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DESCOLONIZAR EL PRESENTE:
Ensayos críticos desde el Sur
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DESCOLONIZAR EL PRESENTE:
Ensayos críticos desde el Sur
ISBN 978-987-1549-48-1
ISBN 978-987-1549-48-1
Diseño: Publifadecs
Viviana García
© PubliFadecs
Departamento de Publicaciones de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales.
Universidad Nacional del Comahue. Mendoza y Perú (8332) General Roca.
Rio Negro. República Argentina.
publifadecs@hotmail.com
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Agradecimientos
Índice
experiencias educativas
Patricia Figueira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 195
Prólogo
1
Raimon Panikkar, Sobre el diálogo intercultural, Editorial San Esteban, Salamanca, 1990, pp.
15 y 16.
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PRÓLOGO 11
para reflejar unas palabras preliminares sobre distintos textos que se cen-
tran, inter y trans-disciplinariamente en las dimensiones dominadora, co-
lonizadora y eurocéntrica de la divina modernidad que homogeniza todo
lo que le rodea, excluyendo la diversidad cultural y las diferencias. Entre
todos ellos se abordan temas endiosados e idolatrados que van desde la
subjetividad moderna, su epistemología y su racionalidad científica, pa-
sando por el concepto de derecho estatalista moderno, el constituciona-
lismo, la idea de desarrollo, la organización política y económica de sus
sociedades, hasta llegar a temas críticos más específicos como la intercul-
turalidad, los derechos colectivos indígenas, el arte, el populismo, el tiempo
y la ciudadanía comunicacional. En cada capítulo del libro, se buscan re-
cuperar, reivindicar, visibilizar y proponer, otros modos de vivir, de signi-
ficar, de construir, de ser y de hacer mundos diferentes al establecido por
la mentalidad, el horizonte, el ethos y el paradigma de la modernidad oc-
cidental colonial. Todos los trabajos utilizan y se inspiran en el denominado
pensamiento de-colonial, desarrollado desde perspectivas diversas, por au-
tores, entre otros, como Aníbal Quijano, Walter Mignolo, Edgardo Lander,
Santiago Castro-Gómez, Enrique Dussel, Ramón Grosfoguel y, en cierta
medida, Boaventura de Sousa Santos.
Siguiendo los planteamientos del sociólogo francés Edgar Morin,
Occidente se mueve por el mundo bajo el denominado paradigma de la
simplicidad.2 Dentro de una de sus trayectorias históricas más predomi-
nante, en su forma de pensar y actuar se basa en una ontología de la pre-
sencia, de la unidad y del orden. Tiene una obsesión por caracterizar la
“verdad” de las cosas y los principios que lo rigen. Con el objetivo de lograr
el orden, posee un miedo y un terror por la incertidumbre, el desorden y
el caos. De ahí la fobia que presenta ante la acción, la corporalidad y la
pluralidad temporal y espacial. Termina por exorcizar las relaciones huma-
nas, la diversidad cultural y lo socio-históricamente producido. Para con-
solidar y reforzar su idea de razón, orden, verdad y unidad, ejecuta una
disposición misionera que hay que extender y expandir por todo el mundo
para que todos y todo encaje en su imaginario. Morin habla de una meto-
dología, una forma característica de la cultura occidental y un modo de
2
Ver Edgar Morin, los diferentes tomos de El método y su Introducción al pensamiento complejo,
Gedisa, Barcelona, 2001.
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PRÓLOGO 13
3
Ver Boaventura de Sousa Santos, A gramática do tempo. Para uma nova cultura política, Cortez
Editora, Sao Paulo, 2006, pp. 95 y ss.
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4
Ídem.
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PRÓLOGO 15
5
Ver Aníbal Quijano, “Colonialidad del poder, euorocentrismo y América Latina”, en Edgardo
Lander (comp.), La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas lati-
noamericanas, CLACSO, Buenos Aires, 2001, pp. 201 y ss.
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PRÓLOGO 17
Introducción
los cimientos de una matriz colonial de poder que lejos de haberse extin-
guido actúa en nosotros en tanto sujetos colectivos modelados por el pro-
yecto de la modernidad en el sur global.
Por cierto que por descolonizar el presente no debe comprenderse
la búsqueda o defensa de una primigenia ‘pureza’ perdida en las tradiciones
culturales silenciadas durante el proceso de modernización en el conti-
nente, ni tampoco como la apelación a una especie de reservorio moral de
la humanidad encarnado en los sometidos y explotados por ‘Europa’. En
otras palabras, no se trata de proponer la búsqueda de una identidad dada
de lo ‘latinoamericano’, así como un sesgado rechazo ‘antieuropeo’ o ‘anti-
occidental’ que invalide la legitimidad y los aportes que pueden dispensar
los insumos críticos contenidos en la denominada ‘tradición filosófica de
occidente’. Por descolonizar el presente se pretende más bien transformar
un orden de cosas decididamente demencial y nihilista el cual ha condu-
cido a la humanidad a una encrucijada respecto a las condiciones de vida
futura en el planeta.
Esta centralidad que ha adquirido en los últimos años la necesidad
de una lectura crítica del presente conlleva a su vez razones empíricas de
variada índole: las dinámicas locales, regionales y nacionales se han visto
modificadas por el impacto de una globalización neoliberal asimétrica; los
diversos niveles interactúan estableciéndose redes internacionales y trans-
nacionales; los problemas emergentes en cada uno de esos niveles exigen
de abordajes más problematizadores y los organismos gubernamentales -
tanto como las sociedades civiles- ya no pueden imaginar la resolución de
los problemas o los conflictos sin tener en cuenta la complejidad de los
nuevos contextos.
El mundo que habitamos definitivamente ha cambiado, aunque más
no sea por la intensidad que han adquirido procesos iniciados hace tiempo.
La conectividad e interacción de las distintas regiones del planeta permiten
que tengamos conocimientos de pueblos, situaciones y conflictos con una
inmediatez impensada hasta hace unos pocos años. La desaparición del
mundo bipolar y la emergencia y re-localización de nuevos centros en el
patrón global de poder, ha permitido que entraran en escena Estados -y
bloques regionales- que antes sólo podían ser pensados como protagonistas
con escasa o nula incidencia en el sistema interestatal planetario.
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se han organizado y desarrollado por lo menos durante gran parte del siglo
XX -bajo el influjo de la modernidad-, no alcanzan para comprender o
mostrar los cambios o los caminos hacia otros mundos posibles. Este es un
parecer compartido también por muchos de los intelectuales, referentes y
militantes de los movimientos agrupados en las redes transnacionales de
activistas opositores a la racionalidad neoliberal. Unos y otros interpelan
al paradigma dominante, aunque no necesariamente en la misma dirección
y sentido, razón por la cual, pese a que parten en general de la necesidad
de una labor crítica respecto a los legados de la modernidad, han contri-
buido a configurar y consolidar enfoques diversos: estudios subalternos,
estudios postcoloniales, perspectiva decolonial, epistemología del sur, entre
otros.
El tronco común de estas perspectivas es el desmontaje de los plan-
teos universalizantes y eurocéntricos del paradigma con el cual se configu-
raron las ciencias sociales y las humanidades, puesto que el mismo ha
jugado un rol central en la justificación y organización de un sistema
mundo moderno/colonial que contribuyó a la expansión imperial de los
Estados europeos y al despliegue de una geopolítica del saber-poder de al-
cances globales. Distintos procesos históricamente reconocidos: el colonia-
lismo, el imperialismo o las actuales políticas impulsadas por los
organismos multilaterales -intervenciones humanitarias incluidas-, han sido
y son procesos sostenidos en una representación del mundo asentada de
manera excluyente en los principios articuladores de la episteme moderna
y en el edificio disciplinar de las ciencias sociales y las humanidades deri-
vado de ella. En ese contexto, los esfuerzos intelectuales por generar alter-
nativas teóricas a los modelos políticos, socioeconómicos y culturales
imperantes se ven limitados, entre otras cosas, por la influencia de un edi-
ficio disciplinar del conocimiento que abona y contribuye a mantener di-
recta o indirectamente dichas instancias de dominación.
Más concretamente dentro de tal configuración de las ciencias so-
ciales y las humanidades las mismas emergen como campos disciplinares
capaces de ordenar, clasificar y explicar en su totalidad el orden social exis-
tente. En su pretensión universalizante el conocimiento construido desde
dicha posición metahistórica ha negado u ocultado su contexto de enun-
ciación, su locus epistémico-político de emergencia, acotado espacial y tem-
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poralmente. Así pues, las certezas construidas de tal modo han operado -
y continúan haciéndolo- sobre la cartografía planetaria. Y en su pretensión
de renombrar las cosas, de establecer una línea demarcatoria entre conoci-
mientos válidos y no válidos, esas certezas ‘científicas’ convalidaron forma-
ciones políticas, organizaciones societales, modos de organizar la economía,
así como prácticas monoculturales excluyentes y negadoras de lo Otro dis-
tinto de lo blanco occidental.
sar desde el ‘sur’ no involucra partir desde un punto geográfico, sino más
bien el locus epistémico-político desde el cual se enuncian quienes se en-
cuentran atravesados por el discurso y el legado del paradigma dominante
en pos de implosionar el mismo y propender a la consumación de otros
mundos posibles.
Por ello al referirnos a un descolonizar desde el sur lejos de promover
la postulación de algún tipo de ‘esencialismo provinciano’ o una línea di-
visoria entre los opresores del ‘norte’ y los oprimidos del ‘sur’ que impida
ver tanto los ‘sures’ existentes en el ‘norte’ como la especificidad de las he-
ridas abiertas en el derrotero de nuestras historias locales, se procura abrir
las puertas de un ‘aprender a pensar’ de otro modo y un ‘aprender a vivir’
de otro modo. En suma, descolonizar desde el sur no resulta otra cosa que
la vocación de transformar un modo de vida global agotado y en crisis e
inventar -sin conocer ni formular la receta de antemano- la posibilidad de
‘otros mundos interculturalmente posibles’.
Por mundos interculturalmente posibles pretendemos señalar la
construcción de un proceso contrahegemónico capaz de producir otras
prácticas de conocimientos y de existencia que no reproduzcan ni el ra-
cismo, ni el sexismo, ni el patriarcalismo, ni el usufructo crematístico de
la naturaleza, ni el academicismo ensimismado del mundo propio de la
tradición hegemónica occidental. Por cierto que se trata de un actuar y
pensar contra hegemónico en vías de construcción, de algo no existente
como un hecho plasmado o materializado, sino más bien como un proceso
en gestación que involucra distintos niveles de especificidad y complejidad
en los que deberá ir articulándose las distintas prácticas descolonizantes,
así como la desclasificación e insurrección de los cuerpos y saberes sujetados
por parte de la colonialidad global.
De tal modo, esta invención de mundos interculturalmente posibles
supone la necesidad de romper con una lectura binaria que separa abrup-
tamente entre lo ‘occidental’ y lo ‘no-occidental’ o bien entre lo ‘europeo’
y lo ‘americano’ por caso. Tales lecturas maniqueas conllevan el riesgo de
conducir a un falso binarismo que impide identificar las diferencias, ma-
tices y procesos consumados al interior de estas aparentes estructuras mo-
nolíticas. Esto supone un desmontaje de las lecturas monocausales y
unilineales en la comprensión de los procesos históricos, al igual que la
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1. Occidental - Pos-occidental
3
La idea de América como resultante de una invención fue planteada por Edmundo O´Gorman
en el año 1958. Cfr. O’Gorman (1995).
4
Para ampliar la gestación geo-política de América Latina y la idea de latinidad, véase (Mignolo,
2007).
5
El concepto pos-occidentalismo aparece en la pluma del cubano Roberto Fernández Retamar.
Cfr. Fernández Retamar, Roberto (1976) “Nuestra América y el occidente”, Casa de las Américas.
Véase (Fernández Retamar, 2006).
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6
Mignolo,Walter (2011). “Decí mu con Walter Mignolo. La modernidad ya fue”. Entrevista radial
en Radio lavaca. http://lavaca.org/deci-mu/deci-mu-con-walter-mignolo-la-modernidad-ya-fue/
07/11/2011
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7
Conferencia de Aníbal Quijano en Asunción del Paraguay, Agosto 2010.
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8
Tal vez estas consideraciones no sean del agrado de Santos ni de Mignolo. No estoy diciendo
que sean lo mismo, de hecho hay diferencias respecto a dónde se ubica el punto de partida de
la acción de conquista imperial. Santos no adheriría a ubicarla en el S. XVI con el circuito co-
mercial del Atlántico, como Mignolo, entre otras consideraciones que los diferencian. Por su
parte, Mignolo plantea el ‘paradigma otro’ en tanto distinto y complementario del paradigma tran-
sicional de Santos (Mignolo, 2003:20). A su vez, Santos se refiere en los capítulos finales de
Epistemología del Sur (pp.347 y ss.) a sus diferencias con Mignolo.
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9
El concepto de pensamiento heterárquico es desarrollado por el sociólogo griego Kyriakos Kon-
topoulos. Consúltese el Prólogo de Castro-Gómez, Santiago y Grosfoguel, Ramón (2007) El giro
decolonial. Reflexiones para una diversalidad epistémica más allá del capitalismo global. Bogotá,
Siglo del Hombre.
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10
Véase el Documento “Los dogmas productivistas confluyen para que el agua, fundamento de
la vida se evapore y convierta a la vida en la aridez del ser”. Escuela de Educación Formación y
Formación Ambiental Chico Mendes, Rosario, Argentina.
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teóricos que debían ser dominados para hablar el mismo lenguaje -aunque
en distintos idiomas- al interior de la comunidad epistémica de pertenen-
cia, pese a que nuestro escenario local y cultural no estuviera contemplado
en tales teorizaciones, que son aquellas en las que nos hemos entrenado.
Cabe pensar entonces que ciertos trayectos hermenéuticos intra-modernos
(alemanes, franceses, anglosajones e italianos), están saturados respecto a
su alcance crítico, lo que nos lleva a desviarnos de las habituales agendas
de consulta epistémica que en el caso de la hermenéutica intra-moderna
se reduce, mayoritariamente a tres o cuatro perspectivas europeas.
Es en ese sentido que hoy se impone el tratamiento de una herme-
néutica renovada, con fuerte potestad crítico-interpelativa. Entendemos
que las epistemologías de frontera abren las puertas hacia el desempeño de
hermenéuticas otras, vertientes hermenéuticas desde el sur, empapadas de
mundo y de presente.
A ello nos orienta el concepto de ‘pensamiento-otro’, que remite al
intelectual marroquí Abdelkebir Khatibi y la noción de ‘pensamiento fron-
terizo’ de Mignolo; comportan sin dudas un desplazamiento de orden her-
menéutico ya que se soportan en lo provisorio, en la contingencia, en la
precariedad de todo conocimiento y en la exigencia de permanente revisión
crítica radical que hurgue en la procedencia y proveniencia del saber. Las
epistemologías de frontera habilitan a hermenéuticas otras que ponen en
diálogo horizontes culturales y epistémicos diversos e instan a un trabajo
de constante desfondamiento y apertura ante la certeza de la incompletud
y fragilidad del pensar hermenéutico. De tal forma:
11
Mignolo toma el concepto de diatópica de Raimon Pannikkar (1918-2010). Panikkar se ocupó
de problemas interculturales que involucran una hermenéutica en tradiciones no-occidentales.
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sangre’, por así decirlo (…) -la carne y sangre de los cuerpos de las mujeres,
de la naturaleza, de las economías basadas-en-lugar, por ejemplo-” (Escobar
2003:71), amarrando las conceptualizaciones otras a mundos de gentes de
carne y hueso, que se hospedan en sures varios, geográficos, epistémicos,
económicos y más, posibilitando entonces hermenéuticas emparentadas
con las cosas que ocurren en el sur y con la vida de las gentes que lo pue-
blan, compelidas a hablar de mundo y en el mundo.12 Las hermenéuticas
otras dejan la colonialidad a la intemperie y apuestan a creativos desplaza-
mientos, no ya en conformidad con los designios occidentalizantes, mucho
menos re-occidentalizantes mas sí, pos-occidentales.
Contradecimos entonces aquella preferencia aristotélica que sostenía
que siempre era mejor lo verosímil, aunque imposible; optamos por aquello
que aunque inverosímil, imaginamos posible.
Referencias Bibliográficas:
Argumedo, Alcira (2004). Los silencios y las voces en América Latina. Notas sobre
el pensamiento nacional y popular. Buenos Aires, Colihue.
Castro-Gómez, Santiago (2005). La hybris del punto cero: ciencia raza e ilustración
en la Nueva Granada (1750 – 1816). Bogotá, Ed. Pontificia Universidad Jave-
riana.
12
Escobar entiende que hay tres áreas de apremiante indagación: género, naturaleza y econo-
mía. Estos ámbitos son los que darían carnadura a las investigaciones del colectivo moderni-
dad-colonialidad. (Escobar, 2003)
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______ (2009). “El lado más oscuro del renacimiento” en: Universitas humanís-
tica. Bogota, n° 67, Enero-Junio, pp.165-203. Disponible en: http://www.jave-
riana.edu.co/revistas/Facultad/sociales/universitas/www/67/mignolo.pdf
______ (2010). Para descolonizar Occidente. Más allá del pensamiento abismal.
Buenos Aires, CLACSO - Prometeo.
Martín E. Díaz
1. Consideraciones preliminares
1
Seguimos en este punto el planteo efectuado por el filósofo argentino-mexicano Enrique Dussel
para el cual la modernidad posee como punto de partida la expansión hispano lusitana iniciada
a partir de 1492; esto es, la ‘primera modernidad’ no reconocida por Europa. Esta lectura geo-
política de la modernidad como fenómeno global se contrapone a una lectura intraeuropea de la
misma -o ‘segunda modernidad’- , donde se piensa el surgimiento del proyecto moderno como
el momento de salida de la inmadurez a través del uso de la razón, cuyo punto culminante se al-
canza con el proyecto de la ilustración del siglo XVIII (Kant – Hegel).
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2 MARTÍN E. DÍAZ 57
pueblos que no han logrado superar el determinismo físico que les impone
rigurosamente la naturaleza (Chukwudi Eze, 2001). En otras palabras, la
actualidad de la modernidad europea se configurará a partir de la negación
de la coexistencia temporal del resto de las culturas visualizadas como per-
tenecientes al pasado o al atraso.
