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23/5/2018 – La nube negra de Roberto Bolaño

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Cats (are Paradoxes), un musical de Pablo Amargo
Mario de las Heras

La nube negra de Roberto Bolaño Alguien me está escuchando


Carlos López
Publicado por Guillermo Ortiz
«Cease to Exist», la canción de Charles Manson de
la que se apropiaron los Beach Boys
Manuel de Lorenzo
Zona de rescate: Las dos muertes de Sócrates, de
Ignacio García-Valiño
Fernando Iwasaki
Rehazlo tú mismo
Diego Cuevas
YouTube mató a la estrella del celuloide
Esther García Llovet
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Bibiana Candia
Es fácil hacer tu propio códice medieval si sabes
cómo. O no
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Solo por robar: cancionero del hurto a pequeña y
media escala
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23/5/2018 – La nube negra de Roberto Bolaño
Simonetta y Amerigo: dos avispas en el escudo de
los Vespucci
Laura Mínguez

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Cortesía de Anagrama.

La noche cae y Udo sale de su hotel de vacaciones a buscar al Quemado, rescatarlo de algún bar y llevarlo de
vuelta a la habitación en la que los dos se retan delante de un tablero lleno de posiciones militares, bases y
conquistas. El juego se llama «El Tercer Reich» y recrea la Segunda Guerra Mundial a la manera de un Risk
descomunal, costa mediterránea ya abandonada, casi octubre, las tardes más cortas y frías, un frío
insospechado para el turista.

A veces es al revés, a veces es el Quemado el que despierta a Udo. Sobre todo desde que ha decidido que va a
ganar la partida. Aparece en el Del Mar y espera tranquilamente a que su rival despierte o a que se espabile al
menos, para no jugar con ventaja. Uno podría imaginarse al Quemado con gafas frágiles, pelo rizado, media
sonrisa y un cigarro en los labios, pero no, Roberto Bolaño prefiere que sea un hombre musculoso, lleno de
cicatrices, guerrillero valiente y torturado en un país extranjero, no sabemos cuál.

El Quemado en cualquier caso es la noche y la noche es el universo de lo lumpen. Lo inesperado. Lo temido. El


Quemado guarda patines en la playa como Bolaño guardaba un campamento de Casteldefells y Udo
simplemente siente la pasión por el abismo propia de todo jovencito de bien, novia estable, trabajo fijo, unos
días de playa en algún lugar del sur.

Es 1989 y Bolaño no es nadie. Eso no es lo malo, lo malo es que él mismo sabe que no es nadie: vive en Blanes
con su mujer, que espera a su primer hijo, Lautaro. Ayuda en la tienda de bisutería y es un tipo relativamente
carismático en el pueblo, siempre dentro de su aparente timidez. El encanto del que sabe pasar desapercibido.
Lleva diez años en España, cuadernos y cuadernos emborronados de poesías y pasajes llenos de sexo,
jorobaditos y policías. Historias recurrentes que vuelven una y otra vez sobre sí mismas.

Si Bolaño no está atrapado por una nube negra, lo parece, pero en la vida y la obra del chileno las apariencias Buscar: Search … Buscar
juegan con la realidad como el Quemado juega con el burguesito Udo en las noches de septiembre. Escribe El
Tercer Reich pero nadie la publica. Aún cuatro años después, en 1993, con los cuarenta a la espalda, escribe el
Agenda Cultural Jot Down
famoso poema que resume su carrera hasta ese momento y que da inicio al formidable volumen titulado La
universidad desconocida, publicado, póstumamente, como tantas cosas, en 2007: «Rechazos de Anagrama, Exposición: Cuestión de estado / Res-pública
Grijalbo, Planeta, con toda seguridad también de Alfguara, Mondadori. Un no de Muchnik, Seix Barral, jueves, 5 abril, 2018 - viernes, 1 junio, 2018
Destino… Todas las editoriales… Todos los lectores… Todos los gerentes de ventas». Madrid
Exposición: California Cool, de Danny Heller
Y sin embargo los que le recuerdan le recuerdan feliz. Como si sobreponerse, que decía Rilke, fuera todo.
viernes, 27 abril, 2018 - domingo, 3 junio, 2018
La energía febril de La universidad desconocida Madrid
Exposición: Miradas Paralelas. Irán-España:
He elegido El Tercer Reich para empezar el artículo sobre estos años oscuros de Roberto Bolaño porque me fotógrafas en el espejo
parece con mucho su obra más infravalorada, una especie de Parada de los monstruos ochentera vista desde viernes, 27 abril, 2018 - domingo, 27 mayo, 2018
una distancia que cada vez es menor: el esplendor de los primeros días de sol y calor y agosto que dan paso a la
Granada
penumbra y la soledad del pueblo turístico pero sin turistas, sin playa, sin trabajo. El hotel que sigue abierto sin
Presentación: Salvaje oeste, de Juan Tallón
saberse muy bien por qué, con Udo casi como único cliente, un cliente fuera de sí, desquiciado, fugitivo…
viernes, 1 junio, 2018
Madrid

