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actualización año 2018.
Introducción
Dentro de las habilidades del niño, la adquisición del lenguaje cuenta como uno de los aspectos más
particulares de la esfera del desarrollo humano. Por un lado, se debe tener presente que el infante posee
algo que puede definirse como una “lengua propia”, con patrones característicos que se van modelando de
acuerdo a los cánones establecidos en el medio sociocultural en que se desenvuelve. Por ello, es necesario
prestar atención a los cambios que se producen en este sistema de comunicación, en la medida que se acerca
al de los adultos. Por otra parte, existe la idea de que el niño alcanza las diferentes formas por medio de la
inferencia de reglas subyacentes a las producciones, lo que le permite hacer uso del lenguaje. Se podría decir
que el aprendizaje de este complejo sistema de signos y símbolos se basa en un proceso activo. Este incluye
la formación y posterior confirmación de hipótesis sobre las reglas del lenguaje que escucha. La
comprobación consiste en la simple operación de poner las estructuras en uso, de modo que sea capaz de
entender lo que habla. Es por eso que durante este transcurso, el sujeto cae en pequeños errores
gramaticales. Además de todo esto, existe la posibilidad de que el individuo conozca previamente ciertos
aspectos universales del lenguaje, lo que podría traducirse en una característica innata (Clemente, 1995).
Sin embargo, los puntos mencionados en el párrafo anterior se explican de forma más clara según
las ideas que exponen algunas teorías acerca del tema. Desde hace ya varios años, diversos investigadores
han buscado las causas por las cuales el hombre es capaz de adquirir el lenguaje que su entorno maneja. Se
han barajado distintas hipótesis, unas apuntando a una condición propia del individuo, y otras
relacionándolo a factores cognitivos. No obstante, ninguno de ellas ha llegado a un consenso definitivo. Así
pues, actualmente se trabajan 3 ideas acerca de cómo adquirirlo.
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Así pues, el desarrollo de las estructuras del pensamiento, nos llevarían a la comprensión del lenguaje.
Por lo tanto, el desarrollo cognitivo sería posible en ausencia del lenguaje, pero no a la inversa, puesto que
el segundo está ligado al desarrollo de las estructuras psíquicas.
Esta hipótesis Piagetana, intentó ser corroborada por investigadores como H. Sinclair y G. Ferreiro. A
través de estudios hechos en niños, basados en la relación existente entre lenguaje y pensamiento, lograron
resultados que en gran medida demostraron la dependencia de las estructuras lingüísticas de las del
pensamiento.
Según este autor, la razón por la cual se produce está fusión de estructuras, tendría su fundamento en
el surgimiento del lenguaje egocéntrico del niño. Esto corresponde a la representación del paso del lenguaje
externo (lenguaje solo utilizado como un medio de comunicación con los adultos) al interiorizado (aquel
que conforma el pensamiento y se caracteriza por poseer una estructura reducida, abreviada, segmentada
y ser puramente predicativo).
Fonética y Fonología
De los 12 a los 18 meses el menor se encuentra en la llamada etapa holofrastica. En ella los sonidos se
organizan de la siguiente forma:
- CV o CVCV reduplicadas.
- VCV
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Además se observa la presencia de fonemas tales como /p/ y /t/ a los 12 meses y el nasal /m/ a los
13 meses. Luego a los 16 meses encontramos los sonidos /k/ y /n/; a los 18 /b/, /s/ y /w/. Finalmente, a
los 21 meses /g/ y /f/. Estos datos corresponderían a la adquisición fonética inicial según Hernández Pina
(1984).
Por otro lado, Cerrá (1979) propone un orden de aparecimiento, según la cantidad de
errores de pronunciación entre los 3 y los 7 años. De esta forma, en un comienzo surgen las nasales, luego
las oclusivas, fricativas, grupos consonánticos, liquidas y vibrantes.
Por último, a través de este cuadro con los aportes de las últimas revisiones de Boch (2003)
en relación a las edades de correcta pronunciación de los diferentes sonidos de la lengua, es posible tener
un marco de referencia actual respecto al ciclo evolutivo de adquisición. Los porcentajes expresan cuántos
niños que se encuentran en dicho periodo etario tienen una adquisición consolidada del fono:
Aquí los niños articulan correctamente los fonemas /s/, /n/, /f/, /d/, /l/ y /x/ y producen el dífono
/ae/. Asimismo, Conservan la metría promedio de 2 sílabas y siguen presentando múltiples procesos
fonológicos de simplificación.