Interesa por tanto indagar la posible relación entre la proyección de
este universalismo abstracto, el cual permitirá una observación de la hu-
manidad en su conjunto desde los parámetros del humanismo europeo, y
la generación de lo que podríamos denominar una ‘negación de la simul-
taneidad ontológica’ que actuará como ‘fundamentación científica’ de una
jerarquización racial de las poblaciones del mundo, así como justificación
de la violencia fáctica y epistémica (Spivak, 2003) hacia aquellos sujetos
visualizados por fuera de la ciencia y la razón.2
2
Algunos de los antecedentes más claros, al interior de la filosofía europea del siglo XVIII, de in-
tentar establecer una ‘fundamentación científica’ de las diferencias naturales entre las distintas
sociedades humanas aparecen de manera palmaria con el estudio acerca de la ‘naturaleza hu-
mana’ efectuado por Hume y la antropología raciológica desarrollada por Kant en sus estudios
antropológicos (Castro-Gómez, 2008).
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2 MARTÍN E. DÍAZ 59
3
Mi agradecimiento al grupo GESCO de la Universidad Nacional de Buenos Aires por ponerme
en contacto con algunas de las ideas centrales del discurso de Fabian las cuales han resultado
sumamente valiosas para el armado de esta exploración conceptual.
4
Sobre este punto Fabian distingue tres principales ‘usos del tiempo’ en la antropología los cua-
les generan, bajo distintas modalidades, dispositivos de distanciamiento temporal entre el sujeto
observador y el otro observado objetivado. Los tres principales usos son clasificados en: a)
tiempo físico, b) tiempo tipológico y c) tiempo intersubjetivo.
5
Mientras que coetaneidad connota un compartir activo y común del tiempo la idea de una ‘ne-
gación de la coetaneidad’ conlleva para Fabian: “(…) una tendencia persistente y sistemática de
colocar al (a los) referente (s) de la antropología en un tiempo diferente al presente del productor
del discurso antropológico” (Fabian, 1983: 23). En este sentido, el concepto de coetaneidad
asume en la dirección propuesta por Fabian algunas disimilitudes con algunos conceptos cerca-
nos tal como las nociones de ‘simultáneo’ y ‘contemporáneo’ (Idem.).
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2 MARTÍN E. DÍAZ 61
2 MARTÍN E. DÍAZ 63
7
Referimos fundamentalmente a las indagaciones que de manera exploratoria introduce Fou-
cault en el tomo I de su Historia de la sexualidad, las cuales profundizará en sus cursos del 76’
78’ y 79’ a partir del análisis del nacimiento de la biopolítica y la emergencia de la gubernamen-
talidad como racionalidad de gobierno de las poblaciones.
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8
Seguimos en este punto la distinción efectuada por Tzvetan Todorov entre los alcances de la
idea de racismo y racialismo. En el caso del ‘racismo’ el mismo remite a un conjunto de acciones
desvalorativas o despreciativas de los ‘otros’ percibidos como diferentes a un ‘nosotros’ inconta-
minado al que hay que necesariamente resguardar. La idea de ‘racialismo’ da cuenta por su parte
de las formulaciones teóricas focalizadas en el análisis y legitimación de las supuestas desigual-
dades raciales entre los seres humanos (Todorov, 1991).
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2 MARTÍN E. DÍAZ 65
(…) de todos los grupos humanos, los que pertenecen a las naciones
europeas y a su descendencia son los más bellos. (…) los pueblos
que no son de raza blanca no logran alcanzar la belleza (Gobineu,
1967: 99).
9
La idea de aspirabilidad supone la capacidad que puede alcanzar una especie superior de
evolucionar ilimitadamente. En contraposición, la decadencia de una especie se manifiesta en
su incapacidad de evolucionar hacia las formas superioridades, quedando fijadas o detenidas
estas especies en algunas de las etapas del proceso evolutivo.
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2 MARTÍN E. DÍAZ 67
Sin pretender dar por agotado el análisis anterior nos interesa aden-
trarnos en algunas de las formulaciones de las teorías raciales de mediados
del siglo XIX en Inglaterra puesto que es posible identificar en tales dis-
cursos tanto una legitimación de la superioridad natural de la civilización
europea, como así también la consolidación de una tecnología de gobierno
que tomará a su cargo la vida y la muerte de las poblaciones tanto dentro
como fuera de Europa en su expansión imperial. Se trata del surgimiento
del darwinismo social promovido por Spencer y el desarrollo de la euge-
nesia o ‘ciencia del cultivo de la raza’ propuesta en 1883 por Sir Francis
Galton; planteos estos que emergen en pleno momento de consolidación
del capitalismo industrial y de hegemonía colonial inglesa.
Es momento de aparición de estos ‘arsenales discursivos’ tendientes a
abordar las ‘causas indeseables’ del proceso de modernización dentro de las
grandes urbes europeas -pobreza, alcoholismo, prostitución, enfermedades
contagiosas, etc.-, sumado al aumento poblacional de aquellos países que -
como en el caso de Inglaterra- se encuentran en un fuerte proceso de in-
dustrialización. La aparición del Ensayo sobre principio de las poblaciones de
Robert Malthus en 1798, quien recomendaba un riguroso control demo-
gráfico de las tasas de natalidad y la eliminación de toda acción protectora
hacia los pobres y vulnerables dada la diferencia geométrica entre el creci-
miento poblacional y la proporción de los alimentos existentes (Malthus,
1993), será receptado -junto a las tesis de Jean-Baptiste Lamarck y Charles
Darwin- por Spencer en su formulación acerca del inexpugnable triunfo de
los seres superiores sobre los menos dotados en la lucha por la vida.
La aplicación de Spencer de la teoría evolucionista darwiniana a la
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2 MARTÍN E. DÍAZ 69
2 MARTÍN E. DÍAZ 71
11
Por razones de espacio no voy a detenerme aquí en el ‘punto ciego’ en que parece incurrir la
analítica del poder propuesta por el filósofo francés. Más allá de la evidente potencialidad heu-
rística del modo en que Foucault piensa las relaciones de poder (Castro-Gómez, 2007), no resulta
menos evidente que la mayor limitación del planteo de Foucault es el no haber contemplado el
carácter global o la dimensión imperial en que se inscriben las tecnologías de gobierno desple-
gadas con la expansión colonial. En otras palabras, el límite de Foucault resulta ser la coloniali-
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A modo de conclusión
dad; esto es, el no haber visualizado a la modernidad como un fenómeno global y no estricta-
mente intraeuropeo el cual resulta indisociable del ejercicio de una violencia racial ejercida sobre
los cuerpos y conocimientos del Otro colonial.
12
Resulta bastante frecuente atribuir al nazismo la aplicación de la eugenesia como política de
Estado mediante la promoción de las llamadas ‘esterilizaciones humanitarias’ llevadas a cabo
por la maquinaria de muerte puesta en marcha por el Estado alemán durante el régimen nazi. A
contrapelo de esta lectura la eugenesia se desplegó desde Inglaterra a los EE.UU y desde ahí
al resto del continente. En esta dirección, la promulgación en 1907 de la ‘ley de esterilización del
Estado de Indiana’ da cuenta del triste privilegio que posee los EE.UU de ser el primer país en
donde se aplicaron sistemáticamente medidas eugenésicas sobre la población como política de
Estado. Véase al respecto, (García González -Álvarez Peláez, 2005).
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2 MARTÍN E. DÍAZ 73
Referencias Bibliográficas:
Biagini, Hugo (2007). “América latina continente enfermo”, en: Miranda, Marisa
– Vallejo, Gustavo (Eds.), Políticas del cuerpo. Estrategias modernas de normaliza-
ción del individuo y la sociedad. Buenos Aires, Siglo XXI, pp. 347-361.
Castro-Gómez, Santiago (2005). La hybris del punto cero. Ciencia, raza e ilustra-
ción en la Nueva granada (1750-1816). Bogotá, Editorial Pontificia Universidad
Javeriana.
______ (2007). “Michel Foucault y la colonialidad del poder”, en: Revista Tabula
Rasa, nº 6, Colombia, Junio-Julio, pp. 1-23.
______ (2008). “El lado oscuro de la ‘época clásica’ filosofía, ilustración y colo-
nialidad en el siglo XVIII”, en: Mignolo, Walter (Comp.), El color de la razón:
racismo epistemológico y razón imperial. Buenos Aires, Ediciones del Signo, pp.
119-150.
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PESCADER 2_Maquetación 1 04/10/2012 11:39 a.m. Página 77
Alejandro Médici
1. Introducción
4 ALEJANDRO MÉDICI 79
4 ALEJANDRO MÉDICI 81
4 ALEJANDRO MÉDICI 83
4 ALEJANDRO MÉDICI 85
que uno integre no sólo el ‘ser’ y el ‘deber ser’, sino el ‘ser’, el ‘deber ser’, y
el ‘podría ser’. Ahora bien, los códigos que relacionan nuestros sistemas
normativos con nuestras construcciones de la realidad y nuestras visiones
acerca lo que el mundo podría ser son narrativos. La inteligibilidad del
comportamiento normativo es inherente al carácter comunitario de la na-
rración, que aporta el contexto para ese comportamiento. Los roles o pa-
peles que asumimos se tornan previsibles o funcionales a expectativas
regularizadas socialmente en la medida en que se inscriben dentro de un
guión común.
f ) El derecho analizado concibe el razonamiento jurídico según el
modelo deductivo del silogismo lógico con el fin de subsumir los hechos
en el derecho, siguiendo el objetivo de la coherencia lógica. El derecho mo-
derno/colonial como discurso con pretensión de sistematicidad y coheren-
cia lógica sería así una diferenciación, un código propio de la autonomía
del sistema jurídico sintomático de civilización por oposición a formas cul-
turales menos complejas y desarrolladas, por lo tanto, pre- modernas o
‘atrasadas’. En ese sentido, es heredero de una narrativa moderna/colonial
que se remonta a Hobbes, Locke, Bentham, Blackstone, Austin, que con-
sideran que la superación del salvajismo o estado natural tiene que ver con
la adopción de un sistema de leyes escritas permanentes correspondientes
a un sistema de autoridad, ambos rasgos propios de la ‘sociedad civil’ o de
las naciones civilizadas. Otras formas de derecho, y en especial la costum-
bre, se ven reducidas a una categoría periférica que se sitúa en oposición al
derecho a través de su asociación con lo salvaje y con esos remanentes en
pequeña escala de un pasado recalcitrante que aún está por transformarse
en modernidad. En opinión de Bentham la costumbre “es para los brutos”,
mientras que la ley “es propia de las naciones civilizadas”. En la misma
línea Austin contrastaba el derecho como producto positivo de la voluntad,
al que contraponía con las reglas que se basan en la ‘costumbre bruta’ a las
que consideraba “producciones monstruosas o rudas de un intelecto in-
fantil o imbécil” (Fitzpatrick, 1998:63). De esta manera, las plurales formas
de derecho se ven reducidas a costumbre y son definidas por sus carencias
en relación al derecho moderno/colonial. Si siguiendo a Santos podemos
caracterizar genéricamente el derecho como:
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4 ALEJANDRO MÉDICI 87
4 ALEJANDRO MÉDICI 89
porque sólo él tiene los conocimientos (que sólo los recursos eco-
nómicos pueden adquirir) y el interés para conseguir su funciona-
miento adecuado (Cabo Martin, 2010:30).
4 ALEJANDRO MÉDICI 91
4 ALEJANDRO MÉDICI 93
y están en la base del malestar jurídico cultural que alimenta la crítica (He-
rrera Flores, 2011).
Pero esas mismas características son funcionales al gesto imperial de
pretender acotar el problema, inherente al derecho, de la multiplicidad de
significado: “el hecho de que las fuerzas de la jurisgénesis jamás crean un
solo mundo, sino muchos”. Es este problema el que conduce a la preocu-
pación imperial de mantener el mundo, ya que “(…) mantener el mundo
no es tarea menor, y requiere tanto esfuerzo como crearlo” (Cover, 2002:
33).
Pese a esos esfuerzos ‘imperiales’, la experiencia social histórica de
los procesos de las sociedades postcoloniales y en la actualidad los procesos
jurídicos de escala transnacional vinculados a la globalización muestran,
no obstante esa tendencia a la entropía formal del derecho moderno/colo-
nial, la persistencia de la realidad del pluralismo jurídico, es decir, la coe-
xistencia y confluencia de derechos de formas, procesos, racionalidades,
escalas y fines diversos dentro de un mismo espacio jurídico político (San-
tos, 2009:91; Wolkmer, 2006: 31).
4. Conclusiones
4 ALEJANDRO MÉDICI 95
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Fernando A. Lizárraga
4 FERNANDO A. LIZÁRRAGA 99
novación del marxismo del Tercer Mundo, sino como antecesor del espacio
de la praxis decolonial. En tal sentido, enfatiza que “en América Latina y
más allá, el movimiento de la reflexión mariateguiana es, precisamente, el
punto de partida de las nuevas perspectivas de producción de conocimiento,
cuya indagación está ya en el centro del debate actual” (Quijano, 2007b:
CXXIV; el énfasis es propio). Concretamente, Quijano se refiere “al debate
en torno de la colonialidad del poder, la transmodernidad y el moderno/co-
lonial sistema-mundo, la producción de otra democracia, sobre todo lo
cual ya existe y sigue creciendo una amplia literatura” (Idem.).1 ¿En qué
consiste la originalidad de la reflexión mariateguiana para que se la tenga
como punto de partida de los debates decoloniales?
A juicio de Quijano, el pensamiento mariateguiano, en tanto “sub-
versión teórica contra el eurocentrismo”, abre la brecha para que se llegue
a detectar, por un lado, que la raza es uno de los “ejes constitutivos” del es-
quema de poder mundial, el cual, a su vez, es históricamente específico y
tiene al eurocentrismo como “uno de los más eficaces instrumentos” (Qui-
jano, 2007b: CXXVIII-CXXIX). Y, por otro lado, la perspectiva que
adopta Mariátegui, le permite observar -en la realidad peruana de su
tiempo-, “la articulación de todos los ‘modos de producción’ en una única
estructura de producción de mercaderías para el mercado mundial”, una
“configuración específica, histórico-estructuralmente heterogénea, (que)
es el núcleo de lo que hoy se discute sobre la colonialidad del poder” (Qui-
jano, 2007b: CXXIX). De este modo, Mariátegui (re)produce y (re)crea
una lectura del marxismo que lo aleja del evolucionismo unilineal, del de-
terminismo mecánico, de la teleología fatalista y de los guiños complacien-
tes con el colonialismo. Mariátegui adopta la totalidad de la obra marxiana
y el ‘espíritu’ del marxismo, y no se queda con algún puñado de escritos
desafortunados que Marx -como veremos- rectificó convenientemente en
su etapa madura. Así las cosas, Mariátegui significa la apertura hacia una
“perspectiva alternativa de conocimiento” que conduce hacia una “crítica
radical del poder vigente” (Quijano, 2007b: CXVI).
1
Entre los principales exponentes del debate en cuestión, Quijano menciona a “Immanuel Wa-
llerstein, Enrique Dussel, (...) Walter Mignolo, Boaventura de Sousa Santos, Ramón Grosfoguel,
Edgardo Lander, Agustín Lao-Montes, Catherine Walsh, Fernando Coronil, Santiago Castro-
Gómez, Kelvin Santiago, Sylvia Winter, Ifi Amadiume (y) Fernando Buscaglia” (Quijano, 2007b:
CXXIV). Quijano hace notar la genialidad (o desobediencia) teórica de Mariátegui, esto es; que
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4
Para una interpretación actualizada y original de la relación entre fuerzas productivas y rela-
ciones de producción, como así también para una discusión pormenorizada del estatus del mar-
xismo como teoría de la historia, ver Petruccelli, A. 2010. Ver también García Linera, 2009.
Precisas y equilibradas elaboraciones en torno a las posiciones de Marx sobre el colonialismo,
pueden hallarse en Kohan, N. 2003 y Petruccelli, A. 2011.
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sus escritos aparece claramente puesto a favor de las víctimas del progreso,
valoración que está en consonancia con las también enfáticas condenas que
plasmará no mucho después, en el célebre capítulo XXIV de El Capital,
en el cual describe y explica la acumulación originaria y sus ‘idílicos’ mé-
todos, especialmente durante la expulsión de campesinos ingleses y durante
la Conquista de América.
Asimismo, en sintonía con la potencialidad que Mariátegui descu-
bre en la Indoamérica y que se expresa, particularmente, en el lugar que le
confiere a la comunidad indígena en la construcción del futuro socialismo,
están los escritos de Marx sobre la comuna rural rusa, textos en los cuales
revisa y rectifica sus posiciones de los años 1850, cuando no había aún ad-
vertido los posibles desarrollos hacia el socialismo desde la forma comunal
inserta en un marco capitalista. Un primer registro de la visión de Marx
sobre el despliegue de las formas comunales se observa en la carta que le
dirige en 1877 al director del periódico ruso Anales de la Patria, en la cual,
además de rechazar con indignada ironía la idea de que su propia teoría
sea un dispositivo útil para todo tiempo y lugar, deja constancia de que la
comuna rural rusa puede subsistir e incluso ser la base del futuro socia-
lismo, sin tener que atravesar todos los dolores de la fase capitalista. Muy
concretamente, Marx coincide con los pensadores rusos que consideran
que su país no debe destruir su comuna rural y pasar al capitalismo, sino
que “puede –sin experimentar las torturas de este régimen- apropiarse de
todos sus frutos dando desarrollo a sus propias condiciones históricas”
(Marx, 2001a). Más aún, Marx considera que si Rusia persiste en el camino
de la destrucción de la comuna rural “perderá la mejor oportunidad que le
haya ofrecido jamás la historia a una nación, y sufrirá todas las fatales vi-
cisitudes del régimen capitalista” (Marx, 2001a).
La coherencia del Marx “maduro”, que asegura haber estudiado
minuciosamente la cuestión rural en Rusia, aparece nuevamente en los
borradores de la famosa carta que le enviara a la revolucioanaria rusa Vera
Zasulich. En el tercer borrador, fechado en 1881, Marx sostiene que en
el caso de la India y las Indias Orientales, es evidente que “la supresión
de la propiedad comunal sobre la tierra no fue otra cosa que una acto de
vandalismo inglés, que empujó a la población indígena no hacia adelante
sino más bien hacia atrás” (Marx, 1989: 366; es nuestra la traducción).
