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Claudio Galeno
Universidad Católica del Norte (Chile)
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Revista Tercer Milenio, Escuela de Periodismo, Universidad Católica del
Norte, Antofagasta, Chile.
Encrucijadas:
Genérico y singular
En la última década del siglo XX, el arquitecto Rem Koolhaas publicó un escrito
crítico titulado “La ciudad genérica” (Koolhaas, 1995), donde analizaba, con cierta
resignación, características de las grandes urbes contemporáneas, entre las
cuales podríamos mencionar: crisis de identidad, atracciones en la periferia,
pérdida de la historia, hegemonía capitalista, desaparición de la vida pública,
jerarquización del vehículo y carretera, ausencia de reglas, conformación
multirracial, migraciones permanentes, dominio y distribución azarosa del
rascacielos, permisividad política, laboratorio sociológico de comunidades.
Sin embargo, a pesar de que Antofagasta sea más bien una ciudad intermedia y
en desarrollo, varias de estas características coinciden con su realidad,
Antofagasta no es genérica, de hecho es extremadamente singular. Los patrones
coinciden porque son generalidades inherentes a toda aglomeración urbana que
ha tenido un desarrollo acelerado, lo que ha desencadenado crisis propias de lo
urbano. El antropólogo urbano Ariel Gravano ha subrayado que en la
conformación de lo urbano está implícito el “sentido de conflicto permanente” de la
realidad de lo existente en consonancia con la necesidad del orden, de la
formación social del cosmos. Dice:
“Por eso, la principal contradicción inherente a lo urbano consiste en esa existencia (el
caos) y esa tendencia (el cosmos). Y el principal desafío de todo gobierno de lo urbano se
establece en esa tensión entre el dejar hacer a la correlación de fuerzas dominantes
(mercado de bienes, de transacciones políticas, de flujos de poder local-institucional) o el
planeamiento y la acción preventiva integral.” (Gravano, 2013: 11-12)
Si bien, podríamos decir que la ciudad genérica no existe, y más bien que cada
ciudad es única, hay ciertos temas evidentes que cruzan gran parte de las
ciudades, ciertas nociones de sobrevivencia del asentamiento, en el caso
latinoamericano heredados de la Leyes de India, y recomendados desde Vitruvio,
como son la adecuada elección del sitio donde emplazar la ciudad y la
arquitectura, que surge desde la cercanía a las fuentes de agua. En ese principio
fundacional, no genérico, y que plantea desde un inicio un conflicto permanente,
es que podemos detectar una de las principales particularidades de Antofagasta:
asentarse en la adversidad.
Adversidad y artificio
Antes que hubiesen ciudades, y en el inicio de ellas, por la costa del desierto de
Atacama pasaron los barcos de exploradores, piratas y naturalistas. Darwin en
1835 fue uno de los primeros en describir geológicamente los agrestes parajes
donde fue levantada Antofagasta:
“(...) la superficie se halla cubierta en parte de arena i en parte de una tierra rojiza que
cubre grandes manchones de conchas recientes i en parte de un sinnúmero de
fragmentos pequeños, angulosos, productos de la descomposición de las rocas plutónicas
o porfídicas por los cambios atmosféricos.” (Darwin, 1906: 218)
1
Una evidencia de su vigencia, es el hecho que la quinta edición de la “Recopilación de las leyes
de los Reinos de las Indias” haya sido publicada casi a mediados del siglo XIX, en 1841.
Esa decisión fundacional la pone inmediatamente en una situación paradójica, que
fue posible solo por la confluencia de todo el artificio tecnológico de la Revolución
Industrial. Antofagasta es definitivamente un artificio.
