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En busca del verdadero self.

Una
aproximación a la clínica winicottiana de
las personalidades falsas
por More Riera, Leandro Demian

Introducción

En el presente trabajo se intenta ubicar, a partir del film “Good Will


Hunting” (traducido a nuestra lengua como En Busca del Destino)
protagonizado por Matt Damon y Robin Williams, algunos aportes del
pensamiento winnicottiano respecto del abordaje terapéutico de patologías
no neuróticas, en este caso aquellas en las que el falso self se muestra
como la única realidad del sujeto, sin posibilidad de este de encontrarse y
desplegar su potencialidad y creatividad.

El pensamiento de D. W. Winnicott se encuentra siendo constantemente


revisitado a la luz de los descubrimientos psicoanalíticos contemporáneos,
y en particular a partir de la apertura del psicoanálisis al abordaje de
patologías, o de subjetividades, que no habían sido incluidas por los
modelos metapsicológicos “clásicos”. Allí donde el modelo terapéutico se
basaba en la interpretación y el manejo de la transferencia, de lo que se
trata en estos casos es del sostenimiento (Bareiro, 2012) y el uso del
funcionamiento mental del analista (Green, 1972), en particular los afectos
puestos en juego por el decir del paciente, donde la contratransferencia se
vuelve la vía regia para su aprehensión y consecuente puesta en palabras
(McDougall, 1982).

Por lo tanto, a partir del presente se propone una articulación teórico


clínica de conceptos winnicottianos tales como verdadero y falso self,
tomando a los conceptos de encuadre, holding y contratransferencia para
el abordaje de los casos de falso self patológico, siendo en la
transferencia, o sea en el entre dos del paciente y analista, el lugar
propicio para producir la caída de las defensas que detienen el desarrollo
subjetivo, a lo cual Winnicott (1963) llamó derrumbe. Se tomarán, a su
vez, aportes de analistas contemporáneos que estudian el abordaje clínico
de pacientes que no se pueden ubicar dentro del campo de las neurosis o
las psicosis, como André Green y Joyce McDougall.
La máscara de Will

El film nos presenta a un joven, Will, de 20 años que trabaja de conserje


en una de las más prestigiosas universidades de los Estados Unidos. Lo
que destaca al muchacho es su capacidad intelectual y su elocuencia:
podemos ver, desde las primeras escenas, como constantemente
despliega su intelecto en todo tipo de conversaciones y situaciones.

En primer lugar, y antes que abocarnos al análisis de la relación


terapéutica entre Will y su terapeuta, Sean, vale la pena intentar ubicar
quién es este personaje, a la luz de los aportes de Winnicott.

Will es un joven que, podríamos pensar, se ubica en lo que se denomina


falso self patológico (Bareiro, 2012). Cabe aclarar que Winnicott rehuye, a
primera vista, a las nosografías psicoanalíticas clásicas: neurosis
obsesiva, histeria, fobia, etc. Si bien no desecha lo que solía la teoría
psicoanalítica comúnmente aceptada, bajo su perspectiva cobra un mayor
interés la experiencia de la continuidad de existencia por parte del sujeto y
la espontaneidad/creatividad (Bareiro, 2012). En el pensamiento de
Winnicott (1971), la ausencia de síntomas no implica salud, sino que el
indicador de la misma por excelencia será la capacidad de ser creativo,
espontáneo, y la continuidad del existir. Además, esta continuidad de la
existencia, que representa la vida en si misma (vida como sinónimo de
creatividad, espontaneidad, de vivacidad) no está dada por el solo hecho
de existir. Implica todo un desarrollo, un trabajo, por parte del sujeto.

Volviendo al protagonista del film, hemos dicho que podríamos ubicar,


como rasgo principal de Will, una personalidad falsa, caracterizada por
una predominancia de un tipo de defensa llamada Falso Self. Este último,
según los desarrollos de Winnicott, es una defensa normal cuya función es
“ocultar y proteger al self verdadero, sea este lo que fuere” (Winnicott,
1960: 185). A su vez, el verdadero self implica el ser creativo del sujeto, la
capacidad de espontaneidad. En el caso de la salud, Winnicott (1960)
establece que el self falso representa la organización de la actitud cordial
y socialmente aceptable, una pauta de comportamiento que permite no
vivir con una total franqueza, lo cual volvería a la vida en sociedad una
empresa imposible. Pero que, en el caso patológico, se vuelve una
organización rigidizada que impide el desarrollo del individuo (Winnicott,
1960). A su vez, Winnicott (1960) dedica un capítulo aparte para lo que
denomina disociación de la mente con respecto al psiquesoma (cabe
aclarar que, para el autor, el ser implica la integración del psiquesoma y la
mente como un todo, evitando todo dualismo que establezca a la
mente/psique por un lado, y al cuerpo por el otro, como entidades
independientes), que se produce en personas con un alto potencial
intelectual. El éxito académico, el despliegue intelectual, es, en estos
casos, una forma radical de defensa “contra lo impensable, contra la
explotación del self verdadero, que daría por resultado su aniquilación”
(Winnicott, 1960: 191). Will explota su potencial intelectual en distintos
momentos durante la película, sin embargo tomaremos como indicio
principal de la mencionada rigidez de las defensas (y de la explotación de
la inteligencia por el falso self), el hecho de que teniendo tal potencial
intelectual, escape a todo tipo de reconocimiento (o sea, Will escapa a
este reconocimiento ya que podríamos decir que esto implicaría cierto
compromiso).

