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Autores:
Concepción Betrán Pérez
Salvador Calatayud Giner
Pablo Cervera Ferri
Antonio Cubel Montesinos
Joaquim Cuevas Casaña
Alfonso Díez Minguela
Julio Martínez Galarraga
María Ángeles Pons Brías
María Teresa Sanchis Llopis
Daniel A. Tirado Fabregat
Valencia, 2014
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Indice general
INTRODUCCIÓN .......................................................................................................... 13
Jordi Palafox
Capítulo 1
LA ECONOMÍA MUNDIAL EN EL LARGO PLAZO
Alfonso Díez Minguela y Julio Martínez Galarraga
Capítulo 2
EL INICIO DEL CRECIMIENTO ECONÓMICO MODERNO
Pablo Cervera Ferri
Capítulo 3
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Alfonso Díez Minguela y Julio Martínez Galarraga
3.1. INTRODUCCIÓN................................................................................................. 78
3.2. LA INDUSTRIALIZACIÓN BRITÁNICA...................................................................... 78
3.2.1. La sustitución del trabajador por la máquina................................................ 78
3.2.2. La sustitución de las fuentes de energía tradicionales ................................... 85
3.2.3. La sustitución de la producción artesanal por la fábrica................................. 88
3.3. SOCIEDAD Y POBLACIÓN DURANTE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL........................ 96
3.3.1. Agricultura y Revolución Industrial............................................................... 99
3.3.2. Comercio y Revolución Industrial................................................................ 101
3.4. LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y LOS CAMBIOS EN LA ECONOMÍA MUNDIAL......... 102
BIBLIOGRAFÍA............................................................................................................... 105
Capítulo 4
EL ORIGEN DE LA EMPRESA INDUSTRIAL
Joaquim Cuevas Casaña
Capítulo 5
CRECIMIENTO ECONÓMICO
(1870-1913): INTERNACIONALIZACIÓN Y CAMBIO TECNOLÓGICO
Daniel A. Tirado Fabregat
Capítulo 6
LA ECONOMÍA DEL PERÍODO DE ENTREGUERRAS, 1918-1939
María Teresa Sanchis Llopis
Capítulo 7
LA EDAD DORADA DEL CAPITALISMO, 1945-1973
Salvador Calatayud Giner
Capítulo 8
LA EMPRESA EN LA SEGUNDA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Concepción Betrán Pérez
Capítulo 9
LA SEGUNDA GLOBALIZACIÓN: DE LA CRISIS ENERGÉTICA A LA TERCERA
REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
María Ángeles Pons Brías
Capítulo 10
LA GLOBALIZACIÓN Y LA EMPRESA GLOBAL
Antonio Cubel Montesinos
Apéndice
HERRAMIENTAS BÁSICAS PARA EL ANÁLISIS HISTÓRICO DE LA ECONOMÍA
Alfonso Díez Minguela y Julio Martínez Galarraga
Jordi Palafox
14 Introducción
una explicación robusta al interrogante. Al menos no una capaz de ser transformada en un conjunto
de medidas que, llevadas a la práctica, impulsen el crecimiento económico sostenido. Porque éste es el
único proceso que puede acabar con la situación dominante, ayer como hoy, de bajos niveles de ingreso,
de modesto o inexistente bienestar, para la mayor parte de la población mundial. Pero para entender
qué explica una heterogeneidad tan amplia en las trayectorias que han llevado a la situación actual y,
sobre todo, qué rasgos diferenciales dominan la evolución de aquellas economías que han tenido éxito
en este desafío, la mirada retrospectiva, el análisis desde la historia económica, es de utilidad.
La historia económica se dedica precisamente al estudio de la evolución de las economías a lo largo
del tiempo. Y el objetivo de gran parte de la investigación que realizan los especializados en ella no
pretende sólo mejorar el conocimiento sobre el pasado; también quiere contribuir a proporcionar un
marco explicativo para comprender el crecimiento económico de las diferentes sociedades en el largo
plazo asociado a la mejora del bienestar, o el estancamiento como reverso del mismo. Y si es cierto que,
como se acaba de señalar, no contamos con una teoría del desarrollo económico transformable en me-
didas que permitan generalizarlo al conjunto de los países, la historia económica sí puede realizar una
contribución decisiva: ayudar a comprender, al menos, algunos de los factores cruciales tanto en el éxito
como en el fracaso de los incontables intentos que han tenido lugar para impulsarlo.
Analizando las principales características de la economía en el pasado, examinando su evolución en
momentos diferentes en el tiempo, destacando qué procesos dominan la de los países que han logra-
do un aumento del bienestar material más elevado y durante más tiempo, o qué diferencias presenta
respecto a las que han tenido un éxito menor, podemos llegar a entender mejor la posición que ocupa
una sociedad dentro del contexto mundial. La cual nunca ha sido en la historia, ni lo es en el presente,
ni, se puede afirmar que lo será en el futuro, resultado de la casualidad. Todo lo contrario: las decisio-
nes adoptadas en una etapa del pasado han tenido en todo momento una relevancia indiscutible para
explicar la situación en la que se ha encontrado en un momento posterior. Como indicara uno de los
economistas que con mayor empeño trató de estrechar la colaboración entre teóricos de la economía
e historiadores de la misma, el austrohúngaro de nacimiento Joseph Schumpeter, la situación de una
economía en un momento dado no es sólo el resultado de las decisiones económicas adoptadas previa-
mente, sino de la situación pasada de esa sociedad tomada en su conjunto.
