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MI VIDA EN UN

POEMA
MEMORIAS DE UN SAUCE SECO

MANUSCRITO E ILUS TRACIONES ORIGINALES POR


CARLOS BOL AÑOS ARCOS
Sobre la obra:
Sinopsis.


Mi vida en un poema es una novela literaria que constará de dos partes escritas en lírica y na-
rrativa para presentar a un personaje que mira el mundo que lo rodea en representaciones metafóri-
cas de su mente, de su espíritu y de su cuerpo. Con ello Soralc, pretenderá mostrar así, una histo-
ria que juega con sus realidades y la fantasía de su herencia ancestral, en la que se cuestionará so-
bre su propia existencia sobrepasando los límites de lo lógico y lo racional mediante diálogos filosó-
ficos, metafísicos y de conducta.
Soralc Vorgrimler hijo de Saille, ha transmigrado de cuerpo en cuerpo durante casi tres mile-
nios, pero en cada nueva vida siempre se encerró el enigma del por qué volvía a nacer. Pronto se
daría cuenta que, en la magia celta de sus antepasados estaba la clave para develar su existencia.
Él es su propio ancestro e historia, él es su presente, pasado y futuro pues, en lo más oculto de sus
recuerdos y diarios que los escribió en sus diferentes cuerpos como huella de su caminar, está tam-
bién la llave para comprender la división de sus conciencias, sus alter egos y su supuesta inmortali-
dad en la que sus anhelos se acoplarán a la teoría de la reminiscencia de Platón “Conocer es recor-
dar”

i
Notas del autor

“Somos quienes somos, somos por quienes nos forman y por quienes nos aman, somos lo que deci-
mos, lo que hacemos y lo que pretendemos, somos humanos y caminar es lo que hacemos”
Antes de sentarme a escribir este libro de lo que es el trabajo de unos cuantos
años de mi vida, me preguntaba, ¿por qué escribir? ¿Por qué dedicar horas a desli-
zar mi muñeca en la invención de líneas escritas en cursiva? Dedicar tiempo a las
palabras en un papel en vez de lo que podría hacerlo en cualquier actividad coti-
diana, pues al final del día siempre llegaba a que mi propio reflejo me conteste.
“Para dejar una huella” pero, ¿qué significa dejar una huella?
Todo ser vivo a lo largo o corto de su vida, siempre deja una huella en este
mundo físico. Ese rastro, será el legado y sólo un recuerdo de los seres que lo ama-
ron o lo despreciaron. Una evidencia de vida para unos y una declaración del cie-
rre para otros.
Hoy, no pretendo tener una verdad para ti de lo que signifique mi aseveración
anterior, porque usualmente por naturaleza, buscamos una verdad que funcione
para nuestro ser y cuando funciona, pretendemos que esa verdad sea la apropiada
para todos, pues hemos hecho de los libros y de las letras que se hayan en ellos, ve-
redictos y juicios que representen una verdad absoluta o verdades parciales en las
que nosotros como seres humanos, sólo hemos intentado dar una explicación del
mundo que nos rodea. Desde algo tan complejo como develar nuestra existencia,
hasta algo tan simple como entender una sonrisa, y es justo de eso de lo que se tra-
ta este libro.
Una historia que mediante sucesos un tanto ordinarios y otros místicos para el
personaje, pretenderá cuestionarse de todos los preceptos que se han llenado en él
como veracidades únicas para así, averiguar su propio camino en busca de esa res-
puesta que él tanto anhela.

ii
Hoy en este libro, dejar una huella será denotar las miles de palabras que pasan
por mi cabeza. Será trasladar pensamientos que muchos de ellos fueron mis re-
cuerdos y otros una herencia de saberes que se fusionan con la fantasía y la reali-
dad.
“Toma estos escritos como la intimidad de mi espíritu, de mi mente y de mi cuerpo, porque no
hay más intimidad de un ser, que conocer a una persona a través de lo que escribe. Ya que entre el
espíritu, la mente y el cuerpo, siempre habrá esa lucha de apoderarse de la realidad y es, en esa me-
dida de cómo les escuchemos, la forma correcta de cómo actuemos”

En memoria de Suri Meril Ederar y Johan Sebastian Vorgrimler, quienes insistieron que la ver-
dadera inmortalidad, se encuentra en las letras y huellas de quien escribe.

Dedicado a la idea suprasensible de Beatriz Erazo, Pepe Costales, Gloria Larenas, Mercedes
Balseca y Alicita, quienes detrás de una labor pedagógica, se ocultan con la real intención de escu-
char al ser humano y abrazarlo con todas sus fuerzas cuando lo necesita.

iii
iv
Prólogo

Hacía muchas décadas atrás, cuando mi padre me habló de un personaje en es-


pecial que había trascendido el tiempo, viviendo más vidas físicas en épocas dife-
rentes, no podía creer semejante historia sacada de cuentos fantasiosos. No es sino
hasta el día que lo conocí con mis propios ojos que, pude entender todas las inda-
gaciones y todos los libros que siempre llevábamos juntos en cada travesía por des-
cubrir algo nuevo sobre este personaje misterioso.
Mi nombre es Johan Sebastian Vorgrimler Ederar Sameel del clan Edana, hijo
de Daniel Sameel Edana de Bélgica, yo y mi padre nos dedicábamos a develar lo
que significaba la teoría de la reminiscencia de Platón, porque lo heredé de mi pa-
dre, porque mi padre lo heredó del suyo y mis antepasados lo heredaron a él, cono-
cimientos factum, eidos y axiología que me hicieron creer que esta teoría, así co-
mo otras en nuestra realidad humana, juegan con nosotros en la existencia.
Desde que tengo uso de razón, mi educación se caracterizó por un serio apren-
dizaje de la hermenéutica; lectura de textos antiguos, lenguajes ya perdidos, simbo-
lismo y representaciones de las deidades por parte de la humanidad, esto, con el
estudio de las diferentes ramas de la filosofía a través de las perspectivas de espacio
y tiempo y justo en esta, se encontraría lo que para mí el día de hoy, es una de las
pocas historias jamás contadas del saber.
El presente relato, es la semblanza de este hombre tan enigmático que lo cono-
cí con diferentes nombres, pero siempre fue la misma persona. Les presento, el fin
de una historia que pretenderá buscar su comienzo, un comienzo que se encuen-
tra en lo más oculto de sus propias memorias y las líneas de sus diarios.

v
M uchos cuentos, mitos y leyendas de distintos lugares y épocas, han sufrido

cambios a través del tiempo. Unos fueron tallados en piedra para que nunca se
pierdan, otros sólo fueron loados de persona a persona a través de la retórica, guar-
dando lo profundo, lo heroico y las más aberrantes historias de hombres y mujeres
simples, pero tan fantásticos por las situaciones a las que se enfrentaban.
Existe en lo más recóndito del bosque de Hallstatt, un canto céltico, un canto
gálico de un pasado muy antiguo y lejano de un guerrero místico, orgulloso y astu-
to. Un guerrero que no dejó que su mortalidad, impidiera su ímpetu de seguir
combatiendo y seguir conociendo.
Su apetito de poder, lo llevaría a cometer un acto impuro y lascivo contra la vi-
da misma para poder subsistir más de una vida física y cumplir su anhelo, pero lo
que no sabía era que, así como se le permitió acceder a un conocimiento que no a
muchos seres humanos se le es permitido, también esa misma razón iba a ser su
castigo.
Esta, es la leyenda de Artai, el guerrero inmortal.

vi
EPISODIO I

Memorias

Ilusión es escuchar tu melodía, más de mis lágrimas muestran nostalgia de aconte-


cimientos que no sé si han sucedido en mi pasado. Mucho de lo que soy siento
que es de otra época y otras sólo me traslado siete pasos al frente, y cuando en la
mente se encierran más dimensiones de lo que el rostro físico muestra, una historia
con muchos presentes se es ahora como se me presenta.

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1.
Memorias, agosto de 1971

El recuerdo no es tan vasto en la memoria y su rostro es nuboso al pasado. Su


lágrima llevó en él, el dolor de su alma derrumbada por un sentimiento puro que,
al pronto tiempo sería transformado por el paso del reloj.
–Mira hijo, ve a jugar, tu padre y yo hablaremos.
Mientras tanto cual niño se subía a lo más alto que podía de aquel sube y baja,
mirando a sus padres no escuchaba lo que decían, más interpretaba lo que sen-
tían.
Tus ojos querían llorar y tu cuerpo cansado de ira quería demostrar. Has cam-
biado y mucho de lo que te hicieron te cegaron. El dolor puede hacer bien como
para mal y en tu vida los sollozos de tu pasado los revivió aquel hombre como de
antaño. Esperabas más, pero él también esperó mucho más. Ambos esperaron al-
go el uno del otro, nunca se entregaron al amor, pues la costumbre fue quien los
guardó. Más el querer fue confundido con la oportunidad y la oportunidad nunca
llegó.
Formaste una familia, los seres de tu vida no vivida, pero aun así esperaste tam-
bién algo de tu vientre. Miro lo que dices y no sé si interpreto bien lo que observo.
Cuento tus palabras en mi mente y son muchas. ¿Cómo tenías todo eso guarda-
do? ¿Eres feliz? ¿Estás triste? Sí, debe serlo, pues yo quiero llorar pero no me per-
mitiré hacerlo ya que también me están mirando.
Él me llevó a acompañarlo a donde iba y cuando lo vi en esa situación, descu-
brí que él también cambiaría. Y es que me encuentro confundido, cómo es que
dos personas se unen con amor y se separan por la misma razón. No entiendo lo
que expresas y son tus sentimientos los que callas.
Fue una de las últimas oportunidades de arreglar lo que se siente –pensaba –El
amor es así de complicado? ¿Qué significa cuando se gritan te amo?
El hombre de antaño me miró y sonrió… No se dijeron más.

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2.
El muchacho de ojos verdes

–Llega a casa pronto, iremos a dar un paseo por allí.


–Descuida, no demoraré.
En el camino de tierra apresuro mi paso, en casa de mi amigo me espera su
abrazo. De un bello albar es su piel, sonrío mientras camino por su miel. ¿Qué sig-
nifica este sentimiento? ¿Y por qué un niño se siente tan feliz de ver a su amigo?
(Escúchate, hablándote como si hubiera alguien más contigo)
He llegado a su casa y la soledad me recibe sin causa. Me acerqué a su cuarto
y es él quien abre la puerta como si ya me estuviese esperando. Estremecimiento
se halla en mi cuerpo y pienso estallar en cualquier momento. Amable me invita a
tomar asiento, se halla a lado mío y me pregunta cómo estoy.
–Sabes que no me gusta estar en mi casa, me siento algo solo y no soporto cuan-
do el sujeto como espejo me habla.
Él se voltea con un rostro de interrogación y sonríe con moderación.
–Sí... te entiendo. Mis padres tampoco pasan en casa, pero pensar en ti me cal-
ma.
–¿En serio?... (Mi aspecto muestra como si en verdad hubiera querido escuchar
esas palabras)
–Pienso como si lo que siento fuera algo malo, o que tal vez sentimientos como
los que sentimos jamás debieran existir. ¿Crees que debimos existir?
Y su rostro de interrogación cambió al de irritación.
–Creo que lo que siento por ti no es malo y lo que siento me hace feliz. No
comprendo tampoco muy bien cuando mis padres se dicen te amo, pero ellos es-
tán juntos a pesar de todo. Y eso, creo que basta cuando dos personas quieren es-
tar juntas.

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Frente a mí, su presencia notaba de un éxtasis que llenaba de emoción hasta el
menor de mis poros.

El muchacho de los ojos verdes me miraba intensamente.


Más que callar era lo que precisaba mi mente.
Sentí el fulgor de sus labios en mi piel áspera.
Sentí sus suaves manos acariciar mi dermis excitada.
Yo le correspondí y mi amigo era quien me abrazaba.
Yo le correspondí y ahora mi amigo también me amaba.

El muchacho de los ojos verdes conversaba conmigo.


Era el oyente perfecto hacia mis contratiempos.
Y cuando hablaba era un perfecto deleite para mis oídos.
Una invitación a caminar era una insinuación para soñar.

Soñábamos querernos toda la vida.


Soñábamos topar el cielo sin medida.
Soñábamos convertirnos en algo útil para nuestro camino.
Soñábamos ganarnos el privilegio de vivir y el honor de morir.
Y en nuestros planes no hubo separación. “Pero que tontos niños”
Hablando como adultos cuando por adultos olvidamos lo que imaginamos.

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Mi buen amigo era el muchacho de los ojos verdes.
Él mi primer amor cual sentido de canares.
Yo su primer amor y ahora sólo un cuento de su pensamiento.
Al muchacho de los ojos verdes en ocasiones lo rememoro.
Es su corazón al que extraño y sus palabras traslado.
No lo volví a ver más en cuerpo pero es su alma la que recuerdo.

–Ven el día de mañana, papá hará de cenar –expresa el muchacho de los ojos
verdes–
–Vendré por la tarde –mi sonrisa aprobaba su invitación–

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3.
Un ocaso de lágrimas

Abrí la reja de madera, mamita me miraba.


–Si viene tu papá no te vas a ir, tu mamá no viene aún.
(No tomé importancia aquellas palabras)
En mi habitación Ánima hablaba conmigo, Ánima es un amigo que se parece a
mí y me decía que Capulí andaba un poco seco estos días.
–Está algo triste y por ello sufría –contesté–.
–¿Triste?
–Sí, triste, –volví a reafirmar–.
–¿Por qué está triste?
–Dice que escucho pero aún no entiendo, que trato de reflexionar pero todavía
no comprendo.
–Ánima contesta –Aún es demasiado pronto para comprender, él lo debería ya
saber.
–Entonces qué es lo que sucede –le respondo –Porque sé que se enoja cuando
tú no estás cerca de mí y para serte sincero, me molesta mucho que en ocasiones
no me cuentes y desaparezcas de la nada… Mamá también me regañó porque
cuando tomas tu forma niebla le asustas y cree que eres algún fantasma o algo así,
además, Capulí dice que es en mi cuerpo donde deberías estar y así poder recor-
dar.
–¿Recordar lo que todavía no entiendes?
–Con exclamación en mi rostro argumento –¡Si ves, cuando tú también hablas
de esas cosas tampoco entiendo! Y por eso Capulí está enfadado, es más, ¡ya me
cansé… si quieres quédate, iré a ver a Capulí!

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(Sin Ánima me siento vacío, es como si me faltase aire y me vuelven los pies
fríos)
–Ánima dice que aún es demasiado pronto para recordar, no sé qué cosas haya
entre ustedes dos, pero no me gusta verte triste.
Sus brazos siempre en dirección al alba, me trepo en sus hombros y me abraza
con calma.

El ocaso se acerca y lágrimas presentan.


Presentan el nuevo camino que pronto has de recorrer.
Presentan tu nueva vida que pronto has de conocer.
Soy sólo un viejo consejero amigo tuyo de otro tiempo.
Simbolizado en la naturaleza por el arquitecto.

