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¿Existe protección legal de las mujeres víctimas de feminicidio en una relación no

convivencial ni conyugal?

Paola Cecilia CALDERÒN MARTÌNEZ

INTRODUCCIÓN:

El presente artículo tiene como objetivo determinar si las mujeres víctimas de violencia y
feminicidio en el marco de las relaciones afectivas no conyugales ni convivenciales, están
amparadas legalmente, conforme a las últimas modificaciones realizadas al artículo 108-B del
Código Penal, a través de la Ley Nº30819, publicada el 13 de julio de 2018.

En ese sentido, determinaremos si el contexto de las relaciones afectivas no conyugales ni


convivenciales en las cuales se da muerte a la mujer, se encuentra comprendido en el tipo penal
de feminicidio, tal como sucede con otros ámbitos como el de violencia familiar, hostigamiento o
acoso sexual, discriminación, entre otras.

Es de notar que la normativa penal respecto al delito de feminicidio y violencia contra la mujer,
emitida por el Estado entre los años 2015 a 2018, ha resultado ser insuficiente, por lo que el
legislador ha recurrido a modificarla en diversas ocasiones, a fin de mejorarlas progresivamente.

En este sentido, analizaremos el artículo 108-B (feminicidio), así como los artículos 121-B
(lesiones graves por violencia contra las mujeres e integrantes del grupo familiar),122.3 (lesiones
leves, en cuanto al apartado c), 122-B (agresiones en contra de las mujeres o integrantes del
grupo familiar) y 442 (maltrato) del Código Penal, los cuales tienen como común denominador
configurarse o agravarse cuando se producen en contextos propios del delito de feminicidio.

De esta manera, determinaremos si la normativa penal actual vigente cumple o no con brindar
protección y amparo legal a las mujeres agredidas, que tienen una relación de pareja no
convivencial ni conyugal con sus agresores, luego de lo cual plantearemos nuestras conclusiones
o propuestas de solución.

I. NOCIONES PRELIMINARES.
Actualmente, la violencia contra la mujer y el feminicidio se han convertido en problemas
sociales, que afectan el desarrollo social y el bienestar general de nuestro país, e involucran
a todos los estratos sociales de la población.
La violencia de género, que precede a su fase más extrema y atroz, como es el feminicidio,
no es un problema nuevo, sino que, muchas veces, no se hace de conocimiento público, ya
sea por vergüenza, por temor o porque se desconfía de las autoridades policiales, fiscales
y judiciales, quienes contribuyen a su impunidad debido a la existencia de prejuicios,
estereotipos, ignorancia, entre otros.
Hoy en día la violencia y feminicidio son grandes problemas en nuestro país ya que estos
temas no son muy públicos debito a muchas discriminaciones, donde hay personas
violentadas que callan por temor de ignorancia, insultos, etc.

Basta revisar los medios de comunicación y redes sociales para encontrar noticias como:
“Una mujer es arrojada del quinto piso de un edificio por su novio luego de una discusión “;
“Encuentran a mujer muerta en una maletera”; “Sujeto degolló a su pareja”; “Mujer fue
quemada viva por su expareja”; “Madre asesinada por su exesposo en la fiesta de
cumpleaños de su menor hijo” actos violentos y atroces que muchas veces son ocasionadas
por celos, machismo, discriminación, etc.
Hoy en la actualidad hay muchos casos de feminicidios ocasionados por el hombre, ya que
algunos son machistas, celosos, etc.

Como consecuencia de ello, y en razón del incremento de los asesinatos perpetrados a


causa de la violencia de género contra la mujer, el Estado peruano se ha preocupado por
incorporar y modificar de manera progresiva el delito de feminicidio.

Todo lo que pasa hoy en día contra la violencia de la mujer, es muy preocupante, ya que el
Estado Peruano debe ser algo para disminuir los casos de violencia a la mujer y así ellas
puedan vivir en paz.

Este ilícito fue incorporado por la Ley N.º 29819, del 27 de diciembre de 2011, que lo tipificó
como parte del delito de parricidio, en el artículo 107 del Código Penal. Posteriormente,
dicha ley se derogó por la Ley N.º 30068, del 18 de julio del 2013, la cual, a su vez, incorporó
el artículo 108-B al Código Penal, que señalaba la circunstancia de la comisión delictiva del
feminicidio, imponiendo penas entre quince a veinticinco años y cadena perpetua en caso
que concurra dos o más circunstancias agravantes.
Más recientemente, el Estado ha venido modificando progresivamente el articulo 108-B del
Código Penal, a través de diversos dispositivos legales: la Ley N.º 30323 del 7 de mayo de
2015, el Decreto Legislativo N.º 1323 del 6 de enero de 2017, y la Ley N.º 30819 del 13 de
julio de 2018; además de ello, la Corte Suprema emitió, en el año 2017, el Acuerdo Plenario
N.º 001-2016-CJ-116, arribado en el marco del X Pleno Jurisdiccional de las Salas Penales
Permanentes y Transitorias.
Sin embargo, al observar la realidad actual de la violencia contra la mujer y el feminicidio,
advertimos que, en el interior de las relaciones de carácter sentimental no convivenciales ni
conyugales, muchas veces las mujeres son victimas de feminicidio, tentativa de feminicidio,
violencia física o psicológica, agresiones, lesiones o maltrato.
En nuestro país la violencia contra la mujer ya son causas de carácter sentimental no
convivenciales ni conyugales, y a la ves son victimas de feminicidio a través de todo tipo de
violencia provocados por el hombre.
En ese sentido, nos preguntamos: ¿actualmente, en nuestro ordenamiento jurídico, existe
protección legal a favor de las mujeres que son víctimas de feminicidio y violencia contra la
mujer, en el marco de las relaciones afectivas no conyugales ni convivenciales?
Para responder esta interrogante, se hace necesario analizar la normativa existente en
materia de feminicidio y violencia contra la mujer, a fin de determinar si las relaciones
afectivas no conyugales ni convivenciales están comprendidas en los contextos del tipo
penal del feminicidio, a los que también se remiten los tipos penales de lesiones, agresiones
y maltrato contra la mujer; tipos penales recientemente modificados por la citada Ley N.º
30819.
En la actualidad existen leyes que amparan a la mujer contra la violencia de la mujer y el
feminicidio.
II. ANÀLISIS DE LA NORMATIVA VIGENTE CONTRA EL FEMINICIDIO.

