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Jesús, un judío de Galilea

Se llamaba Yeshúa, y a él probablemente le agradaba.


Según la etimología más popular, el nombre quiere decir
“Yahvéh salva”. Se lo había puesto su padre el día de su
circuncisión. Era un nombre corriente en aquel tiempo.

• Galilea era una sociedad agraria. Los


contemporáneos de Jesús vivían del campo, como
todos los pueblos del siglo I integrados en el
Imperio.

• En la región del lago Tiberíades, donde tanto se


movió Jesús, la pesca tenía gran importancia.

• Las tierras de Galilea pertenecían a Roma, la


capital del Imperio, por eso exigían el
correspondiente tributo a quienes trabajaban la tierra.

• Los grandes terratenientes vivían de ordinario en las ciudades y arrendaban sus tierras a
los campesinos del lugar y las vigilaban por medio de administradores.

• Hay indicios de que en tiempos de Jesús estos grandes propietarios fueron haciéndose con
nuevas tierras de familias endeudadas.

• Había muchos campesinos que trabajaban tierras de su propiedad, ayudados por toda su
familia. Muchos eran jornaleros que se movían por las regiones buscando trabajo.

¿Cómo entendió su vida?


• En un determinado momento, Jesús se acercó a Juan el Bautista, escuchó su llamada a la
conversión y se hizo bautizar por él en las aguas del río Jordán.

• En el silencio de la noche, Jesús escucha la voz de Dios que lo llama a una misión nueva.

• Jesús, da por terminada la preparación que el Bautista ha impulsado hasta entonces y


transforma su proyecto en otro nuevo.

• En Él se va despertando una convicción: Dios va a actuar en esta situación desesperada de


un modo insospechado. Lo que Juan esperaba para el futuro empieza ya a hacerse
realidad.

• Jesús comienza a hablar su propio lenguaje: Está llegando el Reino de Dios. No hay que
seguir esperando más, hay que acogerlo. Es necesario proclamar a todos esta “Buena
Noticia”.
• El pueblo se ha de convertir, pero la conversión no va a consistir en prepararse para un
juicio, como pensaba Juan, sino en “entrar” en el Reino de Dios y acoger su perdón
salvador.

• Para Jesús, ha llegado el momento de celebrar comidas abiertas a todos, para acoger y
celebrar la vida nueva que Dios quiere instaurar en su pueblo.

• Convierte así el banquete compartido por todos en el símbolo más expresivo de un pueblo
que acoge la plenitud de vida querida por Dios.

Jesús se entendió a sí mismo como:


– Hijo de Dios.
– Creyente fiel.
– Hombre de oración.
– Profeta itinerante.
– Reformador pacífico.
– Portador de la Buena Noticia del Reino.
– Repartidor de perdón inmerecido.

¿Dónde está la fuerza de su persona?


• “Jesús pasó por el mundo haciendo el bien” (Hch.10,38)

• Contagia salud y vida. Las gentes de Galilea lo sienten como alguien que cura porque está
habitado por el Espíritu y la fuerza sanadora de Dios.

• La gente no acude a él en busca de remedios, sino para encontrarse con él.

• En la raíz de esta fuerza curadora e inspirando su actuación está siempre su amor


compasivo.

• Por eso cura siempre de manera gratuita. No busca nada para sí mismo. La curación que
suscita la llegada del Reino de Dios es gratuita.

• Tiene su propio estilo de curar. Lo hace con la fuerza de su palabra y los gestos de sus
manos. Su palabra es clara.

¿A quiénes defendió?
• La actividad de Jesús en medio de las aldeas de Galilea y su mensaje del “Reino de Dios”
representaban una fuerte crítica al sistema establecido por el Imperio.
• Su firme defensa de los indigentes y hambrientos, su acogida preferente a los últimos de
aquella sociedad o su condena de la vida suntuosa de los ricos de las ciudades, era un
desafío público a aquel programa socio-político que impulsaba Antipas, favoreciendo los
intereses de los más poderosos y hundiendo en la indigencia a los más débiles.

• Jesús defendió a los últimos de Galilea: los que no tienen nada, gentes que viven al límite,
los desposeídos de todo, los que están en el otro extremo de las minorías poderosas.

• Afirmaba con su vida y sus palabras que Dios se posiciona del lado de los que no tienen a
nadie, de los que son “material sobrante del Imperio”: mujeres, prostitutas, viudas,
huérfanos, vagabundos, enfermos, pecadores…

• Los pecadores son sus compañeros de mesa, los publicanos y las prostitutas gozan de su
amistad.

• Sentarse a la mesa con alguien es siempre una prueba de respeto, confianza y amistad.
No se come con cualquiera…

• “Ahí tienen un comilón, bebedor de vino, amigo de pecadores…” (Lc.14)

¿Por qué lo mataron?


• Su trágico final no fue una sorpresa, se había ido gestando día a día desde que comenzó a
anunciar con pasión el proyecto de Dios que llevaba en su corazón.

• Mientras la gente lo acogía casi siempre con entusiasmo, en diversos sectores se iba
despertando la alarma.

• La libertad de ese “tal Jesús”, aquel hombre lleno de Dios, resultaba inquietante y
peligrosa.

• Su vida y predicación entraba en conflicto con sectores fariseos y recibió una fuerte
oposición de las autoridades religiosas.

• La idea de la muerte no le era extraña, pues así terminaban los profetas en Israel:
rechazados, incomprendidos, perseguidos.

• Jesús vio y vivió su muerte como consecuencia lógica de su entrega incondicional al


proyecto de Dios.

• Jesús no interpretó su muerte desde una perspectiva sacrificial. No era su lenguaje. Nunca
imaginó a su Padre como un Dios que pedía de él su muerte y destrucción para restaurar
“su honor”.

• Jesús entiende su muerte como ha entendido siempre su vida: un servicio al Reino de Dios
a favor de todos.

• “Yo estoy en medio de ustedes como el que sirve”, así estará también en la cruz, como el
que sirve.
¿En qué terminó la aventura de su vida?
• “La muerte no ha podido con Jesús; el crucificado está vivo. Dios lo ha resucitado”.

• Para los primeros cristianos, por encima de cualquier otra representación o esquema
mental, la resurrección de Jesús es una actuación de Dios que, con su fuerza creadora, lo
rescata de la muerte para introducirlo en la plenitud de su propia vida.

• El resucitado “se deja ver”. Se produce un encuentro personal con Jesús lleno de vida.

• El encuentro es un regalo. Los discípulos no hacen nada para provocarlo.

• Es una experiencia pacificadora que los reconcilia, que organiza el caos interior que dejó la
cruel crucifixión de su amigo, de su maestro.

• Es una experiencia que los transforma de raíz.

• Es un encuentro que necesitan comunicar a otros para contagiar la vida recibida.

Y a mí, ¿qué me cautiva de Jesús?

¿Qué valores, deseos, sentimientos, esperanzas,

actitudes de Jesús quiero que se hagan vida en mi vida?

¿Cómo puedo cultivar mi adhesión a Jesús?

¿Cómo deseo vivir mi vida?

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