Ánima y tú son un sólo ser, el humano sin espíritu puede perecer.


Más tu mente es especial y puedes transmutar.
Del peligro a la locura más te debes cuidar.
También protege tu corazón, que del mal y del dolor no afecte tu puro amor.
Ya será de la carne tu mayor aflicción.

El ocaso se acerca y lágrimas presentan.


No temas a lo desconocido, pero sé prudente en tu deciros.
Es Ánima quien te guiará, pero pon sensatez a lo que te dirá.
No te olvides del gran hacedor de las cosas.
Ya que por sí solas no se labran buenas obras.

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Calla a la soberbia y los pecados que la acompañan.
Conviértete en el hombre de virtudes.
Que para ello el don de la vida te ha dado.
Canta, dibuja y escribe lo recordado, que del mundo y su belleza.
Sólo hay uno por naturaleza.

Creación y ciencia son uno mismo.


Sólo los sentidos saben el camino.
Ya no te molesto más Sauce amigo.
Ya nos volveremos a encontrar mi dichoso niño confundido.

Capulí parecía más otoñal que cuando escalé en él.


–¡Hijo! Ven, vamos, dame tu mano…
Yo afirmé a su pedido, fui a casa y en mi cuarto vestimenta ya no había, salté
una pequeña ventana y con el hombre de antaño acudí a su llamado.

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4.
La voz de la mente

Ese camino de tierra y piedra lastimaban mis pies. La premura como si huyére-
mos de algún monstruo que dejáremos atrás. Era evidente la tristeza del hombre
de antaño, gotas saladas se desprendían de sus mejillas, silencio inquieto promovía
su cuerpo y a mí sus lágrimas también me hacían efecto.
–¡Deja de llorar!
–Está bien, pero… ¿Qué pasa? ¿Por qué salimos así? ¿A dónde vamos?
–Pasaremos un tiempo donde tu abuelita y quiero que seas valiente, allá habla-
remos.
En ese momento sólo confié en las palabras del hombre de antaño, que es lo
que hace un niño a la intuición del llamado de su padre.
De pronto escuché una voz.
–¡Oye!... ¿Sabes quién soy?
–¿Eh?…
Mi cabeza giró en ambas direcciones para mirar quién me hablaba.
–No lo estás imaginando, es sólo que hasta ahora me tenías un poco arrincona-
do porque Ánima siempre me apartaba cuando tú y su incómoda presencia esta-
ban juntos.
–Yo algo consternado le respondo a aquella voz –¿Estás en mi cabeza?–.
–¡Claro!... De dónde crees que sacas esas brillantes ideas para escaparte de tus
padres, o de dónde piensas que vienen las palabras tan bonitas que utilizas para
un niño de tu edad.
–Tal vez las leí en algún lado –le respondí–.
–Pero soy yo quien te las retiene, además ya estoy harto de que no me tomes en
cuenta cuando quiero ayudarte.

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–¿Qué quieres decir? –pregunté–.
–Eres un niño poco torpe –me insinuó la voz de la mente –Sin mí, tu cerebro
no funciona y sin Ánima eres vacío. Capulí tenía razón al decir que escuchas y no
entiendes, que intentas reflexionar pero no comprendes en realidad, pero para eso
estoy yo. De ahora en adelante, déjame encargarme de las decisiones que tomes,
nada más no andes divulgando que hablas conmigo porque nos pueden traer pro-
blemas.
–¿Qué clase de problemas? –pregunté de nuevo esperando que no me grite–.
–Sólo piénsalo niño, empezando de que soy tu propia mente la que te está ha-
blando, sería muy raro que la gente nos mire mientras eso sucede. Ya no me ha-
gas caso que nada de esto me debes entender bien, en todo caso mientras vayas
creciendo, iré junto a ti para la mayor parte de entendimiento.
–Por cierto... ¿En dónde está Ánima? Ya debería estar aquí.
–Mira pequeño –me respondió la voz –No podremos regresar a casa, tu padre
no quiere que hagas berrinches, él dijo que ya hablaría con nosotros, además le
prometiste ser valiente.
–¿Quién?... ah sí, te refieres a lo que nos dijo el hombre de antaño, pues sí, ya
lo creo. Pero quiero ver a Ánima, cuando se pone triste siento que me falta algo
muy grande. Ánima se preocupa cuando no regreso pronto a casa y aunque no lo
soporte a veces, esta ocasión no le dije a donde iba.
–¡Ya te dije niño! –me gritó enojado –Que tenemos que esperar a tu padre nos
explique lo que pasa, y para ser cierto, tus padres van a estar algo distanciados por
un largo tiempo.

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5.
“Valiente”

El hombre de antaño me dice valiente cuando me lastimo alguna parte de mi


cuerpo y sangro. ¿Por qué me dijo valiente si no me he lastimado nada? Claro, es-
toy llorando, pero no me he herido la piel… aunque siento algo de tristeza y no sé
por qué.
(Pese a tener varios recuerdos de mi infancia no tan agradables, haré una con-
notación precisamente a este recuerdo ya que, lo que me dijo mi padre no precisa
explicación, pero si diré que por hoy, uno siempre necesita ser más valiente de lo
que parece)
Mirando el techo.
–¡Oye! ¿Estás ahí?
147–¿Qué quieres?
–Explícame lo que quiso decir con “separados” y lo de “valiente”
–147 responde con calma –Muchas de las cosas que miras alrededor, no se tie-
nen que explicar, otras sólo requieren actuar y otras requieren las dos, por tanto,
cuando el hombre de antaño te quiso decir que él y tu… ¿mamá? Se van a sepa-
rar, quiso decir que su querer estando juntos ya no funciona y tomarán caminos di-
ferentes.
–¿O sea que ya no viviremos en la misma casa? –respondí–.
147–Pues no, supongo no.
–Ahora lo de valiente.
–147 volvió a hablar –Por el momento sólo hay un concepto el cual podrás en-
tender de buena manera, y es que; ser valiente significa que cuando te lastimen
con palabras, hagas como si no te duele. Las heridas como sabes, son cuando te
cortas o te hieres el cuerpo, pero también existen heridas que duelen en el corazón
(aun cuando las origino yo mismo por conocimiento)

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–¿Eh?...
147–No hagas caso... A lo que me refiero es que cuando te duela el pecho, ha-
gas como si no pasara nada.
–Con aceptación le contesté –Está bien, entiendo, pero te cuento algo… Cuan-
do Ánima no está, de igual manera me duele en mi interior, tampoco entiendo por
qué, la extraño y quiero ir a verla.
147–Quiero que me cuentes algo –me insinúa –¿Cómo sabes que Ánima es él
o ella?
–Yo sin saber una respuesta concreta le dije –No lo sé 147, Ánima usualmente
tiene mi forma, pero en otras me decía que era sólo el modo en que yo quería ver-
lo, pues en ocasiones tomaba su forma niebla y me acostumbré a no saber si es él
o ella.
147 mostró un silencio de aparente conocimiento, pero lo que sí me respondió,
es que sin Ánima también tendría que ser valiente.

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6.
El que me levanta en sus hombros
febrero de 1973

Últimamente el hombre de antaño no pasa en casa y cuando lo veo, está muy


triste o sólo durmiendo. Hace unas semanas casi quemo la sala de estar por error,
prendí una vela para mirar de bajo de los muebles mientras estaba limpiando, ob-
viamente no funcionó como esperaba y el hombre de antaño me castigó.
Hace unos días también me ha comprado una consola de videojuegos, creo
que para mantenerme entretenido puesto que, usualmente cuando paso solo en ca-
sa, hago muchas travesuras. El hombre de antaño me dice que soy más curioso
que los niños de mi edad y que por eso no puedo comer muchos dulces. Como
sea siempre me compro algún caramelo cuando él no está, lo malo es no detener-
me.
En la escuela mis notas no son malas, pero me cuesta llevarme con los niños, la
mayoría son como sonsos. Y por otra parte, la maestra es algo grosera cuando no
entiendo algo, por ello prefiero estar callado. Tengo un amigo, se llama Nanju y
sale conmigo a los recreos, pero en otras juega fútbol con los otros muchachos, me
invitan, no obstante escojo no hacerlo.
Voy a cumplir siete años pronto y es como hace ya más de un año que vivimos
con mi Abu. Escuché decir a una señora que le daba pena que yo anduviera solo
y que debiera estar con mi… ¿mamá? 147 dice que con quien vivo es mi padre, pe-
ro Ánima me había dicho alguna vez que él era el hombre de antaño y lo mismo
dice de la mujer que me viene a ver casi siempre, pero yo la conozco como Gera-
nios. De igual manera les sigo llamando padres a pesar de que yo los conozca de
otra forma. Y hablando de Geranios, hace ya tiempo me pidió que vaya a vivir
con ella, pero mi respuesta fue que no. Ella se entristeció mucho, lo mismo había
sucedido con el hombre de antaño, él me había pedido que me quede con él o
más bien me dijo que decidiera. Ambos pidieron que decidiera. ¿Saben qué res-
pondí?

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En mi casa había una araña muy simpática que tenía su nido en una de las es-
quinas de bajo de la cama, de vez en cuando le daba una mosca cuando podía
atrapar una. Decidí cuidarla, 147 me dijo que esos animales viven sin necesidad
de nadie.
Geranios supuso que no la, ¿quería? Y que prefería quedarme con el hombre
de antaño, a lo que el hombre de antaño de igual forma supuso que yo quería que-
darme con él. Creo que está bien que piensen lo que aparentemente yo decidí, pe-
se a que no supieran mis razones.
Habitualmente el hombre de antaño ya no viene a dormir las noches conmigo,
yo me quedo en casa al cuidado de como él los llama “familiares”. Cuando llega
la hora de acostarse, espero yo haber terminado mis tareas de la escuela antes de
dormir. Ya recostado en el silencio continuo y a la luz de la luna, suelo aprovechar
conversando con 147, y en realidad el tiempo se me pasa volando, pues de inme-
diato suele ser de madrugada.
Una de esas noches, 147 me decía que el hombre de antaño no viene a dormir
a casa porque tiene que trabajar y a continuación me explicó lo que significa traba-
jar. Yo le contesté que antes, tenía otro trabajo en el que yo le podía acompañar.
Caminábamos muchas largas horas dejando dulces en diferentes lugares y cuando
yo me cansaba, él me levantaba en sus hombros. ¡Eso era muy divertido! Podía mi-
rar el mundo desde muy alto, como cuando me trepaba en los brazos de Capulí.
También le conté que era muy frecuente que el hombre de antaño me levanté so-
bre él, como cuando aún vivíamos con Geranios.
Alguna vez hubo un concierto en un parque, creo se llama Alameda o Ejido,
no importa. En ese concierto el hombre de antaño me había vestido de un equipo
de fútbol que a él le gusta mucho, y me hubieras visto, estaba todo de blanco y con
una pañoleta en mi cabeza. Ánima también se reía de mí, pero a mí me daba más
risa un tipo que tenía su cabello como peluca, ¿o tal vez era una peluca? De cual-
quier forma, yo casi nunca caminaba cuando el hombre de antaño estaba conmi-
go, a todo lado él me llevaba en sus hombros, qué más podía pedir.

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7.
Mi amiga Paca

Estoy teniendo unos sueños algo extraños, pero al momento de despertar ya se


me ha olvidado cierta parte, sólo me parece escuchar voces conocidas…
Alguien golpea la puerta.
–¿Quién?
–Soy yo. (Esta es una satírica forma de responder siempre que uno pregunta
quién, como si uno fuera adivino. En todo caso uno responde porque asevera que
reconoce la voz)
–Ya te abro la puerta –respondí–.
–Hola enano, ¿qué haces?
–Dormía y creo que estaba teniendo pesadillas porque no podía dormir bien,
¿y tú?
–Vamos a la terraza, corre… para que me acompañes a lavar la ropa, está ha-
ciendo buen sol.
Me levanté perezosamente y comencé a vestirme en lo que ella me esperaba.
–Vamos sí…
–Déjame tiendo la cama nada más.
Tendí mi cama y al instante salimos a la terraza, en verdad hacia mucho sol.
–Tienes mucha ropa –insinué –Ella contestó que no tanta.
–Ñaña… ¿Por qué tu mami se fue?
Una pausa incómoda brotó de mí y de mi amiga Paca.
–No lo sé, tal vez por la misma razón por la que tu mamá tampoco está, pása-
me ese pantalón.
–¿Y a ti te afecta? –me preguntó–.

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–Tampoco lo sé, 147 me dice que me tome las cosas con calma y que no es na-
da del otro mundo. Le hago caso, creo.
–¿Quién es 147? –Me volvió a preguntar –Yo iba a responder, cuando 147 me
recordó que no hable de él porque las personas pensarían que estoy loco.
–Mmm…nadie, solamente es un amigo de afuera.
Mi amiga Paca me miraba con una sonrisa.
–Tu papá dijo que va a llegar el día de mañana, que hagas los deberes y que se-
as obediente con las tías.
–Sí me lo dijo y voy a prender los videojuegos, ¿quieres jugar?
–Con una sonrisa maliciosa y una ceja elevada me respondió –Pero creo que lo
guardó en el mueble de la Miche.
–Yo tengo las llaves y podremos abrir –le aseguré y ciertamente no las tenía–.
Los acontecimientos de aquella tarde fueron algo imprudentes de parte mía,
aunque algo divertidos viéndolo desde un punto de vista adulto ya que, para hacer
uso de la consola de videojuegos que estaba guardado con llaves en el armario de
mi Abu, tuve que romper la puerta; sacar el videojuego, poner la puerta en su si-
tio, aprovechar el tiempo en esa máquina y por la noche volverlo a poner en su lu-
gar como si no hubiese pasado nada.
147 me dijo desde el principio que era mala idea, como sea se dieron cuenta y
yo fui castigado.
–Ya terminé, ayúdame a colgar, yo pongo las pinzas y tú me das la ropa.
–Bueno…
Mi amiga Paca ya había terminado de lavar su ropa. Casi siempre después de
ello nos sentábamos en el suelo a recibir rayos de sol mientras conversábamos por
horas. Mi amiga Paca fue como mi hermana y mi real amiga de mi niñez al día
de hoy.

22
8.
La estrella de mar

Las situaciones que nos acontecen a lo largo de nuestras cortas y prontas vidas
como en la niñez, tienen tanta importancia como el día de hoy a nuestro carácter
y decisiones. Somos lo que somos por nuestros padres, sea por lo que ellos visuali-
zaron para nosotros o lo opuesto de ellos.
La luz me cegaba y era hora de levantarse.
–Hola papá.
–¿Cómo amaneciste?
–Soñaba que conversaba con alguien, pero no lo recuerdo muy claro.
–Está bien, vístete pronto que iremos a caminar.

