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5 NOCIONES OSTEOPÁTICAS

5.1 El ritmo craneosacro

El ritmo craneosacro es punto de origen del diagnóstico y la terapia. Igual forma que los ritmos
cardiaco y respiratorio constituyen un ritmo con rol independiente. Este ritmo influye sobre el
metabolismo del organismo, sobre cada célula del cuerpo.

Cuando se tiene práctica también puede ser utilizado para el diagnóstico de trastornos físicos y
orgánicos incluso sirve para detectar las causas emocionales psíquicas, ya que recientemente se
ha encontrado una aplicación corno el denominado detector de mentira del cuerpo” y detector
de aspectos significantes.

El ritmo craneosacro hace que los huesos del cráneo, como los del resto cuerpo, efectúen una
rotación interna y externa, con una frecuencia de 14/mm de forma suave y casi imperceptible.
Este ritmo comienza durante el desarrollo embrionario y puede palparse incluso justo después
de la muerte.

La importancia del ritmo craneosacro como ritmo exclusivamente inherente: debe ser
relativizada. En los últimos años, Sutherland mismo hablaba en el reducido círculo de sus
discípulos del diagnóstico y la terapia con ayuda del movimiento de las mareas, así corno de la
importancia de los ritmos más lentos en y alrededor del organismo. De acuerdo con ello, Eecker
describió un ritmo 6 ciclos cada 10 minutos, que denomino el gran movimiento de las mareas
mientras que Jealous podía palpar, además, un ritmo de 2,5 ciclos por minuto.

Sutherland observó en el rítmico movimiento de bombeo del sistema existían similitudes con el
sistema respiratorio y consideró que este sistema es tan importante que lo denomino
mecanismo respiratorio primario” y consideró que algo en este mecanismo era la respiración de
la vida” Y el término „respiratorio” debe entenderse en el sentido de la respiración de los tejidos,
que hace que cada una de las células del cuerpo sea drenada rítmicamente por los sutiles
movimientos de este sistema.

Dependiendo de este movimiento también la función del centro respiratorio y todos los demás
centros cerebrales. El mecanismo respiratorio primario ir ye los movimientos infiere mis de [
cerebro y la médula espinal, las fluctuaciones del líquido céfalo raquídeo incluyendo las
estructuras que sirven para producción y reabsorción de estos liquidas), la movilidad de la
duramadre, los huesos del cráneo y el movimiento involuntario del sacro entre los huesos de la
pelvis. Además de el o, debía dejarse abierta la cuestión sobre si existían estructuras aún n
mencionadas que participasen en el me4ani respiratorio primario.

5.2 Disfunción y compensación osteopáticas

Una disfunción osteopática se manifiesta a través de la alteración de la relación fisiológica


dentro de un tejido o entre distintas estructuras orgánicas. La reacción mecánica o fisiológica se
desarrolla en las estructuras óseas, fasciales, musculares o viscerales, respondiendo a
influencias internas o externas:

1. Influencias genéticas.
2. Influencias intrauterinas.
3. Traumatismos, tales como los perinatales.
4. Consecuencias de enfermedades graves, como encefalitis, meningitis, otitis media, etc.
5. Consecuencias de operaciones, punciones lumbares, medicamentos, vacunas,
cicatrices.
6. Consecuencias de extracciones dentales u otros procedimientos odontológicos, como
puentes u ortodoncia.
7. Influencias mecánicas, por ejemplo, por mala postura profesional.
8. Influencias viscerales, como disfunciones orgánicas o enfermedades.
9. Influencias psíquicas.
10. Influencias de la alimentación sobre la fisiología del cuerpo.
11. Influencias del mundo exterior, como la contaminación medioambiental y las
condiciones higiénicas.