Entre los 3 y los 3,11 años; produce correctamente los dífonos consonánticos /xl/, /xr/, además
de los dífonos vocálicos /ia/, /io/, /ue/ y el fonema /r/. Sus palabras tienen una metría promedio de 3
sílabas, de manera que continua desarrollando su sistema fonológico. Disminuyen los PFS
Después, entre los 4 y 4,11 años; produce correctamente el dífono vocálicos /iu/ Posee una metría 3 y
más sílabas por palabra, y desaparecen los PFS referentes a estructura silábica
De ahí en adelante, entre los 5 y 5,11 años; el menor logrará articular correctamente el fonema /rr/,
además será capaz de producir los dífonos /gr/, /tr/, /dr/. Asimismo logrará emitir correctamente
polisílabos, aunque pueden permanecer algunos PFS de determinados grupos consonánticos, sobre todo,
los que presentan alguna dificultad articulatoria como los que incluyen los dífonos /tr/ y /dr/. Al finalizar
esta etapa los procesos han prácticamente desaparecido.
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Léxico Semántico
Con respecto a este aspecto del lenguaje, alrededor de los 9 meses se da inicio a la comprensión léxica.
Esta actividad comenzaría con el reconocimiento del nombre y del “no”. Ahora bien, según Benedict (1979),
la producción del vocabulario no comenzaría sino hasta los 12 meses de edad. La razón de esta diferencia
entre comprensión y expresión se explicaría porque, la primera está ligada al desarrollo semántico,
mientras que la segunda, al sintáctico.
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En el inicio del desarrollo semántico suelen darse tipos de errores de los cuales destacan la
Sobrextensión y Sobrerrestricción. La primera se da entre los 12 y 18 meses, y se refiere a la ampliación del
campo semántico que el menor da a una palabra. Por ejemplo, llamar guau a todos los animales que caminen
en cuatro patas. Dentro de este error se reconocen dos formas: las personales, por ejemplo, llamar papá a
todos los objetos que pertenecen al papá, y las de tipo tanteo conceptual, lo que sería llamar papá a otros
hombres que no los son. Cabe destacar que estos errores descienden a medida que aumenta el léxico del
menor. Por otra parte, la Sobrerrestricción (Infraextensión) corresponde a usar restringidamente un
término denominando con el un pequeño grupo de objetos. A modo de ejemplo, se puede citar el llamar aba,
por agua, solo a la del baño nocturno. Es importante mencionar que este error es más frecuente en la
comprensión que la expresión, caso que se da en forma opuesta en la Sobrextención.
En este marco, encontramos dos ideas de interés; una es el Dominio Taxonómico, y la otra, los Términos
Relacionales. Con respecto a la primera, a partir de los 2 años, los niños aprenden que algunos términos
están jerarquizados e incluyen o son incluidos dentro de otros (elementos Subordinados y
Superordenados).
De esta manera, la adquisición de los términos animales podría tener una secuencia como la descrita en
el cuadro a continuación.
30 meses 36 términos
adecuados
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En relación a los Términos relaciones, estos son otros campos semánticos dignos de atención.
Estarían referidos a los adjetivos dimensionales, términos familiares, espaciales, temporales, deícticos, etc.
Respecto a los primero nombrados anteriormente, figuran los pares como grande-pequeño, alto-bajo, etc.
Se utilizan para expresar dimensiones de los objetos, pero este uso no puede ser indistinto, puesto que en
la mayoría de los casos se trata de dimensiones particulares. La complejidad de un término esta en función
del número de restricciones que dicho posee: mientras menor sea el número de dimensiones a los que se
puede aplicar, mayor será su complejidad semántica. De esta forma, grande-chico, se adquiere antes que
alto-bajo y largo-corto, que a su vez es antes que ancho-grueso o superficial-profundo. Previamente son
usados como sinónimos. Los niños piensan que alto y largo son lo mismo, al igual que bajo-corto. Esto sería
un indicio de que solo se han adquirido los componentes más generales.
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Morfología
Las diversas variantes morfemáticas van evolucionando a través del desarrollo de cada niño. Así
encontramos que el Género, primer morfema en aparecer, se aprende en una primera instancia con un
carácter léxico, y no morfemático. Es decir, las versiones masculinas y femeninas de un elemento
constituyen dos palabras diferentes. Además de esto, primero surge vinculado a los sustantivos, y más tarde
a los artículos y adjetivos.