147–He tratado de recordar los sueños que estamos teniendo, pero es como si
alguien más estuviera hablando dentro de nosotros y nos dijera que lo olvidemos.
Creo reconocer la voz de Ánima, pero incluso así se me hace difícil. ¿Tú que pien-
sas?
–Creo que Ánima esta triste porque no está con nosotros –le dije con un tono
algo lúgubre –Me manifestaste que tú serías mi consejero y que te molestaba que
Ánima esté conmigo, pero no apareciste sino es cuando ella ya no estaba.
147–Sí, es cierto, y por tal razón no te reprocho nada, pero estos sueños me in-
comodan un poco. Aparentemente no podemos soñar con rostros o imágenes que
no hayamos visto antes y como también soy tu memoria, debería recordarlos y no
es así. Como sea, ya le encontraré lógica explicación.
Algo confundido por las palabras que me expresó 147, traté de entender lo que
me decía, no obstante, casi no le doy tanta importancia como 147 sí lo da.
Ya en el atardecer el hombre de antaño y yo fuimos a ver a Geranios. Ella se
mostraba muy cansada y triste. Los diálogos que allí se dijeron fueron algo melan-
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cólicos para trasladarlos todos, más en mis lágrimas 147 se apagó y a la voz de Áni-
ma se apareció.

Sus manos delicadas aún, tomaron mi rostro y me acariciaron por amor.


Una estrella de mar entre sus manos, era su regalo y Geranios sonrió.
Lanudo cuerpo inerte de cinco vértices su estructura.
De vez primera veía una estrella de mar.
De vez primera lloraba por desconocido lugar.

Imaginé la arena de los cuentos de piratas y los océanos de mil aventuras.


Irónicamente hacía de mi estrella de mar, volar.
Y preguntándome a la vez, ¿si los puntos del cielo también eran del mar?
Y si el cielo era de mar, ¿por qué nosotros de aire debíamos respirar?

Junto a mi corazón la estrella de mar encontró un lugar.


Ya en casa pensaba en dónde sería su morar.
Pero en el camino al hombre de antaño su tristeza se hizo más presente.
Y deshacerme de mi estrella por la ventana por petición de su sentimiento.
Sería prueba de que el niño a su padre seguía queriendo.

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Por la noche lloré mucho porque de mi estrella no quería deshacerme.
El hombre de antaño no miró mis lágrimas.
Pero ahora lo de valiente remplazaría mis dádivas.
Porque entendí que al hacer como si no doliera que te lastimasen en el pecho.
Evita la tristeza de otro ser por derecho.

Ya en tu corazón no guardes lo que la pena te ha hecho.


Esperando que cuando crezcas, recuerdes la lección de hoy.
Y el significado real de perdonar, olvidar y caminar.

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9.
Un álbum de cromos

Solía salir de la escuela como a medio día y a las afueras de la misma, los vende-
dores hacían cotidiano sus pequeños puestos de cosas interesantes de los cuales, los
niños gastaban el dinero que bien sus padres les habían dado para comer alguna
fruta u otra golosina.
Revistas de colorear, álbumes de cromos, tazos, regalitos, limón con sal o grose-
llas. Para el niño que poseía suficiente dinero, era la dicha llevarse alguno de estos
elementos. Mientras que para el que no, los préstamos también eran posibles,
siempre y cuando al día siguiente cumplan con lo acordado, al fin y al cabo todo
niño que hacía su préstamo, no tenía para donde escapar.
–¡Vengan niños, aquí está el álbum del mes! ¡Llévenlo, llévenlo! A tan sólo 10
sucres.
Alguna vez escuché al hombre de antaño hablar sobre el robo de los sucres y
una tal corrupción, pensé que era una persona. Ya después me explicaron que es
una forma de definir cuando los gobernantes públicos son deshonestos y se roban
el dinero, (los presuntos sucres) a mi parecer, yo escuchaba por todo lado esta pala-
bra.
Miré el supuesto libro de cromos y me interesó mucho. Tenía hojas que brilla-
ban mucho, figuras bien dibujadas de aquella película que tanto me gustaba.
–Señor, deme uno por favor –me apresuré a decirle –También diez sobres y me
gustaría saber cuántos cromos se necesita para llenar por completo el álbum y cuá-
les son los premios.
–Claro sí, a ver niño… El álbum contiene trescientos espacios para llenarlos y
en la mitad, un área especial para los cromos brillantes los cuales deberás comple-
tar hasta la fecha establecida. Los cromos cuestan dos sucres, dicho esto no sé que
más te puedo decir.

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Con mi rostro algo emocionado, ¡por supuesto que lo compré de inmediato! Y
fui a casa deprisa para empezar con el empastado de los cromos.
–¿Qué haces? –mi amiga Paca miraba detrás de mi oído–.
–Compré un álbum… Mira, es de la película que nos gusta.
–¿En dónde lo compraste? Se ve llamativo.
–Lo compré en la escuela, pero creo que ya lo están vendiendo en todos lados.
Vamos a ver en la tienda si quieres.
–Mmm… sí, vamos.
Por el sector en el que nosotros vivíamos, había una tienda exclusiva en la que
podíamos comprar diferentes álbumes que se presentaban en la temporada. Mi
amiga Paca también compró el venturoso libro de pegatinas. Ya los dos pasaría-
mos un gran periodo llenándolo para ganar los premios esperados, pero lo que no
contábamos, era que tendríamos un infortunio e insatisfecho final.
–¿Cuántos te faltan a ti? –me preguntó–.
–Me faltan pocos para alcanzarte.
–Toma, yo te daré los repetidos y si te sale alguno que tú ya tengas, me lo das a
mí. (Así con mi amiga Paca teníamos un trato)
–Ven, vamos a comprar más cromos –me dijo apurada –Ya únicamente me fal-
ta uno. ¡A ver si lo encontramos!
Al llegar a la tienda de álbumes, nos llevamos algo de tristeza ya que, la señora
nos insinuó que la promoción y vigencia de los premios del álbum, habían caduca-
do el día anterior y ya no era posible reclamar nada.
Nos desilusionamos mucho la verdad. Mi ñaña ya había casi terminado su ál-
bum y a mí, pues bueno… aún me faltaba. Con nuestras caras largas fuimos a
nuestras respectivas casas a guardar aquel libro de cromos que tanto esfuerzo y ca-
riño nos demandó. Ya debajo del colchón sería su nuevo lugar y en nuestras vidas
jamás un nuevo álbum nos verían llenar.

27
10.
Una gata ploma, la mascota abandonada y una casa derrumbada

No he sabido nada de Geranios estos meses, pueda que esté muy ocupada.
–¡Niño! ¡Pon atención!
–Perdone maestra.
Mi mente divaga en muchos pensamientos, pero 147 estaba poniendo atención
en vez de mí. Pensé… debería ir al terreno a ver si está allí.
Al salir de la escuela, solía tener un medio de transporte el cual me llevaba a mi
casa. Para zafarme de que el conductor me interrogue a donde iría, le insinué que
iba a comprar algo, apenas se descuidó salí corriendo prontamente. Ya tomado el
bus correspondiente y bajarme en la parada adecuada para ir al terreno. Caminé
no más de unos quinientos metros, estaba algo emocionado, pueda que Ánima es-
té esperándome como siempre y Capulí siga habitual. 147 me habló…
–No quiero que te lleves una decepción si no hay nadie en aquella casa. Creo
que es mala idea volver.
–Cálmate si, únicamente veremos si Geranios está allí, tengo entendido que
cambió de lugar sus cosas, pero asumo que mi cuarto seguirá allí, además presien-
to que Ánima está esperándome.
147–Como quieras.
Llegué cansado en dónde algún día me enseñaron que aquel era mi hogar. Lá-
grimas empezaron a brotar de mi rostro y entendí que no debí regresar. Mi casa
estaba derrumbada, piedra y madera golpeados como por ira, astillas en mi piel y
lodo en mis zapatos. Mis ojos irritados en un instante ya no querían ver lo que mi
corazón no podía describir. Busqué a Ánima por todo el lugar y no la encontré.
Vi a Capulí, pero no quise todavía charlar con él, tenía vergüenza de que me viera
así y ahora.

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La perrita que cuidaba de nosotros estaba abandonada y había hecho una casa
improvisada en un hoyo. Se alegró mucho al verme y me abrazó, yo la abrasé tam-
bién y noté que cuidaba de unos cachorros que apenas acababa de parir. Sentí
mucha pena por ella y sus crías. No recuerdo su nombre pero a aquella perrita,
Geranios decía que se comía a las aves. Pensé en ese momento si la necesidad y
hambre era suficiente como para aceptar esas situaciones ahora y en ese momen-
to.
Caminé un poco, no paraba de llorar, Capulí me llamó y dijo:
Muchacho de los pies fríos, Sauce amigo, niño aún confundido.
No debiste volver, tu corazón tal vez se endurezca y me des la razón.
Pero aunque te conozco, esta es otra vida y apenas la estás comenzando.
Amargarte por decisiones que no fueron tuyas, no es tu camino.
Pero sí ayudar en esas penas, tu alma soporta cuantioso delirio.

Ánima ya no se encuentra aquí y no sé dónde pueda estar.


Recuperarla es lo que debes hacer.
A 147 puedes hacerle caso, pero no toda la razón es de él.
¿Qué cómo sé de 147? Te dije que te conozco.
Y 147 tuvo otro nombre en otro tiempo.
¿Eres malo para los números verdad? Descuida, que lo tuyo está en las letras.
Más no olvides que la perfección del universo se mide en números y se lee con palabras.

Ya no llores Sauce amigo.


Los humanos somos difíciles cuando de enfrentar nuestros sentimientos se trata.
Unos somos marionetas de las malas pasiones que convierten lo bueno en un vicio.
Otros somos máquinas de la mente que hace convertirnos en autómatas.

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Recuerda estas dos, porque como muchos de estos te has de encontrar.
Cómbatelos con la verdad del espíritu… Claro, Ánima está ausente, pero hasta que regrese y
la encuentres, pueda que siempre obtengas una herramienta para hacer notar lo que ella te quiere
decir al momento de la realidad.
¿Miras una casa derrumbada? Pues edifica una nueva, una que no se destruya.
¿Una criatura del arquitecto está sola? Ella morirá, pero yo la acompañaré porque soy natura-
leza. Y de esas criaturas tú sentirás tal afecto como para un hombre. Aquella gata ploma de
igual está conmigo abrazando mis ramas como tú lo hacías.

Seca esas lágrimas mi niño, sólo hoy vas a llorar y no mañana.


Porque crecimos en dónde el mañana es hoy y las mañanas siempre son buenas.
No vuelvas a mí si la pena te aflige, no quiero verte si no me pruebas quién eras y quién eres.
No vuelvas dónde el pasado ha sido malo, déjame a mi cuidar de tus raíces.
Ya vete muchacho de los pies fríos, esperaré paciente nuestro siguiente encuentro.
Ya vete muchacho de los pies fríos, ya crecerás y serás como siempre mi Sauce amigo.

Capulí me reconfortó mucho, pero la verdad, en mi pecho se había roto una


gran parte de mí. Y como 147 me dijo; hay dolores que no se sienten en la piel.

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11.
Cuando tomé prestado un bolígrafo

Por la noche no quería quedarme solo en casa, el hombre de antaño me pre-


guntó varias veces por qué tenía mis ojos llorosos. No supe y no quería responder-
le, pero tal vez al verme así, accedió llevarme consigo al edificio en donde él traba-
jaba las noches.
Hombre de antaño–Hola muchachos, ¿que tal la noche?
–Qué más va a ser compa, a trabajar rápido que me esperan en casa.
El hombre a quien el hombre de antaño se refirió, calló y una señora algo sim-
pática habló:
–¿Y ese niño calladito?
Hombre de antaño–¡Ah!, saluda hijo –yo hablé con un poco de timidez–.
–Buenas noches.
–Buenas noches mijito, eres muy guapo sabes… Te pareces mucho a tu papá.
Tiene a un niño modesto –insinuó–.
Hombre de antaño –No, no suele ser así. No quiere hablar desde temprano.
–Tal vez está con sueño, por qué no mejor lo lleva al vestíbulo.
–El hombre de antaño me miró y yo le respondí que quería quedarme un rato
más con él. Él aceptó.
Al parecer la señora tenía razón, pues al transcurrir ya más la noche, mis ojos
estaban cansados y enrojecidos. Mi cuerpo pretendía ya no responderme, el hom-
bre de antaño al verme agotado, me convenció de llevarme al vestíbulo; que era
una sala muy grande y bonita en donde yo podía dormir sin problema. Me dijo
que no haga travesuras, me trajo una manta y me arropó.

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Al amanecer tenía que ir a la escuela y la madrugada me parecía muy lenta.
Era verdad que tenía mucho sueño, pero no podía dejar de pensar en mi visita de
la tarde al terreno. (No puedo creer que aún siga habiendo lágrimas en mi rostro).
Vi cerca de mí una mesa que tenía cositas interesantes. Había marcadores de
colores, lápices de diferentes tamaños y papelitos coloridos. Ciertamente me lla-
mó mucho la atención todos los objetos que se encontraban allí. Me puse a curio-
sear y a dibujar no sé qué cosas, perdí un poco más la noción del tiempo. En mis
manos se encontraba un bolígrafo celeste y era atractivo comparado con los que
yo tenía en casa. Me pregunté si lo podía guardar para mí.
147–¿Qué haces?
–Que te importa… Yo pensé que ya no hablabas porque te callaste desde que
hablé con Capulí.
147–No entiendo como un árbol puede hablarte y me produce nostalgia escu-
charle.
–Ya olvídalo, no quiero hablar de ese tema…
147–Te pregunté qué hacías y todavía no me has contestado.
–Me lo quiero guardar para mi casa, ¿tienes algún problema? –le dije moles-
to–.
–Sólo uno, me contestó –Las cosas que están aquí no son tuyas y dudo que el
hombre de antaño permita llevarte objeto alguno.
–Por eso no dirás nada y como mi boca transmite tus pensamientos, entonces
no harás nada.
–147 se rió de mí y me refutó –¿Crees que es la única manera de hablar? No se-
as tonto niño, ya veré como cada vez que hagas algo mal te incomode mi pensar.
La mañana llegó y el hombre de antaño me estaba sosteniendo en los brazos.
Poco a poco fui despertando y en mi mochila un nuevo bolígrafo iba llevando.

