente, las ‘dividió’), creando una “expansión” (v.6 y
7)1. Esta “expansión” parece haber sido la atmosfera que rodeaba la tierra (ver v.14-15). Si esta
“expansión” realmente dividía las ‘aguas’, entonces tenemos que suponer que por encima de esta
atmosfera había una gran masa de agua (ver v.7b, “las aguas que estaban sobre la expansión”).
Fue esa masa de agua la que cayó durante el diluvio, inundando la tierra (ver Gén 7:11).

Lo único que Dios nombró el segundo día, fue la ‘expansión’; la nombró, “Cielos”. En el v.10,
Dios nombró las aguas que estaban debajo de la ‘expansión’, pero nunca nombró las aguas que
estaban sobre la ‘expansión’.

¿Por qué escribir, “Cielos”, en plural? Si decimos que era porque los judíos distinguían entre la
atmosfera terrestre (donde están las nubes, etc.) y el espacio (donde están el sol, la luna y las
estrellas), llamando a ambas, ‘cielo’, nos deja el problema de ubicar las aguas que estaban sobre
la ‘expansión’ (es decir, sobre los “Cielos”). ¡Es difícil suponer que esta masa de agua estaba
más allá del espacio (digamos, del segundo ‘cielo’)!

La solución está en notar que el Antiguo Testamento nunca habla de ‘cielo’, en singular, sino solo
de ‘cielos’, en plural. Por ende, no hay que interpretar el hecho que aquí el término sea plural,
para tratar de enumerar diferentes ‘cielos’. La ‘expansión’ que Dios creó fue una sola, vista
desde la perspectiva de un habitante de la tierra. Es en este ‘Cielos’, que se ven las nubes y los
astros celestes.

Día 3 (v.9-13)

En el tercer día de la creación, hay dos nuevos verbos principales: “Júntense…”, (v.9) y
“Produzca…” (v.11).

Primero Dios juntó las aguas en un lugar; al hacerlo, ‘descubrió’ “lo seco” – es decir, la tierra
firme (v.9). Esto es interesante. Moisés no dice que Dios creó la tierra firme; eso ya existía –

1
En el primer día también hubo una ‘separación’; Dios separó la luz de las tinieblas (v.4). Pero en ese
caso, no lo hizo creando algo (como en el segundo día), sino que la separación se dio simplemente porque
las dos cosas (luz y tinieblas) eran fundamentalmente diferentes.

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estaba debajo de las aguas. Lo único que hacía falta era juntar las aguas en un lugar, para que se
vea la tierra, en el resto del planeta. Podemos decir, entonces, que en esta primera parte del día,
Dios no creó nada; solo reordenó lo que ya estaba hecho.

Otro detalle interesante que debemos observar es que las aguas se juntaron “en un lugar” (v.9).
Aunque al final, el nombre que se le dio a esto era, “Mares” (v.10), se trataba de una ‘
“reunión” (singular) de agua. ¿Podemos deducir de esto que inicialmente, todas las aguas estaban
en un solo lugar, y que por ende toda la tierra firme era un solo vasto continente? De ser así, esto
encajaría con lo que los geólogos llaman, ‘Pangea’ – el nombre que dan al vasto continente, que
según ellos, existía antes que los continentes actuales se formaran, y comenzaran a separarse2.

La obra creativa del tercer día tuvo que ver con la producción de la “hierba verde” (v.11). Pero
habría que observar que aun aquí no se usa el verbo, ‘crear’ (‘bara’), sino ‘producir’. Y fue la
tierra que produjo la hierba verde, no Dios (v.12) – aunque habría que añadir que solo lo pudo
hacer, porque Dios lo ordenó así (v.11). De todos modos, esta producción de vida vegetal marca
algo nuevo en a obra de creación. Dios ahora está usando materiales preexistentes, para
producir otras cosas nuevas.

Esta “hierba verde” incluye las plantas y los árboles (v.11). Hay un factor en común – la
producción de semillas, para que la “hierba” se reproduzca. Esta es otra cosa nueva en la
creación. Todo lo que antes se hizo, era cuantitativamente fijo; es decir, no era capaz de
reproducirse y multiplicarse (por ejemplo, el sol). Pero las plantas y los árboles, sí son capaces de
reproducirse.

Es importante notar el énfasis bíblico en esta reproducción. Cada árbol y planta produce su
propia semilla (“hierba que da semilla según su naturaleza”, v.12), y esta semilla reproduce vida
“según su género” (v.11, 12). En otras palabras, no hay aquí la posibilidad de la evolución de
nuevas especies de plantas o árboles (por medio de la evolución). Puede haber cambios menores,
dentro de un mismo género de planta o árbol; pero una planta no puede reproducirse en tal
manera que produzca una planta muy diferente a sí misma (que es la base de la teoría de la
evolución). Veremos el mismo énfasis en la creación de animales y aves (ver v.21, 24-25).

Finalmente, podemos notar que en esta acción de producir la hierba verde, Dios estaba
comenzando el proceso de ‘poblar’ un ambiente que Él había creado anteriormente. En este caso,
el ‘ambiente’ fue la tierra seca. Este proceso de ‘poblar’ ambientes creados por Dios dominará el
resto del poema de la creación. Dios va a ‘poblar’ los cielos superiores (v.14-17), las aguas
(v.20-22), los cielos inferiores (v.20-22), y finalmente la tierra otra vez (v.24-27).

Día 4 (v.14-19)

Al crear los astros celestes, para ‘poblar’ el día y la noche, Dios tuvo tres propósitos en mente,
que debemos observar:

2
Para mayor información sobre esto, vea el artículo sobre ‘Pangea’, en Wikipedia
(http://es.wikipedia.org/wiki/Pangea)

5
i. Separar el día de la noche (v.14b)3.
ii. Ser de “señales” para fijar las estaciones del año, y la duración de los días y de los
años (v.14c).
iii. Alumbrar la tierra (v.15).

Moisés da la impresión que las dos grandes lumbreras (al igual que las estrellas) producían su
propia luz. Sin embargo, como bien sabemos, la luna simplemente refleja la luz generada por el
sol.

Es interesante notar el verbo, ‘señorear’, en el v.18. ¿Es este otro propósito de la creación de los
astros celestes? Quizá el verbo simplemente significa, ‘dominar’. Pero, ¿por qué lo menciona
Moisés? Podría ser que está queriendo, implícitamente, afirmar que ni el sol ni la luna deben ser
adorados, o tomados como dioses. Ellos no ‘señorean’ la vida humana; solo fueron creados para
‘señorear’ el día y la noche, respectivamente. Más bien, sirven al ser humano, actuando como
medidas para fijar las estaciones, y la duración de los días y de los años (v.14).

Día 5 (v.20-23)

En el quinto día, Dios se encargó de poblar dos ambientes más:

i. Las aguas ‘inferiores’ (es decir, los mares, lagos y ríos). Una vez más notamos el
uso del verbo, “Produzcan”, que da la impresión que fueron las aguas mismas que
produjeron la vida acuática. Sin embargo, habría que notar lo que dice el v.21, “Y
creó Dios los grandes monstruos marinos…”. Por lo tanto, no se puede interpretar la
producción de vida por las aguas, aparte del obrar creativo de Dios.

ii. La “expansión de los cielos”. El texto de la RV indica que las aves que vuelan en el
cielo también fueron producidas por las aguas (v.20)4. Sin embargo, en Gén 2:19
leemos que Dios formó las aves del polvo de la tierra, al igual que las bestias.

Habiendo creado estas formas de vida animal, Dios los bendice (v.22), pronunciando dos cosas:

(1) ‘Fructificad y multiplicaos’ – Dios bendice estas formas de vida con la habilidad de
reproducirse (aunque esto ya se había notado, en el caso de la creación del mundo vegetal
– v.11-12).

(2) ‘Llenen la tierra’ - Dios no quería que todas las formas de vida quedaran en un solo
lugar, sino que puedan poblar toda la tierra.

Día 6 (v.24-31)

En el último día de la creación, Dios pobló la tierra firme, o (si se quiere) el ambiente del mundo
vegetal (ver v.11-12).

3
Esto es parecido a lo que leemos en el v.4. Sin embargo, en ese verso la separación era entre la ‘luz’ y las
‘tinieblas’.
4
Algunos han observado que la ciencia afirma que la vida primero apareció en los mares, y toman datos
como éste para declarar que la ciencia no contradice la Biblia, sino que la completa (o complementa).

6
Por tercera vez tenemos la producción de nuevas formas de vida, por medio de algo ya creado:
“Produzca la tierra…” (v.24a). En este día, lo que se creó fueron “bestias y serpientes y
animales” (v.24b). Una vez más, cada forma de vida podía reproducirse, pero solo “según su
especie” (v.24c)5.

Finalmente, viene la máxima expresión de la creatividad de Dios: la creación del ser humano.
Ésta representa la cima de la obra creativa. En cierto sentido, toda la creación hecha hasta el
momento fue con el fin de crear el ambiente adecuado por la raza humana.

Siendo una forma de vida tan especial, es de esperar que haya nuevos elementos aquí. En primer
lugar, el ser humano (a diferencia de los animales), es creado a imagen y semejanza de Dios
(v.26-27). ¡Esta es la gloria del hombre, y lo que lo diferencia de los animales! Por ende, no
debemos aceptar las afirmaciones que se hacen constantemente; a saber, que el ser humano es
simplemente un animal. ¡Eso no es cierto! Aunque tenga algunas características propias de los
animales (por ejemplo, es hecho de carne y hueso, usa un cerebro, etc.), esto no lo hace un animal
– al igual que el hecho que los animales tengan algunas características de las plantas (por
ejemplo, que crecen, que son hechas de células vivas, etc.), no los hace plantas.

Moisés indica que la imagen de Dios no está solo en el varón, sino en “varón y hembra” (v.27).
Este hecho es la base del matrimonio, porque el varón no está completo sin la mujer. Veremos
esto en mayor detalle en el siguiente capítulo.

Una segunda cosa que diferencia al ser humano de los animales, es que al ser humano le es dada
la potestad de gobernar sobre la creación: “señoree…” (v.26, 28). El león puede ser considerado
como el ‘rey de la selva’, pero el ser humano es indudablemente el ‘rey del león’. Como parte de
su ‘señorío’, el ser humano tiene la autoridad de dominar la tierra (“sojuzgadla”); es decir,
administrarla para su beneficio.

Sin embargo, habría que añadir algo muy importante aquí. Aunque el ser humano tiene el
derecho de ‘señorear’ sobre toda la creación, no debe hacerlo en forma egoísta; tampoco debe
destruir la creación. Su responsabilidad es ‘administrarla’, logrando el bien de todas las formas
de vida que existen, y también manteniendo el balance ecológico. Es por no hacer caso a esto,
que hoy enfrentamos una grave crisis ecológica, y la destrucción del medio ambiente.

Dios concede al ser humano (al igual que a los animales) el derecho de comer de las plantas y de
los árboles (v.29-30). Al parecer, el plan de Dios no era que los animales se coman a sí mismos,
o que el ser humano sea carnívoro. Eso se permitió, luego del diluvio (Gén 9:2-3).

Finalmente, Dios contempla toda Su obra de creación, y pronuncia un veredicto: “era bueno en
gran manera”. Esto da a entender que todo era perfecto en la creación. Es muy difícil
reconciliar esto, con la afirmación de los científicos, que la vida en este planeta se desarrolló en
un contexto de conflicto, de muertes masivas, y de la supervivencia de los más fuertes, a expensa
de los más débiles. Por ende, Génesis 1 socava totalmente uno de los fundamentos de la teoría de
la evolución, que requiere la existencia de la muerte y de la destrucción masiva, antes de la caída
del hombre (en pecado).

5
Aunque la RV usa las expresiones, “según su género” y “según su especie”, la palabra en hebreo es la
misma.

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Día 7 (Gén 2:1-3)

Habiendo acabado toda la obra de creación, en seis días, Dios ‘descansó’ el séptimo. No era que
Dios necesitaba descansar, ¡como si se hubiera cansado creando el universo! El ‘descanso’ de
Dios fue simplemente Su inactividad creativa. ¡Ya todo estaba hecho! ¡Todo estaba ordenado,
hermoso y perfecto!

Al dejar de crear, Dios bendijo el séptimo día, y “lo santificó”; es decir, lo puso como un día
aparte, diferente de los demás días de la semana. Este hecho vino a ser la base del cuarto
mandamiento (Éx 20:8-11), que afirma que el hombre debe hacer todo su trabajo en seis días,
para luego descansar. Es también la figura de la justificación por la fe, que uno obtiene cuando
deja de trabajar (para cumplir la ley), y simplemente descansa en la obra que Dios ha hecho a su
favor, en la Persona de Cristo (Heb 4:3, 9, 10).

El séptimo día no es nombrado. Sin embargo, el verbo, “reposó” (v.2, 3), es ‘shabat’, del cual el
término, ‘sábado’, proviene. Por eso el día sábado es considerado como el ‘día de reposo’. El
primer día de la semana (el domingo), es conocido como ‘el día del Señor’, y ha sido
‘santificado’, por la resurrección de Cristo. Los que confían en Cristo para su justificación ante
Dios (una justificación relacionada con la resurrección de Cristo; ver Rom 4:25), se reúnen los
domingos para celebrar esa realidad, conforme al mandato apostólico (1 Cor 16:2; ver Hch 20:7 y
Apocalipsis 1:10).

“Apuntes de Génesis”
Ps Alex Donnelly

GÉNESIS 2

Versos 1-3 (ver apuntes sobre Génesis 1)

Luego del prefacio a todo el libro (Gén 1:1 – 2:3), Moisés comienza la primera sección principal
de su obra literaria. Para mayores detalles sobre la estructura de Génesis, ver ‘Introducción a
Génesis’.

Verso 4

La primera de las diez secciones de Génesis, inicia con la frase introductoria, “Estos son los
orígenes de…” (v.4). En este caso, son los orígenes “de los cielos y de la tierra” (v.4). En otras
palabras, lo que viene a continuación es otro relato de la creación del universo, pero esta vez
centrándose en la creación de este mundo en el cual vivimos. Por ejemplo, en este relato, no hay
referencia alguna a la creación de los continentes, o de los mares, o de los astros celestes, etc.;
tampoco se menciona la creación de los peces, o de los monstruos marinos. Solo se habla de la
creación de la vida terrestre. En realidad, el enfoque está puesto sobre la creación del ser humano
(v.7). Si el primer relato de la creación, presenta al hombre como el punto máximo de la
creación (ver Gén 1:26-27), este segundo relato de la creación presenta al ser humano como el
propósito de la creación. ¡Todo fue creado para él!

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En este verso tenemos la primera referencia al nombre de “Jehová”, el Dios de Israel. Va unido
con la palabra genérica, “Dios” (‘Elohim’).

NOTA: Moisés habla de “el día” en que Dios hizo toda la creación. Esta es la misma palabra
que usó para hablar de los seis días de creación en Gén 1. Claramente, la palabra “día”,
en este verso, no puede ser un día de 24 horas, sino que abarca los seis días de la
creación, en Gén 1.

Verso 5-6

Estos dos versos nos brindan un dato interesante: al inicio, no hubo lluvia en la tierra – “Jehová
Dios aún no había hecho llover sobre la tierra” (v.5). Las plantas se regaban por medio de “un
vapor”, que subía de la tierra, y regaba todas las plantas y árboles (v.6).

Si tomamos estos versos, juntamente con lo que leemos en Gén 1:6-7, y lo comparamos con Gén
7:11, la impresión que tenemos es que antes del diluvio, no hubo lluvia en la tierra. Al parecer,
las ‘aguas’ que quedaron por encima de la “expansión” (Gén 1:7) no cayeron, porque eran
sostenidas en alguna manera, por la “expansión”. Sin embargo, esta interpretación del texto
bíblico hace difícil explicar la presencia del “río”, que salía de Edén, y regaba el huerto (Gén
2:10).

Tenemos que reconocer que no es fácil interpretar estos dos versos. Lo que debemos enfatizar es
que el propósito de Moisés al redactar estos versos, no fue tanto explicar las condiciones
meteorológicas que existían en la tierra primitiva, sino simplemente explicar como la primera
vegetación era regada y mantenida, antes de la creación del hombre. Lo que los versos indican
es que antes de la creación del hombre, las condiciones en la tierra eran bastante diferentes a las
que se dan ahora. Pero quizá no sea necesario suponer que estas condiciones duraron todo el
tiempo, hasta el diluvio. Podría ser que una vez que el ser humano fue creado, las lluvias
comenzaron a caer.

Verso 7

En Gén 1:11-12, 20-21, 24, Moisés emplea el verbo, ‘producir’, para describir el proceso de la
creación. Es posible que lo que leemos ahora, en Gén 2:7, sea la explicación de ese verbo. En el
caso del hombre, Dios lo “formó…del polvo de la tierra”. Quizá la creación de las plantas y los
animales fue algo parecido. Dios tomó el material orgánico e inorgánico, ya existente, para
formar a las plantas y a los animales; es decir, para darles la forma que Él quería (ver v.19).