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5
Ver también García Linera, 2011, 248-251.
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3. Valores socialistas
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ruana. Caracas, Fundación Biblioteca Ayacucho, pp. CXIII-CXXIX.
Bartolomé Clavero
bien definido como aquello que puede poseerse o de lo cual se puede dis-
poner, el sujeto venía a ser aquel facultado de poseer bienes. Siendo este
‘poseer’ no genérico, sino en términos de lógica capitalista, lo que equivale
a decir de propiedad individual.
Sumado a lo anterior, es necesario considerar que el proceso de imi-
tación tiene sus reflejos también en la distribución de los poderes que para
1819, año de la aparición del primer texto constitucional de la Argentina,
seguía el norte marcado por John Locke en el siglo XVII. Esto tiene parti-
cular relevancia en cuanto tal división de poderes es antecedida por una
división de espacios público y privado. Qué delimita lo público y lo privado
en la nueva configuración social, definirá cuestiones fundamentales como
quién es ‘sujeto’ o qué es ‘trabajo’. El constitucionalista e historiador espa-
ñol Bartolomé Clavero, profundiza en la visión de Locke tanto sobre los
espacios de dominio, como en los poderes familiares y de propiedad.
Ambos poderes son parte de las facultades de los ‘padres propietarios eu-
ropeos’, pero con distintos ámbitos y procedimientos de apropiación. En
palabras de Clavero:
2
Así se ve reflejado en las discusiones parlamentarias de la Cámara de Senadores del Congreso
Argentino. Sobre la cuestión de la frontera y el reconocimiento de derechos sobre estas tierras
en la etapa reconstituyente se argumenta: “(…) es imprudente cuando menos, reconocer en los
indígenas un derecho cualesquiera respecto del territorio, sea que se les reconozca como indi-
viduos, como asociación civil, o como cuerpo de nación, necesariamente extraña e independiente
de la Nación Argentina (…) hay una diferencia enorme, la que existe entre reconocer y conceder
un derecho al territorio (…) si se reconoce derechos a las tribus indígenas ¿con qué facultad ni
razón vamos a despojarlos?” Senador Rojo, en debate ley 215, Diario de Sesiones de la Cámara
de Senadores, 11/7/1867, p. 183, citado en Congreso de la Nación (1991: 21).
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3
Por ello el indígena en la Argentina pasa a estar bajo la misma ‘protección’ que los ‘menores’:
“En lo sucesivo, los defensores de menores de los territorios nacionales serán los defensores y
protectores de los indígenas en todo cuanto beneficie a éstos, debiendo proveer por cuenta del
Estado a su alimentación, vestido y colocación y ejercer respecto de ellos en todo lo demás su
acción tutelar, mientras sea necesario”. Así lo expone el Decreto del 3/5/1899 publicado en el
Digesto de Justicia, tomo I, pág. 119, citado en Congreso de la Nación (1991: 139).
4
William Blackstone, autor de los Commentaries on the Laws of England, publicados entre 1765
y 1769 en cuatro volúmenes. Su obra fue hasta hace poco de gran influencia, tanto en Inglaterra
como en ultramar.
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5
Decimos de pretensión pues en Argentina, como en el resto de Latinoamérica, tras los procesos
independentistas se reflejó en los proyectos triunfantes, Bolívar en Venezuela y San Martín en
Perú por ejemplo, la inclusión del ‘indio’ pero perdiendo su cualidad distintiva de diferencia, es
decir, se lo debía asimilar como ciudadano a secas. Es así que por decreto libertario no existirán
más los indios sino los peruanos, por mencionar un caso emblemático. El problema de esta in-
clusión es que sigue los criterios modernos de ciudadanía y no permite la autodeterminación or-
ganizativa, social y política, o la propia expresión cultural, pues está enmarcada en unos ideales
civilizatorios que veremos a lo largo de este trabajo.
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8
Hemos tomado las tres primeras secciones de esta clasificación de las categorías analíticas
identificadas en el informe del Congreso de la nación titulado Tratamiento de la cuestión indígena,
publicado por la Dirección de Información Parlamentaria (Congreso de la Nación, 1991).
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9
Durante el debate de la Ley 1532 de Organización de los Territorios Nacionales, promulgada el
16/10/1884, se explica: “(…) constituida la República bajo la base de las catorce provincias que
la forman, quedó casi la mitad de la superficie total bajo el dominio inmediato de los indios; el
progreso natural los fue internando en el desierto…” Ibid., p.93.
10
Citado en: Congreso de la Nación (1991: 19).
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gando a ser vergonzosas las fronteras con los ‘indios’, así lo deja claro el
presidente Roca en el mensaje del 7 de mayo de 1885:
Quedan pues, levantadas desde hoy las barreras absurdas que la bar-
barie nos oponía al Norte como al Sud en nuestro propio territorio,
y cuando se hable de fronteras en adelante, se entenderá que nos re-
ferimos a las líneas que nos dividen de las Naciones vecinas, y no a
las que han sido entre nosotros sinónimos de sangre, de duelo, de
inseguridad y de descrédito…11
13
Mensaje del Poder Ejecutivo (J.A. Roca- B. Victorica) al proyecto de ley sancionado bajo N°
1470, D.S.C.S. 19/8/1884, p. 374, citado en: Ibid., p. 22.
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14
Citado en : Congreso de la Nación, 1991: 86
15
Idem.
16
Idem.
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los comentarios de disgusto sobre “(…) poner las armas de la Nación pre-
cisamente en manos de los salvajes”,17 tampoco faltan los defensores que
sostienen que no se les entregan a salvajes sino como a argentinos civiliza-
dos. La brevedad del éxito de esta forma se debió a que la población excedía
en número la conveniencia de ser absorbidos por el ejército, se les debe dar
entonces otra ocupación y otro lugar donde asentarse. Para ello, las misio-
nes (privadas o religiosas), las reducciones y las colonias, se convierten en
el espacio de control y explotación del trabajo y de dominación intersub-
jetiva donde se ejecuta la ‘gradual transformación hacia la vida civilizada’.
En estas tres instancias se les impondrá la lengua castellana, se les obligará
al sedentarismo y al trabajo agrícola, mientras a instrucción religiosa se re-
fiera, en un principio, ésta podrá ser solamente la católica, rechazando la
anglicana, por ejemplo, por no ser parte de la identidad nacional en for-
mación. También tienen como factor común el tratamiento como objetos
o menores, pues se dispondrá de ellos sin mediar su voluntad, involucrando
esto no solo ubicación geográfica sujeta a traslados, hacinamiento u obli-
gaciones ajenas a la cultura de cada etnia, sino que la producción de su tra-
bajo y el trabajo mismo será controlado institucionalmente por el Estado
a través de las Comisiones Financieras creadas para este fin en los territorios
nacionales. O, más aún, a través de la Comisión Honoraria de Reducciones
de Indios, creada en 1916 y con vigencia hasta 1945 cuando es reempla-
zada por la Dirección de Protección del Aborigen. En la descripción de
funciones de la Comisión puede verse en detalle la apropiación del pro-
ducto del trabajo, los medios de endeudamiento, los requisitos civilizatorios
y el control del trabajo mismo:
17
Citado en: Congreso de la Nación (1991: 32).
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18
A través del Art. 75 Inc. 22 la Constitución argentina incorpora algunos tratados concernientes
a los derechos humanos con jerarquía constitucional, al mismo tiempo que deja abierta la posi-
bilidad de futuras incorporaciones (Ramírez, 2009).
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19
‘Estados anfitriones’ es la fórmula más comúnmente usada en instancias internacionales de
derechos de los pueblos indígenas, tanto en inglés como en español (Corntassell, 2008).
20
Nótese la contradicción, anfitrión que regula y condiciona la existencia social de los dueños
de casa. Tal salto de atemporalidad contradictoria pudiera encontrar su origen, si bien no su
razón, en la ficción de extranjería que utilizaran los Estados Unidos para tratar con la población
originaria. En el tiempo de los Tratados, antes de las Reservas, para poder dar entidad jurídica
a tales acuerdos se implementó la categoría de ‘naciones extranjeras’ como forma jurídica a la
que echar mano.
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21
Como bien señalara Fernando Coronil, este discurso enmarcado en la globalización es un dis-
curso de contradicciones, pero que al proclamar unos ideales de libertad e igualdad puede abrir
fisuras, espacios para luchas liberadoras (Coronil, 2003:106).
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negociaciones mediadas, sino los términos, las reglas que van quedando
como consecuencia, precedentes o ‘males menores’.
Los esfuerzos tras estos derroteros se fundan en la esperanza de apor-
tar a la subversión de la colonialidad del poder que constituye al problema
del derecho, son una apuesta por los procesos de reoriginalización (Qui-
jano, 1998) que nos permitan encaminarnos hacia nuevas utopísticas, nue-
vos horizontes de futuro, unos donde la dominación y la explotación no
sean la regla sino la excepción.
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PESCADER 6_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 147
Carlos Pescader
1. Planteo inicial
1
En este trabajo se retoman reflexiones realizadas en el II Encuentro CEAPEDI-Comahue, Neu-
quén, en el mes octubre de 2011. Agradezco los comentarios que oportunamente me han reali-
zado mis compañeros de investigación y miembros del CEAPEDI. Otras reflexiones en igual
dirección fueron presentadas en el Seminario-Taller “Antagónicos” de la Universidad de Sevilla,
España, en el mes de diciembre de 2011. En particular agradezco las intervenciones y sugeren-
cias de David Sánchez Rubio, Nuria Cordero, José Emilio Palacios Esteban y de Alcindo José
de Sá que me hicieran en esa oportunidad. Sobre todo quedo sumamente complacido por como
fui recibido y tratado durante mi permanencia en Sevilla.
PESCADER 6_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 148
Desde mediados de la década del 80’ del siglo pasado, las demandas
y conflictos producidos en torno a la compleja construcción de una socie-
dad y un Estado más plurales, abrieron un amplio abanico de indagaciones
y de propuestas. Tanto en los ámbitos académico-investigativos como en
el político-institucional emergieron y circularon conceptualizaciones de las
más variadas: ‘ciudadanía diferenciada’, ‘pluralismo cultural’, ‘integración
pluralista’, ‘tolerancia multicultural’, ‘democracias pluralistas’, ‘derechos
multiculturales’, ‘ciudadanía intercultural’, por ejemplo (Kymlicka y Nor-
man, 1997; Cisneros, 1998; Velasco, 2000; Walsh, 2006; Galli, 2006; Tu-
bino, 2008; Kymlicka, 2009; entre muchos otros). De todas esas
conceptualizaciones, algunas han adquirido una mayor notoriedad y han
sido popularizadas en los campos más diversos: el educativo, el sanitario,
el socio-económico, el jurídico-político, el estatal, el del conocimiento. Se
convirtieron en vías para el abordaje de problemáticas que, aunque muy
distintas, están todas vinculadas con la idea de una construcción de una
sociedad pluralista.
Aunque a veces las dos conceptualizaciones más utilizadas -multi-
culturalismo e interculturalidad- se presentan de manera alternativa, es pre-
ciso señalar que no expresan necesariamente lo mismo. Parece legítimo,
entonces, el intento por delimitar algunas de las notas características de
cada una a los efectos de ver si puede establecer una especie de entendi-
miento consensuado respecto de lo que se está mencionando. Se pueden
encontrar diferencias interesantes entre quienes utilizan ambas conceptua-
lizaciones; y si bien éstas varían en función de perspectivas teórico-políticas
de los autores y hasta de su localización cartográfica, resulta necesario ad-
vertir que las diferencias también provienen, en parte, de la acepción de
cultura(s) que se utilice. En este punto se aclara que la diferenciación con-
ceptual que se establecerá a continuación será sobre la base de un sentido
restringido de ‘lo cultural’, insinuado por la fragmentación societal fundada
en la diversidad nacional o étnico-cultural. Quedan momentáneamente
relegadas otras diferencias: en capacidades, de género, por preferencias se-
xuales, por actividades laborales, por creencias religiosas, entre tantas.
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2
Velasco considera que las manifestaciones vinculadas a la reafirmación de identidades colec-
tivas que han llegado a convertirse en el equivalente de lo que en los años sesenta fueron los
movimientos por los derechos civiles, la igualdad racial o el pacifismo (Velasco, 2000: 149). Por
otra parte, en el contexto anglosajón, las reflexiones respecto a los diseños políticos del multi-
culturalismo han cubierto parte de los debates entre comunitaristas y liberales (Velasco, 2000;
Galli, 2006).
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3
En Europa y en los países americanos anglosajones los planteos multiculturales se relacionan
con la identidad étnica. En varios de los países latinoamericanos los planteos identitarios son
analizados en clave de construcción de la nación –identidad nacional-. Esta perspectiva, incluso,
ha generado una tradición académica. La problemática multicultural en Argentina debe ser ras-
treada en las aproximaciones que contemplan categorías como identidad, etnicidad, nacionali-
dad, diversidad y diferencia, ya que no es frecuente encontrar referencias explícitas al término
multiculturalismo o derivados (Doménech, 2003: 39-40).
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4
Domenech advierte que la tendencia de las políticas educativas en Argentina durante los 90’
tiene una marcada impronta asimilacionista (Doménech, 2005: 16).
5
Galli por ejemplo entiende que en torno al multiculturalismo giran problemáticas muy profundas
del pensamiento político contemporáneo como el lugar que debe darse a las diferentes ideas de
bien en las que se apoya la identidad de cada comunidad cultural; y cuanto se pueden neutralizar
las confrontaciones respecto a los valores que entran en juego, para que la política se transforme
en la realización de derechos iguales para todos (Galli, 2006: 11).
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6
Un manual de capacitación peruano menciona que la interculturalidad como práctica debe incluir
en las relaciones: la confianza, el reconocimiento mutuo, la comprensión del ‘otro’ desde su cul-
tura, el diálogo y el debate, el aprendizaje mutuo, los intercambios de saberes y experiencias, la
búsqueda de la resolución pacífica de los conflictos, alcanzar consensos desde las diferencias,
la cooperación y la convivencia (Servendi, 2005: 29-30).
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7
Ver al respecto (Médici, 2010; Médici, 2012). El último de los trabajos mencionados está incluido
como capítulo de este mismo volumen.
8
En (Pescader, 2011) pueden verse algunas referencias respecto a cómo puede ser reconcep-
tualizada la democracia desde la perspectiva intercultural decolonial.
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9
En Ecuador: la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) y la Confe-
deración Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (FENOCIN).
En Bolivia: Consejo de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ); la Confederación Sindical
Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB) y la Confederación Indígena del
Oriente Boliviano (CIDOB).
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12
Remitirse a las Constituciones de Ecuador, Título II; y de Bolivia, Título II y otros.
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13
La constitución boliviana define así su modelo estatal en el artículo 1: “(…) Bolivia se funda en
la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico, dentro del proceso
integrador del país”.
En ambas constituciones son varios los artículos que reflejan la adscripción al pluralismo jurídico.
Se pueden revisar los que reconocen: la autodeterminación (Ecuador), las autonomías indígenas
(Bolivia), la igual jerarquía entre la jurisdicción indígena y la ordinaria (Bolivia), entre muchos
otros.
14
Según Antonio Carlos Wolkmer el tema atraviesa diferentes etapas de la historia de Occidente
que atraviesan desde el mundo medieval hasta el contemporáneo (Wolkmer, 2003).
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fluir en las estructuras del poder estatal. E intenta redefinir no sólo los ám-
bitos de sociabilidad sino también la teoría y la práctica democrática, la
organización Estatal y hasta el orden jurídico-constitucional.
Se ha abierto, de este modo, un espacio histórico-político-cultural
inédito. Desde el punto de vista epistémico el proyecto intercultural crítico
interpela el andamiaje conceptual y teórico que ha sido hegemónico en las
ciencias políticas, sociales y jurídicas y que, de algún modo, ha contribuido
largamente a consolidar un patrón de dominación colonial -interno- aún
cuando algunos de los planteos provenían de fuerzas políticas y espacios
académicos considerados progresistas.
Desde el punto de vista de la organización de la comunidad política,
el proyecto intercultural crítico ha introducido la posibilidad diseñar e im-
plementar -al menos desde lo formal institucional- Estados plurales -plu-
rinacionales, pluriétnicos e interculturales-. Al mismo tiempo ha permitido
imaginar e implementar procesos de mayor autonomía y mayor democra-
tización en los que la referencia teórica y práctica inmediata no remite a la
genealogía anglosajona dominante de pretensión universal, sino a genea-
logías locales silenciadas pero operantes. Y desde el punto de vista jurídico-
constitucional ha esbozado y permitido implementar un nuevo orden
normativo, abierto a la pluralidad aunque con ciertas limitaciones.
Como proyecto, la interculturalidad crítica así definida se ha pro-
puesto implosionar desde la diferencia las estructuras coloniales del poder
y refundar otras con la pretensión de favorecer la emergencia en una rela-
ción equitativa de lógicas, prácticas y modos culturales diversos. Así en-
tendida la propuesta intercultural crítica se aleja de principios y valores del
cosmopolismo multicultural promovido por las instituciones y organismos
globales hegemónicos. En este sentido la interculturalidad crítica, las pro-
puestas de ‘interculturalizar’ los conocimientos, las estructuras histórico-
políticas, los órdenes jurídicos-constitucionales, aparece como un aspecto
más de un proceso mayor de decolonialidad del poder, y por tanto confi-
gura un espacio contrahegemónico.
En este sentido la perspectiva intercultural crítica interpela los orde-
namientos histórico-políticos concretos que se han reconfigurado en Amé-
rica en los últimos años, y exige ponderar sus logros democratizadores con
parámetros más amplios que los habituales.
PESCADER 6_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 165
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2
El énfasis es propio.
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3. Buen Vivir
El Buen Vivir tiene que ver con otra forma de vida, con una serie
de derechos y garantías sociales, económicas y ambientales. Los prin-
cipios orientadores del régimen económico deben promover una re-
lación armoniosa entre los seres humanos individual y
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3
Zaffaroni critica la posición que vira del antrocentrismo al biocentrismo o geocentrismo: “el
centro lo gana el mejor (…) la metáfora se construye pensando que el humano gana o pierde el
centro, pero en una visión holística no hay centro alguno, todos estamos en la tierra, somos parte
de ella” (Zaffaroni, 2012: 124).
