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Competencia en los actantes sujetos a partir de la junción con los objetos1

Los actantes sujetos (S), comúnmente denominados como personajes, conviven en la narración e
interactúan entre ellos para generar acontecimientos significativos. Dichos actantes se complementan
a través de otros, llamados objetos (O), para cambiar o complementar sus programas narrativos. En
ocasiones, el uso de los objetos condiciona el comportamiento de los sujetos y, a su vez, representan
un posible cambio en los mismos. El uso o no uso, para fines prácticos llamado como junción (∪ o
∩), de los objetos no necesariamente transforma el estado final entre los sujetos de la narración. Así,
la junción con el objeto condicionador no altera el estado inicial, por lo tanto, se expone la siguiente
hipótesis: Demostrar cómo la junción de los objetos con los actantes sujetos configura la competencia del sujeto operador.
Uno de estos casos aparece en el capítulo inaugural de Meth Z (2013) de Gerardo Arana. Los sujetos
no sufren un cambio en su interacción a pesar del uso de un objeto prohibido. Para comprobar esto
se usará como base teórica lo postulado por Algirdas Julien Greimas en Del sentido II (1989) así como
apoyo en su Diccionario razonado de la teoría del lenguaje (1982). El objeto, si bien es intercambiable o
transferible según la situación de los sujetos, se puede mostrar como una condición en las acciones de
los mismos. Un personaje al solicitarle a otro, dentro de la narración, que no se valga de determinado
objeto, genera un estado entre ellos. Si la petición se quebranta, por lo general transforma todo el
estado y se vuelve opuesto al original, pero es posible que esto no ocurra al pie de la letra.
Los personajes pueden complementarse o ser opositores entre sí. Esto depende del objeto de
deseo que a su vez es su fin único y por el que actúan. Si bien, dentro de la narración el que otorga el
objeto es un ser ficticio, fuera de ella es uno real, un autor de carne y hueso. En este caso es Gerardo
Arana (1987-2012), un narrador y poeta queretano que, tras su muerte, se hizo conocido por la
publicación de su única novela, Meth Z (2013), la cual se compone de varios capítulos que resultan
diferentes entre sí en cuestión situacional pero que comparten la misma dupla de personajes, Pegaso
Zorokin y María Eugenia, que cambian de identidad en cada relato, lo que convierte al libro en su
conjunto en una novela fragmentaria. En el primer capítulo del mismo nombre, “Meth Z”, presenta a
estos dos personajes como una pareja en la que el primero de ellos, Pegaso Zorokin, ha prometido,
por petición de María Eugenia, no consumir una droga que él mismo inventó ya que lo orilla a
autodestruirse. María Eugenia, una vez enterada de que ha roto su promesa y después de ser violentada
por Pegaso para reforzar su estado de éxtasis gracias a un diamante que potencializa el poder de la
droga, decide mantener su relación con él a pesar de que se esperaría que se rompiera todo lazo. La

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Christian Alejandro Anguiano Molina. Código: 209414088. Correo: christian-anguiano@outlook.com. Estudiante de
Letras Hispánicas de noveno semestre.

