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Nuevas infancias y adolescencias

Crisis de la infancia moderna


y nuevas configuraciones de la
metáfora de la infancia
Elí Terezinha Henn Fabris*
Fabiana de Amorim Marcello**
Luís Henrique Sommer***

Traducción del portugués: Mariano Narodowski****


y Lucía Zuain*****

Crisis de la infancia moderna y nuevas configuraciones


de la metáfora de la infancia

A partir, especialmente, de las metáforas de la infancia hiperrealizada e infancia


desrealizada, desarrolladas por Mariano Narodowski, el artículo discute la super-
posición de esos polos de resignificación de la infancia actual. Más precisamente, al
mirar hacia una descripción de la vida cotidiana de un niño para una producción
fílmica reciente, el análisis apunta que, en lugar de polos entre los cuales se desliza-
rían las configuraciones de lo infantil, cada vez más se establecen mutuos contagios
en el interior de uno y de otro polo. De modo específico, en lo que se refiere a la in-
fancia desrealizada, destacamos un aspecto más amplio: un movimiento discursivo
accionado de manera estratégica que, al narrar una infancia supuestamente exclui-
__________________________________________________________ da de un espacio de inteligibilidad moderna, garantiza su puerta de entrada a ella.
* Graduada en pedagogía, maestra y O sea, al mismo tiempo, construir la perdición de la infancia, implica la tentativa de
doctora en Educación. Profesora del restaurar los sentidos y los sentimientos que por mucho tiempo le atribuimos.
curso “Pedagogía”, en el Programa
de Posgraduación en Educación, de Palabras clave: Infancia, infancia hiperrealizada, infancia desrealizada, consumo,
la Universidade do Vale do Rio dos
escuela, Born into Brothels: Calcutta’s Red Light Kids.
Sinos (Unisinos) (São Leopoldo, RS,
Brasil).
E-mail: efabris@unisinos.br
** Graduada en pedagogía, maestra y Crisis of the modern childhood, and new configurations
doctora en Educación. Profesora del of childhood as a metaphor
curso “Pedagogía”, en el Programa
de Posgraduación en Educación, de With special reference to the metaphors of hyper-accomplished childhood and non-
la Universidade Luterana do Brasil accomplished childhood, developed by Mariano Narodowski, this article discusses
(Ulbra) (Canoas, RS, Brasil).
the superposition of these two poles of resignification of today´s infancy. More pre-
E-mail: famarcello@uol.com.br
*** Graduado en pedagogía, maestro y cisely, by observing the description of a kid’s daily life for a recent film production,
doctor en Educación. Profesor del this analysis points out that, instead of poles among which the configurations of
curso “Pedagogía”, en el Programa childhood would swing, there are mutual interactions increasingly taking place
de Posgraduación en Educación, de inside each of the poles. In relation to the non-accomplished childhood, we speci-
la Universidade do Vale do Rio dos fically highlight a broader aspect: A discursive movement, strategically activated,
Sinos (Unisinos) (São Leopoldo, RS, which, by creating narrations of a childhood that has allegedly been excluded from
Brasil). the domain of modern intelligibility, guarantees its access to it. In other words,
E-mail: lhsommer@unisinos.br
constructing the loss of childhood implies, at the same time, the attempt of restoring
****Doctor en Educación, profesor titu-
lar de la Universidad Torcuato Di the senses and sentiments that we have long attributed to it.
Tella (Argentina).
E-mail: mnarodowski@utdt.edu Key words: Childhood, hyper-accomplished childhood, non-accomplished child-
*****Licenciada en Ciencias políticas, hood, consumerism, school, Born into Brothels: Calcutta’s Red Light Kids.
Universidad Torcuato Di Tella (Ar-
gentina).

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Crise de l’enfance moderne et nouvelles configurations
de la métaphore de l’enfance

À partir surtout des métaphores de l’enfance hyper réalisée et enfance déréalisée


développées par Mariano Narodowski, cet article discute la super opposition de
ces pôles de résignifications de l’enfance actuelle. En regardant plus précisément
vers une description de la vie quotidienne d’un enfant pour la production d’un
film récent, l’analyse signale qu’au lieu des pôles parmi lesquels se glisseraient
les configurations de ce qu’on nomme enfantin, chaque fois on établit plus de
contages mutuels à l’intérieur d’un pôle et de l’autre. D’une manière particu-
lière, en ce qui concerne l’enfance déréalisée on relève un aspect plus vaste : un
mouvement discursif utilisée de manière stratégique que, au moment de raconter
une enfance soi-disant exclue d’un espace d’intelligibilité moderne, garantit sa
porte d’entrée à elle. C’est-à-dire que construire la perte de l’enfance implique
en même temps l’essai de restaurer les sens et les sentiments qu’on l’a attribuée
pendant longtemps.