4
Vitor Taveira Rocha toma estas palabras de (Dávalos, 2008)
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clave que tornan más ilustrativas las demandas indígenas: vida comunitaria,
economía solidaria, autodeterminación y estado plurinacional, justicia y
derecho comunitario, educación intercultural, salud tradicional, soberanía
alimentaria y comprensión de la complementariedad del hombre y la mujer
(Taveira Rocha, 2010: 5).5
Los indígenas platean el Buen Vivir como una tercera vía con base
en lo que Mamani llama Paradigma Indígena Originario. Él caracteriza
que entre los Paradigmas Occidentales hay dos vertientes: la individual (ca-
pitalismo) y la colectiva (el comunismo). Las dos son antropocéntricas,
pues tienen como eje principal el hombre y su dominio sobre los llamados
recursos naturales y la producción. Ninguna de ellas lleva en consideración
la humanidad como parte integrante de la naturaleza, algo que hace parte
del pensamiento ancestral originario y de la reivindicación actual del mo-
vimiento indígena (Mamani, 2010).
El Buen Vivir, en tanto propuesta en construcción, cuestiona el con-
cepto occidental de bienestar y en tanto propuesta de lucha, enfrenta la
colonialidad del poder.
El más grande desafío del Buen Vivir del Siglo XXI parece ser romper
con una serie de mitos y consensos de la modernidad
5
Vitor Taveira Rocha remite a Comunicación CONAIE y ECUARUNARI.
6
Vitor Taveira Rocha refiere a (Espinoza, s/f)
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Nos han venido entrenando para dominar a otros entes, y no para dialogar
con ellos. Nos volvimos sordos (…) nos alejamos del signo diferencial de
nuestra dignidad humana buscando reemplazarla por el éxito en una com-
petencia en una posición central en el podio de la lucha por el dominio de
todos los entes, incluyéndonos a nosotros mismos que no hemos cesado
de destruirnos hasta el presente (…) sólo reemplazando el saber de dominus
por el de frater podemos recuperar la dignidad humana (…) no se trata de
regresar (…) sino de seguir adelante (…) avanzar más allá de las Declara-
ciones, ampliarlas, llevar el diálogo a todo lo que compartimos en el planeta
(…) debemos actuar respetando a otros seres con derechos y cuyo recono-
cimiento es condición de nuestra propia supervivencia como especie in-
terdependiente de otras y de otros entes terrenos en su existencia, y que
permitirá un fortalecimiento de la capacidad de escucharnos entre nosotros
y de escuchar lo que nos dicen todos los demás entes del planeta (Ibid;
pp.126-134).
4. Plurinacionalidad e Interculturalidad
7
El autor critica el modelo de racionalidad ‘indolente’ y propone fundar una razón cosmopolita
en tres procedimientos metasociológicos: sociología de las ausencias, sociología de las emer-
gencias y trabajo de traducción. La comprensión del mundo tiene que ver con concepciones del
tiempo y temporalidad. La concepción occidental de racionalidad contrae el presente (por una
peculiar concepción de la totalidad que atrinchera el presente en un instante huidizo entre pasado
y futuro) y expande el futuro a través de la concepción lineal del tiempo y la planificación de la
historia. Por el contrario la sociología de las ausencias expande el presente sustituyendo mono-
culturas por ecologías (de los saberes, de los tiempos, de los reconocimientos, de las transes-
calas y de las productividades) y la sociología de las emergencias contrae el futuro sustituyendo
el vacío del futuro según el tiempo lineal y por un futuro de posibilidades plurales y concretas,
simultáneamente, utópicas y realistas, que se va construyendo en el presente a partir de las ac-
tividades de cuidado. Mientras la sociología de las ausencias se mueve en el terreno de las ex-
periencias sociales la sociología de las emergencias se mueve en el campo de las expectativas
sociales.
PESCADER 7_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 186
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Patricia Figueira
1. Introducción
1
Durante el período 2010-2011 y a instancias del proyecto ‘Recuperación y difusión de la me-
moria histórico-cultural del Pueblo qom (toba) de Pampa del Indio de la provincia del Chaco’, se
realizaron talleres con amplia participación de dirigentes e integrantes del Consejo Qompi. Estos
espacios de reflexión dieron lugar a la discusión de los ejes centrales del proyecto político-edu-
cativo que el Consejo Qompi lleva delante. Las reflexiones contenidas en este artículo son pro-
ducto de dichas conversaciones y de la sistematización de la experiencia educativa publicada
en Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (2004).
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2
Para ampliar en las instancias en que se desarrolla la gestión del proyecto educativo, ver: Mi-
nisterio de Educación, Ciencia y Tecnología (2004). Todas las referencias enunciadas en este
artículo en torno al proceso de organización, planificación y ejecución del proyecto son extraídas
de dicha publicación, realizada en el marco de la Convocatoria ‘Sistematización de experiencias
en Educación Intercultural y Bilingüe’ a cargo del Ministerio de Educación, en el año 2001.
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4
El proceso de toma de decisiones, al interior del colectivo, conlleva discusiones en la búsqueda
de consensos, pues como en cualquier grupo humano, existan tendencias divergentes y en
pugna en su interior.
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Referencias Bibliográficas:
_____ (2005). La hybris del punto cero: ciencia, raza e ilustración en la Nueva Gra-
nada (1750-1816). Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana.
5
Aludimos a la noción de derrota tal como la aborda Aníbal Quijano en (Quijano, 2002).
PESCADER 8_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 213
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_____ (2009). “Colonialidad del Poder y Des/colonialidad del Poder”, en: Con-
ferencia dictada en el XXVII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Socio-
logía. Buenos Aires, (inédito).
Sebastián Garbe
1. Introducción
1
El presente artículo tiene su origen en un trabajo anterior publicado en la Revista Kula (Garbe,
2012).
2
Para una introducción de esta perspectiva véase: Lander (2000), Castro-Gómez y Grosfoguel
(2007) y GESCO (2010).
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3
Agradezco profundamente a María Eugenia Borsani por señalar el segundo de estos dos pro-
blemas y por caracterizar ambos como aporías.
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4
Ambas palabras se pueden traducir del alemán al castellano como ‘representar’, lo cual borraría,
sin embargo, la diferencia fundamental entre los dos conceptos.
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4. Descolonizaciones metodológicas
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Patricio Lepe-Carrión
1
El presente artículo fue realizado en el marco de mi tesis doctoral en curso. Agradezco la ex-
haustiva revisión del manuscrito inicial a la Lic. Karina Andrea Cofré Contreras.
2
He seguido muy de cerca los planteamientos de los profesores Santiago Castro-Gómez (Cas-
tro-Gómez 2005, 2010a, 2010b, 2010c) y Francisco Vásquez-García (Vásquez García 2006,
2009), al ver en las reformas borbónicas de España y sus colonias durante el siglo XVIII, un lugar
preeminente de esparcimiento de los ‘dispositivos de seguridad’ (biorregulación del Estado) de
los que hablaba Michel Foucault en sus cursos tardíos. Sobre el concepto de ‘biopolítica’, lo to-
maremos en un sentido muy lato, sin incurrir en aquellas distinciones de especificidad que la pa-
labra toma al interior de la obra de Foucault.
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3
Santiago Castro-Gómez, a diferencia de Francisco Vásquez-García, da a entender que el pro-
blema de la pobreza y la ociosidad, si bien fue planteado en el siglo XVI, su solución sólo llegaría
a partir del siglo XVIII; en su argumentación sobre Vives, Castro-Gómez dice que éste, y la teo-
política que le sirve como marco ideológico, sostiene que el pobre y la mendicidad son abordados
desde una perspectiva estrictamente teológica, en que ambos problemas se presentan como un
obstáculo para la ‘salvación’ de la humanidad; mientras que en la biopolítica borbónica son abor-
dados, ambos problemas, desde una perspectiva económica, en tanto constituyen un obstáculo
para la ‘felicidad pública’. Mi punto de vista, es que el profesor Castro-Gómez no reconoce en
Vives aquellos rasgos que le hacen desprenderse muy sutilmente del marco ideológico en el que
se encuentra, y que le hicieron dar algunas soluciones de carácter esencialmente biopolítico a
los problemas de su tiempo. Vásquez-García -por ejemplo-, señala que la propuesta de Vives
puede considerarse ‘excepcional’, no sólo porque influiría en las medidas y normas que se for-
mularán años más tarde -como ya he señalado en el texto-, sino, porque Vives ‘anunció’ una re-
presentación moderna de la pobreza que, el Concilio de Trento quiso a toda costa ‘interrumpir’
con su concepción tradicional y premoderna de la mendicidad (cfr. Vásquez García, 2009: 68).
Al parecer, para Castro-Gómez, la perspectiva del Concilio de Trento, no interrumpe nada, sino
más bien, ‘refuerza’’ la concepción que proponía Vives (cfr. Castro-Gómez, 2010c: 37); de tal
modo que Vives -según el filósofo colombiano-, no anunciaría más que una concepción tradicio-
nal y premoderna de la pobreza misma. Evidentemente, no podemos estar de acuerdo con Cas-
tro-Gómez en este punto.
4
He utilizado la primera traducción que se hizo al castellano (Vives, 1781).
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[...] que cada uno coma el pan adquirido con su sudor y trabajo[...]
A ningún pobre que por su edad y salud pueda trabajar, se le ha de
permitir estar ocioso [...] no debe permitirse que viva alguno ocioso
en la Ciudad [...] (Vives, 1781: 169-70).
Nómbrense cada año por censores dos varones del Magistrado, gra-
visimos y muy recomendables por su bondad, que se informen de
la vida y costumbre de los pobres, sean niños, jóvenes, o viejos; qué
hacen los niños, quanto aprovechan, qué costumbres tienen, qué
indole, qué esperanzas dan [...] reprehendan a los que frecuentan
los juegos de suerte, y las tabernas de vino o cerbeza, y castíguenlos
sino aprovecha una y otra reprehensión [...]
Deve haver una diligente cautela contra el fraude de los ociosos y
perezosos, para que no engañen [...]
Quisiera también que los mismos censores conociesen de la juven-
tud e hijos de los ricos; seria utilisimo a la Ciudad hacerles que die-
ran cuenta y razon a los Magistrados, como a padres públicos, de
cómo, en qué artes, y en qué ocupaciones gastan el tiempo [...] [sic]
(Vives, 1781: 189-91).
5
Sobre el vagabundaje en España, puede consultarse: (Peset, 1983; Trinidad Fernández, 1991;
Norman, 1957). En Chile: (Araya, 1999; Góngora, 1966; León León, 2007 y 2010; Mellafe, 1959).
6
Véase, sobre el largo proceso de desacralización de la pobreza: (Vásquez García, 2009).
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más como un problema económico que el Estado debía resolver; esto, sin
perjuicio del conflicto habido entre éste último y el clero, -por ejemplo-
cuando el Estado propone el financiamiento de los hospicios públicos con
las rentas eclesiásticas (regalismo). El ‘pobre’ como un medio para la salva-
ción, es secularizado hasta convertirse en un serio obstáculo para el progreso
del reinado y de sus colonias (Vásquez García, 2009: 72-73).
Si algún día –en la antigüedad griega y latina- el ocio fue visto como
fuente de enriquecimiento espiritual (otium cum dignitate), a partir del
siglo XVIII, será no sólo visto como fuente de los vicios, desórdenes e in-
cluso crímenes sociales, sino también, será altamente despreciado y con-
denado.7 De ahí que la limpieza o eliminación de aquellas prácticas que
no rindieran utilidad al Estado, se constituya en una tarea prioritaria en la
administración de un buen gobierno, puesto que como cuales gérmenes o
parásitos, arrastrarían a la sociedad hacia su declive; y muy contrariamente,
el ‘trabajo’, será considerado como la más noble actividad humana, o la
más grande de las virtudes sociales.
La gestión de los Habsburgo fue duramente criticada por los Bor-
bones, no sólo por la mala gestión de sus posesiones, sino también por la
escasa cualificación de sus vasallos. El primer sistematizador de los impulsos
reformistas, el Ministro José del Campillo y Cosio, decía en 1743 que:
7
Evidentemente el concepto ‘ocio’ (lat. Otium, gr. scholé), exige un análisis más detenido que
no podemos abordar en este trabajo. Valga aclarar que de manera muy general, se ha querido
significar con la palabra ‘ocio’, aquella experiencia que los individuos alcanzan en el desprendi-
miento de los oficios manuales y serviles.
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8
Hacia finales del siglo XVIII, se encuentran en Chile las primeras encuestas oficiales de pobla-
ción que dan cuenta del brutal descenso de las comunidades indígenas que ocurre entre 1541
a 1810. La gran población la constituían los mestizos, y una parte muy reducida de criollos y pe-
ninsulares formaban los grupos dominantes. De los negros es muy poca la información que te-
nemos (INE, 2010). Por otro lado, según John Lynch, dice que en el siglo XVIII había cerca de
1.100.000 personas en el virreinato del Perú, de las que sólo cerca de 141.000 eran de origen
europeo; es decir, la elite dominante sólo constituía el 12% de la población (Osorio Tejeda, 2008).
Sin embargo, cabe cuestionar estas cifras, en tanto que, en los censos de la época, muchos
mestizos fueron inscritos como españoles.
9
Castro-Gómez (2010c) y Vásquez García (2009), toman como ejemplo tres modos de inter-
vención del Estado en la sociedad dieciochesca: ‘demografía, pobreza y enfermedad’. La histo-
riadora chilena Alejandra Araya (1999), hablará de ‘disciplinamiento laboral’ o de la mano de
obra, y de una racionalización del tiempo de ocio (malentretenimiento). Nótese que en el presente
trabajo, he fusionado elementos provenientes de cada tipo de intervención, en un único ‘discurso
sobre la ociosidad’.
10
El jesuita Camilo Henríquez (citado en el epígrafe), otro de los grandes ilustrados chilenos,
también podría considerarse un brazo fundamental al interior de la biopolítica imperial, pero por
razones de espacio no podemos detenernos a revisar su obra.
11
Nos referimos principalmente a la consolidación del regalismo, y a la recuperación de los atri-
butos soberanos del Estado. Para Lynch, la ‘modernización’ pasó a ser tanto una necesidad
como una moda, adquiriéndose, de este modo, la convicción de que España (y desde luego sus
colonias), debían transformarse para lograr sobrevivir (Lynch, 1991: 5).
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Pero desde muchos años antes que Manuel de Salas, se venía pen-
sando la ‘utilidad’ de los ciudadanos al servicio del Estado.12 Hablando de
la ociosidad en el reino, en el año 1796, atribuía la causa de la ociosidad,
o de la falta de ocupación en que se encontraba la población, “a algunos,
la mayor parte del año, que cesan los trabajos; y a otros, el mayor tiempo
de su vida, que no lo hayan” (Salas, 1796a: 154) haciendo una clara dis-
tinción entre unos ‘pobres dignos’ que han sido desplazados involuntaria-
mente de sus trabajos, de otros ‘pobres indignos’ que por propia voluntad
prefieren permanecer en el ocio y la vagancia.13 Agrega, además, que si se
prestara una mayor atención en la apertura de la mano de obra a todas las
14
El manuscrito (‘Informe hecho al Rei nuestro señor don Fernando el VI por Joaquín de Villarreal,
sobre conducir i reducir a la debida obediencia los indios del Reino de Chile’) circula desde 1752
hasta 1789 en que es publicado por el periodista Antonio Valladares en el tomo XXIII del Sema-
nario Erudito (obra en 34 tomos, que se publican entre 1787 y 1791), desde donde suponemos
lo habría leído Manuel de Salas. El informe, también fue publicado en 1876, en el tomo X de la
Colección de historiadores de Chile, versión que se ha utilizado en este trabajo, pero conser-
vando el año de primera aparición.El informe se proponía una estrategia para controlar a los in-
dios del sur; decía el jesuita que se debían fundar ocho villas con cincuenta personas (armadas)
aproximadamente, y ubicadas al norte del territorio araucano, por las riberas del rio Biobío, con
tal de ir avanzando en la construcción de nuevas villas, hasta poblar toda la zona, y mantener a
los indios bajo un control absoluto.Lo cierto es que el plan, tal como lo formuló Villarreal, a pesar
de ser promulgado por Real Cédula (8 de Febrero, 1755), nunca contó con el apoyo de la gente,
no llevándose a la práctica finalmente. Sin embargo, sus ideas formarían parte importante del
espíritu de la época que inspiraría las ‘políticas de poblaciones’ (véase nota al pie siguiente). Por
otro lado, también adquiere importancia las noticias o descripciones que el jesuita hacía del reino
en aquel entonces, y que fueran tomadas por muchos pensadores de fines de siglo, entre ellos,
Manuel de Salas (cfr. Barros Arana 2000: 115).
15
El documento es una de las primeras propuestas que se hace en Chile en torno a las ‘políticas
de poblaciones’; sea un documento clave para comprender la interacción que se hace (por pri-
mera vez!), entre dos conceptos históricamente disociados: ‘civilización’ (como opuesto al sal-
vajismo) y ‘urbanidad’. Ambas, pertenecientes a esferas de significado muy distantes, que
‘históricamente’ no han sido asociadas si no hasta la emergencia de las técnicas de seguridad
en el siglo XVIII; en que la construcción de calles, plazas y edificios (es decir, la urbanitas latina),
se convierte en un muy poderoso dispositivo de dominación cultural, respecto a los indígenas
resistentes de la zona sur de Chile; esto es, que la ‘civilización’ (civitas), en tanto conjunto de co-
nocimientos, de creencias y costumbres, sólo era posible por medio del emplazamiento ‘urbano’
que significaba la construcción artificiosa de ciudades.
