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Cada evangelista contó la vida de Jesús con el objetivo de dar a conocer la buena nueva de quién era Él y qué había

enseñado, de modo que sus lectores entendieran la maravilla que Dios había hecho y creyeran. Aunque los cuatro
evangelistas narraron la misma vida, cada uno quiso hacer hincapié o centrarse en distintos aspectos y preparó su
libro en consecuencia[2].

Por ejemplo, Mateo enfatiza que la venida de Jesús fue planeada y predicha por Dios a lo largo de las escrituras judías
(el Antiguo Testamento) siglos antes de Su nacimiento. Su nacimiento, vida, enseñanzas, milagros y muerte
cumplieron profecías específicas del Antiguo Testamento. Once veces en su evangelio Mateo incluye profecías y su
cumplimiento[3]. Eso indica que probablemente escribió su evangelio pensando en un público judío o judeocristiano,
y presentó el material de una manera que ayudara a esa clase de público a abrazar la fe.

El Evangelio de Mateo se estructura en torno a cinco grandes discursos:

1) el Sermón del monte, que trata del discipulado (5:1–7:29);

2) el encargo de Jesús a los apóstoles (8:1–11:1);

3) las parábolas del reino (13:1–52);

4) las relaciones en el reino, que toca el tema de la administración de la iglesia (18:1–19:1);

5) el Discurso del olivar, que habla del juicio (24:1–25:46).

Mediante estos discursos, Mateo presentó las enseñanzas de Jesús, encuadrándolas en Su vida, muerte y
resurrección.

Marcos, que fue quien escribió el evangelio más breve, enfocó el relato de otra manera. No incluyó grandes porciones
de discursos como Mateo. Su presentación se centra más en la acción. Este evangelio recorre velozmente la vida de
Jesús. Por ejemplo, el bautismo de Jesús, el descenso del Espíritu sobre Él y las tentaciones en el desierto se narran
en apenas cuatro versículos. Mateo cuenta lo mismo en dieciséis versículos; Lucas, en quince. Con Marcos, todo
parece estar lleno de intensidad y acción. Las cosas suceden inmediatamente. Marcos emplea en cuarenta ocasiones
el término griego eutheōs, que se traduce como al instante/al momento/en seguida. En su evangelio la gente corre:

Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió y se arrodilló ante Él [4]. Corrieron allá a pie de todas las ciudades[5]. Los
habitantes […] corrieron por toda la región llevando a los enfermos en camillas hasta donde oían que Él estaba [6].
Corrió uno y, empapando una esponja en vinagre, la puso en una caña y le dio a beber[7].

Marcos se centra en el hecho de que Jesús es el Hijo de Dios. Comienza su evangelio con las palabras: «Principio del
evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios»[8], y también deja constancia de que al morir Jesús el centurión romano que
estaba frente a Él dijo:

«¡Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios!»[9] Los espíritus malignos lo llaman «el Santo de Dios»[10] y también
«el Hijo de Dios»[11]. En la transfiguración, Dios dice: «Este es Mi Hijo amado; a Él oíd»[12].

En Su juicio, cuando le preguntan si es el Mesías, el Hijo de Dios, responde: «Yo soy. Y veréis al Hijo del hombre
sentado a la diestra del poder de Dios y viniendo en las nubes del cielo»[13]. A lo largo del Evangelio de Marcos, Jesús
es retratado como el Hijo de Dios, con autoridad y poder sobre enfermedades, demonios y la naturaleza. La gente
que lo oye y ve lo que hace se admira, se maravilla y se asombra[14].

Lucas hace hincapié en el hecho de que Jesús vino para todos, incluidos los gentiles. Cuando Jesús nació, los ángeles
anunciaron paz para todos los que gozan del favor de Dios[15]. Simeón llamó a Jesús «luz para revelación a los
gentiles»[16]. Lucas menciona que Jesús se refirió a gentiles del Antiguo Testamento que se beneficiaron de la gracia
de Dios, como la viuda de Sarepta y Naamán el sirio[17]. Muestra asimismo que Jesús habló bien de un samaritano[18]y
de un centurión romano[19].

Lucas también enfatiza el papel del Espíritu Santo: el Espíritu cubrió a María con Su sombra [20]; Juan el Bautista fue
lleno del Espíritu[21], así como su madre[22] y su padre[23]; también lo fue Simeón en el Templo[24]. Jesús fue
especialmente lleno del Espíritu en Su bautismo, y en Su vida se manifestó una y otra vez la presencia del Espíritu[25].

