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Centro de Publicaciones / Universidad Nacional del Litoral

El agua y la noche
1924-1932
Esta edición electrónica reproduce por escaneo la parte correspondiente a este poemario,
de la monumental edición de las Obras Completas, realizada por el Departamento de
Publicaciones de la Universidad Nacional del Litoral, hoy lamentablemente muy difícil,
sino imposible, de hallar. Se ha dejado el número de página original para referencia
en citas.

Puesto que la sección de notas está al final de la poesía editada y antes de la inédita
y la prosa, no sigue la secuencia de números de página.

Los poemas de Juanele exigen una cuidadosa disposición en la página, tipografía,


interlineados, a veces sangrados, cuestiones en la que el autor era minucioso y
exigente; vaya por tanto todo el mérito que corresponde a esa gran obra que fue
la edición de la UNL.
Índice
(se indica el número de página del papel,
seguido del número de página en el pdf)

Mirado anochecer 147 5) Aquí estoy a tu lado 168 (26)


¡Qué bien estoy aquí..! 148 6) Este mediodía d e . 169 (27)
Domingo 149 7) Dulzura de la t a r d e . 170 (28)
¡Oh, vivir aquí! 150 8) Primavera en el a i r e . 171 (29)
Señor... 151 9) Luna vaga, disuelta. 172 (30)
¡Qué bien extraño el otoño!... 152 10) Esplendor lejano y mortal 173 (31)
Iba la felicidad 153 11) La paloma se q u e j a . 174 (32)
Entre Ríos 155 13) Luna sola de los c a m p o s . 175 (33)
Otoño, esplendor g r a v e . 156 14) Poemas del anochecer 176 (34)
Siesta 157 15) Los colores de Dios 177 (35)
Pesada luz 158 16) Calle dormida en el s o l . 178 (36)
Día gris 160 18) Danzad, muchachos 179 (37)
Dios se desnuda en la lluvia. 161 19) Claridad, claridad 180 (38)
Los ángeles bailan entre la 162 20) Noche 181 (39)
hierba.
Se extasía sobre las a r e n a s . 163 21) Lluvia 183 (41)
Delicias últimas 164 22) Otoño 184 (42)
Como una niña la c a l l e . 165 23) "Diana" 185 (43)
Tarde 166 24) Espinillos. 187 (45)
Primavera lejana 167 25)

Luego de las poesías se encuentran las notas de la edición


En el aura del sauce El agua y la noche 147

Mirado anochecer

Tras de la lejanía de las quintas ya obscuras

el sol es ahora sólo un recuerdo rosado.

Dos vacas melancólicas parece que viniesen

del ocaso con toda su morosa nostalgia.

Y por oriente otras, blancas, con recentales,

en la luz ideal que casi las azula.

Balidos. Las chicharras cantan. —Aunque tú eres,

me hubiera yo quedado un rato más aquí.

(1924)
Juan L. Ortiz Obra Completa 148

¡Qué bien estoy aquí...!

¡Qué bien estoy aquí,

a lo largo tendido

del "perezoso", al lado de tu sueño:

tu blancura, otro quieto resplandor bajo la luna!

Las estrellas están

dulcemente solemnes

en un encantamiento de ojos lentos,

y el cielo dice un gris apenas azulado.

La noche murmura como una arboleda

invisible. 10

Música de grillos,

sutilmente agria,

tan numerosa que es urdimbre tenue.

Un pájaro canta:

¡oh, agua del escondido río

que gorgotea en la noche,

soledad cristalina corrida de frescores!

¡Cómo estará el río!

Sombra obscura de sauces sobre el agua argentada,

quieta como otro cielo engastado y más íntimo, 20

un rumor que es apenas en follajes azules,

y el canto del cachilo que al paisaje confía

un delgado secreto de brisa y de agua insomnes.


En el aura del sauce. El agua y la noche 149

Domingo

El sol y el viento, solos, sobre el pueblo.

Alegría de cal, de callejones últimos

entre un pudor de ramas,

por donde mis paseados, lentos días

salían a suaves campos.

Vecino era del agua y de la luz.

Campanas. Oh, la infancia que era como estas hojas,

gracia viva del aire y los reflejos

bajo la penetrante, mansa mirada de la tarde.


Juan L. Ortiz Obra Completa 150

¡Oh, vivir aquí!

¡Oh, vivir aquí,

en esta casita,

tan a orilla del agua,

entre esos sauces como colgaduras fantásticas

y esos ceibos enormes todos rojos de flores!

Una penumbra verde la funde en la arboleda.

Asi fuera una vida dulcemente perdida

en tanta gracia de agua, de árbol, flor y pájaro,

de modo que ya nunca tuviese voz humana

y se expresase ella por sólo melodías 10

íntimas de corrientes, de follajes, de aromas,

de color, de gorjeos transparentes y libres...


En el aura del sauce. El agua y la noche 151

Señor-
He sido, tal vez, una rama de árbol,
una sombra de pájaro,
el reflejo de un río...

Señor,

esta mañana tengo

los párpados frescos como hojas,

las pupilas tan limpias como de agua,

un cristal en la voz como de pájaro,

la piel toda mojada de rocío,

y en las venas,

en vez de sangre,

una dulce corriente vegetal.

Señor, 10

esta mañana tengo

los párpados iguales que hojas nuevas,

y temblorosa de oros,

abierta y pura como el cielo el alma.


Juan L. Ortiz Obra Completa 152

¡Qué bien extraño el otoño!...

¡Qué bien extraño

el otoño!

Una tristeza que es como un suspiro

de nostalgia infinita.

Una absorta congoja de recuerdos sin nombre.

Una desolación

flotante.

¡Qué bien extraño

el otoño!

