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4.

METTERNICH Y BISMARK

Este tema está referido a dos grandes estadistas centroeuropeos quienes hicieron
grandes cambios en Alemania y en Europa, el ministro de Asuntos Exteriores
austriaco Klemens Von Metternich y el ministerpasident prusiano y luego canciller
Otto Von Bismarck, considerados arquetípicos, debido a que sus concepciones
fundamentales de orden internacional eran casi opuestas, ya que ambos
manipularon el equilibrio de poder hacia fines sumamente diferentes y con
consecuencias significativamente distintas para la paz de Europa y el mundo.

Seguidamente es necesario hablar de los dos, primeramente de Klemens von


Metternich considerado como un cosmopolita de la sociedad del sigloXVIII. Este
planteaba una política basado en “Cuando todo se tambalea es necesario que algo,
no importa que, permanezca inalterable para que los perdidos puedan encontrar
una conexión y los extraviados un refugio”. Asimismo consideraba a la verdad como
la tarea más importante del estadista, es así que el interés nacional de Austria era
una metáfora del interés general de Europa el cual era el de mantener juntos
muchas razas, pueblos, lenguas en una estructura respetuosa, diversa, llena de fe
y costumbre, es decir; el rol histórico de Austria fue de reivindicar el pluralismo y
por ende la paz de Europa.

En cuanto a Bismarck, consideraba que la unidad alemana seria fruto si se producía


de una combinación del nacionalismo y liberalismo, estas podían separarse en que
los principio de la Santa Alianza no eran necesario que se preservara el orden, que
los conservadores podían construir un nuevo orden pero en efecto al nacionalismo,
el orden Europeo podría estar basada en un cálculo de poder. Para Bismarck existía
una convicción de seguridad el cual solo podría lograrse con una correcta
evaluación de los componentes del poder, ya que la política sentimental no es
recíproca.

5. LOS DILEMAS DEL EQUILIBRIO DE PODER

Bismarck dispuso poner en práctica sus principios y transformar el orden Europeo,


así mismo este vio la oportunidad de formar un estado nacional Alemán por primera
vez en la historia como son:

 Disraeli definió la unificación de Alemania en el año de 1871 cómo un


acontecimiento político más grande que la Revolución Francesa.
 La existencia de rivalidades que hacían que determinados países
pertenecientes a la Europa Central se dividieran.
 El vínculo de la legitimidad estaba basado en los cálculos del poder.
 El nuevo orden de Europa quedo reducido a cinco grandes potencias dos de
los cuales estaban irrevocablemente distanciadas entre si.
 Bismarck consideraba que un estado potencialmente dominante en el Centro
de Europa corría el riesgo constante de inducir a coalición de todas las
demás. Solo una conducta controlada podría evitar rivalidades colectivas
entre vecinos.
 La unificación de Alemania y Francia de adversario inamovible, el sistema
perdió flexibilidad. Posteriormente estos comenzaron a considerar una
alianza. Esta clase de realineamientos se habían producido y la novedad
ahora era la de permanencia institucionalizada y la diplomacia perdió su
resiliencia; se había convertido en una cuestión de vida o muerte antes que
de ajuste progresivo, cada aliado podía exigir el respaldo de su socio
independientemente. La diplomacia se convirtió en el intento de estrechar
lazos internos de cada bando, lo cual condujo la perpetuación y el
fortalecimiento de todos los agravio.
 El último elemento de flexibilidad se perdió cuando Gran Bretaña abandono
su espléndido asilamiento para unirse a la Entente Cordial de Francia y
Rusia después de 1904, estos no se hicieron formalmente sino de facto, vía
conversaciones de funcionarios, creándose la obligación moral de pelear
junto a los países asociados.
 Posteriormente existieron las formas de movilización y métodos para llevar
a cabo las guerras con el fin de obtener una victoria.

Finalmente el nuevo concepto de legitimidad, una fusión entre Estado e imperio,


había surgido para que ninguna de las potencias considerara que las instituciones
de las otras representaran una amenaza básica para su existencia, es decir era
rígido pero no opresivo, concluyendo que la legitimidad y el poder estaban en un
equilibrio sustancial.

En opinión consideramos que el equilibrio de poder es una situación política


internacional en la que cada Estado intenta mantener el demonio statu quo o al
menos una situación aproximada al equilibrio en sus relaciones con otros estados,
a efectos de prevenir el ejercicio en exclusiva del poder por alguno de ellos en
particular. La ruptura del equilibrio en favor de uno de esos estados, daría a éste
una situación de predominio, dominación, o hegemonía.

Para el mantenimiento o la restauración de tal equilibrio, los gobiernos de cada


estado deben estar dispuestos a llevar a cabo diversas acciones de política
internacional, desde las pacíficas como por ejemplo negociaciones diplomáticas,
crisis diplomáticas , establecimiento, rupturas o modificación de alianzas; hasta las
agresivas como por ejemplo las guerras. A través de la historia el equilibrio de
poder ha sido un tema importante en la formulación y ejecución de la política
exterior en las relaciones internacionales.

6. LEGITIMIDAD Y PODER ENTRE LAS GUERRAS MUNDIALES

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914.Cuando comenzó


esa guerra, Europa estaba dominada por vastos imperios, gobernados excepto
Francia, donde había surgido una república de la derrota en la guerra con Prusia
en 1870 por monarquías hereditarias. La nobleza ejercía todavía un notable poder
económico y político.