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Las políticas sobre movilidad social que llevaron a cabo los borbones,
estaban en directa relación a la crisis del estamento nobiliario que había
convertido a España en una sociedad de clases permanente que no se con-
decía a su situación laboral o de riqueza efectiva.18 Durante las reformas, y
principalmente en el siglo XVIII, esta situación se revierte; el Estado se
propone reducir el número de nobles, y abrir el acceso hacia la nobleza
mediante estrategias que nada tenían que ver con la sangre ni el linaje. El
dinero, la riqueza, y sobre todo la ‘tierra’, iban a ser elementos esenciales a
la hora de reclamar un status y clase (Lynch 1991: 203-10). Evidentemente,
esto irá en contra de un sistema que estaba muy arraigado en el Chile de
la colonia.19
Como ya lo señalaba el filósofo francés Louis de Jaucourt en la Ency-
clopédie, los hombres ha sido creados ‘iguales’, pero que, celosos de ellos
mismos, han ideado sistemas de distinción donde la ‘nobleza’ es un ele-
mento fundamental (Jaucourt 1765); del mismo modo, durante el siglo
XVIII, el imperio Borbón al mismo tiempo que intentaba eliminar el más
poderoso mecanismo de segregación social colonial en torno al linaje, y
adoptaba estrategias de ‘privilegios’ en base al ‘honor’ adquirido por méritos
(como por ejemplo, la creación de la Orden de Carlos III; la compra de tí-
tulos, y de ‘gracias al sacar’); los criollos, por su parte, fortalecían los anti-
guos mecanismos de ‘limpieza de sangre’ por medio de la endogamia, y
vinculando la nobleza de sangre a la creciente ‘nobleza de privilegios’. Esta
distinción entre una nobleza de sangre, y una nobleza de privilegios, se re-
laciona de alguna forma a la problemática historiográfica de la difusa se-
paración entre los espacios públicos y privados;20 y en Chile, podemos
18
De igual modo en Chile, hubo ‘nobles’ de origen (de linaje) que cayeron en la más extrema po-
breza. Manuel de Salas, da fe de ello cuando dice que “los campos están llenos de gentes que,
llevando un nombre ilustre, son continuamente atormentados de la discordancia que hay entre
aquél y su fortuna: idea que les hace más amarga y violenta su situación” (Salas, 1796a: 155).
19
Esto último ha sido tratado muy detalladamente por el profesor Santiago Castro-Gómez (2005),
pero en relación a la Nueva Granada; sin embargo, podemos constatar que muchas de sus re-
flexiones son aplicables -con matices diferentes- al reino de Chile.
20
Toda adquisición de ‘nobleza’ es casi por definición una ‘exhibición pública’ de la misma; desde
el color de la piel, hasta los méritos personales, tienen un espacio de escenificación social que
les otorga sentido. Sin embargo, la difusa distinción entre lo privado y lo público, sólo se hace
evidente en la medida en que las propias élites locales van construyendo los límites de acceso
a una u otra esfera. Lo privado que resulta ser la ‘nobleza de sangre’, lo es en la medida en que
tan sólo unos pocos pueden hacer uso de los privilegios que otorga (el límite lo ponía la ‘sangre’);
de ahí que la ‘endogamia’ haya constituido una estrategia de poder bastante eficaz en la cons-
PESCADER 10_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 241
(…) pues, ¿por qué han de ser esepción de esta equidad universal
los indios infelices? Hombres son como los demás vasallos. En nada
se distinguen, ni aun en el color de los españoles (...) No hay razón
alguna para negarles la misma nobleza que tienen las naciones de la
Europa (Villarreal, 1752: 274).
trucción de una clase social muy ‘íntima’; en cambio lo ‘público’, resulta ser de acceso menos
restringido. Sin embargo, lo que alguna vez fue de uso privado, llega ahora a ser de entero uso
público (o viceversa); las formas culturales de la clase mestiza, pueden ser un buen ejemplo del
permanente tránsito entre una y otra esfera.
21
No podemos, por espacio, detenernos como quisiéramos en este interesante proceso; sin em-
bargo, valga señalar que en Chile, y de ello daremos una breve demostración más adelante,
hubo –al mismo tiempo que una preferencia política de la nobleza de prestigio por sobre la no-
bleza de sangre-, una necesaria transformación del ‘mestizo’ en ‘vagabundo’. Esto es, que lo re-
levante para el Estado español ya no era la mantención del ‘linaje’, sino más bien, la adquisición
de vasallos útiles que hicieran del mismo un Estado ‘próspero’; de ahí que la ‘vagancia’ se haya
convertido en la representación de todos los males sociales, y se haya encarnado en los ‘mes-
tizos’ como grupo étnicamente inferiorizado durante la colonia. La emergencia de la ‘clase social’
relativa a la muchedumbre, vino a equipararse inevitablemente a la mayoritaria clase mestiza.
PESCADER 10_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 242
No son los hombres quienes deben ser dichosos, no son los hombres
quienes deben ser prósperos y, en el límite, ni siquiera son ellos quie-
nes deben ser ricos, sino el Estado mismo. Éste es uno de los rasgos
fundamentales de la política mercantilista de la época. El problema
es la riqueza del Estado y no de la población. La razón de Estado es
una relación del Estado consigo mismo, una automanifestación en
la cual el elemento de la población se esboza pero no está presente,
se bosqueja sin reflexionar sobre él (Foucault, 2006: 325).
búsqueda obsesiva del ‘bienestar público’ (en el caso del siglo XVIII); sino
también, a partir de un complejo proceso de ‘racialización’ que las elites
dominantes hacen del ‘vagabundaje’, o como ya he anunciado anterior-
mente, en una sustitución de la ‘raza’ por la ‘clase’.
La ‘vagabundancia’ conlleva implícito un discurso antropológico en
un doble sentido: primero, el argumentado por Mario Góngora, cuando
dice que el mestizaje se vuelve –de algún modo- en un desprendimiento
de las cargas que llevaban inherentes los indios y negros en torno al trabajo
forzado, y por lo mismo, su condición liberada del peso jurídico directo,
lo convertía en una fuente permanente de ociosidad y vagabundancia:
25
Valga señalar que por ‘raza’ en este trabajo no entendemos el concepto biológico seudocien-
tífico que aparece a finales del siglo XIX. Suponemos más bien, una interpretación social de la
‘raza’ que está más en relación a un ‘imaginario cultural’ que a un asunto de ‘fenotipo’. Este proto-
racismo, o construcción social de la raza en la historia, se encuentra evidenciado en la organi-
zación o clasificación de la sociedad que se hace –a partir del siglo XV, con la llegada de los
españoles-, conforme a una ‘anulación’ de las culturas locales, y la ‘imposición’ de un prototipo
o ideal de humanidad levantado por la cultura ‘europea’.
PESCADER 10_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 245
26
Sobre este asunto de la ‘emergencia de la colonialidad en el reino de Chile’ he tratado amplia-
mente en un texto que prontamente aparecerá en Revista Kula, Antropólogos del Atlántico Sur
(ISSN 1852-3218) de la ciudad de Buenos Aires.
Juan Ignacio Molina, puede ser el primer intelectual en Chile que, en el contexto de la ‘disputa
27
del nuevo mundo’, reivindica el rol del indio araucano. En sus textos es muy claro en señalar la
pureza de aquellos, y el desprecio hacia los mestizos. La pureza del indio araucano, su bravura,
su fuerza de lucha y de resistencia, va a constituir –paradójicamente- uno de los símbolos patrios
más significativos para la clase criolla durante la independencia.
PESCADER 10_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 246
28
No podemos dejar de mencionar que esta ‘inferioridad’ era doble: por un lado, la reivindicación
del ‘indio’ fue sólo una reivindicación en el papel, que sirvió como fundamento patriótico, pero
que en la práctica, la élite de comienzos del siglo XIX, seguía considerando como una ‘mácula’
en la sangre de cualquiera. Y por otro lado, la inferioridad que la Historia Natural suponía en el
mestizaje. Para esto último no hay que remontarse muy lejos, véase –por ejemplo-, a Juan Ig-
nacio Molina, quien pone las bases intelectuales de toda la clase criolla que funda el Estado-Na-
ción. Es fundamental la distinción que hace Santiago Castro-Gómez, entre criollos conservadores
e ilustrados; los primeros se apegaban al establecimiento e inmutabilidad del sistema etnoracial
que venía operando desde la colonia, mientras que los segundos (como ya hemos visto con Ma-
nuel de Salas), optaban por las medidas transformadoras que la biopolítica borbónica venía pro-
mulgando en torno a la ‘movilidad social’ que favorecía a los indígenas y mestizos. De modo
que, habrá una buena parte de intelectuales que no estarán abiertamente en contra del mestizaje,
aunque, asumirán -paradójicamente- un rol preponderante a la hora de llevar adelante un meca-
nismo de jerarquización social (de clase, ya no de ‘raza’ o casta) en base a una ‘nobleza de pri-
vilegios’.
PESCADER 10_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 247
(…) Ésos son los fenómenos que a fines del siglo XVIII se empiezan
a tener en cuenta y que conducen a la introducción de una medicina
que ahora va a tener la función crucial de la higiene pública, con
organismos de coordinación de los cuidados médicos, de centrali-
zación de la información, de normalización del saber, y que adopta
también el aspecto de una campaña de aprendizaje de la higiene y
medicalización de la población (Foucault, 2000: 221).35
‘Hacer vivir o dejar morir’ (faire vivre ou laissez mourir) a las pobla-
ciones que se adapten al nuevo modelo de sociedad productiva, exigía en-
tonces una serie de reformas sanitarias (higienismo), económicas, urbanas
34
La incipiente ‘asistencia social’ otorgada por el Estado a comienzos del XIX es, sin lugar a
dudas, no solamente un antecedente de las políticas sociales que aparecerán años más tarde
con la denominada ‘cuestión social’, sino también, un poderoso diseño de abaratamiento de cos-
tos en la preservación de la ‘familia’ como una esfera privada y fundamental de subjetivación so-
cial; o como diría Foucault (2005: 108-09), se trataba de una asistencia social que, haciendo de
“tejido disciplinario”, no sólo podrá sustituir a la familia como núcleo fundamental, o reconstruirla,
sino también, de poder prescindir de ella.
35
Para profundizar sobre Salud Pública e Higienismo en Chile, puede consultarse: (Cruz-Coke,
1995; Ferrer Rodríguez, 1904; Illanes, 2010).
PESCADER 10_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 249
36
Véase infra, nota al pie n°28.
PESCADER 10_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 250
toria como una ‘élite aristocrática’ constructora de una idea de ‘patria’ sus-
tentada en la más cruda discriminación racial.
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PESCADER 10_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 253
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PESCADER 10_Maquetación 1 04/10/2012 11:38 a.m. Página 254
Julieta Sartino
1.
son, en última instancia, aquello que brinda ese carácter específico que
tiene cada uno de los movimientos caracterizados como populistas.
De esta manera dejamos delineado nuestro propósito central que
será remarcar la relevancia de regionalizar los abordajes de la teoría política.
Esto no significa encerrarlos o circunscribirlos al área de referencia zonal
(equis conceptos para equis lugar), estableciendo fronteras o límites geo-
gráficos, sino pensarnos desde nuestro lugar de analistas atravesados por
particularidades de contexto que nos obligan a repreguntarnos específica-
mente por las connotaciones semánticas, haciendo un ejercicio permanente
en aras de evitar aplicar los conceptos cual etiquetas o rótulos que valen
siempre para cualquier fenómeno que tuviera apenas algún signo de po-
pulismo.
Dicho de otra manera, no se trata de utilizar un concepto despojado
de sus particularidades históricas ni plantear un análisis con valía efímera,
como tampoco abonar un esencialismo regional alguno, sino encontrar un
equilibro entre el cliché de populismo y las múltiples formas que éste ad-
quiere para mejores revisiones en torno al concepto populismo.
En las páginas que siguen daremos cuenta de la crisis paradigmática
en la cual nos encontramos como analistas políticos, producto de la geo-
política del conocimiento, encargada de organizar el conocimiento entre
centros de poder y regiones subalternas, para terminar en el análisis de caso
que nos convoca hace tiempo, la hegemonía política de la Unión Cívica
Radical en la provincia de Río Negro y la posibilidad de pensarla bajo las
categorías de populismo y neopopulismo desplazándonos de reflexiones
clásicas eurocentradas.
2.
Esto sin duda resulta problemático a los fines de pensar que para
analizar el populismo en Latinoamérica, necesariamente tenemos que ha-
cerlo con autores consagrados tales como Max Weber y que estamos obli-
gados a invocarlo y servirnos de sus análisis. Por ejemplo, la categoría
weberiana de líder carismático, uno de las denominados tipos puros de la
legitimidad política en tanto fuente del monopolio de la fuerza, por tiempo
se la reconoció estrechamente ligada al fenómeno del populismo y no es
extrapolable, tal cual aquella consideración, al universo latinoamericano.
Al menos no lo es en su forma pura, cosa que, por otra parte Weber nunca
pretendió, pero sí algunos de sus seguidores.
Mucha de la literatura política sobre populismo refiere a los grandes
movimientos populistas de mediados de siglo próximo pasado. Sin atender
a nuevas modalidades del fenómeno político que se vio afectado con me-
didas del neoliberalismo de los noventa.
Por caso, el escenario venezolano, a partir de la presidencia de Hugo
Chávez (1999 y continúa) ha sido caracterizado como de vertiente neopo-
pulista a partir de las medidas económicas y sociales sumadas a significati-
vas reformas constitucionales que definen tal proceso político como
‘Revolución Bolivariana’. En Brasil, el neopopulismo que ciertos analistas
advierten, se sostiene en la figura de ‘Lula’ Da Silva, sobre todo por su pro-
cedencia de clase y su pertenencia a la actividad gremial, aún cuando desde
los aspectos de orden económico continuó, en líneas generales, con el mo-
delo de su predecesor, Fernando Henrique Cardoso. En Argentina, las pre-
sidencias de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de
Kirchner, (2007 al presente) están también caracterizadas, desde ciertos
sectores, como populistas o neopopulistas.
En medio de este contexto advertimos que los autores clásicos que
trabajan populismo o bien son siempre europeos o circunscriben sus aná-
lisis a referencias académicas eurocéntricas, situación que nos pone frente
a la necesidad de buscar herramientas conceptuales regionales.
3.
2
Lander indica a pie de página con el término ‘memoria la referencia a The Darker Side of Re-
naissance de Walter Mignolo y con el término ‘imaginario’ la referencia al trabajo de Aníbal Qui-
jano “‘Raza’, ‘etnia’ y ‘nación’ en Mariátegui: cuestiones abiertas”.
PESCADER 11_Maquetación 1 04/10/2012 11:37 a.m. Página 260
(…) suele ser usado como parte de las plantillas de ‘lectura’ euro-
céntrica de la experiencia latinoamericana. Esto es, desde una pers-
pectiva en la cual se asume un supuesto patrón histórico universal,
el europeo occidental, según el que deben ser en consecuencias, ‘le-
ídas’ todas las experiencias históricas particulares (Quijano, 1997:
2).
Estas líneas se publicarán en Revista Kula. Antropólogos del Atlántico Sur. Revista de Antropo-
logía y ciencias sociales (de próxima aparición, 2012).
PESCADER 11_Maquetación 1 04/10/2012 11:37 a.m. Página 262
que distan mucho de aquellos de mediados del siglo XX; y así, para despejar
el terreno, muchas veces pantanoso, en el cual nos vemos inmersos cuando
invocamos el concepto populismo que nos conduce sin más a la perma-
nente descalificación de los movimientos tildados como tales.
4.
Así las cosas, podría sostenerse que la hegemonía política como ca-
racterística notoria del actuar de la UCR ha sido lograda teniendo por
metas la estructuralidad relativa del partido, producto de un intento de in-
tegración regional sumado a la articulación de demandas sociales no ma-
terializadas de manera cabal, sino como parte de un aparato político
publicitario partidario de fuerte impacto social, pero sin políticas reales
que lo sustenten.
Poder determinar cuáles son las claves explicativas de la prevalencia
de la UCR, en un espacio territorial fuertemente fragmentado, heterogéneo
y ante la ausencia de atributos y gestos carismáticos de sus máximos diri-
gentes disparan preguntas referidas a la posibilidad de pensar a la política
de la UCR dentro de las categorías de populismo y neopopulismo, enten-
diendo este último como un neologismo en tiempos de neoliberalismo.
Para terminar nos parece pertinente retomar el título de este trabajo
en dónde intentábamos delinear nuestra idea fundamental respecto a la
importancia de localizar nuestros abordajes, evitando traspolar análisis no
paridos desde nuestra realidad latinoamericana. Respecto al populismo,
investigaciones con características que distan mucho de nuestras proble-
máticas, que poco indagan sobre nuestras particularidades y características
distintivas. No nos estamos refiriendo con esto al mero lugar geográfico
de enunciación, interesa pararnos en otro sitio, en el lugar epistémico-po-
lítico, y desde allí preguntarnos a cerca de la relevancia de indagar e inter-
pelar la matriz eurocéntrica. 4
4
Partes de este trabajo se discutieron en el II Encuentro CEAPEDI - Comahue, “La decoloniali-
dad y sus retos en el presente” Universidad Nacional del Comahue, 2011, y en el I Encuentro
Patagónico de Teoría Política “Justicia, igualdad, poder popular. La política de la Patagonia” IES-
yPPat - Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, 2012.
PESCADER 11_Maquetación 1 04/10/2012 11:37 a.m. Página 264
Referencias Bibliográficas:
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Ianni, Octavio (1980). La formación del estado populista en América Latina. Mé-
xico, Era
Pablo Quintero
1. Introducción
2. El desarrollo y la modernidad/colonialidad/eurocentrada
ideología y/o utopía sino más bien como una idea/fuerza en el sentido de
“(…) análogas aspiraciones motivadoras e impulsoras de cambios mayores
en la sociedad” (Quijano, 2000c), así el desarrollo representa un dominio
del pensamiento y de la acción, constituido por un episteme que administra
sus discursos y representaciones, y una operatoria que codifica sus prácticas
interventoras. Si el desarrollo ha logrado ‘desarrollar’ algo a lo largo de su
historia, ha sido la desigualdad y la asimetría a nivel global, a través del
crecimiento y expansión del capitalismo y la colonialidad. Es preciso esta-
blecer sobre este asunto algunas precisiones histórico-procesuales.