Vaga el alma perdida en su melancolía 10

como en el sueño

íntimo y lejano

de una melodía

que llora.

¡Que bien extraño

el Otoño!
En el aura del sauce. El agua y la noche 153

Iba la felicidad

Iba la felicidad

a cuatro remos volando

en el cielo del río

hacia el fondo de la tarde.

La felicidad buscaba

el secreto de la tarde,

y no podía encontrarlo,

pues su misterio huía

cada vez más, de tan diáfano.

...Y no podía encontrarlo. 10

Pero cantó, y el sensible

cristal íntimo se hirió:

el canto había encontrado

el secreto de la tarde.

A cuatro remos venia

la felicidad aleteando

desde el fondo de la tarde.

Un largo rosa espectral

era el cielo del río.


Juan L. Ortiz Obra Completa

La felicidad venía

de doble sombra callada.

Un hastío de agua-fuerte

era el paisaje del río.

Pero arriba se abrían guiños

de innumerable dulzura.
En el aura del sauce. El agua y la noche 155

Entre Ríos

Es tan clara tu luz como una inocencia

toda temblorosa y azul.

Tu cielo está limpio de humo de chimeneas

curvado en una alta

paz de agua suspensa.

Y tus ciudades blancas, modestas, casi tímidas,

ríen su aseo rutilante entre las arboledas.

No hay en tu tierra gracias sorprendentes de líneas,

—apenas si una suave melodía de curvas—

pero tiene ella un 10

encanto de mujer, de sencilla, de agreste

belleza,

vestida de un silencio verde y feliz de campo,

toda húmeda de una alegría de arroyos,

con una cabellera densa de árboles libres.


Juan L. Ortiz Obra Completa 156

Otoño, esplendor grave...

Entraste en este día de verano

con tu oro casi fúnebre

infinito y frágil,

que por el campo tiembla como apagándose,

con tus sombras pálidas

y transparentes

que agita un hondo viento pesado de recuerdos,

queriendo ahogar el día

con un rumor obscuro de crecida.


En el aura del sauce. El agua y la noche 157

Siesta

Tendido a la sombra de

un árbol, yo soy un niño

dormido en medio del campo.

La tierra parece que

tiene suavidad de falda.

El cielo puro de agua

da,con su vaga corriente

unas espumas de nubes

y sobre el cielo, el follaje

un traslúcido bordado 10

hace y deshace, indeciso,

reduciendo el lujo etéreo

a un temblor de monedas

que me enriquecen la sombra.

El viento entra en el sueño

como una música que

trae el anhelo del campo,

ya extático o vagabundo,

soñando con sus secretos,

o tendido al horizonte. 20

El viento dice el ensueño

de esta paz verde y fluida

bajo su respiración.

Tendido a la sombra de

un árbol, yo soy un niño

dormido en medio del campo.


Juan L. Ortiz Obra Completa 158

Pesada luz

Mi hijo se duerme aquí,

a mi lado, sobre el pasto.

Y entró en el sueño entre un

lujo agreste de juguetes:

la danza de los reflejos

encendiendo y apagando

un temblor de pececillos

en el agua azul del cielo

de donde surte un ruido

fino y roto de alegría 10

destrozada no sé dónde...

quizá en su misma pureza.

Entró en el sueño mi hijo

entre una magia de flores

que los suspiros de los

ángeles hacen temblar

y llevan de un lado a otro

como en un deshojamiento

de la gran rosa del día

dormida sobre los campos... 20

Entró en el sueño mi hijo

jugando con unos frescos

animalillos que le

buscaban las manecitas,

y unos dedos vagos que


En el aura del sauce. El agua y la noche 159

le acariciaban la cara

con una suavidad tanta

que parecían morirse

al tocarle las mejillas:

Entró en el sueño mi hijo 30

mirando el denso follaje,

oyendo cantar los pájaros,

rodeado de mariposas,

acariciado por los

tallos altos y sutiles,

con una brisa ya medio

dormida sobre los párpados.


Juan L. Ortiz Obra Completa 160

Día gris

¿Qué nos pregunta el vago

horizonte que se viene

a nuestra melancolía

lleno de gestos mojados

—tendido fantasma que

absorbe las arboledas

y nos invierte el lirio

húmedo y solo del alma?


En el aura del sauce. El agua y la noche 161

Dios se desnuda en la lluvia...

Dios se desnuda en la lluvia

como una caricia

innumerable.

Cantan los pájaros entre la lluvia.

Las plantas bailan de alegría mojada.

La tierra

como una hembra

se disuelve en los dedos penetrantes

con una palidez de mil ojos desmayados.

Camino bajo la lluvia, todo mojado, cantando, 10

hacia mirajes que huyen en un rumoroso sueño.

Lluvia, lluvia!

Desnudez del dios

primaveral,

que baja danzando, danzando,

a fecundar la amada

toda abierta de espera, quebrada ya de ardor

amarillo y largo.
Juan L. Ortiz Obra Completa 20

Los ángeles bailan entre la hierba...

Los ángeles bailan entre la hierba.

Ondulan un frío que relampaguea

y que cortaría la tarde.

La tarde dura como un diamante

que desvalora de pronto una nube efímera.

Los ángeles de Cocteau sentados en las cornisas

miraban caer la tarde con ojos violetas.

Es dura la vida. La vida es triste.

Como un mar la muerte viene del sur y anda en el sol.

Los ángeles bailan entre la hierba

y sonríen con una sonrisa filosa,

un poco lúgubre ¿cierto?

Sí, lúgubre, y breve.


En el aura del sauce. El agua y la noche 163

Se extasía sobre las arenas...

Se extasía sobre las arenas

limpias y lisas,

sobre los pastos, una luz de antes.