Mots clés: Enfance hyper réalisée, enfance déréalisée, consommation, école, Born
into Brothels: Calcutta’s Red Light Kids

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Nuevas infancias y adolescencias

Introducción

E n el campo de la educación, muchos investigado-


res se han valido de las metáforas empleadas por
Mariano Narodowski acerca de lo que él llama
“crisis de la infancia moderna”. Es cierto que existen textos
muy conocidos sobre este tema, como el célebre The disappea-
rance of Childhood, de Neil Postman (1999), cuyos planteos el
mismo Narodowski incorpora (problematizándolos), además
de, por ejemplo, Crecer en la era de los medios electrónicos, de Da-
vid Buckingham (2002) y ¿Se acabó la infancia?, de Cristina Co-
rea e Ignacio Leukowicz (1999). De cualquier modo, este ar-
tículo no tiene como propósito construir un inventario sobre
la producción en la temática. Nos interesa tomar como punto
de partida la posición de Narodowski (1999), para quien, en
lugar de concebir un irrevocable “fin de la infancia”, estamos,
más bien, frente a la ruptura de los sentidos que, a lo largo de
la Modernidad, fuimos atribuyéndole a aquélla; de los senti-
mientos que, durante esta época, fuimos dedicándole al niño;
en suma, la ruptura de los modos con los que hasta entonces
elegimos nuestras prácticas de producir y gobernar sujetos
infantiles.

Narodowski (1999)1 opta por mostrar el declive de la noción


de infancia moderna a partir de dos figuras metafóricas centra-
les: la de la infancia hiperrealizada y la de la infancia desrealizada.
Tales figuras-metáforas funcionan menos como aspectos dua-
les o en relación de oposición lineal, y más como modelos em-
blemáticos, a partir de las cuales podemos analizar las múl-
tiples configuraciones que la infancia contemporánea viene
asumiendo.

Por más que ya haya sido debatido, nos gustaría hacer una
1 En un artículo publicado en 1994, breve presentación de cada una de las figuras-metáforas, te-
Narodowski y Baquero afirmaban niendo en cuenta que es con base en ellas que sustentamos
que la idea de infancia moderna
pasaba por una crisis. Tal crisis im-
tanto nuestro argumento como el objetivo de este texto. En
plicaba una reconversión del signi- este caso, en forma breve, podríamos decir que la infancia hi-
ficado de la infancia en la dirección perrealizada corresponde a la infancia de la realidad virtual:
de dos grandes polos: infancia hi-
perrealizada e infancia desrealiza- Se trata de chicos que realizan su infancia con Inter-
da. Eso serían dos puntos de fuga
del modelo de infancia moderno.
net, computadoras, 65 canales de cable, video, family
Esos argumentos fueron retoma- games, y que ya hace mucho tiempo dejaron de ocupar
dos en Narodowski (1999). el lugar de no saber (Narodowski, 1999: 47).

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Crisis de la infancia moderna y nuevas configuraciones de la metáfora de la infancia

Al plantear esa cuestión de esa forma, Naro- irredimibles, incorregibles, y en lo absoluto,