En el principio de la película vemos como el profesor Lambeau, un


importante matemático, propone un desafío a sus alumnos. Deja escrito
en una pizarra un problema matematico dificil, que solo algunos han
logrado resolver, y deja en claro que quien lo resuelva aparecerá en la
revista de la universidad, y que lo espera la gloria. Will, quien se
encontraba trabajando limpiando los pisos, se encuentra con este
problema escrito en el pizarrón y, sin ningún problema, lo resuelve. Sin
embargo, no se lleva ningun credito por el mismo, a lo que el profesor
Lambeau (viendo que nadie reclamaba el premio), propone un segundo
ejercicio. En este caso vemos como Will nuevamente lo resuelve, pero es
descubierto in fraganti por el profesor, que le grita que no moleste, Will lo
insulta y se retira. El profesor se da cuenta que el problema está
correctamente resuelto, y se propone convocar a Will a formar parte de su
equipo. Podemos ver, en esta escena, lo anteriormente mencionado: la
evitación, por parte de Will, de todo tipo de compromiso y su gran
potencial intelectual que despliega desde las sombras.

Además, otro indicio de dicha rigidez defensiva se vuelve aún más claro:
Will se muestra incapaz de poder abrirse emocionalmente ante los otros,
en particular vemos esto en su relación con una joven que conoce en un
bar de la universidad, Skyler. Toda la relación con ella está marcada por el
despliegue de intelectualizaciones y comentarios elocuentes, pero
evasivos, hasta que llega el momento en que es convocado por fuera de
todo control. Hay una escena, promediando la película, en la que
encontramos a la pareja durmiendo juntos. Skyler invita a Will a irse a
California, y esto descoloca a Will, quien se siente presionado y, mediante
excusas y algunas reacciones agresivas, huye y deja a su novia. Si bien
más adelante se abordará este tema, lo ocurrido es un claro ejemplo de
cómo, cualquier situación que implique la falta de control enfrenta a Will
con el desamparo (sentido como un ser presionado) que podría dar lugar a
la aniquilación, podríamos decir, de su self verdadero. Si seguimos lo
postulado por el autor inglés, el falso self demuestra sus fallas cuando el
sujeto es requerido como persona total (Winnicott, 1960), o sea, cuando
se precisa que el sujeto pueda disponer tanto de sus componentes de
acatamiento al ambiente (de las identificaciones que toma del ambiente)
como de su creatividad y espontaneidad. Implicaría que sea capaz de
establecer cierto tipo de relación con los objetos más allá del buen
comportamiento socialmente adaptado, que pueda abrirse
emocionalmente ante los demás. Creemos que a Will se le torna imposible
poder ceder parte de sus defensas para que algo del verdadero self se
comunique, y notamos esto en todo lo dicho anteriormente. Y, teniendo en
cuenta que para que el self verdadero se manifieste tiene que haber cierta
confianza en el ambiente (Winnicott, 1960), un ambiente suficientemente
bueno, nos podríamos permitir hipotetizar una falla ambiental en el
desarrollo emocional de Will, que no permitió lograr la suficiente
confiabilidad y, por lo tanto, dejó truncado el desarrollo subjetivo (que
vemos, en el caso del muchacho, en la incapacidad de establecer cierto
tipo de relación objetal que implique el compromiso como sujeto
deseante).

Según Winnicott, “solo el self verdadero puede ser creativo, y solo el self
verdadero puede sentirse real. Mientras que un self verdadero se siente
real, la existencia de un self falso da por resultado una sensación de
irrealidad o futilidad” (Winnicott, 1960: 193). Podemos ubicar en Will, a
partir del recorte realizado, el sentimiento de futilidad descrito por
Winnicott. La explotación de su intelecto por el self falso da cuenta de la
incapacidad tanto de jugar (en el sentido de abocarse a ciertas
experiencias culturales) como de utilizar los objetos más allá de
relacionarse proyectivamente con ellos: Will vive en un mundo, tal como le
dice su novia en la escena relatada, en donde nadie lo reta (en el sentido
de ser desafiado), sus amigos están junto a él pese a todo, sin ninguna
exigencia, y transita una vida rutinaria entre un trabajo (que no hace
justicia a su capacidad intelectual, con el detalle de trabajar en una
universidad importante, y poseyendo un intelecto brillante) y vagar.

Sobre los fenómenos transicionales

Por otra parte, ¿qué pasa con los fenómenos transicionales en Will? Si
tenemos en cuenta que, según Winnicott (1971), los fenómenos
transicionales aparecen cuando una madre suficientemente buena permite
un grado de confiabilidad tal que es posible, sin aun abandonar la
omnipotencia, comenzar a interactuar, por así decirlo, con la realidad
exterior sin que esta se vuelva intrusiva. Es decir que dan cuenta de que

“Ambas realidades, internas y externas, se superponen; de manera tal que


lo descubierto pasa a ser no-yo. Ello no involucra la pérdida de la ilusión,
por el contrario, cierta cualidad de la omnipotencia se mantiene y permite
tolerar el peso de la realidad del mundo” (Bareiro, 2012: 39)