Estas influencias producen, en primer lugar, unas limitaciones más o menos perceptibles de la
movilidad de determinados tejidos. Existen muchos antes de que aparezcan otras
modificaciones de los tejidos perceptibles a través de la vista o el tacto, dolores, alteraciones
sensibles o sensoriales, enfermedades orgánicas, trastornos funcionales o mal estado general.
Como consecuencia de esta limitación del movimiento, el organismo sufre alteraciones de sus
desarrollos fisiológicos.

En la quiropráctica, el concepto de “subluxación” se utiliza con frecuencia en un contexto similar


como el de la disfunción osteopática, aunque suele limitarse al cambio de la movilidad de las
articulaciones.

Una disfunción osteopática puede manifestarse de la siguiente forma:

 En cada articulación.
 En cada músculo esquelético.
 En fascias y otras estructuras de tejido conectivo, como, por ejemplo, en las suturas
craneales, meninges, diafragmas.
 En cada órgano u otras estructuras viscerales.

Las disfunciones son diferentes en cada individuo, dependiendo, por ejemplo, del tipo e
intensidad de la causa, del estado concreto de los tejidos, de la actividad, la edad y el estado
emocional de la persona. Las disfunciones osteopáticas deben poder ser palpables, ya que de lo
contrario no pueden ser sometidas a tratamiento. Pueden ser muy claras, por ejemplo después
de haber torcido un pie, con una importante limitación de la movilidad, inflamación e hinchazón
del tejido.

Pero con frecuencia solamente puede percibirse una discreta alteración del movimiento y la
movilidad de los tejidos. Si las fuerzas de auto curación eliminan las influencias perjudiciales, se
inicia un desarrollo en dirección a la salud. Cuando las influencias patológicas son más fuertes
que las fuerzas auto curativas, las cuales ya no son capaces de destruir las influencias negativas
o sus efectos, se produce una más importante alteración de tejido, como perdida de la
elasticidad, entumecimiento, anquilosamiento, fibrosis, etc. El tejido y el cuerpo se
desarrollaran, se dirigirán ahora cada vez más en dirección a la enfermedad.

Incluso después de haber desaparecido los síntomas agudos como ocurre con la torcedura de
un pie puede permanecer una sutil pérdida de movilidad. El paciente no puede ser consciente
de estas pequeñas limitaciones de la movilidad, sin producir por sí mismo otros síntomas, estos
pueden influir sobre otros tejidos, de forma que más adelante aparezcan otros síntomas en un
lugar completamente diferente.
En este sentido, Korr describe 4 principios de la osteopatía.

1. Las articulaciones y el tejido que las circunda pueden verse influidos por trastornos
anatómicos y funcionales.
2. Estos trastornos tienen efectos locales o distantes
3. Estos trastornos se encuentran en una relación directa o indirecta con otros factores
patológicos.
4. Es posible localizar estos trastornos e influir positivamente sobre ellos con ayuda de
manipulaciones.

Ejemplo 1: Después de torcerse el pie, que produce una distensión interna, se estira la
pantorrilla en dirección anterior y abajo y se ejerce al mismo tiempo tracción sobre el musculo
bíceps femoral. Este a través de su punto de origen en el hueso isquiático, puede empujar la
pelvis hacia adelante, con lo cual la pierna derecha parece más corta. El músculo bíceps femoral
quizá se fibrose con el tiempo. Dado que la pierna derecha se encuentra en posterioridad, pueda
contraerse y acortarse los músculos cuadrado lumbar y psoas ilíaco, produciendo como
consecuencia una escoliosis lumbar. Con su espina en el lado derecho, el sacro se desplaza
ligeramente hacia atrás, de forma que los ligamentos sacrospinosos y sacrotuberosos sufren una
rotación hacia la derecha. Al mismo tiempo, los aductores son estirados, lo cual puede provocar
tendinitis. Más adelante, en combinación con otros “pequeños cambios” pueden aparecer un
gran número de trastornos, desde trastornos de la micción y sexuales, hasta síntomas
intestinales o dolores musculares en la pierna.