dowski apunta hacia un elemento esencial de un ejemplo de los niños de la infancia hipe-
su premisa acerca de la crisis de la infancia rrealizada, ocupando un lugar de no saber.
moderna: la infancia deja de ocupar un es- Más que eso, esta infancia desrealizada, en
pacio de dependencia, deja de ser vista como cierta medida, es independiente del acceso a
un período de “iniciación” (a la vida adulta, los nuevos soportes tecnológicos para saber
al conocimiento) y pasa a ejercer un prota- cosas que hasta hace poco tiempo eran vis-
gonismo cultural y, más aún, generacional. tas como propias del mundo adulto.2
Por medio del contacto precoz con los más
variados medios digitales y tecnológicos, los Nuestro interés aquí es proseguir el camino
chicos hoy acceden a una experiencia que por iniciado por el autor, aunque replanteando,
siglos les era vedada: manejar los artefactos en alguna medida, las bases que sustentan su
de la cultura de un modo probablemente más tesis. A partir de investigaciones recientes so-
eficiente y ágil que los propios adultos: “in- bre la infancia, nos interesa mostrar cómo esas
fancia y adolescencia que en vez de depender figuras-metáforas se encuentran hoy mutua-
del adulto son capaces de guiar a éste en un mente implicadas, constitutivamente mezcla-
mundo de caos” (Rushkoff ápud Narodows- das. Dicho de otra manera, adelantamos que,
ki, 1999: 49). de cierta forma, estos dos polos se hallan hoy
menos en oposición extrema —uno en rela-
En cuanto a la infancia desrealizada, como su ción con el otro— y más en continua sobrepo-
propio nombre lo sugiere, sería aquella que sición. De esta forma, el objetivo de este texto
desrealiza cotidianamente las condiciones es mostrar que, en lugar de polos entre los
básicas que componen el sentimiento moder- cuales se deslizan las configuraciones de la in-
no de infancia. Se trata de la infancia inde- fancia, creemos que, cada vez más, se vienen
pendiente, autónoma, a la que no dispensa- estableciendo contagios mutuos en el interior
mos con pasión ni protección. Se trata de la de uno u otro polo. Lo que nos lleva a apor-
infancia de las calles, errante, abandonada, tar a esta nueva configuración de la infancia
que trabaja desde muy temprano. Se trata de sería el concepto que marca gran parte de los
una infancia que, para el autor, “no está in- análisis que hemos realizado sobre la cultura
fantilizada”, que “difícilmente nos causa ter- y los modos de producción de los sujetos en
nura” (Narodowski, 1999: 51). Al contrario, es nuestro tiempo: el consumo.
una infancia que nos asombra, nos perturba,
nos amedrenta, “y que en la calle construye Con el fin de desarrollar nuestra discusión,
sus propias categorías morales” (p. 51). Por analizamos a continuación las dos infancias
más que se pueda decir que chicos de la ca- abordadas por Narodowski (la infancia hi-
lle, arrojados a su propia suerte, existan des- perrealizada y la infancia desrealizada), redi-
de hace siglos, Narodowski nos alerta sobre mensionando, en cierta medida, sus elemen-
el hecho de que hoy la gran transformación tos constitutivos. Tal movimiento es hecho a
consiste en que, a diferencia de otrora, no partir de unas pistas dejadas por el propio au-
creemos más que esta infancia pueda ser sal- tor, desarrollas en el capítulo “Adiós a la infan-
vada por la escuela (sobre todo, la escuela pú- cia”, de su libro Después de clase (Narodowski,
blica). Por lo tanto, son chicos sin esperanza, 1999). Así, en un primer momento, analizamos

2 Más que una nueva posición frente al saber, para Postman (1999) el descontrol de la información posibilitó que los
niños tuviesen acceso a un conjunto de saberes del mundo adulto, que durante mucho tiempo les era vedado. La
naturaleza de esos saberes a los que ellos tienen acceso desde hace algún tiempo es central para entender lo que
el autor refiere como “fin de la de infancia”. De cualquier modo, ese no es, ciertamente, el caso de los chicos de la
calle, que tienen acceso a tales saberes, por el simple hecho de no quedar circunscriptos al espacio institucional
concebido para su tutela (la escuela).

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Nuevas infancias y adolescencias

la infancia hiperrealizada, con el objetivo de ejemplar de la Generación Z o un nativo digital,


demostrar en cuánto el carácter virtual que la como cierta literatura lo ha llamado.
sustenta se va agregando a otro, como vincu-
lado a la multiplicidad de formas y hábitos del Escena 1
consumo por los niños (y es precisamente ahí Madre del chico: — Hijo, mañana,
donde se instaura un punto de contacto entre si el día está lindo, con sol, ¿vamos a
la infancia hiperrealizada y la infancia desrea- dar una vuelta, a pasear? ¿Tal vez ir al
lizada). En un segundo momento, nos ocupa- parque?
mos de una reciente producción mediática (el Chico (tres años y medio): — ¡Sí! Va-
documental Born into Brothels: Calcutta’s Red mos. ¿Y vamos a comprar algo?
Light Kids), con el fin de identificar la infancia Madre: — ¿Qué cosa?
desrealizada y las paradojas que hoy la alcan- Chico: — Ah, no sé. Vemos en el mo-
zan (sobre todo cuando, irónicamente, es su mento, pero tenemos que comprar
condición de desrealización la que irá a ga- algo.
rantizar el mantenimiento de las prácticas de
infantilización modernas). Abordamos otro Escena 2
material (esta producción mediática), porque El chico acaba de recibir el último nú-
creemos que nos sirve como una especie de mero de la revista Recreo.3 Descarta de
síntoma de heterogeneidad de esas infancias, inmediato la revista, y le pide al padre
incluso cuando las tomamos en una misma que le abra el paquetito de plástico
configuración social. colorido y brillante que envuelve el
“regalo”,4 presente en todas las edicio-
nes. En este caso es el Helios Fante (un
Infancia hiperrealizada en los desplaza- elefante, de la serie Rock Animal). El
mientos del consumo chico, con mayor atención que la que
se esperaría de un niño de tres años,
arma el juguete (en verdad, reencaja
Comencemos con una brevísima descripción
una piedra de plástico con formato de
etnográfica, orientada por la máxima antro-
elefante), juega durante aproximada-
pológica de hacer exótico lo familiar y fami-
mente cinco minutos y le dice a su pa-
liar lo exótico, como nos enseñó Roberto da dre: “¿Mañana es domingo? ¿Cuántos
Matta, en “El oficio del etnólogo o como te- días faltan para llegar al domingo?”.
ner Anthropological Blues” (1978). De lo que se El padre responde y de inmediato lo
trata aquí es de dar visibilidad a aspectos de interroga: “hoy es domingo. ¿Por qué
la vida cotidiana de un chico brasilero que es quieres saber cuántos días faltan para
un consumidor voraz de programas de televi- el otro domingo?”. Y el chico: “Por-
sión dirigidos al público infantil, asiste al jar- que va a llegar la revista Recreo con el
dín de infantes y, al mismo tiempo que mane- delfín”. El chico toma un pote con su
ja el mouse de la computadora y garabatea en “colección” de Rock Animal, introduce
el Microsoft Paint, disfruta cuando le cuentan el juguete recién comprado en el pote
cuentos para hacerlo dormir. En fin, es un chi- y lo guarda. A continuación prende la
co como tantos otros que nació en la primera televisión y sintoniza el canal Disco-
década del siglo XXI, más precisamente, es un very Kids.