O sea, una zona de descanso para el niño. Y, además, teniendo en cuenta


que los fenómenos transicionales dan lugar al surgimiento del juego (o
mejor dicho, el jugar) y la experiencia cultural, ¿Podríamos ubicar, en el
personaje que nos convoca, fenómenos transicionales que dan cuenta de
esta capacidad de jugar con la realidad, de poner en juego la
espontaneidad del sujeto de tener y llevar a cabo experiencias culturales?
Si bien creemos que en el caso de Will no hay nada que nos indique una
patología del orden de la psicosis clínica, donde a partir de la falla total de
la provisión ambiental en la dependencia máxima con la madre sería
imposible poder hablar de fenómenos transicionales, ¿Podríamos, en
cambio, pensar una patología de los fenómenos transicionales tal y como
es abordada por Winnicott? ¿Podríamos pensar el despliegue intelectual,
a partir de las escenas en que vemos a Will resolviendo, muy
compenetrado, los problemas propuestos por Lambeau y, aun, en la
soledad de su casa, frente al espejo, escribiendo con fibrón la solución del
ejercicio, no sólo como una de las máscaras del Falso Self, sino también
como el uso del objeto más que de forma transicional, como consolador
(Winnicott, 1971)? “El fenómeno transicional abarca la actividad creadora,
el juego, la apreciación artística, los sueños y los sentimientos religiosos.
Aunque también el fetichismo, las mentiras, el hurto, las adicciones, el
talismán obsesivo, etc” (Bareiro, 2012: 40). Así como el niño descrito por
Winnicott (1971) en su texto sobre los objetos y fenómenos transicionales,
que utilizaba la cuerda para, a partir de atar todo lo que tenía alrededor y
a el mismo, mantener de esta forma a su madre en cierta manera junto a
él (de forma obsesiva, a partir del control omnipotente), ¿Podría Will estar
intentando, a partir de estos fenómenos, mantener controlada de forma
omnipotente cierta partida del otro? o sea, ¿anular cierta separación
vivida como intrusiva, como traumática? Podríamos decir que, como
dijimos anteriormente, si en Will encontramos erigidas unas defensas
masivas, como es el caso del falso self patológico, es porque hubo cierta
falla del ambiente facilitador en la etapa de dependencia. Por lo tanto, y
como bien podemos apreciar en la película, no podríamos hallar en Will la
existencia de fenómenos transicionales ya que la confianza básica en el
ambiente no se pudo llevar a cabo.

En definitiva, las defensas rígidas de Will que nombramos: la rigidez y la


intelectualización en primer lugar, la incapacidad de dar lugar a
experiencias culturales dando cuenta del uso patológico de fenómenos
transicionales (como forma control omnipotente del otro) y su incapacidad
para mostrarse como persona total, dan cuenta de una detención de la
estructuración subjetiva producto de la formación de un falso self
patológico (Bareiro, 2012). En dicho trastorno, según Winnicott (1960), el
falso self se establece como la única realidad, ocultando de forma masiva
y rígida al verdadero self (el falso self protege al verdadero de la
aniquilación pero conservando cierta integración)

Tal vez estas fallas puedan ser revisitadas en el contexto de una terapia
donde la confiabilidad del marco terapéutico lo permita, siendo el
encuentro con un terapeuta retirado, Sean, lo que comenzará un proceso
de cambio subjetivo en Will en el entre dos de la transferencia.

Encuadre, confianza y contratransferencia

Habiendo realizado una descripción del personaje principal y su


problemática, nos abocaremos ahora analizar la relación terapéutica entre
Will y Sean.

Sean es un terapeuta que se ha retirado luego del fallecimiento de su


mujer, a quien Lambeau recurre después que varios terapeutas no
quisieron tomar a Will como paciente. Cabe aclarar que en estas escenas
vemos a Will atacando a dos terapeutas, burlándose de ellos y siendo
rápidamente rechazados por los mismos. En cambio, Will llega junto a
Lambeau y su ayudante al consultorio de Sean y este, sin titubear, pide
que los dejen solos. Esto ya demuestra una actitud diferente a los otros
terapeutas, quienes realizaban su trabajo en presencia de Lambeau. Sean
inaugura un espacio privado entre él y Will. Podríamos pensar, en este
caso, el establecimiento de un encuadre: una invitación a que tenga la
confianza de que lo que pase en ese espacio será algo entre ellos y de
nadie más, un lugar seguro.

Winnicott establece como fundamental para los casos como este, en los
que “puede ser necesaria una regresión” (Winnicott, 1960a: 214) brindar al
sujeto la posibilidad de revisitar aquellas fallas en el ambiente que
tuvieron como resultado la formación del falso self patológico (Bareiro,
2012), a partir de que el paciente encuentre en el encuadre y el analista
una confianza y sostenimiento suficiente. En los casos como los de Will,
donde las diversas manifestaciones sintomáticas dan cuenta de cierta
formación patológica del falso self, “la provisión y el mantenimiento del
encuadre son más importantes que la tarea interpretativa” (Winnicott,
1964: 123). El paciente no comenzará a trabajar a menos que se le
brinden ciertas condiciones, cierta confiabilidad (Winnicott, 1964), o sea,
para que el paciente pueda volver a revivir la experiencia de fracaso del
ambiente que, según Winnicott (1954a) permanece congelada, se vuelve
necesaria una regresión a la dependencia sostenida por el analista, para
que el verdadero self pueda hacer frente a estas fallas sin necesidad de
esconderse tras el falso self, ahora teniendo como soporte un ambiente
suficientemente bueno.

A partir del primer encuentro entre Sean y Will se desprenden varias


cuestiones interesantes. Por un lado, tenemos la apertura de un espacio
íntimo, de un encuadre confiable: Will puede ir y hablar de lo que se le
ocurra, sin la presencia de Lambeau. Sean, de esta forma, se muestra
como aquel que está ahí para sostener este encuadre, soportando la
agresividad del joven. Acá encontramos un inconveniente que no podemos
pasar por alto: si bien Sean desde un principio se muestra distinto a los
terapeutas anteriores, soportando la agresividad y los ataques de Will, no
puede mantener su actitud profesional cuando este se mete con su mujer.
En esta escena, en la cual Will observa un cuadro pintado por Sean y le
dice a este que seguramente lo dejó su mujer, metiendose con la
sexualidad de la misma, si bien hay una intención de mantener el
encuadre, se cuela una manifestación contratransferencial. O, mejor
dicho, lo que presenciamos es una reacción del analista por fuera de su
rol profesional, ya que Winnicott (1960a) reservará el término de
contratransferencia a otro tipo de actuar. Esta reacción del analista pone
en peligro el trabajo terapéutico. “El psicoterapeuta (…) debe seguir
siendo vulnerable y, sin embargo, no abandonar su rol profesional”
(Winnicott, 1960a: 210). En un caso así, la confianza en el encuadre que
se está intentando establecer es echada por tierra.