Una luz de antes

con un aroma

de triste corazón adolescente.

Iba mi ternura con los ojos grandes

por los caminos de la tarde.

Cantaban estos grillos,

temblaba esta brisa, 10

se despedían estos pájaros.

Mi corazón era transparente

como esta luz llovida.


Juan L. Ortiz Obra Completa 164

Delicias últimas

El otoño,

con manos

diáfanas

y
brillantes,

está abriendo

un azul purísimo

que moja el paisaje

de una delicia

trémula,

primaveral.
En el aura del sauce. El agua y la noche 165

Como una niña la calle...

Como una niña la calle

a las escondidas juega

con el cielo. Un árbol

por un momento parece

que se prestase a esconderla.

Pero el cielo la busca

con una ternura ya

delicada de crepúsculo,

y en una larga extensión

la penetra, la satura, 10

de un sentimiento violeta...

Extasiado se ha quedado

el cielo mirando las

lomas de la callecita.
Juan L. Ortiz Obra Completa 166

Tarde

El mundo es un pensamiento

realizado de la luz.

Un pensamiento dichoso.

De la beatitud, el mundo

ha brotado. Ha salido

del éxtasis, de la dicha,

llenos de sí, esta tarde,

infinita, infinita,

con árboles y con pájaros

de infancia ¿de qué infancia?

¿de qué sueño de infancia?


En el aura del sauce. El agua y la noche 167

Primavera lejana

Primavera lejana.

Tarde que viene

a través de esta luz llena de cantos

como una sombra herida

de tanto darse contra los cristales

del infinito agudo, aunque encantado.

Como una sombra, también,

de corazón todo húmedo

y vagamente florido.

Tarde llena 10

de una sombra de lirio

que nacía del poniente

como de la ilusión angustiosa de mis pasos.


Juan L. Ortiz Obra Completa 168

Aquí estoy a tu lado

Aquí estoy a tu lado mujer mía que duermes,

solo.

La noche es una curiosidad tímida

a través

de la madreselva.

(Será en los campos una solemnidad

de giro armonioso,

mágico,

acompasado de grillos y suspirado de aguas).

Estoy solo a tu lado, mujer mía. 10

¿Qué sueño

agitará tu pecho?

Aquí estoy a tu lado, solo, mujer mía.

Qué será de nosotros

de aquí a doscientos años?

Qué seremos ¡Dios mío! qué seremos?

Dentro de cien,

dónde estaré yo?

¿Tendrá la noche estival,

entonces, la forma que ahora tiene? 20

¿Y habrá una soledad

que gemirá

en esta misma pieza,

al lado

de la mujer dormida?
En el aura del sauce. El agua y la noche 169

Este mediodía de...

Este mediodía de

primavera es una brisa.

Una brisa sólo es.

Como una niña la luz

con el aire está jugando.

Y es un cariño también.

Mejor: parece un amor

místico que a las cosas

en transparencia disuelve

de un ardor dulce y extático. 10

Este mediodía de

primavera es una brisa.

El río se lleva un

sueño puro por los campos.

Sueño de pájaro y de

niño, que los prados abre,

hacia dónde, hacia dónde?

Un poco de muerte busca

porque este momento es

la angustia eterna, perfecta.


Juan L. Ortiz Obra Completa 170

Dulzura de la tarde...

Dulzura de la tarde goteada de esquilas

y aquejada de un íntimo susurro de torcaz.

De frágil y perfecta la tarde se dijera

un recuerdo amarillo, breve, pero infinito.

Un recuerdo con una dicha de agua quieta

que un cielo sueña y unas orillas florecidas.

Recuerdo que se quiebra en un cristal de pájaros

y se deshoja en un suspiro del otoño...


En el aura del sauce. El agua y la noche 171

Primavera en el aire...

Primavera en el aire,

y esta niña, mujer

recién ayer nacida,

vestida de amarillo

en la tarde infantil.

Sus formas ya se curvan

con cierto peso dulce,

pero su cara tiene a ratos una tristeza absorta

medio velada de una palidez de flor

en la penumbra de las pestañas bajas. 10

Gracia de novia de la mujer,

lejanía celeste de la virgen.

Un corazón adolescente arde bajo tu imagen.


Juan L. Ortiz Obra Completa 172

Luna vaga, disuelta...

Luna vaga, disuelta.

¡Oh, dulzura del río:

palidez profunda

velada de un presentimiento de alba

en la noche aún tierna!

Dulzura que arde

de un rumor numeroso

que la brisa delgada, llena de sueños ya,

quiere apagar en vano,

pues de pronto se exalta, agudo, en ese canto 10

de pájaro:

gorgoteo

de agua pura y sola

en el fondo agreste de la noche.

Orilla que se va

o se queda. Se queda

mirándonos con gesto simple, pero

lleno de musicales sortilegios.

Orilla medio desnuda,

sin casi árboles, 20

y que piérdese en un antiguo cielo de maravilla.

Dulzura agreste, eterna, de las noches

frente al escalofrío sucesivo de las almas!


En el aura del sauce. El agua y la noche 173

Esplendor lejano y mortal

Sol último y lejano.

Maravilla luciente

como una orilla encendida junto a un mar apagado.

Aire absorto, encantado

de un sentimiento malva.

Sol último y lejano.

Isla frágil de color en la bruma infinita.

Hacia qué estrella volará en el amor de la noche?

Ya es de Dios su luz. Detrás de ella está Dios

como el silencio de las despedidas.


Juan L. Ortiz Obra Completa 174

La paloma se queja...

La paloma se queja. Angustia del anhelo

primaveral. La luz de la mano con las

hojas nuevas se va hacia un país más pleno.

Pero este canto da al cielo un pensamiento

grave: melancolía de la tierna ilusión.