La historia económica, al diagnosticar las causas de las diferencias entre trayectorias, también ayuda
a comprender un aspecto que ha cautivado el interés de un buen número de investigadores: el auge
y decadencia de las naciones. Un fenómeno cuya principal concreción es el cambio de las economías
líderes a lo largo de la historia, aun cuando el cambio de posición afecta a casi todas ellas. Un rasgo
sobresaliente de la historia de la economía, independientemente de que se aborde ésta con una pers-
pectiva milenaria o considerando sólo lo ocurrido desde 1800, una fecha importante en la evolución
de las economías. Ha sido desde ella, durante los dos últimos siglos, cuando en un grupo reducido de
economías el aumento de la cantidad de bienes y servicios producidos se ha expandido a un ritmo in-
comparablemente superior a la de cualquier etapa anterior de la historia de la humanidad.
Esta modificación de liderazgos, o de posiciones relativas de las diferentes economías, tiene gran
actualidad en este comienzo del siglo XXI dominado por las transformaciones en un mundo que, hoy
sí, podemos afirmar que es un único mercado global. Y, sin embargo, la posición relativa de cada país,
y de forma destacada la de las primeras potencias, es considerada habitualmente un parámetro. Como
si fuera inalterable, permanente, ajena a la posibilidad de experimentar modificaciones. La historia
económica demuestra que no ha sido así. Enseña, antes al contrario, que aquellas sociedades que han
dado sus logros por consolidados, o no han sabido o podido adaptarse a los cambios, han acabado
empeorando su posición relativa.
Introducción 15
Como se acaba de señalar, la divergencia en el nivel de vida entre países es la característica dominan-
te de la historia económica del período que se inicia con la Revolución Francesa, lo que se denomina
historia contemporánea. Tanto durante el siglo XIX como durante el XX la renta por habitante de las
diferentes áreas del mundo que hoy se corresponden con los países “en vías de desarrollo” (un eufemis-
mo para no referirse a ellos como países pobres) ha quedado muy por detrás de los hoy desarrollados.
No fue así antes de 1800 cuando la importancia económica de países como China, o el continente
asiático en su conjunto, parece haber sido mucho más relevante de la que habitualmente se les concede
desde la aproximación eurocéntrica, dominante, como por otra parte es explicable, entre nosotros. U
otros países o civilizaciones si centramos la atención en épocas más alejadas del presente.
En cualquier caso, resulta incontrovertible que desde el inicio de lo que se denomina el crecimien-
to económico moderno, consolidado con la Revolución Industrial en Gran Bretaña a comienzos del
XIX, Europa —en realidad su parte noroccidental— junto, primero, a Estados Unidos y, después ya en
el siglo XX, Japón han constituido el reducido grupo de economías (con Canadá, Australia y Nueva
Zelanda) donde el crecimiento económico ha sido mayor. Y como consecuencia, mayor el bienestar
económico de sus habitantes hasta consolidar la enorme diferencia constatada al inicio.
Así, el resultado de esta trayectoria expansiva del producto y del producto por habitante desde
la Revolución Industrial ha sido unos niveles de vida que, en términos del conjunto de la población
mundial, deben ser valorados como excepcionales. Y ello a pesar de que la desigualdad dentro de esas
sociedades sea un rasgo relevante y esté aumentando en gran parte de ellas desde comienzos del siglo
XXI. Una dimensión también importante del bienestar, la desigualdad, que, como ha indicado Branco
Milanovic, plantea enormes desafíos en dimensiones muy distintas. Unos pueden parecer filosóficos
como la reflexión acerca de en qué medida es aceptable que el lugar de nacimiento de un ser humano
pueda condicionar de tal manera su trayectoria vital, concediéndole en los países hoy desarrollados el
carácter de derecho al disfrute de la acumulación de riqueza realizada por generaciones pasadas. Pero
otros son de índole puramente práctica. Porque en tanto que el desarrollo y el bienestar se refieren a los
seres humanos, o bien los pobres tienen posibilidades de llegar a ser más ricos allí donde residen hoy, o
se desplazarán mañana a otros lugares para intentar alcanzar este objetivo. Como indica el economista
serbio, “Observadas en abstracto no hay diferencia entre las dos opciones. Pero sin embargo desde el
punto de vista de la política real hay todo un mundo de diferencias entre ellas”.
El hecho es que aún con etapas de recesión muy destacadas, las tasas de crecimiento de largo plazo
de este reducido número de países que hoy cuentan con mayor nivel de producto por habitante han sido
elevadas (en términos históricos anteriores y en comparación con el resto). De nuevo en términos com-
parativos con los que han quedado fuera, éstas han sido muy similares aunque algunos de los miembros
inicialmente más pobres del grupo expandieron el producto total y por habitante lo suficientemente
rápido como para dar lugar a un proceso de convergencia y/o de modificación de las posiciones relati-
vas de cada uno de ellos dentro del grupo de los avanzados. Pero al mismo tiempo, la mayor parte del
territorio del globo, la inmensa mayoría de los países, ha quedado fuera hasta ahora del crecimiento
económico, ampliándose de esta manera la distancia entre ambos grupos.