A pesar de que es posible datar la formación del capital como rela-
ción social en el siglo XII (Quijano, 2009), no será sino hasta la conquista
de América, que se constituirá como un modelo de explotación global y
hegemónico. La conquista de América otorgará el impulso necesario para
que el capitalismo mercantil se mundialice englobando y suprimiendo las
antiguas formaciones económico-sociales bajo una misma estructura. Karl
Marx (1867) reconoció este impulso vislumbrándolo, principalmente, a
partir de los aportes en riquezas que la explotación de la naturaleza ameri-
cana le tributó a las arcas hispánicas. A pesar de ser incuestionable la ase-
veración de Marx, dos procesos complementarios a la expropiación de
recursos naturales fueron necesarios para posibilitar el triunfo del capita-
lismo. Uno de ellos fue la interconexión geográfica planetaria que la con-
quista de América va a inaugurar, y que permitirá el desenvolvimiento de
rutas comerciales que consentirán la rápida expansión del capitalismo co-
lonial por todo el globo (Wolf, 1993). El otro proceso que debe ser seña-
lado, y probablemente el más importante, es la apropiación forzada del
trabajo vivo de los nativos americanos que constituyó el verdadero motor
del ascenso del capitalismo.
Efectivamente, el capitalismo global además de caracterizarse por ser
el único modo de producción histórico orientado cuasi exclusivamente a
la acumulación y a la auto-expansión, es al mismo tiempo el sistema que
ha logrado aglutinar a todas las unidades y modalidades de encauzar el tra-
bajo humano en un único sistema, conformando además una hegemonía
global. Este modo de producción es, fundamentalmente, un sistema de
control del trabajo, que consiste en la articulación de todas las formas co-
nocidas de explotación en una única estructura de producción de mercan-
PESCADER 12_Maquetación 1 04/10/2012 11:37 a.m. Página 280
del siglo XVIII, y que en su momento fueron categorizados como los más
bajos de la escala del desarrollo de las sociedades humanas, eran la condi-
ción de posibilidad del esplendor de europeo. La colonialidad será, desde
el inicio, uno de los rasgos inherentes al establecimiento del capitalismo, y
el colonialismo –en tanto ejercicio geopolítico de conquista sostenida- su
praxis recurrente.
A partir de la expansión europea durante la segunda mitad del siglo
XIX, bajo el influjo de la racionalidad moderna y con la necesidad imperial
de ejercer un control de mayor efectividad sobre los espacios periféricos,
aportadores de mano de obra barata, recursos naturales y mercados donde
vender los productos manufacturados; el colonialismo va a instituirse como
un modelo político para asegurar la asimetría global y reducir los conflictos
entre imperios. Luego de la repartición del mundo durante la conferencia
de Berlín en 1885, se establecerán los llamados sistemas de mandatos como
formas de gobierno sobre las colonias europeas, ubicadas principalmente
en Asia y África. Los mandatos fueron establecidos como modalidad de
asegurar la continuidad de la acumulación de capital y a la vez como forma
de ‘auxiliar’ al mundo incivilizado. Pues para entonces imperaba la idea de
que Occidente tenía un claro ‘deber moral’ de ayudar al desarrollo de las
colonias, esto sería posible a través de la unificación de las tendencias po-
líticas colonialistas con el modelo filantrópico de corte cristiano imperante
en la época. De esta forma ya para fines del siglo XIX prácticamente todas
las potencias imperiales, incluían como uno de los puntos más destacados
en sus mandatos coloniales, el deber de ayudar al desarrollo de sus colonias
(Rist, 2002). El pacto de la Sociedad de Naciones fundada en 1919 como
el primer organismo de gobierno internacional, establecía en el artículo 22
de su acta fundacional estos principios:
lizado para describir procesos más vastos, de alcance global, el único caso
al que parece poder aplicarse esta palabra como una categoría descriptiva
es a la economía-mundo capitalista (Wallerstein, 1996), y al patrón de
poder global (Quijano, 2000c). En el largo tiempo histórico, lo único que
ha manifestado un crecimiento auto-expansivo, complejizador, desbor-
dado, ha sido este sistema desmesurado de dominación y explotación pro-
fundamente desigual y con tantas víctimas a cuestas. A pesar de ello los
sentidos del término son tan añejos que sería erróneo referirse con la flexión
verbal de la palabra desarrollo a algún proceso de cualquier tipo. Es una
certeza que el capitalismo desarrolla al subdesarrollo (Frank, 1970), pero
en la coyuntura actual, el uso de ambas categorías, lejos de clarificar, en-
sombrecen nuestra capacidad para vislumbrar con profundidad la natura-
leza de este fenómeno.
En los límites de este texto es necesario recalcar la urgente necesidad
de encontrar nuevas tramas de sentido que puedan orientar y motivar tanto
la visualización de estas problemáticas, como la transformación de las es-
tructuras del patrón de poder. Difícilmente las múltiples resemantizaciones
de la idea de desarrollo (sustentable, endógeno, ecológico, humano, equi-
tativo, étnico, desde abajo, etc.) puedan plantear cambios significativos a
los modelos de esta idea/fuerza, pues siguen anclados en un espacio de pen-
samiento y praxis prisionero de la modernidad/colonialidad/eurocentrada.
En otros términos y con la claridad y profundidad que lo caracteriza, Bo-
aventura de Sousa Santos se ha referido a esta cuestión:
Hay que tener en cuenta que los sustantivos aún establecen el ho-
rizonte intelectual y político que define no solamente lo que es de-
cible, creíble, legitimo o realista sino también, y por implicación,
qué es indecible, increíble, ilegítimo o irrealista. O sea, al refugiarse
en los adjetivos, la teoría acredita en el uso creativo de la franquicia
de sustantivos, pero al mismo tiempo acepta limitar sus debates y
propuestas a lo que es posible dentro de un horizonte de posibili-
dades que originariamente no es suyo. La teoría crítica asume así
un carácter derivado que le permite entrar en un debate pero no le
permite discutir los términos del debate y mucho menos discutir el
por qué de la opción por un debate dado y no por otro (Santos,
2010: 30).
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1. Desde dónde
1
Utilizo el término ‘descolonial’, en lugar de ‘decolonial’ que muchos utilizan, por considerarlo el
mas correcto en español rioplatense moderno que, si bien es una de las lenguas coloniales, es
la mía materna y la única en que puedo expresarme con cierta precisión y, además, porque pre-
fiero evitar, en lo posible, el uso de galicismos y anglicismos, salvo que sean términos técnicos
de uso común (Ejemplo: commodities).
2
“Distinto de esta idea, la colonialidad se refiere a un patrón de poder que emergió como resul-
tado del colonialismo moderno, pero que en vez de estar limitado a una relación formal de poder
entre dos pueblos o naciones, más bien se refiere a la forma como el trabajo, el conocimiento,
la autoridad y las relaciones intersubjetivas se articulan entre sí, a través del mercado capitalista
mundial y de la idea de raza” (Maldonado-Torres, 2003).
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3
Es de destacar que estas experiencias se concretaron fuera de Europa occidental y EUA, cons-
tituyendo lo que se denominó ‘segundo mundo’ para diferenciarlo del ‘primer mundo’ o mundo
desarrollado y del tercer mundo o mundo subdesarrollado o ‘en vías de desarrollo’.
4
Utilizo la expresión ‘occidentalismo’, al igual que muchos, para señalar que los países incluidos
en la crítica no son solamente los de Europa occidental sino que se agrega Estados Unidos de
Norteamérica, el cual actualmente lidera este bloque, como en su momento y sucesivamente lo
hicieran España, Francia, Holanda y Gran Bretaña.
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de las ciencias sociales, con especial énfasis en las relaciones del campo eco-
nómico, las que son entendidas como relaciones a desarrollar política-
mente, es decir, desde una ética social compartida.
El giro descolonial propone la ruptura con los universalismos natu-
ralizados propios del particularismo occidental, desenmascarando su pre-
tendida ‘objetividad científica’ como compromiso ideológico, funcional a
la instalación del sistema de producción-consumo capitalista al que se ter-
mina instalando como modo único y necesario –universal- de configura-
ción de las relaciones sociales de nuestra especie.
Los particularismos situados que se proponen como alternativa al
‘universalismo’ occidental no tienen cosa alguna en común con el mero re-
lativismo de muchos post-modernos, donde pareciera que ‘todo vale’ y, por
ende, la política no tiene razón de ser y solamente rige la ley del goce in-
mediato y la muerte de los ‘grandes’ relatos.
El goce es la máxima expresión del individualismo y el principal im-
pulsor del consumismo, buscado e inducido con fines comerciales, inten-
tando reemplazar proyectos de vida basados en la solidaridad y lo
comunitario; a todo ello es especialmente funcional la proclamación de un
mundo donde ha muerto toda ideología y los grandes relatos sólo serían
grandes fábulas. Pretendida muerte de los grandes relatos que implica la
muerte de las ideologías pero, a la vez, se constituye ella misma en un gran
relato sin ideología, es decir, portadora de la peor ideología, aquella que
no se acepta ni hace visible como tal, logrando con ello no ser sometida a
crítica.
De hecho, la crítica post-moderna a la modernidad podría leerse
como nada mas que la desencantada crítica de euro-céntricos occidentales
al fracaso de su particularismo, a la comprobación del fracaso de la mo-
dernidad-colonialidad-ilustración para cumplir sus promesas de un pro-
greso indefinido, el que no pasó de haber entronizado el individualismo,
el egoísmo y la maximización de ganancias y crecimiento de pobres y ex-
cluidos como metas de desarrollo y buen vivir en un planeta, además, ex-
poliado y gravemente contaminado.
Ha de insistirse en la crítica a la economía y las denominadas ciencias
sociales, por cuanto los discursos aparentemente objetivos y científicos son
discursos que, estructurados como relatos universales, pretenden dar cuenta
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5
No olvidemos que en la segunda mitad del siglo pasado se dejaron de utilizar los insecticidas
órgano-clorados –el famosísimo DDT y su congéneres- porque se comenzó a detectar la pre-
sencia de los mismos en la grasa de los pingüinos que solamente se alimentan de peces de
zonas frías muy alejadas de cualquier campo de cultivo o los daños a la salud que provoca el
glifosato, herbicida utilizado para imponer la soja.
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6
Sobre la racialización elaborada durante la Ilustración se recomienda el texto de Chuwudi Eze
(2008).
7
Utilizo este término, que refiere a ‘injusticia malvada’, porque en nuestra lengua no existe ‘in-
equidad’ que es un anglicismo y el cual, en mi opinión, se ha puesto de moda como forma de
ocultar el contenido de intencionalidad que manifiesta la injusta desigualdad a la que refiere.
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8
Si se tolera se acepta estar en una posición de relativa ‘superioridad’, es un gesto de soberbia
hacia otro a quien no se considera un par o un miembro de la misma especie.
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implícita pero tácita que la igualdad a que hace frecuente referencia sola-
mente se refiere a la colocación periódica de un voto a fin de elegir entre
opciones que no son tales y sobre las cuales el votante no tiene control al-
guno.
El verdadero manejo de lo que es importante y que realmente con-
figura la civilización, mediante los procesos de subjetivación que promueve,
aparece como un simple tema de des-ideologizados técnicos o expertos, re-
alistas y eficientes, quienes mediante la teoría económica permiten la ex-
presión y constitución de lo que sería la única manera que pueden asumir
las relaciones de supervivencia y convivencia en nuestro planeta y para
nuestra especie, especie que no sería homogénea sino en ciertos aspectos,
puesto que la situación de cada uno dependería de los resultados de algo
así como una ‘lotería biológica’ y una ‘lotería social’ que explicarían la po-
breza, la marginación y el hambre. La vida en sociedad es, según esta visión
estrecha e interesada, un simple producto natural de presuntas ‘leyes’ en
las cuales el hombre no tiene participación alguna.
En un medio cultural como el descripto no hay posibilidad de esta-
blecer un diálogo entre pares y menos aún de expresar diferentes particu-
larismos, carecería de sentido cuestionar las lógicas de producción y
consumo puesto que las mismas son producto de la evolución ‘natural’ del
único modo de producción económico, que es la sociedad capitalista glo-
balizada.
En esta lógica no existe apropiación alguna del plus-valor producido
por el trabajo humano, puesto que la importancia de dicho trabajo sería
similar a la del dinero y los medios y bienes de producción; no habría ha-
bido acumulación primitiva y, si la hubo, no fue fruto de esa apropiación
por algunos de la explotación, saqueo y genocidio de África y América,
sino simplemente por derecho de propiedad de los mas aptos, es decir, de
quienes están predestinados a decir que es lo correcto y lo natural.
Es por ello que en este escrito se considera que, de lo que se trata re-
almente, es de nutrir prácticas sociales con conceptualizaciones otras de las
sostenidas por la modernidad-colonialidad-ilustrada; praxis sociales donde
aparezcan distintas maneras de verse en el mundo, desde diferentes ‘aquí y
ahora’ y desde tradiciones y biografías otras. Prácticas que permitan múl-
tiples lecturas de nuestra vida como especie, todas válidas en tanto no se
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Referencias bibliográficas:
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Alejandro Médici
Introducción
1. Colonialidad del poder y naturaleza
2
Arturo Escobar nos pone un ejemplo sobre la coexistencia, en un escenario hipotético de la
costa colombiana del Pacífico, de diferentes articulaciones entre biología e historia. Estas arti-
culaciones, relativamente estables, y teniendo como base diferentes actividades productivas y
formas de organización social, darían origen a regímenes de naturaleza. En su ejemplo coexis-
tirían tres de estos regímenes: 1) las comunidades campesinas e indígenas mantendrían un ré-
gimen orgánico, donde la naturaleza y la cultura están fundidas; 2) los sectores de producción
agrícola para el mercado implican un régimen de naturaleza capitalista, donde la naturaleza ha
sido transformada en mercadería (Polanyi) y sujeta a condiciones de gobernabilidad (Foucault);
3) en la región selvática de biodiversidad se está desarrollando bioprospección e investigación
genética, prácticas que se vinculan con el régimen de la tecno-naturaleza (Escobar, 2010).
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Hay que suponer que nosotros, en tanto juristas, operamos con imá-
genes (directrices) para ordenar la plétora de materia jurídica y ela-
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En el uso jurídico todas las imágenes de este tipo son siempre el in-
tento de nombrar una totalidad que en gran parte de los casos subyace de
modo inconsciente detrás de las normas, conceptos, principios a menudo
difusos y fragmentarios. Las imágenes cumplen una tarea de interpretación
finalista. Estas imágenes quieren dirigir la interpretación sobre sí mismas
y poseen una función propulsora de consenso.
civilización capitalista industrial, destacando además en dicho documento la clara visión estra-
tégica para nuestro país y región acerca de la defensa y preservación del patrimonio natural, la
vinculación entre los temas ambientales y la justicia social, así como la clara perspectiva de las
responsabilidades diferenciales entre las naciones del Norte y las del Sur al respecto. Agradezco
al Prof. Silvio Mario Peduto, investigador de la Universidad Nacional de La Pampa, que me faci-
litara su trabajo al respecto, a partir del que pude acceder a este importante pero poco conocido
antecedente del ecologismo popular latinoamericano (Peduto, 2010).
4
Cuenta José Manuel Naredo (2007: 22), que unos días después de la declaración, Henry Kis-
singer como Jefe de la Diplomacia estadounidense desaprobó el texto de la misma en un tele-
grama enviado al Jefe del Programa de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo,
afectando el propio término ‘ecodesarrollo’.
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6
El Presidente Morales en su intervención en la fallida cumbre de la ONU sobre el cambio cli-
mático en Copenhague, fue sumamente crítico acerca de la responsabilidad de los estados del
Norte industrializado en la crisis ambiental, por su reluctancia a asumir responsabilidades y metas
de reducción del cambio climático concretas, por su imposición de modelos de desarrollo social
y ambientalmente injustos a las naciones del Sur. No obstante, en el plano interno su gobierno
está recorrido por proyectos de industrialización y agregación de valor en la extracción y expor-
taciones de recursos naturales considerados estratégicos y fuente de recursos para la redistri-
bución social (Svampa, Stefanoni y Fornillo, 2010:45).
7
Constitución ambiental: las normas principio y las normas regla en la constitución que tratan
de la preservación del medio ambiente (Belho Filho, 2004:105).
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esta praxis política tiene un horizonte en principio más plausible para ins-
cribir sus demandas que es el proyecto decolonial del estado plurinacional
comunitario.
7. Conclusiones
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1
A este respecto, mencionamos el impacto que del Romanticismo, en tanto respuesta moderna
antiilustrada que discutía con el canon de belleza y la hegemonía de la racionalidad destacando
en cambio aspectos oscuros de la existencia, las pasiones, la subjetividad, lo feo, el horror.
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atraviesa consiste en mostrar que éste ya no se ocupa de las cosas como ‘de-
berían ser’: la esencia de lo bello, la realidad ideal como ocurrió en el arte
clásico donde los griegos no copiaban literalmente la realidad sino que
construían ‘idealmente’ un modelo, ideal que se mantuvo en el Renaci-
miento donde la observación y el estudio de la realidad servían como he-
rramienta para construir el modelo más perfecto de humanidad posible;
así, las esculturas de Miguel Ángel recuperan la relación de lo universal con
lo particular que trazaron los griegos. Hoy, ya no se desprecia la apariencia,
la configuración mundana de los objetos y el modo como el artista elabora
una experiencia, su propio punto de vista frente a lo que llega a sus ojos.
Así, es preciso reconocer el alcance y la deriva del término represen-
tación según pasan los años en el arte porque durante siglos se impuso el
criterio mimético de referencia literal, obediente a la cosa representada;
pensemos en el categórico juicio de Platón sobre el arte como ‘copia de
una copia’ su estatus del arte era inferior a la cosa misma y ésta, era consi-
derada ‘copia de una copia’, que oficiaba de ideal al que aspirar. Advertimos
lo que señala el historiador del arte Ernst Gombrich en relación con la ide-
alización que operaba en el arte clásico al observar que es necesario darse
cuenta de que Praxíteles y otros artistas griegos llegaron a esta belleza mer-
ced al conocimiento exhaustivo ya que no existe ningún cuerpo vivo tan
simétrico, tan bien construido y bello como los de las estatuas griegas; los
artistas partían de una cuidada reproducción de un hombre real y lo ‘her-
moseaban’, omitiendo toda irregularidad o todo rasgo que no se confor-
mara con su idea de un cuerpo perfecto (Gombrich, 2010).
Como decíamos, ahora el arte no se debe necesariamente a ese mo-
delo, y su aspecto descolonizado radica en que no busca representar sino
presentar, es realidad la que genera y no una mediación espuria o una fal-
sificación como antes se consideraba, ni tampoco aspira a construir una
imagen utópica o ideal de lo representado. El arte se volvió hacia la realidad
sin buscar embellecerla o desmerecerla.