Ejemplo 2 La región occipital y el sacro están unidos a través de la duramadre espinal. Una caída
sobre el sacro puede provocar con el tiempo, después de que esa caída se haya olvidado por
completo, dolores de cabeza a través de su unión con el hueso occipital. De igual forma, un golpe
sobre el hueso occipital no solamente puede dar lugar a cefaleas, sino también a trastornos de
la evacuación a través de su conexión con el sacro.

5.3 Clasificación de las disfunciones:

Por un lado hemos de diferenciar las disfunciones primarias de las secundarias y, por otro, los
mecanismos de compensación.

Una disfunción primaria, suele ser de tipo traumático, se mantiene mono segmentaria y es
producida por influencias exógenas

Las disfunción secundaria suele aparecer de forma silente y pasiva como consecuencia de la
disfunción primaria. Es de adaptación y actúa como compensación de los cambios estructurales
del esqueleto óseo pudiendo ser consecuencia también de otros trastornos del organismo.

Suelen ser plurisegmentaria, es decir que afecta varios segmentos de la columna vertebral.
Puede considerarse un fenómeno endógeno (provocado por influencias internas).

El concepto de compensación se refiere a la adaptación del cuerpo a una función no normal o a


determinadas influencias patógenas. En la compensación aún no existe perdida de movilidad,
pero si una tendencia hacia la disfunción. Es reversible en las disfunciones primarias y
secundarias, pero irreversibles cuando se trata de malformaciones hereditarias o anatómicas.

Las disfunciones secundarias se siguen a veces de disfunciones terciarias. Las disfunciones


secundarias y terciarias pueden diferenciarse aún más.
Disfunción somato somática. Una disfunción somática primaria (en el esqueleto óseo o en el
musculo esquelético) provoca nuevas disfunciones a través de las conexiones fasciales,
ligamentarias, musculares o nerviosas.

Disfunción somato visceral. Una disfunción somática primaria puede provocar trastornos de las
estructuras viscerales (órganos internos) a través de las conexiones fascales, ligamentarias,
musculares o nerviosas.

Ella afecta sobre todo, a las disfunciones vertebrales. A través de los ganglios simpáticos, que se
originan en los segmentos y que inervan sensible y motoramente las articulaciones o músculos,
puede visceralizarse disfunciones somáticas. Por ejemplo el tono de los pequeño cuerpos
vertebrales puede aumentar y, en consecuencia, la cabeza de la costilla puede ejercer presión
sobre el ganglio del linfático. Dependiendo de la localización, diferentes estructuras viscerales
pueden percibir impulsos simpáticos menores o mayores, la cual altera la correspondiente
función orgánica, por ejemplo, del estómago.

Disfunciones víscera somática. Los trastornos de los órganos internos pueden provocar
trastornos del sistema músculo esquelético a través de las vías ya descritas, especialmente a
través de los segmentos de la medula espinal.

Disfunción viscerovisceral. Los factores que producen estrés psíquico o las situaciones que
afectan al individuo durante un breve espacio de tiempo operan con una gran intensidad,
(muerte de los padres, violación, etc.) y las que actúan durante un largo espacio de tiempo, pero
con baja intensidad (pelea, problemas existenciales, etc.) pueden llegar a sobrepasar las
capacidades homeostáticas del individuo. El cuerpo reacciona entonces de forma global o local,
globalmente, por ejemplo:

 Mediante el debilitamiento de la función linfocitaria,


 Aumento de la segregación de cortisona,
 A través del sistema límbico y el sistema nerviosos autónomo, que dan lugar a
determinadas reacciones involuntarias.

La reacción local puede ser, por ejemplo, la contracción de determinados músculos o grupos
musculares. El osteópata S.D. Blood afirma que las emociones negativas (miedo o disgusto) suele
producir la aparición de síntomas y enfermedades cuyas causas pueden permanecer ocultas
durante toda la vida.