3 Periódico semanal de la editora Abril, de Sao Pablo, Recreiro tiene como público niños y preadolescentes. Se publi-
có de modo continuo desde 1969 a 1981. Volvió a los quioscos en el año 2000, con un nuevo proyecto editorial.
4 Colección de la revista Recreiro, compuesta por bloques (piedras) / juguetes y por la enciclopedia de ecología Pla-
neta Terra. Cada bloque se reorganiza en forma de un animal —los Rock Animals—–, que son también personajes
de historieta.

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Crisis de la infancia moderna y nuevas configuraciones de la metáfora de la infancia

Las escenas arriba descritas, acaecidas en un ki (1999) denominó infancia hiperrealizada, esto
hogar de clase media, no tienen nada de singu- es, un modo de vivir la infancia
lares. Al principio se podría argumentar que este
tipo de experiencia es una prerrogativa de los […] con el control remoto en la mano,
chicos de clase media. Esto es parcialmente convirtiéndose en todopoderosos em-
verdadero, porque aunque la pertenencia a peradores mediáticos, capaces de reco-
una determinada clase social condicione la rrer los 65 canales de la televisión por
cable sin hesitar ni por un instante,
posesión de objetos lúdicos “coleccionados”
y adueñándose de experiencias y sa-
por el protagonista de las escenas, el deseo de
beres que a todos nosotros nos costó
consumir es algo que ciertamente trasciende décadas procesar (p. 50).
ese marcador social. El hecho de que chicos y
chicas vivan en un tiempo poblado de objetos Así y todo, como pretendemos demostrar en
electrónicos, que cimientan flujos informacio- los párrafos finales de esta sección, incluso los
nales, los compele a compartir ciertas expe- niños y las niñas cuya infancia se localiza en el
riencias impensables en épocas en las que sus otro polo de fuga apuntado por Narodowski
padres vivieron sus propias infancias. Estas (p. 50) —la infancia desrealizada— son per-
experiencias, típicas de nuestro presente, se manentemente interpelados y construidos
inscriben en eso que Costa ha descrito como como sujetos infantiles en un proceso donde
el “ethos de las sociedades de los tiempos pos- los medios en general, y la publicidad en par-
modernos” (2006: 177), que son nuestras so- ticular, median la relación que ellos estable-
ciedades actuales, marcadas por la espectacu- cen con la realidad, con los otros y con ellos
larización, por la omnipresencia de la imagen mismos.
y por la amplificación vertiginosa de las prác-
ticas de consumo. Teóricos sociales contempo- Al mirar para el cuarto del niño, observamos
ráneos (por ejemplo, Harvey, 1993; Canclini, gran cantidad de juguetes de distinto tipo. Ju-
1997; Sarlo, 1997; Bauman, 1998, 1999, 2001) guetes que nuestro mirar ordenador de adulto
parecen concordar con que el acto de consu- intentaría clasificar, de modo que de esa ope-
mir funciona como un articulador identitario, ración resultaría un grande y variado con-
como una práctica que condiciona nuestra junto formado por colecciones: colección de
efectiva inserción en el mundo actual. Ese pa- dinosaurios made in China; colección de au-
rece ser el caso de nuestro chico. titos Hot Wheels®; colección de animales de
peluche; colección de sorpresas del Huevito
Volvamos a las escenas que abren esta sección. Kínder… Pero el niño no ubica sus juguetes
Como acontece con muchos chicos y chicas en orden. Cuando hay orden en su cuarto
contemporáneos, es difícil contabilizar los ju- (sería mejor denominar “caja de juguetes”
guetes que posee el chico, y éste tiene muchos donde duerme), está puesto por la volun-
juguetes, justamente debido a su pertenencia tad clasificadora de los adultos. Son estos los
a una familia de clase media. Pero la discu- que ubican dinosaurios con dinosaurios, Hot
sión que sigue poco tiene que ver con poseer Wheels® con Hot Wheels®, peluches con pe-
o no poseer objetos. Lo que queremos es des- luches, sorpresas del Huevito Kínder con
tacar la centralidad que el consumo ocupa en sorpresas del Huevito Kínder. Son los adul-
la fabricación de ese chico y de tantos otros tos quienes al pretender poner orden en su
chicos actuales. A pesar de esta reserva, resal- cuarto, eventualmente disponen los jugue-
tamos que el niño aquí referido, en un primer tes en exposición, como una colección, como
esfuerzo de análisis, podría ser entendido hacíamos en nuestra infancia con tapitas de
como perteneciente a aquel polo de fuga del botellas, marquillas de cigarrillos, llaveritos,
modelo de infancia moderna que Narodows- piedritas brillantes o estampillas. El niño no

