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AUTORIDAD Y LA PRESENCIA DE DIOS

Amós 9:11-15 11 En aquel día yo levantaré el tabernáculo caído de David: cerraré sus
portillos, levantaré sus ruinas y lo edificaré como en el tiempo pasado, 12 para que aquellos
sobre los cuales es invocado mi nombre posean el resto de Edom y todas las naciones, dice
Jehová, que hace esto. 13 Ciertamente vienen días, dice Jehová, cuando el que ara
alcanzará al segador, y el que pisa las uvas al que lleve la simiente; los montes destilarán
mosto y todos los collados se derretirán. 14 Traeré del cautiverio a mi pueblo Israel: ellos
edificarán las ciudades asoladas y las habitarán; plantarán viñas y beberán de su vino, y
harán huertos y comerán de su fruto. 15 Pues los plantaré sobre su tierra y nunca más
serán arrancados de la tierra que yo les di, ha dicho Jehová, tu Dios.

I. Todo lo que hacemos para el Señor está de más si no está en nosotros la


presencia de Dios.

a. Desde la primera desobediencia, el hombre se alejó de la presencia de


Dios (Gálatas 3:8-10).
b. Moisés entendió que después de las grandes revelaciones y milagros que
vio en Egipto, aún no conocía la presencia de Dios. Aunque escuchaba la voz
de Dios y veía la columna de fuego (Exodo 33:12-23)
c. Muchos no han encontrado el gozo del Señor aunque le están sirviendo,
porque no conocen su presencia (Salmo 16:11)
d. La presencia de Dios en tu vida está íntimamente ligada a tu alabanza a
Dios. (Salmo 95: 1-3)

II. El tabernáculo de Moisés.

a. Contenía el arca del testimonio donde Dios se manifestaba (Exodo 25:8 9,


20-22)
b. Un velo separaba la presencia de Dios (Exodo 26:33)
c. Solamente el sumo sacerdote podía entrar y esto, una vez al año (Hebreos
9:7)

III. El tabernáculo de David

1. Una tienda (carpa) que hizo David para que allí se pusiera el arca de Dios
(I Crónicas 15:1-3)

2. En este tabernáculo no había velo (I Crónicas 15:1)

3. La alabanza y la adoración eran de suma importancia (I Crónicas 15:16,


19:22, 24, 27 y 28, 16:4, 41-42)

a) David señala sacerdotes para ministrar al Señor en canto (I Cróni-


cas 15:16)
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b) David escoge músicos con variedad de instrumentos (I Crónicas 23:


1, 3, 5 y 7)

c) Ordena levitas para glorificar a Dios, reconociendo su misericordia


y dar gracias (I Crónicas 16:41)

d) El ministerio de regocijo (I Crónicas 16:25, 31)

e) Se batían las manos (Salmos 47:1)

f) La aclamación (Salmos 47:1)

g) Se levantaban las manos (Salmos 141:2)

h) El ministerio de la danza (I Crónicas 15:29)

IV La presencia de Dios es para hoy

1. Se está cumpliendo en nuestros días (Hechos 15:15-17)

2. Dios está poniendo un nuevo anhelo de su presencia en su pueblo (Sal-


mos 5:3, 26:8, 27:4, 42:2, 47:1-2, 122:1)

EZEQUIEL 44:10-16

I Muchas personas anhelan estar en el ministerio de la congregación local en áreas


de servicio.

a) Areas donde los demás los vean, como:

1. Enseñanza
2. Predicación
3. Música

b) Los levitas que habían caído podían servir en áreas físicas mas no en áreas
espirituales; podían servir al pueblo, mas no ministrar a Dios. (Ezequiel
44:10-14)

II Para Dios es mucho más importante nuestro ministerio a El que nuestro ministerio a
los hombres.

a) lo que no nace de la comunión íntima con Dios es carne. (Juan 3:6)

b) “sacerdote” quiere decir:


uno que atiende a Dios y que administra las cosas pertenecientes al servicio
de Dios.

c) somos un pueblo de sacerdotes para Dios. (I Pedro 2:9, Apoc. 1:6)

III ¿Qué sucede con nuestra alabanza y adoración?

a) es el ministerio sacerdotal del creyente. (II Crónicas 29:11, Heb. 13:15)


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“no lo hacemos para sentir bonito”

b) nos acercamos a Dios por los sacrificios de alabanza y adoración. (Salmos


50:14,23, 107:22, 116:17, Jeremías 17:26, I Pedro 2:4,5)

- nos sacrificamos a nosotros mismos (Romanos 12:1)

- nuestro servicio a los hombres nace de nuestro servicio a Dios (Heb.


13:16)

c) entramos en su presencia, en la habitación de Dios.

d) nuestro altar de incienso es la adoración a Dios (Salmos 141:2)

e) esto es honrar a Dios (Salmos 50:23)

f) nos volvemos como el objeto de nuestra alabanza (Salmos 115:8, 17:15)

g) en la alabanza, Dios nos habla (Ezequiel 29:41-42)

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