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Introducción
Gálatas 5:22
"En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad,"
Lecturas:
A veces estamos cargados de tareas que nos interrumpen y allí nos volvemos ásperos y
descorteses con quienes nos rodean.
Es generosidad. Es lo que este mundo necesita y pide a gritos, un poco de compasión de ternura.
El espíritu de benignidad reconforta a otros.
¿Le da usted la misma atención a una persona importante que a una persona humilde?
¿Es usted un estímulo para sus hijos?
Ejemplos:
Jesús: (Isaías 40:11; 42:3; 2 Timoteo 2:24; Mateo 19:13-14).
Podemos ver su gentileza con los niños, también con las ovejas es amable, las guía y cuida, venda
sus heridas, busca las descarriadas, no las aplasta, sino que las acerca a Dios.
El oro representa la divinidad. El sacerdote tomaba con cuidado el pábilo con las pinzas del oro y
quitaba con mucho cuidado lo quemado para no apagar la débil llama. Dios nos ama y con mucho
tacto y delicadeza quita lo que no sirve para no apagar la llama de nuestro corazón.
¿Hacemos lo mismo que hace Dios con nosotros en cuanto al trato con los demás?
Tal vez eres amable con los de afuera, pero eres áspero con los de tu casa.
La mujer virtuosa: “Le da bien y no mal todos los días de su vida. Muchas mujeres hicieron el
bien, más tú sobrepasas a todas” (Proverbios 31:10-12, 29).
El buen samaritano: (Lucas 10:30-35): Libre de egoísmo, se detuvo en el camino, vendó las heridas
y tuvo misericordia con su prójimo.
Jesús nos dice:
“¡Vé y haz tú lo mismo!”
Rut y Noemí: Rut sembró benignidad para con su suegra Noemí al no dejarla sola y por la
benignidad de Noemí pudo acompañarla hacia el lugar donde Dios tenía preparada la bendición
para las dos.