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México: McGraw‐Hill, pp. 26‐33.
Primera contribuciones a la administración
Muchos escritos e ideas relacionadas con la Administración datan de la antigüedad. Entre
ellos figuran las escrituras de los egipcios, los griegos y romanos. También existen la
experiencia y la práctica administrativas de las Iglesia Católica, organizaciones militares y
los cameralistas, desde el siglo XVI hasta el XVIII.
La administración en la antigüedad.
Ciertos papiros egipcios del año 1 300 a.C. indican la importancia que se daba a la
administración y a la organización en los estados burocráticos de la antigüedad. Algo
similar ocurrió en la antigua China. En las parábolas de Confucio se encuentran sugeridas
para la administración pública, y recomendaciones sobre la necesidad de seleccionar
hombre honestos, desinteresados y capaces para los cargos públicos.
Aunque en la historia de la Grecia antigua no se encuentran muchas referencias a los
principios de la administración, la propia existencia de la comunidad de Atenas, con sus
concilios, sus cortes populares, sus funcionarios administrativos y sus juntas de generales,
indica una compresión de la función administrativa. La definición socrática de
Administración, como una actividad distinta del conocimiento técnico y de la experiencia,
es muy similar a nuestra concepción actual.
Las crónicas sobre administración en la Roma antigua son incompletas, pero es bien
sabido que la complejidad de las labores administrativas requirió un considerable
desarrollo de las técnicas de la administración. La existencia de los magistrados romanos,
con sus áreas funcionales de autoridad y sus grados de importancia, indica una relación
piramidal característica de la organización. Se considera que el éxito del Imperio de debió
al talento genial de los romanos para la organización. El uso del principio jerárquico y de la
delegación de autoridad permitió a la ciudad de Roma expandirse hasta formar un imperio
con una eficiencia en su organización nunca antes vista.
La Iglesia Católica Romana
Si cabe juzgar según los años de la vida, la organización formal mas afectiva de la historia
de la civilización occidental ha sido la Iglesia Católica. Su larga vida como organización se
ha debido no solo al atractivo de sus objetivos, sino también a la afectividad de su
organización y de sus técnicas administrativas. Ejemplos notables de estas técnicas son el
desarrollo de una autoridad jerárquica con una organización territorial de la misma
naturaleza, la especialización de sus actividades de acuerdo líneas funcionales y de la
utilización, desde un principio, del Staff. Llama la atención el hecho de que estas técnicas
utilizadas durante siglos por la Iglesia Católica no hayan sido imitadas por otras
organizaciones. Mooney que “solamente un descuido general en el estudio de la
organización” puede explicar por qué el principio de Staff, tan importante en la
organización de la Iglesia Católica, fue adoptado por las demás organizaciones en épocas
tan recientes.
Organizaciones militares.
Como se podría esperar, algunos de los principios y prácticas más importantes en la
moderna administración de empresas se originaron en las organizaciones militares. A
excepción de la Iglesia, éstas han sido las únicas formas de organización en la historia de la
civilización occidental, que se han visto forzadas a desarrollar, por lo problemas
inherentes al manejo de grades grupos, los principios de la administración. A pesar de la
necesidad, las organizaciones militares no crearon mucha teoría aplicable a la práctica
sino hasta hace dos siglos.
Aunque las organizaciones militares habían conservado un carácter sencillo, y se limitaron
en buena parte a refinar las relaciones de autoridad, no hay duda que en el transcurso de
las historia ha mejorado sus técnicas de liderazgo. Los ejércitos primitivos, aun aquéllos
formados por mercenarios, se caracterizaron por tener una elevada moral entre los
hombres y una buena coordinación entre los objetivos individuales y colectivos. La historia
presenta numerosos ejemplos de jefes militares que tuvieron como política general
comunicar a sus hombres sus planes y objetivos, y crearon así lo que Mooney llama una
“unidad de doctrina” en las organización. Comandantes tan autocráticos como Napoleón,
complementaban su autoridad con una explicación cuidadosa del propósito de sus
órdenes.
Con posterioridad, sin embargo, las organizaciones militares aplicaron otros principios de
organización. Entre los más importantes merece mencionarse el principio de Staff o de
Estado Mayor. Aunque la expresión Estado Mayor General apareció por primera vez en el
ejército francés de 1790 y aunque ciertas funciones de Estado Mayor caracterizaron a las
organizaciones militares durante mucho tiempo, el concepto moderno de Staff general, o
estado mayor, se originó en los ejércitos prusianos del siglo pasado. Se refiere a un grupo
organizado bajo el mando de un jefe de estado mayor, que tenía funciones de información
y de asesoría especializada y prestaba servicio auxiliares, los cuales han llegado a ser
aspectos esenciales para las organizaciones militares, como para otros tipos de empresas.
