Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Este análisis parte justamente de una situación cotidiana y la aplicación de lo que Marx define
como trabajo enajenado. Este tópico de Marx no fue tomado al azar, sino que reveló la
necesidad de que así fuera en el análisis mismo, ya que en un principio parecía que la
situación cotidiana se adaptaba más al tema de fetichismo.
La situación que se analiza es la siguiente: hace unas semanas personas pertenecientes a una
institución de danza fueron partícipes de un evento entre bailarines en la ciudad de San Luis
Potosí, en este encuentro había tanto bailarines que pertenecían a una institución educativa
como aquellos que se habían entrenado por su propia cuenta. En algún punto del evento hubo
un concurso, con premios secretos, donde aquel que lo deseara podía presentar una
improvisación con duración de 1 minuto. Al final los premios para los primeros lugares era
un puesto en algunas compañías con bastante renombre en el mundo de la danza. Lo
interesante de la situación viene cuando me entero que la actitud de la mayoría de los demás
bailarines, presentes en este evento, cambio radicalmente al enterarse de quienes fueron los
ganadores, ahora los veían con idolatría, como personas que “habían logrado el sueño de
cualquier bailarín”.
¿qué esconde la idolatría y las ganas apasionas de algunas personas por pertenecer a
instituciones que, al igual que las empresas capitalistas, terminan por explotarlos? ¿Qué
mecanismos del trabajo enajenado, tal y como los explica Marx en los manuscritos del 44,
se modifican en un trabajador como el “bailarín de compañía”? es decir ¿Cómo se enajena
específicamente el bailarín que ve en las compañías el único medio para darle valor a su
trabajo?
En primer lugar, hay que especificar que el momento de enajenación del trabajo de un bailarín
se da efectivamente, se convierte en mercancía, cuando vende su fuerza de trabajo a una
compañía. Los riesgos de esta enajenación aumentan su probabilidad en un bailarín que dejó
la preparación o entrenamiento de sus aptitudes a una institución educativa. La efectividad
de su enajenación aparece cuando su producto, en este caso la interpretación de una
coreografía a través de su cuerpo y todo el tiempo que ello conlleva, no le pertenece sino a
una compañía; sumado a esto están las instituciones educativas que se encargan de disciplinar
al bailarín, de hacerle creer que el único medio para que su trabajo tenga valor es pertenecer
a una compañía con cierta reputación.
Dice Marx: “el objeto que el trabajo produce, su producto, se enfrenta a él como un ser
extraño, como un poder independiente del productor.”1. Sin embargo, aquí no nos referimos
a un producto material, nos estamos refiriendo a un valor de uso que satisface necesidades
“espirituales” por decirlo de alguna manera. El bailarín de compañía al contrario de un obrero
de fábrica o un empleado de call center, no se siente explotado sino realizado, aunque el
producto de su trabajo no deje de ser ajeno a él. Al igual que cualquier otro trabajo enajenado
mientras “más se vuelca el trabajador en su trabajo, tanto más poderoso es el mundo extraño,
objetivo que crea frente a sí y tanto más pobres son él mismo y su mundo interior, tanto
menos dueño de sí mismo es.”2
Creo que hay algo más en el trabajo específicamente del artista escénico que contribuye a su
sensación de realización y es que la mayor parte del producto de su trabajo proviene de su
cuerpo, de aquello mismo que crea su fuerza de trabajo. El valor de uso que produce no es
tangible, aquella sensación de que el producto es independiente del trabajador se ve mitigada
por la inmediatez del producto. El resultado de la actividad enajenada, de la enajenación
activa como lo dice Marx, no es una objetividad con la que no puede identificarse, la fuerza
1
Marx, Karl. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Edición preparada por Juan R. Fajardo para el
MIA, enero de 2001. Pág.123.
2
Ídem
de trabajo se confunde con el producto, porque sale del cuerpo, pero regresa a él como
producto final.
La relación inmediata y casi idéntica de la fuerza de trabajo con el producto en el caso del
artista escénico de compañía, le puede hacer creer a éste, que se halla en conexión directa
con su interior, su esencia y su espíritu, pues el producto de su trabajo se refleja en todo su
cuerpo, en su cuerpo en movimiento. Sin embargo, sólo en cuanto fuerza de trabajo él es
cuerpo y viceversa, sólo en cuanto cuerpo es fuerza de trabajo. Los dueños del medio de
producción que representa la compañía, podrán adornar de mil maneras el trabajo de los
bailarines, pero no pueden evitar la cuestión de que “cuanto más rico espiritualmente se hace
el trabajo, tanto más desespiritualizado y ligado a la naturaleza queda el trabajador.”3
Ahora bien, Marx menciona que aquello que es común a los humanos, aquello que denomina
como su ser genérico, es la actividad productiva que adhiere la naturaleza al humano, que
produce un mundo propiamente humano. Esta actividad es determinante para el ser humano,
representa su vitalidad. Por otro lado, como hemos visto a lo largo de esta exposición, la
actividad vital humana puede estar enajenada, aquel que produce y sólo tiene su fuerza de
trabajo y no posee medios de producción es incapaz de reconocerse en el producto de su
trabajo (aunque actualmente existan variedad de actividades productivas donde el trabajador
no alcance a reconocer que efectivamente está enajenado, como es el caso del bailarín de
compañía). La actividad vital humana necesita de otros elementos para realizarse
3
Íbid. Pág. 125
íntegramente: “En la forma de la actividad vital reside el carácter dado de una especie, su
carácter genérico, y la actividad libre, consciente, es el carácter genérico del hombre.”4
La actividad productiva que tiene como resultado un producto intangible, que sólo produce
un valor de uso espiritual y en el cual el trabajador se siente realizado tiene, a nuestro parecer,
un nivel de enajenación superior al que menciona Marx. En primer lugar, porque la fuerza de
trabajo se confunde con el producto, esto representa más confusión para el trabajador pues
contribuye a la aceptación del mérito individual y no la acción colectiva como formadora de
valor. En segundo término, porque aleja al productor de las actividades que tienen como
resultado un producto externo, objetivo, en el cual pueda identificarse o sentirse ajeno; lo
único que recibe a cambio de su fuerza de trabajo-producto es una de las formas más
abstractas del valor: el dinero. Este tipo de trabajador corre el riesgo de pensar que la única
forma de consumir, de relacionarse con el mundo humano es a través del dinero.
Bibliografía.
- Marx, Karl. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Edición preparada por Juan R.
Fajardo para el MIA, enero de 2001.
4
Íbid. Págs. 128-129.
5
Íbid. Pág. 131.