La guerra se pensó que sería corta porque sabían que si entraban en guerra toda
la vez, algo que posibilitaba el sistema de alianzas pactado unos años antes, el
dinero y las energías gastadas podrían conducir a la bancarrota de la industria y
del crédito en Europa. Al declarar la guerra en agosto de 1914, los poderes
europeos contemplaban una serie de encuentros militares cortos e incisivos,
seguidos presumiblemente de un congreso general de los beligerantes en el que
confirmarían los resultados militares mediante un arreglo político y diplomático. La
guerra, sin embargo, duró cuatro años y tres meses y el entusiasmo que exhibieron
a favor de ella la mayor parte de las poblaciones de los países beligerantes,
incluidas las clases trabajadoras, se evaporó relativamente pronto, especialmente
en Europa central y del este. La escasez de comida y de materias primas y los
numerosos conflictos que se derivaron de las duras condiciones en que se
desarrolló la guerra formaron el telón de fondo de las revoluciones de 1917 en Rusia
que sucesivamente derribaron al régimen zarista y llevaron a los bolcheviques al
poder, el cambio revolucionario más súbito y amenazante que conoció la historia
del siglo XX. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, el destino de Europa
comenzó a decidirse por la fuerza de las armas. Fue un conflicto de una escala sin
precedentes, con dos frentes principales, uno occidental y otro oriental, con la
aparición, por primera vez en la historia, de los bombardeos aéreos, después de
que las batallas por tierra y por mar hubieran sido durante mucho tiempo las
principales manifestaciones de la guerra. Ya a comienzos de 1915 hubo ataques
con bombas desde el aire, ejecutados por británicos y alemanes. Y las atrocidades
cometidas sobre la población civil demuestran que esa guerra inauguró una nueva
época en la violencia entre Estados, que alcanzó su cénit en la Segunda Guerra
Mundial.

La Primera Guerra Mundial, que decidió el destino de Europa por la fuerza, tras
décadas de primacía de la política y de la diplomacia, ha sido considerada por
muchos autores la auténtica línea divisoria de la historia europea del siglo XX, la
ruptura traumática con las políticas entonces dominantes. Marcó el comienzo de la
escalada de la violencia en esa era que se extendió hasta 1945, porque borró la
línea entre el enemigo interno y externo, la frontera entre población civil y militar,
fue el escenario de los primeros ejemplos de exterminio masivo de la historia y de
ella salieron el comunismo y el fascismo, los movimientos paramilitares y la
militarización de la política.

La mayoría de los dirigentes de los grandes poderes en el momento del estallido


de la Primera Guerra Mundial pertenecían a ese mundo exclusivo y elitista,
estrechamente vinculado a la cultura aristocrática del Antiguo Régimen, con
escasos conocimientos sobre la sociedad industrial y los cambios sociales que
estaba provocando. Tras ella, ya nada fue igual. El comunismo y el fascismo se
convirtieron en alternativas a la democracia liberal, vehículos para la política de
masas, viveros de nuevos líderes que, subiendo de la nada, arrancando desde
fuera del establishment y del viejo orden monárquico e imperial, propusieron
rupturas radicales con el pasado. Fue el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.
Para tener estabilidad, un sistema internacional debe poseer dos componentes: un
equilibrio de poder y un principio generalmente aceptado de legitimidad. Un
equilibrio de poder hace que la destrucción del orden internacional sea físicamente
difícil, lo cual disuade cualquier amenaza antes que ésta ocurra. Un principio de
legitimidad con una base amplia desanima cualquier asalto contra el orden
internacional. Una paz estable es el reflejo de una combinación de restricciones
físicas y morales.

Estos dos principios fueron ignorados por los tratados de Versalles y Saint Germain,
que pusieron fin a la Primera Guerra Mundial. Antes de 1914, la política europea
estaba dirigida por cinco grandes potencias: Gran Bretaña, Francia, Alemania y los
imperios Austro-Húngaro y ruso. Las naciones del continente eran vecinas y
estaban relacionadas entre sí por complicadas alianzas. Pero el Tratado de Saint
Germain disolvió uno de los países más importantes, el Imperio Austro-Húngaro,
en sus diversas nacionalidades, creando una plétora de pequeños estados en
Europa Oriental y los Balcanes. El Tratado de Versalles humilló a Alemania y le
negó cualquier participación en el orden internacional, a tiempo que el Imperio Ruso
era sacudido, primero por la revolución, y luego condenado al ostracismo por el
desenlace de aquella.

Así, después que los Estados Unidos se retiraron en 1920, el equilibrio de poder
europeo quedó de hecho integrado por dos países: Francia y Gran Bretaña. Sin
embargo, Gran Bretaña pocas veces se había comprometido de manera continua
en el continente, casi nunca del lado de la nación más poderosa, que al menos
sobre el papel parecía ser Francia. Esta, de otra parte, había sufrido las mayores
bajas en relación con la población de cualquier combatiente.

Carecía de los medios y de la voluntad para ser el árbitro de Europa. Consciente


de que sin la ayuda de Gran Bretaña, Rusia y los Estados Unidos, se hubiera
perdido la guerra, Francia no podía afrontar la perspectiva de mantener por sí sola
el equilibrio de poder consistía en debilitar a su temido vecino.

El desbarajuste del equilibrio de poder estuvo acompañado del colapso de la


doctrina de la seguridad colectiva. La mayor parte del periodo de postguerra se ha
caracterizado por un equilibrio europeo relativamente estable. Ahora el mundo
bipolar se está desintegrando, más en el Este de Europa que en el Oeste. Si la
historia ha de servirnos de guía, tal proceso no debe dejarse al azar y mucho menos
a declaraciones de buena voluntad. Los líderes contemporáneos necesitan un
concepto que relación estructura e intenciones, equilibrio y legitimidad.

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