El paisaje ligero, infantil, casi alado

se vuelve hacia su sueño musical, infinito.


En el aura del sauce. El agua y la noche 175

Luna sola de los campos...

Luna sola de los campos.

Pienso en las bellezas

perdidas.

Pero ¿es pérdida ésta?

Veo una luna abandonada

tan hermosa como ésta

sin nadie que la contemple.

¿Nadie siente

cómo los campos anochecidos

se van alumbrando, flotantes, 10

y descubren horizontes

marinos

con el humo de alguna

arboleda perdida?

¿Nadie?

Las ramas

están pálidas de encanto

y un sutil calofrío

recorre las hojas.

¿Acaso este pájaro 20

que aletea?

Luna de oro entre los ceibos.

Luna sola de los campos.


Juan L. Ortiz Obra Completa 176

Poemas del anochecer

Asfixia lenta del anochecer

campesino.

¿De dónde nos asimos en el dulce naufragio?

¿De la estrella primera,

del fosforecer de las luciérnagas?

¿De aquel silbido,

o de este canto tímido de pájaro?

Y los grillos?

Si los grillos son cómplices.

Oh, la alegría de la lámpara sobre la mesa puesta. 10

rota en una armonía de chispas sobre la vajilla,

y nevando en el lino su verdad simple como el pan ya cortado!

Canto de los grillos en el anochecer

desmayado de aroma de azahar. Oh, los grillos,

traducen el anhelo de la hierba despierta,

mojada, al parpadeo femenino del cielo.

Lirios de la anochecida.

Fantasmas puros del jardín, ya casi perdido.

Ángeles del jardín, quietos entre las flores,

vueltos sobre sí mismos, sobre la íntima luz 20

tan pura, que ilumina como lámparas dulces,

el olvido, todavía azulado, de las flores.


En el aura del sauce. El agua y la noche 177

Los colores de Dios

Cielo y agua de otoño, vuestra dicha es sensible

a la sombra más tenue de vuestro pensamiento;

por eso aparecéis, así, con tal dulzura

última, al uniros en celestes momentos.

Vuestros colores ¡Oh suave otoño latente

son colores, o pálidos fuegos encantados

de una melancolía todavía secreta,

a pesar de esos soplos íntimos cual memorias?

Río que es la más pura contemplación. Mirada

más profunda, más amorosa que ésta? 10

Son fábulas del éxtasis las nubes indecisas

y los follajes, y los vuelos coloreados.


Juan L. Ortiz Obra Completa 178

Calle dormida en el sol...

Calle dormida en el sol.

Qué paz la tuya,

después de la ruidosa vanidad de la urbe!

Ciudad dormida en el sol.


Un hastío eterno, dorado, transparente, de invierno.

¿De qué muerte vino

este pájaro solo que ahora canta,

solo, solo, en la tarde?


En el aura del sauce. El agua y la noche 179

Danzad, muchachos

Danzad, muchachos.

La primavera verde y lila de los paraísos.

Un escalofrío de suaves matices

os acompaña.

¡Qué morado el perfume de los árboles nuestros!

Danzad.

La primavera ondula para vosotros,

para la mirada de las novias,

para la canción vuestra.

Danzad!
Juan L. Ortiz Obra Completa 180

Claridad, claridad

Claridad, claridad.

Forma ligera y profunda

de la dicha.

En un sueño de dicha

juegan aquellos niños.

Claridad.

Sueño de la plenitud

lleno a la vez de los sueños

transparentes del agua,

abiertos a otro abismo

aún más puro.


En el aura del sauce. El agua y la noche 181

Noche

Noche, noche.

Abismo de la dicha

cortada

de escalofríos,

de inquietudes.

El día es un correr por la ribera ardiente.

¿Pero el agua de la sombra,

feérica,

nos calma la sed?

El hálito de Dios los follajes eleva 10

en un anhelo lleno de susurros.

Noche de luna otoñal.

¿Estamos en el mundo?

¿Este río es el río

o es una cinta de sueño que se va hacia la muerte,

a la vida profunda del sueño de la esencia?

Misterios antiguos vagan en las orillas.

Memorias fantásticas se azulan en los claros.

La noche suena cristalinamente.

La pureza de la noche se afina hasta quebrarse 20

en delgadas rupturas

de agua, ranas y grillos,

y luego se hace melodía


Juan L. Ortiz Obra Completa 182

que al fin se destila

en gotas perdidas

de esquila.

¡Oh tenderse a la sombra

de este eucaliptus!

Que el sueño entre en nosotros traído por los grillos.

Despertarse en el límite de la noche y el alba, 30

en el minuto en que la luna está tan sola

que llama a los ángeles.


En el aura del sauce. El agua y la noche 183

Lluvia

Todo el día mi alma hoy estará suspensa

de la voz del agua,

como en un sueño

mojado.

La voz del agua

dulcemente cierra el mundo!

¡La voz del agua!

Todo el día seré un niño

que se está durmiendo.

La vida será sólo

una voz querida.


Juan L. Ortiz Obra Completa 184

Otoño

Otros, Otoño, alaben la dulzura

de tu adiós con rosas ¿con rosas o con nubes?

tu melodiosa ruina, la pureza imposible

del rocío que hace tus mañanas tan frágiles;

la tristeza que se desteje en la llovizna,

o la desolación de un atardecer

quieto y cerrado. Yo, Otoño, sólo quiero

decir la misteriosa música en que flotamos.

Música que no es el rumor desprendido

de las hojas, ni es la voz grave del viento: 10

es la de tu silencio

que nos lleva y nos trae como hojas perdidas,

hasta dejarnos suspendidos en quién sabe

qué abismos del recuerdo o qué penumbras íntimas.