En los últimos años se han emitido una serie de normas que buscan combatir el delito de
feminicidio, así como la violencia contra la mujer y los integrantes del grupo familiar. Sin
embargo, corresponde analizar si esta normativa protege a las mujeres en el contexto de
relaciones afectivas no conyugales ni convivenciales.

Hay normas que protegen a la mujer, pero no en relaciones afectivas no conyugales ni


convivenciales, ya que hoy en día están siendo analizadas para proteger a la mujer.

1. La Ley N.º 30364, Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las
mujeres y los integrantes de un grupo familiar.

Fue publicada en el diario oficial El Peruano el 23 de noviembre de 2015, y derogó la obsoleta


Ley N.º 26260, Ley de Protección frente a la Violencia Familiar (del 24 de diciembre de 1993).

Dentro de su contenido podemos destacar algunos rasgos importantes y novedosos que


coadyuvan a la protección en favor de las mujeres contra la violencia de género. En ese
sentido, modifica seis artículos del Código Penal (los artículos 45, 121-A, 121-B, 122, 377 Y
378), incorpora dos nuevos preceptos: los artículos 46-E y 124-B, y deroga los artículos 122-
A y 122-B, referidos a las formas agravadas del delito de lesiones. Por otro lado, modificado
el artículo 242 del Código Procesal Penal de 2004, referido a la prueba anticipada en caso de
violencia sexual.

Interesa destacar que, mediante de esta ley, se regula por primera vez el delito de lesiones
en la modalidad de violencia contra la mujer y su entorno familiar, mediante los artículos 121-
B y 122-B, de la siguiente manera:

Artículo 121-B

En los casos previstos en la primera parte del artículo 121 se aplica pena privativa de
libertad no menor de seis ni mayor de doce años cuando la víctima:
1. Es mujer y es lesionada por su condición de tal en cualquiera de los contextos
previstos en el primer párrafo del artículo 108-B.

2. Es ascendiente, descendiente, natural o adoptivo, cónyuge o conviviente del agente.

3. Depende o está subordinado

Cuando la víctima muere a consecuencia de la lesión y el agente pudo prever ese


resultado, la pena será no menor de doce ni mayor de quince años

Artículo 122

(…)

3. La pena será privativa de libertad no menor de tres ni mayor de seis años si la víctima:

(…)

c. Es mujer es lesionada por su condición de tal, en cualquiera de los contextos


previstos en el primer párrafo del artículo 108-B.
d. Es ascendiente, descendiente, natural o adoptivo, cónyuge o conviviente del agente.
e. Depende o está subordinada de cualquier forma al agente.

4. la pena privativa de libertad será no menor de ocho ni mayor de catorce años si la


victima muere como consecuencia de la lesión a que se refiere el párrafo 3 y el agente
pudo prever ese resultado.

5. El juez impone la inhabilitación correspondiente a los supuestos previstos en el párrafo


3.

Los artículos 121-B y 122 tipifican las lesiones graves y leves por violencia contra la mujer,
respectivamente. Ambos tipos penales señalan que si una mujer es lesionada por su
condición de tal en cualquiera de los contextos previstos en el primer párrafo del articulo 108-
B (delito de feminicidio) o es ascendiente, descendiente, natural o adoptivo, cónyuge o
conviviente del agente, las penas serán, en el caso de las lesiones graves, no menor de seis
ni mayor de doce años; mientras que, en el caso de las lesiones leves, la pena será no menor
de tres ni mayor de seis años.

Dicho de otro modo, la protección legal a favor de las mujeres únicamente alcanza a aquellas
que se encuentren dentro de una relación conyugal o convivencial, o una relación de poder o
discriminación; por tanto, se observa que esta norma no ha considerado proteger a las
mujeres que hallan en una relación sentimental no conyugal ni convivencial, generándose así
una desprotección legal a la víctima.
2. Decreto Legislativo N.º 1323, decreto legislativo que fortalece la lucha contra el
feminicidio, la violencia familiar y la violencia de género.

Fue publicado en el diario oficial El Peruano el 6 de enero de 2017, y establece una serie de
reformas en materia de violencia de género, violencia familiar y feminicidio.

A mediados de mayo de 2017, el Congreso decidió derogar parcialmente este decreto


legislativo, en el extremo que modificaba el literal d) de numeral 2 del articulo 46 y el artículo
323 del Código Penal, referidos a las circunstancias de “orientación sexual” e “identidad de
género” (sin embargo, hasta la fecha no se a emitido la norma derogatoria respectiva).

El Decreto Legislativo N.º 1323 creó el delito de agresiones en contra de la mujeres o


integrantes del grupo familiar (art. 122-B), castigando con pena privativa de libertad no menor
de uno ni mayor de tres años a quien infiere a las victimas lesiones corporales que requieran
menos de diez días de asistencia o descanso en cualquiera de los contextos previstos en el
primer párrafo del artículo 108-B.

Asimismo, esta normativa amplía la protección a la violencia psicológica (daño psíquico y


afectación psicológica, cognitiva o conductual), estipulada en el articulo 124-B del Código
Penal. En este precepto se señalan los niveles de daño psíquico, los cuales serán
determinados a través de un examen pericial o cualquier otro medio idóneo; y, en cuanto a la
afectación psicológica, cognitiva o conductual, se indica que esta puede ser determinada a
través de un examen pericial, sin la necesidad de someterse al examen de equivalencia que
se realiza en el caso del daño psíquico.

