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Taller de Investigación
Araceli Barragán Coronel
Edgar Allan Poe nos guía, a través de una narración en primera persona, hacia la
solución de un crimen inusitadamente sangriento en la ciudad de París, Francia. En donde
su compañero, C. Augusto Dupin, por medio de observaciones y conjeturas llega al
descabellado esclarecimiento de los asesinatos de la señora L’Espanaye y su hija.
A través de la historia, el autor refiere a Dupin como el analista modelo que describe
en la introducción de su obra: una persona con gran capacidad de observación y talento
para encontrar particularidades y generalidades de un hecho o elemento, que le permiten
llegar a conjeturas muy aproximadas a la realidad. Características que se ven reforzadas
por el “instinto analista” (entusiasmo por resolver acertijos, paradigmas, etc.), atención
constante, ingenio en medida (no “dejar volar la imaginación”, pero si tener la facultad de
considerar posibilidades); así como la visión de un mismo hecho desde diferentes
perspectivas sin dejarse llevar por la profundización que conduce al analista a perderse
dentro de un mismo objeto.
Es realmente interesante la manera en que Edgar Allan Poe hace visibles las
capacidades que un verdadero analista e investigador debe poseer, pues a través de la
narración podemos identificar los aspectos que anteriormente menciona. Sin embargo,
también salen a la luz las prácticas que permiten alcanzar y comprobar el conocimiento.