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Monocultivos, símbolos de un modelo destructivo

En los últimos años el ser humano ha transformado drásticamente el ecosistema,


esto ha generado una pérdida considerable de la diversidad de la vida en la tierra,
uno de los grandes culpables de esta transformación son las grandes industrias
que siembran monocultivos y en su interés de buscar beneficios económicos a
corto plazo están generando desastres ambientales a largo plazo. Los
monocultivos aumentan la producción de un producto, ya sea caucho, madera,
aceite de palma o azúcar. Pero mientras la productividad crece desde la
perspectiva comercial, decrece desde la perspectiva de las comunidades locales.

¿Vale la pena alterar los ecosistemas por un producción mercantil de monocultivos


industriales que solo buscan interés económicos?

“Durante los primeros años del siglo XXI los monocultivos se han
incrementado dramáticamente a través del mundo. De las 1.500 millones de
hectáreas agrícolas, el 91% se dedica a monocultivos extensivos de maíz,
soya, arroz, trigo, etc. Con la expansión de la agricultura industrial la
diversidad de cultivos por unidad de suelo arable ha decrecido y el uso de
las tierras agrícolas se ha intensificado con una tendencia hacia la
concentración en manos de pocos agricultores y en particular de
corporaciones. Hay fuerzas políticas y económicas que influencian las
tendencias a dedicar grandes áreas de un país al monocultivo” (Altieri)

Es necesario mostrar los efectos negativos que tienen y como estos alteran los
ecosistemas y por ende a la población en general, es necesario aclarar que todo
tipo de monocultivo es nocivo para el medio ambiente, como dice Gustavo Castro
“Las plantaciones de monocultivos de eucaliptos, pinos, teca, palma aceitera, piña
y agro combustibles, entre otros, conllevan un uso intensivo de agroquímicos,
afectaciones en la calidad del suelo, en el agua, el desplazamiento de la población
rural, la pérdida de la biodiversidad, el aumento de los gases efecto invernadero,
la apropiación de tierras en manos de las grandes corporaciones, etc.” (Catro,
2009). Pero el problema es aún más grave si estos monocultivos no son nativos
por eso la preocupación por el eucalipto y el pino, pues cada vez las extensiones
son más grandes y las consecuencias de estos desiertos verdes son más notorias
en la región.

Uno de los problemas alarmantes en la población, es el hecho de que estos


monocultivos están acabando paulatinamente con los suelos de la región que
podrían ser utilizados para diversos cultivos que beneficien a los habitantes, pues
el principal objetivo de estas multinacionales no es el de mejorar la calidad de vida
de la población local, si no la obtención de grandes volúmenes de madera en el
menor tiempo posible.

También estás plantaciones afectan directamente a la sociedad, como dice en el


blog sobre cambio climático y medio ambiente “En todos los casos, las
plantaciones se promueven con la promesa de generar empleo, pero la realidad
demuestra que después sucede totalmente lo contrario. Cuando los bosques y las
tierras de cultivo son sustituidos por plantaciones industriales de árboles, los
pobladores locales pierden sus fuentes de ingreso y sustento. Por otra parte, los
escasos trabajos temporales que proporcionan las plantaciones no son una
solución al problema de desempleo que ellas mismas generan” (Vidal, 2008).
Estas regiones se ven afectadas dado que la economía de sus habitantes es
sustentada por la agricultura, la artesanía y tipo de minería independiente, por lo
cual las grandes multinacionales proponen estrategias para mejorar la calidad de
vida de sus habitantes con empleos en esta, pero su estrategia se ve
distorsionada con bajo pago por mano de obra, grandes extensiones de horas
laborales y contratos cortos con cambios de personal permanentes, en donde
disfrazan sus estrategias durante pocos meses para después comprobar el
desempleo creciente que se nota aquí.

Un claro ejemplo de la alteración de los ecosistemas por los monocultivos que se


ve en la región es la multinacional smurffit kappa cartón Colombia, encargada de
sembrar pinos y eucaliptos. Estos monocultivos afectan directamente el ciclo
hídrico que resulta en la disminución y agotamiento de las fuentes de aguas, en
este caso el acueducto más afectado por estos monocultivos ha sido el de
tribunas-Córcega, del cual toman agua más de 15.000 personas y que tiene su
bocatoma a pocos metros de estas plantaciones y sufre racionamientos por
perdida del caudal en el rio barbas en oleadas de calor, estas plantaciones que en
otros países requiere hasta treinta años para ser cosechado, acá tarda solo 8
años y este crecimiento tan acelerado de los arboles genera un consumo de agua
tres veces mayor a la que necesitan en sus zonas de origen, esto explica la
reducción en los caudales.

Es claro que los monocultivos en grandes extensiones de tierra son símbolo de un


modelo destructivo y por ende no vale la pena alterar los ecosistemas para que
estás industrias aumenten sus capital. Se necesita con urgencia un modelo de
agricultura diferente, sustentable, biodiverso y que sea justo socialmente. Los
desastres ambientales de estas plantaciones son evidentes y como dice el
profesor Guillermo castaño “No es posible que estemos cambiando la riqueza más
grande de nuestra ciudad, de nuestra región, que además es de un inmenso valor
histórico y natural, por unos cultivos que sólo sirven para hacer cartón, un
producto que va a terminar en la basura”. (Alzate, 2014)

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