Este libro está centrado en el análisis de las principales causas que explican la evolución excepcional
del limitado grupo de economías que han tenido éxito en la mejora del bienestar de sus habitantes,
aunque no por ello la evolución de las demás haya quedado al margen. Una excepcionalidad que, como
se intenta mostrar en los primeros capítulos, no es el resultado de la casualidad sino de la combinación
de un conjunto de variables que se han demostrado significativas para expandir de forma sostenida
el producto a un ritmo superior al crecimiento de la población. Y una excepcionalidad que, como se
analiza en sus capítulos finales, puede estar experimentado modificaciones relevantes desde finales del
siglo XX con la irrupción de nuevos países en la economía internacional. Algunos de ellos, como China
16 Introducción
o India, con unos rasgos como su tamaño económico o su población sin posibilidad de comparación
con los restantes, lo que modifica el marco en el que actúan todos los demás.
El que la trascendencia final de estos cambios en el rediseño de la estructura de la economía mundial
sea todavía incierta, no deja de ser otra razón para dotar al análisis del presente de un mejor conoci-
miento de la perspectiva histórica. Porque ésta ofrece ejemplos destacados que pueden ser útiles para
comprender qué está ocurriendo en la actualidad. Desde la óptica de la posición de España no es nece-
sario remontarse a la Época Moderna cuando el Imperio de la Corona de Castilla, entonces en manos
de la dinastía de los Habsburgo, fue un actor decisivo del mapa económico mundial. En fechas mucho
más recientes, a mediados del siglo XIX, los niveles de renta por habitante de España eran similares a
los de Suecia, y ambos estaban alejados de los alcanzados por Gran Bretaña, entonces fábrica del mun-
do. Hoy el país nórdico supera el 50 % de la cifra española.
Sin necesidad de sumar más ejemplos sobre una economía hoy secundaria en el contexto mundial,
hay un hecho que muestra que las modificaciones de las posiciones relativas, o los cambios en la supre-
macía, no deben descartarse: a lo largo del siglo XX Gran Bretaña ha perdido su hegemonía económica
y financiera, mantenida desde más de cien años atrás, en favor de Estados Unidos. Muy pocos contem-
poráneos fueron capaces de percibirlo y la mayoría de los británicos se negaron a reconocerlo incluso
cuando era evidente. El título del libro, Los tiempos cambian entronca con un texto bien conocido de
Bob Dylan que nunca ha perdido actualidad: The times They Are A-Changin y pretende destacar la
permanente actualidad de los cambios económicos; de ahí la atención prestada a las transformaciones
a lo largo del tiempo. Porque en no pocas ocasiones la historia de la economía muestra que, como él
cantaba, se ha hecho cierto el que “The slow one now/Will later be fast/ As the present now/ Will later
be past/ The order is Rapidly fadin’/ And the first one now/ Will later be last”.
La principal intención del volumen es ofrecer una síntesis breve y didáctica de la evolución de la
economía mundial articulada en torno a las bases que permitieron el surgimiento del crecimiento eco-
nómico en ese modesto grupo de economías. Un proceso que hizo posible romper definitivamente en
algunas áreas del planeta la inestable tensión entre población y recursos que durante milenios había
hecho imposible el aumento sostenido del bienestar material de los seres humanos. Aunque como se
muestra en sus dos primeros capítulos, ya al menos cien años antes las transformaciones resultantes de
una combinación favorable de instituciones, innovación técnica y ampliación del conocimiento habían
empezado a modificar el panorama previo dominado por los obstáculos tecnológicos e institucionales
al crecimiento. El libro está pensado, por tanto, como un texto de introducción para quienes desean
ampliar la corta perspectiva temporal con la que demasiado a menudo se aborda hoy el análisis de la
situación económica y de manera muy destacada los problemas a los que se enfrenta el logro de una
senda de crecimiento sostenido por parte de una economía.
Su origen y su destino más inmediato es, con todo, mucho más específico: disponer de un manual
para desarrollar la actividad docente de la parte teórica en las asignaturas de Historia Económica que
sea adecuado para las características de las generaciones que se incorporan en el inicio del siglo XXI
a la enseñanza universitaria en España. Unas generaciones que tienen rasgos específicos en sus cono-
cimientos y en sus formas de aprendizaje, muy diferentes a los de hace sólo pocos años. Y éstos sí que
son un parámetro, un dato inmodificable, para los dedicados a la docencia de la historia económica.
Porque, en todo caso, si la situación actual se modificara en el futuro lo previsible es que profundice la
tendencia actual. Con lo cual la sima del cambio de esas formas de aprendizaje respecto a las tradicio-
nales será todavía más profunda.
Es cierto que, afortunadamente, hoy se ha superado la excepcionalidad que presentaba la docencia
de la historia de la economía en España hace unos años cuando los textos básicos para la labor docente
Introducción 17
en las aulas eran escasos. En los últimos años se han publicado un buen número de textos, algunos
excelentes, destinados a complementar el aprendizaje de los rasgos básicos de la historia económica por
parte de quienes se matriculan en los primeros cursos de la enseñanza universitaria y específicamente
en los grados de Economía y Administración de Empresas, en donde mayoritariamente se concentra su
docencia. Unos estudiantes que en su inmensa mayoría tienen limitados conocimientos de historia o de
economía, y menores todavía de historia económica. Pero dada la velocidad a la que está teniendo lugar
la modificación de los conocimientos y las formas de aprendizaje de los nuevos estudiantes, los textos
publicados no satisfacen plenamente las necesidades actuales ni menos aún, cabe suponer, las futuras.
