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MENSAJES 1998
MENSAJE DEL DÍA 3 DE ENERO DE 1998
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
EL SEÑOR:
Hijos míos, os empiezo diciendo orad, orad, para que
los hombres no provoquen la ira de Dios con sus
maldades. Hijos míos, a la Divina Majestad de Dios le
dan arcadas las maldades de los seres humanos. Yo
pido a los hombres que vengan a Mí, para conocerme,
amarme y servirme; pues es la misión que tienen aquí
en la tierra. Que vengan a Mí y Yo los cogeré en mis
brazos y los meteré en mi Corazón, y los llevaré a
beber de fuentes de agua viva. Es lo que quiero, que me
sirvan y me amen y me conozcan en la tierra para
verme en el Cielo y glorificar mi Nombre eternamente.
Éste es mi mensaje, hijos míos.
LA VIRGEN: Acudid todos, hijos míos, a este lugar, para
bendeciros. Mi Corazón Inmaculado ama a los
pecadores que se arrepienten. Orad y haced
sacrificios, hijos míos.
Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos
con bendiciones muy especiales, para los pobres
pecadores.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
Todos los objetos han sido bendecidos con una
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bendición muy especial, hijos míos.
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¿Cómo no va a estar triste mi Corazón?, sí, hija mía,
aunque todavía hay almas, aunque sea un número
reducido, que consuela nuestros Corazones; pero, ¡qué
tristeza, los hombres, hija mía, cómo cierran sus oídos
a la llamada de salvación!
Orad, hijos míos, acercaos al sacramento de la
Eucaristía y de la Penitencia, amad a la Iglesia,
reconciliaos con ella.
Yo os prometo, hijos míos, que todos los que acudáis a
este lugar seréis protegidos el "día de las tinieblas".
(Luz Amparo respira profundamente y ve cómo la
Virgen protege con su manto a las almas.) Así
protegeré a todos, hija mía. Y Yo cumplo mis promesas.
Amaos unos a otros como Cristo os ama.
Levantad todos los objetos, todos serán bendecidos
con bendiciones especiales para el "día de las
tinieblas"; todos han sido bendecidos.
Os bendigo hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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importa las guerras, no les importa el pecado, la
destrucción; destruyen hasta sus propios hijos, porque
sus corazones están llenos de tibieza.
Penitencia pido, hijos míos, penitencia y sacrificio.
Amaos unos a otros; éste es el mandamiento que más
insiste Dios en que cumpláis. Sed humildes, hijos míos;
acudid a este lugar y seréis revestidos de mi Gracia.
LA VIRGEN: Levantad todos los objetos, hijos míos;
todos serán bendecidos con bendiciones especiales
para los pobres pecadores.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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MENSAJE DEL DÍA 3 DE OCTUBRE DE 1998
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hijos míos, aquí está otra vez vuestra
Madre. Mi Corazón está lleno de dolor por la situación
del mundo. Aunque muchas veces mi Corazón siente
un gozo de tantas y tantas avemarías como suben al
Cielo de este prado, pero aunque los hombres se
empeñen que el mundo está bien, el mundo está cada
día peor, hija mía. Los hombres están ciegos y no
quieren ver. Las madres no quieren dejar nacer a sus
hijos. Los hijos no respetan a los padres. Los hogares
están destruidos. Los religiosos, muchos de ellos,
después de haber hecho votos y promesas, buscan
una vida más fácil y se salen de los conventos para ser
funcionarios en el mundo, no ministros de Dios.
Muchos de los conventos, hija mía, están marchitos. La
moral en la juventud se ha perdido, el pudor, la
modestia no existen, hija mía. Y dicen los hombres que
el mundo está muy bien. Sólo los ciegos, que no quieren
ver, protestan contra los mensajes, porque no les
conviene escucharlos, hija mía.
Mi Corazón siente gozo de tantas y tantas almas como
se convierten en este lugar y tantos y tantos años
retirados de los sacramentos y del camino del
Evangelio, y han vuelto a nuestro rebaño. Pedid, hijos
míos, para que los padres enseñen a los hijos el camino
del Evangelio, antes que las carreras y los estudios;
que sólo se preocupa el hombre por el estudio y por las
carreras, olvidando la carrera más importante que es
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la carrera del Evangelio.
Amad mucho a la Iglesia, hijos míos, amad mucho al
Santo Padre. Pedid por los sacerdotes y por aquellos
religiosos que son fieles a su ministerio. Seguid
acudiendo a este lugar, hijos míos, que derramaré
gracias especiales sobre vuestras almas.
Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos
con bendiciones especiales para los pobres pecadores.
Todos han sido bendecidos, hija mía, con bendiciones
especiales para los pobres pecadores.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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MENSAJES 1999
MENSAJE DEL DÍA 2 DE ENERO DE 1999,
PRIMER SÁBADO DE MES,
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
LA VIRGEN: Hija mía, mi Corazón está muy afligido por
la ingratitud de los hombres. Los hombres no aceptan
mi palabra, les cansan mis mensajes, y vengo a
recordarles el Evangelio. Sólo vengo a decirles lo que
está escrito; que Cristo lo dejó escrito, y no creen.
¿Cómo iban a creer en cualquier doctrina que se les
quisiera enseñar, hijos míos?
EL SEÑOR:
Sólo digo, hijos míos, que vendré a la tierra y no
encontraré amor entre los hombres, ni paz. Y dije: "Yo
bajaré con mi Padre y con el Espíritu Santo y moraré
con aquéllos que hayan cumplido los Mandamientos y,
sobre todo, con aquéllos que se amen unos a otros";
eso es lo que he venido a recordar a los hombres, y los
hombres cierran sus oídos a mis palabras. ¡Ingratos!
Y tú, hija mía, no te angustien ni los anónimos ni las
calumnias ni las palabras. Son seres diabólicos que se
han dejado arrastrar por el enemigo y ellos tienen la
verdad en su mentira porque hablan por la boca de
Satanás. ¿Quieres hacerme un gran regalo, hija mía?:
ámalos con todo tu corazón, ora por ellos y sacrifícate,
sé víctima de reparación por ellos. No van contra ti, van
contra Mí, hija mía. Por eso te pido: sé muy humilde,
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hija mía, y te repito que el discípulo no es más que el
Maestro. ¡Si a Mí me llamaban Belcebú y tantas y
tantas perversidades, hija mía! ¿Cómo vas a ser tú más
que el Maestro?
Ora por ellos, hija mía, y no guardes en tu corazón
ningún resquicio. Yo prometo que con todos tus
sufrimientos, todas esas calumnias, hija mía, y toda esa
persecución, vendrán muchas almas a mi redil. Y
prometo no desaparecer de este lugar. Mis palabras se
acabarán pero mi presencia seguirá.
LA VIRGEN: Acudid, hijos míos, a este lugar que
recibiréis gracias en abundancia.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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Yo os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice,
por medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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MENSAJE DEL DÍA 4 DE DICIEMBRE DE 1999,
PRIMER SÁBADO DE MES
EN PRADO NUEVO DE EL ESCORIAL (MADRID)
EL SEÑOR:
Hija mía, oración pido; oración, sacrificio, penitencia. El
mundo está en esta situación, porque los hombres se
han olvidado de la oración, del sacrificio y de la
penitencia. Sí, hija mía, la Iglesia está pasando por
unos momentos... Mira el Santo Padre, hija mía.
AMPARO: Está el Santo Padre en una habitación muy
grande; está apoyado sobre una mesa, muy triste,
fatigado, enfermo, desconsolado; hay muchos
sacerdotes, obispos y cardenales a su alrededor.
EL SEÑOR:
Hija mía, mira todos los obispos... el Santo Padre cree
que son amigos fieles de él; la mayoría, hija mía, son
falsos amigos, muchos de ellos no cumplen las órdenes
que él da y se rebelan contra sus palabras; otros, mira,
hija mía, cómo son sumisos, obedientes a la Iglesia y al
Santo Padre, los de esta parte; pero estos otros, hija
mía, son infieles, no son leales.
¡Ah, hijos míos, empezasteis con el espíritu y habéis
terminado con la carne!
AMPARO: Empujan como para demoler la Iglesia los
de esta parte, pero estos otros la sostienen con su
fidelidad y con su amor.
LA VIRGEN: Besa el suelo, hija mía, en reparación de
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tantos y tantos pecados y ofensas como se cometen
contra mi Iglesia.
¡Sacerdotes de mi Iglesia, dejad el mal y haced el bien!
Predicad el Evangelio y dad frutos buenos de la
palabra de Dios. Oración, sacrificio, penitencia, que lo
habéis olvidado, hijos míos.
Ora por ellos, hija mía, haz sacrificio y penitencia.
Levantad todos los objetos; todos serán bendecidos,
con bendiciones especiales para el día de las tinieblas.
Os bendigo, hijos míos, como el Padre os bendice, por
medio del Hijo y con el Espíritu Santo.
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