¿Ocurrirá algo así cuando nos liberemos

nosotros, demorosos de salidas,

sabedores de un mundo ciego y entorpecido?


En el aura del sauce. El agua y la noche 185

"Diana"

Tenías una pureza tal

de líneas,

que emocionabas.

¿Desde dónde venían

tu fuerte pecho,

tus remos finos,

tus nervios vibrantes,

y esos ojos sesgados,

húmedos de una inteligencia

casi humana? 10

¿Desde dónde tus gentiles actitudes,

esa manera tuya, aguzada, de echarte,

y ese silencio,

y esa suavidad felinos,

acaso llenos de visiones,

que ennoblecían las alfombras,

y daban la inquietud de un alma,

un alma gótica encarnada en ti?

Oh, ya hubieran querido muchos hombres

tu auténtica aristocracia. 20

Fuerza contenida

que raras veces temblaba

en tu latido profundo.

Y eras a la vez humilde y tímida,

y sensitiva,
Juan L. Ortiz Obra Completa 186

lo que no impedía que te disparases con impulso heroico

cuando tu instinto se abría como una fiesta sobre el campo.

Recuerdo, recuerdo...

¿Qué compañía más discreta que la tuya?

En el atardecer 30

íbamos

a la orilla del río.

La cabeza baja,

apenas si pisabas.

Yo casi no respiraba.

Oh, vuelos últimos en la palidez hechizada!

Yo me sentaba en la barranca.

Tú te tendías a mi lado,

el hocico hacia el río,

esculpida en un gesto de caza hacia las estrellas del abismo. 40

¿Era hacia las llamas tímidas del abismo?

Temblaba tu hocico,

me mirabas,

y caías de nuevo en el éxtasis.

Acaso, al fin, eran tu presa

las imágenes

con que yo volvía luego:

tímidas, asustadizas,

de piel suave,

pero de mirada pura,

como la de tus liebres, oh Diana,

ida ya para siempre,

con mucho de mi alma y de mi casa.

(1932)
En el aura del sauce. El agua y la noche 187

Espinillos...

Espinillos de mi tierra

que al horizonte del campo

—humo verde entre los troncos—

le vais flotando el anhelo

en unos grumos de islas...

Espinillos, espinillos...

Como mi tierra vosotros

sois de la melancolía...

Sois el alma misma de

mi tierra humilde y sumida 10

en un silencio de espera

sólo subrayado por

los pájaros y las aguas,

y en donde las tardes como

pensamientos de otro mundo

son tan frágiles y puras

que un canto puede quebrarlas

y un solo vuelo mancharlas...

Espinillos, espinillos... :

Qué conversación con el 20

minuto maduro liáis?

Lo anunciarán los cachilos

y lo llevarán de aquí

para allá esos pajarillos

mensajeros de las cosas

que bisbisean las ramas?

Oh, no! Se vuelve a vosotros,


Juan L. Ortiz Obra Completa 188

y así parecéis cargados

de los secretos del campo,

del misterio de la paz 30

agreste, bajo la tarde!


NOTAS

El agua y la noche

"Historia de la amistad y de la ilusión de los ce el siguiente comentario:


amigos", la poesía de Ortiz, según su propia
En Buenos Aires se están imprimiendo los pri-
definición, debe compartir la culpa del primer
meros ejemplares de El agua y la noche, libro de
libro "que inició la serie" con Carlos Mastro-
poemas de nuestro colaborador Juan L Ortiz. El
nardi, el inductor, y con César Tiempo, el
anuncio de la primera aparición de este libro ha
cómplice consecuente. Estas fórmulas de cor-
despertado general expectativa, justificada tanto
tesía hacia sus primeros amigos (a veces se
por io que se conoce de la producción de Ortiz,
agregan algunos otros, como Cayetano Cór-
dispersa en diarios y revistas de la república,
dova Iturburu y como Ulises Petit de Murat),
cuanto porque permitirá juzgar en conjunto su
no dejan de repetirse en toda nota autobiográ-
labor poética tan sincera como inspirada.
fica (ver Envíos) y en todo reportaje en que le
En su sección bibliográfica del lunes pasado, El
toque a Ortiz hablar de El agua y la noche.
Mundo registra la noticia de la edición próxima
Se pueden seguir algunos detalles de estos
del citado libro y saluda al poeta, quien acaba de
buenos oficios de Mastronardi y Tiempo en
regresar a Gualeguay, ciudad de su residencia,
los archivos de El Diario de Paraná de esos
después de una corta estada en la metrópolis.
años, donde ambos eran reconocidos colabo-
A Etchegaray, honrado editor y mejor poeta, se
radores. A mediados de 1932, Mastronardi y
ha encargado de la edición de El agua y la noche.
Tiempo publican notas sobre la poesía de Or-
tiz. El 16 de enero de 1933 El Diario publica, El libro El agua y la noche, de 54 páginas, lleva
en su página literaria, "Poemas del anochecer" el sello editor de "Biblioteca Editorial PAC.".
de Ortiz. Se trata de la primera publicación de El 6 de noviembre de 1933 aparece en El
esta etapa de la vida del poeta. Hay datos de Diario un comentario al libro de Carlos Mas-
publicaciones de poemas, de 1912 y 1914, te- tronardi ("Juan Ortiz y su poesía"), el 4 de
niendo Ortiz entre 16 y 17 años, en diarios diciembre uno de Petit de Murat (que llama al
radicales y anarquistas de la época pero no libro "colección") y el 25 de diciembre uno de
hemos podido tomar conocimiento de las mis- Córdova Iturburu ("Un libro y un poeta").
mas; hasta ahora, ésta es la primer publicación El libro comenzaba con una cita de León Feli-
conocida. "Poemas del anochecer" llevaba la pe, a modo de epígrafe, que desaparece en En
siguiente presentación: el aura del sauce:
No hace mucho tiempo El Diario transcribió un Mi voz es opaca y sin brillo y vale poca cosa para
juicio de Carlos Mastronardi y César Tiempo reforzar un coro. Sin embargo me sirve muy bien
—bien conocidos en el ambiente literario del para rezar yo solo bajo el cielo azul.
país— sobre la obra poética de Juan L Ortiz,
intelectual entrerriano que cumple sus días en la
Mirado anochecer
ciudad de Gualeguay.
Segundo poema del Cuaderno Borrador, sin
Ese mismo año, en meses sucesivos, se publi- variantes, con el título "Crepúsculo". En el
can: "Otoño" y "Domingo", incluidos en El libro lleva al pie el año: 1924. Sacando el caso
agua y la noche; "Despertar", que no volverá a excepcional de "Saludo a Francia" (escrito con
ser recogido en libro; y "Momento" y "La no- motivo de la Liberación de París), "Mirado
che y la mujer", primero y segundo poema de anochecer", el primer poema de El agua y la
El alba sube. Finalmente, el 14 de junio apare- noche y "Diana", el último, con fecha de 1932,
Juan L. Ortiz Obra Completa 880