Tras contar el nacimiento de Jesús y hablar del ministerio de Juan el Bautista, Lucas detalla el ministerio galileo de
Jesús (4:14–9:50). Cierra esa sección con la declaración de Pedro de que Jesús es el Mesías, la explicación de Jesús
de que debe padecer muchas cosas y ser muerto, y una descripción de la transfiguración. A continuación, en los diez
capítulos siguientes, Jesús viaja a Jerusalén (9:51–19:27). En ese viaje sitúa Lucas la mayoría de las parábolas de Jesús,
muchas de las cuales se hallan únicamente en su evangelio. A diferencia del Evangelio de Marcos, el de Lucas incluye
muchas enseñanzas de Jesús.

El Evangelio de Juan se divide en dos partes principales, encuadradas entre un prólogo (1:1–18) y un epílogo (capítulo
21). La primera parte (1:19–12:50) suele llamarse libro de las señales. Todos los milagros (señales) de Jesús están en
esa parte. La segunda parte, denominada libro de gloria, comienza con la Última Cena (capítulo 13), de ahí pasa al
Discurso de despedida (capítulos 14–17) y termina con el relato de la pasión y la resurrección (capítulos 18–20).

El Evangelio de Juan presenta a Jesús como la encarnación de Dios, Dios hecho hombre. Personifica la vida:

«En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres»[26]. «Así como me envió el Padre viviente y Yo vivo por el
Padre, también el que me come vivirá por Mí»[27]. Personifica la luz: «Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no
andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida»[28]. Personifica la verdad: «Yo soy el camino, la verdad y la vida;
nadie viene al Padre sino por Mí»[29].

En este evangelio, Jesús es también la expresión personal de Dios como Hijo.

Sepan y entiendan que el Padre está en Mí y Yo en el Padre[30]. El Padre y Yo uno somos[31]. Por esto los judíos aún más
intentaban matarlo, porque no solo quebrantaba el sábado, sino que también decía que Dios era Su propio Padre,
haciéndose igual a Dios[32].

Si bien todos los evangelios cuentan básicamente lo mismo, cada uno lo hace a su manera; así que tenemos cuatro
versiones de la vida de Jesús. Incluso entre los evangelios sinópticos —los de Mateo, Marcos y Lucas, que son
bastante similares— hay diferencias en cuanto al orden y el lugar de diversos episodios. Por ejemplo, Mateo habla
de un sermón dado en un monte[33], mientras que Lucas reseña uno pronunciado en un lugar llano[34]. El contenido
de esos dos sermones, a pesar de ser parecido, no coincide exactamente. Los lectores debemos tener presente que
las palabras que dijo Jesús, los sermones que predicó, no se grabaron ni se transcribieron luego. De todos modos,
probablemente los repitió en distintos momentos y distintos lugares.

Al igual que otros maestros judíos de Su tiempo, Jesús fue un maestro itinerante. Iba de pueblo en pueblo con Sus
discípulos a la zaga. Predicaba y enseñaba dondequiera que se le presentara la oportunidad. Sin lugar a dudas repitió
los mismos sermones y las mismas enseñanzas numerosas veces, a distintos públicos; y aunque fueran los mismos
sermones o enseñanzas, lo más probable es que no siempre empleara exactamente las mismas palabras que había
usado en otras ocasiones y en otros sitios. Sus discípulos debían de estar muy acostumbrados a lo que decía,
habiéndolo oído muchas veces, y seguramente eran capaces de recordar y transmitir con bastante precisión lo que
Él enseñaba, aunque hubiera diferencias en cuanto a los términos empleados. Tales diferencias se reflejan en los
evangelios.

Los evangelistas, siguiendo el género de las biografías de la Antigüedad, enfatizaron distintos aspectos de Jesús y de
Su ministerio y ordenaron los acontecimientos de la manera que mejor encajaba con su presentación del Evangelio.
Con frecuencia escogieron un orden temático más que cronológico. Por consiguiente, existen disparidades en cuanto
al marco temporal de algunos episodios de los evangelios[35]. A lo largo de esta serie sobre los evangelios no intentaré
sincronizar o armonizar el momento en que ocurrió cada suceso o las variaciones en los términos empleados, sino
que me concentraré más bien en el sentido de lo que Jesús enseñó y en el mensaje de Su vida.

Aunque cada evangelista haga hincapié en distintos aspectos de las enseñanzas de Jesús e incluya en su evangelio
porciones que son originales, todos escribieron magníficas biografías de Jesús que han servido para conducir a miles
de millones de almas al reino de Dios. Valoremos sus transformadores relatos y démoslos a conocer a las personas
que Dios ponga en nuestro camino.

Mateo: Narracion de la vida y obra de Jesucristo dirigida a los judios. Por eso se hace mencion de muchas de las
tradiciones judias y de las leyes de Moises.