En este caso, la contratransferencia aparece como resistencia del


analista, como “los rasgos neuróticos que malogran la actitud profesional
y perturban el curso del proceso analítico tal como lo determina el
paciente” (Winnicott, 1960a: 212). La misma cobra, en este punto, el
estatuto de reacción (Winnicott, 1960a). Para el autor, los pacientes como
Will constantemente se encuentran atravesando la línea de lo profesional.
Lo vemos claramente en las agresiones constantes a Sean. Pero bajo
ningún punto de vista podemos tomar la reacción de Sean como otra cosa
que no sea un salirse de la actitud profesional. Hay un punto no analizado
en el terapeuta que se mantiene a lo largo de la película: el fallecimiento
de su mujer. Y esto no analizado, no elaborado, actúa como los puntos
ciegos freudianos que impiden la posición analítica de neutralidad y
abstinencia, cosa que justifica (y establece como necesario) el análisis
personal.

Por otra parte, no se debe soslayar la actitud posterior de Sean quien,


pese a todo, no abandona a Will. La escena del lago, momento
fundamental y fundacional de un nuevo espacio o, mejor dicho, de
apertura del trabajo analitico entre ambos personajes, nos muestra la otra
cara de la contratransferencia, propuesta por Winnicott y que aún hoy se
mantiene como un punto álgido de controversias. Aquella que puede ser
utilizada, según el autor, de forma objetiva. Podemos poner en discusión
la supuesta objetividad en el uso de los afectos despertados en el analista
por parte del paciente. Según autores contemporáneos, como por ejemplo
André Green, “el analista, en su esfuerzo de comunicación, no puede sino
mostrar lo que él oye, a través de su experiencia subjetiva, del efecto que
sobre él ha producido el discurso de su paciente, sin pretender la
objetividad absoluta de su escucha” (Green, 1990). Si bien los casos
difíciles, como Will, demandan el funcionamiento mental del analista,
donde la contratransferencia sería la vía para dar forma a lo informe
(Green, 1990) no se puede pretender que el analista sabe, a partir de los
efectos que produce el decir del paciente en el, lo que le falta al paciente.
Lo que se comunica al paciente no deja de ser una construcción teórica
subjetiva (Green, 1990) a partir de los efectos en el encuadre que produce
el paciente.

Los aportes de otra analista, Joyce McDougall, nos pueden ser de utilidad
para aclarar esta cuestión y abocarnos a lo que sucede entre Sean y Will.

McDougall (1982), establece que ciertos pacientes de difícil diagnostico y


abordaje analitico, entablan un tipo de comunicación arcaica, primitiva,
que llama “palabra-acto”. El objetivo de las comunicaciones de estos
pacientes es, más que presentar un mensaje codificado que la
intervención interpretativa podría decodificar, intentan despertar cierto tipo
de afecto en el analista, demostrando cierta imposibilidad de conexión con
ellos mismos y una atrofia en la capacidad de simbolización. Podríamos
pensar, a diferencia de la decodificación, la interpretación del mensaje
cifrado simbólicamente en la asociación libre de un paciente neurótico, de
lo que se trata en este caso es de poder, en cierta manera, cifrar un
mensaje que se presenta más que nada como el grito primal del infans
(así como la madre que significa el llanto de su bebé). Para lograr esto,
McDougall (1982), así como Green, propone a la contratransferencia como
la vía regia, no como la comunicación de inconsciente a inconsciente
freudiana, sino como la forma en la que el analista se podría anoticiar de
que hay algo en el paciente que intenta ser comunicado más allá de toda
verbalización, y de esta forma, poder ponerlo en palabras. La autora
propondría, de esta manera, una forma que tiene el analista de poner en
marcha cierto proceso de simbolización truncado.

A partir de esto, podemos tomar los mencionados ataques de Will a Sean


y al encuadre analitico, toda su agresividad, como ese grito que no ha
tenido la posibilidad de ser cobijado por una madre suficientemente buena
que lo pueda significar. Will logró producir, claramente, distintos tipos de
reacciones afectivas en Sean, pero la más fuerte fue el odio y el dolor. A
continuación de la escena de la primer sesión, podemos ver a Sean
sentado, tomando y pensativo, en un departamento donde los platos están
sucios y con un aire de dejadez melancólica. Sin embargo, la escena que
le sigue, en la cual Sean invita a Will a acompañarlo a un lago y
conversan sentados en un banco, es realmente significativa y demuestra
un saber hacer con esta palabra-acto que nos relata McDougall (1982) así
como la capacidad de utilizar los efectos a partir de la contratransferencia.

La escena del lago: apertura del proceso analitico

Sean le dice a Will que se quedó pensando en todo lo que le había dicho,
hasta que se le ocurrió algo y rápidamente dejo de pensar en el. Le dice
que es un niño, y que no sabe lo que dice. Podemos decir que de lo que
se trata en este momento es de un intento, por parte del terapeuta, de
significar esta palabra-acto plasmada en los ataques al encuadre y a el
mismo. Sean le llega a decir que lo que le dijo lo hizo pedazos. Podríamos
permitirnos hipotetizar que en realidad quien está hecho pedazos es el
propio Will, que se muestra según Sean como un niño asustado, y el
terapeuta está poniendo esto en palabras a partir de la aprehensión
contratransferencial.