Cabe precisar que, a fin de facilitarse la determinación de los niveles de daño psíquico y
afectación psicológica, el Ministerio Público por Resolución de la Fiscalía de la Nación N.º
3963-2016-MP-FN, del 8 de septiembre de 2016, ha creado cuatro días que constituyen
instrumentos técnicos referenciales para los profesionales especialistas en la materia. Tales
guías son las siguientes:

 Guía de Evaluación Psicológica Forense en caso de violencia contra las mujeres y los
integrantes del grupo familiar y en otros casos de violencia
 Guía de valoración de Daño Psíquico en Personas Adultas Víctimas de Violencia
internacional.
 Guía del Procedimiento de Entrevista Única a Víctimas en el Marco de la Ley N.º 30364 para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres y los Integrantes del Grupo
Familiar y a Niños y Adolescentes Varones Víctimas de Violencia, y
 Guía Médico Legal de Valoración Integral de Lesiones Corporales.

En esa misma línea, el Decreto Legislativo Nº1323 modifica el articulo 8 de la Ley Nº30364
(Ley para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres y los integrantes del
grupo familiar), en el cual se establecen cuatro tipos de violencia contra las mujeres y los
integrantes del grupo familiar, los cuales son:

a) Violencia física. Es la acción o conducta, que causa daño a la integridad corporal o a la


salud. Se incluye el maltrato por negligencia, descuido o por privación de las necesidades
básicas, que hayan ocasionado daño físico o que puedan llegar o ocasionarlo, sin
importar el tiempo que se requiera para su recuperación.
La violencia física son actos donde ejerce la fuerza del hombre, y causa daño a la salud
de la afectada.
b) Violencia psicológica. Es la acción u omisión, tendiente a controlar o aislar a la persona
contra su voluntad, a humillarla, avergonzarla, insultarla, Estigmatizarla o estereotiparla,
sin importar el tiempo que se requiere para su recuperación.
La violencia psicológica aquí no ejerce la fuerza del hombre, si no las palabras como
insultos, humillaciones, etc. Así hiriendo su autoestima de aquella persona.
c) Violencia sexual. son acciones de naturaleza sexual que se cometen contra una
persona sin su consentimiento o bajo coacción. Incluyen actos que no involucran
penetración o contacto físico alguno. Asimismo, se considera tales la exposición a
material pornográfico y que vulneran el derecho de las personas a decidir
voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva, a través de amenazas,
coerción, uso de la fuerza o intimidación.
La violencia sexual son actos sin consentimientos de una persona como intimidaciones,
tocamientos, etc.
d) Violencia económica o patrimonial. Es la acción u omisión que se dirige a ocasionar
un menoscabo en los recursos económicos o patrimoniales de cualquier persona, a
través de:
1. La perturbación de la posesión, tenencia o propiedad de sus bienes.
2. La perdida, sustracción, destrucción, retención o apropiación indebida de objetos,
instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores y derecho
patrimoniales.
3. La limitación de los recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades o
privación de los medios indispensables para vivir una vida digna; así como la evasión
del cumplimiento de sus obligaciones alimentarias.
4. La limitación o control de sus ingresos, así como la percepción de un salario menor
por igual tarea, dentro de un mismo lugar de trabajo.

Ahora bien, el Derecho Legislativo N.º 1323 modificó también el artículo 108-B del Código
Penal, que regula el delito de feminicidio. La modificación implicó la incorporación de nuevas
agravantes, como la condición de adulta mayor de la víctima; si fue sometida a explotación
humana; si el delito se comete en presencia de las hijas o hijos de la victima o de niños, niñas
o adolescentes que se encuentren bajo su cuidado; además, se adicionó la pena de
inhabilitación, conforme al artículo 36. Con respecto, a las penas privativas de la libertad a
imponerse por delito de feminicidio, hasta aquel entonces eran desde 15 hasta 25 años en
caso de agravantes y, en el caso de dos o mas agravantes, la pena de cadena perpetua.

De igual manera, modificó los artículos 121-B y 122 de Código Penal, en caso de las lesiones
graves y leves por violencia contra la mujer e integrantes de un grupo familiar; en ambos
artículos incluyen también la inhabilitación conforme articulo 36, e incorpora agravantes como
el estado de gestación de la víctima, realizar el acto con ensañamiento o alevosía, la
utilización de cualquier tipo de arma, objeto contundente o instrumento que ponga en riesgo
la vida de la víctima, entre otras. Igualmente, se indica que, si la victima de lesiones graves
muere a consecuencia de ella, la pena será no menor de quince ni mayor de veinte años; y si
la fallecida es una victima de lesiones leves, la pena privativa de libertad será no menor de
ocho no mayor de catorce años.

Del mismo modo, se incorpora la falta de maltrato física o psicológicamente a la víctima, o la


humilla, denigra o menosprecia de modo reiterado. La pena en este caso es la de prestación
de servicio comunitario de cincuenta a ochenta jornadas, pero se agrava cuando la violencia
se da en cualquiera de los contextos de los numerales 1,2 y 3 del primer párrafo del artículo
108-B (feminicidio).

Si bien el decreto legislativo que se comenta implicó diversas modificaciones en torno a los
delitos de feminicidio, lesiones graves y violencia contra la mujer, sin embrago, como la Ley
N.º 30364, aquí también apreciamos que la protección a favor de la mujer esta destinada solo
a aquellas que se encuentran en la relaciones conyugales o de convivencia, entre otros
contextos, tal como sucede en los delitos de feminicidio, lesiones graves y leves, y faltas como
el maltrato y las agresiones contra la mujer, por tanto, deducimos nuevamente , que el
legislador no está protegiendo a las mujeres que se encuentran en un contexto de relaciones
sentimentales, en las cuales no existe un vinculo conyugal o convivencial, sino simplemente
un vínculo afectivo o sexual.