Marcos: Narracion de la vida y obra de Jesucristo dirigida a gentiles. Por eso es una narracion breve que se enfoca
mas en la accion que en las leyes y tradiciones judias.

el libro de Mateo es de caracter bibliográfico, tiene la mayoria de parábolas y presenta a Jesús como el Mesias,
Marcos su libro es historico-narrativo, tiene 18 milagros realizados por Jesús en su libro y 18 parábolas de 60,
presenta a Jesús como Siervo, y Lucas tiene mucho interés en el Espiritu Santo y presenta a Jesús como el Hijo del
Hombre

En el evangelio según Marcos, la pregunta “¿Quién es Jesús?” recibe una respuesta en el primer versículo que leemos
al principio del “evangelio de Jesús, el Hijo de Dios.” El significado de esto se va desvelando a medida que el
evangelista también se centra en lo que significa seguirle: “Quien quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
tome su cruz y sígame” (9,34).
En los escritos de Marcos, Jesús no es un rey triunfador que reina desde arriba. Más bien, es el Hijo de Dios ungido
(Cristo, el Mesías), que debe sufrir. Marcos se centra en la plena humanidad de Jesús y nos invita a hacer lo mismo.
El sufrimiento de sus seguidores puede ser significativo en tanto en cuanto está ligado a llevar la cruz como lo hizo
el propio Jesús por las calles de Jerusalén.
En lo que algunos considerarían un fuerte contraste, el evangelio según Juan nos introduce al Jesús divino, la Palabra
de Dios hecha carne (1,14). En este relato, Jesús aparece plenamente en control de los acontecimientos que le
rodean y plenamente capaz de asumir la identidad del gran YO SOY, que se revela en el Sinaí. Juan utiliza las imágenes
que se han convertido en las más familiares para identificar a Jesús y las pone en sus propios labios. Jesús dice: “Yo
soy”…la luz del mundo, el cordero de Dios, el camino, la verdad y la vida, el pan de vida, y el buen pastor.
En el evangelio según Mateo, Jesús está reflejado como el cumplimiento de las Escrituras judías, el Mesías esperado
que se sitúa en la intersección de la historia de salvación. Como Mesías respetado, se le muestra enseñando con
autoridad y creatividad. El relato de Mateo contiene cinco grandes enseñanzas: el Sermón del Monte (caps 5-7), las
instrucciones para la misión (cap 10), el gran sermón en parábolas (cap 13), las instrucciones para vivir como iglesia
(cap 18) y un discurso final sobre el final de los tiempos (caps 24-25).
Quizá lo que sea más importante en Mateo es que Jesús es Emanuel (Dios con nosotros). Este título se introduce en
el nacimiento de Jesús (1,23) y se repite al final del evangelio cuando el Jesús resucitado envía a sus seguidores y
promete estar con ellos hasta el fin de los tiempos (28,20).
Jesús, el Salvador que perdona, cuya misericordia y compasión sale al encuentro de los marginados es el centro del
Evangelio según Lucas. En este relato, el énfasis recae sobre la manera inclusiva de Jesús, su atractivo para hombres
y mujeres, ricos y pobres, judíos y gentiles. Jesús es el compañero fiel que irradia e inspira compasión, un hombre
cuyo contacto es tan poderoso como sus palabras.

La actividad misionera de Jesús se desarrolló principalmente en Galilea, predicando especialmente a los judíos, con
algunas incursiones en territorio pagano, aunque nunca en las ciudades helenísticas (Séforis, Tiberíades, por
ejemplo). No sabemos cuántas veces visitó Jerusalén. Según los sinópticos una sola vez durante su actividad pública
y según Juan por lo menos tres. Tampoco podemos saber la duración de su actividad de misionero itinerante (entre
un año y tres según se trate de los sinópticos o de Juan). La mayoría de los estudiosos admiten que Jesús hizo
milagros: cuántos, cuáles y cómo es objeto de discusión entre ellos. Que su actividad despertó tras lo que se ha
denominado la primavera galilea una creciente animadversión por parte de las autoridades religiosas es cierto, pero
la cantidad e intensidad de estos enfrentamientos crecen de un evangelista a otro en la medida en que los primeros
cristianos se van separando de la sinagoga para convertirse en una secta.

Con relación al relato de la pasión, los evangelistas no se ponen de acuerdo en el día de la última cena y en si ésta
fue pascual o no (sinópticos, sí; Juan, no); ni tampoco concuerdan en el día de su muerte, si el día de Pascua
(sinópticos) o la víspera del mismo (Juan), aunque recientemente se ha propuesto una teoría que trata de conciliar
las dos versiones basada en la traducción de sabbaton por día de precepto y no sábado.

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