Posteriormente aparece el Número. Este se da de tres formas: la primera es añadiendo una “s” al final
de la palabra (auto/autos), y es la que primero se aprende. La otra consiste en añadir el alomorfo “es” al
final de la palabra (pantalón/pantalones), y la última en adquirirse son las palabras invariables como
“tijeras”. Según Brown (1973), el uso correcto del plural es a los 3 años de edad. Él grafica el porcentaje de
uso correcto (PUC) en distintos periodos de edad de la siguiente manera:
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Respecto al Artículo, estos se clasifican en determinados (el, la, los, las, lo) e indeterminados (un, una,
uno, unas). Los primeros alcanzan su uso correcto cerca de los 2½ años; los segundos, por el contrario, no
es hasta los 6 años aproximadamente que se usan correctamente. La razón de aquello es que estos últimos
son de mayor complejidad, ya que individualizan al sustantivo que preceden (“dame un dulce”, no se refiere
a un dulce conocido sino a uno cualquiera), significando, por ende, que el niño posea un pensamiento
concreto. Por otro lado, Sole (1984) afirma que el uso determinado e indeterminado de artículos ocurre
antes de los 3 años de edad.
En relación a la adquisición de los Adjetivos, estos constituyen una categoría gramatical que modifica
al sustantivo. Aparecen cuando el niño comienza a prestar atención a las cualidades que poseen los
elementos y personas que ve, precisando así la significación de estos. El Adjetivo Calificativo es el primero
en adquirirse, donde los más usados por los niños son “sucio”, “contento”, “triste”, “dulce”, según Gili
Gaya(1972). Otros de mayor complejidad cognitiva, como “hondo” y “superficial” aparecen cercano a los 5
o 6 años. A los 3 años, los niños son capaces de usar adjetivos de tamaño en sus estructuras lingüísticas
(grande, chico, alto, bajo). También a esta edad se usan los adjetivos demostrativos como este y ese,
permitiéndole al niño señalar objetos y personas en relación con el.
Los Pronombres están formados por un grupo de palabras que se dominan por el hablante bajo la
exigencia de conocimientos de carácter semántico y pragmático.
En el caso de los Personales, antes de los 3 años, no hay una clara utilización del “yo”; la referencia a su
persona está marcada por el uso sustantivos como “el niño” o por el propio nombre. La misma situación se
da en el caso de la 2ª y 3ª persona (“papá juega”, “mamá come pan”). Después de los 3 años, la identificación
de personas está afianzada, coincidiendo con un uso masivo del “yo”. Posteriormente, surgen los
pronombres reflexivos me, te y se.
Los Pronombres Posesivos son más precoces, detectados ya en las frases de dos palabras. Los primeros
son los ligados a la 1ª persona, ya que derivan de efectos pragmáticos de uso (“mi oso”). Los posesivos
grupales (“nuestros”) o los que el poseedor está ausente (como “su”), son después de los 4 años.
Las Preposiciones tienen una función relacional, dirigiendo el uso de la palabra o palabras siguientes.
Según Peronard (1985), las más sencillas son en, por, a, de y entre. Les siguen la de instrumento con y las de
tiempo hasta. Las últimas en adquirirse son las de causa o con valores significativos múltiples como para,
desde y sin. Gili Gaya, por su parte, describe un uso afianzado para niños sobre los 4 años de las
preposiciones a, con, de, en, para y por. En forma escasa dice que son usados contra, hacia, desde y sobre. Las
más escasas en el habla infantil son ante, bajo y tras, debido a su carácter más culto y literario.
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Los Verbos son más difíciles de aprender que los sustantivos, dado su valor semántico relacional, en
contraste con el valor semántico referencial de los segundos. De esta forma, la adquisición de los verbos
está determinada por:
- La organización especifica en que esa forma se haga en un idioma concreto (diferencias entre
lenguas)
- El valor interactivo comunicativo que cada forma tenga (por ejemplo, las conjugaciones de futuro
son remplazadas por el uso de perífrasis verbales, razón por la cual, el uso de -r- es más tardío en
castellano).
- El significado morfemático que se añade respalda diferentes grados de dificultad cognitiva, como
sucede con condicionales y subjuntivos.
Por los datos aportados en el estudio de Hernández Pina (1984), podemos ver que hay una parición casi
simultánea de las formas verbales: Imperativo a los 19 meses e Infinitivo, Gerundio y Participio a los 22
meses.