En sí misma, toda la escena que transcurre en el lago implicaría la


indicación clínica que nos brinda Winnicott para estos casos: “el analista
sólo puede hablarle sobre el self verdadero al self falso del paciente”
(Winnicott, 1960: 197). A un muchacho que se presenta rígido en sus
defensas, Sean le habla sobre aquello que está escondiendo y es incapaz
de vivir, sin odio ni retaliación, sino como forma de enfrentarlo con una
verdad que es incapaz de soportar, ya que se presenta en forma de
carencia. Es interesante como intercala entre decirle lo que seguramente
él sabe, y a continuación lo que no tiene capacidad de comprender:
seguramente, hablando de Miguel Angel, Will podria contarle todo sobre
él, pero nunca se paro a contemplar capilla sixtina; hablando del amor
podría recitar un soneto y hacerle una lista con las mujeres que más le
gusta, y tal vez se haya acostado con alguna, pero no sabe lo que es
entregarse a una persona, entre otras cosas.

Como podemos observar, Sean no se anda con vueltas y decide no tratar


con el self falso ya que, como diría Winnicott (1960), el análisis del mismo
se prolongaría indefinidamente. Winnicott (1960) realiza una indicación
clínica para estos casos: se hace necesario evitar ser funcional a las
defensas del paciente apuntando a señalar y especificar la falta en el
sujeto ciertos rasgos fundamentales que hacen a la ausencia de una
persona total. “Estos reconocimientos de hechos importantes, realizados
con claridad en los momentos oportunos, preparan el camino para la
comunicación con el self verdadero” (Winnicott, 1960: 198). A partir de
esto, podemos decir que de lo que se trata en la escena del lago es de la
preparación, a partir de la comunicación por parte del analista de lo que el
discurso de Will produjo en el (que incluye el señalamiento por parte de
Sean de aquellos aspecto que faltan en Will) del camino para que se
pueda producir la comunicación con el self verdadero.

El inminente derrumbe

En la segunda parte de la película, luego de la intervención de Sean en el


lago, podemos ver cómo todo ese descargo comienza a tener ciertos
efectos sutiles en Will. No solo somos testigos de cierta inhibición ante la
chica que le gusta y con la que ya empezaba a entablar una relación (ya
que podemos ver como, en una noche de tormenta y bajo el agua, Will
llama a Skyler y, al ser atendido por ella, no pronuncia palabra alguna),
sino que vemos como su relación con ella comienza a generar ciertos
interrogantes: presenta, de forma indirecta a través de preguntas sobre la
relación de Sean con su mujer, sus propias dudas con respecto a si esta
mujer con la que está comenzando a relacionarse es realmente la
indicada, la mujer perfecta.

Skyler le pregunta en una de sus citas si tiene hermanos, a lo que Will le


dice que no le creería cuantos tiene, llegandole a decir que tiene 12
hermanos y nombrandolos uno por uno. A partir de esto, cada vez que
Skyler le pregunta acerca de ellos, o de cuando va a conocerlos y conocer
su casa, Will responde evasivamente. Todo esto nos acerca a lo que
Winnicott denomina como miedo al derrumbe: “Necesitamos emplear la
palabra derrumbe para describir ese estado de cosas impensable que está
por debajo de la organización de las defensas” (Winnicott, 1963: 113). Si
nos referimos a Will como un sujeto en el cual hay erigidas defensas
rígidas, un falso self patológico, podemos suponer que debajo de todo
este entramado defensivo se esconde el temor a que su organización
yoica colapse (Winnicott, 1963) y la situación traumática se vuelva a
producir en un estado de indefensión. En el caso de Will, la preocupación
acerca de si Skyler es la mujer perfecta lo que está poniendo en juego es
si en realidad él es un ser perfecto, cuestión que señala Sean en el
momento en el que el joven le cuenta que no quiere involucrarse más con
su chica para que no caiga la imagen idealizada que tiene de ella. Sean le
dice claramente: “ella no es perfecta, y te ahorraré el suspenso, tú
tampoco lo eres”. La imperfección de Skyler lo enfrenta a la propia y, por
lo tanto, a un estado de indefensión.

Si seguimos a Winnicott (1963), el miedo es en realidad a que ocurra algo


que ya ocurrió. De acuerdo a lo que nos muestra la película, Will fue un
niño con una historia de abandonos que pasó por diferentes instituciones
y familias adoptivas. El intento de inventarse una familia, y una vida
“normal” (tal como él le dice a Skyler, “soy un chico normal”), y de intentar
negar las imperfecciones que lo enfrentan con sus propias faltas, serían
las soluciones defensivas que encuentra Will para no encontrarse con la
carencia ambiental que, ya acontecida (y siguiendo el pensamiento
paradójico propio de Winnicott), se presenta como inminente de ocurrir.

El proceso mismo del análisis apuntará a producir la caída de las


defensas, o sea, que el sujeto enferme. Para Winnicott “no hay final
posible a menos que se toque fondo, a menos que lo temido sea
experienciado” (Winnicott, 1963: 117). Según el autor, experienciar implica
el insight por parte del paciente de este derrumbe, y esto se debe dar en
la transferencia (Winnicott, 1963).

Es en dos momentos de la película donde podemos ver el derrumbe de


Will.

En un primer momento, nos encontramos con Will durmiendo con Skyler.


