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“15 Esfuérzate por presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse…” 2 Timoteo
2 NVI
CONSTANCIA
1 Timoteo 6:11
“11
Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso, y esmérate en seguir la justicia, la
piedad, la fe, el amor, la constancia y la humildad.”
No nos gustan las evaluaciones. Una hermana que era maestra de inglés en una
escuela de educación básica estaba aterrada por la reforma educativa. Estaba segura que
perdería su empleo. Sin embargo, el mero hecho de saber que seremos evaluados nos obliga
a prepararnos. Digámoslo así, es el garrote; pero es aún más importante la zanahoria, lo
positivo de una evaluación, el deseo de ser mejores, de triunfar, de alcanzar una meta o
realizar un proyecto. Pero aún hay un tercer factor que le da a la evaluación una dimensión
diferente, no basta el estímulo positivo o negativo, sino el verdadero motivo, que es interior,
el amor por el Señor, el amor por uno mismo. Este es un verdadero motivo, porque no
fluctuará con el tiempo ni se verá afectado por las circunstancias.
Así que el Apóstol Pablo le recomienda a Timoteo que una vez que va a ser presentado
delante del Señor, es conveniente que se esfuerce para presentarse aprobado.
“Yo solo ponía excusas para no ser constante, hasta que un día desperté y… ¡todas mis
metas se hicieron realidad!” – Lo dijo nunca nadie en la vida.
¿Qué es la constancia?
7
Rechaza las leyendas profanas y otros mitos semejantes. Más bien, ejercítate en la
piedad, 8 pues aunque el ejercicio físico trae algún provecho, la piedad es útil para todo, ya
que incluye una promesa no solo para la vida presente, sino también para la venidera.
• Dar, Mateo 6:1-5, constantes en el dar, “2 »Por eso, cuando des a los
necesitados
• Orar, Mateo 6:9-13, constantes en la oración, 9 »Ustedes deben orar así:
• Leer las Escrituras, Mateo 13, constantes en la palabra, 23 Pero el que recibió
la semilla que cayó en buen terreno es el que oye la palabra y la entiende. Este
sí produce una cosecha al treinta, al sesenta y hasta al ciento por uno»
El primer hábito bueno y básico para aprobar es ser constantes en cultivar una vida
piadosa por medio de la lectura de las Escrituras, la oración y el dar.