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12.
El recuerdo del flaco

¿Por qué hace tanto frío? La noche es tan obscura y la luna no se asoma. ¿Por
qué siento tristeza y nostalgia? Eres un joven muy alto, me escuchas con atención
y conversamos de cosas que yo aprendo.
–¿Puedo tocar tu casete?... Ten cuidado –me responde –Yo miro con asombro
aquellos nombres.
–Meee… ta... l… ¿Qué significa este nombre?
–Significa el estilo de música que hacen y por música me refiero a los sonidos
que nacen de ellos. Ven, siéntate junto a mí –me mira a los ojos y me pregunta –
¿Sabes qué significa amor? ¿Sabes por qué las personas nos hacemos daño en nom-
bre de esa palabra?
He visto como pasas tiempo con aquel joven de ojos verdes, las conversaciones
largas con aquel árbol y contigo mismo. Sabes… eres un niño interesante. La vi-
da de tu madre, de tu tía y la mía, fueron algo complicadas. Tu madre y mi her-
mana piensan que son el centro de atención y que todos giran alrededor de los pro-
blemas de ellas, claro, yo estoy en el medio y por ser el varón creen que yo puedo
resolverles todo.
Quiero contarte uno, o dos secretos… ¿Sabes guardar secretos verdad?
Me dio mucho gusto cuando tú naciste, fue como si fueras mi propio hijo. Ya
miraba en ti algo singular, espero que cuando seas grande no te vuelvas frío como
presiento tu madre y la pata se convertirán a causa de mi decisión.
Me enamoré de una joven y quería hacer una familia con ella, pero ella fue ma-
la conmigo. Y después de tanto pesar en mi propia existencia, un golpe de amor
no siempre es bueno para el corazón. Incluso cuando la vida no ha sido tan com-
placiente con nosotros cuatro. Yo guardo la carga de mi mami, de tu madre, de la
pata y la mía. Creo que es mucho para un hombre y a mi joven edad, yo no soy
tan especial como tú que has vivido por mucho más tiempo de lo que aparentas.

33
Cuando ya no esté, no quiero que seas el guarda espalda de ellas, pero si al me-
nos un poco de conciencia para sus vidas. No se puede en el presente llorar tanto
por un pasado tormentoso, yo lo entiendo ahora. Pero para mí, ahora ya no es su-
ficiente.
No voy a estar para recordarles a esas dos cuando ya la razón no les quede en
la cabeza, hazlo por mí por favor. Hazles entender que si tienen el don de vivir,
que vivan su presente con bien, más no recordando lo que no tiene sentido recor-
dar. Sé que lo lograrás y aunque no sepa lo que sacrificarás para conseguirlo, no
te aflijas por ello, sé que eres más de lo que puedes soportar.
Tú que te das cuenta del valor de la vida humana y yo como fantasma, la gente
puede suponer que es simple esto de ver rostros diferentes todos los días. Todos da-
mos por sentado el hecho de vivir, pero todos somos ciegos a la hora de ser. Con-
fío en que tu madre y la pata no se den cuenta de eso ya en su ancianidad, porque
la vida se les habrá escapado.
Mi mamita, ella guardará en un baúl mi alma, lástima que yo no estaré allí.
No tengo nada que decirte de ella, salvo que por nosotros ella sacrificó mucho, so-
lamente… no seas grosero con mamita.
Capulí me contó que, en la bella época tú eras un ilustre conocedor de mundo,
inmediato, franco y natural. Que tu único defecto era enamorarte de la mente, pe-
ro nunca del corazón y que por ello sufrías. Pienso que, aún tienes esos atributos,
salvo que ahora ya te enamoras del corazón de las personas. ¡Qué intrigante es es-
te mundo! Y que oportuno mirarte en una nueva vida.
Quiero contarte por último mi final secreto. Yo igualmente siento y escucho las
voces que te hacen tener miedo a ti. Ten cuidado con eso, demasiada información
sobre lo que no conoces también puede hacer mal. Comprendo que cuando se es
muy sensible a las emociones humanas, así mismo se abre una puerta extra para
ese otro mundo al que tal vez yo vaya. Tu amigo Capulí es sabio al hablarte y pa-
ra este tipo de dones, únicamente tú decides si seguir o detenerlos. No tengo nada
más que expresarte pequeño, vete a seguir jugando con tu espíritu. No cuentes na-
da de esto hasta el día que puedas expresarlo bien. No te desvíes del camino y re-
cuerda que te quiero.

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Tiempo después mi tío murió en un accidente de tránsito que no diré el por-
qué, pues tal vez ya está sobre entendido y resaltarlo sería muy grosero a su memo-
ria y la de mamita.
El flaco se levantó de su propio cuerpo y sentí ese frío, pero no me asusté por-
que lo vi, él se despidió de mí moviendo su mano derecha. Yo pensé que él estaba
vivo, grité que él estaba allí. Todos me regresaron a ver como desaprobándome o
asustados... No era mentira, yo lo estaba mirando mientras el flaco se desvanecía.

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13.
Un niño llorón

Últimamente mis familiares me regañan mucho, dicen que me he vuelto más


inquieto de lo normal, hasta un primo mío me puso el sobrenombre del mismo ad-
jetivo. De igual forma dicen que soy muy llorón. Creo que tienen algo de razón,
pero no me importa ya que, muchas veces ellos son injustos conmigo, incluyendo a
Geranios y al hombre de antaño.
Me aburre ir a la escuela, allá supuestamente tengo amigos, pero no sé si decir
que me divierte estar con ellos, aun cuando variadas veces se burlen de mí porque
no hable mucho, o porque me digan tonto por pretender dar buenas respuestas a
los cuestionamientos más sencillos que suele expresar la profesora. Siendo así la
situación, prefiero quedarme con esos amigos por temor a no ser aceptado ya que
lo mismo me sucede en casa. Exceptuando que en casa, no suelo distinguir si se
ríen de mí, conmigo o de las boberías que hago por buscar aprobación.
Cuando viajo con Geranios lo disfruto mucho, ella pretende complacerme en
la mayoría de cosas. Pero siempre al final del día termina haciéndome sentir mal,
borrando todo lo bueno que hizo. Y sin más termino llorando como siempre.
Pienso que al llegar a mi hogar me sentiré diferente y en parte sí lo es. Mi amiga
Paca me levanta los ánimos, pero al abrir la puerta, sólo se halla una habitación va-
cía, el hombre de antaño ya ha salido a trabajar y lo entiendo, sólo que con enten-
der no quiera decir que esté feliz. Ni como me siento cuando estoy con Geranios,
ni como es cuando estoy con el hombre de antaño.
Conocí a un chico que es mayor a mí y parte de los niños de mi barrio son casi
de la misma edad. No es muy amable con los demás, pero conmigo no es así, dice
que soy un niño atractivo y que debería estar con la niña que me gusta, no sé có-
mo tomarlo, salvo que al parecer me halagó. Hay días que salgo con él a jugar,
aunque no hable mucho, él aparentemente gusta de mi compañía. Y sí, hay oca-
siones en las que se reúne con los demás muchachos a entretenerse con las escondi-
das, tillos u otro disparate que se nos ocurra. 147 me dijo que tendría que tener
cuidado con ese muchacho puesto que, por culpa de él, hace dos noches atrás me
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regañaron por llegar muy tarde a casa. Como era de esperarse yo lo defendí, pero
con lágrimas en mi rostro. Creo que también es algo simpático.
Mientras conversaba con 147, él me supo insinuar que cada vez que estoy con
este chico, le recuerda la sensación que daba en mí cuando miraba al muchacho
de los ojos verdes salvo que, con el muchacho de los ojos verdes, también producía
una sensación extra que era la que procedía de Ánima. Y era cierto… Mirar tan
sólo unos segundos a mi amigo, era maravilloso, un tanto de diferencia de este últi-
mo amigo de mi barrio. 147 dijo que la palabra exacta, es que me gusta, pero ob-
viamente no era la misma sensación de, ¿amor? como la que me producía el mu-
chacho de ojos verdes. Sin Ánima el amor no es completo.
Dicho esto, algo conmovido me sentí. Han sido unas semanas complicadas, mi
cabeza no deja de darle vueltas a todo lo que veo, miro, siento, recuerdo o memo-
ro. Hay varias palabras en mi mente y no sé cómo expresarlas. Algunas noches
extraño a Ánima, ella sabía cómo hacerme sentir. Desde que apareció 147, mi
mente no para de chocar pensamientos como si se tratase de millones de trenes co-
lisionando entre sí con intención. Me di cuenta que no logro sentir alguna emo-
ción que produzca en mí la verdadera sensación que debiera producir las emocio-
nes humanas, claro… por el mismo hecho de ser, ser humano sigo sintiendo, pero
sin significado alguno para mí.

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14.
Sueños del pasado
abril de 1904

Cansado de tanto darle vueltas a mis pensamientos, la madrugada sigue en la


ventana...
–En mis manos se encontraba un hermoso reloj de bolsillo fabricado por un
amigo mío, este a su vez le había hecho uno igual a un aviador, poco inusual para
la época, pero el observar el tiempo es indispensable para mí.
Veinte horas con cincuenta y tres minutos en París, los faroles muestran el es-
plendor de esta bella ciudad. El ocaso se ve al hilo de Eiffel.
Es algo tarde y es increíble que la gente siga en la algarabía de la mañana, pero
de qué me quejo, el día siempre es lleno de mercaderes y gente de pueblo que, jun-
to a la herencia romana de sus rutas comerciales, se proponen a festejar algo de ca-
pitalismo y ya que se acerca la noche, la burguesía y uno que otro amigo íntimo ha-
blaremos de positivismo e idealismo.
Soy extranjero, como muchos que vienen a esta ciudad a contemplar el creci-
miento de una nueva era, yo lo veo y me pregunto. ¿Habrá mejor época que esta?
El Luv, un apasionante lugar de cantos líricos, de charlas de física, arte y poe-
sía.
Hoy cumplo treinta y tres ya hace veintisiete años que llegué a esta cambiante
tierra y este bulevar sigue siendo hermoso, más aún bañada casi siempre por un ro-
ció que hace que la ciudad descanse como si la expansión del imperialismo no exis-
tiese. “Attendez-moi mes amis, parce que la pluie me fait un élément poétique”
La puerta con su usual aroma a canela y cafeto, hacen un vibrar a la pequeña
campana que se sitúa en su entrada dando la bienvenida a quien la atraviese.

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–Bonne nuit mi queridísimo Charl, esperaba verlo esta noche. Le tengo un vodka
que los rusos lo llaman; tournevis o destornillador para un castellano fluido, ¿o prefe-
rís tú acostumbrada amarga invención de Luzbel?
–Mais oui, mi estimado mesonero. Pero no os molestéis a vuestros hermanos ca-
tólicos por su desaprobación mal dictaminado ya que, de os gracias a Clemente
VIII el brebaje sigue cautivando a muchos y de os café Procope que disfrutamos
de este fruto en estas bellas tierras.
–Oh Monsieur Charl… ¡Un toast! Por Procope que trajo a nosotros un buen café y
Charles que llega a nosotros en su cumpleaños número treinta y tres.
La gente en su bullicio y buena alegría, interrumpieron su baile y conversas, pa-
ra gritar al unísono un, ¡salud!
–Bienvenido, bienvenido. Tomad asiento que sus honorables amigos todavía
no llegan y al parecer le tienen una sorpresa que de mis labios no diré pues traicio-
naría mi palabra.
¡Leonardo, Leonard! Servid un moca bien cargado para la mesa de nuestro
amigo y un taco de tournevis para que caliente su espíritu.
–Merci, Francesco, merci –me apresuré a decirle a mi amable mesonero, ya cortés-
mente sentarme en mi frecuente lugar junto a la ventana de vista al Sena–.
No pasó más de media hora y en la puerta el Catalán Xavier y el griego Sebas-
tián, parados allí como temerarios, par de creídos… Son mis mejores amigos des-
de que llegué a París a la edad de seis años.
Xavier se dedica al bello arte de la pintura, es muy bueno en verdad, salvo que
tiene buena competencia con los artistas apoyados por los Médici. Notando que
la última noble dama en hacerlo, fue Ana María Luisa de Médici, fallecida ya en
1743. Independientemente de ella, supongo todavía quedan algunos familiares po-
líticos que siguen apoyando al humanismo.
Sebastián es el más serio o eso parece, es de lo uno y de lo otro, casi no lo veo
puesto que trabaja diseñando unos barcos excéntricos para glamorosas que no sa-
ben en qué más gastar el dinero. La gente dice que en unos años veremos a Ingla-

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terra soltar una maravilla náutica. Qué se yo, con los pequeños problemas políti-
cos que se avecinan, dudo que sea tan maravilloso. ¿O tal vez sólo me estoy apresu-
rando a los hechos?
–Amigos míos, dichosos mis ojos que los ven
–¡Joyeux anniversaire! ¡Joyeux anniversaire! Cuentan las viejas calles, que àlle de la Ci-
té, llegó un niño impetuoso, callado, con una mirada calculadora. Que los niños
de barrio le huían porque tenía la costumbre de hablar con un fantasma. ¡Claro!
Sebastián y mi persona no le huimos pues la curiosidad nos habría de ganar…
¡Que tontos fuimos! –un bullicio en son de sonrisas se escuchó en el lugar–.
Pronto ese niño se convertiría en uno de los racionalistas más prometedores de
París por no decir a la misma Francia. Ello aquí el mismo hombre que pretende
hoy hablar de positivismo e idealismo con nosotros, aun cuando la paciencia no le
es ha sido dado como don.
–¡Para Xavier! Que los halagos no me dan –le dije algo sonrojado–.
–¡Por supuesto que no! No todos los días cumples treinta y tres, y no todos los
días ganas reconocimientos a tu tortuoso cerebro –yo reí de la irónica insinua-
ción–.
–Entonces… ¡Un toast! Por Charles y su molesto cerebro, querido amigo del
Luv y de alguien muy especial.
–¿Sa… lud?... ¿Eh? ¿Qué queréis decir con alguien especial?
Compartiese intrigantes miradas entre Xavier y Sebastián, los dos hablaron;
–Te tenemos una sorpresa, venid, venid. ¡Sebastián, tapaos los ojos de este pa-
ra que no pueda ver dónde vamos!
Golpeándome entre las esquinas de las mesas y casi tropezando, escucho la
campana de la puerta por donde entré. Un escalofrío agradable pasó por mi piel.
–¿Estás listo? –me preguntaron–.
–¿Listo para qué? ¡Quitadme rápido la venda que me estorba!

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–Uno, dos, tres… La tela de mis ojos había resbalado y frente a mí, mi viejo
maestro y amigo Saudade.

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15.
Árboles en el suelo
Un año cerca del 423 d.C. sV.

De Aradia, del Sauce y del Toro es tu vida. Probarte es tu vida, como tal del Arquitecto, el
don de nacer es tu existencia.
A tus dieciséis ya eres un hombre completo y de tu madre el valor de la naturaleza es un sincre-
tismo contigo.
De un druida tu camino debe ser guiado y ya tu esencia debe ser dada.
Aprende todo lo bueno y lo malo y que la naturaleza sea tu mayor inspiración, ya que con ella
tendrás plena armonía y cumplirás tu función terrenal.

Alguna vez los hombres compartían su espíritu con la naturaleza.


La sabiduría era parte de aquella tierra que ve nacer sus cenizas.
La gente expresaba sus palabras con amor al hombre y su entorno.
Somos de sangre y savia celta y defendemos a los nuestros.
Pero también somos árboles en el suelo y recuperamos los cuerpos.

En los siglos venideros muy lejos de este, la sociedad mirará a nuestro pueblo como una cultura
de orígenes.
Las religiones dirán que somos paganos y nos transformarán por conveniencia.
Muchos nos defenderán y otros nos condenarán.
Os digo que nosotros ya reconocemos a un sólo arquitecto y a su hija la naturaleza.
Ustedes se preocupan por los distintos nombres que les dimos a las figuras de como ella se repre-
senta.

