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Pero aquí surge una pregunta ¿Cómo ejercer el poder de manera que el terapeuta
sea capaz de potenciar recursos en sus pacientes? Para dar respuesta a esta
pregunta, es necesario distinguir entre diversos tipos de poder. De acuerdo con
Robles (2011), existe el “poder para”, “sobre”, “con” y “desde”.
El “poder para” el aquel que se ejerce con fines de generar ambios y formas de
autodesarrollo; el “poder sobre” es aquel que genera conflicto por ejercerse de
forma coactiva y de manera explícita o implícita; el “poder con” es la capacidad de
Cabe mencionar que el ejercicio del poder se relaciona con otras problemáticas
sociales, tales como la violencia y en este caso, la violencia de género, la cual es
posible definirla como una de las manifestaciones que toma la violencia social,
caracterizada por relaciones de poder desiguales entre mujeres y hombres, que
ponen en riesgo la integridad física y psicológica de las personas.
Es aquí donde la terapia familiar sistémica podría darse pasó a través de las
diferentes problemáticas sociales, por ejemplo la invisibilidad del género como
categoría de análisis dentro del espacio terapéutico, sin embargo, existen posturas
teóricas como la terapia estructural de Salvador Minnuchin en la que se normaliza
prácticas discriminatorias tanto al hombre como a la mujer, se legitima ideas como
la heteronormatividad y el patriarcado como orden social.
Como psicólogos
Conclusión
El poder no debe darse a las mujeres por el hecho de ser mujeres, así mismo no
debe darse al hombre por el hecho de ser hombre, si bien la historia nos ha
demostrado que es el hombre quien ha ejercido el poder por más tiempo, es
necesario que esto cambie y que ambos sexos tengan la misma oportunidad de
acceder al poder, no con el fin de quedarse con él y ejercer un “poder sobre” o un
“poder con”; sino para ejercer un “poder para” y si es necesario un “poder desde”
utilizable para fines de desarrollo y aprendizaje.
El psicólogo familiar debe ser capaz de ejercer el poder de manera que la familia
pueda encontrar nuevas formas de relacionarse. Si bien, algunas teorías en este
tipo de terapia no retoman la perspectiva de género por el contexto en el que
fueron desarrolladas o por creencias propias de los autores, no significa que el
terapeuta no sea capaz de incorporar tal perspectiva.
Es necesario hacer visible está condición donde el género pasa a segundo término
dentro de la terapia sistémica, si bien partimos de que los sistemas en donde la
familia se desenvuelve están interconectados entre sí y son estas interconexiones
las que tocamos en las sesiones con los pacientes, el género pareciera que ya
está dado por visto y como es algo que todos los días cargamos con nosotros,
pareciera que no es importante. Esta indiferencia por parte del terapeuta puede
provocar que sus sesiones se mantengan en un nivel primario, imposibilitado
diferentes rutas de acción que encaminan el cambio.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS