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ASOCIADAS A LA SOLIDARIDAD.
Todas estas acepciones tienen que ver con el tema, pero si lo abordamos
desde la antropología podemos encontrar perspectivas de interés para la
comprensión de los seres humanos. Expongo aquí algunas de esas miradas,
tomadas de diferentes documentos, con el fin de partir de referentes
teóricos que nos ayuden a ubicar el análisis necesario para nuestro
trabajo colaborativo.
La solidaridad además de ser, o pretender ser, una práctica está fundada sobre
una moral colectiva y un sentimiento que combina ética y afectos. En Europa,
la historia de las ONG es inseparable de los movimientos asociativos
nacionales. En Francia, la aventura colonial significó un poderoso generador de
representaciones sobre el Sur e impulsó el desarrollo asociativo, principalmente
cristiano. En nombre del "deber de civilización", accesorio obligado y en
definitiva más duradero que las colonizaciones militares y políticas, millares de
misioneros partieron desde la Francia rural hacia ultramar; eran bretones o
alsacianos, llevaban la palabra caritativa, la palabra de Cristo, pero también la
de Francia. Esto les permitió difundir sobre las poblaciones con las que
compartieron la vida, ya que no la misma fe, un imaginario perdurable. Tras las
guerras coloniales y con el advenimiento del neocolonialismo del cual somos el
emergente, la fraternidad cristiana aparece confrontada con la solidaridad laica
e internacionalista de los movimientos tercermundistas de tipo marxista.
"La vaca del rico se come el trigo del pobre" afirmaba Hermanos de los
Hombres. En esta época numerosas obras hacían referencia al "saqueo del
tercer mundo" y al "intercambio desigual", sin olvidar los efectos perversos de
las culturas de exportación, de la deuda y de la extorsión en cuanto a las
materias primas. Estos fenómenos, cuya realidad hoy apenas se discute, se
analizan dentro de un esquema binario que opone el Norte al Sur, los países
desarrollados a los países subdesarrollados, como dos mundos distintos con
intereses, si no contradictorios, al menos radicalmente disociados.
Puesto que las que colaboran con las ONG son sociedades civiles perennes, la
noción de desarrollo a largo plazo y de colaboración duradera va de suyo. El
desarrollo es visto como un proceso pedagógico de larga duración, una
valorización de los hombres desde sus principios y no como una simple
optimización técnica de recursos económicos (cf. la revista Économie et
humanisme y los escritos del padre Lebret). "Aquí y allá", según el concepto en
boga en esa época, pequeños grupos militantes (o comunidades) operan
relaciones interpersonales, cuyas cualidades –en esta concepción– condiciona
los resultados. Estas relaciones vinculan a las minorías provenientes de
sociedades civiles del Norte con minorías provenientes de sociedades civiles
del Sur (o de aquello considerado como tal) para lograr mayorías de progreso.
FUENTE: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1850-
275X2006000100008
En otras palabras, y por utilizar una terminología más vulgar, las personas
se definen por tener cada una su propia personalidad. Ésta resulta de la
mixtura de elementos hereditarios, ambientales y, podría decirse, "personales",
es decir, ingredientes que vienen dados, bien desde dentro, bien desde fuera –
temperamento–, sumados a otros que, fruto no tanto de lo que se nos da como
de lo que hacemos nosotros con ello, integran lo que conocemos como
"carácter", huella o impronta personal en la respectiva biografía. Ahora bien, si
todas las personas coinciden en tener personalidad, no precisamente coinciden
en la personalidad tenida por cada una: cada quien tiene la suya propia,
propiísima. Como decía un amigo, cada uno es cada uno con su "cadaunada".
Cada persona ejerce su ser-persona a su modo y manera, pero a su vez todos
y cada uno de esos modos y maneras lo son en definitiva de lo mismo, a saber,
de ejercer la misma índole de persona humana, la animalidad-racionalidad.
(Algo parecido le ocurre a lo que los metafísicos llaman el "ser en cuanto ser".
El concepto de ens commune, de cuño clásico entre los cultivadores de la
ontología de tradición aristotélica, no se refiere a un ser que fuese común a
todos los entes; más bien resalta que cada uno ejerce su propio acto de ser o
existencia a su modo y manera, según su esencia específica e individual.
Ejerciendo cada ente su propio acto de ser, todos ellos coinciden, justamente,
en ser, en ejercer su propia existencia según el modo específico e individual de
ser de cada uno.)
El "nosotros" real no es una abstracción sino una expansión del yo, una
de sus versiones o facetas, al tiempo que una amplificación de él.
Sólo cabe la apertura a los demás desde una previa autoposesión de sí.
Sólo es posible comunicar vitalmente lo que se lleva dentro. Se comunica
cuando se tiene algo que comunicar, algo que se ha metabolizado, que se ha
convertido en vida propia y se ha represado en soledad. Lo que Alejandro
Llano llama la "sociedad del espectáculo" para nada facilita esto, pues nos
insta a una dispersión tal que puede llegar a hacernos incapaces de mirar
dentro de nosotros mismos. Sólo quien preserva buenas dosis de vida interior
puede relacionarse creativamente con los demás, apreciar lo valioso que hay
en ellos; en fin, crecer él, y ayudar a que crezcan los otros.