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23/5/2018 – La nube negra de Roberto Bolaño
Sin embargo, todos estaremos de acuerdo en que es precisamente La universidad desconocida la que mejor Agenda completa
simboliza este periodo de Bolaño y sus páginas son en ocasiones una colección de pinturas negras, que pasan de
un vitalismo exultante a la mayor de las nostalgias, la tristeza del día a día, el lumpen sin filtros, las calles del
Raval, las Ramblas ochenteras con sus heroinómanos, el propio camping repetido una y otra vez, la chica
pelirroja, la obsesión de un tipo febril y enfermo, hígado ya por entonces renqueante. Una especie de Nietzsche
que se niega a rendirse, que ve en la propia enfermedad un signo de salud.
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Bolaño como representante del destino latinoamericano. A él le
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mayor Escritor chileno en Barcelona pero que escribe,
información.
no posturea en la barra del Bocaccio, no comparte comilonas con
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Barral ni Balcells. Él no es un boom, es una implosión relajada.
Bolaño en la UNAM cuando la represión mexicana de 1968,
Bolaño recién llegado a Chile cuando el golpe de Estado de
Pinochet. Bolaño, en definitiva, convertido él mismo en un
fugitivo, un fugitivo salvaje al que solo le queda investigar en los
libros y en las calles que huelen a orina.

En cierto modo, La universidad desconocida es el complemento


perfecto de Los detectives salvajes, y tengo a Los detectives
salvajes como una de las mejores obras literarias de fin de siglo.
Lo que en esa novela será ironía, noches mexicanas sin freno,
realvisceralismo de tertulias y peleas, persecuciones tras un
anciano Octavio Paz, aquí es realidad, dureza, anticipo de lo que
será la segunda parte del libro que le consagró: aquel padre Font
encerrado en un manicomio y a la vez perfectamente cabal,
aquella belleza perdida, aquel huir de la juventud desperdigada
por un continente, Ulises Lima y Arturo Belano buscando en el
desierto de Sonora los rastros de un poema.
Cortesía de New Directions.
Los detectives salvajes te mecen, te llevan en el asiento de atrás y
si te pierdes te hacen un dibujito. La universidad desconocida, en cambio, te despierta con un vaso de agua
helada. Porque no queda otra, porque no hay días que estirar, pequeño Udo, esperando un milagro,
jugueteando con el peligro, rodeándote de malas compañías. No hay nada a lo que renunciar. Son poesías
salvajes, relatos salvajes, son vida pero una vida ochentera, Quinta del Sordo. Nada que nos haga pensar que
ese hombre estaba enamorándose y empezando una vida familiar. Nada que remita al pequeño pueblo
pesquero de la costa de Girona.
Láminas
Si la pobreza de Los detectives salvajes es a menudo una pobreza estética, una pobreza de café de La colmena en
la que alguien invita o se deja invitar, preludio de una ronda nocturna de descubrimientos, medianoche en
México D. F., en La universidad la pobreza, la soledad, las noches perdidas de campamento en invierno no dan
pie a la metáfora. Son lo que son. Y se agradece. Sin heroísmos, por favor. Solo resistencia, aguante, paraguas
bajo la tormenta.

La fugaz vida feliz de Roberto Bolaño

Se puede decir que la nube negra —al menos la nube negra literaria, el hígado ahí siguió dando guerra, tanta
guerra que se le llevó la vida en 2003, cincuenta años recién cumplidos— fue disipándose en 1994 con aquel
Premio Ciudad de Irún que daba luz a lo que llevaba casi veinte años en la sombra. Después llegó La literatura
nazi en América, un falso ensayo irónico, divertido, que servía para ajustar algunas cuentas pendientes —
Bolaño fue muy claro siempre, en sus filias y en sus fobias, eufemismos, los justos— y por último en 1998 la
consagración con el Premio Herralde para sus detectives salvajes.

Ahora ya sí, ahora ya columnas en revistas y periódicos y síes de todas las editoriales adonde quisiera mandar
sus manuscritos apilados y pasados urgentemente a máquina o guardados en la memoria de ordenadores que
de vez en cuando dejan aún alguna sorpresa. Probablemente, muchos llegaron a Bolaño atraídos por una
especie de «amargura mágica» y se encontraron a un hombre bonachón, demasiado enfermo, obsesionado con
el dinero que podía dejar a su familia cuando faltara y convencido a su vez de que iba a faltar más pronto que
tarde.

Recreó sus tiempos en México en más novelas, de manera en ocasiones repetitiva, compiló relatos más o menos
logrados, fue francamente desigual en su obra y se embarcó en aquel último reto que fue 2666, libro que tiene
su origen en unas notas sobre el personaje de Amalfitano que se publicarían a su vez en 2011 bajo el título de
Los sinsabores del verdadero policía, un libro sinceramente prescindible.