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unión o conjunción entre los personajes, por lo tanto, no depende necesariamente del objeto, del Meth
Z. Este es mostrado como una restricción, pero no genera un cambio. El cambio primordial ocurre en
el cuerpo de los sujetos, sobre todo de Pegaso, quien se autodestruye tras el uso de la droga.
Los objetos, por lo general, son apoyos o complementaciones de los sujetos que actúan según
el fin o la esencia del utensilio o acompañamiento que tengan. En la tradición narrativa que ha existido
desde hace siglos en occidente, el objeto es otorgado por un ser supremo que beneficia (o afecta como
en muchos otros casos) al actante principal. Pero el objeto no necesariamente es algo inanimado, ya
que un actante sujeto puede pasar a convertirse en un actante objeto. Por su parte, el sujeto se vale de
un objeto que transforma su actuar, que le sirve de apoyo y que, no por nada, se le considera como un
objeto mágico: le otorga al sujeto cualidades o poderes especiales. Estos objetos mágicos, entonces,
“una vez puestos a disposición del héroe o del antihéroe, les ayudan de diferentes maneras e incluso,
a veces, les sustituyen en la búsqueda de valores” (Greimas, 1989: 22). La unión o disociación entre
objeto y sujeto se vuelve primordial ya que sin esa junción los dos elementos no funcionan. Por ello,
se vuelve necesario ese proceso para transformar el programa narrativo del texto, aunque esto no
determina, con toda seguridad, el estado final de los actantes el cual no depende necesariamente de la
junción. Su unión, de esta manera, pasa a un segundo plano. Es relevante saber que el actante sujeto
es el que se encarga de actuar y que toma decisiones en la narración, mientras que el objeto, si bien no
es algo meramente inmóvil, se limita a ser un objetivo más que un actor. No se debe descartar, con
todo esto, que el sujeto actúa como lo hace por el objeto, por necesitarlo o por ya tenerlo.
Los sujetos y los objetos sufren intercambios entre sí mismos. Si un sujeto se mantiene en
conjunción con un objeto es posible que un segundo sujeto esté en disjunción con él. En este caso,
Pegaso se ve condicionado por el uso del objeto. El objetivo primordial de Pegaso Zorokin es no
consumir el Meth Z pero su estado lo obliga a romper su propósito. Él mismo busca potencializarlo:
“Pegaso Zorokin apareció en la puerta de María Eugenia con gafas negras. Pegaso le hizo el amor por
primera vez y cuando despertaron encontraron un diamante flotando sobre la cama. […] El Meth Z,
su droga favorita, adquiría fuerza con ese cristal” (Arana, 2013: 18). La unión entre el sujeto y el objeto
supondría una transformación en la narración. Aun así, dicha transformación no ocurre ya que los
actantes sujetos mantienen su unión. La competencia del sujeto operador, en este caso de Pegaso quien
decide y actúa, se transforma. Entendemos a la competencia como “un saber-hacer, «ese algo» que
posibilita el hacer” (Greimas y Courtés, 1982: 68). El sujeto sabe que no debe consumir la droga, pero
también sabe que mejora su estado, tanto interno como externo, así que su posibilidad de hacer se ve
dividida. Aunque decide usar el Meth Z, y su competencia se ve configurada tras desobedecer su

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objetivo principal, su estado final no dista mucho del inicial. Esta decisión altera dos competencias: la
de Pegaso y la de María Eugenia. El propósito de María Eugenia se ve truncado no por ella, sino por
el hacer de Pegaso. Al suceder eso, pareciera que ambos deciden mantener su estado inicial.
El objeto en esta narración sí cumple su objetivo de ser un potencializador en los actantes
sujetos. Si bien se encarga de destruir a uno de ellos de manera física y a otro de manera sentimental,
también se encarga de regenerar o de volver todo a su estado original. En la narración el Meth Z sirve
para que Pegaso Zorokin pueda volver el tiempo atrás y remendar sus errores como acabar con un
policía, destruirse o retomar su relación con María Eugenia. En conclusión, el Meth Z fue el objeto
que condicionó el actuar del sujeto, Pegaso Zorokin, quien, aunque le fue negado el objeto desde un
inicio, decide no cumplir su promesa y valerse de él, lo que muestra una conjunción con algo que
debería ser todo lo contrario. Se esperaría, con esto, que los actantes sujetos entraran en disjunción ya
que su unión se vio condicionada por esa petición inicial, pero no ocurre como tal por lo que continúan
en conjunción. La razón primordial es que ambos sujetos no resultaron competentes para realizar sus
objetivos: Pegaso entra en conjunción con el Meth Z y María Eugenia no logra que Pegaso no la
consuma, por lo que su objetivo se ve truncado, no por ella, sino por el sujeto operador, por lo que
sus estados, tanto finales como iniciales, quedan intactos: ambos están en conjunción tras sus fracasos.
Ese es el poder de la droga, que se ve reflejada en gran parte de la historia: regenerar todo a su estado
inicial. En parte, la historia queda como mera invención, visto desde el mundo de la narración. Ese
pequeño fragmento de la historia se vuelve un error que no ocurrió.

Bibliografía
Arana, G. (2013). Meth Z. México, D. F.: Fondo Editorial Tierra Adentro.
Greimas, A. J. (1989). Del sentido II. Ensayos semióticos. Madrid: Gredos (Biblioteca románica hispánica).
Greimas, A. J. y Courtés, J. (1982). Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje. Madrid: Gredos
(Biblioteca románica hispánica).

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