A su vez, conceptos centrales que siempre acompañaron al arte como
la belleza, la idea de obra, de autor y de público están ahora trastocados;
estos engranajes que delimitaban el canon fueron avasallados por distintas
perspectivas, y ya no hay un suelo común desde el cual verlas y valorarlas.
Si por siglos las obras aspiraban a la proporción, a la medida y donde
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la fealdad y el horror -aún cuando fueran motivo del arte, eran contracara
de la belleza- hoy no son un rasgo ineludible en el arte porque éste apunta
a otros fines y la belleza (en tanto criterio inexorable de su consagración)
parece superficial. Hoy se reconoce que no hay ‘una’ belleza sino tantas be-
llezas como culturas; a su vez también se considera el hecho de que cuando
el mundo tiene caras que no son ‘felices’ el arte debería poner la mirada en
otra dirección, evitando frívolas inmoralidades.
Si antes la obra era un territorio delimitado, conciso, con un respon-
sable, con un marco, es decir un ‘límite’ material, donde se reconocen es-
tilos, modalidades; hoy la obra es un gesto imperceptible, efímero,2 nada
hay que lo distinga visualmente de objetos o acciones que conforman el
mundo cotidiano, sino que la diferencia está mediada por el deseo de un
artista de ‘transformar’ tal o cual objeto en arte, transubstanciación mágica
iniciada por las vanguardias, y donde los famosos ready made de Marcel
Duchamp3 ocuparon un rol central ya que un objeto cualquiera, una rueda
de bicicleta invertida y apoyada sobre un banco o un mingitorio eran trans-
formados en arte, y venciendo el estupor, lograron entrar en museos coti-
zándose a sumas inverosímiles.
Desde una mirada para algunos ‘demasiado optimista’ Arthur Danto
analiza el impacto de obras de esta naturaleza –él desplaza la atención de
Duchamp hacia Andy Warhol, a quien considera que en los sesenta pro-
vocó un punto de inflexión en el arte- y reúne este proceso alrededor de lo
que llama arte ‘posthistórico’; éste, se da en un tiempo donde impera un
pluralismo sin precedentes, no hay estilos monopólicos sino que las fron-
teras se expandieron de modo inusitado: “No hay una sola dirección. De
hecho, no hay direcciones. Y eso es lo que quería decir con el fin del arte,
no que muriera, sino que la historia del arte estructurada mediante relatos
había llegado al final” (Danto, 2003: 150).
2
Destacamos como ejemplo de arte efímero Liberación de 1001 globos azules, escultura aeros-
tática de Yves Klein en 1957 en París donde se liberaron 1000 globos del hoy clásico ‘azul Klein’.
3
Marcel Duchamp (1887-1968) fue quien acuñó la expresión ‘ready made’ para describir el arte
realizado mediante el uso de objetos que normalmente no se consideran artísticos, a menudo
porque tienen una función no artística, donde no se oculta su origen, pero se lo modifica. Du-
champ ensambló su primer readymade, titulado Rueda de bicicleta en 1913 y su Fuente, un
orinal que firmó con el seudónimo “R. Mutt”, confundió al mundo del arte en 1917. El uso moderno
de objetos encontrados suscitó la hostilidad desde el principio, cuando Fuente fue rechazada
por la “ofendida” Sociedad de Artistas Independientes de París en 1917 diciendo que eso no era
arte.
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Gestos como los ready made y sus versiones más contemporáneas son
los que instalaron la necesidad de que al arte no se lo mire con los ojos
sino con el intelecto, ya que una mirada inmanentista sólo devolverá ruedas
de bicicletas o inodoros.
Hoy entonces, es preciso conocer por qué tal o cual objeto es arte,
su contexto: es decir, la intención del artista con la obra, las razones que
éste atesora, las cuales en muchas oportunidades se requieren ‘imperiosa-
mente’ para ver el gesto como elocuente, situación que ha provocado crí-
ticas y objeciones a la emergencia de un arte que por tener instrucciones
para abordarlo no resultaría accesible a todos, al ser demasiado conceptual.
No obstante, también se ha aducido que cada disciplina tiene su propia
especificidad de allí que no sea cuestionable su hermetismo.
Lo cierto es que cualquiera sea la valoración con respecto a las obras
de arte contemporáneas éstas definitivamente ya no son lo que eran, no
hay límites para sus fisonomías, por lo que dejan de tener vigencia o elo-
cuencia aquellos rígidos márgenes de antaño. Así, por ejemplo, en los 90’
los artistas empezaron a usar la palabra ‘proyecto’ en lugar de obra de arte
porque un proyecto implica un proceso en el que participan muchas prác-
ticas, disciplinas, soportes y a veces también muchas personas. Así, hoy hay
una cadena de instancias involucradas que van de la investigación a la ex-
hibición dilapidando la idea de obra, tal como tradicionalmente se la con-
sideraba.
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4
Los Yes Men son un dúo de activistas formado por Andy Bichlbaum y Mike Bonanno que prac-
tican lo que ellos llaman “corrección de identidad”, que trata básicamente de desenmascarar a
las corporaciones multinacionales y a todo el entramado de intereses políticos y económicos ten-
dientes a su protección en perjuicio de los ciudadanos de todo el planeta. Se hacen pasar por
personas poderosas y portavoces de organizaciones prominentes, aceptando las invitaciones
recibidas en sus páginas web para aparecer en conferencias y programas de televisión. Su
método usualmente es la sátira: haciéndose pasar por portavoces corporativos o del gobierno,
suelen hacer comentarios chocantes y denigrantes sobre los trabajadores y consumidores. Los
Yes Men se han hecho pasar por portavoces de organizaciones tales como la OMC, McDonald’s,
Dow Chemical, entre otras.
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3. Impugnación descolonizante
5
En la década del sesenta Piero Manzoni enlató, etiquetó, exhibió y vendió noventa latas de su
propio excremento (en 2002, un museo británico compró la lata número 68 por unos 40,000 dó-
lares).
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rrortu.
Valeria Belmonte
1.
En este trabajo nos proponemos contribuir al debate sobre el proceso
de democratización comunicacional y cultural que está teniendo lugar en
varios países de Sudamérica. Para ampliar dicho debate revisaremos el con-
cepto de ciudadanía comunicacional desde la categoría de ‘medios ciuda-
danos’ que propone la investigadora colombiana Clemencia Rodríguez,
conjugándolo con las nociones de interculturalidad crítica (Walsh) y so-
ciología de las ausencias (Santos).
De acuerdo al propósito señalado, se hace necesario, en un primer
momento pasar revista a las nuevas leyes de medios de comunicación y a
propuestas de modificación de legislaciones vigentes en Latinoamérica. Se-
guidamente, ciñéndonos al escenario argentino, nos detendremos en un
tema que está siendo motivo de discusión, al menos en el campo de la co-
municación popular de dicho país, y que tiene que ver con la composición
de uno de los sectores que la ley prevé como prestador del servicio de ra-
diodifusión. El mismo nos permitirá poner en tensión ciertas controversias
que muchas de las estrategias y políticas comunicacionales comportan para
continuar nuestra línea argumentativa planteando como principal desafío
para la investigación científica, la revisión del andamiaje conceptual sobre
el que tales estrategias parecerían asentarse. Luego, en directa alusión al tí-
tulo de este capítulo, ubicaremos al concepto de ciudadanía comunicacio-
nal en el campo latinoamericano de la comunicación y la cultura;
señalaremos que allí la ciudadanía se desprende de su tradicional ropaje
abstracto para asumir una impronta diferente en la gestación de democra-
cias participativas y protagónicas. De esta manera, recurriremos al termino
‘medios ciudadanos’ acuñado por Clemencia Rodríguez para referirse a
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aquellos medios que facilitan una auténtica participación directa por parte
de los actores sociales en la producción simbólica de su decir. Analizaremos
sus condiciones de posibilidad en nuestra sociedad y advirtiendo que su
existencia, tal como la piensa Rodríguez, está directamente relacionada a
la necesidad de quebrantar las barreras que impone la monocultura occi-
dental. En aras de ello, en la última parte del trabajo, nos acercaremos a
perspectivas de pensamiento otras presentes en el actual escenario latinoa-
mericano, específicamente al proyecto de interculturalidad crítica que
desde el Ecuador propone la lingüista estadounidense Catherine Walsh y
a la ‘sociología de las ausencias’ elaborada por el sociólogo portugués Bo-
aventura de Sousa Santos. Finalmente, intentaremos poner en evidencia la
sintonía que pareciera darse entre tales planteamientos y nuestra propuesta
de revisión del concepto de ciudadanía comunicacional.
1.1
Las estrategias y políticas culturales y comunicativas con acento en
la diversidad y la igualdad resultar ser, para algunos teóricos de la comuni-
cación, una de las características más relevantes de nuestro presente comu-
nicacional (Zallo, 2011: 40). En efecto, un rápido recorrido por el contexto
latinoamericano permite observar que en la primera década del siglo XXI
varios son los países de esta región que presentan escenarios en los cuales
se diseñan políticas orientadas al cambio y la democratización del sistema
cultural y comunicativo,1 a saber: en Bolivia la Asamblea Legislativa Plu-
rinacional aprobó en Julio de 2011 una nueva ley de medios llamada ‘Ley
General de Telecomunicaciones, Tecnologías de Información y Comuni-
cación’ que prevé una redistribución igualitaria del espectro radioeléctrico.
Además en este país se promulgó en el año 2010 una Ley contra el Racismo
y la Discriminación que contempla sanciones monetarias y suspensión de
licencias a cualquier medio de comunicación que publique expresiones
contra sectores específicos de la población.
En Venezuela se está debatiendo un proyecto de ‘Ley de Medios Al-
ternativos y Comunitarios y de la Comunicación Popular’ en el marco de
1
Específicamente este aluvión transformador puede verse en las modificaciones de las norma-
tivas de medios o bien en las iniciativas ciudadanas que promueven hacerlas.
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2
Disponible en http://www.conatel.gob.ve/files/solicitudes/habilitaciones/Total_de_Medios_Co-
munitarios_Habilitados
3
La ley recoge las principales propuestas realizadas por la Coalición por una Radiodifusión De-
mocrática -CRD-. Esta iniciativa ciudadana, formada en el año 2004, reúne a diversos sectores
de la sociedad vinculados al campo de la comunicación y los medios, entre ellos, a representan-
tes de organizaciones sociales, cooperativas, trabajadores de la cultura, sindicatos de prensa,
estudiantes universitarios, periodistas, académicos, comunicadores comunitarios. Todos ellos
agrupados por el interés de modificar el antiguo Decreto/ Ley de tiempos de la última dictadura.
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4
Otros países también dividen el espectro radioeléctrico de modo tal que ingresen otros sectores
de la sociedad. Por ejemplo, la nueva ley boliviana establece que las frecuencias de radiodifusión
se dividen en un 33 % para el Estado, otro 33 % para el ámbito comercial, 17 % para el sector
social comunitario y el 17 % restante para los pueblos indígenas originarios y campesinos.
5
La Coordinadora en Defensa de la Comunicación Comunitaria, Alternativa y Popular (Coor-
DeCCAP) reúne a organizaciones sociales, políticas, de trabajadores/as, estudiantiles y univer-
sitarias de derechos humanos y medios alternativos de Argentina. Entre ellos: Red Nacional de
Medios Alternativos (RNMA), FM Radio Voces La Rioja, Radio El Hormiguero Chilecito La Rioja,
PESCADER 16_Maquetación 1 04/10/2012 11:37 a.m. Página 355
2.
Reflexionar sobre la democratización de los medios como un proceso
PESCADER 16_Maquetación 1 04/10/2012 11:37 a.m. Página 357
que emerge desde abajo y no como algo impuesto desde los centros de
poder político y las corporaciones, tiene ya larga data. Su origen podría
encontrarse en los años 80’ del siglo pasado, cuando los pueblos del sur
del globo reaccionaron frente al evidente fracaso de lo que se llamó el
Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NOMIC).
El NOMIC, tal es la sigla con la que se lo conocería en el mundo entero,
fue motivado por la serie de denuncias que varios representantes de los pa-
íses llamados del tercer mundo presentaron ante la UNESCO y la ONU.
Entre otras cuestiones denunciaban la inequidad existente respecto a los
flujos comunicacionales a nivel global. Como respuesta la UNESCO or-
denó la confección del informe Mc. Bride.6 El documento puso de mani-
fiesto la situación de inequidad y desigualdad en el tráfico de la
información global, pues las comunicaciones en sentido horizontal, es decir
sur a sur, eran prácticamente inexistentes y los centros de producción in-
formativa estaban todos concentrados en corporaciones mediáticas asen-
tadas en Estados Unidos, Europa Occidental y Japón (Rodríguez,
2009:15).
En el plano local, surgieron como propuestas algunos cambios en
las Políticas Nacionales de Comunicación –PNC-, junto a otras iniciativas
como la creación de agencias de información que prevean una circulación
del sur para el sur. Sin embargo, las presiones de las grandes corporaciones,
traducidas en el retiro de los gobiernos británicos y estadounidenses de la
UNESCO, hicieron que el NOMIC fracasara.
Lo ocurrido pondría de manifiesto que el camino para democratizar
las comunicaciones no podía ir sólo por la vía de las decisiones políticas,
gubernamentales ni corporativas. La democratización debía construirse
desde abajo, forjarse desde las bases sociales, desde el protagonismo de las
personas en la producción de sus decires. Esto instaba a trabajar en pos de
una transformación cultural que motivase a los actores de la comunicación
a dejar de ser receptores pasivos de mensajes producidos por otros para
convertirse en productores protagónicos de su decir. Dicho desafío sigue
siendo hoy el que orienta a quienes proponen repensar el rol de los medios
6
Se lo llamó de este modo en referencia al nombre del premio Nobel de la Paz, Sean Mac Bride,
quien presidía la Comisión Internacional que se encargó del estudio y la posterior redacción el
informe final titulado “Un mundo. Múltiples voces”.
PESCADER 16_Maquetación 1 04/10/2012 11:37 a.m. Página 358
3.
Avanzado el siglo XX, con el reconocimiento del papel protagónico
de los medios de comunicación en las sociedades contemporáneas, surge
el término ciudadanía cultural (Hartley, 1999) en referencia a la conquista
de derechos de identidad.
El derecho a la identidad, derecho a la diferencia, el derecho a ‘contar
socialmente’, tal como lo piensa Martín Barbero, aparecen fuertemente
vinculados al rol de los medios de comunicación como espacios de cons-
titución de lo público y escenificación de la ciudadanía (Barbero, 2001;
Rey, 2000; Mata, 2002.). También algunas investigaciones enmarcadas
dentro de los llamados Estudios Culturales Latinoamericanos, centran su
atención en los modos cómo las tecnologías de comunicación dejan de ser
analizadas sólo como instrumentos, para pasar a ser comprendidas como
escenario de luchas y resistencias, como lugares de mediación social y cul-
tural. En esta línea se ubican los trabajos de investigadores tales como: Ar-
mand Mattelart, Renato Ortiz, Néstor García Canclini, Jesús Martín
Barbero, ya mencionado, entre otros.
Así mismo existen trabajos que ubican a las esferas públicas y a la
ciudadanía como los pilares fundamentales para repensar una comunica-
ción que permita la apertura de espacios de diálogo y reflexión, propiciando
la construcción de una auténtica ciudadanía política.7
7
Rosa María Alfaro, en Perú; María Cristina Mata, en Argentina; Germán Rey, en Colombia, son
algunos de los teóricos de la comunicación que han seguido esta línea de investigación.
PESCADER 16_Maquetación 1 04/10/2012 11:37 a.m. Página 359
4.
A partir de esta premisa, es decir de la preeminencia de una mono-
cultura con pretensión universalizante y occidentalo-céntrica, resulta apro-
piado apelar a perspectivas de pensamiento otras, presentes en el escenario
latinoamericano.
Específicamente, encontramos un espacio de indagación en las líneas
de investigación de dos autores, uno es el sociólogo portugués Boaventura
de Sousa Santos, particularmente su propuesta de elaborar una sociología
de las ausencias, mediante la que intenta mostrar que “(…) lo que no existe
es, en verdad, activamente producido como no existente, esto es como una
alternativa no creíble a lo que existe” (Santos, 2009: 109). Es decir, la au-
sencia es una producción: la inexistencia del ignorante producida por el
saber de la ciencia; la inexistencia de ciertos grupos sociales que son pro-
ducidos como naturalmente inferiores; la inexistencia de ciertos modos de
producción frente a la cultura de producción capitalista, entre otras lógicas
de producción de ausencias.
Retomamos ahora la idea de ‘medios ciudadanos’; su gestación por
PESCADER 16_Maquetación 1 04/10/2012 11:37 a.m. Página 361
8
Tal es la noción que crea Aníbal Quijano a mitad de la década de los 90’ del siglo pasado, para
caracterizar al patrón de poder global.
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nario “otro” y una agencia “otra” de con- vivencia, de vivir con y de socie-
dad” (Alban Achinte; 2008; 10).
La interculturalidad crítica se fundamenta no ya en una cuestión de
diferencia cultural, sino en la pervivencia de la colonialidad del poder8 con
la intención de “(…) re-conceptualizar y re-fundar estructuras sociales,
epistémicas y de existencias, que ponen en escena y en relación equitativa
lógicas, prácticas y modos culturales diversos de pensar, actuar y vivir”
(Walsh; 2009: 7).
La de-construcción, cuestionamiento y erosión de esa matriz de cul-
tura única que supone el proyecto de interculturalidad crítica, aparece en-
tonces como uno de los caminos posibles en el trabajo de revisión de la
categoría de ciudadanía comunicacional. Con él existe la posibilidad de
hacer presente lo hasta entonces ausente y tal posibilidad se encuentra sólo
en la determinación de la gente, parafraseando a la autora, no descansa en
la buena voluntad del Estado o en su política de dar justicia, igualdad, de-
rechos y ciudadanía.