Sobre 2666 se ha escrito mucho y de lo más variado, aunque el hecho de que se lo recuerde más por el recuento
de los asesinatos en Santa Teresa (Ciudad Juárez) que por la disparatada historia del esquivo Benno von
Archimboldi no deja de resultar curioso. Lo escribió y lo dejó terminado casi de cualquier manera para que sus
hijos tuvieran dinero, para que no pasaran por su propia nube negra, su propia miseria exiliada. Fue un
exitazo, desde luego, pero no es fácil adivinar por qué, qué conectó en ese libro con una audiencia masiva
mientras otros libros, igual de magníficos pero más oscuros quizá, pasaban desapercibidos.

Como lector, como lector entregado incluso, me alegro de que Bolaño tuviera esos cinco años de éxito de masas. Hemeroteca
Si algo me da pena es que fueran solo cinco. Tantos años fregando platos en restaurantes de Barcelona y solo un
lustro de reconocimiento mundial. Poco antes de morir, en una entrevista concedida ya casi como cadáver a la Hemeroteca
revista Playboy y recogida en el volumen Entre paréntesis, afirma, refiriéndose a sus años de tinieblas: «Claro Elegir mes
que pensé en suicidarme. En alguna ocasión sobreviví precisamente porque sabía cómo suicidarme si las cosas
empeoraban».
Redes sociales
Es un diálogo maravilloso, una especie de epitafio de diez páginas que, por supuesto, apareció también tras su
muerte. En un momento dado, Mónica Maristáin le pregunta: «¿Ha experimentado el hambre feroz, el frío que

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23/5/2018 – La nube negra de Roberto Bolaño
cala los huesos, el calor que deja sin aliento?», y él responde en una línea: «Cito a Vitorio Gassman en una
película: Modestamente, sí». A veces, lo reconozco, todo este universo lumpen me agota… pero otras veces,
cuando se da la verdadera genialidad, la genialidad de la tristeza sin matices: esos dos hombres destruidos,
suicidófilos, jugando de madrugada, esas cartas de rechazo, esa angustia febril de la madrugada catalana… la
empatía es inevitable y ese es el mérito, supongo, de todo gran escritor, que un tipo de clase media-alta del
barrio de Malasaña empatice con una vida que no conoce ni por asomo.
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13 Comments a Mailchimp

Abraham Suscribirse
22/07/2014 at 1:32 · Reply
Justo ayer terminé “2666” y hoy me encuentro con esto. Muy bueno.

Juan
23/07/2014 at 9:20 · Reply
Justo la semana pasada terminé “Entre paréntesis” y hoy me encuentro con esto. Debe ser que Obama & la
CIA le pasa a JotDown un listado de libros comprados/prestados/leídos para sincronizar la publicación de
sus artículos.
Genial esto y genial el artículo

Alejandro
23/07/2014 at 10:09 · Reply
A lo mejor es que no soy un ávido lector, ni un cultureta que tiene que considerar a Bolaño un semidiós, pero dentro de mi
ignorancia y después de recibir varios inputs de gente leída sobre el gran Roberto Bolaño me compré “Los dectectives
salvajes” y lo tuve que dejar hacia la mitad por no entender absolutamente nada. La primera parte tuvo un pase, pero la
segunda no pude con ella. Tal vez deberé dejar a Bolaño para más adelante, cuando haya leído más clásicos y visto
películas en la Filmoteca. Pero hoy, cuando leo tantas alegorías sobre el escritor chileno, no puedo dejar sentir envidia por la
capacidad de disfrute que os ha dado. Ojalá algún dia la tenga yo también.

Pingback: La nube negra de Roberto Bolaño | Combatiendo la Entropía

Tadey
23/07/2014 at 13:18 · Reply
Estoy de acuerdo: ‘El tercer Reich’ me parece una novela maravillosa. Para mí una de las tres o cuatro mejores de Bolaño.
Se trata de una obra que inserta sus pocos ingredientes (un hotel, un alemán, un tipo con la cara quemada, un juego de rol,
poco más) dentro de una trama que tiende a lo rutinario y que, precisamente, es a través de esta cadencia que se vuelve
perversa; poco a poco, se descarrila. Nos familiariza con unos escenarios que, pronto, se vuelven amenazantes; con unos
personajes que se tornan extraños y complejos. Gradualmente, todo va cayendo del lado de lo malsano.

raul15
23/07/2014 at 14:56 · Reply
¡Pinches Muchachos! un frikie de mucho cuidado el Bolaño, ¡cuánto me ha hecho disfrutar! …y todas esas referencias
inventadas en “la literatura nazi…! qué capacidad…también la “meramente alimenticia” 2666…¿seguro que únicamente era
un legado a sus deudos? ¿o el proyecto de su vida acabado de cualquier forma? Eso sí lamentable la publicación de algunos
de los papeles del cajón

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