La evolución en el uso de los verbos se grafica en bases a los datos aportados por dos autoras que
describieron los porcentajes de uso y las apariciones de las formas verbales en dos periodos de edad:
24 a 36 meses
(Clemente, 1982)
Infinitivos 14%
Gerundios 15%
Participios 2%
Presentes 45%
Imperativos 10%
Indefinidos 1%
Pret.Perfecto 2%
Subjuntivos 0%
Imperfectos 2%
Ir + V 2%
V + Gerund. 6%
V + Part. 1%
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18 a 24 meses
(Hernández Pina, 1984)
Infinitivos 12%
Gerundios 7%
Participios 10%
Presentes 42%
Imperativos 18%
Indefinidos 6%
Pret. Perfecto 4%
Subjuntivos 2%
Las Funciones Verbales son descritas a continuación en función del valor del uso, y no de la
frecuencia de utilización.
Imperativo: es el tiempo que demanda relación directa e inmediata con el interlocutor. Se usa con los
siguientes propósitos:
Presente del Indicativo: tiempo del aquí y ahora que domina el sistema verbal infantil durante los
primeros años. Se usa para aclarar, informar, pedir y preguntar. Los usos son:
Describir la propia acción: los niños dicen lo que hacen, mientras lo hacen. Expresado en
primera persona esta forma de hablar se ha descrito con un valor autorregulador. Algunos
ejemplos son: “por aquí lo pongo”, “no puedo sacar”.
Preguntas o peticiones de información y de aprobación.
Declaraciones dirigidas al interlocutor: afirmaciones que explican o describen hechos u
objetos. A medida que el niño va creciendo, va enriqueciendo el contenido del mensaje
agregando causas, explicaciones, adjetivos, etc.
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Formas no personales:
Infinitivo: precozmente usado como imperativo (“a jugar”, “a comer”); en niveles superiores se
usan como infinitivo de respuesta (¿qué haces? “jugar”) y final (unido a un para→ “dame el oso
para jugar”).
Gerundio: expresa duración en la acción y además cumple el rol de adverbio al relacionarse
con el verbo principal de la oración. Además, es utilizado por los niños como respuesta a
preguntas hechas por otros (¿Qué haces? “jugando”) o como resto de perífrasis durativa sin
auxiliar (“comiendo porque tu dijiste”).
Participio: su aspecto perfectivo de acción acabada hace que el menor, en primera instancia, lo
utilice como pasado, sin verbo auxiliar (“comido un pancito”).
Futuros: existen dos formas de futuro en castellano: en perífrasis verbales de ir + a + verbo (ir a jugar)
y con -r- (jugaré). La primera es la más usada por los niños, mientras que la segunda es tardía y menos
frecuente, usada comúnmente en forma de imitación a los adultos.
La expresión del futuro es de una complejidad basada en la capacidad de hipotetizar sobre un
acontecimiento por ocurrir, lo que implica abstraerse más allá de la realidad del aquí y el ahora. Cuando
se usan perífrasis verbales con la forma “ir” es un camino intermedio para expresar la posibilidad
usando un presente de acción y la preposición de direccionalidad, con lo que el enunciado especifica
claramente su valor futurible. Pese a que la expresión coincide con la idea, este valor futurible no es el
hipotético del futuro con -r-. Las perífrasis incluyen una economía gramatical y una rebaja cognitiva.
Subjuntivos: dado que el subjuntivo es el modo de la irrealidad, su uso es difícil para los niños. Según
Gili Gaya esta estructura parece mecanizada a partir de la conectiva final “para que” alrededor de los 4
años (“para que salgamos”). Los usos para el subjuntivo son:
Valor imperativo (uso más precoz); “venga”.
Con conectivos en oración de estilo indirecto (que juegue, para que salga, quiero que bailes).
El subjuntivo con valor dubitativo es el que se adquiere más tardíamente. Este seria el caso de
la expresión “el que tenga fuerza puede hacerlo”.
Solo después de los 6 años comienzan los usos correctos, dado su costo cognitivo. Antes se usan
de forma de forma errónea, como, “agarró el pan para que le comería”.
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Los tiempos verbales más usados por los niños y las edades relacionadas se especifican a
continuación.
El uso de perífrasis es muy marcado en los niños cuando se quieren referir a una acción que no solo
tiene carácter de futuro. En el siguiente cuadro se resumen las edades de adquisición para determinadas
formas.