El filósofo Gillo Dorfles en 1968 abordó la idea de artificio a partir de una frase de
Hegel: “el hombre se duplica”, en cuanto que el ser humano produce nuevas
realidades:
“(...) el hombre se duplica, en cuanto existe de por sí como objeto natural, pero existe
también en cuanto logra crear a su vez otros objetos, que no son necesariamente objetos
artísticos, pero que son transformaciones de la naturaleza: “entidades”, pues que no
existen en estado natural, sino que son “objetualizaciones” de algo.” (Dorfles, 1972: 13)
Para Dorfles el artificio también es naturaleza, ya que aclara que significa “hecho
ficticiamente con arte”, “a costa de deformar la naturaleza y realidad” (Dorfles,
1972: 16):
“Todo nuestro habitat usual, nuestro environment (al menos en los países de mayor
industrialización, pero antes de lo que se piensa también en aquellos todavía “salvajes”),
está transformado ya por el advenimiento de la máquina y por su entrometimiento en la
edilicia, en la señalética, en la producción de objetos industriales, de medios de
transporte, etc. Esta transformación –aparte de los inmensos beneficios materiales que ha
aportado a la humanidad- constituye una total diversificación en las condiciones de
equilibrio entre hombre y naturaleza. Del restablecimiento de ese equilibrio depende, en
mi opinión, buena parte de la posibilidad de recuperar muchas condiciones existenciales y
creativas, hoy en día modificadas, coartadas o exaltadas, y de las cuales el ambiente
arquitectónico y urbanístico constituye un indicio sensible.” (Dorfles, 1972, 16-17)
Ruralidad e hinterland
En la actualidad, las ideas sobre la ciudad están más vigentes que nunca. Los
estudios sobre poblaciones hechos por Naciones Unidas detectaron que el año
2007 fue un importante punto de articulación, en ese momento por primera vez la
población de las ciudades sobrepasó a la población de áreas rurales. En base a
esas investigaciones han elaborado proyecciones:
“El proceso de urbanización global ha avanzado rápidamente durante las últimas seis
décadas. En 1950, más de dos tercios (70 por ciento) de las personas en todo el mundo
vivían en asentamientos rurales y menos de un tercio (30 por ciento) en los asentamientos
urbanos. En 2014, 54 por ciento de la población mundial era urbana. Se espera que la
urbanización mundial continuará, por lo que en 2050, el mundo será un tercio rural (34 por
ciento) y dos tercios urbana (66 por ciento), más o menos a la inversa de la distribución de
la población rural-urbana global de la mitad del siglo veinte.” (United Nations, 2015: 7)
El Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE) de la CEPAL,
entrega otras cifras específicas sobre la población urbana para Latinoamérica:
1950: 42,2 %; 1960: 49,2 %; 1970: 56,6 %; 1980: 65,3 %; 1990: 70,8 %; 2000:
75,6 %; 2010: 78,7 %. (CELADE, 2013)
Edificios territoriales
“(...) Cerca de 1900 unidades de habitación han sido construidas desde 1935 por
la Caja. Los proyectos son usualmente casas alineadas o colectivos, y, por lo
general, están bien planificadas. Cuatro colectivos diseñados para las calurosas
regiones del norte, fueron construidos en Antofagasta, Arica, Iquique y Tocopilla.
Eran un poco gruesos en diseño; de hecho, el que pude visitar en Antofagasta era
lejos el grupo de edificios más moderno en el pueblo, la maravilla para todos los
que venían a verlos. (...)” (Violich, 1944: 139-140)
Edificios como el Huanchaca y Caliche, diseñados por Ricardo Pulgar San Martín,
son herederos del pensamiento de Le Corbusier y Ludwig Hilberseimer. El primero
fue muy influyente con las ciudades jardín verticales que propuso para ciudades
como Rio de Janeiro (1929) y Argel (1930), el segundo estratificó la ciudad y
separó vías tipos de circulación. Sin embargo, los emplazamientos y operatorias
urbanas de estos edificios, pueden ser comprendidos desde las ideas de Kevin
Lynch, principalmente con la idea de borde, como “límite entre dos fases”,
construcciones “que separan una región de otra o bien pueden ser suturas, líneas
según las cuales se relacionan y unen dos regiones”, definiendo arquitectura que
son “elementos fronterizos”. (Lynch, 2008: 62; Galeno, 2014: 64)
El espacio público debe ser plural y vital, debe ser un sistema. Su energía viene
de su ocupación, de sus usos. Su pluralidad viene de la oportunidad de
superponer capas, de abrirse a lo espontáneo y efímero. De ofrecer alternativas
que devienen y son estimuladas por su multiplicidad y vinculaciones. Las ciudades
deben tener sistemas de espacios públicos, plazas que suceden a plazas, que dan
paso a parques, que continúan en paseos, que se abren en plazuelas o en atrios,
que se conectan a jardines, que se conectan a canchas, que se elevan en
miradores, que siguen en playas. Los espacios públicos son sistemas dinámicos
cuyo uso y movilidad se puede dar de variadas formas. En una visita a
Antofagasta el año 1997, el arquitecto Paulo Mendes da Rocha, dijo que el
espacio público era un ámbito que permitía una multiplicidad de opciones de
desplazamiento y ocupación, o en sus propias palabras un “orden para la
imprevisibilidad”.2 Una libertad de ocupación, que permite al ciudadano realizar lo
mismo de varias formas. Y podríamos agregar que incluso permitiría el anonimato
en lo público.