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Nuevas infancias y adolescencias

sabe lo que es una colección, pero es efecti- doras, concebidas para intervenir sobre ellas;
vamente un coleccionador, aunque no reúne en esas instituciones proyectadas para fabricar
objetos, sino actos de compra. Por lo tanto, sujetos idénticos donde, paradójicamente, es-
este niño puede ser identificado con lo que tas infancias manifiestan su alteridad radical.
Beatriz Sarlo (1997) denomina “coleccionador Más que eso, es en esas instituciones en las
imprescindible”, un legítimo representante que hoy, el compartir la práctica del consumo
de nuestra época. Mirando el mismo fenó- acaba contribuyendo para borrar las fronteras
meno, Zygmunt Bauman (1999), uno de los entre las dos figuras-metáforas de la infancia
grandes analistas culturales de nuestra época, actual o, si se quiere, para instaurar un punto
utiliza la expresión “acumuladores de sensa- de contacto entre la infancia hiperrealizada y
ciones” para referirse a los consumidores en la infancia desrealizada.
general, explicando que, en ellos, el deseo de
adquirir tiene primacía sobre el deseo de po- Podríase inferir que estos niños, por su condi-
sesión material, porque el deseo de adquirir ción social, no son tan fuertemente interpelados
implicaría sobre todo la “excitación de una por nuestras sociedades de consumo. Marisa
sensación nueva, aún no experimentada” Costa (2006), una investigadora brasilera que
(p. 91). En este sentido, los consumidores se- recientemente desarrolló una investigación
rían, antes que nada, “acumuladores de sen- empírica con el sugestivo título Quando o pós-
saciones”, y de manera secundaria, coleccio- moderno invade a escola: um estudo sobre novos
nadores de objetos (p. 91). artefatos, identidades e práticas culturai, eligió
como campo empírico de su investigación
Pero, ¿qué sucede con las crianzas que viven una serie de escuelas públicas de la periferia
en la frontera de la infancia desrealizada (Na- urbana de Porto Alegre, capital del estado de
rodowski, 1999)? ¿Y qué acontece con los ni- Río Grande do Sul, y demostró la presencia
ños cuyas familias no tienen condiciones para efectiva de la cultura mediática y del consu-
comprar lo que ellas desean? No nos referi- mo entre chicos de clases populares. Cuando
remos a los niños que viven en las calles, a la condición social de estos niños restringe la
los chicos que se sustentan, a los chicos cuyos posesión de objetos, como una Barbie® au-
códigos morales son construidos fuera de la téntica, por ejemplo, o de ciertas prácticas
familia. Describimos a niños que, aunque ten- contemporáneas de inscripción cultural en el
gan que ayudar al sustento de sus hogares, cuerpo, como el piercing o el tatuaje, existen
incluso sin acceso a la parafernalia electró- estrategias singulares puestas en acto por es-
nica o tecnológica, a las tecnologías digitales tos niños, capaces de articular su pertenencia
en sus casas, viven con sus familias de clases a una amplia red donde lo mediático y el con-
populares, tiene acceso a la televisión abierta sumo ocupan lugares privilegiados.
y frecuentan las salas de aulas de las escue-
las públicas de las periferias de las ciudades. En el caso de la muñeca Barbie®, existe una
Definitivamente, no hablamos aquí de chicos
de la calle, aunque muchos de ellos ayudan […] red de comercio informal, infiltra-
al sustento de sus hogares vendiendo cara- da en los pliegues del tejido urbano,
melos en los semáforos de las grandes ciuda- que distribuye simulacros de mercade-
des; no estamos hablando aquí tampoco de ría que se tornan imperativos en la ma-
niñas que se prostituyen, aunque muchas de terialización de los sueños instaurados
ellas puedan sufrir abusos dentro de sus ca- por los medios (Costa, 2006: 187).
sas; hablamos es de niños que viven sus ex-
periencias más próximas de eso que tenemos En el caso del piercing, los propios chicos se
entendido como experiencias infantiles en las los colocan, sin ningún cuidado ni asistencia;
escuelas. Es en esas instituciones normaliza- y en cuanto al tatuaje, son frecuentes