son los únicos poemas fechados en todo En el En Gualeguay, la mediterránea ciudad entrerria-
aura del sauce. Y estas dos fechas, que abren na, asistí, en una reunión circunstancial, a una
y cierran este primer libro, indican su "sentido improvisada audición de poesías dichas por sus
antològico", como bien señala Veiravé en su autores. No se trataba, en realidad, sino de poe-
"Estudio Preliminar...", pero también indican tas accidentales que en una técnica indudable-
el criterio cronológico que regirá la organiza- mente inocente expresaban, y aquí está lo inte-
ción de En el aura del sauce. resante del caso, un sentimiento común. Este
sentimiento era el amor de su tierra, una tierra
¡Qué bien estoy aquí...! convencionalmente adornada de árboles espino-
Ver nota al poema "Azul, lila" del Protosauce. sos, montes bravios y algún desfile histórico
fantasmal de montoneras. Los poetas accidenta-
Domingo les, es sabido, no resisten a la tentación de lo
convencional. Y esta convención de lo bravio, de
Publicado en El Diario de Paraná (ver nota al
los talas espinosos y de la medialuna de las
poema "Despertar" del Protosauce) donde pre-
lanzas, es presencia inevitable en la poética tra-
senta las mismas variantes que en el Cuaderno
dicional entrerriana. La realidad bucólica y apa-
Borrador:
cible de ese hermoso pedazo de tierra argentina
El sol y el viento, solos, sobre el pueblo. desaparece lamentablemente detrás de tales ves-
—alegría de cal entre un pudor de ramas—. tiduras literarias. No lo censuro demasiado. El
don de desentrañar la poesía que vive en lo
Campanas. Oh, la infancia que era como estas
verdadero es privilegio de poetas indudables. En
[ hojas,
los poetas que escuché, insisto, una cosa era
gracia viva del aire y de la luz
admirable: su voluntad de loar a su tierra, de
bajo la penetrante, enhiesta, mirada de la tarde!
expresar en su técnica sin recursos el cariño
conmovedor de su tierra. Cuando Juan L Ortiz
¡Oh, vivir aquí!
se adelantó, tímidamente, a decir sus versos —
En el Cuaderno Borrador viene después del un poema titulado, precisamente, "Entre Ríos"—
poema "En el Paraná". Apenas separado por su voz apareció más apagada que nunca y exce-
una breve línea horizontal, parece formar par- siva su delicadeza por contraste con la pirotecnia
te de él. Sin variantes. verbal que lo había precedido. Pero sus imáge-
nes impalpables dibujaban en el espacio el perfil
Señor...
paradisíaco de una tierra serena y melodiosa
El acápite ("He sido, tal vez, una rama de frecuentada por el milagro. El sentimiento que
árbol,/ una sombra de pájaro, /el reflejo de un había movido su inspiración era el mismo, el
río") no está en el Cuaderno Borrador. En lo amor a su tierra, pero su obra era un poema en
demás no presenta variantes. el que esa tierra, desguarnecida de sus ropajes
bravios y artificiosos, aparecía "vestida de un
Qué bien extraño el otoño!...
silencio verde y feliz de campo, /toda húmeda de
En el Cuaderno Borrador viene después de una alegría de arroyos,/ con una cabellera densa
'Tarde Otoñal"/"Mañana otoñal". Sin varian- de árboles libres".
tes.
Otoño, esplendor grave...
Entre Ríos
En el Cuaderno Borrador, con el título "Oto-
En el Cuaderno Borrador viene después de
ño:", con la siguiente variante:
"Noche provinciana". Sin variantes.
Dice Córdova Iturburu en su comentario al v.4 que por el campo tiembla como por
libro publicado en El Diario: [ apagarse
En el aura del sauce Notas 881

Pesada luz Luna vaga, disuelta...