Disfunciones somatopsíquica o vísceropsíquica. Por ejemplo, a través del aumento del tono
simpático, dolores, limitaciones de la movilidad o alteraciones neurológicas que en general,
pueden provocar trastornos psíquicos.

Además de ello, cabe clasificar las disfunciones craneales en disfunciones de líquidos,


membranas y huesos.

1. Disfunción de líquidos. Con ello se hace referencia a las alteraciones patológicas del
líquido cefalorraquídeo, en cuanto a su ritmo, composición y volumen. En un sentido
más amplio puede hacerse también a las alteraciones del resto de los fluidos corporales.
2. Disfunción de membranas. Éstas consisten en alteraciones patológicas de las
estructuras membranosas del sistema cráneo sacro, como la estructura y función de las
membranas cerebrales y medulares, las vainas de tejido conectivo de los nervios
cerebrales y espinales, etc. En sentido más amplio también pueden referirse a las
alteraciones de las demás fascias del cuerpo.
3. Disfunciones de huesos. Comprende cualquier alteración patológica de la estructura,
movimiento fisiológico y la posición de los huesos del cráneo. En el sentido más amplio
puede hacer referencia de las transformaciones de las demás articulaciones óseas. Estas
disfunciones pueden influir sobre los nervios cerebrales, la irrigación sanguínea (local) y
los movimientos de los líquidos dentro del cráneo, el cerebro, la hipófisis, el sistema
endocrino. También pueden verse afectados directa o indirectamente el sacro, la
columna vertebral y gran numero de estructuras diferentes. Los síntomas comprenden
desde trastornos de succión y deglución, vómito, cefaleas, neuralgias del trigémino,
trastornos auditivos, paresias faciales, trastornos psíquicos, y de concentración, hasta
trastornos de la inervación de los órganos internos, producidos por los nervios vagos o
simpáticos, o bien trastornos musculares.

5.4 EL MECANISMO RESPIRATORIO PRIMARIO (MRP)

Este mecanismo está compuesto por los siguientes factores

1. Motilidad (movimiento inherente) del cerebro y la medula espinal.


2. Fluctuación del líquido cefalorraquídeo.
3. Movilidad de las membranas intracraneales e intraespinales
4. Movilidad de los huesos del cráneo
5. Movilidad involuntaria del sacro entre los huesos de la pelvis.

Mientras que la columna vertebral es movida por la musculatura, dentro del cráneo no existe
ningún tipo de musculatura capaz de desempeñar esta función. Solamente existen algunos
músculos exocraneales que se insertan en el cráneo, que si influyen sobre la movilidad de los
huesos de este, pero no pueden considerarse un verdadero motor del movimiento. El MRP es,
en cierta manera, el motor o mecanismo que permite los sutiles movimientos involuntarios en
el organismo.

El término impulso rítmico cerebral (IRC) o ritmo craneosacro en un principio,


independientemente de los intentos de explicación de este ritmo, debería de escribir de manera
exclusiva el movimiento medible, fisiológicamente involuntarios y rítmico de expansión y
retracción del cráneo, en especial en el asterión. Fue impulsado por el psiquiatra y osteópata
Woods, con el fin de que ostros médicos pudieran palpar y valorar este movimiento sin por ello
enfrentarse con la idea del mecanismo respiratorio primario.

El mecanismo se denomina “primario” porque está conectado directamente con la respiración


interna de los tejidos del sistema nerviosos central que regula la respiración pulmonar y todas
las funciones corporales (ejemplo: los centros importantes alrededor del cuarto ventrículo).
Además de ello, entra en acción antes que la respiración pulmonar, según el cálculo de algunos
osteópatas aproximadamente en el quinto mes de gestación, y puede percibirse también
durante algunos minutos o hasta horas después de la muerte de la persona. Por el contrario,
Sutherland consideraba la respiración pulmonar como sistema respiratorio secundario, ya que
es contralada por la respiración primaria.

