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fe esperaba porque el guerrero que gritó su consigna, -muerte a la inteligencia», eso ya había sido evidente en el apogeo del franquismo. En 1945, cuando aún do-
ante Unamuno era un cruzado que había recuperado a España para Dios. Aun- lían los recuerdos recientes de una Guerra Civil que los ganadores conmemoraban
que quizá nunca antes se había analizado tan implacablemente la consubstan- como una lucha cósmica entre Dios y antí-Dios, entre la religión y la irreligión,
cialidad del nacional-catolicismo, ésta no era un producto de la década de 1940. González Falencia había escrito sobre la Reconquista medieval corno si fuera una
Había surgido ya en el año 589''. guerra civil entre españoles de diferentes religiones**. En los treinta años siguien-
Pero, a pesar de los pesares, no era del todo convincente. Y no lo era porque tes se volvería a articular la campaña de confusión terminológica. Mientras Castro
fe la consubstancialidad era parte integral del franquismo, porque su formulación y Sánchez-Albomoz debatían la cuestión de si los judíos y moros medievales se
fe vulgarizaba sin matices a un Menéndez Pelayo (quien, basándose en el desastre merecían los pasaportes españoles concedidos a los cristianos, otros llevaban a sus
fe de 711 había deducido que los visigodos nunca habían expiado del todo su pe- últimas consecuencias la visión de González Falencia, que encontró su reductio ad
caminoso arrianismo original y que su conversión del 589 había sido perfunctoria absurdum en el libro que Ignacio Olagüe provocativamente tirulo Les Árabes riont
fe y superficial, buenos arríanos convertidos en malos católicos) que era él mismo pos jamáis envahi l'Espagne, un libro donde los hechos de 711 son poco más que
heterodoxo en relación a la idea de -la Reconquista como destino manifiesto-'1, un incidente dentro de una guerra civil más, un conflicto entre católicos y arríanos
porque a pesar de la casual adhesión a la misma idea por parte de Sánchez-Al- que duró varios siglos. En ese caso, si los árabes nunca invadieron España, y hasta
bornoz, aquel buen medievalista pero mal español (por ser republicano) de 1939, que no se «orientalizó- el sur en el siglo x no empezó a emerger nada parecido a
cuya negativa a conceder a judíos y moros el mismo papel que a los cristianos lo que conocemos como península medieval; y si además la Asturias del siglo vm
fe en el desarrollo de la civilización española, y cuya insistencia en que los hechos era un bastión del paganismo, evidentemente no se había producido ninguna con-
fe de 711 habían apartado a España de Europa, paradójicamente le habían alineado tienda en los años heroicos de la Reconquista cristiana, porque no había habido
con las doctrinas historiográficas de los empleados del régimen que tanto había reconquista cristiana, ni de ningún otro tipo».
fe aborrecidoss, por todo ello, los principios del nacional-catolicismo estaban ya Los cambios políticos experimentados en España desde 1975 han añadido
terminalmente corroídos cuando murió Franco en 1975. Y en 1979, cuando García aún más confusión a la borrosa imagen del pasado en blanco y negro, tan del
Villoslada revivió significativamente la metáfora del bautismo de España en 589, gusto de los tradicionalistas. Desde la muerte de Franco, se ha hilado fino el
el niño había desaparecido y con él las aguas de la pila bautismal. mito de la nación-estado entre las piedras de molino del regionalismo y del mo-
Después de 1975 era inevitable que se llevase la consubstancialidad a la opo- vimiento europeísta'6. En la década de 1940 y los años siguientes, Pérez de Urbel
sición. Pero el modo de repudiarla reveló que, aunque sus defensores habían y sus correligionarios explotaron al máximo el mito de la -patria Hispanie- del
concebido el nacional-catolicismo como una entidad indivisible, en un país de siglo vii, propagado por quien, según ellos, era un visionario nacionalista, Isidoro
lealtades regionales tan fuertes era posible que sus componentes fueran pere- de Sevilla. Pero hoy en día parece cada vez más trillada aquella historiografía de
ciendo independientemente, que el signo que los unía se disolviese del todo, y andar por casa de los cuarenta y los cincuenta. Aunque todavía hay algunos que
que las interpretaciones "nacionales- así como las <atólicas- de la historia medie- encuentran características propias de una relación permanente y fructífera en la
val española se cuestionaran por separado y por separado se descartaran. Todo unión entre los -Goti- e -Hispania» descrita en el De laude Spanie que introducía
la Historia de Isidoro, la opinión general más en boga la considera poco más que
un contacto esporádico, sin tener en cuenta lo que el propio Isidoro pueda haber
51. Anastasio Granados, El Cardenal Coma, primado de España, Madrid: Espasa-Calpe, 1969, tenido en mente'?. Para la generación actual, comprometida con el empeño au-
págs. 341 y ss., 385 (-La nuestra [Patria!, España, es lo que es por el Catolicismo-); José M. Sánchez, tonomista de que el término -España- es una sigla para referirse a la expoliación
The Spanish Civil War as a Religious Tragedy, Notre Dame, Ind.: University of Notre Dame Press,
-4 1987, pág. no. Sobre la -consubstancialidad-, véase Femando Urbina, -Formas de vida de la Iglesia
en España, 1939-1975-, en F. Urbina el al.. Iglesia y sociedad en España 1939-1975, Madrid: Editorial
4» Popular, 1977, esp. págs. 85 y ss. 54. Moros y cristianos, Madrid: Instituto Antonio Nebrija, 1945, pág. 88.