Es de éste modo cómo adquieren sentido, en un campo eminente-
mente político como lo es el de de la comunicación, “(…) aquellos procesos
colectivos de producción simbólica que permiten a la gente designar y ex-
presar el mundo en sus propios términos” (Rodríguez, 2009: 18). Medios
comunitarios, populares y alternativos devenidos ahora sí en medios ciu-
dadanos, participan en la construcción de una sociedad, una democracia
y una ciudadanía radicalmente distintas (Walsh; 2005). 9
Referencias bibliográficas:
9
Esta temática fue discutida recientemente en el marco del XI Congreso Latinoamericano de
Investigadores de la Comunicación. Mayo 2012. Montevideo, Uruguay.
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______ (2009). Una epistemología del sur. Buenos Aires, Siglo XXI
Introducción
367
17 JULIO CÉSAR MONASTERIO
ductivamente. Sabemos que la destrucción es el precio del progreso” (Mar-
cuse, 1971: 172).
Lo que hemos denominado como colonialidad del tiempo, que se
manifiesta en un primer momento, de manera disimulada, como una opo-
sición entre dos tiempos (tiempo de trabajo/ tiempo libre), ha marcado las
tendencias de pensamiento sobre esta problemática durante los últimos
dos siglos, dejando una clara huella ideológica en torno a cuál es o cuál de-
bería ser el rol de las personas en derredor a los usos del tiempo libre. Si en
la actualidad, el tiempo de trabajo se presenta como el único tiempo en
donde se realizan actividades productivas, principalmente en lo que tiene
que ver con la producción de bienes económicos, es entonces el tiempo
libre, proclamado desde discursos de sectores hegemónicos, el que se tiene
que acomodar al ‘tiempo productivo’ y generar todos los espacios para que
los individuos sean funcionales a esta concepción.
La cultura del trabajo industrial, que plantea el vivir por y para el
trabajo, no es novedosa, sino que tiene larga data y una gran cantidad de
análisis en su haber. Ésta genera una huella en el cuerpo del trabajador, y
es sobre éste que se ponen en juego relaciones de poder y de saber (en esto
tiene mucho que ver su constitución como fuerza de trabajo). De esta
forma, el trabajador sólo se convierte en una fuerza utilizable cuando, en
el mismo momento, es un cuerpo sometido y productivo.
Este desgaste físico sufrido por el trabajador se presenta como una
oportunidad para el surgimiento, hacia mediados del siglo XX, de una
nueva industria: la industria del turismo y el tiempo libre. A partir de este
momento, la función de reacondicionamiento de los trabajadores como
fuerza productiva va a quedar en manos de esta nueva industria. Theodor
Adorno realiza una crítica a la idea de la ocupación del tiempo libre y plan-
tea que fenómenos específicos dentro del turismo, se ponen en marcha y
se organizan con las mismas reglas que el tiempo de trabajo. Se busca mar-
car a fuego la idea de que tiempo de trabajo y tiempo libre son dos cosas
distintas y sin embargo:
riado y sus reglas se han interiorizado. Por otra parte, el tiempo libre,
probablemente para que después el rendimiento sea mejor, no ha de
recordar en nada al trabajo. Tal es la razón de la imbecilidad de mu-
chas ocupaciones del tiempo libre (Adorno, 1973: 56).
1
Haciendo una caprichosa síntesis, podemos hablar desde los pioneros estudios realizados por
la Mass Communication Research, en los Estados Unidos, con Katz y Lazarsfeld, como sus prin-
cipales emblemas, desplegada principalmente entre mediados de la década del 30’ y mediados
del 50’. La Teoría Crítica, desarrollada por la Escuela de Frankfurt, con una obra cumbre, como
lo fue Dialéctica del iluminismo, en cuanto a estudios de comunicación y cultura se refiere. Los
autodenominados Estudios Culturales de Birmingham, entre otros.
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369
17 JULIO CÉSAR MONASTERIO
culturales, en cuanto al desmenuzamiento del tiempo libre, es el principal
objetivo del siguiente apartado denominado ‘La industria cultural como
reguladora de los tiempos. El consumo masivo de medios de comunica-
ción’, teniendo en cuenta que la industria cultural organiza, genera actitu-
des, propone y determina tipos de actividades dentro del tiempo libre,
provocando nuevos hábitos dentro de la rutina de la familia, moldeando
conductas y generando estereotipos.
Theodor Adorno
371
17 JULIO CÉSAR MONASTERIO
conformación y el mantenimiento del sentido común, entendido éste
como todo aquello que no es discutido, aceptado sin más, aquello que se
presenta como un producto natural.
De esta manera, la industria cultural es funcional a este sistema de
producción de bienes de principios del siglo XX debido a que ordena y es-
quematiza, acostumbra los sentidos a los nuevos ritmos del trabajo y de la
vida, determina los gustos, propone el mito del éxito y esclaviza. Como re-
fuerzo de esto que venimos desarrollando, destacamos el planteo de Adorno
y Horkeimer con respecto a que:
prender al mundo.
De esta manera, lo que hemos denominado como colonialidad del
tiempo está marcada por algunas características concretas: a) la generación
de sujetos de consumo y b) la deportivización como forma de domestica-
ción de la violencia.2
2
Entendemos que la colonialidad del tiempo presenta otras características que son centrales al
momento de su operatoria, que no serán desarrolladas en el presente artículo. Entre estas ca-
racterísticas, podemos destacar un tercer aspecto vinculado al debilitamiento de las prácticas
locales frente a las globales y un cuarto aspecto que se centraría en la categorización de las
prácticas de ocio y en el modo en cómo la colonialidad internaliza y genera la primacía de las
prácticas impuestas desde los grandes centros de poder, neutralizando o deformando las formas
tradicionales de relacionarse entre las personas, que son sólo retomadas de manera folkloriza-
das
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373
17 JULIO CÉSAR MONASTERIO
se encuentra marcado y regulado por los tiempos del consumo, los cuales
tienen la característica de presente inmediato, de estar ante la sensación de
un aquí y ahora constante, en donde no existe pasado ni futuro. El con-
sumo funciona como uno de los condicionantes de inclusión y exclusión
de mayor peso en las sociedades contemporáneas. Los medios reproducen
esta lógica de dominación cultural, manifestando un anclaje en las formas
y los patrones culturales del consumo moderno, y un direccionamiento en
la utilización de nuestro tiempo social no laboral.3
En la estructuración de este modelo el sujeto de consumo tiene un
registro reflexivo de la acción, es decir, un registro que va más allá de la
mera conciencia práctica. Esta estructuración es imposible que sea pensada
por fuera de la historia de los sujetos, entendiendo que la historia social se
constituye a partir de procesos.
En este sentido la publicidad ocupa un rol protagónico en este pro-
ceso. Es el anclaje sobre el cual se centra gran parte del sistema capitalista
actual. Se encarga de producir una indistinción entre las necesidades reales
y las necesidades impuestas. La publicidad reproduce una lógica de domi-
nación cultural, directamente relacionada con el consumo. De esta forma
los productos publicitarios se presentan ante los ojos de todos los sujetos
como una condición de posibilidad de sentirse (re)presentados, pero en la
praxis marca fuertemente las desigualdades sociales. Como afirma Bour-
dieu, “(…) el principio de las diferencias más importantes en el orden del
estilo de vida y, más aún, de la ‘estilización de la vida’, reside en las varia-
ciones de la distancia objetiva y subjetiva con el mundo, con sus limita-
ciones materiales y con sus urgencias temporales” (Bourdieu, 2000: 383).
Por esto es que se hace indispensable realizar una mirada crítica
acerca de la importancia de los medios masivos de comunicación en las so-
ciedades contemporáneas para poder dar cuenta de la influencia que estos
tienen en la realización de las prácticas habituales de los sujetos. Es decir,
en las formas de hacer cultura, tanto desde lo material como desde lo social
y, principalmente, desde lo simbólico. Decir que los medios masivos tienen
una fuerte injerencia en las prácticas de los sujetos no es lo dilemático, sino
3
Apelamos a este constructo dado que no encontramos otro modo mejor de denominarlo. Re-
calcamos que el tiempo social no laboral, si bien no refiere a actividades asalariadas o con fines
de fines de lucro, no quiere decir que no se encuentre por fuera de diferentes obligaciones que
atan a las personas en sus interacciones cotidianas.
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más bien, el hecho de que esta injerencia se lleve a cabo bajo los efectos de
la lógica mencionada anteriormente, lo cual impone conductas y patrones,
que enmascaran los intereses particulares de un grupo bajo la forma de in-
tereses generales de la humanidad.4
375
17 JULIO CÉSAR MONASTERIO
los cuales deriva el individualismo como uno de los valores más salientes,
sigue una lógica que es inherente al sistema capitalista. Como plantean
Adorno y Horkheimer
6
Podemos destacar, en el caso de la ciudad de Buenos Aires, la construcción de una importante
cantidad de estadios modernos para la realización de prácticas deportivas en clubes de la ciudad.
El estadio de Atlanta en 1922; San Lorenzo en 1929; River Plate en 1938, Boca Juniors, Argen-
tinos Juniors y Nueva Chicago en 1940 y Chacarita Juniors en 1945.
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377
17 JULIO CÉSAR MONASTERIO
una primera instancia exploratoria. De esta manera, pudimos observar
cómo desde dentro de una escuela crítica moderna, como lo es la Escuela
de Frankfurt, comienza a implosionar la noción de tiempo libre, pensado
éste como lugar autonomía y de ejercicio de la plena libertad. Como men-
cionamos anteriormente esta noción es novedosa y deviene del surgimiento
de las sociedades inmiscuidas en un ordenamiento capitalista. A partir de
este momento la vida de los sujetos va a estar regida por los ritmos de la
industria y el trabajo y las acciones que éstos realizarán por fuera de su ru-
tina laboral pasaran a formar parte del de este fragmento temporal.
Podemos mencionar que esta libertad con la que cuentan los indivi-
duos durante su tiempo no laboral, es una libertad aparente, ya que se en-
cuentra organizado bajo la misma lógica con la que se organiza el tiempo
de trabajo.
Sin detenernos en los aspectos estrictamente foucaultianos que des-
pliega Castro-Gómez en Historia de la gubernamentabilidad, cabría decir
que una condición central para pensar la problemática del tiempo libre re-
quiere dar cuenta de la ficción de libertad de aquellos que vivencian las
prácticas. En este sentido, ciertos procesos históricos presentan “(…) con-
diciones de aceptabilidad en donde los sujetos se experimentan a sí mismos
como libres, aunque los-objetivos de su conducta sean puestos por otros”
(Castro-Gómez, 2010: 12).
Con el surgimiento y la consolidación de los grandes medios masivos
de comunicación y el auge de la industria del Turismo, el tiempo libre co-
mienza a ocupar un rol central y preponderante en las agendas académicas
de las sociedades contemporáneas del siglo pasado.
Algunos interrogantes que se nos presentan a partir de la presente
exploración conceptual se desprenden de la imposibilidad de transpolar
los análisis desarrollados en las sociedades modernas occidentales a un con-
texto diferente como lo es el de las sociedades latinoamericanas. En nuestro
continente la relación entre la industria cultural y el tiempo libre, es una
relación arto compleja. Por lo que cabría preguntarse si es posible que los
medios que, en su mayoría, cuentan con una fuerte concentración en
cuanto a su composición, puedan abordar críticamente problemáticas his-
tóricas irresueltas como, por ejemplo, la diversidad étnica y cultural. Si en
tal caso, se pudieran discutir la participación de importantes sectores de la
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población que, hasta hace poco tiempo eran invisibilizados o sólo retoma-
dos en situaciones de crisis. O si, por último, debiéramos dejar de hablar
de tiempo libre para pensar en una nueva categoría que incluya el contexto
geo-situado de realización de éstas prácticas.
Referencias bibliográficas:
______ (Comp.) (2000): Peligro de gol. Estudios sobre deporte y sociedad en Amé-
rica Latina. Buenos Aires, Clacso.
Blandón Mena, Malquiceded (2007). “La calle como terreno lúdico: un elogio
del juego callejero”, en Molina Vedoya, Victor Alonso y Tabares Fernández, José
Fernando (Comp.), Ocio y ciudad. Diálogos para la construcción de espacios lúdicos.
Medellín, Editorial Civitas.
Bourdieu, Pierre (2000). La distinción. Criterios y bases sociales del gusto. México,
Taurus.
379
17 JULIO CÉSAR MONASTERIO
Santos, Boaventura de Sousa (2009). Una epistemología del sur. México, Siglo XXI
– CLACSO.
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PESCADER 18_Maquetación 1 04/10/2012 11:32 a.m. Página 381
MARTÍN E. DÍAZ
Licenciado en Filosofía (UNRC). Doctorando en Filosofía por la Univer-
sidad Nacional de Córdoba (UNC). Docente e investigador de la Facultad
de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue (UNCo). Co-
fundador y miembro del comité ejecutivo del Centro de Estudios y Ac-
tualización en Pensamiento Político, Decolonialidad e Interculturalidad
(CEAPEDI). Su publicación más reciente es el libro: La humanidad uni-
dimensional. Perspectivas desde la encrucijada del porvenir humano. Editorial
Académica Española, mayo de 2012. Su línea de investigación se focaliza
en el análisis de las racionalidades de gobierno en la Argentina desde los
aportes de Michel Foucault y el proyecto modernidad-colonialidad.
ALEJANDRO MÉDICI
Doctor en Derechos Humanos por la Universidad Pablo de Olavide de Se-
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FERNANDO LIZARRÁGA
Master of Arts en Filosofía Política, University of York, Reino Unido. Doc-
tor en Ciencias Sociales (UBA). Investigador adjunto del Consejo Nacional
de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y del Centro de Es-
tudios Históricos de Estado, Política y Cultura (CEHEPyC). Miembro del
Comité Académico del Centro de Estudios y Actualización en Pensamiento
Político, Decolonialidad e Interculturalidad (CEAPEDI). Su libro más re-
ciente es El marxismo y la justicia social (Santiago de Chile, Nexos, 2011).
Su principal línea de investigación versa sobre el diálogo entre el socialismo
y el igualitarismo liberal contemporáneos.
383
18 LOS AUTORES
CARLOS PESCADER
Licenciado en Historia (UNS). Docente de la Facultad de Ciencias Eco-
nómicas y Jurídicas de la Universidad Nacional de La Pampa (UNLPam)
y de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
del Comahue. Investigador de la Facultad de Humanidades de la Univer-
sidad Nacional del Comahue (UNCo). Miembro del Centro de Estudios
y Actualización en Pensamiento Político, Decolonialidad e Interculturali-
dad (CEAPEDI). Es autor de capítulos de libros y artículos. Sus publica-
ciones más recientes: Derecho Político actual. Temas y problemas (coautor)
(2012), “Dos réplicas a la democracia multicultural. Desde una perspectiva
intercultural” (Revista de Epistemología y Ciencias Humanas; Nº 3, Grupo
IANUS, Rosario, 2011). Su línea de investigación actual indaga el impacto
de los Estudios (inter)culturales críticos y el ‘Giro decolonial’ en la teoría
política pensada desde el Sur.
PATRICIA FIGUEIRA
Tesista del Departamento de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Fi-
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SEBASTIAN GARBE
Licenciado en Antropología por la Universität Wien (Universidad de
Viena, Austria). Miembro del Grupo de Estudio sobre Colonialidad
(GESCO), Facultad de Filosofía y Letras, (UBA). Sus principales líneas de
investigación se relacionan con: la metodología en antropología social y
cultural, antropología del Estado y del desarrollo y la geopolítica del saber.
En otoño de 2012 coeditará junto a Pablo Quintero, Kolonialität der
Macht, Editorial Unrast, Alemania.
JULIETA SARTINO
Licenciada en Ciencia Política (UNR). Docente de la Universidad Nacio-
nal de Río Negro (UNRN). Miembro activo del Centro de Estudios y Ac-
tualización en Pensamiento Político, Decolonialidad e Interculturalidad
(CEAPEDI). Integrante externa del proyecto de investigación “Indagación
crítico-interpelativa del presente. Coordenadas de matrices de pensa-
miento: hibridación e interdiscursividad”, Facultad de Humanidades
(UNCo) y colaboradora del proyecto de investigación “Temas y problemas
de la Norpatagonia argentina. Disputas y conflictos sociopolíticos en los
veinticinco años de democracia”, Facultad de Humanidades (UNCo).
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385
18 LOS AUTORES
PABLO QUINTERO
Licenciado en antropología (Universidad Central de Venezuela). Master
en ciencias sociales (FLACSO) y candidato a Doctor en antropología
(UBA). Miembro del Instituto de Ciencias Antropológicas (UBA). Becario
de Posgrado del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técni-
cas (CONICET). Director del Grupo de Estudio sobre Colonialidad
(GESCO), Facultad de Filosofía y Letras, (UBA). Autor de los libros: Hacia
el mito de la democracia racial en Venezuela (Madrid, 2011) y El transporte
sagrado: sociabilidad, control social y modernidad en el Metro de Caracas (Ca-
racas, 2007). Co-compilador de Diez años de revolución en Venezuela (Bue-
nos Aires, 2009).
VALERIA BELMONTE
Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA). Especialista en Plani-
ficación y Gestión Social con mención en Comunicación (UNCo). Doc-
toranda en Comunicación Social (UNC). Docente regular e investigadora
de la Universidad Nacional del Comahue. Miembro activa y co-coordina-
dora del Área de Prensa y Difusión del Centro de Estudios y Actualización
en Pensamiento Político, Decolonialidad e Interculturalidad (CEAPEDI).
Los últimos trabajos exploraron temas vinculados al análisis de proceso de
participación social en el campo de la comunicación en Latinoamérica y a
la resignificación de las categorías modernas de democracia y ciudadana a
las que estos procesos invitan.
JULIO MONASTERIO
Licenciado en Ciencias de la Comunicación Social (UBA). Docente e in-
vestigador (UNCo). Miembro activo y co-coordinador del Área de Prensa
y Difusión del Centro de Estudios y Actualización en Pensamiento Político,
Decolonialidad e Interculturalidad (CEAPEDI). Actualmente en etapa de
elaboración de tesis de la Maestría en Teorías y Políticas de la Recreación
(UNCo.) Durante el año 2011 participó del IX ENACOM en la ciudad
de Viedma presentando el trabajo denominado “Acercamiento a las con-
ceptualizaciones modernas sobre el tiempo” y en el II Encuentro CEA-
PEDI-Comahue presentando la ponencia llamada “La ficción del tiempo
libre. Acercamientos a la noción de colonialidad del tiempo.
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