En el Cuaderno Borrador con el título "Siesta", Variante en el Cuaderno Borrador:
sin variantes.
v.7 de un rumor rumoroso
Delicias últimas
Esplendor lejano y mortal
En el Cuaderno Borrador, sin variantes, con el
En el Cuaderno Borrador con el título "Sol
título "El otoño...".
último y lejano".
Primavera lejana
Luna sola de los campos
Variante en el Cuaderno Borrador en el último
verso: Variante en el Cuaderno Borrador:
v.5 veo una luna
como de la congoja de mis pasos
Poemas del anochecer
Aquí estoy a tu lado...
Sin variantes en el Cuaderno Borrador salvo
Uno de los temas del poema, la proyección
rayas horizontales, divisorias, entre los versos
hacia el futuro de un escenario, habitación o
12 y 13 y entre los versos 16 y 17.
paisaje, en el cual el poeta ya no estará, apare-
Publicado en El Diario de Paraná el lunes 16
ce en otros poemas, por ejemplo: "Este río,
de enero de 1933, donde falta la última estrofa
estas islas..." (El aire conmovido), "Los juegos
y, en su lugar:
en el sol de Octubre..." (La mano infinita).
Tachado en el Cuaderno Borrador: Un escalofrío de suaves matices
os acompaña
v.ll/2 ¿Qué sueño infiel
¡Qué morado el perfume de los árboles
o dulce
[ nuestros!
o cariñoso
o alegre o triste Danzad.
agitará tu pecho? La primavera ondula para vosotros,
para la mirada de las novias,
y en los últimos versos cambio de diagrama-
para la canción vuestra,
ción:
danzad!
¿Y habrá una soledad
que gemirá en esta misma pieza últimos versos del poema "Danzad, mucha-
al lado de la mujer dormida? chos".
Evidentemente se trata de un error de compo-
Este mediodía de... sición del diario, pero es probable que este
En el Cuaderno Borrador con el título "Este error surja del hecho de haberse presentado
mediodía". varios poemas (por lo menos los dos que apa-
recen mezclados), reunidos bajo el mismo tí-
Dulzura de la tarde... tulo (como sucede, por ejemplo, en T r e s poe-
Variante en el Cuaderno Borrador: mas").
El poema se vuelve a publicar en El Diario el
v.3 Tan frágil y perfecta la tarde está que es ya
3 de septiembre de 1934 (ya aparecido El agua
Primavera en el aire... y la noche) libre de errores y con el título
"Poemas del amanecer", que se mantiene en
Variante en el Cuaderno Borrador:
plural (poemas).
v. 10 en la penumbra de las pestañas bajadas Podría pensarse, respecto a este título en plu-
Juan L. Ortiz Obra Completa 882

ral, que el poema está compuesto por los tres Otoño


poemas que las rayas horizontales separan. Publicado en El Diario el 20 de marzo de 1933
Estas rayas se conservan en el libro (es impor- con la misma variante, en la última estrofa, que
tante señalar que es la única vez en todo el el Cuaderno Borrador:
libro que son utilizadas) y desaparecen en la
edición Vigil. hasta dejarnos suspendidos en quién sabe
qué abismos del recuerdo o qué penumbras
Los colores de Dios [ íntimas
En el Cuaderno Borrador como "Cielo y agua —¿ocurrirá algo así cuando nos liberemos?—
de otoño...". de las que la salida demoramos
En la segunda estrofa hay una apertura de —criaturas que saben lo torpe de la vida—.
admiración (¡) que culmina en un cierre de
"Diana"
pregunta (?). Esto, que no es una errata, y que
está así tanto en el Cuaderno Borrador como Ultimo poema del libro lleva al pie, entre pa-
en el libro, va señalando el particular uso que réntesis, el año: "1932". En el Cuaderno Borra-
la poesía de Ortiz hará de los signos de pun- dor también está fechado al pie: "Marzo 1932",
tuación: borramiento del comienzo de la inte- y presenta las siguientes variantes:
rrogación, la interrogación dentro de la inte- v.31 íbamos los dos
rrogación, la utilización de los puntos suspen-
sivos, etc. (ver, en esta edición, D.G.Helder, último verso:
"Juan L Ortiz: un léxico, un sistema, una cla-
con mucho de mi alma y de mi espíritu!
ve").
En el poema "¡Oh, qué dulzura...", del Proto- Espinillos...
sauce, sus dos estrofas comienzan con apertu- En el Cuaderno Borrador como "Espinillos de
ra de signo de admiración y terminan con mi tierra" (ver Protosauce). No fue incluido en
puntos suspensivos. Lo mismo en "También el libro pero sí en la edición Vigil con la si-
tienes unos modos...", "Dicha" y "Mañana", guiente nota:
todos del Protosauce.
El signo de exclamación, abundante en el Pro- "Espinillos..." fue escrito en el período corres-
tosauce y en los primeros libros, tiende luego pondiente al libro El agua y la noche, permane-
a desaparecer, como señala Martín Prieto (ver, ciendo inédito hasta el presente.
en esta edición, "En el aura del sauce en el "Espinillos..." y "Saludo a Francia" son los úni-
centro de una historia de la poesía argentina"), cos casos de poemas "inéditos" incluidos en la
mientras que el signo de interrogación, sobre edición Vigil y en ambos casos esta inclusión
todo el cierre de la interrogación, se va incre- se hace en base a un criterio cronológico.
mentando. ¿Por qué estos poemas fueron excluidos en su
momento? El caso de "Saludo a Francia", Vei-
Noche
ravé en La experiencia poética, lo explica así:
Ortiz suele utilizar tanto la palabra "eucalipto"
como "eucaliptus" (como en el v.28), aunque ... escrito en Paraná el día de la liberación de
predomina la segunda. París, pone en evidencia una vez más la coheren-
cia de sus ideales frente al nazismo y al fascismo.
Lluvia El poeta entrerriano después de haber condena-
do el asesinato de Federico García Lorca durante
Variante en el Cuaderno Borrador:
la Guerra Civil Española, canta ahora la libertad
v. 5/ 7 La voz del agua recuperada...
la voz del agua! Su solidaridad con "los compañeros de ruta" del
En el aura del sauce Notas 883

Partido Comunista torna difícil en esos años su estos rasgos más notorios son la insistencia y
propia libertad individual como ocurrió con los la persistencia. Nos referimos, en el primer
hombres de otros partidos políticos, declarados caso, a la repetición del tema en el espacio del
"enemigos de la patria" por el régimen militar de texto, y en el segundo a la perdurabilidad en
1943, en cuanto se negaron a aceptar las órdenes el tiempo del texto.
de "depuración, reorganización y saneamiento" El árbol del espinillo es un tema que insiste en
que estableció rígidos controles para la actividad distintos poemas a lo largo de En el aura del
democrática. El conflicto mundial entre los de- sauce. En el poema "En esta primavera", de El
fensores del Eje y la democracia formal de los álamo y el viento:
países aliados, comienza a tejer una maraña de
...los espinillos se iluminaron como una infancia
acontecimientos represivos en la Argentina.
Por esta razón ese hermoso poema de Ortiz En "Gualeguay" (La brisa profunda):
dedicado a Francia, circula solamente entre sus
¿Qué decía ese pájaro a la tarde de los espinillos
amigos y permanece inédito en libro...
[ ensimismados?
Esta explicación de Veiravé resulta convincen-
En "Entre Ríos" (El junco y la corriente):
te. Pero ¿cuál es la causa de la exclusión de
"Espinillos..."? [él... que quería] esconderse de sus colinas
Quizá algo tuvo que ver Mastronardi. En el o ser, cuando más, esa melancolía de espinillo
comentario publicado en El Diario, luego de
En El Gualeguay.
la aparición de El agua y la noche, Mastronardi
habla de su lectura del libro, pero habla tam- Ellas [las colinas] que fueron auras entre los
bién de su lectura del Cuaderno Borrador, [ espinillos
dejando entrever el rol que él mismo pudo para el sentimiento de la luz
haber jugado en la selección de algunos poe-
mas. En este caso concreto: En "Me has sorprendido..." (La orilla que se
abisma)
Los poemas de Ortiz rebasan lo meramente des-
[...] esa melancolía
criptivo. Antes que inventario de lo cercano, son
de espinillos
paisajes intemporales, carentes de ubicación
que, igualmente, se le retira
geográfica y despojados de todo color local. Ha
para asumirles lo que, como a los otros,
rehusado la botánica y la zoología litoraleñas.
[ hacia el filo
Guarda moderación con los ceibos, talas y espi-
de la tarde, ni las sílabas
nillos...
que los han inquirido, atadamente, deslíen...
En realidad es muy difícil tratar de entender
la causa de la exclusión sin caer en la anécdota Pero también es un tema que persiste en el
o en el problema del valor del poema. Mucho tiempo, siempre ligado a los tópicos de la
más interesante es tratar de vislumbrar los melancolía y del pájaro. Cuando Alicia Dujov-
rasgos de la reconsideración que hizo que ne Ortiz, en un reportaje realizado hacia 1978
"Espinillos de mi tierra...", de entre todos los ("El escondido licor de la tierra"), luego de la
poemas del Protosauce, haya pasado a formar pregunta sobre "qué está escribiendo ahora",
parte de En el aura del sauce, casi cuarenta le pide que lea poemas, Ortiz busca un mo-
años después de su escritura. Rasgos que, a mento entre sus manuscrito, pero termina
pesar de la excepcionalidad del caso de "Espi- abriendo uno de los tomos de En el aura del
nillos...", sobre la cual es muy difícil hacer sauce y leyendo "Espinillos...", casi como si se
inferencias con algún grado de generalidad, tratara de un poema último, que en cierto
nos ayudan sin embargo a entender una parte modo lo era. En un momento, interrumpiendo
del proceso de construcción del Libro. Dos de la lectura, Ortiz dice:
Juan L. Ortiz Obra Completa 884

...el espinillo tiene algo de, cómo le diría, no de (como el lapacho, como el aromo, como la tipa,
triste sino de melancólico, y unos viajeros ingle- como el jacarandá, o como el caso particular
ses lo dijeron (esto no es cosa mía solamente), del sauce) no vuelve a aparecer, tal como
dijeron que Entre Ríos está envuelto en una sucede con los poemas que llamamos suspen-
melancolía de espinillos... [...] "Y un sólo vuelo didos ("En el Paraná", "Río Gualeguay"), cuya
mancharlos", dice acá, y fíjese qué curioso que suspensión conduce a poema posteriores ("Al
un vuelo de pájaro pueda manchar esa soledad Paraná", El Gualeguay).
de agua y esa transparencia que viene del agua "Espinillos de mi tierra...", en este sentido,
al aire. Y eso yo lo sentí, sentí el canto de un conduce, aunque con pocas variantes, al poe-
pájaro y dije: "¿Ve?, parece que se mancha la ma "Espinillos...". Se conserva una hoja ma-
tarde". Porque a la media tarde los espinillos nuscrita, de escritura apresurada, muy borro-
parecen conversar con la luz. sa, con el poema ya como "Espinillo...", con
correcciones en el orden de la versión defini-
El espinillo, su melancolía, la luz de la tarde,
tiva. Y una copia mecanografiada, con las si-
el pájaro como una mancha, son temas ligados
guientes variantes:
entre sí, tanto en la anécdota que el poema
encubre, como en el poema mismo. Y esta
v.5 en unas cenizas de islas...
relación se mantiene, como en la memoria del
poeta, en la memoria del libro. v.22/3 La anunciarán los cachilos
Pero el espinillo como motivo de un poema y la llevarán de aquí
© Centro de Publicaciones, Universidad Nacional del Litoral,
Santa Fe, Argentina, 19%.

ISBN 950-9840-73-4
Reservados todos los derechos.
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723.

Centro de Publicaciones, UNL


9 de Julio 3563 - 3000, Santa Fe, Argentina
Tel. (042) 559610 Int 208 - Fax (042) 554292

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