Se denomina “respiratorio” porque, al igual que la respiración pulmonar constituye un proceso


rítmico que está relacionado con determinados procesos de intercambio. Constituye un proceso
metabólico tanto anabólico como catabólico, que se desarrolla primero intracranealmente y que
está en conexión con el sistema nervioso central y el líquido cefalorraquídeo. Pero gracias al
drenaje rítmico de todos los tejidos del cuerpo desempeñan un función importante en la
respiración de los tejidos de todo el organismo. La respiración interna del sistema nervioso,
como ocurre en el resto del cuerpo, se desarrolla de forma autónoma e involuntaria.

Se denomina “mecanismo” porque está constituido por partes que forman juntas el mecanismo
o motor, que hace posible el IRC. Sutherland compara el ritmo del mecanismo respiratorio
primario con los movimientos de las mareas. Las fases que tienen una constante relativamente
invariable (marea alta, marea baja) son influidas, sobre todo, por la fuerza de gravedad de la
luna. De igual forma, el impulso rítmico cerebral es relativamente constante y estable, sin
embargo, según Viola Frymann, la respiración secundaria es mucho más rápida y más
influenciable por los factores externos. Podrá compararse con las olas de los mares, que cambian
dependiendo del clima y, por ejemplo, dependen de la fuerza del viento. El sistema respiratorio
primario forma, en cierto sentido, la base para el ambiente interno del organismo, mientras que
“el sistema respiratorio actúa de nexo de unión entre el entono externo en contante cambio y
medio interno relativamente estable.

El rítmico movimiento de expansión y retracción del cráneo y en el resto del cuerpo también se
denomina la fase inspiratoria y espiratoria de MRP.

Junto al movimiento de expansión y retracción del IRC con una frecuencia de 6-14 ciclos por
minuto, también se han descrito ostros ritmos inherentes. Sutherland ya hablada de los ritmos
claramente más lentos. Becker describió un ritmo de 6 ciclos por minuto, que denomino el gran
movimiento de las mareas y que Jealous, de forma similar a Sutherland, llamó “la respiración de
la vida”. Jealous también consiguió palpar un ritmo más de 2,5 ciclos por minuto. Estos ritmos
más lentos tienen, según la opinión de Jealous, una importancia mucho mayor para el organismo
en general que el IRC, ya que aparece, al contrario de lo que ocurre con el IRC, que son influidos
por la fisiología o disfunción del organismo con respecto a su frecuencia y amplitud. La
denomina: respiración de la vida es un ritmo situado en el exterior del cuerpo. Según Jealous, el
ritmo de 2,5 ciclos por minuto aparece en organismos como eco o resonancia de la “respiración
de la vida”. Cuando se toma consciencia de estos ritmos es posible que se produzcan los
procesos curativos más profundos. Mientras que, según Jealous, puede palparse la potencia en
los líquidos a través del ritmo de 2,5 ciclos, a través de la percepción de la “respiración de la
vida”, la potencia puede experimentarse de una forma mucho directa.

5.4.1 La motilidad (movimiento inherente e independiente) del cerebro y la médula


espinal.

La motilidad se refiere a la capacidad de una sustancia para cambiar de forma. La motilidad,


por el contrario, indica la capacidad para cambiar de posición de una parte en relación con
la otra parte (por ejemplo: el movimiento del esfenoides con respecto al hueso occipital).
En el cráneo puede palparse ritmos diferentes entre sí.