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Crisis de la infancia moderna y nuevas configuraciones de la metáfora de la infancia

[…] las cicatrices provocadas, donde tal), los chicos toman clase de fotografía, ma-
chicos y chicas hieren sus cuerpos nejan cámaras, registran su vida cotidiana y
[…] destilando en los cortes tinta de brindan otra mirada hacia aquello que ven
bolígrafo y esperando, después, una todos los días.
infección que resulta de la cicatriz de-
seada (p. 185). Tal como Rosa Fischer describe en relación
con los niños infames de la película Cidade de
Por lo tanto, existen indicadores elocuentes Deus, de la misma forma los chicos nos son
del carácter productivo de la cultura mediá- representados en su condición de “existen-
tica y del consumo sobre la infancia contem- cias apagadas” (Foucault, 2001; Fischer, 2006)
poránea, de modo tal que la clase social de los y que no dejan de ser también “poemas-vi-
niños no parece tener un carácter restrictivo; da”, por singulares y humanas. Existencias
no es capaz de impedir su inserción en nues- que ciertamente estaban destinadas a no de-
tras sociedades de consumo. jar rastros y a confundirse en la gran masa
amorfa a la que hoy denominamos de varios
Estos chicos, que tal vez pudiesen ser catego- modos: “indios”, “prostitutas”. También aquí,
rizados como ejemplo de una forma desreali- “vidas simples, insignificantes, a veces infa-
zada de la infancia, terminan por constituirse mes, reciben las miradas de las lentes del cine
en el cruce con la forma hiperrealizada de vi- y nos son ofrecidas a nuestra mirada” (Fis-
vir la infancia. Claramente, lo que articula a cher, 2006: 59). Pero no se trata de una mirada
ambas infancias, lo que las aproxima y borra cualquiera, sino aquella distante de “consen-
sus fronteras, son las prácticas de consumo, lo so, medida por guiones estandarizados y for-
que suena algo paradójico, ya que las diferen- mas dualistas, a través de las cuales se desea
cias de clase condicionan la posesión de obje- tocar las heridas sociales sin correr el riesgo
tos de deseo. Pero como vimos en los ejem- de perder la audiencia” (p. 59).
plos anteriores, sea por la existencia de una
red de simulacros de mercadería (usualmente Estamos invitados a ver más, a ver más allá,
made in China), sea por estrategias de inscrip- al igual que los propios niños del Distrito de
ción desarrolladas por los propios chicos de la Luz Roja, a quienes la fotógrafa-directora
clases populares, al fin y al cabo todas hacen provee de cámaras fotográficas para nuevos
parte de una misma mancomunidad que se descubrimientos de esos mismos rincones co-
estructura alrededor del consumo. tidianos, de los mismos rostros familiares y de
la misma degradación humana. Estamos invi-
tados a ver a la infancia que instaura un vacío
Infancia desrealizada en los desplaza- en nuestras certezas.
mientos de la visibilidad
En Born into Brothels: Calcutta’s Red Light Kids,
Pasamos ahora al análisis del documental la imagen de la infancia se constituye junto a la
Born into Brothels: Calcutta’s Red Light Kids, co- pobreza y la dejadez, pero también junto a las
producción indoamericana del 2004, dirigido hojas de contacto, la elección de esta o aque-
por Zana Briski y Ross Kauffman. En el Distri- lla imagen que los niños mismos producen a
to de la Luz Roja, en Calcuta, acompañamos partir de simples máquinas fotográficas. Ni-
el cotidiano de niños y niñas hijos de prosti- ños que ganan visibilidad no sólo por el docu-
tutas que, desde temprano, conviven con la mental, sino, más bien, por la exposición fo-
miseria, con la pobreza y con la condición de tográfica de las imágenes que hicieron y que
ser ciudadanos de segunda clase. Al mismo fueron organizadas por Zena, la fotógrafa-
tiempo, invitados por una fotógrafa (Zana, directora. Visibilidad de sí y de sus imágenes,
también una de las directoras del documen- que llegan a conquistar la primera página del

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Nuevas infancias y adolescencias

diario indio más importante. Miramos hacia (esa casa sucia, en la cual conviven con extra-
ellas y, paralelamente, somos conducidos a ños, ratas y restos de comida por el suelo), lo
mirar aquello que seleccionaron, recortaron, que para la fotógrafa es la “solución” y para
compusieron. Su encuentro, por lo tanto, es los niños es también nostalgia, ausencia, rece-
con el arte. Un encuentro igualmente pre- lo al adentrarse en un universo enteramente
parado, esperado, curioso, expresado en la diferente. Los momentos quedan atravesados
excitación con la que van hasta el zoológico, por la duda y hasta incluso por el desconten-
apretujados dentro de un mismo taxi o en un to de los niños. No es sin relaciones de fuer-
ómnibus en camino hacia la inmensidad del za, por lo tanto, que se configura la propuesta
mar. de nueva escuela. La fotógrafa alerta al niño
Avijit de que la nueva escuela será su “única
No por casualidad la escuela tiene una impor- oportunidad en la vida”. Por otro lado, más
tancia fundamental en el documental. En Born allá de un mañana y de un futuro aparente-
into Brothels: Calcutta’s Red Light Kids, esto es mente prometedor, Avijit insiste en decir que
más que evidente. La escuela es la posibilidad prefiere quedarse en la escuela en la que está,
de que los niños tengan “otra vida”. La escue- en lugar de repetir de grado, como tal vez exi-
la aquí es casi el lugar de exilio: confinados, ja la nueva escuela propuesta por Zena.
los niños tienen menos posibilidades de estar
en contacto con su familia y, por lo tanto, con Lo que tales consideraciones muestran es la
la perpetuación de aquella vida indigna. traición entre palabras y cosas; son inestabili-
dades y conflictos lo que los niños ponen en
Acompañamos su búsqueda ávida, que impli- juego en el momento en el que reciben el foco
ca, dice la directora del documental, atender de la cámara cinematográfica. Y es por medio
los “pedidos de ayuda” dirigidos hacia ella del espacio vacío instaurado que ellos (nos)
por los niños. Zena va de escuela en escuela, escapan. Antes de eso, los niños se posicionan
acompaña todos los pasos del proceso de ins- en un lugar incierto e indeterminado.
cripción y organiza detalladamente desde el
completamiento de la documentación hasta La descripción que hacemos aquí —y que im-
la sesión de fotografía de 3 x 4. Mientras ha- plica nuestra adhesión, en calidad de especta-
bla por celular con un amigo, observamos su dores, a una realidad narrada como cruel, in-
desesperación frente a un burócrata o cuan- digna e injusta— va en la dirección de que no
do descubre que la aceptación o no de los habría aquí una desrealización de la infancia
chicos depende del resultado negativo en el en su sentido último. Antes que eso, apuntar
análisis del virus de inmunodeficiencia hu- a la condición de “menos” infancia es justa-
mana (HIV). Incansable, ella agenda los exá- mente lo que garantiza su defensa; o sea, la
menes, recibe los resultados y festeja que nin- condición de una supuesta “desrealización”
guno de sus niños es portador del virus. Gran es lo que nos garantiza sentimientos genuina-
parte del documental está dedicada a ese empe- mente “modernos” en relación con ella: “sal-
ño cuasi épico que mezcla desde los formu- vación” por la vía de la escuela, sentimientos
larios burocráticos hasta las conversaciones de cuidado, protección, compasión. De modo
para convencer a cada una de las familias. paradójico, por lo tanto, es la condición de su
desrealización lo que infantiliza.
Sin embargo, hay algo más que la mención a
la lógica sustentada por la oportunidad de la No se trata sólo de comprender que organi-
escuela de proveer nuevas posibilidades. Los zaciones de diversos órdenes y sectores o el
niños son confrontados con el hecho de que propio Estado han abdicado de la tarea de re-
estas “nuevas posibilidades” significan tam- mediar la infancia abandonada (Narodowski,
bién estar lejos de sus madres, de sus casas 1999). Lo que nos importa aquí destacar es un