Entonces, si en este tipo de relaciones se presentan casos de violencia física o psicológica,


agresiones o, inclusive, la comisión del delito de feminicidio, ¿cuál sería el dispositivo a utilizar
a favor de las mujeres victimas afectadas o los familiares de las víctimas bajo este contexto?
Hasta el momento no existe un mecanismo legal que imponga una pena proporcional al
presunto agresor para este caso en particular.

3. El Acuerdo Plenario N.º 001-2016/CJ-116 sobre el delito de feminicidio

El pasado 17 de octubre del 2017, mediante el Acuerdo Plenario N.º 001-2016/CJ-116, la


Corte Suprema emitió el primer pronunciamiento de carácter vinculante respecto a los
aspectos típicos del delito de feminicidio.

Este acuerdo plenario señala que la violencia contra la mujer no se reduce solo al ámbito
familiar, sino que abarca una estructura social caracterizada por la discriminación, la
desigualdad y la relaciones de poder entre el hombre y mujer, por lo que político-
criminalmente la tipificación de este delito estaba justificada, de conformidad con la
Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer
de Belém do Pará y el Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer.

Asimismo, el acuerdo plenario resalta los alcances típicos del delito de feminicidio, precisando
sus aspectos objetivos y subjetivos, algo que reviste mucha importancia, ya que estos temas
carecían de claridad, lo que originaba criterios discrepantes entre los jueces y fiscales al
momento de la aplicación y valoración de los hechos imputados como feminicidio.

A continuación, señalaremos las características mas importantes, que han quedado


establecidas en el citado acuerdo plenario:

3.1. Denominación del delito

El acuerdo plenario establece que la denominación que se le brinda es la de “feminicidio”. La


denominación no ha cambiado pese a las sucesivas modificaciones típicas, al contrario, se
ha ratificado. Por otro lado, el feminicidio debe entenderse como la más extrema
manifestación de violencia contra la mujer por su condición de tal, sin embrago, es un término
aún en construcción (Falconì Picardo, 2012, pág. 31)

3.2. La autoría del delito de feminicidio se les atribuye únicamente a los hombres

La Corte Suprema ha establecido tajantemente que el sujeto activo en el delito de feminicidio


únicamente es el hombre, lo que se deriva de la estructura misma del tipo, lo cual conduce a
una fijación restringida en relación con el agente. Esto es, solo puede cometer el delito de
feminicidio, como autor, un hombre biológicamente hablando, con lo que se excluye a las
mujeres, aun cuando tengas opciones sexuales diferentes, es decir, mujeres que hayan
asumido una postura transexual o transgénero, y que físicamente tengan una apariencia
masculina.

3.3. La calidad de victima en el feminicidio únicamente se les atribuye a las mujeres

Es decir, solo pueden ser victimas del delito de feminicidio las mujeres, biológicamente
hablando, por lo que queda descartada la posibilidad de considerar como tales a las personas
que presenten una identidad sexual femenina adoptada en la sociedad, como los hombres
transexuales gais.
3.4. El bien jurídico protegido y la protección de la vida de las mujeres

El bien jurídico protegido en el delito de feminicidio es la vida humana de la mujer.

La Corte Suprema, para ratificar esta afirmación, cita la Convención de Belém do Pará, la cual
establece que toda mujer tiene derecho a que se respete su vida. Sin embargo, distinta es la
configuración del bien jurídico cuando concurren circunstancias agravantes (v.gr, cuando la
conducta feminicida se realiza contra una mujer en estado de gestación, o la victima es antes
violada sexualmente, o la conducta se realiza en presencia de menores de edad), supuestos
en los que el delito es carácter pluriofensivo.

Por otro lado, el acuerdo plenario indica que “no existen razones esenciales o sustentadas en
la naturaleza de las cosas para que se entienda que la vida del hombre o de la mujer deba
tener mayor valor y, por ende, ser más protegidas”. La Corte Suprema ha sustentado esta
posición, basándose en lo sostenido por Benavides Ortiz, quien señalaba que “los bienes
jurídicos se distinguen por el mayor o menor interés que revisten para el Estado y no por la
frecuencia estadística con que ocurre su vulneración”.

Por consiguiente, se entiende que las penas elevadas por la comisión del delito de feminicidio
no se fundamentan en que el Estado haya decidido castigar con más drasticidad a los
hombres que a las mujeres por considerarlas socialmente el “sexo débil” y fomente una mayor
protección frente a ellas, o por darle mayor valor a la vida de la mujer que a la del hombre.

Al contrario, la mayor pena se fundamentaría en la existencia de intereses jurídicos


adicionales, los cuales son transgredidos y vulnerados por el agente; en consecuencia, para
el Estado, la pena mayor que se impone en el delito de feminicidio no pretende generar la
desigualdad entre hombres y mujeres, por el contrario, la pena se fundamenta en razón a la
cantidad de intereses afectados.

3.5. El comportamiento típico del delito de feminicidio se da por acción u omisión del
sujeto activo

Como se sabe, en los tipos penales de homicidio, la conducta típica es la de matar, y el


feminicidio no es la excepción, ya que este delito es de resultado y la muerte de la mujer
puede producirse por acción u omisión del agente.

3.6. Diversidad en los medios empleados durante la comisión delictiva del feminicidio

Así como en el homicidio pueden utilizarse diversos medios para su comisión, también sucede
los mismo en el feminicidio, en el cual se pueden utilizar medios directos como armas de
fuego, cuchillos, golpes, o medios indirectos como veneno o pastillas. Asimismo, el agente
puede utilizar medios psicológicos, tal como prescribe el acuerdo plenario antes citado.

Estos medios no son invocados con frecuencia en el ámbito judicial, sin embargo, es una
característica importante que sucede en los contextos de la violencia de genero continua, que,
en el peor de los casos, desencadenan en feminicidios. En tales supuestos, se somete a la
mujer a un proceso acumulativo de tensiones, miedo, estrés, acoso, hostigamiento que podría
provocarle una parálisis facial, un derrame cerebral o un paro cardiaco, los cuales
desencadenarían en su muerte.