 Un movimiento que se desarrolla sincronizado con respecto al latido del corazón


 Un movimiento que concuerda con la respiración pulmonar, en combinación con los
cambios de presión durante la inspiración y la espiración
 Dos o incluso más movimiento rítmicos e involuntarios, que se desarrollan de forma
independiente

Uno de ellos es probablemente el denominado movimiento propio del tejido cerebral. Todo
órgano vivo, como el cerebro, cuenta con un movimiento propio activo e inherente
(motilidad). En el cerebro consiste en un movimiento de repliegue y despliegue, lento y
rítmico, de los hemisferios cerebrales. Durante una fase se acorta el diámetro longitudinal,
mientras que se ensancha lateralmente; en la segunda fase aumenta su diámetro
longitudinal y se acorta el lateral. Algunos osteópatas opinan que este movimiento tan sutil
constituye una especie de repetición rítmica del movimiento que realizan los tejidos y
órganos durante el estado embrionario. El crecimiento de los hemisferios cerebrales hacia
el frente fue frenado por el hueso frontal, de forma que durante el desarrollo se han
enrollado como si fueran unos cuernos: cuando se formaron, se movieron en dirección
ascendente (lóbulo frontal), en dirección posterior (lóbulo parietal), en dirección
descendente (lóbulo occipital) y en dirección anterolateral (lóbulo temporal). De esta forma
se explicaría el movimiento de repliegue y despliegue del cerebro, que es perceptible y
recuerda los cuernos de un carnero (fig. 12.).

Otro movimiento es e denominado ritmo craneosacro, el impulso rítmico craneal. Sin


embargo, es posible que este impulso sea idéntico al movimiento propio de los tejidos antes
comentado.

5.4.2 La fluctuación del líquido cefalorraquídeo

La fluctuación del líquido cefalorraquídeo, inclusive las estructuras que sirven para su
producción y reabsorción (plexo coroideo, vellosidades aracnoideas) parecen ser
responsable también de la percepción del cuarto ritmo en el cráneo. el ritmo craneosacro.
El líquido cefalorraquídeo aparece intracranealmente en los cuatro ventrículos y en el
espacio subaracnoideo, y extracranealmente en la duramadre espinal. Se produce en el
plexo coroideo, especialmente en los ventrículos laterales, siendo reabsorbido sobre todo
en el corion aracnoideo por el sistema venoso. La fluctuación del líquido cefalorraquídeo
consiste en una fase de llenado y vaciado rítmico de los ventrículos. El denominado líquido
se expande no solamente por el cerebro y la médula espinal, sino también por los
microtúbulos de las fascias corporales de todo el cuerpo. Los microtúbulos son fibras huecas
de colágeno con un diámetro de aproximadamente 0,5 um. Las membranas intracraneales
e intraespinales se prolongan a través de los puntos de emergencia los nervios en el cráneo
y la columna vertebral y las vainas nerviosas de los nervios que allí se originan. De esta
forma, el líquido cefalorraquídeo entra en el sistema extracraneal a través de estas vainas
nerviosas. Desde las vainas, el líquido entra en contacto con los espacios extracelulares y las
linfas a través de microtúbulos.

Figura 12: Representación de los movimientos del Sistema Nervioso Central

5.4.3 La movilidad de las membranas intracraneales e intraespinales


La fluctuación del líquido cefalorraquídeo y la motilidad inherente del sistema nervioso
constituyen la fuente de energía y fuerza del ritmo craneosacro. Para que esta fuerza pueda
manifestarse se necesitan otras estructuras: membranas intracraneales e intraespinales.

Estas membranas (hoz del cerebro y del cerebelo, tienda del cerebelo, duramadre espinal),
están formadas por fibras de colágeno muy bastas y son en gran medida poco elásticas y
muy fuertes. Sutherland las denominó "membrana de tensión recíproca". Ésta se organiza
alrededor de un punto de descanso móvil y con capacidad de adaptación, que se encuentra
en el seno recto.

La función de estas membranas consiste en hacer posible y controlar el movimiento de los


huesos del cráneo y del sacro, así como también limitarlo. Estas membranas reciben los
impulsos rítmicos del líquido cefalorraquídeo "como las velas cazan el viento", los
transmiten hacia los huesos del cráneo y coordinan de esta forma el movimiento
involuntario de estos huesos. Cuando la membrana es sometida a tracción, se producen
cambios de adaptación otras membranas. Este sistema de membranas es responsable de
que los diferentes huesos del cráneo y el sacro se muevan de forma uniforme durante las
fases de inspiración y espiración del MRP.