Los cameralistas
Los cameralistas fueron un grupo de administradores públicos y de intelectuales
alemanes y austriacos, de los siglos XVI a XVIII, que sostenían en general las mismas tesis
que las escuelas económicas de los mercantilistas británicos y de los fisiócratas franceses.
Todos ellos consideraban que para aumentar el poder de un país era necesario aumentar
su riqueza material, pero la escuela cameralista se distinguió por ser uno de los primeros
grupos que señaló a la Administración sistémica como fuente d fuerza.
Los cameralistas creían en la universalidad de las técnicas de administración y afirman que
en la administración acertada del Estado de sus departamentos se requerían las mismas
cualidades de conducían al aumento de las riqueza personal. En el desarrollo de los
principios de administración, hicieron hincapié en la especialización por funciones en el
cuidado en la selección y entrenamiento de los funcionarios administrativos; establecieron
las funciones de contralor en el gobierno, agilizaron los procesos legales y simplificaron los
procedimientos administrativos.
PRECURSORES DE LA TAYLOR Y DE LA ADMINISTRACIÓN CIENTIFICA
Si bien Frederick Taylor realizó sus investigaciones en los primeros años del siglo XX y es
generalmente llamado “el padre de la Administración científica”, muchas personas
anteriores a él hicieron contribuciones considerables el desarrollo del pensamiento
administrativo. Algunas de ellas se mencionan a continuación.
Tal vez los más remotos usuarios del enfoque científico de la administración fueron Watt y
Boulton, hijos del los pioneros que inventaron y desarrollaron la máquina de vapor. Ellos
se hicieron cargo de la administración de Soho Engineering Foundry en Gran Bretaña,
cuando sus padres la fundaron en 1796. Watt se encargó de las organizaciones y
administración, y Boulton se dedicó a las ventas o actividades comerciales. Durante la
década siguiente, Watt y Boulton idearon una serie de sistemas de administración, los
cuales aún sorprenden a los teóricos de nuestros días.
Entre las técnicas administrativas ideadas por estos hombres para la Soho, se observan
algunas como: investigaciones de mercado y pronósticos, planeación de las disposición de
las maquinas en términos de los requerimientos de flujo de trabajo, planeación de las
producción, estándares para el proceso productivo y estandarización de los componentes
del producto. En las áreas contables y costos, Watt y Boulton efectuaron detallados
registros estadísticos y crearon sistemas manufacturada para cada departamento. En el
área de personal, perfeccionaron programas de entrenamiento para obreros y ejecutivos,
remuneración y estudio del trabajo por resultados, basándose en estudios del trabajo y
programas de bienestar como el de beneficios por enfermedad, administrados por un
comité de empleados.
Robert Owen
Robert Owen, uno de los más destacados industriales del siglo XIX, fue un importante
pionero de la administración. Durante del periodo de 1800 a 1828, Owen llevó a cado lo
que se consideró como un experimento sin precedentes en el grupo de empresas textiles
que administraba en Escocia. Con buena razón se ha llamado “el padre de las
Administración moderna personal”.
En los primeros años de la Revolución Industrial, cuando los trabajadores eran
considerados instrumentos inertes. Owen mejoró las condiciones de trabajo en la fábrica,
estableció la edad mínima para trabajar, redujo las horas para los empleados, proporcionó
comida en la fábrica, organizó tiendas y almacenes para vender productos básicos a los
empleados, al costo, y buscó el mejoramiento de la comunicación en la que vivían sus
empleados, construyendo casas y calles y haciendo más atractiva la comunidad y la
fabrica.
Pero Owen no era filántropo, un “bienhechor”. Su filosofía afirmaba que la buena
administración de personal produce dividendos al patrón y es parte esencial del trabajo de
cualquier administrador. En una instrucción que escribió para sus perintendentes decía:
La mayoría de ustedes ha experimentando durante mucho tiempo en sus operaciones de
manufactura las ventajas de poseer una maquinaria fuerte, bien diseñada y bien
fabricada. Si un cuidado adecuado del estado de sus maquinas inanimadas puede producir
resultado tan benéficos, ¿qué podría esperarse si dedicaran igual atención a sus
“maquinas con vida”, las cuales han sido construidas con la mayor perfección.
Charles Babbage.
Babbage no fue administrador no industrial, sino profesor y científico, un brillante
matemático británico, que trabajó como profesor de matemáticas en la universidad de
Cambridge de 1828 a 1839. Su trabajo científico incluyó un continuo interés por talleres
fábricas tanto en Gran Bretaña como en Europa continental.
