Con el nombre de hilemorfismo se designa la solución que Aristóteles
propuso para el problema de la physis. Para llegar a dicha solución, él partió del análisis del movimiento o cambio.
Acorde al diseño aristotélico “la materia es potencia mientras que la
forma es acto o entelequia”. Con respecto a la relación entre el alma y el cuerpo, Aristóteles identifica el alma, precisamente, como el elemento distintivo de los organismos que tienen vida, es decir, es el alma lo que hace que un determinado cuerpo se distinga efectivamente como un cuerpo animado gracias a esto es dotado de vida. En otras palabras: para Aristóteles “el alma es aquello por lo que vivimos”. Esta caracterización justificaría una interpretación no sustancialista del alma puesto que la substancia en este caso no sería el alma, sino el ser animado que resulta de la composición de la materia y la forma.
Por tanto, en esta distribución existe una ordenación que identifica
cuerpo y materia distinguido por ser pura potencia y el alma, que constituye la forma o efectividad del cuerpo animado. Barnes señala y advierte en su diagnóstico de la fragilidad de la interpretación monista, ya que con indudable rigor lógico una interpretación no sustancialista del alma no entraña necesariamente un fisicalismo. Esto es, que el alma no sea una sustancia no significa que no sea nada. De hecho, podríamos añadir a su deducción lógica que no solo el hilemorfismo no entraña el no-sustancialismo del alma, sino que también comprometería la sustancialización del cuerpo; por lo que un fisicalismo fundamentado en la teoría hilemórfica no solo estaría injustificado sino que, incluso desde el nombre se demostraría contradictorio.
Con todo, el hilemorfismo no solo compromete la sustancialización del
alma, sino que la materia, en tanto que elemento constitutivo de la sustancia compuesta resultante el cuerpo animado, tampoco puede ser considerada como una sustancia independiente. Con el nombre de hilemorfismo se designa la solución que Aristóteles propuso para el problema de la physis (naturaleza). Para llegar a dicha solución, él partió del análisis del movimiento o cambio, en el cual concurren tres elementos:
1. El sujeto del cambio, es decir, lo que permanece a través
del cambio, lo que resulta afectado por el cambio. Dicho elemento es la sustancia, la cual se mantiene idéntica a través de un cambio cualitativo, cuantitativo o local. 2. El elemento que desaparece, es decir, el elemento que, hasta antes de iniciarse el cambio, existía en el objeto, pero que ahora tiene que desaparecer para dar lugar al nuevo elemento. 3. El elemento que aparece, esto es, el que, al iniciarse el cambio, empieza a concretarse y quedará completado en el último instante del cambio.
En los cambios accidentales, es fácil identificar cada uno de los tres
elementos; por ejemplo, en el cambio que se opera en el agua cuando ésta pasa del estado líquido al estado sólido: el primer elemento es el agua misma, porque ella permanece como agua durante el proceso del cambio. El segundo elemento (el que desaparece) es el estado líquido; el tercer elemento (el que aparece) es el estado sólido.
La dificultad se presenta en los cambios sustanciales. Éstos, como
sabemos, son aquellos en que hay cambio de sustancia, porque hay corrupción de la primera y generación de la segunda. Aristóteles rechazó la hipótesis de que la sustancia que desaparece pase del ser al no-ser, y de que la nueva sustancia haga un tránsito inverso (del no-ser al ser).
El filósofo griego opinaba que hay un elemento primario que
permanece idéntico a través de los cambios sustanciales y que, por esto mismo, es el sujeto del cambio. Dicho elemento recibe el nombre de materia prima, que tiene como característica principal no ser un ser en particular, sino estar totalmente indeterminada. En otras palabras, la materia prima sólo es potencia. En los cambios sustanciales sucede una transformación. La materia prima cambia de forma (morfe), pero no de una forma geométrica, sino sustancial. Esta forma es el elemento activo, es la esencia, la cual hará que la materia prima, al cambiar de forma, sea esta o aquella sustancia. Tenemos pues los elementos del cambio sustancial la materia prima y la forma sustancial (yle-morfe), y de aquí el nombre de hilemorfonio con que se conoce dicha teoría de Aristóteles
Si tenemos en cuenta la doctrina de las cuatro causas que son
necesarias para explicarnos cualquier proceso u objeto, advertimos que con la materia prima y la forma sustancial solamente tenemos dos causas, la material y la formal; pero faltan dos, la eficiente y la final Hesperio de la causa eficiente de los cambios sustanciales y accidentales, señalaba Aristóteles que la propia naturaleza, como ya quedó asentado, es el aspecto dinámico de la sustancia; es la fuente última de las operaciones y cambios que pueda haber en el objeto. Esto no obsta para que agentes extrínsecos al objeto intervengan a veces como causa eficiente la causa final natural es la tendencia que hay en cualquier ser hacia la propia perfección mediante la realización de sus potencialidades Conclusiones
El hilemorfismo trata de que todo cuerpo está constituido por la unión
de la materia y de la forma, en el mundo físico no puede haber materia sin forma ni forma sin materia. Las sustancias poseen dos formas, la forma sustancial, por la que quedan incluidas en una naturaleza o especie (por ejemplo, los hombres, por la forma sustancial, pertenecemos a la naturaleza o especie humana) y la forma accidental por la que cada sustancia queda individualizada dentro de su especie (por ejemplo, cada persona física, individual, es diferente de otras de su misma especie).
Materia y forma son dos principios que conforman un todo sustancial,
un solo ser, y no se pueden separar. Con lo anterior queda palpable el realismo de Aristóteles, porque al rechazar la teoría platónica de los dos mundos, defiende que cada ser real lleva en sí mismo su esencia (la forma sustancial), o sea, aquello que lo hace ser lo que es. BIBLIOGRAFIA
Garrocho, D. (2016). “el hilemorfismo en evolución. Una aproximación moral a
la relación entre el cuerpo y el alma en Aristóteles” julio-diciembre 2016, Bogotá, Colombia – ISSN 0120-5323