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ANTI EDIPO
ENTREVISTA A DELEUZE Y GUATTARI
las nociones qué no son siquiera las de Lacan creador, sino las de una
ortodoxia que se hizo alrededor de él. Es Lacan el que dice: no me
ayudan. Lo iban a ayudar esquizofrénicamente. Y, ciertamente, le
debemos tanto a Lacan en la medida en que renunciamos a nociones
como las de estructura, simbólico o significante que son totalmente
malas, y que Lacan siempre supo invertirlas, para mostrar su
reverso.
Félix y yo decidimos, entonces; trabajar juntos. Al principio se hizo
mediante cartas. Luego, de tiempo en tiempo, teníamos reuniones en
las que cada uno escuchaba al otro. Nos di vertimos mucho. Nos
aburrimos mucho. Uno de los dos siempre hablaba demasiado.
Sucedía a menudo que uno de los dos propusiera una noción que no
le decía nada al otro y él otro la usaba varios meses después en otro
contexto. También leímos mucho, no libros enteros, sino partes. A
veces encontrábamos cosas totalmente idiotas, que nos confirmaban
la gran desconfianza en el Edipo y la gran miseria del psicoanálisis. A
veces encontrábamos cosas que nos parecían admirables y que nos
daban ganas de explotar. También escribimos mucho: Félix trata la
escritura como un flujo esquizo que arrastra todo tipo de cosas. A mí
me interesa una página que huye por todos lados , aunque esté
cerrada sobre sí misma como un huevo. Además que haya
retenciones, resonancias, precipitaciones, y que un libro esté lleno de
larvas. Entonces, escribíamos realmente los dos, en ese sentido no
teníamos problemas. Hicimos versiones sucesivas.
FELIX GUATTARI: Por mi parte, yo tenía demasiados "lugares", al
menos cuatro: Venía de la vía comunista, que después fue la
oposición de izquierda; antes de mayo del 68, había mucha agitación;
escribíamos un poco; por ejemplo la "nueve tesis de la Oposición de
Izquierda": También partici pé en la clínica de La Borde en Cour
Cheverny, desde su creación por Jean Oury en 1953, en la
prolongación de la experiencia Tosquelles: tratábamos de definir
práctica y teóricamente bases de la psicoterapia institucional (por mi
parte, trabajaba sobre nociones como la de "transversalidad" o
"fantasma de grupo")."También me había formado con Lacan desde
el comienzo de sus seminarios. En fin, tenía una especie de lugar o
de, discurso esquizo, siempre estuve enamorado de los esquizos,
siempre me sentí atraído por ellos. Para entenderlos, hay que vivir
con ellos: Los problemas de los esquizos son verdaderos problemas,
no como los problemas de los neuróticos. Mi primer psicoterapia fue
con un esquizo, con ayuda de un grabador.
Ahora bien, esos cuatro lugares, esos cuatro discursos no eran solo
lugares o discursos, eran modos de vida, necesariamente un poco
desgarrados. Mayo del 68 fue una conmoción para Gilles y para mí,
como para tantos otros: no nos conocíamos, pero este libro,
actualmente, es sin embargo la continuación de mayo. Yo necesitaba
no unificar sino remendar esos cuatro modos de vida en los que vivía.
Tenía reparos, por ejemplo, la necesidad de interpretar la neurosis a
partir de la esquizofrenia. Pero no tenía la lógica necesaria para este
remiendo. Había escrito en Recherches un texto "De un signo al
otro", muy influido por Lacan, pero en el que ya no había signifi-
cantes. Sin embargo seguía estando enredado en una especie de
dialéctica. Lo que yo esperaba del trabajo con Gilles, eran cosas como
esta: el cuerpo sin órganos, las multiplicidades, la posibilidad de una
lógica de las multiplicidades con remiendos en el cuerpo sin órganos.
En nuestro libro las operaciones lógicas son también operaciones
físicas. Y lo que buscamos en común era un discurso a la vez político
y psiquiátrico, sin reducir una dimensión a la otra.