Babbage es, quizá mejor recordado por su invención en 1822 de una calculadora
mecánica, a la que denominó “maquina de diferencia”. Los principios básicos de esta
máquina se aplicaron a las maquinas contables casi in siglo después. En 1833 concibió una
“maquina analítica” una‐computadora‐ que seguía instrucciones automáticamente y que
tenía todos los elementos básicos de las computadoras modernas: dispositivos de
memoria, sistemas de entrada mediante tarjetas perforadas, unidad aritmética y sistemas
externos de memoria (a través de tarjetas perforadas almacenadas). No es raro que
Babbage sea considerado “el padre de la computadora”.
Sin embargo, desde el punto de vista de las administración se le recuerda por su famoso
libro On the Economy of Machinery and Manufactures, publicado en 1832. En la práctica
fue un científico matemático de las Administración. Se interesó en especial por la
economía de las división del trabajo, y por el desarrollo de principios científicos de
gobernasen las actuación del administrador en cuanto al uso de los medios de producción,
materiales y trabajo, para alcanzar los mejores resultados posibles. Estaba impresionado
con economía de la división de trabajo, no sólo en las operaciones sino también en las
actividades intelectuales.
Si bien fue matemático y científico no por ello ignoró al elemento humano. Al igual que
Taylor, tres cuartos de siglo después, Babbage sostuvo que podría haber cierta comunidad
de intereses entre el obrero y el propietario de las nuevas fábricas. Luchó intensamente
por instaurar un especie de sistemas de reparto de utilidades mediante el cual los
trabajadores pidiesen participar en las ganancias de las fabricas conforme su contribución
a la productividad, sostenía que los trabajadores deberían recibir una remuneración fija,
según fuese la naturaleza de su trabajo, más una participación en las utilidades y
bonificaciones por cualquier sugerencia que hicieran para mejorar la productividad. Sin
embargo, los mayores intereses y contribuciones de Babbage no estuvieron en las áreas
generales de la Administración, sino en las áreas de costos, ingenierías e incentivos, ya
que se fundaba en la creencia de especialización y asignación de incentivos de acuerdo a
la productividad.
Henry Varnum Poor
Unos de los principales precursores de Taylor, ignorado en la evolución del pensamiento
administrativo es Henry Varnum Poor, editor del American Railroad Journal durante la
última mitad del siglo XIX. En ese puesto observó y analizó el progreso de los sistemas
norteamericanos de ferrocarriles desde sus inicios hasta su madurez. Observó que
estaban mal administrados y, a veces, saqueados por sus primeros promotores y
manipuladores de capitales. En esta ventajosa posición, llegó a la conclusión de que los
ferrocarriles necesitaban de una administración eficaz.
extendiesen a lo largo de toda la organización, con el fin de que la alta administración
pudiera enterarse de lo que sucedía – y la necesidad de contar con una serie de informes
operativos que resumieran los costos, ingresos y porcentajes.
Sin embargo, avizoró el peligro de que tal sistematización pudiera hacer sentir a los
individuos como pernos de una maquina, y recomendó una especie de liderazgo que
empezara en los niveles más bajos en una empresa, venciese la rutina y monotonía, e
inculcara en la organización un sentimiento de unidad, una estima por el trabajo y un
espíritu de equipo.
Un historiador opinó cobre Poor: “Mucho tiempo antes Frederick Taylor, señaló la
necesidad de un sistema; mucho antes Elton Mayo indicó la necesidad del reconocimiento
del factor humano; y mucho antes Chris Argyris, advirtió la necesidad de liderazgo para
eliminar rigideces de la organización formal.
FREDERICK TAYLOR Y LA ADMINISTRACIÓN CIENTIFÍCA
Frederick Winslow Taylor abandonó la universidad y se inició como aprendiz en la
elaboración de moldes y patrones, y también como maquinista en 1875; en 1878 trabajó
en la Midvale Steel Works en Filadelfia como maquinista, y logró el puesto de ingeniero en
jefe después de obtener el título en ingeniería estudiando en una escuela nocturna.
Inventó herramientas para corte de acero a alta velocidad, y mayor parte de su vida fue
ingeniero consultor. Taylor llamado “el padre de la Administración científica”. Quizá
ninguna otra persona haya causado un impacto mayor sobre el desarrollo de la
administración. Sus experiencias como aprendiz, trabajador, capataz, brillante mecánico y
luego como ingeniero en jefe de una compañía, fabricante de aceros, le dieron una gran
oportunidad para obtener un conocimiento de primera mano de los problemas y actitudes
de los trabajadores y obreros, y para observar posibilidades de mejoramiento de la calidad
de las administración.
Las patentes de Taylor sobre las herramientas de corte de acero a alta velocidad, así como
los otros inventos, además de sus primeros trabajos como ingeniero consultor, le
proporcionaron la suficiente independencia como retirarse del trabajo en 1901, a la edad
de 45 años, y paso los 14 años restantes de su vida como consultor y conferencista no
remunerado para promover sus ideas sobre la administración científica.