Al menos en vertientes muy destacadas.
Los ejemplos de esta inadecuación son en mi opinión muy numerosos pero dos, de contenido radi-
calmente diferente, pueden servir para ilustrarla. El primero, el nivel de entrenamiento de los estudian-
tes en el uso de conceptos habituales en economía y a la hora de establecer las interrelaciones básicas
entre variables. Aun cuando a los dedicados a su estudio nos parecen obvios los primeros y evidentes
las segundas, el hecho es que la práctica docente demuestra que no lo son. Y en los textos publicados
hasta ahora no siempre está solucionada esta discordancia. Y, un segundo ejemplo de los posibles a
destacar, es la excesiva extensión de la mayor parte de los manuales existentes que no cuentan, además,
con el apoyo que brindan las tan mencionadas, como limitadamente integradas en la docencia, nuevas
tecnologías de la comunicación y la información.
En relación con el primero de ellos, la situación recuerda, aunque sea aplicada a otro contexto, la
constatación que hiciera J.M. Keynes en la introducción de La Teoría General cuando resaltaba que
las ideas allí expuestas, aquí los procesos descritos, eran extraordinariamente simples. En este caso sin
duda lo son pero… para los que nos dedicamos a la economía o la historia económica o contamos
con conocimientos previos suficientes sobre ellas. No, según mi experiencia, para los estudiantes que
acaban de finalizar sus estudios de Bachillerato. De ahí que en el libro, además de haber intentado una
descripción simplificada de los principales acontecimientos y procesos de la historia de la economía
en sus diez primeros capítulos organizados cronológicamente, se incluyan dos apéndices: el primero
dedicado a la explicación de algunas herramientas básicas del análisis económico de uso común en
historia económica (básicamente los relacionados con el cálculo de macromagnitudes y la contabilidad
del crecimiento) y el segundo con un compendio de términos básicos. Uno y otro deben considerarse
sólo un primer intento para afrontar el rasgo mencionado. Será la práctica diaria, y la interacción con
los usuarios del volumen, las que mostrarán qué modificaciones deben introducirse en su contenido.
Porque el libro nace con la intención, al menos por parte de su editor, de ser actualizado periódicamente
si bien esta tarea se demostró en una iniciativa similar anterior mucho más ardua de lo imaginado.
En relación con la extensión de los manuales, el segundo de los ejemplos indicados, se puede debatir
cuanto se desee sobre las causas y consecuencias de la limitada capacidad de la mayoría de los estudian-
tes españoles de primeros cursos de universidad para estudiar a partir de textos básicos de extensión
considerada adecuada hace sólo pocos años. Pero la realidad es tozuda: demuestra que éste es uno de
sus rasgos destacados y probablemente con tendencia a aumentar en el futuro inmediato. Frente a ello,
mi opinión es que los historiadores económicos no debiéramos abrazar el axioma tan querido para
algunos de nuestros colegas de que si la realidad no se adapta a la teoría tanto peor para la realidad.
El objetivo es conseguir, aun en un marco académico generalmente adverso en sus incentivos a la de-
dicación docente, mejorar la formación de los futuros egresados universitarios fomentado con ello su
competitividad frente a los que cursan sus estudios en otros países, de la Unión Europea o de fuera de
ella. Por lo tanto, la situación debiera haber llevado ya a una reflexión colectiva general y la elaboración
de propuestas claras para su solución.
18 Introducción
No ha sido así y la superación de este problema está circunscrito al esfuerzo individual. De ahí, que
en este volumen se haya realizado un esfuerzo reseñable, seguramente sólo a medias coronado por el
éxito, para concentrar la atención en las argumentaciones centrales a costa de su extensión. Lo cual
ha llevado a prestar atención especial a dos aspectos colaterales. Por un lado, a destacar en apartados
separados puntos relevantes pero cuya inclusión en el texto podía hacerle perder claridad expositiva.
Por otro, se ha cuidado la información de cuadros y gráficos, una labor en cuya homogenización y pre-
sentación ha sido decisiva la rigurosa dedicación entusiasta de Alfonso Díez Minguela, el más joven de
los autores. A ello se añade, la intención de vincular la docencia, y por tanto su contenido, con la web
del área de Historia e Instituciones Económicas de la Universidad de Valencia (www.ehvalencia.es), una
herramienta poco utilizada todavía hoy en España y que todo indica que debiera transformarse en fun-
damental en un futuro si se desea alcanzar los objetivos docentes señalados. Como en el caso del primer
ejemplo, será el uso del texto conectado con la información en red el que guiará las modificaciones a
introducir en las ediciones revisadas que se realicen.
Por tanto, el libro es el resultado del esfuerzo conjunto de sus autores, de formación y preferencia
metodológica muy diversa, para contar con un texto adecuado a su labor docente dentro de la realidad
universitaria española actual. La organización y contenido de los diez capítulos, tres de ellos dedicados
a las modificaciones en la organización empresarial para adaptarse e impulsar este proceso de cambio
y transformación permanente de la realidad económica, es inseparable del contenido de las diferentes
asignaturas en la Universidad de Valencia y de los programas de Historia Económica que imparte el
área de Historia e Instituciones Económicas de la misma. Los cuales, sin embargo, son muy similares
cuando no iguales a los vigentes en el resto de las universidades españolas.
Como, por otra parte, se indica al inicio de los capítulos cada uno de los profesores participantes en
el proyecto se ha encargado de redactar una parte específica del volumen. De esta forma, los capítulos
primero y tercero, así como el apéndice sobre las herramientas de análisis, son resultado de la labor
conjunta de Alfonso Díez Minguela y de Julio Martínez Galarraga, aun cuando en el apéndice varios
hemos realizado correcciones diversas sobre su primera versión. El primer capítulo es un largo recorri-
do por la historia, mostrando sus principales hitos y la profunda ruptura que implicó la consolidación
del crecimiento económico a partir de la Revolución Industrial en Gran Bretaña que es analizada con
detalle en el capítulo tercero. El segundo de los capítulos está dedicado a la economía preindustrial y ha
sido redactado por Pablo Cervera, mientras el autor del cuarto, el primero centrado en la adaptación
de las formas de organización empresarial a las transformaciones económicas e institucionales de la
economía de los siglos previos a la Revolución Industrial es responsabilidad de Joaquim Cuevas.
Los dos siguientes cubren la translación de la hegemonía económica y financiera de Gran Bretaña a
Estados Unidos desde finales del siglo XIX al final de la Segunda Guerra Mundial. Son obra de Daniel
Tirado y María Teresa Sanchis respectivamente. A su vez, la parte relativa a la segunda mitad del siglo
XX y a la expansión de nuevas formas de organización de las empresas nacidas durante la Segunda
Revolución Industrial, ha sido el resultado del trabajo de tres autores. Por el orden de los capítulos son
Salvador Calatayud, Concha Betrán y María Ángeles Pons. Mientras el primero ha sido el encargado
del capítulo centrado en los decenios posteriores a la Segunda Guerra Mundial, Concha Betrán ha
redactado el segundo de los capítulos dedicados a las transformaciones empresariales y María Ángeles
Pons el de la etapa que se inicia con la denominada crisis del petróleo y se prolonga hasta el inicio del
siglo XXI. Finalmente el capítulo décimo, dedicado a la trascendencia del surgimiento de nuevos tipos
de empresas (o de asociación entre ellas) ante las posibilidades que brindan los cambios tecnológicos y
el avance de Globalización es responsabilidad de Antonio Cubel.
Mi función como editor ha sido principalmente coordinar el esfuerzo de los autores. Aun así, tam-
bién he intentado mejorar la coherencia entre el contenido de los sucesivos capítulos y entre los diferen-
Introducción 19
tes enfoques tratando de moderar solapamientos y duplicidades y matizando, sin pretender anularlas,
las diferencias en el estilo de redacción o de carácter metodológico. También he elaborado el breve
epílogo y el compendio de términos con que finaliza el volumen. La intención primordial ha sido
realizar una función que permitiera moderar las lagunas o reiteraciones propias de un libro en el que
intervienen diez autores pero respetando, en ocasiones no sin esfuerzo, su diversidad de estilos y enfo-
ques. El objetivo en todo caso ha sido subrayar los elementos comunes vinculados a ese interrogante de
reflexión y análisis indicado al comienzo: por qué algunas economías han crecido mucho más que las
demás, dando como resultado las enormes divergencias en renta por habitante que dominan, hoy y han
dominado al menos desde hace dos siglos, la economía mundial.
Capítulo 1
La economía mundial en el largo
plazo
El crecimiento preindustrial fue muy limitado debido a la recurrencia de crisis cíclicas, provocadas
por el equilibrio inestable entre población y recursos. La familia era la unidad productiva principal,
la agricultura extensiva la actividad fundamental y no existían mercados articulados de factores
y productos. El régimen señorial reguló las relaciones socioeconómicas en la transición de la era
preindustrial a la Edad contemporánea en el Occidente europeo. El crecimiento de la producción
agrícola en los siglos XII y XIII relajó las exigencias señoriales y contribuyó a fomentar la actividad
comercial en las ciudades. El capital preindustrial, surgido en el mundo rural, se desplazó progresi-
vamente hacia los centros urbanos de los nacientes estados-nación.
A partir del siglo XVI, las monarquías del Occidente europeo protagonizarán la primera gran ex-
pansión de los mercados, fundando vastos imperios coloniales. Holandeses, franceses y británicos
desarrollaron una economía basada en la importación de materias primas, en la manufactura para la
exportación y, más adelante, en satisfacer la creciente demanda de consumo interior. El desgaste del
régimen señorial fue un estímulo necesario para intensificar las prácticas de cultivo y reorganizar la
propiedad. La Revolución agraria rompería definitivamente el esquema demográfico y económico del
feudalismo y sentaría las bases para el crecimiento económico moderno iniciado en Gran Bretaña.
476 800 1348 1453 1492 1535 1600 1733 1776 1783 1789 1798 1815
Segundo Treatise
Derrumbe La Peste Negra Ley de la Población, de
on Husbandry
del Imperio Inicio de la Thomas R. Malthus
de Jethro Tull; Independencia
romano de Revolución
Caída de agronomía de los Estados
Occidente de los
Carlomagno Constantinopla. moderna Unidos de
Precios América
emperador Fin de la Guerra
del Sacro de los Cien Años.
Imperio La imprenta
Fundación
romano-
de la The Wealth of Revolución Francesa
germánico
Compañía Nations, de
Británica Adam Smith.
Cristóbal Colón de Indias Revolución Teoría de la renta
llega a América Orientales americana diferencial, de David
Ricardo
La Revolución Industrial alteró el curso de la historia. Con ella se transformaron de manera radical
los métodos de producción y la organización de la sociedad. La agricultura dejó de ser la actividad
fundamental y la industria pasó a desempeñar un papel mucho más relevante dentro de la economía,
aumentando su contribución tanto al PIB como al empleo. La producción aumentó y también se
modificó la organización productiva. La mecanización, la sustitución de las fuentes de energía tradi-
cionales por el vapor y la consolidación de la fábrica, generaron un incremento de la productividad,
es decir, de la cantidad producida por trabajador y por unidad de tiempo. La Revolución Industrial
convirtió a Gran Bretaña en la ‘fábrica del mundo’ y en la primera potencia económica, política y
militar. La producción por habitante aumentó de manera gradual y sostenida a pesar del fuerte au-
mento demográfico. Al mismo tiempo que la sociedad británica dejaba atrás la trampa maltusiana,
su estructura experimentó profundos cambios. El medio rural fue reemplazado por el urbano, y el
trabajo por cuenta propia por el asalariado. La producción pasó de estar orientada a la subsistencia
a destinarse al intercambio en los mercados, y emergió con fuerza la lucha de clases entre dos nuevos
grupos sociales: el de los propietarios del capital y la clase obrera. Otros países occidentales siguie-
ron el ejemplo británico y se industrializaron a lo largo del siglo XIX. Como resultado, el bienestar
económico en estos países mejoró a un ritmo mucho mayor que el de los países no industrializados,
engrandeciendo y consolidando la divergencia económica.
A pesar de que la empresa moderna surge durante la Revolución Industrial, en la época preindus-
trial también hubo actividades e iniciativas que podemos denominar ‘empresariales’, en general
vinculadas al comercio y a la manufactura o artesanía. Todas ellas, se enfrentaron a las restricciones
de esa economía, como la rigidez de la oferta de factores y la modesta relevancia del mercado como
mecanismo de asignación de recursos. Su progresiva difusión paralela a los cambios en la tecno-
logía, en las instituciones y en la demanda, originaron empresas de mayor tamaño y complejidad
organizativa sobre todo desde el siglo XVII. Con los inicios de la Revolución Industrial cambiaron
las formas y estrategias de las empresas para aprovechar el nuevo marco de oportunidades que
ésta suponía. El surgimiento de la empresa industrial moderna se puede considerar una respuesta
organizativa a la aparición de nuevas fuentes de energía, a la liberación de los factores productivos,
y a la expansión de los mercados nacionales e internacionales. Primero en Inglaterra, las empresas
industriales adoptaron el sistema de fábrica concentrada, mecanizada, y con división del trabajo,
como forma más eficiente de organizarse y expandirse. Esto llevó a la desaparición progresiva de
oficios y de formas tradicionales de organizar la producción no mecanizada. Con el avance de la in-
dustrialización las empresas crecieron y se volvieron más complejas, sobre todo en los sectores más
intensivos en capital y tecnología, como el ferrocarril, punto de arranque de las grandes empresas
industriales propias de la Segunda Revolución Industrial.
Entre 1870 y 1913 la economía mundial experimentó cambios muy profundos. La creciente inte-
gración económica internacional y la génesis y difusión de los avances tecnológicos propios de la
Segunda Revolución Industrial modificaron su estructura y las de las relaciones económicas entre
países, en especial entre los de Europa y Estados Unidos. Avances en las comunicaciones (telégrafo
y teléfono) y en el transporte (construcción naval y mecánica de motores), una vez en funcionamien-
to las redes ferroviarias nacionales, posibilitaron una primera etapa de globalización económica,
aumentando la movilidad del capital y el trabajo y expandiendo los intercambios de bienes y servi-
cios. Simultáneamente, una oleada de innovaciones hizo posible el uso de nuevas fuentes de energía
(petróleo y electricidad) y el surgimiento de nuevos productos (aceros especiales, productos quími-
cos…). La estructura de la producción cambió radicalmente respecto a la etapa anterior con la difu-
sión de la cadena de montaje mientras la organización empresarial se modificaba para hacer frente
a la producción en gran escala. En gran medida vinculado a todo lo anterior, entre 1870 y 1913 se
produjo el declive británico como primera potencia mundial y el progresivo ascenso de los Estados
Unidos, que pasaría a ocupar este lugar a partir de 1914 y de manera indiscutida desde 1945.
La etapa que transcurre entre 1918 y 1939 está dominada por dos conflictos armados de una am-
plitud y consecuencias políticas de gran magnitud y por la crisis económica más profunda y prolon-
gada de la historia contemporánea. Las consecuencias de la Primera Guerra Mundial (1914-1918)
pueden en buena medida considerarse desencadenantes de la segunda que se prolongaría desde 1939
hasta 1945. Entre ambas, la Gran Depresión de los años treinta, iniciada a finales de 1929, afectó
directa o indirectamente a todos los países y no se superó hasta una década más tarde. Durante la
misma la disminución del PIB y el ascenso del desempleo alcanzaron una gravedad sin precedentes.
Por otro lado, con la revolución rusa de 1917 emergió un sistema económico y social, de planifi-
cación central o comunista, que hasta finales de los años 80’s del siglo XX fue considerado una
alternativa al capitalismo. Al mismo tiempo, en estos años se modificaron, al menos, dos parámetros
fundamentales de la economía. Por una parte, tuvo lugar la fase final de translación de la hegemonía
económica y política mundial de Gran Bretaña a Estados Unidos iniciada a finales del siglo XIX.
Y por otro lado, con la recesión se sentaron las bases de una concepción del funcionamiento de la
economía y del papel de la política económica distintas a los vigentes hasta 1914 y que dominarían
gran parte de la segunda mitad del siglo XX.
A finales del siglo XIX, con la Segunda Revolución Industrial y la primera etapa de la Globaliza-
ción, surge la gran empresa cuya expansión tendrá lugar después de la Segunda Guerra Mundial.
Estas corporaciones no serán sólo mucho mayores en tamaño sino que contarán con un modelo
organizativo diferente. Gran parte de ellas, se convirtieron en multinacionales localizándose en dis-
tintos países y organizando su ámbito de negocio a escala mundial. Por otro lado, la intervención
del Estado en la economía aumentó especialmente a partir de 1945. Dentro de esta intervención,
se crearon empresas de capital público, que comenzaron con el suministro de servicios públicos
(transporte, comunicaciones y energía, donde existían razones de monopolio natural), y además se
desarrollaron con los objetivos de política industrial de esa etapa. Igualmente, en los años 70 y 80
algunas empresas privadas se convirtieron en públicas para reconvertirlas y sanearlas. La mayor
parte de las empresas públicas se privatizaron en los años 90. Esta atención a las grandes empresas,
no debe hacer perder de vista que las empresas pequeñas y medianas han seguido siendo mayorita-
rias, especialmente en las industrias y en los distritos industriales donde el tamaño empresarial no
tiene que ser necesariamente grande.
Entre 1973 y 2013 han tenido lugar en la economía mundial, dos grandes crisis económicas, un
intenso proceso de cambio tecnológico (la “tercera” Revolución Industrial) y la aceleración de la
Globalización. Tras dos décadas de crecimiento, en 1973 se produjo una crisis económica cuyo
detonante fue un shock petrolero. La persistencia simultánea en los años siguientes de inflación y
desempleo elevados cuestionó la política económica keynesiana, y dio paso a un nuevo orden econó-
mico caracterizado por una mayor liberalización económica y una modificación de los componentes
de las políticas monetarias y fiscales. Estos cambios coincidieron con la expansión desde mediados
de los ochenta de la Globalización, que, desde entonces, parece estar provocando el paulatino tras-
lado del centro de gravedad económico mundial desde los países desarrollados a los emergentes,
fundamentalmente China e India. En los años noventa las economías más avanzadas recuperaron
la estabilidad macroeconómica y aumentaron su ritmo de crecimiento, aunque en los países emer-
gentes se produjeron varias crisis aunque de un efecto transitorio. En 2007/2008, finalizó la etapa
de expansión y estalló una recesión mundial con efectos duraderos, que inicialmente fue una crisis
financiera centrada esencialmente, aunque no exclusivamente, en los países desarrollados.
En las últimas décadas del siglo XX, un conjunto de innovaciones tecnológicas comenzaron a produ-
cir importantes cambios en las formas de producción, la organización empresarial o la organización
del trabajo. Esta Tercera Revolución Industrial se ha caracterizado por innovaciones en las Tecnolo-
gías de la Comunicación y la Información (las TIC que incluyen los ordenadores, la telefonía móvil
o internet), pero también han tenido lugar innovaciones muy relevantes en los sistemas de transporte
o en otros campos menos vinculados a la organización de la producción como la biotecnología o
la salud. Como en el caso de las dos revoluciones industriales anteriores estas nuevas tecnologías
de la información y el transporte han provocado importantes transformaciones en la organización
del trabajo y de las empresas. Frente a la integración vertical que simboliza la etapa anterior, en
estos decenios han emergido nuevas formas de organización empresarial (la manufactura flexible),
de organización del trabajo y las formas empresariales (las empresas en red). Al mismo tiempo, las
posibilidades de controlar la producción a distancia junto a la estabilidad macroeconómica de algu-
nos países no desarrollados han modificado la distribución de la producción, haciendo intervenir en
el proceso un mayor número de países. De esta forma, el impulso de la Globalización desde finales
del siglo XX está dando lugar no sólo a una nueva geografía económica del mundo sino a nuevas
formas de organización empresarial desconocidas hasta ahora.
Inicio de los
ENIAC procesos de
Desarrollo del Entrada de China
Primer privatización
primer contenedor en la Organización
ordenador de las
intermodal Fundación de Apple y Mundial del
para usos Primera
desarrollo del Apple I Empresas Comercio
militares versión
Públicas
comercial de
Windows
1947 1959 1976 1981 1990
Jordi Palafox
Términos Económicos Básicos
ACUERDO GENERAL SOBRE ARANCELES ADUANEROS Y COMERCIO (GATT). Acuerdo inter-
nacional iniciado en 1947 para reducir la protección arancelaria y promover el libre comercio. Con
ese objetivo se produjeron ocho rondas de negociaciones internacionales para ampliar la reducción
de las restricciones a la libre movilidad de bienes y capitales. En 1995 fue sustituido por la Organiza-
ción Mundial del Comercio (OMC).
ACUMULACIÓN DE CAPITAL. El uso de la inversión para aumentar activos de capital.
AHORRO. Ingreso no utilizado para el consumo actual.