2
Paulo Mendes da Rocha entrevistado por Claudio Galeno en Antofagasta en 1997.
cada vez más poderosas que han ido destrozando, dividiendo e insularizando los
primigenios sistemas y redes ecológicas. Hablar de redes, significa hablar de nodos; sin
redes no hay nodos, y viceversa, el nodo no puede existir sin la red. El territorio se
convierte en una red sin centro ni periferia; un sistema de objetos interconectados de
miles de maneras distintas. Las redes existen en abstracto y pueden generar realidades
materiales e inmateriales. Y los nodos consisten en núcleos de alta densidad como los
intercambiadores. (...)” (Montaner, 2014: 201)
“Caminar es el punto de partida de todo. El hombre fue creado para caminar, y todos los
sucesos de la vida nos ocurren mientras circulamos entre nuestros semejantes. La vida,
en toda su diversidad y esplendor, se muestra ante nosotros, cuando estamos a pie.”
(Gehl, 2014: 19)
Salubridad e higiene son los grandes temas que introdujeron las reformas urbanas
a partir del siglo XIX, la más influyente fue la de París, dirigida por el Barón
Haussmann entre 1852 y 1870, que, entre varias operaciones, higienizó el espacio
urbano mediante la construcción del alcantarillado y abriendo un sistema de
grandes avenidas conocidas como bulevares que permitieron ventilar y asolear la
ciudad.
Curiosamente, una vez más, los criterios más básicos de organización de la vida
urbana moderna siguen válidos, por un lado no situar las áreas industriales a
barlovento de la estructura urbana, por otro que la forma urbana esté diseñada de
forma a ventilar y asolear calles y manzanas de la ciudad. ¿Cuantas nuevas
urbanizaciones de la especulación inmobiliaria contemporánea reflexionan sobre
la orientación y anchos de calles y manzanas? ¿Cuantos nuevos conjuntos o
edificios se han diseñado pensando en el impacto de su altura en el ambiente
urbano? (Palme y Guerra, 2013)
Antofagasta el año 2016 cumple 150 años de su primer poblamiento. Sus primeros
años fueron en el auge de la globalizante Revolución Industrial con una creciente
intensidad eclecticista, luego vinieron los años experimentales del art decó y de
una sólida arquitectura del Movimiento Moderno, la posmodernidad fue un
proyecto que culminó en un regionalismo alineado con la búsqueda de una
arquitectura latinoamericana que ha perdurado hasta la contemporaneidad. A
pesar de la corta vida de Antofagasta, su vitalidad económica ha legado obras de
mucho interés y ha concentrado un gran número de ejemplares de arquitectura
significativa que deben ser conservados porque son la memoria de la ciudad y
reflejan el gran empuje de sus ciudadanos y del Estado en constituir imagen
urbana en una situación adversa.