Preocupación principal de Taylor
La principal preocupación de Taylor durante gran parte de su vida fue el incrementar la
eficacia la eficiencia en la producción, no sólo reducir costos y aumentar utilidades, sino
también hacer posible un pago mayor a los trabajadores, que se originase en el
incremento en la productividad. Era muy joven cuando trabajaba en los talleres de
maquinaria y le impresionó el grado de “tortuguismo” en el trabajo, debido al temor de
los trabajadores a perder su empleo si aumentaban la producción. Contempló el
“tortuguismo” como sistema. Por experiencia propia sabía que era posible obtener una
productividad más alta sin necesidad de exigir un gran esfuerzo a los trabajadores.
Taylor dedujo que el problema de la productividad era una cuestión de ignorancia tanto
por parte de la dirección como por parte de los trabajadores. Ello se debía a que unos a
otros sabiendo que lo que era un “día justo de trabajo” ni “la paga justa por la jornada
diaria de trabajo”. demás creía que tanto los administradores como los trabajadores se
ocupan demasiado en cómo repartir el excedente que resultará de la productividad –
desacuerdo entre remuneraciones y utilidades‐ y no se preocupaban lo suficiente por
aumentar la plusvalía para que ambas partes pudiesen obtener mejore salarios y mejores
utilidades. En suma, Taylor identificó la productividad como resultado de dos cuestiones:
mayores salarios y mayores utilidades, y pensó que la aplicación de métodos científicos,
en lugar de convicciones y criterios empíricos, podrían orientarla sin necesidad de gastar
tanta energía y esfuerzos humanos.
Principios de Taylor.
En 1911 se publicó la famosa investigación de Taylor titulada The principles of scientific
Managament. Pero una de las mejores exposiciones de su filosofía se encuentra en el
testimonio que rindió ante un comité de la Cámara de Representantes en donde tuvo que
defender sus ideas: la mayoría de los miembros del comité fue hostil porque creían, junto
con líderes laborales, que las ideas de Taylor conducirían a un sobrecarga de trabajo y al
desplazamiento de los trabajadores.
Quizás no haya forma de entender el pensamiento básico de Taylor que leyendo sus
propias palabras en el testimonio que rindió ente el comité de la Cámara de
Representantes en 1912:
La Admistración científica no es un instrumento de la efectividad, no un conjunto de
grupos de instrumentos que aseguren la efectividad. No se trata de un nuevo sistema
para calcular costos; es un programa diferente para remunerar trabajadores; no es
sistema de pago a destajo; no es un plan de bonificaciones ni de premios; no es un
programa de remuneraciones; no consiste en estar observando cronómetros en mano el
trabajo de un individuo y hacer anotaciones sobre el mismo; no es un estudio de tiempos
ni un análisis de los movimientos humanos; no consiste en imprimir una o dos toneladas
de reglas y patrones de trabajo y descargarlas sobre un grupo de hombre diciéndoles
“¡Aquí esta su sistema; aplíquenlo” ¡ no consiste en un división del trabajo capataz o en
darle un matiz funcional; no es ninguno de los instrumentos que la gente identifica
normalmente cuando se habla de las administración…
En esencia, la administración científica exige una revolución mental de parte de los
obreros que presentan sus servicios en cualquier fabrica, en cuanto a sus deberes para
con el trabajo, sus compañeros y sus patrones. Supone una revolución mental en quienes
pertenecen a la administración – el capataz, el superintendente, el propietario de la
empresa, el director‐, respecto a sus deberes ente sus compañeros de trabajo, ante sus
trabajadores y ante todos sus problemas diarios.
La gran revolución mental que se produce en la actividad de las dos partes bajo la
administración científica consiste en que ambos lados dejen de considera a la división de
la plusvalía como el punto más importante y que dirijan simultáneamente su atención
hacia el aumento de la magnitud de ese excedente hasta que sea tan grande que resulte
innecesario discutir sobre cómo repartirlo. Cuando dejen de luchar entre ellos y decidan
unir sus esfuerzos y encauzarlos hacia la misma dirección, será cuantiosa la magnitud que
al sustituir el antagonismo y la porfía por la cooperación amigable y la ayuda mutua, serán
capaces de incrementar este excedente, lo que hará posible un fuerte aumentos en los
salarios para los obreros y en las utilidades para los propietarios.
He aquí el resumen de los principios básicos que propuso Taylor y que fundamentan el
enfoque científico de la administración:
1. reemplazar las reglas y convencionalismos empíricos por la ciencia (conocimiento
organizado)
2. Obtener armonía en la acción de grupo, en lugar de discordia.
3. Lograr la cooperación entre los hombres, en vez de un individualismo caótico.
4. Trabajar para alcanzar la máxima producción, y no una producción restringida.
5. Desarrollar a todos los trabajadores al máximo posible para su prosperidad y la de su
compañía.