Ella lo despierta y le pide que vaya a California con ella. Will responde,
consternado, que es muy serio lo que está diciendo y le dice que podrían
ir a California juntos y que podría encontrar algo de él que no le agrade.
Comienza una discusión en la que Skyler le pregunta qué es lo que le
asusta, y le dice que el esta comodo en su pequeño mundo donde nadie lo
desafía. Will ataca a Skyler diciéndole que solo quiere una aventura con
él, y que luego lo abandonará. Continúa la discusión hasta que ella le dice
que no ha sido honesto con ella, que qué hay de sus doce hermanos. Ante
esto, Will responde: “¿Que es lo que quiere saber? ¿Que no tengo doce
hermanos, que soy un maldito huérfano? No te interesa saber que me
apagaban cigarrillos en la piel cuando era solo un niño, que esto no es
una cirujia, que me apuñaló ese sujeto. No me digas que te interesas en
eso”, Skyler le dice que ella lo quiere ayudar, y Will estalla diciéndole que
él no le pidió ayuda a nadie. Y termina diciéndole que no lo presione,
golpeando las paredes y empujándola. Skyler le dice que lo ama, y que si
el la rechaza, no lo va a molestar más. Will le dice que no la ama.

Más allá del amor que Skyler le tenga, todo lo que ella le dice es tomado,
por el joven, como un reclamo, como una presión. Tal vez Will no se
encontraba aún preparado para dejar caer sus defensas, y esta
imperfección de la que hablamos anteriormente se le presentó como una
realidad dejándolo sin otros recursos que, nuevamente, la agresividad y la
invulnerabilidad. No debemos olvidar que, ya desde Freud, sabemos que
el síntoma es la solución que encontró un sujeto frente a un conflicto. Las
conducta evasiva de Will, la invulnerabilidad y la desafectivización son
soluciones que le permiten mantener cierta cohesión yoica. Es por esto
que se hace necesario que el derrumbe se de en el marco transferencial,
con el sostenimiento que implica (Winnicott, 1963). Es clara al respecto la
escena en la que vemos a Sean discutiendo con Lambeau, donde el
terapeuta le pide que no presione a Will, que el aun no esta preparado
para asumir ciertas exigencias, que su falta de compromiso es una forma
de anticiparse a las situaciones de abandono que lo enfrenta con el
propio, cuando era un niño.

El segundo momento de derrumbe comienza a continuación de esta


discusión entre Lambeau y Sean. Will los escucha e ingresa a la sala
interrumpiendo la pelea. Sean le dice que discutían por problemas que
vienen arrastrando, que no tiene que ver con el. A continuación, toma el
expediente del joven y le dice que se lo enviará al juez para que lo evalúe.
Will le dice “¿no vas a fallarme, cierto?” y le pregunta por lo que dice.
Sean ojea la carpeta, y Will le pregunta si ha tenido experiencias así
(vemos en el expediente fotos de los golpes y cortes en el cuerpo del
joven). Sean le contesta que sí, que en veinte años de carrera ha visto
cosas horribles. Pero Will le vuelve a preguntar si tuvo experiencias así.
Sean entiende a lo que se refiere su paciente, y le contesta que sí. Le
cuenta que su padre fue alcohólico, y que volvía borracho por las noches
buscando a quien golpear y que él se entregaba para proteger a su madre
y hermano. Will le comienza a contar acerca de cómo era golpeado.
También le dice que seguramente, por esto, en su expediente dirá que
tiene desordenes afectivos y miedo al abandono, y que seguramente por
eso es que dejó a Skyler. Sean lo escucha, toma el expediente y le dice
que es basura, porque no es su culpa. Will le dice que lo sabe, pero Sean
le pide que lo mire y le vuelve a decir “no es tu culpa”. Le dice esto varias
veces, hasta que Will se quiebra, lo abraza y llora desconsoladamente,
diciendo “lo siento”.

¿Que diferencia a estos dos momentos? Lo que resulta fundamental es


que, en la primera escena relatada, el pedido de Skyler se vuelve una
presión para Will. El joven responde a esta exigencia vivida como una
intrusión, con lo que puede: sus defensas. Esto no ocurre en la escena
con Sean. Con Sean, Will es capaz de hacer una regresión al momento de
la falla ambiental y a partir de la cual el self verdadero resultó escondido
por el self falso patológico.

Sostenimiento y transferencia

“Cuando Winnicott insiste en que en el análisis se hace el juego del


paciente, puede considerarse que no se trata tanto del saber del analista,
sino de que el paciente encuentre, en el setting analitico, el espacio para
desplegar su propia singularidad” (Bareiro, p. 75).

Ya abordamos, al comienzo del trabajo, la cuestión del encuadre analitico.


Para Winnicott, en el caso de los pacientes no neuróticos, el cuidado del
encuadre y la actitud profesional se vuelve más importante que la
interpretación, o tal vez sean su condición necesaria (Bareiro, 2012). Ya
vimos como, desde el inicio, Sean establece claramente el espacio
terapéutico: sacando a Lambeau del consultorio daba lugar a que Will
tenga un espacio propio; soportando la agresividad (y estableciendo
ciertas limitaciones a la misma) y, a diferencia del resto de los terapeutas
(y tal vez, del conjunto de los otros de Will) sobrevivía a la destrucción
como objeto; y hablándole a Will acerca de lo que carecía, en la escena
del lago, abría el espacio para que el verdadero self pueda ser
comunicado sin temor a represalias.Todas estas maniobras terapéuticas
nos remite a la noción de holding.

El holding implica que el paciente pueda experienciar su propia


singularidad, en el entre del espacio compartido con el analista en el
encuadre, “sin amenaza de acatamiento u obediencia” (Bareiro, 2012: 76).
Esto implica que el paciente es el que realiza cada movimiento, y el
analista está ahí, con su presencia, sosteniendo ese espacio para que las
defensas puedan ser dejadas de lado sin el peligro de vivir una
experiencia traumática. Sean no hace más que esto: sostener a Will. Y
gracias a este sostén, a esta confianza, es que Will puede finalmente
derrumbarse. El derrumbe de Will nos muestran a un joven que no recurre
a defenderse agresivamente, desafectivizado, o intelectualizando todo lo
que pasa a su alrededor, sino llorando y pidiendo perdon. Ahora, la falla
del ambiente puede ser revisitada en el contexto del sostenimiento por
parte del terapeuta en la transferencia (Winnicott, 1963), sin la necesidad
de erigir nuevamente un falso self patológico. Se abre una nueva etapa en
la vida de Will, o tal vez sea el momento de inauguración de la vida
misma.