51. -Grandes culpas tenía que purgar la raza visigoda-: Hist. de los heterodoxos, vol. i, pág. 300. 55. Cf. Fierre Guichard, -Les Árabes ont bien envahi l'Espagne-, AESC 19 (1974), págs. 1483-1513.
Cf. vol. i, pág. 179 —el sacrificio de Recaredo de su fe amana (-si sacrificio fue y no bautismo y ;6. Véase P. Linchan, -The Toledo Forgeries, c. uso-c. 1300-, en Fálschungen im Mittelalter, vol.
regeneración-), tratado como un hecho decisivo para la -fusión- de dos -pueblos rivales-, los visigo- i, Monumenta Germaniae Histórica (MGH) Schriften 33/1 (Hanover, 1988), págs. 643-646.
dos y los españoles— y 198: -Error sería creer que las dos razas... estaban fundidas al tiempo de la 57. Véase, respectivamente, Teiller, Des Goths a la nation gothique, pág. 494: -A la fin de la Laus
catástrofe del Guadalete... La conversión de los visigodos fue demasiado súbita, demasiado oficial, Spanie, Isidore célebre la nouvelle nation, née de l'union de la gens Cothorum avec la province
digámoslo así, para que en todos fuese sincera... Todos o casi todos abandonaron de derecho y de* d'Hispania, ¡adis romaine-; y la crítica de Hittganh, Journal of Ecclesiastical History (JEH) 39 (1988),
hecho el arrianismo; pero muchos (duele decirlo) no para hacerse católicos, sino indiferentes, o a pág. ;8o. En cuanto a lo que Isidoro pudo tener en mente, véase la exégesis de Reydellet (que casi
lo menos malos católicos prácticos, odiadores de la Iglesia y de todas sus instituciones-. Para sus ni el propio Sánchez-Albornoz podía haber mejorado): -Elle est l'Espagne unique qui existait avant
opiniones sobre la Reconquista, véase más adelante, cap. 7, n. 4. la conquéte romaine et qui poursuit sa route désormais avec les Goths. La métaphore de la finacée
53. España: un enigma histórico, vol. i, págs. Z4i-247-J5z; más adelante, cap. 6, n. 75. indique clairement qu'elle donne plus qu'elle ne recoit: elle se donne- (La Rovauté dans la Httérature
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colonialista de Castilla sobre otras partes de la Península, el concepto de -historia sin embargo, incluso en el edén, con tres personajes, había más de una versión
de España- es algo más que artificial, la explicación de Pérez de Urbel del siglo debidamente avalada sobre quién tenía la culpa; ¡qué cierto era que sólo Dios lo
vil es una farsa ofensiva y la historia de Isidoro, una Historia de los godos, no sabía! Por tanto, el historiador necesita ser consciente de la medida de sus limi-
una Historia de España. taciones, especialmente si, como en el caso presente, cree ser un observador del
Del mismo modo que, según el general Franco, España era un país fácil de pasado español tan imparcial como comprometido con el presente de España. A
gobernar, hasta 1975 también la historia era un asunto fácil de comprender. Y era diferencia del historiador de Adán y Eva, los historiadores de la España medieval
así porque en la España de Franco la Historia se había acabado: era una buena ven su tema a través de muchos pares de ojos, y ninguno es suyo. Tampoco son
narración que se había acabado en 1939; la mala había empezado en 1936. La siempre tan conscientes de sí mismos como Vicente de Lafuente en la década
buena había terminado bien y la mala, mal. Eso era lo que significaba la historia de 1850, cuando reconocía candidamente el anacronismo de su descripción de la
en la España de Franco. Hace treinta años la investigación histórica era un pro- Castilla de finales del siglo xiv como un régimen liberal. Lafuente sabía perfecta-
ceso similar al de consultar un horario de trenes: todo estaba ahí, preparado de mente bien que Pedro I, por muy malo que fuera, no llegó a ser liberal. Pero -las
antemano. En 1993, sin embargo, mientras el gobierno de España —es decir, de cosas lo son por lo que son-, reflexionaba, -no por lo que se llaman-. Los obser-
Cataluña, Galicia, Asturias, Valencia, Extremadura, Andalucía, Castilla-León y el vadores de lo liberal en la España moderna también parecen habérselo creído.