El verbo, “formó” (‘yatsar’), significa ‘presionar (en un molde)’. Se usa del trabajo de un
alfarero, dando cierta forma al barro (Is 29:16; 45:96). El salmista usa este verbo para describir la
acción de Dios de dar forma a la tierra seca (Sal 95:5).

Una vez que Dios formó el cuerpo, “sopló en su nariz aliento de vida”. ¿Será esto literal, o
debemos tomarlo en una forma figurativa (por tratarse de un proceso invisible)? Evidentemente,
lo que Moisés está explicando es cómo el molde de barro comenzó a vivir. La existencia de la

6
La palabra es traducida, “labra”, en la RV.

9
vida se manifestó por la respiración (“aliento”; hebreo, ‘neshamá’) y esa respiración fue el
resultado de Dios haber soplado (hebreo, ‘nafaj’) en el hombre.

Aunque los dos términos empleados aquí NO están relacionados con la palabra, “Espíritu”
(‘ruaj’), debemos considerar lo que otros textos complementarios enseñan; por ejemplo, Job
33:4, donde la palabra, “espíritu (‘ruaj’) de Dios” está en paralelo con “el soplo (‘neshamá’) del
Omnipotente”. Evidentemente, fue el Espíritu de Dios quien dio vida al cuerpo del primer
hombre.

Esta doble acción divina (dando forma al cuerpo, y luego dando vida al cuerpo) resultó en que el
hombre llegara a ser “un ser viviente”.

LA EDAD DE ADÁN

Una pregunta interesante es, ¿qué edad tenía Adán cuando fue creado? Al parecer fue
creado en forma instantánea (no por un proceso de evolución); por ende, al momento de ser
creado ¡tuvo la edad de un minuto! Sin embargo, ¿qué edad aparentaba tener?
Seguramente Dios no lo creó como un bebé recién nacido. El molde del cuerpo de Adán
habrá tenido la forma de un adulto. Por ende, cuando Adán comenzó a respirar, tuvo la
apariencia de ser un joven, quizá de unos 20 años de edad. Si un médico hubiera
examinado su cuerpo, notando su altura, forma muscular, dientes, etc., habría llegado a la
conclusión que Adán tenía unos 20 años (cuando en realidad, según la Biblia, solo tenía un
minuto).

Este hecho tan sencillo nos podría ayudar a explicar la diferencia entre el relato bíblico, y las
afirmaciones de los científicos. Ellos aducen que la tierra tiene cientos de millones de años,
mientras que la Biblia da a entender que la tierra solo tiene unos 15,000 años. Podríamos
explicar la diferencia, afirmando que al igual que pasó con el cuerpo de Adán, Dios creó este
mundo con una edad aparente. Es una idea tan sencilla, pero capaz de solucionar muchas
preguntas que se plantean a la Biblia, por los científicos. Los científicos estudian la creación,
usando todas las técnicas que han inventado, y llegan a conclusiones que serían correctas, a
no ser que la Biblia diga otra cosa. Lo que les cuesta a los científicos entender es que sus
conclusiones podrían estar sumamente equivocadas, si es que Dios realmente hizo este mundo
con una edad aparente. La pregunta es (en el tema de la edad de la tierra), ¿a quién vamos a
creer? ¿A los científicos, o a la Palabra de Dios?

Verso 8-17

Moisés ahora nos informa que Dios “plantó un huerto en Edén, al oriente” (v.8). Este era el
lugar donde el hombre iba a vivir. Según Strong, el nombre, “Edén”, significa ‘placentero’ o

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‘delicia’. La palabra se usa, en el sentido de algo placentero, en textos como Gén 18:12; 2 Sam
1:24; Sal 36:8. Sin embargo, aquí en Gén 2, la palabra es simplemente el nombre propio de una
parte del nuevo mundo creado por Dios (aunque el nombre se debe, indudablemente, a las
hermosas condiciones de vida existentes en ese paraíso7).

Muchos confunden ‘Edén’ con el “huerto” que estaba en Edén, y piensan que el nombre del
huerto era ‘Edén’. Esto no es cierto. El huerto no es nombrado; Moisés se limita a decir que el
huerto estaba dentro de la región llamada Edén; específicamente, al este de Edén. La palabra en
hebreo para “huerto” significa ‘jardín’.

No se sabe a ciencia cierta donde estaba Edén, pero es probable que haya estado ubicado al norte
de Mesopotamia (ver mapa bíblico), donde nacen los ríos Eufrates y Tigres (actualmente, Iraq o
Armenia).