3.7. La casualidad e imputación objetiva en el feminicidio

El nexo causal se basa en establecer una vinculación entre la conducta del sujeto activo
(hombre) y la muerte de la mujer. El acuerdo plenario señala que, frente a esta situación, los
jueces deberán establecer con base en su experiencia y conocimientos, la causa de la muerte
de la victima de feminicidio, es decir, no solo se trata de atribuir la causa a cualquiera que
presente la condición de hombre y que se haya producido la muerte de la mujer, sino que se
debe de establecer el anexo causal, así como la imputación objetiva. Así, si la conducta del
hombre no genera un peligro a la vida de la mujer o ese peligro no produce la muerte de la
mujer, deberá descartarse la imputación objetiva en el caso concreto.

3.8. El tipo subjetivo en el delito de feminicidio

El feminicidio es un delito doloso que puede cometerse con dolo eventual o dolo directo, sin
embrago como señala el acuerdo plenario, probar el dolo en el delito de feminicidio es una
labor compleja, por lo que se debería recurrir a indicios objetivos: ciertos criterios basados en
la intensidad del ataque, el medio empelado, vulnerabilidad de la víctima, entre otros.

Lo determinante en el tipo subjetivo de feminicidio es matar a la mujer “por su condición de


tal”, sin embrago, el acuerdo plenario señala que tal frase no es más que un gesto simbólico
del legislador para determinar que está legislando sobre la razón de ser del feminicidio, ya
que lo principal radica en determinar claramente los contextos en los que se produjo la
violencia contra la mujer, que culminó en feminicidio.

3.9. Los contextos del feminicidio

En el acuerdo plenario se escriben una serie de contextos del delito de feminicidio, como la
violencia familiar, el prevalimiento, la trata de personas, entre otros. Asimismo, se precisa que
los hechos de violencia que desencadenan en la muerte de la victima no suelen ser hechos
eventuales, sino un conjunto de circunstancias precedentes que conllevan al resultado final,
por lo tanto, son hechos continuos y sucesivos que lesionan bienes jurídicos adicionales.

3.10. Los contextos del feminicidio

Con respecto a la pena en el delito de feminicidio, el Acuerdo Plenario ha establecido que se


violaría el principio de legalidad si un caso de feminicidio simple tiene una pena mayor que un
caso de feminicidio agravado. En ese sentido, busca evitar que en los casos de feminicidio
simple se sancionen con una pena de 35 años (tercio superior) y en los casos de feminicidio
agravado con una pena de 25 años (tercio inferior), pues se terminaría poniendo una pena
menos grave para la modalidad simple. Por ello, ha precisado que la pena máxima del delito
de feminicidio simple es de 25 años de pena privativa de libertad.

Por otro lado, el acuerdo plenario prohíbe el concurso de móviles en el delito de feminicidio,
llegando a establecer que el móvil es matar a la víctima por su condición de mujer y no es
posible considerar un móvil de ferocidad, de codicia, de lucro o placer, propios del asesinato
(artículo 108 del CP).

Por todo lo dicho, consideramos que este acuerdo plenario tiene virtud de coadyuvar a que
los operadores jurídicos adopten criterios jurisprudenciales uniformes, evitando argumentos
o criterios antojadizos sobre la naturaleza y la estructura del tipo penal de feminicidio.

Asimismo, se reconoce que, en nuestro país, la violencia contra la mujer y los casos de
feminicidio no son sucesos aislados, sino producto de una convivencia social en la que se
presentan relaciones de desigualdad entre hombres y mujeres, así como discriminación y
abuso de poder.

Sin embargo, somos de la opinión de que el acuerdo plenario presenta algunos puntos débiles
con respecto a los contextos del feminicidio, ya que solo se centra en señalar que el escenario
más recurrente en los casos de feminicidio es el campo de la violencia familiar. Así, distingue
dos niveles: el de la violencia familiar, indicando que, para efectos típicos, el primero está
comprendido dentro del segundo, dando a entender que ambos niveles son dependientes
entre sí.

Discrepamos totalmente de este fundamento, pues consideramos que ambos niveles son
completamente independientes, por que existen mujeres que sufren de violencia de genero o
han sido víctimas de feminicidio por parte de sus parejas sentimentales (enamorados o
novios) sin encontrarse dentro de un contexto familiar o convivencial. Al respecto, nos
preguntamos: ¿qué sucedería si una mujer fuese asesinada a manos de su pareja o expareja
sentimental fuera de un contexto familiar?, ¿se configuraría un delito de feminicidio u otro
delito?
Consideramos que el acuerdo plenario no toma en cuenta el contexto referido a las relaciones
afectivas para la configuración típica del feminicidio, lo que provoca un vacío y una grave
desprotección de la mujer que se encuentra bajo ese contexto. Pues, si bien la mayoría de
feminicidios que son investigados por el Ministerio Público se dan en el contexto de violencia
familiar, no obstante, como hemos examinado, no solo suceden en el ámbito doméstico, sino
también en las relaciones de pareja, especialmente, cuando son conflictivas, tóxicas, o existe
dependencia emocional o un controlador y una sumisa.

Como dato adicional a lo dicho, cabe anotar que el 68.2% de las mujeres peruanas solteras
confesó haber sido victima de violencia de género durante el año 2016, según cifras de la
Encuesta Demográfica y de la salud Familiar (Endes); mujeres que solo se hallaban en una
relación de pareja, sin ningún vínculo matrimonial o convivencial.

