Sei sulla pagina 1di 4

Origen del emprendedor

JOSE CARLOS SANCHEZ GARCIA

1
El ser humano ha sido emprendedor e innovador por naturaleza. De este hecho se
desprenden los hitos evolutivos que han permitido avanzar desde la forma de vida prehistórica
hasta la actual. Es decir, desde la invención de la rueda o el descubrimiento del fuego hasta la
innovación tecnológica más sofisticada de la que se hace gala en la actualidad. El espíritu
emprendedor como agente de cambio ha jugado un papel vital en muchos de los logros de la
humanidad, ha sido un elemento central en el progreso de la humanidad al iniciar e
implementar el progreso material.

Actualmente es habitual emplear este término para designar a una persona que crea una
empresa o a alguien quien empieza un proyecto por su propia iniciativa. Se ha sugerido que el
“ser emprendedor” es una de las cualidades esenciales de un empresario, junto con la
innovación y la capacidad de organización y gestión, aunque de forma directa ser
emprendedor no implique necesariamente la creación de una empresa. Ser emprendedor se
refiere a ser una persona que siempre busca nuevos e innovadores retos, que siempre busca
nuevos objetivos y trabaja en cumplirlos. Y el ser empresario es aquella persona que ve
oportunidades de negocio, la lleva a cabo y busca generar la sostenibilidad de la organización.
Es decir, no implica el concepto de creación directamente, ni siquiera el concepto de
superación de retos ni otros relacionados que iremos viendo o “desglosando” a continuación.

Etimológicamente la palabra castellana emprendedor viene del latín in (en) y


“prenhendere” (atrapar). Deriva de prae- (antes) y el verbo hendere. Prehendere se vulgarizó
a prendere. De ahí derivan palabras como emprender (atrapar un nuevo negocio o acción);
emprendedor (persona que comienza negocios o nuevas acciones); empresa (negocio,
dedicación o acción cualquiera que alguien toma o asume).

Sin embargo, resulta curioso valorar la evolución histórica y epistemológica del término,
el cual se ha adaptado del francés entrepreneur, idioma del que provienen numerosas palabras
relacionadas con el empresariado. Vèrin afirma que durante el siglo XII el emprendedor era el
que poseía una “mala querella”, el emprendedor era una persona bélica; de hecho, autores
como Lemaire de Belges describen a los guerreros troyanos como “entrepreneurs”. En
cualquier caso, fue un término en constante evolución, lo que supuso que en las sociedades

2
feudales ser emprendedor significara ser aventurero (Nerlich, 1987). No vemos sino que en el
dinamismo de su connotación el término adquiere matices de lo que hoy ha llegado a
simbolizar un emprendedor; así es que en el siglo XVII el término se refería a alguien que se
compromete y dirige una acción militar: “tomar, sitiar o defender una fortaleza”. Sin
embargo, no es hasta finales del siglo XVII y XVIII, que el término designa a una persona
que idea un proyecto o crea y dirige una empresa. Posteriormente, a principios del siglo
XVIII, los franceses extendieron el significado del término a los constructores de puentes,
caminos y los arquitectos (Cochran, 1985; Fillion, 2003)

Probablemente hay tantas definiciones de emprendedor como profesionales del campo que
trabajan con el concepto. Sin embargo, creemos necesario destacar la definición del
emprendedor aportada por Fillion (2003): “persona imaginativa, caracterizada por una
capacidad para fijar y alcanzar metas. Esta persona mantiene un nivel elevado de
sensibilidad para descubrir oportunidades de negocios. En tanto que él/ella continúe
aprendiendo con respecto a oportunidades de negocios posibles y que él/ella continúa
tomando decisiones moderadamente arriesgadas que pretenden innovar, él/ella continúa
desempeñando un rol emprendedor.” (Fillion, 1988, 2003, p. 132). Este último aspecto es
destacable en tanto que nos encontramos con casos internacionales conocidos como el de
Steve Jobs que traspasó, al margen de las controversias al respecto, su negocio y siguió
innovando e invirtiendo en sus retos. Por ello, podemos pensar que un emprendedor es una
persona en una constante dinámica de innovación e interés por aportar nuevos conceptos o
productos que satisfagan las necesidades sociales generalmente. Y es que el emprendedor se
caracteriza por una habilidad para compensar sus debilidades con sus fortalezas, potenciando
éstas en consonancia con los retos que se plantea.

Por tanto, consideraremos al emprendedor como un individuo que es capaz de acometer


un proyecto rechazado por la mayoría. Sabe interpretar las características reales del entorno a
pesar de que no son aparentes. Es capaz de luchar ante cualquier inconveniente que se les
atraviesa a su estrategia y no le teme al fracaso. Además, es capaz de crear un grupo con
motivación suficiente que le da el apoyo que necesita, es decir, posee una capacidad y
dominio de liderazgo concreto. Sin embargo, nos encontramos con dificultades a la hora de
materializar el perfil de personalidad del emprendedor en aspectos cuantificables.

3
1. PERSPECTIVAS DE TRABAJO

Como hemos venido comentando, no hay una definición consensuada y universal del
emprendedor. En primer lugar, en base a la disciplina que lo estudie se enmarcan ciertas
características salientes. La sociedad en sí tiene una marcada tendencia a considerar al
emprendedor como el creador de empresas y de riqueza; pero esta concepción está
relacionada con la aportación de la economía al estudio de esta figura y del fenómeno del
emprendimiento, la cual se centra en el estudio de la relación entre el entorno económico y el
emprendimiento con la finalidad de esclarecer sus efectos (qué obtenemos) (Krueger, 2004).
Por su parte, la psicología se centra en las características de los emprendedores y del proceso
emprendedor; se complementa con la sociología, centrada en la evaluación de los
emprendedores en los diferentes entornos socioculturales, en resolver la cuestión de por qué
se emprende, es decir, las causas. Por otra parte, Krueger(2004) esboza la clasificación
llevada a cabo por Chu (1998) en la que plantean el cómo se emprende a partir de un estudio
de las habilidades y competencias del emprendimiento, lo que corresponde con una
perspectiva gerencial del estudio de la conducta.

Teniendo en cuenta esto, ¿cómo podríamos aportar una clasificación del emprendedor si ni
siquiera su definición es universal? Vemos como, planteando estas cuestiones, resulta
complicado realizar esta taxonomía. Si bien, vamos a intentar englobar o aunar diferentes
cuestiones con el fin de facilitar la categorización del término, pues en nuestra opinión
facilitaría el estudio y fomento del espíritu emprendedor. Otra cuestión de difícil resolución es
la influencia de los factores socioculturales en la formación y actuación del emprendedor. No
podemos eludir esta cuestión por lo que plantearemos un análisis de la influencia de la
sociedad a partir de los constructos de estudio de campos como la psicología, la sociología y
la economía.

Nosotros mismos clasificamos el emprendimiento según su capacidad de dinamizar y


enriquecer la economía, sin embargo el igualmente interesante y necesario destacar la
satisfacción y beneficios psicológicos y sociales de la personalidad emprendedora para la
sociedad.

Potrebbero piacerti anche