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del Aprendizaje
Esta es una invitación a que tengamos juntos, a través de estas páginas, una conversación.
Conversar es hablar y escuchar… “con-versar” es “girar juntos” como en una danza, en donde el
movimiento nos une y nos convoca en el placer de compartir.
Entonces te invitamos a que, tomados de las manos y frente a frente, comencemos a dar los
primeros pasos… ¿Qué es el Aprender? ¿Por qué nos estamos preguntando sobre el
Aprendizaje? ¿Por qué decimos que es importante en nuestras vidas?
¿Cuáles son tus primeras respuestas? Las que te vengan primero a la cabeza… tomá tu
diario/cuaderno y escribilas…
¿Qué dice nuestra cultura sobre el Aprender? Imaginamos que ya estarás teniendo algunas
respuestas e inventando nuevas preguntas... ¿si? ¿no?
Nosotros te invitamos a compartir algunas de las nuestras en la espera de escuchar las tuyas en
nuestro próximo encuentro.
¿Cuándo decimos que hay Aprendizaje? ¿Cómo sabemos que hemos aprendido?
Podemos decir que hay Aprendizaje cuando como observadores de las acciones de una
entidad (una persona, una organización o nosotros mismos) hacemos el juicio de que
dicha entidad es capaz de ejecutar acciones que antes no podía realizar.
Aunque esta visión puede ser más coherente con nuestros primeros años de vida, creemos
necesario hacer una distinción que pretende abarcar la pregunta por nuestra evolución en el
Aprender.
¿Aprenden igual los niños que los adultos? Como adulto, si te vieras en comparación con tus
épocas de niño, en relación al Aprendizaje, ¿notás diferencias? ¿Cuáles? Más allá de las
diferencias en el contenido de lo que se aprende, que de hecho han de ser diferentes, ¿cuál es
el contexto del aprendizaje en la adultez con respecto al de la niñez? ¿Podemos decir que
cuando niños estamos más abiertos a aprender?
De lo que seguro podríamos dar cuenta es que el contexto de aprendizaje en la niñez parte
desde el hecho de que aún no sabemos como el mundo es.
Tomando este supuesto como válido te invitamos a que te preguntes: ¿qué hace que los niños,
en relación a los adultos, estén más abiertos a aprender? ¿Acaso como adultos, no solemos
repetir que se aprende toda la vida?
Aquí vamos a hacer otra distinción. Es la referente a lo que un observador hace como juicio de la
realidad. Ante ésta podemos hacer el juicio/opinión de que sabemos sobre aquello a lo que se
hace referencia o de que no sabemos.
Entonces nos preguntamos: “¿Qué es Saber?”
¿Qué sentís a partir de reconocer lo que sabés? ¿Podés decir que te sentís más seguro cuando
declarás que sabés algo? Dirías que ¿está relacionado, en nuestra cultura, el saber con la
seguridad?
¿Con qué más está relacionado? Siendo que podemos hablar de esta tradición cultural desde su
inquietud de definir a los seres humanos como seres racionales: ¿con qué está relacionado el
ser racional? ¿Escuchaste alguna vez el juicio de que los humanos somos superiores a los
animales por ser racionales?
Podemos suponer que para nuestra tradición cultural existen ciertos juicios o creencias no
siempre cuestionadas en nuestra vida cotidiana que relacionan el saber con el tener poder o
autoridad o con el ser superiores (ser dueños de la verdad).
De esta manera, el saber (entendido como tener información) nos da una sensación de
seguridad ante un mundo que cambia constantemente.
Nuestra propuesta entonces abre otra pregunta: ¿Saber es Conocer? y si así es, entonces
¿Cómo conocemos?
Decimos que sabemos cuando sabemos hacer o cuando somos capaces de realizar una acción
efectiva. Y siguiendo a H. Maturana decimos “conocer es hacer y hacer es conocer”.
A partir de este supuesto decimos entonces que cuando hacemos: conocemos, y entonces
también decimos que sabemos.
Es desde esta mirada que podemos decir que el Aprendizaje abre espacios nuevos de
posibilidad (de acción hasta ahora no disponible). Abrirnos a lo desconocido abre
mundos hasta ahora no explorados.
Aquí distinguimos una diferente manera de mostrar las etapas del aprendizaje:
El arrogante: cree que sabe, pero no sabe que no sabe y por lo tanto no aprende.
El elefante en el bazar: cree que sabe porque tiene algunas nuevas palabras, pero no es
competente a la hora de conectar las distinciones con la acción. Es peligroso por su ceguera a
que no sabe y generalmente declara quiebres solo cuando cometió errores a veces muy
costosos.
Hasta aquí no entramos en la posibilidad de Aprender, sigamos...
El Principiante: sabe que no sabe y puede pedir ayuda para que alguien le enseñe.
El Principiante Avanzado: ha incorporado las nuevas distinciones de ese dominio en el que
quiere aprender y algunas acciones. Puede comenzar a moverse pero necesita supervisión.
El Competente: puede hacer promesas en determinado dominio de acciones y cumplirlas. Se
diferencia del principiante avanzado por la consistencia en su accionar y porque puede accionar
sin necesitar supervisión directa de cada acción.
Cuando decimos continuamente “esto yo ya lo sé” se cierran las posibilidades para el aprender y
la emoción que podemos reconocer en nosotros, cuando estamos en este espacio, es la de la
certidumbre.
Declarar no sé es indispensable para el aprendizaje. Lo que trae a la mano a la declaración de
ignorancia, que durante muchos años fue entendida culturalmente como un juicio/opinión
descalificatoria.
Otro punto a tener en cuenta en esta conversación es el hecho de que los seres humanos, desde
nuestra inquietud de dar sentido a lo que vivimos, creamos historias, nos contamos historias que
vienen desde nuestros supuestos y crean un sentido de coherencia para nosotros.