resto— pone a prueba las aptitudes de los gobernantes de una y otras, el estudio Con sus miradas totalmente aclimatadas al pasado muy lejano, han preferido
de la historia española parece una misión bastante más difícil. Los niños criados aceptar el despreocupado descargo de responsabilidad de Lafuente antes que
con los libros de ilustraciones históricas de Santiago de Monte son ahora profe- perjudicarse con consideraciones de anacronismos. Y con ello han expuesto
sores universitarios cuyo trabajo sigue ofreciendo una variedad de perspectivas fielmente las actitudes de los historiadores medievales de la España medieval,
quizá más sorprendentes e instructivas que en ningún momento del pasado. cuyo relato del pasado intentaremos revisar en los próximos capítulos. ¿Para qué
Privados ya de las certezas de la infancia, los estudiosos de la España medieval sirve la historia, después de todo'??
lidian con las fuentes de su tema, escasas y poco atractivas, sin la ayuda de un Por tanto, lo intente como lo intente, el historiador de la España medieval no
léxico histórico común ni un marco conceptual reconocido por todos dentro del podrá ver las -cosas-, y tampoco podrá contarlas o decir cómo fueron realmente
cual mantener el debate. La moneda de cambio hermenéutica está sobrevalorada o cómo se creía entonces que eran o que habían sido (salvo excepciones, y aun
y no inspira confianza. El proceso en su totalidad se parece cada vez más a una así no lo sabrá). Esos ojos de los siglos vn y xin eran los ojos de los observadores
rama de la filosofía lingüística: «dime cómo estás buscando y te diré lo que estás que, aparte de la miopía contemporánea que pudieran padecer, tenían la incom-
buscando-, podría preguntarle un profesional a otro. «En el sentido de una pre- parable ventaja de no saber lo que los estudiosos posteriores del tema conside-
gunta encontramos el método para responderla-, podría contestar brillantemente rarían como sus limitaciones y horizontes limitados. «Antes de poder atribuirle un
el otro, si también conociera a Wittgenstein'8. éxito o un fracaso a cualquier iniciativa, debemos cerciorarnos del objetivo que
La experiencia del reajuste tiene su coste. Es probable que la mayoría de los nos proponemos-. La práctica sugerencia del cardenal Newman para medir con
estudiantes universitarios se sientan desorientados si sus bibliotecas han renova- el mismo rasero a los habitantes de la Península medieval y a los historiadores
do sus fondos por última vez en la época de Freeman y Stubbs y ahora entran en de los noventa. Afortunadamente para ellos, los primeros viajaban más ligeros
contacto con la obra de Richardson y Sayles. Pero, como aseguran los filósofos entonces de lo que lo hacen los historiadores ahora. Qué suerte la del español (si
lingüísticos, también puede ser saludable. La actual reinterpretación de la historia es que lo era) que sólo tuvo que soportar los calores, cargas, terrores y disentería
medieval española es tan sólo el ejemplo más reciente de un proceso que se seculares, y que se ahorró el cuestionamiento constante sobre sus motivos y su
pretende estudiar en este libro, entre otros objetivos, demostrando que cuando mentalité, y que pudo perseguir el -objetivo que se había propuesto- sin que lo
esa historia todavía era moderna, era una industria tan floreciente como lo ha acosaran constantemente francotiradores wittgensteinianos deseosos de explicar-
sido en cualquier momento posterior. La reinterpretación del pasado es casi la le qué era lo que estaba haciendo.
profesión más antigua del mundo, y distinguir la reinterpretación de la distorsión Aun así, en algún sitio tiene que empezar la explicación de la labor que se
deliberada es el problema más molesto con el que se enfrenta el historiador. Las tardó en completar casi ochocientos años (si es que se completó alguna vez). «En
pruebas pocas veces son tan inequívocas como en el capítulo 3 del Génesis; y, el sentido de una pregunta encontramos el método para responderla.- Este méto-
do para responderla empezará en el capítulo siguiente y en la década de 580.
latine de Sidone Apollinaire á Isidore de Séville, Rome: École francaise de Rome-Diffusion de Boccard,
1981, págs. 513-514). 59. -Las cosas lo son por lo que son, no por lo que se llaman-, Hisl. eclesiástica, vol. 4. P¿g.
58. Philosopbische Bermerkungen, ed. Rush Rhees, Oxford: Blackwell, 1965, pág. 17. Véase más adelante, caps, i, n. 45 y 13, n. 7.

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