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Sintaxis
EDAD ASPECTO
18 – 30 meses Frases de dos palabras (inicio del desarrollo sintáctico). Expresan recurrencia,
acción y negación.
24- 36 meses -inicio de la negación
-primeras preguntas: al comienzo, ¿qué? ¿Quién?, luego, ¿Cuándo? ¿Cómo?
¿Dónde? ¿Por qué?
-primeras oraciones compuestas (2 o más verbos conjugados): Coordinadas
(Bloom, 1980)
o Copulativas con “y” (2 años 9 meses). Luego, “e” y “ni”
o Disyuntivas con “o” (3 años 1 mes)
o Adversativas con “pero”
30- 36 meses -Etapa de las Expansiones de las frases (combinación de las palabras).
-Perífrasis verbales de tipo verbo + infinitivo (quiero comer, voy a jugar).
-Uso de oraciones copulativas, transitivas e intransitivas.
36-48 meses Uso correcto de nexos: relativos y causales.
Tematizaciones (“ese que salta”)
Completivas (“es malo”)
48 meses Primeras oraciones subordinadas:
-Primero aparecen las Sustantivas (Aguado, 1995)
-Las segundas son las Adjetivas, en el siguiente orden:
o Especificativas
o Explicativas
-Finalmente surgen las Adverbiales, en el siguiente orden:
o Temporales (3 años 3 meses). Lógicamente, no todos los nexos son
usados; “hasta”, “antes” y “después” se afianza alrededor de los 6 años
(Puyuelo).
o Lugar
o Modo
o Comparativa
o Causales
o Finales
o Consecutivas (3 años 3 meses)
o Condicionales (3 años 7 meses).
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Ahora bien, en relación al desarrollo sintáctico en etapas intermedias, según Miller (1981), a los 3
años se usan con regularidad las siguientes oraciones: frases en infinitivo donde el sujeto es él mismo, frases
con “quiero”, frases con preguntas simples como “dónde” y “por qué” y frases copulativas con “y”.
Bloom y Otros (1978) afirma también que a esta misma edad comienza el uso de conjunciones,
iniciadas con la “y” y posteriormente, por el “entonces”. En el caso de la primera, el valor que tiene es muy
plurifuncional: adición, temporalidad, causalidad, adversatividad.
Más tarde surgen las subordinadas, siendo según Bloom los nexos que, porque y cuando los
primeros e ser aprendidos. Su uso se puede presentar entre los 27 y 36 meses. El “pero” puede presentarse
entre los 32 y 38 meses.
Las últimas adquisiciones sintácticas se dan después de los 4 años. Se aprenden estructuras más
sofisticadas y la correcta utilización de elementos sintácticos más complejos, junto con el afianzamiento de
las habilidades meta cognitivas.
En base al trabajo de Piaget muchos autores, entre ellos Sinclair (1967), sostienen que en términos
comparativos como más que, menos que y tanto como, no se usan como expresiones relacionales hasta que
el nivel cognitivo de los niños comprende nociones de conservación y seriación (pensamiento concreto), es
decir, hasta los 7 años aproximadamente.
Para Chomsky (1969), para niños menores de 5 años, hay construcciones sintácticas difíciles
cuando:
En relación a la adquisición de las complejidades sintácticas del castellano, Gili Gaya proporciona
edades donde los usos se afianzan. De esta manera, en pre-escolares encontramos todos los usos sintácticos
habituales en los adultos, excepto la disyunción; hay escaso empleo de la subordinación condicional; uso
frecuente de la subordinación causal y coordinación adversativa y empleo frecuente de la coordinante “y”.
Hasta los 6-7 años, los niños confunden los valores causales y finales de “que” y “para que”.
Por otro lado, Hernández Pina (1984) nos proporciona los siguientes antecedentes con respecto a
la aparición de los nexos:
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EDAD NEXOS
24-25 meses Primeros nexos oracionales que-y-si-porque
27 meses pero
28 meses o
30 meses sino
36 meses Adverbiales completas.
Aguado (1988), por su parte, afirma que entre los 24 y 36 meses se da:
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Bibliografía
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Siguán, M. (1984) Estudio sobre psicología del Lenguaje infantil. Ed. Pirámide: Madrid.
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Puyuelo, M. Rondal, J. (2005). Manual de desarrollo y alteraciones del lenguaje. Masson:
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Bermesolo, J (2012). Psicología del lenguaje. Ediciones UC: Santiago.
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