III. LA LEY N.º. 30819 (LEY QUE MODIFICA ALGUNOS ARTÌCULOS DEL CÓDIGO
PENAL Y DEL CÓDIGO DE LOS NIÑOS Y ADOLECENTES)

Fue publicada en el diario oficial El Peruano el 13 de julio de 2018; es una ley que modifica
siete artículos del Código Penal, con la finalidad de ampliar la protección penal para los casos
de violencia contra las mujeres e integrantes del grupo familiar. Los artículos modificados
son los siguientes: 108-B (feminicidio), 121 (lesiones graves), 121-B (lesiones graves por
violencia contra las mujeres e integrantes de un grupo familiar), 122 (lesiones leves), 122-B
(agresiones en contra de la mujeres o integrantes del grupo familiar), 441 (lesiones dolosas
y lesión culposa) y 442 (maltrato).

En cuanto al delito de femicidio, se establece como agravantes, “si, en el momento de


cometerse el delito, estuviera presente cualquier niña, niño o adolescente”, y “si el agente
actúa en estado de ebriedad, con presencia de alcohol en la sangre en proporción mayor de
0.25 gramos-litro, o bajo efecto de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas
o sintéticas”. Asimismo, se aumentaron las penas privativas de libertad: la del tipo básico
pasó de no menor de quince a no menor de veinte años de pena privativa de libertad es no
menor de treinta años, pero si concurriesen dos o más agravantes la pena es de cadena
perpetua.

Esta Ley destaca porque establece que, en los procesos penales por violencia contra la
mujer, también se debe definir la suspensión o extinción de la patria potestad, evitándose así
que las partes instauren procesos judiciales adicionales.

Asimismo, esta ley considera lesiones graves a las que requieran 20 o más días de asistencia
y descanso (anteriormente, la norma exigía 30 días). Por otro lado, en los delitos de lesiones
y en la falta de maltrato, se ha incluido como agravante el hecho de que la víctima sea
cónyuge, excónyuge, conviviente, exconviviente del agente o una persona con la que ha
procreado hijos es común.
IV. SÍNTESIS DE LA NORMATIVA ACTUAL

Luego de haber revisado la normativa penal vigente en materia de violencia contra la mujer
y el feminicidio, apreciamos que, pese a los cambios establecidos, la protección a la mujer
solo alcanza a aquellas que integran relaciones conyugales, convivenciales o del ámbito
familiar, pues la referida normativa únicamente se refiere a las víctimas que son cónyuges o
convivientes del agente, sometidas a él por relaciones de poder, o que son víctimas de
discriminación, hostigamiento o acoso sexual.

Las relaciones conyugales son aquellas que están conformadas por dos personas que han
contraído matrimonio ante la ley, mientras que las relaciones de convivencia, son aquellas
en las cuales dos personas comparten una coexistencia física en un determinado espacio,
realizando una vida común. Por otro lado, las relaciones no conyugales ni convivenciales son
las relaciones afectivas de pareja en las que no existe un vínculo conyugal o convivencial,
sino simplemente un vínculo afectivo o sexual.

Pues bien, el acuerdo plenario antes citado ha señalado que la violencia contra la mujer no
se reduce solo al ámbito familiar, sino que abarcaría a la estructura social, caracterizada por
la discriminación, la desigualdad y las relaciones de poder entre el hombre y mujer; sin
embargo, la normativa actual no protege legalmente a las mujeres que son victimas de
violencia y feminicidio en el interior de las relaciones no conyugales ni convivenciales, en
vista de que las relaciones afectivas no han sido consideradas como un contexto típico de
aquellas conductas ilícitas.

¿Qué sucedería si, al interior de estas relaciones, se presentan lesiones graves o leves,
agresiones o feminicidio?, ¿cómo se tipificarían estas conductas si nuestro ordenamiento
jurídico no las incluye en los tipos penales? Sin duda, existe un vacío legal en la lucha contra
la violencia de la que son victimas las mujeres, el cual debe ser resuelto.

V. ALGUNAS CONSIDERACIONES PARA INCORPORAR LAS RELACIONES


AFECTIVAS COMO CONTEXTO DEL FEMINICIDIO

Nos referimos como relaciones no conyugales ni convivenciales a las relaciones afectivas,


sentimentales o amorosas. Estas relaciones son frecuentes en todas las sociedades del
mundo. Algunas están destinadas a consolidar en una convivencia o en un matrimonio con
proyección a formar una familia o a disfrutar de la vida en pareja. Otras son temporales y se
disuelven en el tiempo por razones estrictamente personales.

Sin embargo, puede suceder que estas relaciones sentimentales (no conyugales ni
convivenciales) se tornen destructivas, conflictivas, tormentosas o tóxicas, y generen
manipulación emocional, chantajes, agresiones verbales o físicas, etc., entre ambos
integrantes de la relación.

Asimismo, en este tipo de relaciones, sus integrantes (varón y mujer) adoptan un rol de
género distorsionado e influenciado por los patrones culturales impuestos y aprendidos en la
sociedad, escenario en el cual los hombres ostentan la posición de dominio frente a la mujer,
mientras que esta tiene una postura de subordinación y sumisión. En la mayoría de los casos,
todo ello genera un circulo vicioso de violencia que puede culminar en un feminicidio.

Cabe precisar, al respecto, que en nuestra realidad ya se han dado asesinatos de mujeres
por parte de sus parejas en el marco de las relaciones afectivas no conyugales ni
convivenciales; sin embargo, tales crímenes no han sido tipificados como feminicidio, sino
que han sido subsumidos en otros tipos penales, lo cual, como hemos señalado, evidencia
la desprotección legal de las mujeres que mantienen este tipo de relaciones, así como un
vacío legal perjudicial.

Empero, consideramos viable la incorporación de las relaciones afectivas no conyugales ni


convivenciales como contexto del tipo penal de feminicidio, por las consideraciones que, a
continuación, precisaremos.