Giulio Carlo Argan en su libro “Historia del arte como historia de la ciudad”,
reivindica la preservación, y reflexiona respecto de la criticada ciudad-museo. La
planificación de la urbe sería “un proyecto de orden y adaptación de lo ya existente
y de una previsión de futuros desarrollos”. El museo no sería un depósito o asilo
de obras, sino “un instrumento científico o didáctico para la formación de una
cultura figurativa o de los que Rudolph Arnheim llama ‘pensamiento visivo’”, “el
museo como centro vivo de la cultura visiva, es un componente activo del estudio
y del desarrollo de la ciudad”. (Argan, 1984: 80)
“Para revitalizar los centros históricos, por lo tanto, no se puede contar sólo con las
posibilidades técnicas de restauración; si la reanimación debe traducirse en una
refuncionalización orgánica, es claro que la intervención de los técnicos del patrimonio
cultural es necesaria desde la primera fase de estudio del proyecto y que es intervención
no deberá limitarse a los centros históricos propiamente dichos sino que tendrá que
extenderse a toda la ciudad, en cuanto influye sobre el centro histórico y lo condiciona.
(...)” (Argan, 1984: 79-80)
“He oído repetir muchas veces y, sin duda es cierto, que es indispensable disponer de
una catalogación de los bienes, realizada a partir de una idea, definida jurídicamente, de
bien cultural. Considero indispensable una catalogación científica y su continuada puesta
al día, pero considero extremadamente peligroso la definición a priori de listas de cosas
que hay que proteger, con la implícita admisión de que todo lo que no está en esas listas,
no merece ser protegido.(...)” (Argan, 1984: 82)
Planificación y participación
Por otro lado, expone y estimula la creación de planificaciones, que bogan por la
imagen y la racionalidad urbana, planes que además han sido adoptados por el
mismo Estado:
Papic, informa sobre el desarrollo de normas urbanas que se han dictado desde
1929, y de la necesidad de Antofagasta de contar con una regulación:
“Y el Gobierno de Chile, con fecha 14 de enero de 1930, dictó una Ley nº 4563 que
aprueba una Ordenanza General de Construcciones y Urbanización; ordenanza que en
sus disposiciones relativas a la urbanización establece que todas las municipalidades, de
toda ciudad superior a 20.000 habitantes, deben presentar un anteproyecto de
transformación de sus respectivas ciudades, anteproyecto que servirá de base para las
líneas de edificación y las rasantes correspondientes. / En Antofagasta no se ha
elaborado dicho anteproyecto ni municipalidad alguna se ha preocupado de realizar un
plan regulador. / Sólo existen trazados de calles y manzanas que bien podrían
considerarse oficiales de la comuna y que bajo ningún punto de vista debían de ser
alterados ya que han consultado en principio las necesidades y el desarrollo primordial de
la ciudad.”
“Un efímero Comité de Urbanismo al cual pertenecieron Don Alfonso Campusano, Don
Ricardo Sotomayor, Don Luis Erazo, Don Martín Cerda, etc., Tenía la tutela moral sobre
su realización y uno de sus proyectos de trazado fue la avenida Costanera que uniría el
nacimiento de la calle Balmaceda, junto al mar con el Balneario Municipal. Y las
observaciones y las direcciones del Comité de Urbanismo eran respetadas por la
autoridad municipal. / Hoy dicho Comité no existe y se construye arbitrariamente, pasando
por encima de todo principio fundamental de Urbanismo.”
3
El primer arquitecto racionalista de Antofagasta.
Luigi Verga Abd-El-Kader, el de hijuelaciones de 1899 y el de 1901. El proyecto
para un nuevo puerto en 1905 realizado por el ingeniero holandés H. L. van Hooff.
El plano de alcantarillado de 1908 que usó el sistema unitario en zig-zag del
francés Paul Wery. En 1913 dos diseños para puertos, uno realizado por el
ingeniero A. D. Swan de Montreal sobre La Poza, el cual se contrapone a otro
diseño más racional, probablemente de Abd-El-Kader, en el borde poniente del
centro, que fue el proyecto que se ejecutó. Además en 1914, Abd-El-Kader publicó
parcialmente ese diseño en su Plano-Guía Comercial de 1914.