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Os digo que todas ellas son un mismo significado porque somos árboles en el suelo.
¿Un legado de lenguajes transformados?
Nosotros defendíamos el único lenguaje que la humanidad debiera conocer. El habla del alma.
Sí, reconozco que nuestros guerreros son arrogantes, pero deben serlo ya que vivimos en un tiem-
po donde el territorio es importante para los imperios.
Y reconozco también el heroísmo con el que trabajamos nuestras victorias, ya que la tierra en
la que vivimos se ve amenazada por impuros dueños de la carne.

Árboles en el suelo somos aprendiz mío.


Somos más que cultura, más que religión, más que lenguas y símbolos.
Somos parte de una historia y un tiempo.
Somos parte de un mismo camino.

(Al día de hoy).


De progenie es mi aprendizaje más de erudición por las décadas es perdido, pe-
ro más su esencia es rescatada para uno de sus sucesores, pues la belleza de todo
siempre está en su inherencia.

43
16.
El percibir de un escalofrío

–Levántate.
147–¿Qué sucede?
–Dime que recuerdas todo lo que acabamos de ver.
147–Descuida, no creo que fue un simple sueño –147 se detuvo cortésmente pa-
ra que yo pudiera preguntar–.
–¿Qué fue todo eso? De verdad no entiendo nada. ¿Quiénes eran esas perso-
nas?
147–Yo tampoco entiendo mucho que digamos pues no es la primera vez que
sucede.
147 estaba más confundido que yo mismo, no obstante algo más fuerte que los
pensamientos de los dos, llamaron totalmente mi atención.

–¿Quién eres?
Una sombra llena de obscuridad mucho más intensa que la misma noche se en-
contraba al filo de mi ventana. Un ser muy alto con un sombrero y lo que parecía
un bastón en su mano derecha, me miraban fijamente.
Dime que también lo ves 147.
147 me habló con una voz muy baja y entrecortada –No es cierto, no es cierto,
no es cierto.
Pero entre más me lo repetía, aquella sombra más se acercaba.
147 ya no me hablaba y no sabía qué hacer. Fui dueño del miedo que me pro-
vocó y me oculté debajo de las cobijas para ya no verlo.
Hubiera querido que solamente sea mi imaginación y no fue así.

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Un escalofrío helado recorrió mi cuerpo debajo de los mismos cobertores ras-
gándome la piel de mis piernas, quería decir palabra alguna, más por ahogamien-
to sin razón, mis labios no podían pronunciar nada.
Abrí los ojos dentro de mi supuesta protección y la sombra se encontraba respi-
rando al frente de mi rostro. La descripción del horror que sentí, fue suficiente pa-
ra que yo vuelva a dormir inconsciente. Pero antes de que sucediese, él sonrió y
con una voz áspera me dijo;
–Espero que disfrutes de tu nuevo don…

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17.
Cumpleaños en mi escuela
abril de 1973

Hoy cumplo años, estoy algo emocionado supongo, de todas formas es un día
normal.
Asistí a clases como es de costumbre, aburridas también como de costumbre.
Los niños ponen atención y me interesa el modo en que lo hacen; unos recostados
entrelazados sus brazos, otros sentados en la posición de los banquillos de la iglesia
y otros jugando con alguna distracción. Mientras yo mirando al cielo por la venta-
na. La maestra dice que me distraigo y me pone a prueba con una cuestión de su
clase dada (pensará que no responderé bien). Le contesto con detalle… (Ventajas
de tener a 147 de mi lado)
Golpean la puerta y entra el conserje…
–Le buscan al niño Soralc –expresó la señora ama de llaves de la escuela–.
–¿Quién le busca? –respondió mi maestra–.
–Es la mamá, pide permiso para poder realizar el cumpleaños del niño en el au-
la junto a sus demás compañeros.
–¿La señora ya pidió autorización en rectorado?
–Parece que sí, no creo cause molestia. Déjela pasar, con lo que ha pasado, su-
ponga el niño este entusiasmado en ver a su madre.
Miré que Geranios entraba a mi aula con pastel en mano y una que otras golo-
sinas. Su sonrisa al mirarme fue lo suficientemente emotiva como para yo sonreír-
le de igual manera y abrazarla por la emoción de verla. Ella empezó junto a mi
maestra, a arreglar algunas mesas y situar los bocadillos en platos de cartón que
había traído. La torta en la mesa con su insinuante demostración de “cómeme”
llamaba tanto mi atención y obviamente la de los demás niños.

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La reunión conmovedora se celebró con risas y cantos del común “feliz cum-
pleaños” Un poco sonrojado y apenado por el llamado de atención, que podía ha-
cer más que disfrutar de la compañía de Geranios. (Notando que también me dió
gusto perder horas de clase).
Geranios fue muy dulce al sorprenderme, salvo que desde que tengo uso de ra-
zón, los asombros siempre me incomodaban. 147 dice que no me agradan las sor-
presas por el modo previsor que elijo al resolver mis problemas, que trato de tener
todas mis ideas en control, puesto que la impaciencia que tengo, es por el conflicto
de ello, por tanto, a veces tiendo a ser algo imprudente o impulsivo. De todos mo-
dos 147 guardará este recuerdo como uno especial de Geranios.

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18.
Orgullo

Hay historias que solamente yo sé, hay anécdotas únicas de mí que sólo el hom-
bre de antaño o Geranios saben. Esta es una de ellas…
En uno de los viajes que tenía con Geranios, tuve la oportunidad de visitar a la
familia de ella, por tanto, al parecer también mía. Empezaré describiendo que su
aspecto físico era muy diferente a mi semblante y en cierta parte yo de Geranios.
Altos, bien parecidos, sus ojos eran de un claro bastante llamativo, su sola presen-
cia era suficiente para denotar altivez. Geranios decía que no importaba que sea-
mos diferentes físicamente, salvo que a la familia de ella sí le importaban las dife-
rencias, como también decía que no todos sus familiares son así.
La noche llegada a casa de alguno de los parientes de Geranios, fue recibida de
buena manera, saludaban, conversaban, abrazos por aquí y por allá. Al mismo
tiempo que ella me presentaba diciendo que yo había crecido mucho, unas mira-
das incomodas me observaban fijamente. Geranios decía que tal vez no los recuer-
de, pero el caso era que sí los recordaba, aunque mi aparente sonrisa guardaba
con cierto celo mi incomodidad, una bella mujer se me acercó. Ella me miraba
con evidente desagrado mientras todos ocupados en sus haberes, me habló.
–Eres un niño recogido de la calle, mírate, no te pareces a ninguno de nosotros.
Es más, hasta pareces un gnomo. ¿Crees que tu mami te quiere? Mírala allá, no se
interesa por ti. Dicen que eres muy inteligente, bueno... tal vez por ello puedo pen-
sar que eres parte de la familia, porque ese perfil y sagacidad no lo tiene cualquie-
ra. Aun así sigues siendo un aislado niño raro.
–¡Que haces! –un hombre igualmente alto, de ojos avellanos claros, pero de piel
canela había interrumpido las ofensas de aquella mujer–.
–Nada, nada, sólo conociendo al pequeño hijo de tu prima. ¿Verdad chiquito?
La mujer me miraba burlonamente a lo que le contesté;

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–Sí, pero me gustaría decirle que mi inteligencia se debe a mi capacidad de pen-
sar, cosa que otras personas no hacen…
No sé de dónde salieron esas palabras, pero noté que 147 se estaba muriendo
de la risa.
La mujer se fue un poco molesta del lugar y me quedé con el joven que inte-
rrumpió la conversación. Lo llamaban Chicano.
–¿Te dijo algo feo? –me preguntó arrodillándose para alcanzar mi estatura–.
–Sólo algo Chicano.
–No hagas caso, esa mujer siempre es así, dime… ¿Quieres charlar conmigo?
–¿Si te cuento no me vas a mirar raro? –le dije apenado–.
–Claro, cuéntame.
–El abuelito Abraham, la última vez que vinimos, me dijo que no me avergon-
zara de quien soy. Que ellos se molestan conmigo porque soy hijo de un extranje-
ro y que además de ello, también soy heredero primogénito de una línea directa
de saberes y posesiones ancestrales por parte de la abuelita Meril, cosa que ellos
no.
No sé bien lo que signifique lo último, pero Geranios nunca me cuenta las co-
sas de mis abuelitos. Dice que son puras patrañas, no obstante, entiendo que cuan-
do se habla de posesiones, toda esta familia siempre está pendiente de ello, notan-
do lo dicho, por eso no puedo evitar sentirme un extraño cada vez que venimos y
aunque no sea frecuente, ellos seguirán comportándose así. Tal vez no le ponga
mucho cuidado y está bien porque Geranios a la final tampoco le dará importan-
cia a lo que yo sienta. Tú, esta noche le expresarás mi pensar omitiendo nuestra
conversación. Ella se sentirá orgullosa de mi supuesta audacia, se embriagarán pla-
ticando de qué cosas sepa yo y la situación quedará allí.
Chicano tenía una mirada intrigada hacia mí, así como muchos cuando podía
hablar de aquel modo, infiero pensaba; qué clase de niño se expresa de tal manera
a su edad, harto de escuchar lo mismo, me retiré a un viejo árbol que tenía un co-
lumpio en sus ramas cerca de la casa.

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19.
Memorias II: Ceniza de un volcán

Paciente esperas allí.


Cenit de la batalla de Pichincha y huésped de libertad de la real audiencia.
Sangre has visto derramar por tus tierras.
Desde el indígena que te defendía, hasta el extranjero que poseerte creía.
De guagua tus inquilinos te trataban, pero la propia gente que te conoce, sabe bien que como
ruco nadie te engaña.

Imponente como los demás en la cordillera de los andes te levantas.


Ahora el mestizo de recelo te observa, pero antes como Cúndur guachana prosperabas.
A esta comarca bajo de ti cobijas, tus páramos hicieron de tus faldas un hogar.
A tu cambiante ciudad proteges y de tus valles hicieron una fortaleza para morar.
Y así como refugio te presentas, no olvidemos que como vehemencias también austeras.

El fraile encantado, ceniza de un volcán.


Nubosidad voluble, adobe ardiente.
Contemplad los majestuosos picos que por años de erosión te han formado.
Contemplad la belleza calmada que no sea por fortuito fragor, tendréis que admirar la belleza
erosionada.

Guardas en ti a una antigua capital, de igual hermosa por su historia y su juncal.


Guardas en ti una atmósfera estacional, que del alba un verano es de sofoco, que de vísperas
los vientos a barlovento, que del ocaso un sentir otoñal y del crepúsculo un roció invernal.

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Guardas en ti la paciente espera de seguir allí.
Guardas en ti la inevitable flama que ansía surgir.
El fraile encantado, ceniza de un volcán.
Guardián de mi gente, temor complaciente.

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20.
Dos pequeños en casa de Geranios

Al pasar el tiempo, se hizo un hábito yo visitar la casa de Geranios, ella trabaja-


ba en algo que lo llamaba “tinto” que era el zumo de las uvas fermentadas por los
años y que mucha gente gusta de aquellas botellas de vino tinto. Según Geranios,
trabajar en el vino era un arte, un arte que heredé yo por supuesto, me enseñaba
el modo de sostener una copa, el movimiento perfecto de mover al tinto, el aroma
y su sabor.
Ella era capaz de definir el justo año de la cosecha del vino que estaba proban-
do, era muy buena en lo que hacía y al parecer sin el visto bueno de Geranios, esa
cosecha no podía salir a la venta. Con ella y por su trabajo empecé a viajar mu-
cho, viajes que a lo largo me causaron problemas como para mis dos hogares; la
casa de Geranios y la casa del hombre de antaño.
En las primeras visitas a su casa, noté que ella cuidaba de dos pequeños; uno
que tenía el cabello como peluca y otro que tenía sus ojos tan claros como el agua.
Me dijo que cuando viajaba siempre quedaban al cuidado de Mamita. Pregunté
quiénes eran y Geranios respondió que eran mis hermanos, pregunté qué era eso
y ella dijo que son personitas nacidas del mismo vientre del que yo nací, compren-
dí lo que me quiso decir. 147 me explicó algo de la biología para que ellos sean
mis hermanos, de la sangre y de la carne.
Hace poco interactué con pelucas, es un niño bastante callado y no hace mu-
cho aprendió a caminar, se encariñó conmigo pese a que todavía no nos conoce-
mos, me dice que tome esto o aquello, me pregunta lo que de verdad le llame la
atención, pero a veces no sé la respuesta y también tengo que preguntar a 147 y lo
que no sabe 147, pues él me incita a investigar el objeto o palabra que no sepa. El
niño de los ojos claros es un bebé apenas, llora todo el tiempo y cuando lo voy a
ver se me queda mirando fijamente, es interesante su mirada.
Creo que me emociona la idea de hermanos.

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21.
Un niño enojado

Esa misma noche Geranios había venido de viaje y yo la estaba esperando en


su casa, la espera fue larga porque contaba las horas para que apareciera. Y la es-
pera terminó, antes de que el ocaso termine, ella entró por la puerta principal, me
miró y me abrazó muy fuerte, me trajo regalos, dinero y ropa. Yo también le dije
que la extrañaba mucho, me preguntó cómo estaba, cómo estoy en clases y demás
cosas de mi casa, me pareció una conversación normal, salvo que entre murmullos
147 me decía que no de muchos detalles de mi casa. Ni idea del por qué.
Me contó una historia:
De lirios y geranios es su jardín, de verde prado es su vergel.
Vive en una casa llena de color y de dolor, pero al peinarse su cabello piensa en el amor.
Canta y baila en su diario recoger de una flor, porque tiene que llegar a casa con algo de valor.
La niña piensa en su devenir, piensa en su futuro por vivir.
¿Qué será del mundo fuera de su jardín?

De lirios y geranios es su jardín y ella la riega con agua pura para su pronta germinación,
pues esa germinación es el riego de la paciencia.
Ella vive en una casa de color y de dolor, pero al peinarse el cabello piensa en el amor.
Sonríe y ríe a conciencia, tiene que llegar a casa con más resistencia.
La niña piensa en su devenir, piensa en su futuro por vivir.
¿Qué será del mundo fuera de su jardín?

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De lirios y geranios es su jardín y ella lo cuida de la mala hierba y la mala hierba es no conta-
minarla de lo banal.
Ella vive en una casa de color y de dolor, pero al peinarse piensa en el amor.
Mira el bosque obscuro y quiere aventurarse a lo caudal, pero tiene que regresar por su valiente
moral.
La niña creció y ahora la joven piensa en su devenir, piensa en su futuro por vivir
¿Qué será del mundo fuera de su jardín?

De lirios y geranios es su jardín, aquel jardín que se abona el suelo para su buen crecimiento,
es el jardín de la praxis de buenas costumbres.
Ella vive en una casa de color y de dolor, pero al peinarse piensa en el amor.
Siente la brisa del bosque y es hora de atreverse, pero al salir descubre un mundo de razón.
La joven piensa en su devenir, piensa en su futuro por vivir
¿Qué será del mundo sin su jardín?