En ese huerto, Dios plantó una variedad de plantas y árboles, buenos para el hombre (v.9).
Moisés resalta las cualidades visuales y comestibles de los árboles. Eran lindos para mirar, y su
fruto era rico para comer. Entre todos los árboles, dos eran diferentes a los demás. Uno era “el
árbol de vida” (que estaba en medio del huerto, brindándole mayor importancia), y el otro era “el
árbol de la ciencia del bien y del mal”. El segundo era para probar al hombre; el primero, para
recompensar al hombre, si es que él pasaba la prueba.

En la región del Edén, salía un río, que servía para regar el huerto (v.10). Al parecer, luego de
regar el huerto, el río se dividía en cuatro “brazos”. Comentaristas han ofrecido una gran
variedad de sugerencias acerca de este río, y sus cuatro brazos, pero la verdad es que no se sabe
mucho a ciencia cierta. El único río que se puede identificar con exactitud es el Eufrates. Se
supone que los otros tres estarían en la misma región. Uno de ellos probablemente fue el Tigres.
De los otros dos, no sabemos nada. Hay que suponer que el diluvio mundial afectó, no solo la
configuración de la tierra, sino también de los ríos. Por eso no podemos identificarlos con
seguridad.

Al colocar al flamante hombre en el huerto, el propósito de Dios era que “lo labrara y lo
guardase” (v.15). Debemos recordar lo que leemos en el v.5, y comparar con el primer relato, en
Gén 1:28-29. El hombre no debía ser ocioso; tenía que trabajar. Y el trabajo consistió en cultivar
el huerto. Tenía que trabajar la tierra, y cuidar las plantas. En esta manera, el hombre podía
cumplir su función de ‘imagen y semejanza’ de Dios. Dios había creado el huerto; ahora, le
tocaba al hombre hacer su parte ‘creativa’, trabajando lo que Dios ya había hecho.

Como pago, Dios le permite al hombre disfrutar de todos los frutos del huerto (v.16). Solo había
una restricción – no podía comer del árbol de la ciencia del bien y del mal (v.17). A la luz de lo
hermoso que era el huerto, y de todo lo que podía disfrutar en él, esta restricción era
insignificante. Sin embargo, para dar mayor énfasis a la prohibición de Dios, Él advierte al

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Según Ezeq 28:13, Satanás estuvo en ‘Edén’ antes de su caída. Aunque algunos comentaristas toman este
texto literalmente, aduciendo que el mundo material fue creado originalmente para Satanás, es mejor
interpretar el nombre, ‘Edén’, en ese pasaje, como sinónimo de ‘paraíso’ – pero un paraíso celestial
(descrito, por Ezequiel, en términos materiales, para dar a entender la hermosura del contexto en el cual
Satanás vivió, antes de su rebelión contra Dios).

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hombre del peligro de comer de ese árbol: “el día que de él comieres, ciertamente morirás”
(v.17).

¿De qué muerte está hablando? De dos muertes – la muerte física (que hasta el momento no se
ha mencionado, porque no existía), y la muerte espiritual (la ruptura en la relación con Dios).

Verso 18-25

Viendo al hombre trabajando en el huerto, Dios llegó a la conclusión: “No es bueno que el
hombre esté solo”. Aunque el hombre gozaba de una comunión con Dios, y tenía bastante
trabajo y suficiente comida – algo faltaba. Dios podía ver que el hombre a veces se sentía solo; no
había otro como él en el huerto, nadie con quien hablar, etc. Así que, sin que el hombre se lo
pidiera, Dios se propone hacer algo: “le haré ayuda idónea para él”. La mujer, entonces,
representa un regalo de amor de Dios, para Su criatura.

NOTA: La mujer no fue creada simplemente para permitir la procreación de la raza humana;
tampoco fue creada para que el hombre pueda gozar relaciones sexuales. Su propósito
no fue ser ‘madre’ o ‘amante’, sino ‘ayuda’ (compañera, amiga).

La expresión, “ayuda idónea”, traduce la frase en hebreo – ‘kenegdo ezer’. El término, ‘ezer’,
significa, ‘ayudante’ o ‘ayudador’. De esta palabra se deriva el nombre, ‘Ebenezer’, que significa
‘piedra de ayuda’ (aunque se tomó en el sentido de, ‘hasta aquí nos ayudó Jehová’, 1 Sam 7:12).
Cuando nació el segundo hijo de Moisés, éste lo llamó “Eliezer”, que significa, ‘Dios me ayudó’
(Éx 18:4).