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Crisis de la infancia moderna y nuevas configuraciones de la metáfora de la infancia

aspecto más amplio: un movimiento discursi- capaces de producir movimientos de iden-


vo estratégicamente accionado que, al narrar tificación de los niños a una cultura común,
una infancia supuestamente excluida y un mediática y centralmente organizada con el
campo de inteligibilidad de racionalidad mo- consumo. De este modo, acontece lo mismo
derna, garantiza la puerta de entrada hacia con los niños que viven, por lo menos en cier-
ella. O sea, al mismo tiempo, construir la per- to sentido, infancias desrealizadas: inventan
dición de la infancia implica la tentativa de líneas de fuerza, se resisten a ocupar un lu-
restaurar los sentidos y los sentimientos que gar de segregados en nuevas sociedades de
por mucho tiempo le atribuimos. consumidores o, mejor dicho, no tienen cómo
resistir a procesos de captura en un contexto
en el cual los medios
Consideraciones finales
[…] son, al mismo tiempo, una parte
En un pasaje del texto O enigma da infancia de crítica de infraestructura material de
Jorge Larrosa (1998), el autor presenta a la in- las sociedades modernas y, también,
fancia como la encarnación del surgimiento uno de los principales medios de cir-
de la alteridad: culación de las ideas y las imágenes
vigentes en estas sociedades (Hall,
La alteridad de la infancia es algo mu- 1997: 17).
cho más radical: nada más, nada me-
nos que su absoluta heterogeneidad En el segundo caso, al analizar una produc-
en relación con los otros y con nuestro ción fílmica cuyos protagonistas son (o serían)
sentido del mundo, su absoluta dife- fácilmente identificados con el gran grupo
rencia. Y si la presencia enigmática de que vive una infancia “plenamente desreali-
la infancia es la presencia de algo ra- zada”, habría tal vez una discusión central a
dical e irreductiblemente otro, habría ser encarada: su independencia, su supuesta
que pensarla en la medida en la que autonomía, acaban también por interpelarnos
siempre se nos escapa; en la medida para restaurar los más banales sentimientos
en que inquieta lo que sabemos (e in- modernos sobre la infancia, en torno a ella. Lo
quieta la soberbia de nuestra volun- que queremos puntualizar aquí es que, antes
tad de saber) (Larrosa, 1998: 232). de apartarse de nociones tradicionales, lo que
la producción fílmica hace al ubicar a la infancia
Al poner en relación las formas de vida infan- desrealizada en primer plano no es otra cosa
til actual, teniendo como referencia los dos que la restauración (e incluso la producción)
polos de fuga de la infancia moderna concep- de ciertas verdades, en especial respecto a la
tualizados por Narodowski (1999), creemos conservación de lo infantil como un sujeto
haber demostrado una implicación mutua “inocente” (lo que incluye una comprensión
entre los modelos, que de cierto modo borra específica sobre su necesidad de protección e
las distinciones entre las figuras-metáforas de incluso de “salvación”) y, por encima de todo,
infancia hiperrealizada y de infancia desrea- la conservación, vía infancia, de un ideario de
lizada. En el primer ejemplo, la necesidad, el escuela.
deseo, el carácter imperativo de las prácticas
de consumo no obedecen a la frontera de cla- Para finalizar, el analizar tales metáforas so-
se social. Sea por la presencia de una red de bre la infancia implica un movimiento que
comercio de simulacro de mercadería (Costa, va más allá de percibirlas como “reflejos” de
2006), sea por medio de estrategias alternati- aquello que estaría circulando en la sociedad.
vas de inscripción de la infancia en una cultu- Nuestro objetivo aquí fue el analizarlas en su
ra común (producidas por los propios niños), calidad de efectos de aquello que es producido
lo que tenemos son prácticas articuladoras, culturalmente. Podemos decir, por lo tanto,

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Nuevas infancias y adolescencias

que entendemos que éste no sería más que Costa, Marisa V., 2006, “Paisagens escolares no
una de las muchas diluciones de fronteras a mundo contemporâneo”, in: Luís H. Sommer y
Maria I. Bujes, Educação e cultura contemporânea:
las que hoy asistimos. Tal vez podamos agre-
articulações, provocações e transgressões em novas pai-
gar, salvadas las debidas proporciones, que a sagens, Canoas, Ulbra, pp. 177-195.
las fronteras global-local natural-cultural, pri-
vado-publico, humano-no humano (u hom- Fischer, Rosa Maria Bueno, 2006, “Foucault e os
bre-máquina), se suman muchas otras, como meninos infames de Cidade de Deus”, Revista
Educação – Especial Foucault Pensa a Educação,
las aquí puntualmente analizadas: infancia São Paulo, núm. 3, pp. 56-65.
hiperrealizada e infancia desrealizada.
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Referencia
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dowski y Lucía Zuain, Revista Educación y Pedagogía, Medellín, Universi-
dad de Antioquia, Facultad de Educación, vol. 23, núm. 60, mayo-agosto,
2011, pp. 89-99.
Original recibido: abril 2011
Aceptado: mayo 2011

Se autoriza la reproducción del artículo citando la fuente y los créditos


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