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Prodavinci
Al igual que sucedió en 2013, la nueva Ley Habilitante pudo ser dictada gracias al
llamado “voto del Diputado 99”; esto es, gracias a la mayoría obtenida luego de
acordar el enjuiciamiento y separación del cargo de la Diputada Aranguren.
de otros estados en asuntos internos de la República, así como ante cualquier acción
belicistas, actividad externa o interna que pretenda violentar la paz, la tranquilidad
pública y el funcionamiento de las instituciones democráticas por un mundo seguro”.
En el 2010, por ejemplo, la Ley Habilitante se justificó en las lluvias que entonces
afectaron al país. Dentro de los Decretos-Leyes dictados se sancionó, sin embargo, la
Ley Orgánica del Trabajo. En 2013, la guerra económica y la lucha contra la
corrupción justificaron la habilitación, en cuyo ejercicio el Presidente reformó
íntegramente el régimen tributario.
En este caso, como vimos, la justificación formal de la nueva Ley Habilitante han sido
las sanciones reguladas en la orden del Presidente Obama. Como expliqué en
Prodavinci, esa orden no puede justificar una Ley Habilitante, en tanto la orden no
aplica ni incide en el territorio venezolano. Si el Gobierno venezolano considera que
esa orden es inapropiada, la respuesta adecuada debe darse en el plano diplomático o
en el plano internacional. Pero no hay relación lógica entre esa orden y la habilitación
ahora otorgada.
Sería un error concluir, sin embargo, que la habilitación al Presidente es una facultad
ilimitada.
De acuerdo con los principios del Estado de Derecho que formalmente rigen en
Venezuela, y diversos instrumentos internacionales como la Carta Democrática
Interamericana, la Ley Habilitante tiene que ser una figura excepcional.
Así, la función legislativa debe recaer en la Asamblea Nacional, pues solo ese órgano
representa la voluntad popular en la función legislativa. El ejercicio de esa función
legislativa por el Presidente de la República, con la consecuente concentración de
funciones, debe responder a una situación claramente excepcional. Esto implica no
solo que la extensión de la Ley Habilitante debe ser reducida, sino además, que la
habilitación solo puede ejercerse en materias específicas y taxativas.
Ello no ha sido así en la práctica. Desde 1999 se han aprobado 5 Leyes Habilitantes.
Esta sería, así, la sexta Ley Habilitante. Desde 1999, el Presidente ha sido
“excepcionalmente” habilitado para legislar por un total de 75 meses, con más de 260
Decretos-Leyes dictados.
El resultado ha sido que las principales Leyes que rigen la vida de los venezolanos han
sido dictadas por medio de Decretos-Leyes, desnaturalizándose así la función propia
de la Asamblea Nacional. Ello ha sido así, incluso, en materias que bajo la
interpretación democrática de la Constitución deben estar reservadas a la Asamblea
Nacional, como es la legislación penal y las Leyes Orgánicas.
El resultado final son demasiadas Leyes, lo cual es otro problema adicional. No solo la
función legislativa es ejercida, de hecho, por el Presidente de la República. Es que
además esa función se ha ejercido para dictar un número anormalmente alto de
Decretos-Leyes.
Con ello, la Ley pierde el valor que le corresponde en todo Estado de Derecho: ser
garante de la libertad promoviendo el orden y la seguridad jurídica. Es imposible que
la Ley cumpla esa función cuando se abusa de la figura para dictar, por ejemplo, 45
Decretos-Leyes en solo dos días.