5.4.4 La movilidad de los huesos del cráneo

El cráneo está formado por 22 huesos craneales (28 incluyendo los huesecillos del oído) que
dan lugar a más de 100 uniones entre ellos. Las suturas entre los huesos permiten que exista
una pequeña posibilidad de movimiento pueden separarse cuando están sometidas a
presión o tracción. Además de ello, cada uno de los huesos del cráneo, como estructura viva
y bien irrigada ("fluida"), cuenta con un cierto grado de flexibilidad y maleabilidad. Gracias
a ello, cada hueso tiene una movilidad mínima pero significativa, que, dependiendo de cada
paciente, se sitúa entre los 12 y 25 um.

Las superficies articulares suturales específicas permiten determinadas formas de


movimiento de los huesos del cráneo. Los lugares donde se produce un cambio de dirección
de las suturas se denominan puntos pivote. Estos puntos determinan el eje de movimiento
de los huesos del cráneo. La sincondrosis esfenobasilar puede considerarse el centro del
esqueleto óseo del cráneo, huesos craneales periféricos se adaptan de forma uniforme a los
sutiles movimientos de las tres vértebras craneales de la base del cráneo, el hueso occipital
el hueso esfenoides y el hueso etmoides.

En la fase de inspiración, se -produce una flexión de los huesos en la línea central y una
rotación externa de los huesos de la periferia. En la fase de espiración se observa una
extensión de los huesos en la línea central y una rotación interna de los huesos de la
periferia.

Los leves movimientos de los huesos del cráneo pueden ser percibidos y valorados mediante
la palpación por un osteópata craneosacro.

5.4.5 La movilidad involuntaria del sacro entre los huesos iliacos

La duramadre espinal, que se origina en el agujero occipital, se inserta, a la altura de la


primera o segunda vértebras sacras, en el interior del canal del sacro. La segunda vértebra
sacra forma también el eje hipotético alrededor del cual se mueve el sacro al ritmo del
mecanismo respiratorio primario. Debido a que la duramadre espinal constituye la
prolongación de la duramadre intracraneal, el movimiento craneal del cráneo se transmite
directamente al sacro. En la fase de inspiración del MRP, el agujero occipital se mueve en
dirección antero-superior, ejerciendo de esta forma una ligera tracción sobre la membrana
medular y permitiendo que el sacro realice un movimiento de flexión, la base del sacro se
deslice en dirección postero-superior, y el vértice en dirección antero inferior En la fase de
espiración del ritmo craneosacro ocurre todo lo contrario; la membrana de la duramadre
intraespinosa se mueve en dirección caudal y el sacro se extiende, y entonces la base del
sacro se traslada en dirección antero-inferior. El eje alrededor del cual se mueve el sacro se
encuentra a la altura de la segunda vértebra sacra. El sacro se mueve sincronizadamente
con el hueso occipital y en dirección contraria al esfenoides. Todo movimiento que realiza
la nuca es seguido por el sacro. Esta relación es importante para entender las disfunciones
del cráneo (especialmente de la región occipital y del hueso esfenoides) que puedan tener
efecto sobre el sacro, y viceversa, y las disfunciones del sacro que puedan influir sobre el
cráneo. Por ejemplo, una torsión de la articulación situada entre el esfenoides y el hueso
occipital puede provocar también una torsión del sacro entre las dos crestas ilíacas.

Figura 13: Movimiento craneosacro en la fase de inspiración.

Cada una de las cinco estructuras mencionadas es necesaria para permitir un


funcionamiento fisiológico del sistema craneosacro en especial y del organismo en general.
Cada una de estas estructuras puede estar afectada y, de esta forma, influir negativamente
sobre el rítmico e involuntario movimiento craneosacro. Y cada una de estas estructuras
puede ser tratada y normalizada de forma específica.