De lirios y geranios era su jardín, aquel jardín que brindaba su esplendor una sóla vez en pri-
mavera y se miraba gustosa en otoño.
Ella vivía en una casa de color y de dolor, pero aún sigue peinándose pensando en el amor.
Ahora vuelve a cantar y bailar porque una primavera se acerca a su pasar, una flor para su jar-
dín lo espera con afán.
La joven creció y ahora es una mujer que piensa en su acontecer, piensa su camino por suceder.
¿Qué será del mundo con una nueva flor para su jardín?

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De lirios y geranios era su jardín, un jardín guardado en lo profundo y todo lo profundo gusta
de ocultarse.
Ella regresó a vivir en la casa de color y de dolor, pero ahora ya no se peina pensando en el
amor, ahora se peina pensando en su pequeña flor.
Sonríe y ríe porque encontró quien riegue su jardín después de morir, mira con atención lo que
sucede en su interior, siente con ternura lo que surge con clamor.
La mujer se encontró y miró a su hijo como una flor, miró su devenir y pensó en el nuevo jardín
que el niño plantaría por vivir.
¿Qué sería del mundo sin un jardín?

Geranios me miraba sonriente, la historia que me contó, únicamente lo me la


narró dos o tres veces más, pueda que después ya se le haya olvidado. Al momen-
to de terminar su cuento, me dijo que iba a atender unas visitas, puesto que su jefe
y dos muchachos más habían estado en la sala de estar haciendo un poco de albo-
roto. Pensé, ¿por qué trajo visitas si sabía que yo iba a llegar? Me sentí un poco re-
sentido viendo que iba a pasar con esas personas en vez de conmigo. De cual-
quier modo que yo me opusiera, Geranios no me hizo caso y se fue. La verdad to-
da la noche pasé llorando porque Geranios estuvo riendo a carcajadas y no era yo
el causante de esa felicidad. El caso es que seguí pensando. ¿Cuál era el motivo de
haber venido si Geranios no iba a estar?

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22.
Madrugadas sin dormir

Hace poco me di cuenta que muchas de las veces cuando me dispongo a dor-
mir, realmente ya no puedo o lo contrario, duermo más de la cuenta. Usualmente
converso con 147 largas y largas horas, y cuando termino de hablar con él, tengo
unos sueños que ni para que cuento. Y si no son los sueños, pues no sé, es como
cerrar los ojos y estar consiente de mí alrededor.
En una de aquellas madrugadas:
–¿Cómo te sientes cuando vamos a la iglesia? –pregunta 147–.
–Siendo sincero nada, creo que me da más miedo ver a toda esa gente gritan-
do, que cuando vemos esas sombras. No me siento bien y no creo quiera tampoco
sentirme bien.
–El hombre teme a lo que no conoce –me aseveró 147–.
–Es verdad, pero no es temor, es el dogma, es la forma de aplicar las costum-
bres de la religiosidad a esa gente. Yo quiero que tú entiendas, que no se mes na-
da fácil tener que aceptar doctrinas impuestas, a pesar de que nosotros vivimos
también un mundo donde las realidades son tan diversas y alternas, creo que hay
universos múltiples por lo cual, sería una tontería pensar que exista una única ver-
dad para todo lo que vemos, basta con observar el cielo lleno de estrellas en la no-
che para darse cuenta. Pero si me dices, ¿temor? Sí, temor a la manipulación de
esos diálogos, la razón lógica sería, temor de la razón de esa gente, del esclavo y
del esclavista moral y pienso que, si hay un Dios no es esclavista, pero sí un Arqui-
tecto, un arquitecto que sabe armar sus planos y escoge el material riguroso para
su edificio, un arquitecto que puso los cimientos y la naturaleza continuó su traba-
jo y eso ya es mucho.
147–¡Niño que has estado leyendo! ¡Por fin una buena conversación! Pues sí
concuerdo y añadiría que así como existe la razón para la explicación de las leyes
naturales, no me es inconsecuente pensar en tu pensar, que también existan leyes

56
más amplias que engloben este universo y no sólo centradme en lo ambiguo que
es una persona, sino en el mismo mundo de nuestro alrededor. Ya veo tu desinte-
rés cuando tus tías dicen que vayas.
–No me mal entiendas, no voy por la forma de congregación que no llena
mí… ¿Alma? En ese caso, ¿dónde rayos se encontrará Ánima?… ¿En qué iba?
¡Ah, sí! Me incomoda que no sé de lo que me hablan, que traten de implantarme
preceptos que ni siquiera entiendo y que esos preceptos sean fundamentos sin ex-
plicación alguna, que me digan lo que tengo que decir cuando yo tengo algo que
hacer, además, de todos modos tengo que ir porque también van mis primos, que
aburrido ir solo.
147–Ah pues sí… ¿Sabes? El otro día también noté que a esa maestra tuya de
la escuela no le gusta que la corrijan y aún más si la corrección viene de uno de
sus estudiantes. ¿Crees que deberíamos comentar acerca de la mala forma de edu-
car?
–No lo creo, sabes cómo nos miran mal si decimos palabra alguna, o no nos to-
man en serio. Que pereza tener que lidiar con gente que no quiere escuchar. Ade-
más, como somos el objeto de payasadas en casa, es mejor mantenernos así y eso
tú mismo me lo recomendaste.
147–Nada más por un tiempo, vas creciendo y yo contigo.

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23.
Imaginación

–El hombre de antaño va a jugar futbol, nosotros también vamos a entretener-


nos en algo.
147–¿Qué quieres hacer?
–Mmm… Vamos a suponer que la tierra es un río de lava y tenemos que eva-
dir obstáculos. ¿Te parece?
147–Está bien, de acuerdo…
Un río de lava inmenso atraviesa la ciudad dividiéndola en dos, las personas co-
rren despavoridas. ¡Ahhh! Lava nos alcanza, ¡boten agua, echen tierra! Todos hui-
mos gritando y gimiendo. ¡Ayuda, ayuda! Una persona se encuentra atrapada en
esa roca. ¡Vamos a socorrerla! 147 apúrate, pero ten cuidado que el piso está ca-
liente.
–¡Tome mi mano señora, en esta parte el piso está firme!
–Mi niño, gracias por tu ayuda.
Ahora éramos tres saltando las rocas ardientes y evitando las partes de suelo
con lava. La naturaleza estaba inquieta, las aves volaban despavoridas trinando
muy fuerte como en verano, el viento soplaba tan pronto y huracanado avivando
las llamas que la lava provocaba. ¿Qué podíamos hacer más que huir del magma?
–Escucha 147, tengo una idea para impedir que siga bajando magma a la ciu-
dad. Tenemos que hacer que los edificios que bordean la ciudad, caigan y formen
una cerca.
147–¿Nosotros solos?... ¡Estás loco! Necesitamos mucha gente para lograr eso y
las máquinas y las autoridades no dejarán que caiga la ciudad.
–Pero mira a tu alrededor, de todos modos la lava se está comiendo los escom-
bros de lo que queda. No es momento de pensar en el sentido común, ¡tenemos
que salvar a las personas!

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Dejamos de saltar y encontramos un auto que nos facilitó la llegada a la alcal-
día.
Un camino lleno de baches, rocas llameantes se encontraba en la carretera, la
explosión de los faroles de las calles hacían parecer como cegadoras a la vista. Lle-
gar a la alcaldía se tornaba difícil, pero con astucia llegamos. Abrimos la puerta
principal y veíamos como los vidrios del edificio se rompían en mil pedazos.
–¡Señor alcalde! Tenemos que destruir los edificios para que el magma detenga
su llegada al centro.
–Muchacho. ¿Estás seguro de lo que dices?
–Sí, señor, 147 es uno de los mejores resolviendo problemas, él nos ayudará.
El señor alcalde estaba dispuesto a echarme, pero él también tenía a sus profe-
sionales ya haciendo obra de mi idea, así que se dispuso a acompañarme puesto
que sí era cierto que 147 era una de las mejores mentes que tenía la ciudad.
–A ver 147, dime cómo hago que los edificios tomen su caída vertical, si mis in-
tentos han hecho que caigan perpendicularmente –se expresó robusto el alcalde–.
147–La construcción de la ciudad está formada de adentro hacia a fuera, es ló-
gico que si se derrumba un edificio del borde caiga al centro dependiendo de su ar-
quitectura. Pero si hacemos que esos edificios caigan al filo de las quebradas for-
maremos un canal natural, añadiendo más volumen a esas propias quebradas. Lo
que debemos hacer es colocar las bombas en los lugares adecuados, además de
ello, nos podemos ayudar haciendo canales para que la lava se desvié a esos desfila-
deros y lleguen a los ríos, claro, si aún hay tierra por remover y el magma no lo ha
hecho piedra. Tenemos que evitar que lo cóncavo que es nuestra ciudad se llene.
Las hazañas se empezaron a realizar, todos y cada uno de los ingenieros, arqui-
tectos y toda la gente que podía ayudar, se emprendieron a la caída de los edificios
estratégicos para que el magma no siga.
Una roca muy grande voló por los cielos y se dirigía por donde nosotros íba-
mos a ir.
–¿Que hacemos 147? ¡Los bordes están de lava y no podemos cruzar!

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La roca había destruido gran parte del camino por donde nosotros estábamos
corriendo y en su lugar dejó pedazos de escombros.
–¡Tenemos que saltar! –dijo 147–.
–Es una altura considerable –le contesté –No creo avancemos a llegar al otro
extremo.
La situación era desfavorable, pero mi miedo y mi adrenalina eran más por so-
brevivir.
147–¿Estás listo?…
–¡No, no lo estoy!
147–Entonces contemos.
–¡Uno, dos, tres!
–¡Ay!…
–¿Qué te pasó niño?
–¡Llamen a mi papá!
–¿En dónde está tu papá? Quédate quietito –una señora muy amable me cargó
mientras mis lloriqueos eran muy intensos–.
En unos minutos el hombre de antaño se había puesto en frente de mí, la seño-
ra me traspasó de sus brazos hacia los de él y yo con lloros lo miraba. Me había
caído y roto mi hombro izquierdo.

60
24.
Cuando volví a casa del muchacho de los ojos verdes
agosto de 1974

Creo que habían pasado tres años desde que salí del terreno, tres años desde
que Ánima no aparecía y tres años en los cuales no veía al muchacho de los ojos
verdes. Ahora tengo ocho años y recuerdo que me había propuesto regresar a su
casa, su padre se disponía a hacer una lasaña o algo así, me pregunto… ¿Cómo es-
tará?
Un día sin pensarlo más, me atreví a volver a su casa. Fue un día que no tuve
clases en mi escuela, no tenía nada que hacer, mi amiga Paca no estaba y 147 esta-
ba distraído en un libro de historia. Pues bueno, me dispuse a ir.
147–¿A dónde vamos?
–Voy a visitar a un amigo.
147–Supongo que tengo que ir contigo.
–Si tú quieres.
147–Ya qué…
El sol era nuboso debido a que toda la madrugada anterior había llovido, el día
sólo mostraba uno que otro rayo de sol. Caminé mucho la verdad, no suelo tomar
transporte urbano si no es necesario, además caminando tengo la oportunidad de
charlar con 147. Este último año hemos empezado a llevarnos mejor. Él me ayu-
da con la tarea, con ingeniosas formas de divertirnos y alguno que otro medio pa-
ra salirme con la mía. A cambio, lo único que él me pide es leer y por lo visto le
gustan libros con temas algo confusos para mí.
147–Mira, está como muy frondoso el árbol, ¿verdad?
–Sí, imagino no lo han podado desde hace mucho.
147–Además está como abandonado el lugar. ¿En serio crees que haya al-
guien?
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–Creo que no, al parecer dejé pasar mucho tiempo en venir a avisarle lo que su-
cedió con mi familia.
En la casa no habitaba nadie ya, estaba descuidado, sucio, sin muebles y con
maleza, se parecía al escenario cuando yo regresé al terreno y únicamente me en-
contré con escombros. Por una vecina de él, me enteré que su madre había muer-
to el mismo año en el que yo también dejé el terreno, a causa de algunos proble-
mas económicos, vendieron su casa y se mudaron a otra ciudad sin saber precisa-
mente a dónde.
147–¿Estás bien?
–No, no lo estoy. Creí encontrármelo y es triste saber que ya no lo volveré a
ver más.
147–Pero él no está muerto, sólo no sabes en dónde se encuentra.
–Es casi lo mismo, no haré ningún intento por buscarlo, porque en primer lu-
gar no tenemos los medios para hacerlo y en segundo, me moriría de vergüenza
mirarlo a los ojos, pues no estuve con él cuando su madre falleció, así como tampo-
co él estuvo cuando el flaco también murió. De cualquier modo, no hubo ningún
interés de parte de los dos en buscarnos. Nuestros padres decidieron nuestros ca-
minos y nosotros no tuvimos más opción que atenernos. Como siempre fue una
mala idea regresar.

62
EPISODIO II

Un Sauce seco

Sueños del pasado, recuerdos confusos, mi vida se me es atada al tiempo y el tiem-


po es mi enemigo.
Comprensión del lenguaje afecto, desasosiego de mis sentires, símbolos en mi cabe-
za y diálogos con un amigo. Ambiguo entendimiento de mi realidad, lidiar con
mis pensamientos no están nada mal, pero justo cuando estaba a punto de conven-
cerme de que la voz de mi mente sólo era mi conciencia, la muerte me sorprende
revelando a 147 con su propia esencia. ¿Existe un camino más antiguo de mi inhe-
rente existencia?