1. Los contextos regulaos en el delito de feminicidio

El delito de feminicidio (artículo 108-B) comprende cuatro contextos:

a) Violencia familiar

Es uno de los contextos mas frecuentes en los casos de feminicidio, es decir, la violencia
familiar, física o psicológica, es ejercida por algunos miembros de la familia, en este caso,
por el cónyuge o conviviente, que agrede constantemente a la mujer, a sus hijos o a otros
familiares. También se le conoce como violencia doméstica, pues se produce en el seno
de un hogar, en el terreno de la convivencia familiar, por parte de uno de los miembros
contra otro u otros (Castillo Aparicio, 2014, págs. 54-55).

b) Coacción, hostigamiento y acoso sexual

Semánticamente, coacción es la fuerza o violencia que hace a alguien para obligarlo a que
diga o ejecute algo; también se define como la violencia física, psíquica o moral para
obligar a una persona a decir algo o hacer algo contra su voluntad (Zaparata Grimaldo,
2014).

El contexto de hostigamiento implica molestar a la víctima o burlarse de ella


insistentemente. Es una conducta que altera o perturba el estado de animo de la mujer,
quien sufre un ciclo constante de dichas molestias, ya sea en el plano laboral o social, lo
que le genera inestabilidad emocional por la conducta hostil del agresor; contexto en el
cual este le provoca la muerte. Definitivamente, es necesario un trabajo bastante
exhaustivo para demostrar la existencia de hostigamiento en los casos concretos.

En cuanto al contexto de acoso sexual, acosar implica perseguir o importunar a alguien


con molestias o requerimientos, mientras que el acoso sexual tendría por objeto obtener
favores sexuales de una persona cuando quien lo realiza se halla en posición de
superioridad respecto de quien lo sufre (Reátegui Sánchez, 2014, pág. 39).

Por tanto, el feminicidio en el referido contexto se manifestaría cuando entre la victima y


el agresor existe una relación de subordinación, contractual o laboral, de modo que aquella
es presionada psicológicamente para que acceda a las peticiones sexuales del agente; y
este, al no lograr su objetivo, decide acabar con la existencia de la víctima.

Al respecto, en el acuerdo plenario antes referido se ha establecido que, para mejorar el


concepto del acoso sexual, los jueces deben remitirse a los artículos 5 y 6 de la Ley N.º
27942 (Ley de prevención y sanción del hostigamiento sexual), del 27 de febrero de 2003.

c) Abuso de poder, confianza o de cualquier otra posición o relación que le confiera


autoridad al agente

Este contexto también es denominado por la Corte Suprema como de “prevalimiento”. A


nuestro parecer, es el más sistemático y elaborado, pues aquí la configuración del delito
de feminicidio es más específica y se aplicaría a casos muy particulares, en los cuales el
sujeto activo comete el ilícito en un contexto de aprovechamiento de su poder, confianza
y posición de dominio frente a la víctima, en el cual ocasiona su muerte.

Según el acuerdo plenario, tres son las consideraciones a tener cuenta para su
configuración: la posición regular del agente, en la familia, en la empresa, en la institución
del Estado, en la policía o en las Fuerzas Armadas, en la institución educativa o de salud,
en el establecimiento penitenciario; la relación de autoridad que surge de esa posición
funcional (estado de subordinación, obediencia, sujeción); y el abuso de la posición
funcional (desvió de poder) para someter, humillar, maltratar a la mujer.

d) Cualquier forma de discriminación contra la mujer, independientemente de que


exista o haya existido una relación conyugal o de convivencia con el agente

Este contexto se refiere a la discriminación de la mujer en cualquiera de sus formas. En


ese sentido, discriminar comprende el hecho de seleccionar o excluir por motivos raciales,
religiosos, políticos, etc. La norma hace la precisión que este contexto se configure
independientemente de que exista o haya existido una relación, ya sea conyugal o de
convivencia con el agresor. Ejemplo: la conducta homicida en contra de una mujer
lesbiana, que sufre de discriminación negativa, supuesto que antes era catalogado como”
crimen de odio”.
2. Violencia contra la mujer en las relaciones afectivas

La violencia de género tiene un carácter generalizado, constante y múltiple, se presenta en


distintos espacios de la vida social, por lo que requiere ser atendida desde un enfoque que
permite visibilizar las múltiples conexiones entre diferentes formas en que se presenta, vale
decir, la violencia de género se puede representar en relaciones de pareja, relaciones
familiares, relaciones sociales, entre otros tipos; sin embargo, en este punto solo nos vamos
a referir a la violencia de género que afecta a la mujer, tomando en cuenta la Convención
Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la violencia contra la Mujer, que la define
como “cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o
sufrimiento físico, sexual o psicológico, tanto en el ámbito publico como en el privado”.

La violencia contra la mujer es un tipo de violencia de género, muy frecuente en las relaciones
de pareja, sean estas conyugales o convivenciales o no. En el caso de estas últimas, ambos,
ambos miembros no comparten un espacio físico donde vivir, pues solo buscan compartir
tiempo juntos en determinados lugares de manera frecuente o esporádica, obviamente con
cierta exclusividad social ante su entorno.

Estas relaciones son bastantes frecuentes en nuestro país, sin embargo, en el interior de
algunas de ellas, pueden darse ciertos niveles de violencia contra la mujer, sea maltrato físico
o psicológico, o agresiones emocionales, como el impedimento de visitar o que la visiten a
sus amistades, prohibiciones en la forma de vestir o de maquillarse, amenazas,
manipulaciones, alto nivel de control y de dominación sobre ella, etc.

El agente suele presentarse como agresivo, misógino, celotípico e inseguro, cuya conducta
causa un grave impacto en la autoestima y el proyecto de vida de las mujeres, menoscaba
sus aspiraciones y su afirmación como seré humano.

Debe tomarse en cuneta que, en el Perú, los índices de la violencia contra la mujer son muy
altos en comparación con otros países. El departamento de Cusco se ubicó en el primer lugar
en violencia física contra la mujer por parte de su pareja, con el 61%; mientras que, entre
Lima y Callao, el 69.4% de las mujeres manifestó haber sido objeto de alguna forma de
violencia física y violencia psicológica por parte de su esposo o enamorado, En algún
momento de su vida de pareja.