En busca del destino

Todo lo anterior nos podría dar la falsa sensación de que el trabajo


terapéutico está terminado. Creemos que no es así, y la película se
encarga de dejar esa incógnita, el porvenir de Will, como inconcluso.

La última sesión nos muestra a un Will distinto, que opto por uno de los
trabajos que le ofrecía Lambeau, y dice que eso es lo que quiere hacer.
Sean lo felicita, y le dice que terminaron, que es todo y que ya es libre.
Will, acongojado, le pregunta si va a estar en contacto con el. Su
terapeuta le dice que sí, aunque va a ser difícil por un tiempo ya que se
irá de viaje. Will le da las gracias, y su terapeuta también lo hace. Sin
embargo, ya en el final, Will deja una nota a Sean en la que le dice que si
ve al profesor Lambeau, le pida disculpas, pero que optó por ir tras su
chica (recordemos que Skyler se había ido a California).

Will pudo encontrar, en el espacio analitico, el sosten suficiente para que


el despliegue de su verdadero self no se vea perturbado por experiencias
intrusivas y, a la caída de las defensas férreas y patológicas, podemos
decir que le sigue una nueva forma de relacionarse con los objetos. Una
nueva forma de existencia o, como dijimos anteriormente, el comienzo de
la existencia misma. Queda abierta la incógnita, también, de cómo podrían
desarrollarse los fenómenos transicionales en Will. ¿Su afición por las
matemáticas le podrá permitir, ahora, abocarse a experiencias culturales
como lugar de descanso y no ya como consuelo, como forma de mantener
al otro bajo su control?
Ahora, más allá de la necesidad de existir, Will quizas pueda comenzar a
desear (Bareiro, 2012), a darle lugar a la espontaneidad que corresponde
al potencial del self verdadero. Tal vez rechazar el trabajo que le ofrecía el
profesor Lambeau y, en su lugar, salir en busca de Skyler sea parte de
esta espontaneidad. Tal vez esto sea una forma de mostrarnos que Will,
en este punto, es lo suficientemente capaz de poder elegir y, como diría
Winnicott:

Si el psicoanálisis fuese un modo de vida, podría decirse que ese


tratamiento hizo todo lo que podía hacer. Pero no es un modo de vida.
Todos abrigamos la esperanza de que nuestros pacientes terminen con
nosotros y nos olviden, y que descubran que el vivir mismo es la terapia
que tiene sentido (Winnicott, 1971: 119)

A lo largo del presente escrito, tomamos a Will como un sujeto donde el


falso self se vuelve predominante y adquiere características patológicas
ya que interrumpe el desarrollo subjetivo. Esto implica, para el caso del
personaje, una atrofia tanto en lo que respecta al despliegue de relaciones
objetales por la falta de confianza en el otro, como al desarrollo de
experiencias culturales debido a la incapacidad para desarrollar
fenómenos transicionales. En este caso, Will es alojado por Sean, su
terapeuta, el cual le brinda la confiabilidad suficiente como para dejar caer
sus defensas y recomenzar un proceso de subjetivación truncado.
Pudimos realizar un pequeño punteo de lo que podríamos plantear como
un modelo de psicoterapia de los casos de falso self patológico, en donde
la posición del analista se caracterizaría, creemos, por una posición activa
a partir de la aprehensión de los afectos que el decir del paciente produce
en el (donde la contratransferencia aparece como vía regia) y la
consecuente puesta en palabras en un marco analitico lo suficientemente
confiable que, mediante el sostenimiento del paciente, no transforme la
intervencion analitica en intrusiva. Siendo la codificación de la intención
comunicativa a través de la palabra-acto lo que permitiría al paciente
comenzar a poner en marcha cierta capacidad de simbolización truncada,
y el contacto con aquello de lo cual carece debido a la escisión radical del
self, posibilitando el desarrollo subjetivo.

Bibliografia
Bareiro, J. M. (2012). Clínica del uso del objeto: La posición del analista
en la obra de D. W. Winnicott, Letra Viva, Buenos Aires, 2012.

Bender, L. (Productor), Van Sant, G. (Director). (1997). Good Will Hunting


[cinta cinematográfica]. EU.: A Band Apart

Green, A. (1972). “El analista, la simbolización y la ausencia en el


encuadre analitico”. En De Locuras Privadas, Amorrortu, Buenos Aires,
2008

McDougall, J. (1982). “Contratransferencia y comunicación primitiva”. En


Alegato por cierta anormalidad, Ediciones Petrel, Barcelona, 1982

Winnicott, D. W. (1947). “El odio en la contratransferencia”. En Escritos de


pediatría y psicoanálisis, Paidós Ibérica, Barcelona, 1999

Winnicott, D. W. (1954). “La regresión en el marco psicoanalítico”. En


Escritos de pediatría y psicoanálisis, Paidós Ibérica, Barcelona, 1999

Winnicott, D. W. (1954a). “Aspectos metapsicológicos y clínicos de la


regresión dentro del marco psicoanalítico”. En Escritos de pediatría y
psicoanálisis, Paidós Ibérica, Barcelona, 1999

Winnicott, D. W. (1960). “La distorsión del yo en términos de self


verdadero y falso”. En Los procesos de maduración y el ambiente
facilitador, Paidós, Buenos Aires, 2015