63
1.
El auto que giraba y un dinosaurio

El hombre de antaño me dijo que volviera temprano a casa, que deseaba pre-
sentarme a unas personas. Ya era de noche y el viento soplaba muy fuerte. Entre
el ambiente, el ruido de uno que otro auto, un perro ladrando y el sonar de una
ambulancia, la ciudad y su cotidiana, ¿tranquilidad? Sí, por la noche la ciudad se
apaga y deja escuchar un aparente silencio.
Como de costumbre aún sigo llegando de noche a casa, eran casi las nueve y el
hombre de antaño me esperaba un poco enojado.
–¿Dónde estabas? –me pregunta–.
–Salí con un amigo.
–¡Te dije que llegues temprano! –En realidad si estaba molesto –Bueno ya no
importa, ven…
Afuera de casa de la Abu, se encontraba una mujer de tez blanca, de cabello
largo y negro… su sonrisa era afectuosa. De su mano estaba una niña un poco
más alta que yo. Ellas se encontraban sentadas al frente y pues cuando llegué, no
les había tomado mucha atención puesto que, antes de entrar, pensé que estaban
esperando a alguien de mi casa.
Al salir de nuevo, vi que seguían allí y a quien estaban esperando era a mí.
Aproximándonos con el hombre de antaño me dijo –Ella se llama Mirra, la pe-
queña niña es Viviane y es su hija. Quiero que entiendas que ellas son tu nueva
familia y vamos a formar un hogar–.
(Creo que entendí lo que el hombre de antaño me insinuó, 147 lo archivó)
–Buenas noches –les dije–.
De inmediato la dama me contestó sonriente –Hola pequeño. ¿Cómo te lla-
mas?
–Soy Soralc.
64
–Un gusto Soralc, como tu padre dijo, mi nombre es Mirra y ella es mi hija Vi-
viane.
–Saluda hija.
–Hola.
–Hola.
Al principio de la conversación, 147 me dijo que no diga o haga alguna de mis
burradas y pensaba... ¿Qué podría yo hacer?
La dama siguió preguntando cosas de mí.
–Dime Soralc. ¿Qué te gusta hacer?
–A pues no sé, no mucho. Usualmente salgo con los niños del barrio o estoy
con mi amiga Paca. Sí, me gusta pasar más tiempo con mi ñaña, si no pues, el
hombre de antaño me compró una consola de videojuegos, la saco de vez en cuan-
do.
–¿Y te gustan los dibujos animados? –me volvió a preguntar–.
–Sí, por supuesto ¿A qué niño no? –le dije–.
Ella me miró todavía más sonriente –Mira, te trajimos algo, espero te guste–.
Viviane de su bolsita sustrajo dos juguetes que en verdad acertaron a mi gusto
o tal vez el hombre de antaño les mencionó algo de lo que yo hago (al parecer, sí
nota algunas cosas que realizo en casa). Era un dinosaurio que se transformaba
en un guerrero, algo como antropomorfo de una serie que veía en tv. Y la otra era
una lata simpática que tenía dos autos dando vueltas por la misma. ¡Qué agrada-
ble fue mi sorpresa!
–Está muy lindo, gracias de verdad.
Un impulso de cariño hizo que la abrace, la dama se sintió muy bien porque el
cariño fue recíproco. Viviane mientras tanto me miró un poco feo…

65
2.
Historias del querer
marzo de 1976

En el conocimiento de mi nueva familia, ya fueron como las once de la noche.


El hombre de antaño me dijo que ya entre a casa y que mientras iba a dejar a ellas
a su hogar, yo ya debía dormir. Él se despidió de mí en lo que yo calculaba cuánto
se demoraría. Un muchacho amigo de mi barrio, dijo que me esperaría en el par-
que donde solíamos encontrarnos para caminar.
...
–Pensé que ya no estabas. ¿Por qué te quedaste? –pregunté–.
–Porque quiero preguntarte algo.
En el día, aquel parque no presenta muchos indicios solariegos, pero por la no-
che es un poco más tenebroso. Tal vez porque en el día son más notables las mira-
das, de cualquier modo, siempre se escuchan ruidos y voces extrañas allí. 147 dice
que son mis emociones jugando conmigo, pero yo no lo creo ya que, cada vez que
escucho algo semejante, 147 suele desaparecer y a lo lejos escucho a Ánima ha-
blar.
Este es el parque que siempre elegimos para vernos.
–Dime, qué quieres decirme. El hombre de antaño volverá pronto y quiere ver-
me en casa.
–Seré breve, tú sabes que soy mayor a ti, ¿verdad? Y que me gusta estar conti-
go.
–Sí, –le respondí impaciente–.
–El punto es que me gustaría ser tu novio, pero no nos pueden ver juntos, por
eso quería verte en las noches.
Yo con la mirada en sus ojos le dije: Mira, no me importa que nos veamos las
noches, pero no quiero sentirme mal conmigo. Tú dejaste de ser amable cuando
66
descubriste que tú me gustabas y precisamente tú fuiste quien me impulsó a que
nos siguiéramos viendo. Aún no sé muy bien lo que estoy haciendo besando a un
niño, pero lo hago porque también me siento bien al pasar contigo, salvo que en el
día eres más tonto de lo común y si tampoco quieres que nos veamos por la maña-
na, ya te dije que no me importa. Sólo no seas grosero.
–Está bien –me aseguró–.
Él tenía como quince años o menos, yo casi diez. Besar sus labios producían
una satisfacción que nada llenaba con juegos. Cuando tomaba mi mano o rozaba
sus dedos en mi rostro, no se describía con ninguna otra emoción que haya senti-
do, pese a que mi cuerpo notaba nervios constantes, en ningún momento creí ha-
cer algo malo, aún con los conflictos y lo que se juzga sombre esto. Recuerdo que
Ánima era la única que les daba sentido y explicación real a mis emociones.
Meses atrás había hablado de esto a 147, él me supo decir que tampoco le im-
portaba con quien yo me sintiera a gusto corporal o sentimentalmente, mientras
que no interfieran en su labor mental. Me dijo además, que tengo derecho de que-
rer a quien yo desee, pero en estos casos debo ser inteligente y escucharlo, que las
personas como la inquisición, no entienden de amor humano, solamente entien-
den lo que sus sentidos están condicionados a percibir.
147 poco a poco iba siendo claro conmigo y por mi parte de alguna manera en-
tendía progresivamente lo que me decía. Esta, por ejemplo: somos tan racionales
que lo único que hacemos en la actualidad, es trasformar los instintos de placer en
una palabra llamada felicidad. Desde el más complicado placer de intentar llenar
los vacíos existenciales y en honor por saber nuestra procedencia, investigamos
nuestro lugar en el universo. O por el más simple de sentir amor ya que, dicho
sentimiento genera un proceso químico-biológico de satisfacción con el ser, por
consiguiente, prolongar el sentir es seguir buscando esa felicidad que produce el
placer, sea egocentrismo o altruista. Porque al fin y al cabo todos realizamos dicho
instinto y, ¿quién no quiere ser feliz? ¿Cuál es la felicidad aceptable para cada
uno? ¿Cuál es el modelo de felicidad conveniente para los ojos de una sociedad me-
dianamente aceptable a las buenas costumbres?

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En este mundo existen utopías de ideales, ideales que se materializan, realida-
des que hablan de la mente humana, esa mente humana frágil y tan fácilmente
condicionada. No me importa a quien tomes de la mano, mientras ese impulso no
se confunda con bajas pasiones, porque te conozco. Y si vas a ser condicionado en
una realidad, más te vale que tenga una razón más grande que el de buscar felici-
dad por instinto.
–Qué complicado que se hizo querer –me decía–.

68
3.
El percibir de un escalofrío II: Voces del parque

La charla con el muchacho amable terminó con un beso muy agradable, me


prometió no ser grosero, yo por mi parte prometí no regresarlo a ver en el día. Él
se fue por su lado y yo por el mío.
¿Mencioné lo obscuro que ese parque se tornaba en las noches? Pese a ser mi
punto de encuentro, estar en compañía era diferente a estar solo.
Hace algún tiempo noté que puedo sentir cosas extrañas y con “extrañas” me
refiero a ver o escuchar personas que no se encuentran físicamente conmigo. Por
obvias razones, esto no es tema de conversación con nadie, salvo con 147 que in-
tentamos darle sentido a dichos sucesos. Por coincidencia esto empezó a ocurrir
frecuentemente cuando tuve el recuerdo de un sueño, un sueño en el cual se pre-
sentaban situaciones de personajes que no creo conocer.
147 leyó unos cuantos libros de autores que decían que existen hipótesis de dife-
rentes realidades en la que vivimos, incluso de lo que no vemos y últimamente es
por ahí que 147 formula su razonamiento. Juro que trato de seguirle el paso, pero
147 maneja términos y cosas que me llevan tiempo asimilarlos. Él siempre me di-
ce que por el momento debo manejarme por máscaras, que las personas se asus-
tan de lo que no comprenden. Y por máscaras significa que debo aparentar nor-
malidad en lo que pienso, digo y bueno… Incluso lo que siento, aunque parece
que lo que 147 siente más es... ¿miedo? No sé a qué, pero no puede evitarlo por-
que lo que le sucede a él está conectado a mí y viceversa. Argumentando que es
muy difícil hacerlo ya que, mis acciones hablan de lo que soy, pese a todo trato de
escuchar lo que me dice.
Ya pronto al salir de aquella obscuridad, caminé por un sendero, algo llamó mi
atención. Claramente percibí como alguien se deslizaba alrededor mío. El ente
intentaba decir algo pero no comprendía lo que decía, no obstante, sus balbuceos
se hicieron claros.

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–Siempre vienes a visitarnos… ¿Cómo puedes oírnos y vernos? ¿Tienes miedo?
Deberías sí, no muchos niños pueden hacer lo que tú.
147 limitó su voz a tranquilizarme –Mira niño, no conozco aún bien lo que su-
cede, pero el hecho que tus sentidos lo perciban, ya no creo que sea falso. No está
sucediendo sólo en nosotros, la voz es real. Contéstale.
–He… Ve, veng… Vengo aquí con mi amigo a charlar.
–Eso no es cierto –siguió susurrando la voz –Yo he visto que ese niño te besa y
te acaricia, parece haber un sentido de afecto entre ustedes dos. Ya hace tiempo
que yo no siento tal cosa, pero todavía no me has respondido por qué puedes oír-
me.
–¿Qué hago 147?
147–¡Sigue hablando! Quiero saber lo que pasa.
–Pero ya no quiero…
147–¡Continúa!
El miedo que tenía era tan fuerte como las otras veces que me enfrentaba a es-
tos sucesos.
–No, no lo sé, tampoco es común que tenga una conversación con alguien que
no veo físicamente, tampoco me pasa a menudo, usualmente únicamente lo perci-
bo, pero no hablo.
–Ya veo –dijo la voz –Hay alguien más atrás de ti que ya conoció la muerte.
Eres un niño extraño, ten cuidado de no hablar con todos las almas que se te apa-
rezcan, no todos morimos por buenas razones.
Dicho esto la voz y el percibir de aquel ser se desapareció, aunque en ese lugar
se encontraban otros seres mirando.
(Ese parque no volvió más a ser mi punto de encuentro).

70
4.
Cuando Ánima me habla

–¡Hey! ¿Cómo estás?


–Bien, supongo, Ánima… ¿Eres tú? ¿Dónde estás? ¿Por qué no vienes conmi-
go?
Me encontraba en un bosque muy hermoso, los rayos del sol penetraban las co-
pas de los árboles que intentaban llegar al cielo. Un césped tan verde que en él to-
do crecía, mis pies estaban desnudos tocando el rocío del alba, miraba mis manos
y eran más adultas que mis pequeños dedos.
–¿En dónde estoy Ánima?
–Ánima responde –Te encuentras en un lugar donde el cuerpo, la mente y el
alma son uno mismo. Todavía eres muy pequeño para interpretar su significado,
pero lo entenderás.
–¿Por qué no vienes conmigo? Te extraño.
Ánima–El mundo te ha llevado muy lejos de mi cause, no puedo regresar hasta
que tú me busques.
–¿Pero no asimilo lo que me está pasando? Escucho voces y tengo sueños extra-
ños, por qué tengo que ocultar mis pensamientos y lo que siento. Sin ti los senti-
mientos no tienen sentido y 147 es un buen amigo, pero todo lo hace tan frío.
Ánima–Eres un ser humano, un humano de la bella creación y evolución. Cla-
ro que estás confundido, apenas empiezas a vivir. Escuchas voces porque aún tie-
nes historias pasadas que contar y que corregir, eso te hace sensible a las demás
realidades que los humanos ignoran, pero existen como 147 te dice.
Algo más grande que yo te dejó a 147 para que no te sientas solo, no lo desper-
dicies. Por el momento él está en lo correcto, pero ya habrá a quienes y un tiempo
para que te deshagas de las máscaras, tu mano expresará tus pensamientos y senti-
mientos. No eres ni el primero ni el último en pasar semejante camino, te encon-

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trarás como varios diferentes e iguales a ti. La vida humana es sublime y la ama-
rás sin limitación, porque así ama Ánima y yo soy…

72
5.
Sueños del pasado II: Dos caballeros caminando por el Sena
abril de 1904

Es 1904 y es increíble que ya esté en el tercer escalón… ¿Qué clase de vida to-
davía me espera?
–Uno, dos, tres.
La tela de mis ojos había resbalado y frente a mí, mi viejo amigo y maestro Sau-
dade. Una lágrima brotó de mi rostro, esto era más increíble que pensar en lo que
me depararía la vida.
Saudade… Es difícil describirlo, pero trataré de ser preciso en mí decir:
Pese a ser un hombre de la razón, él es todo lo que un dialéctico consecuencia una reflexión.
Para la lógica formal, la lucha de los opuestos burla a la ironía de lo existencial.
Y que ironía ser existencial cuando uno siempre anhela otra realidad.
Saudade es un hombre del presente que vivió conmigo otras vidas pasadas.
Que por gracia la de un felino, nos faltaría más por recorrido.
No, no es cierto. Mofo si os digo que sé cuántas vidas más viviré. Vivir más de una es un cas-
tigo tal vez de lo divino.
Y de nuevo la ironía, soy existencial y dialéctico como mi maestro.
Hablo de filosofía cantando poesía.
Saudade es de ojos grises, serios y caballerescos.
Su sóla presencia denota un ambiente fresco.
Soy amante de su alma y de su cuerpo, pero eso jamás se confunde con el sexo.
Me enamoro únicamente de la mente y él se enamora sólo del ser sintiente.

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–¡Saudade maestro y amigo! Que alegría la mía de verte. Je suis heureux de vous
regarder dans les yeux.
–Saudade contesta –Hace mucho que no nos vemos. Me hizo grato encontrar-
me con estos dos para poder darte la sorpresa, sé que te incomodan ya lo advertí,
pero quién puede negarse un café a la hora de la bohéme. Allons-y.
–Queridos amigos, espero no ser descortés si me ausento unos minutos, perdo-
naos.
–El catalán Xavier sonriente me dice –Tu peux y-aller, Tu peux y-aller. Sólo ven-
gan pronto que queremos festejar contigo.
Nuestro ambiente se presentaba calmoso, el cielo obscuro se es dispuesto a mos-
trar sus astros, París contempla su propia belleza y dos amigos caminando por el
Sena.
–Dime –comienza Saudade –¿Por qué todavía te encuentras en la isla de los
asentamientos? Pensé que todavía seguías fuera.
–Sí maestro, aún continúo viajando, esperaba verte pronto, aunque no tan
pronto. Como es mi cotidianidad, siempre vuelvo en mi cumpleaños a París, nun-
ca es bueno abandonar por completo a los que amas.
–Saudade contesta –¿O el camino reminiscente es un tanto solitario?
Yo bajo la mirada y asevero con un tal vez.
–Saudade continúa –Hace unos meses me encontré con un parisios puro, su nom-
bre es Alain, pero sus descendientes ya son de la tribu de los parisii. Su vida formal
se asemeja a la de un hombre de setenta años, denota una jovialidad y vitalidad,
conversamos mucho y descubrí que su reminiscencia habla más de lo que aparen-
ta.
Al parecer esta era su duodécima transmigración y advertidamente él pertene-
ce al Ancianato de los Longevos de Keltoi. Lo que te voy a decir pueda que tenga que
ver con el mundo inteligible de Platón.