Entonces, generalmente, cuando estamos frente a algo nuevo, nuestra vivencia es de amenaza
a nuestra coherencia, amenaza a nuestra manera tradicional de mirar el mundo.
Intervenir en estas coherencias nuestras es, en gran parte, la labor de un coach ontológico.
Poder desafiar nuestros supuestos abre mundos de acciones hasta ahora desconocidos para
nosotros.
Tener información es solo un momento y una posibilidad dentro del fenómeno del aprender. Es
solo el primer eslabón del aprender. Es muy importante en ciertos dominios, pero dada nuestra
tendencia de sobrevaluar la razón, solemos creer que sabiduría es sinónimo de información.
Esto suele ocultarnos que hay quienes tienen muy poca información y una gran sabiduría. ¿Se te
ocurre alguien?
La sabiduría tiene que ver con el arte de vivir. Recordemos entonces, que tener solo la
información no es suficiente para decir que aprendimos.
Saber hacer implica tener las competencias para fundar los juicios sobre cuál es la información
válida que me permite generar la acción efectiva, a fin de lograr el resultado que me propongo.
Cuantas veces nos cerramos a aprender cuando, ante lo nuevo, nos decimos yo nunca podría
aprender eso. Detrás de esta frase pueden haber diferentes supuestos: no soy lo
suficientemente hábil para conocer esto, o esto es demasiado complicado para mí. Podríamos
tener una lista interminable de dado la persona que soy no podría aprender eso.
Esta reacción ante lo nuevo genera la pérdida de la autoconfianza, nos predispone al cierre de la
posibilidad de accionar, y limita en nuestra capacidad de comprometernos o de arriesgar.
¿Cuáles son tus propios supuestos de dado quién soy, no puedo aprender”? ¿En que dominios
de acción te aparecen? ¿En dónde o de quién los escuchaste por primera vez? (escribí tus
reflexiones en tu diario/cuaderno).
Hacemos preguntas y creemos que porque las hicimos deben ser contestadas. No vemos los
presupuestos detrás de las preguntas. Para investigar en este obstáculo te invitamos a que te
hagas preguntas y a que, en lugar de respondértelas, observes cuáles son los pre-supuestos
que sostienen la posibilidad de hacerte estas preguntas. Puede ser muy divertido que lo hagas.
Hay quienes han desarrollado ansiedad por tener claro todo, todo el tiempo. No aceptan la
reflexión ni el tiempo necesario para habitar en las preguntas nunca antes formuladas.
Viven necesitando respuestas para sentirse más seguros y de esta manera evitan la
incertidumbre del adentrarse en lo desconocido.
No declaran quiebres y usan las crisis para moverse o piden ayuda cuando la situación es casi
insostenible.
Estamos inmersos en un paradigma que, como estamos viendo, confunde el saber con tener
información. Además vimos que cuando decimos que sabemos nos sentimos más seguros.
Sin embargo, todos hemos reconocido alguna vez que hay una conexión directa entre nuestra
capacidad para aprender y lo que sentimos cuando estamos aprendiendo algo.
No se aprende igual desde el miedo, la culpa o la vergüenza. Esto es muy importante: el
contexto enseña más que el texto!
De esta manera hay emociones, entendidas como predisposiciones para la acción, que están
disponibles para nosotros en nuestros momentos de aprendizaje y otras que no.
Un ejemplo de esto es la arrogancia. Podríamos definirla como la emoción que está ligada a la
declaración de yo todo lo sé y no hay nada más que necesite aprender. Cuando estamos en la
arrogancia simplemente no estamos disponibles al aprendizaje.
La gravedad
La trivialidad
Es uno de los contextos emocionales más nocivos a la hora de aprender. Si los que habitan la
gravedad viven pretendiendo la seriedad, los triviales pretenden evitarla. Viven en la risa, en el
sarcasmo y la ironía, en pos de la buena onda.
Por supuesto evitan el reírse de sí mismos y viven riéndose de los demás. Generan a su
alrededor una atmósfera de miedo al ridículo o a la descalificación.
Evitan ser confrontados y se disfrazan de simpáticos o de buenas personas.
Cuando la trivialidad se convierte en el contexto predominante en una cultura u organización los
resultados tienden a ser mediocres, medidos con los estándares más bajos. Es un espacio en
donde no hay preguntas porque no existe la posibilidad de la reflexión.
La desconfianza
Cuando concedemos autoridad a alguien para que nos enseñe, estamos diciendo que confiamos
en esa persona, en sus competencias en ese dominio y en su compromiso a asistirnos en el
proceso de aprender.
¿Qué ocurre cuando declaramos que no confiamos? ¿Qué se abre y qué se cierra como
posibilidad, cuando la desconfianza es el espacio desde el cuál actuamos?
El espacio de posibilidades se amplía, o se limita, drásticamente ante la presencia, o la ausencia,
de estas emocionalidades, la confianza y la desconfianza.
Reflexión de Cierre
Todo ciclo de aprendizaje se cierra con el reconocimiento de que ahora somos capaces de
realizar lo que no éramos capaces en el pasado. Cuando esto sucede, sabemos que sabemos, y
entonces, sabemos que hemos aprendido.
Mediante el aprendizaje nos diseñamos, se abre el espacio para convertirnos en personas
diferentes.
Creando nuevas acciones y nuevas prácticas estamos transformándonos permanentemente… el
aprendizaje es una de las actividades más importantes de nuestras vidas, nos capacita para
trascender, para ir más allá de nosotros mismos.
Al expandir nuestra capacidad de acción, estamos transformando permanentemente quiénes
somos. La Ontología del Lenguaje dice que actuamos de acuerdo a como somos y somos de
acuerdo a como actuamos.