En nuestro país existen casos de conocimiento publico de violencia contra la mujer en


relaciones afectivas no conyugales ni convencionales. Un caso paradigmático es el de Arlette
Contreras, quien fue agredida y violentada en el interior de un hostal por parte su enamorado,
Adriano Pozo Arias, quien le propino agresiones físicas y verbales. En este caso, nos
encontramos frente a un caso de violencia contra la mujer en el contexto de las relaciones
afectivas no conyugales ni convencionales, pues la pareja tenía una relación de enamorados,
no estaban casados ni convivían.
Por lo expuesto anteriormente, el caso de Arlette Contreras Pacheco no podría configurar
ninguna modalidad de delito de violencia contra la mujer, porque dichos ilícitos (lesiones,
agresiones y maltrato contra la mujer) regulan solamente el ámbito de la violencia familiar y
otros aspectos distintos a las relaciones afectivas no conyugales ni convivenciales, como ya
lo hemos señalado.

Así, en el caso concreto, las autoridades judiciales absolvieron al imputado, debido a que el
Ministerio Público planteó como tesis el delito de feminicidio en grado de tentativa, y no se
acreditó que el agente haya efectuado todo lo necesario para cometer dicho delito, entre otras
razones, porque las lesiones que ocasiono a la victima no eran de naturaleza mortal.

A nuestro juicio, este caso podría haber sido planteado como delito de violencia contra la
mujer en la modalidad de lesiones graves en las relaciones afectivas, sin embargo, como ya
lo hemos mencionado, tales relaciones no se encuentran reguladas en dicho tipo penal, lo
que demuestra que el Estado no protege todos los ámbitos de la violencia contra la mujer.

También pudo haberse plateado como lesiones psicológicas, pero, en ese entonces, la norma
penal que recoge dichas lesiones no estaba vigente. En el caso Arlette Contreras, los hechos
sucedieron en julio de 2015 y la Ley N.º 30364 (Ley para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra la mujer y los integrantes del grupo familiar), que regula las lesiones
psicológicas, incorporando el articulo 124-B al Código Penal data del 23 de noviembre de
2015, por lo que no resulta aplicable al caso.

En consecuencia, pese a las diversas modificaciones efectuadas, urge ampliar los contextos
del delito de feminicidio, a fin de incluir las relaciones sentimentales o afectivas, y, de esa
manera, evitar la impunidad y la arbitrariedad contra los derechos de las mujeres.

3. Feminicidio en las relaciones afectivas comunes

El feminicidio constituye una realidad social y alarmante. Según la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe, de 23 países de la región, el Perú ocupa el octavo puesto con
mayor numero de feminicidios: 116 feminicidios y 258 tentativas cometidos durante el año
2017. Los países que superan la cifra peruana son Honduras (466 feminicidios), El Salvador
(371), Argentina (254), Guatemala (211), Republica Dominicana (188), Venezuela (122) y
Bolivia (104).

Asimismo, según el registro de los Centros de Emergencia Mujer, del Ministerio de la Mujer y
Poblaciones Vulnerables, en el periodo de 2017, se han registrado 269 casos de violencia
contra la mujer, 94 feminicidios y 175 tentativas. Un dato adicional es que la mayoría de las
víctimas son mujeres jóvenes adultas entre 19 y 35 años, que representan el 91.5%, de los
cuales 72.8% eran madres. En el 85.1% de lo casos, los agresores fueron sus parejas o
exparejas.
Como podemos observar, las cifras e índices altos de tentativas y muertes por feminicidios
generan una gran alarma social, más aún si nos damos cuenta de que 9 de cada 12 mujeres
son victimas de cualquier tipo de violencia y feminicidio durante la etapa del enamoramiento
o noviazgo, es decir, cuando no existía una relación matrimonial o convivencial, sino solo una
relación afectiva común.

Por su parte, los feminicidas suelen ser personas que, a la vista, no parecen agresivos ni
muchos menos criminales, pero ocultan una personalidad violenta, misógina y celotípica,
originada posiblemente en el ámbito familiar, en el cual se educó con roles distorsionados.

CONCLUSIONES

En nuestro país la violencia contra la mujer y el delito de feminicidio son problemas


alarmantes, que el Estado peruano ha venido enfrentando con la entrada de vigor de diversas
normas legales que castigan dichas conductas.

Sin embargo, la normativa penal vigente no comprende la regulación del contexto de las
relaciones afectivas no conyugales ni convivenciales en el marco del delito de feminicidio
(articulo 108-B del Código Penal), por lo que es necesario incorporarlo, para proteger a la
mujer no solo en los ámbitos de la violencia familiar, convivencial o conyugal, sino también en
un ámbito que es tan común en la sociedad, como es el de las relaciones y exrrelaciones
afectivas no conyugales ni convivenciales, en las cuales se da con mayor recurrencia los
actos de feminicidio y de violencia contra la mujer, en la modalidad de lesiones, agresiones o
maltrato.

En efecto, las normas penales sobre feminicidio solo regulan las relaciones conyugales,
matrimoniales, de poder, entre otros contextos, mas no regulan las relaciones afectivas
comunes, aquellas en las que no hay un espacio físico compartido (convivencia) entre las
parejas, ni vinculo familiar, ni deberes y derechos conyugales (vinculo conyugal), sino solo
una relación o vínculo afectivo.

Actualmente, este tipo de relaciones afectivas comunes no están reguladas dentro de la


normativa penal del delito de feminicidio no de la ley de violencia de género, lo cual resulta
perjudicial de cara a la protección de los derechos de la mujer y a la erradicación de la
violencia de genero y el delito de feminicidio. Por tanto, consideramos que dichas relaciones
afectivas comunes deben ser agregadas como un contexto mas dentro del cual podría
configurarse el delito de feminicidio.

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