Winnicott, D. W. (1960a). “La contratransferencia”. En Los procesos de


maduración y el ambiente facilitador, Paidós, Buenos Aires, 2015

Winnicott, D. W. (1963). “El miedo al derrumbe”. En Exploraciones


Psicoanalíticas I, Paidós, Buenos Aires, 2015

Winnicott, D. W. (1964). “La importancia del encuadre en el modo de tratar


la regresión en psicoanálisis”. En Exploraciones Psicoanalíticas I, Paidós,
Buenos Aires, 2015

Winnicott, D. W. (1971). Realidad y Juego, Gedisa, Buenos Aires, 2012

NOTAS
COMENTARIOS

Mensaje de » 24 de octubre de 2016 »

Es una encrucijada y una película, como decís vos, pero una vez alguien
me dijo que todo caso clínico es un recorte que el analista hace y no es
muy lejos a lo que hacemos cuando analizamos una película ¿No? Nunca
sabemos todo. Desde ese punto yo veo a la película más cercana a la
psicología del yo (en la relación Will-Sean) y si bien la del lago pudo ser
una buena intervención creo que, por lo general, Sean es un buen ejemplo
de lo que no debería hacer un analista.
En función del final, toda elección deja por fuera algo. Algo perdemos. Eso
no esta en cuestión. El punto es que no se si se pone en juego algo del
orden de la elección en esta historia ya que, en definitiva, Will se escapa y
ahí está la repetición. En la forma. No en irse a buscar a su novia. Sino en
no hacerse cargo, una vez más. Deja el trabajo plantado, al profesor,
busca que otra lo expuse y se va.
Me parece muy interesante la pregunta de que deseo se pone en juego al
ir a buscar a la chica al final, aunque me parece que refuerza mi punto:
Sean funcionó ahí no como holding,no como ambiente suficientemente
bueno, sino como modelo yoico a seguir (desde ya, es mi apreciación
personal).

Mensaje de Demián, More Riera » 24 de octubre de


2016 » demian.m@live.com

Hola Yanina. Ante todo, gracias por tomarte el tiempo de leer el trabajo.
Voy al primer punto que mencionas. Coincido en lo que decís, y mismo en
el trabajo lo aclaro (tal vez no lo suficiente):

"bajo ningún punto de vista podemos tomar la reacción de Sean como otra
cosa que no sea un salirse de la actitud profesional. Hay un punto no
analizado en el terapeuta que se mantiene a lo largo de la película: el
fallecimiento de su mujer. Y esto no analizado, no elaborado, actúa como
los puntos ciegos freudianos que impiden la posición analítica de
neutralidad y abstinencia, cosa que justifica (y establece como necesario)
el análisis personal."

Estoy de acuerdo, en esa escena no se puede hablar de holding. Winnicott


mismo habla de la "actitud profesional" que el analista nunca debe dejar.
Pero tengo que insistir en que no deja de ser el analisis de una pelicula, y
por esto me tomé la libertad de saltar a la escena del lago, en donde si
creo que lo que hace Sean se acerca mas a la actitud de Winnicott con
Margaret Little (de nuevo, tomandome la libertad de poner entre
parentesis la escena en que lo ahorca, como ejemplo del salirse de la
actitud profesional, y la contratransferencia como resistencia del analista
frente a sus puntos ciegos no analizados). Esto que se asemeja a lo que
ocurrió entre Winnicot y Little lo veo cuando Sean le dice a Will que lo que
le dijo lo hizo pedazos.

Con respecto al final de la pelicula, creo que es valido lo que decis, y


podria ser que se esté jugando la repeticion. Sin embargo yo creo que si
el foco lo ponemos en el tipo de relaciones objetales que establece Will, y
en el tipo de defensas, ahí se juega algo distinto y es que se pueda
comprometer en ir a buscar a la mujer de la cual escapó por sentirse
presionado, y que del control que realizaba de la realidad a partir de sus
intelectualizaciones y demas, pueda enfrentarse a la incertidumbre de irse
de la ciudad en la que estaba comodo. Si toda eleccion implica dejar algo
de lado, elegir quedarse con el trabajo que le consiguió Lambeau
implicaba dejar a la mujer que amaba para siempre, y viceversa (podría
capaz hasta pensarse que cualquiera de las dos elecciones hubiera
implicado cierto cambio de posición, se me ocurre). ¿Quedarse con el
trabajo ponía en juego algo del deseo de Will o, contrariamente, algo del
deseo de Lambeau?
Aca también reconozco que me meto en un callejón, porque tambien
cabría la pregunta: ¿Deseo de Will de ir tras su mujer, o deseo de Sean de
ir tras su mujer?
Mensaje de Yanina » 13 de octubre de
2016 » yaninavallelanosa@hotmail.com

Un excelente trabajo que detalla grandes aportes a la clínica


psicoanalítica del increíble D.Winnicott. Trabajo que por cierto ayuda a
barrer con el mito de que la escuela inglesa, y particularmente Winnicott,
sólo sirve para analizar niños.
No coincido en algunos puntos, por un lado...En la escena en la cual Will
ataca a su mujer y Sean lo ahorca ¿Cómo interpretar la respuesta de
Sean ante Will? ¿Podemos hablar de holding ahí? Entiendo que Winnicott
cuando M. Little le rompió uno de sus jarrones más queridos, en su
momento no dijo nada, la contuvo, espero el momento justo y luego operó
¿no hubiese sido esa una mejor respuesta? ¿una menos especular
(disculpa que te cambie el marco teórico)?
Y con respecto al final, volviendo a Freud, ¿No sería el eterno retorno de
lo idéntico de alguna manera? ¿No es Will escapando una vez más?
Me encantó el trabajo! Felicitaciones!!

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