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En la tierra de los ciegos, el tuerto es rey

De la serie
cuentos que no son cuentos
PhD. Joaquín Medina Bermejo

Cualquier parecido con la realidad, no es pura casualidad

O
tra de las muchas historias, imposibles de evitar, en este pequeño país. Es
la de un pueblo que era tan confiado, pero tan confiado que no miraba
absolutamente nada de lo que ocurría a su alrededor, hasta que las cosas
ya se habían salido fuera de control y entonces se animaban a reaccionar,
pero mientras tanto, cada cuatro años, acudían a elegir a las personas que ellos
consideraban eran las más apropiadas para dirigirles, últimos que lamentablemente
les habían salido muy malos.

En este pueblo elegían por simpatía al alcalde de las comunidades, aunque fueran
violadores, rateros de poca monta o incluso narcos, igualmente elegían a sus
representantes del pueblo... a "los padres de la patria", a los señores congresistas,
y esto lo hacían con base al desconocimiento, o a la simpatía que tenían con un
color, con una cancioncita, o simple y sencillamente con una persona que les
llegaba a mentir de manera extraordinaria, y quién les prometía el oro y el moro,
prometiéndoles que esos personajes les representarían en forma ideal.

Este pueblo era tan ciego, pero tan ciego, que un buen mentiroso y seguramente
corrupto, ladrón delincuente y criminal les engañaba con cualquier promesa, por lo
que iban y votaban por él.

Generalmente, el más mentiroso, era el urgido, el elegido para gobernarles, no


importando si los representantes del pueblo, así como el gobernante, eran unos
idiotas aprovechados, a quienes se les decía oportunistas, corruptos, criminales,
estafadores o cualquier otro tipo de calificativos que los definiera.

Y, es que, realmente no importaba mucho si en ese pueblo era de ciegos y el tuerto


fuera el rey, siempre que ese tuerto fuese inteligente, o no importando si era un
tuerto que tuviese habilidades, o incluso si era un tuerto mental, que se dejara
asesorar por los adecuados, por los mejores. Pero qué ocurría cuándo ese tuerto
era mañoso, mafioso y todavía se jactaba entre todos sus aliados, de no ser ladrón
ni corrupto, pero en la realidad, se escondía tras la piel de oveja, cuando como el
lobo, resultaba ser el peor de todos.

Pues les cuento que, muchos fueron a votar en las alegres, pero manipuladas
elecciones, pero fueron a cumplir con su obligación y su derecho, pero no en favor
de él, sino en contra de los otros, contra los que se creían los elegidos, los ungidos
para ejercitar el poder.

No tuvo que pasar mucho tiempo para que la gente se desencantará de este nuevo
tuerto, puesto que solamente habían transcurrido dos años, cuando quienes le
habían apoyado, quienes habían votado por él, junto con varios millones de
personas que no acudieron a respaldarle, le exigían su renuncia. Ah, pero el sabor
de la guayaba, como le decían en este pueblo al poder, era tan dulce que el
gobernante, que ofreció retirarse si se lo pedía el pueblo, ahora se negaba a dejar
el poder, y lejos de constituirse en un representante de un Estado democrático,
republicano y representativo, se convirtió en un aprendiz de dictador, en un seguidor
de la extinta monarquía… en un rey, en alguien a quien no podía decirse le nada y
contra quién no podía hacerse nada, porque era capaz de hacer de todo contra
quienes lo criticaban.

Esa era la realidad de ese pueblo; un pueblo que estuvo sumergido durante décadas
en gobiernos de tinte casi fascistas, que si hubiesen estado cerca de Alemania,
seguramente hubieran sido gobiernos nazis, con todo y los campos de
concentración, que, en esa pequeña nación, donde el tuerto era rey, todavía
existían, disfrazadas de fincas ganaderas, algodoneras, bananeras, azucareras y
cafetaleras, y en donde se explotaba diariamente a los mal llamados jornaleros,
quienes eran sometidos a tratos inhumanos, humillados y vejados.

Esa es la historia de hoy, la historia donde el pueblo era ciego, porque los dueños
de las fincas, de las armas, del capital y de quienes manejaban los productos (los
mal llamados empresarios), estaban comprometidos en que los habitantes no
fueran a las escuelas y de esa cuenta muchos de ellos eran analfabetas y, los pocos
que sabían leer y escribir, únicamente tenían acceso a la información y los libros
que estos sectores hacían llegar a través de un sistema educativo obsoleto, que no
tenía absolutamente nada de bueno para el desarrollo de ese pequeño país y que
incluso había sido creado hace dos siglos, mostrando productos educativos de 200
años antes, cuando en todo el mundo se enseñaba a pensar, y en este país, con la
manipulación mediática, también propiedad de los poderosos, se enseñaba a vivir
dentro de la miseria y el conformismo.

¿Cómo poder generar riqueza científica, cultural y educativa entre las personas de
escasos recursos? ¿Cómo reducir el analfabetismo y el poco acceso a la moderna
educación?

En este pequeño país, en donde todos eran ciegos y el tuerto era rey, se instruía a
vivir en la pobreza, se les enseñaba a tener muchos hijos (procrear y procrear), pero
nunca se les enseñó a tener los hijos adecuados, a los que le pudieran proporcionar
lo mínimo, lo elemental...

Este pueblo de ciegos, al que los títeres de los sectores políticos, empresariales y
militares entre otros, que tenían mucha influencia en esta nación, no les interesaba
que salieron de la pobreza y el analfabetismo, la miseria y el subdesarrollo, además
de no tener ni la mínima intención de generar empleos para construir escuelas,
centro de salud, hospitales, carreteras, puentes ni caminos vecinales, y mucho
menos para diversificar cultivos e impedir las alzas en los productos de la cada vez
inalcanzable canasta básica.

Ese pueblo donde el tuerto era rey, era un país pequeño, en comparación a muchas
naciones del mundo, pero era muy rico en personas trabajadoras y de buen corazón,
rico en minerales, naturaleza y cultura, y, por eso, quienes lo gobernaban, le
sumergían en la ignominia al pueblo, vendían sus piedras y minerales a empresas
extranjeras, despojaban de sus ejidos a las comunidades y comercializaban sus
especies forestales, perjudicando seriamente sus hermosos ecosistemas.

Durante los últimos gobiernos hubo tanta corrupción que los tuertos de este pueblo
ciego, que se negaba a abrir los ojos y exigir, que los primeros comenzaron
vendiendo las empresas públicas y luego tomando los dineros del pueblo en forma
descarada.

Pero ahora, el nuevo tuerto que era rey, apodado "el payaso", disfrutaba, de una
serie de montados espectáculos, rodeado de no pocos animales, que le
acompañaban en su gestión, y que juntos ridiculizaban el poder.

Ese tuerto que era rey, se caracterizó históricamente por ser una persona moral e
intelectivamente incapaz, que al final de dos años de su gestión, ya nadie quería, ni
siquiera los suyos, y que sólo era defendido por aquellos que, en su período,
hicieron mucho dinero, eran corruptos o buscaban el poder, y quienes con tanto
dinero se volvieron los nuevos millonarios, eran esos militares, comerciantes,
finqueros y políticos que se encontraban manipulando el Cangrejo de la República,
desde donde hacían las leyes que les protegían, organizándose en mafias y
teniendo diputados serviles de diversos sectores. Esos son los que gobernaron a
este pueblo ciego, en donde el tuerto era rey.

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