A continuación, se explica un posible juego de conjunto de los cinco factores. La movilidad


propia del tenido cerebral, así como la producción y reabsorción del líquido cefalorraquídeo
a través de las vellosidades aracnoideas y el plexo coroideo, son las responsables de la
creación del ritmo. El líquido mismo actúa de sistema de amortiguación. Gracias a las
propiedades mecánicas de las meninges, el ritmo es transmitido de forma uniforme hasta el
resto de las estructuras. Las superficies suturales de los huesos del cráneo y las superficies
articulares del sacro, así como también la elasticidad intraósea, determinan y permiten cada
uno de los movimientos específicos de los huesos del cráneo y del sacro. Estos movimientos
aparecen como mecanismo de adaptación y reacción frente a los cambios de presión y
tensión intracraneales e interespinales.

Otra posibilidad para un juego de conjunto de los cinco factores podría deberse a los
impulsos de movimientos embrionarios de las estructuras en cuestión que reaparecen
simultáneamente. En consecuencia, cada estructura participaría de manera igualmente
activa en el movimiento rítmico palpable. Además de ello, en la formación del ritmo podrían
participar también, por ejemplo, otras estructuras de acuerdo con el cambio embrionario
que hubieran recorrido. Así pues, la cuestión acerca de si existen otras estructuras todavía
no descubiertas que participan en el mecanismo respiratorio primario debería mantenerse
abierta.

La expresión del mecanismo respiratorio primario es, desde un punto de vista biomecánico,
el ritmo craneosacro.

A través de los líquidos extracelulares y el sistema de fascias, estos ritmos son transmitidos
hacia todo el cuerpo y pueden percibirse en todo él. El mecanismo respiratorio primario,
junto con estos ritmos inherentes, puede considerarse un “movimiento homeostático”, que
mejora el equilibrio entre las estructuras del cuerpo y, por lo tanto, permite un
funcionamiento óptimo de los órganos.

Esto se consigue de la siguiente forma:

 A través del movimiento continuo del cráneo y el sacro


 A través del carácter ininterrumpido y continuado de los cambios de tensión de las
membranas intracraneales e intraespinales en las fascias y en el tejido conectivo del
resto del cuerpo.
 A través de la transmisión de los cambios rítmicos de presión del líquido
cefalorraquídeo, tanto intracraneales como intraespinales, hacia la presión del
líquido extracelular y desde éste hacia cada una de las células del cuerpo.

Influencias del MRP sobre:

 El metabolismo del sistema nervioso central


 Los centros de los nervios cerebrales y los centros vitales de los ventrículos III y IV.
 El transporte de las sustancias neurohipofisarias
 El drenaje venoso del cerebro
 El equilibrio bioquímico y bioeléctrico en el cuerpo
 El intercambio de líquidos en el organismo
 El equilibrio estructural y dinámico del organismo

Además de ello, el ritmo del MRP es aprovechado en la osteopatía cráneo-sacra para el


diagnóstico y tratamiento de las estructuras del cuerpo.

Por tanto, existen unas estrechas y mutuas relaciones con el

 Sistema nervioso, especialmente el sistema neurovegetativo


 El sistema formado por músculos-fascias-esqueleto
 El sistema arteriovenoso
 El sistema linfático
 El sistema respiratorio (sistema respiratorio secundario)
 El sistema endocrino
 El sistema inmunitario
 El sistema visceral.

Entre estos sistemas, el sistema craneosacro constituye un medio interno que coordina
todos los procesos, concretamente a través de:

 Las influencias bioquímicas


 Las influencias hidrodinámicas
 Las influencias neurovegetativas
 Los movimientos del ritmo craneosacro.

También la calidad del intercambio entre el líquido cefalorraquídeo y los vasos linfáticos
periféricos influye sobre la orientación neurosensorial, por ejemplo, el oído y el olfato.

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