Un periodo de madurez, fueron los años cincuenta y sesenta, marcados por dos
hitos: el primer plan regulador realizado por Jorge Poblete Grez, Julio Mardones,
Sergio González y Gonzalo Mardones (TAU arquitectos) a partir de 1956 y
oficializado el 30 de noviembre de 1965 (Decreto Ministerio de Obras Públicas
nº1614), diseñado en base a la concepción del zoning. Y el estudio pre-inversional
para el “desarrollo urbano regional” de 1967-1968, que realizó un equipo
multidisciplinario liderado por Emilio Duhart, Juan Casanova, Helio Suarez y
Walter Witt, un documento en dos volúmenes que determinó las directrices de
muchas de las acciones que se fueron concretando hasta la actualidad. El
contexto de la ciudad moderna en la década del 60 se puede ampliar, en las ideas
de la relación entre habitantes y la vitalidad de la ciudad expuestas por Lewis
Mumford:
“La misión final de la ciudad consiste en promover la participación consciente del hombre
en el proceso cósmico e histórico. A través de su estructura compleja y duradera, la
ciudad acrecienta enormemente la capacidad del hombre para interpretar estos procesos
y toma en ellos una parte activa, formativa, de modo que cada fase del drama que en ella
se representa tenga, hasta el máximo grado posible, la iluminación de la conciencia, el
sello del propósito, el color del amor. Esa exaltación de todas las dimensiones de la vida,
a través de la comunión emotiva, la comunicación racional, el dominio tecnológico y, por
sobre todo, la representación dramática, ha sido la función suprema de la ciudad en la
historia, y sigue siendo el principal motivo para que la ciudad continúe existiendo.”
(Mumford, 1966: 753)
Desarrollo orgánico
“(...) El mar está presente a todo lo largo de la ciudad y representa un valor y un bien que
no ha sido debidamente valorizado. Se afirma, pues, como un criterio general de
orientación, que la ciudad será mejor en la medida que el mar tenga fácil acceso y
desarrollo como área de recreo y esparcimiento. Igualmente, la ciudad obtendrá ventaja y
agrado al disfrutar de su situación sobre un plano inclinado semejante a un balcón sobre
el mar.(...)” (Chile (Tomo 2), 1968: 53-54)
Uno de los temas más relevantes planteado por Duhart y equipo, fue la formación
de áreas de esparcimiento vinculadas al turismo. La propuesta se sostenía en el
estudio encargado a la empresa británica Transport & Tourism Technicians Ltd.
para analizar la factibilidad turística de la ciudad y su hinterland y de la región.
Decían:
"El modesto desarrollo actual no refleja sin embargo el potencial turístico de Antofagasta y
su región. Según el informe de 'Transport & Tourism Technicians Ltd.' de Londres sobre
Turismo en Chile 1967: 'La zona de Calama - Antofagasta (Zona 2) cubre una de las
áreas más interesantes desde el punto de vista arqueológico y de paisajes de desierto e
incluye una de las mejores playas de Chile en Mejillones'" (Chile (Tomo 1), 1968: 55).
Además agregaban:
Richard Burdett y Philipp Rode, en el proyecto “Era Urbana” (Urban Age), en base
a sus viajes y estudios de grandes ciudades globales determinaron las principales
conexiones que subyacen en lo urbano: a. cohesión social y forma construida; b.
sustentabilidad y densidad; c. transporte público y justicia social; d. espacio
público y tolerancia; e. buena gobernanza y buena ciudad. (Burdett and Rode,
2010: 23)
Burdett dice que las ciudades deben ser versátiles. Saskia Sassen defiende la
urbanidad (cityness) de los espacios, una suerte de carácter de la ciudad, de
singularidades de la vida en la urbe. Por otro lado, Jan Gehl plantea una ciudad
sostenida en el ser humano como punto de partida universal, donde los grandes
tópicos son: a. la dimensión humana; b. los sentidos y la escala; c. ciudad vital,
segura, sana y sostenible; d. ciudad a la altura de los ojos; c. la vida como primer
principio, en segundo lugar el espacio, y por último los edificios. (Gehl, 2014)
¿Qué Antofagasta nos merecemos? En síntesis, podríamos decir que una ciudad
sana, caminable, única, que se acepta a si misma, que reconoce su memoria y
entorno fortaleciendo su imagen urbana, en la cual los ciudadanos nos
respetamos, nos reconocemos e identificamos.
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