A esta palabra, Moisés añade, ‘kenegdo’, que significa ‘su contra parte’, ‘su complemento’, o
‘correspondiendo a’. En otras palabras, al querer dar al hombre alguien que lo ayude, Dios estaba
pensando en alguien similar a él, que serviría de compañero y complemento de su vida. Tenía
que ser alguien semejante a él; su contra parte. Su alma gemela.

Es en este contexto que Moisés narra la creación de los animales (v.19); la impresión dada es que
entre estos animales, el hombre podría hallar su contraparte. En Gén 1, la creación de los
animales antecede la creación del hombre. Es más que probable que ese sea el verdadero orden
de la creación. En Gén 2 el orden es invertido, simplemente porque se quiere dar a entender que
cuando Dios creó a los animales, los hizo ya pensando en el hombre. Todo fue creado para él;
para su bien.

Dios formó a los animales (v.19), en la misma manera que formó al hombre; los formó de la
tierra. Presentó los animales al hombre, y le permitió nombrarlos (estableciendo su autoridad
sobre ellos). Pero ningún animal era su ‘ayuda idónea’ (v.20b). Por eso, Dios pasó a crear a la
mujer (v.21).

La creación de la mujer se dio durante el sexto día, al igual que la creación de los animales.
Pero, si tomamos en cuenta el nombramiento de los animales (v.19), esto parece indicar que el
sexto día, no pudo haber sido un día de 24 horas, sino un período de tiempo más o menos extenso.

Para crear a la mujer, Dios primero hizo que el hombre cayera en un sueño profundo. Luego,
sacó una de sus costillas, y con ella hizo la mujer (v.21-22). El relato contiene muchas
enseñanzas importantes.

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1. Dios no tomó un hueso de la cabeza de Adán, porque Adán no iba a estar sujeta a ella;
tampoco tomó un hueso de sus pies, porque Adán no la iba a pisotear; sino que tomó el
hueso de su costado, cerca del corazón, debajo de su brazo, porque la mujer iba a ser
igual a Adán, y Adán tenía que proteger y amar a su esposa8.

2. Dios hizo a una mujer, no a un hombre; ¡hizo a ‘Eva’ no a ‘Esteban’! Esto enseña la
importancia de la relación heterosexual.

3. Dios hizo una sola mujer, no varias mujeres. Esto enseña el principio de la monogamia:
un hombre con una mujer – este es el concepto bíblico del matrimonio.

4. Habiendo hecho a la mujer, la trajo al hombre y se la presentó. La relación matrimonial


debe ser algo serio, creado por Dios.

5. La mujer fue creada después del hombre, y fue tomada de él; por ende, la mujer no debe
procurar dominar al hombre, sino ayudarle (1 Tim 2:13); no competir con él, sino
complementarlo.

Al ver a la mujer, Adán se emocionó (v.23). ¡Debió haber sido toda una belleza! Todo lo que
Dios hace es bueno en gran manera. El hombre sabía que Dios había tomado una costilla suya
para crearla; por eso la apreció tanto (v.23). Era diferente a los animales; sin embargo, siguiendo
la práctica con los animales (!), Adán procedió a nombrar a la mujer – ‘Varona’ (v.23b). Recién
en Gén 4:1, es llamada ‘Eva’.

Siendo el primer matrimonio, Dios establece algunas pautas para esta institución, que será de gran
importancia para la sociedad.

i. El hombre debe dejar a sus padres – física, emocional y sicológicamente (se sobre
entiende que la mujer debe hacer lo mismo).
ii. El hombre debe unirse a su mujer – formal, y permanentemente.
iii. El hombre y la mujer formarán “una sola carne”, en la cual ya no pensarán más
como individuos, sino como pareja. El matrimonio debe resultar en la unión física,
emocional, espiritual, económica, social y sicológica.

En el huerto, ambos estaban desnudos (como los animales). A pesar de su desnudez, ninguno
sentía vergüenza. Esto indica que el famoso ‘pudor’ femenino, es una de las consecuencias del
pecado, y no es algo natural.

8
Adán es un ‘antitipo’ de Cristo, y Eva es un ‘antitipo’ de la Iglesia.

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