ANALFABETISMO, TASA DE. Porcentaje de la población de 15 años y más años que no es capaz,
comprendiéndola, de leer y escribir una frase simple acerca de su vida cotidiana.
ARANCELES. Impuestos que gravan los bienes o servicios importados. Pueden establecerse como un
porcentaje del valor del bien importado o como cantidad fija por unidad. Se utilizan para proteger
las industrias nacionales de la competencia extranjera y aumentar los ingresos del gobierno. (Ver
proteccionismo).
BALANZA DE PAGOS. Registro de las transacciones de un país con el resto del mundo por unidad de
tiempo. Tiene dos componentes principales: la balanza por cuenta corriente (transacciones de bienes
y servicios y los pagos por transferencias) y la balanza de movimiento de capitales.
BANCO MUNDIAL. Institución financiera internacional cuyo objetivo es reducir la pobreza y mejorar
el nivel de vida de los habitantes de los países de menor PIB por habitante promoviendo el desarrollo
sostenible. Es propiedad de los gobiernos de sus 181 países miembros y su actividad principal son
los préstamos y las ayudas a los países de menor PIB por habitante así como la asistencia técnica y
asesoramiento sobre políticas a sus gobiernos.
BIENES PÚBLICOS. Bienes no rivales —su consumo por una persona no reduce la oferta disponible
para los demás —y no excluyentes— no se puede evitar su disfrute por una parte de los consumido-
res—. La defensa nacional es el ejemplo más citado. Los caminos rurales son también bienes públicos
proveídos en beneficio de un grupo reducido de personas. Así mismo, puede hablarse de bienes pú-
blicos globales si benefician a la población mundial. La paz y la seguridad internacional o la lucha
contra el cambio climático serían ejemplos.
BRIC. Acrónimo de Brasil, Rusia, India y China. Fue establecido en un Informe de Goldan & Sachs en
2003 en el que se destacaba la importancia del crecimiento que estaban experimentando estos cuatro
países y estimaba su peso económico en 2050. Según sus conclusiones en ese año superarán a los siete
países más desarrollados (G7). Lo ocurrido desde 2003 parece mostrar que sus estimaciones eran
conservadoras habiendo sido superadas por los hechos.
BIENES DE CAPITAL. Activos utilizados para producir bienes y servicios. Actualmente se suele dife-
renciar entre capital físico, capital natural y capital humano.
CAPITAL FÍSICO. Los edificios, las máquinas y los equipos técnicos utilizados en la producción más las
existencias de materias primas, productos semielaborados y productos terminados.
Apéndice
Herramientas básicas para el
análisis histórico de la economía
La aproximación a la medición del bienestar por parte de los economistas tiene vertientes muy dis-
tintas. No sólo depende del tipo de aproximación analítica que se realice sino de la relevancia que se
conceda a sus diferentes dimensiones. La percepción de lo que se entiende por bienestar puede ser he-
terogénea ya que varía según individuos, sociedades, épocas e incluso investigadores. De hecho, existe
una rama de la economía denominada economía del bienestar, cuyos objetivos son extraordinariamente
variados. A pesar de las limitaciones que tiene el concepto y de las controversias que suscita, en este
libro el bienestar está vinculado con los bienes que puede adquirir un individuo dados sus ingresos,
es decir, el bienestar económico o material. Ello, como se acaba de indicar, deja fuera elementos que
pueden ser determinantes en el nivel de bienestar alcanzado por un individuo o sociedad pero tiene a
su favor tanto la tradición de al menos el último medio siglo, la simplicidad relativa de los indicadores
que lo cuantifican y la facilidad de las comparaciones entre países al existir información cuantitativa de
base para la mayoría de ellos.
Además, cabe resaltar que en los últimos años, especialmente a partir de las influyentes aportaciones
del economista Amartya Sen, premio Nobel de economía en 1998, esta aproximación se ha modificado
de manera apreciable introduciendo una perspectiva del bienestar con más dimensiones que la que se
acaba de definir. Su aportación más relevante a la teoría del desarrollo humano es quizá el enfoque
basado en las capacidades para conseguir el tipo de vida que valoran los individuos de una sociedad. La
capacidad de una persona para vivir una vida satisfactoria, su bienestar, es definido por Sen en términos
de “estar y tener”. Por ejemplo, “estar en buen estado de salud” o “tener relaciones afectivas con otras
personas”. No obstante, este cambio de enfoque ha influido modestamente en las investigaciones de
historia económica y todavía está lejos de ser mayoritario.
La consecuencia más evidente de lo que se acaba de indicar es que una aproximación al estudio del
bienestar económico, como se realiza en este libro y se acaba de mencionar, requiere calcular el ingre-
so medio por habitante. Para ello es necesario conocer cuántos individuos componen una sociedad y
cuáles son sus ingresos totales. Los ingresos de un individuo equivalen a las rentas obtenidas por los
activos o recursos que posee. Por ejemplo, el salario sería la renta percibida por el trabajo, mientras
que el alquiler de un inmueble representaría la renta recibida por el arrendamiento de esta propiedad.
No obstante, reunir toda esta información económica es una tarea extraordinariamente compleja. Por
esto, la mayor parte de los esfuerzos estadísticos tras la Segunda Guerra Mundial se orientaron, todavía
hoy siguen orientados, a aproximar el ingreso medio por habitante mediante el Producto Interior Bruto
(PIB) por habitante o PIB per cápita. El denominador de este cociente (población) no presenta grandes