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Como bien sabes, en terminología no se debe confundir ni una sola palabra,
porque siempre está ligada a la interpretación y subjetividad, por tanto, procurar
la perfección en el deciros da credibilidad a lo actuar.
La transmigración del espíritu es asimilada con la metempsícosis y no tienen na-
da que ver con la reencarnación, ya que esta suponía “volver a encarnar” ya sea
mente, alma, conciencia y energía. La transmigración por otro lado, su nombre lo
explica… “Migrar a través” sólo el espíritu puede hacer esto.
Encontré algo singular cuando regresé a la tumba de tu muerte física anterior.
El símbolo de mi alma estaba ligada al símbolo del alma tuya. Claro, esto no te di-
ce nada porque esta, ha sido la primera figura para poder regresar a los recuerdos
de anteriores transmigraciones. Pero aquí viene lo interesante, hay una figura aje-
na en medio del enlace de los dos símbolos.


–Consternado pregunté –¿De quién os trata? La última vez que estuvimos allí,
todo estaba igual… Alguien tuvo que irrumpir y ambos sabemos que es casi impo-
sible que un individuo del monasterio habléis sobre el sitio como para que un ex-
traño lo profane.

75
–Saudade contesta –Casi imposible lo suponía, y lo sé querido discípulo, si lo
supiera ten la seguridad que no estaría en este dilema. He intentado buscar en
sánscritos antiguos, en alguna clase de runa o símbolo alquímico, incluso en mis
propios papiros, incluso así no encuentro nada sobre esta pictografía. Préstame tu
muñeca izquierda, además un papel y esa pluma.

Este eres tú. Símbolo de tu actual cuerpo físico, pero este eres tú en el ori-

gen. El significado verdadero de tu alma… Sigue siendo curioso y muy ambi-


guo que tú y tus anteriores transmigraciones, hayan nacido con el símbolo del ori-
gen y siempre uno más, por ello ahora me parece más preocupante que en aquella
tumba se encuentre un tercero.
Debí saberlo… Tú naciste en un año donde las estrellas apuntaban al sueño del
león, por agua tu elemento y bajo la sombra de un Sauce. Yo, tu druida, comencé
tu camino y ser tu único maestro. El símbolo del sueño no se había presentado en
varios siglos. Pensé que tu vida natural correría con gran esplendor y así lo fue, pe-
ro no contaba con planes existenciales. Debí saber que los nacimientos de aquel
año tendrían tanto significado y como el tuyo sólo unos pocos.
Traté de recordar y buscar más sobre ti y el tiempo de tu madurez en el origen,
pero siempre que estoy a punto de llegar, es que se me acaba mi vida.
Cuando regresé al mundo físico por segunda vez, no se me hizo muy extraño
hacerlo, pensé que lo divino pretendería que cumpliese alguna labor extra, mis re-
cuerdos se trasladaron intactos y no habían pasado más que unos cuantos siglos de
mi primera muerte. Creí que fue una reencarnación y pronto cambiaría de opi-
nión.
Lo fantástico fue que tú también volvieras y no te reconocieras ni en lo más mí-
nimo, tuve que intervenir como maestro tuyo que algún día fui… recordarte que
el símbolo con el que naces en tu origen, no desaparece nunca.
Lo que sucede en este segundo encuentro hace que mis conocimientos sean nu-
los para lo que vendrá. Regresaste con un símbolo adicional sin haber tenido un

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nacimiento celta o de otro pueblo. Lo busqué tanto y al menos pude encontrar
que este dibujo representaba algo por supuesto, más antiguo que el mismo sueño,
significaba la realidad.
–Tú sabes lo que continúo después. Nos encontramos por una tercera, una
cuarta y ahora una quinta vez. Todas ellas con un nuevo símbolo.

Lo he reflexionado y decidí dejar de buscar razones de ti por el momento, tal


vez mis propias transmigraciones pasadas habrían dejado algún dato del surgi-
miento de estos ideogramas. Tal vez hoy es una buena noche para disculparme
por dejarte solo caminar, soy tu maestro y debería acompañarte.
Esta noche fue una de las más tristes. Saudade maestro y amigo lloraba, ahora
las estrellas se cegaron y el cielo también lloraba con él.
–Mi maestro continúa –Te contaré que también regresé a la tumba de mi ante-
rior cuerpo, pues bien, un hombre me observaba, se acercó y me preguntó si el
hombre de esa lápida era mi persona. Su pregunta fue directa y le di la respuesta
que él esperaba. Al parecer nos ha seguido a lo largo de muchos años y estoy ha-
blando no solamente de nuestra vida actual, sino de registros de quien sabe dónde
los sacó. Es un historiador, su nombre es Johan Daniel Sameel Edana y es de Bél-
gica.
Te diré algo; si fuimos lo suficientemente coherentes para dejar alguna referen-
cia de estos hechos, tenlo por seguro que no lo habríamos dejado a la luz del día.
Este hombre me preocupa, podría tener algo de nuestro interés, o incluso de terce-
ros ajenos a inmiscuirse en un mundo que ni siquiera nosotros todavía comprende-
mos bien.

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A priori esto, discúlpame si soy un poco inflexible. En mi travesía también me
he encontrado con hombres que suponen ser cultos y terminan por ser simples idó-
latras amantes de los juicios de valor y créeme… Atrás de un interés como este,
siempre hay más. Para variar, el no dudó en presentarse con su raíz celta.
Admito más firmemente que nuestro espíritu persistente, se ha mantenido intac-
ta al cambio de mentes en la reminiscencia. Trasladando recuerdos uno tras de
otro de transmigraciones pasadas, alimentándose de tiempos físicos, observando
dualidades. Lo complejo de esto puede radicar en la impotencia que aún posee-
mos sobre nuestra mente.
La metempsicosis supone la constitución del triple ser en su espíritu, alma y
cuerpo. Tal vez erre en manifestar, pero sé que esa alma es la mente. La mente
también con su duplicidad de la razón y ambiguas emociones, de percepciones sen-
soriales y condicionamientos humanos. Que el cuerpo no ha cambiado su cargo
de recipiente y el espíritu, la sustancia inalterada “Lo profundo siempre gusta de ocultar-
se”
¿Qué significan estas transmigraciones? Han pasado casi tres milenios desde
nuestro nacimiento y únicamente unos cuantos años de vida física para buscar una
respuesta. Esto es algo que no le deseo a ningún otro mortal. Alain expresó que
entre la funcionalidad de los “Longevos de Keltoi” es mantener el equilibrio de las al-
mas humanas.
–Como si no lo supiera.
Lastimosamente también me he encontrado con “Reclutadores” antiguos hom-
bres incluso más primitivos de los clanes originarios.
Estaba afligido, Saudade hablaba como si ya no quisiese más esta forma y ha
llegado minuto yo también lo pensé de mí.
“Los Reclutadores” según tengo entendido; son seres que han sobrepasado la
transmigración más de dos milenios sumando sus vidas completas. Estos conside-
ran un fin intencionalmente. Porque como los Longevos de Keltoi intentan mantener
un equilibrio, Los Reclutadores lo manipulan. Pese a entender esto, todavía sé muy
poco de ellos.

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–Saudade prosigue –Qué pena trasladarte semejantes ideas a ti y a tu alma en
tu cumpleaños.
–Descuida Saudade amigo, es siempre un honor hablar con mi maestro y más
todavía si me visitas en una fecha singular de existencia.
–Ahora Saudade contesta con otra lágrima en su rostro –Pueda que sea mi últi-
ma transmigración.

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6.
Memorias III: caminando entre mi vida presente y los recuerdos
de otra.

Cuando no es demasiado tarde y aún el ocaso no oculta su mirada.


El bosque habla el leguaje que los hombres han olvidado.
El roce del viento en la piel de las verdes hojas.
El sonido de la madera flexionada por la fuerza.
La materia y su principio mostrados en complacencia.

¿Qué enigma encierra esta tierra? Y sospechosa es nuestra presencia.


Hace algún tiempo caminaba con los pies descalzos.
Geranios hablaba de mi mundo inexacto.
Ella presiente que no soy del presente.

Los lazos familiares me hacen cercano y distante.


Pretendo conocer a Geranios porque es mi principio.
Mas mi principio ya tuvo un inicio.
La desconozco y no encuentro el asombro.
He oído hablar al flaco sobre mi existencia.

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¿Cómo un humano puede guardar tanta reminiscencia?
Él habla como si me conociese, él me mira como si me permitiese.
Permitirme ser el hombre “El de los pies fríos” ¿Cuál es mi nombre?
Intento expresar todo lo que conozco, unas veces soy el niño de este cuerpo.
Y otras soy el individuo de otro tiempo.
Hace cuatro años he nacido, apenas un infante sin motivo.
Padre y madre no me entienden y este cuerpo es ineficiente.
Es hora de regresar a casa, Ánima me acompaña, Capulí me espera en ella y esta es sólo la
memoria de los pensamientos de una tarde caminando por los recuerdos.

81
7.
Un nuevo hogar

147–¿Lo sabes verdad? No podrás hablar frecuentemente conmigo. Pensarán


que tienes amigos imaginarios y pueda que nos cause problemas.
–Lo sé, no tengo inconvenientes con vivir juntos, la dama de lenteja y Viviane
son buenas personas. Me preocupa más lo que sucederá con Geranios.
147–¿Geranios dices?
–Sí, lamento el dolor que causará Geranios así misma como para el hombre de
antaño y la dama de lenteja.
147–Estás creciendo muy rápido niño. ¿Qué quieres hacer?
–No lo sé, supongo que tendré que desviar la atención hacia mí, sigo siendo un
niño y pueda que esa sea mi excusa para hacer tonterías.
147–Nos causaremos molestias y yo quería huir de ellos.
–Descuida, será divertido, además tú estás de mi lado.
No faltó mucho para que el hombre de antaño y yo viviéramos con la dama de
lenteja. Se supone que es un hogar, mi nuevo hogar. Estoy tranquilo ya lo creo,
suelo encontrar cariño con las personas que me relaciono, espero corresponderles.
No obstante, en estos cinco años he descubierto que lo que me une a este mundo
es un interés egoísta. Si es verdad lo que entiendo de mis sueños y los supuestos
dones que tengo. Apenas estoy creciendo para cumplir lo que el otro sujeto no ter-
minó.

82
8.
La dama de lenteja

La dama de lenteja es un bálsamo perfecto.


Me enseña a amar el corazón porque yo no entiendo de mis sentimientos.
Quizás ella y su naturaleza direccionaron lo que para mí eran emociones sin sentido.
Quizás ella y su naturaleza direccionaron lo que para mí eran sentimientos sin motivo.

Cuando de a poco empiezo a entender que las emociones se encuentran en la razón.


Ella me habla del amor que se encuentra en el corazón.
No asimilo aquella aseveración, porque es de 147 que sigo instrucción.
¿Es acaso que esas lágrimas y esas risas se las denominan emociones y por manipulación de
ellos se convierten en sentimientos?

Soy consciente de aquellos sentires, pero gracias a 147 no se convierten en significativos.


¿Ahora acaso, la dama de lenteja me habla de ese significado al cual yo lo conocía con Ánima
y ese significado es el habla del entendimiento humano?

La dama de lenteja consiente cada capricho mío y castiga cada desobediencia mía.
Ella cuida de los ámbitos formales que me atribuyen a una vida social.
Ella cuida de los ámbitos estructurales que me atribuyen un crecimiento personal.
¿Es acaso esos cuidados el acto de la dama de lenteja, que me hablan de los sentimientos del
entendimiento humano?

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La dama de lenteja es un ser misterioso que empiezo a conocer.
Me enseña que un desconocido puede querer sin haber conocido.
¿Es este amor que me muestra, más fuerte que la razón que manifiesto?
Entender a las personas por sus emociones y sentimientos es más difícil que entenderlos por sus
pensamientos.

La dama de lenteja es un bálsamo perfecto.


Me enseñó el lado romántico de la mente y por 147 yo soy el lado pragmático.
Quizás ella y su naturaleza direccionaron lo que para mí eran emociones sin sentido.
Quizás ella y su naturaleza direccionaron lo que para mí eran sentimientos sin motivo.

84
9.
Viviane

Viviane es una niña carismática, hija de la dama de lenteja.


Viviane celosa de su madre, no la comparte con nadie.
–¿Vas a dejar que te golpee? –pregunta 147–.
–Me molesta un poco, pero en verdad es una niña fuerte, no la voy a tocar.
147–¿Podemos idear algo para que le llamen la atención?
–Ya te dije que no importa, no me cae mal, pero ves que le molesta que me
acerque a la dama de lenteja. Me quedaré sentado llorando un rato.
–147 me insinúa maliciosamente –¿Es eso cierto? O solamente quieres llamar
la atención.
–Un poco de ambos –le digo –Por un lado es en serio, no me importa si la rega-
ñan o no. Sí, ella es grosera, pero yo también a veces con ella cuando me provoca.
Fuera de eso me parece conveniente llorar en vez de hacer más grande el lío de
unos niños.
...
En un rincón continuando la conversa con mi amigo 147 de otros asuntos.
147–¿Qué piensas de los otros niños?
–Me parecen divertidos, se ingenian muchas maneras de jugar.
147–¿Crees que te puedas llevar bien con ellos?
–Creo que sí, pero seamos honestos, mientras vayamos creciendo aparentare-
mos una vida normal, llegará un día que ya lo hayan olvidado y supongo que está
bien. Cuando somos adultos desconocemos que fuimos niños.
147–Parece no tan bien para ti.

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–Tú más que nadie me entiendes, me siento inútil, tal vez un poco tonto por no
poder hacer cosas más importantes que únicamente jugar, incluso así fíjate que lo
hacemos. Aparentemente contemplamos normalidad, además no entenderían si
les hablo de ti, así como se aburrirían por no entenderme yo me aburriría explicán-
dolo.
147–Habíamos hablado de esto, son máscaras, es lo que tus padres y esos niños
pretenden mirarnos como su igual. Les asustaría si de pronto no nos comporta-
mos como esperan.
–Olvida que tuve queja alguna, me conformaré por el momento.
La dama de lenteja entra y me mira en aquel rincón.
–¿Qué pasó? –me pregunta algo irritada–.
–Nada –le contesto–.
–Anda dime, no estoy enojada.
–Viviane me golpeó.
–¿Y por qué te golpeó?
–Estábamos jugando y le dije que a mí no me parecía las reglas que ella dispu-
so, discutimos y ya.
–Ven levántate, anda a jugar.
La tarde no tuve mayores percances. Viviane es una niña carismática, hija de
la dama de lenteja.

86
Viviane celosa de su madre, no la comparte con nadie.
Cual niño en su inocencia es cuidadosa protegiendo su pertenencia.

Muchacha de margaritas que te hace pensar que te robaría a tu madre.


Muchacha de margaritas que te hace pensar que quiero tu vida.
Me gusta compartir tiempo contigo y es que debo parecer tan normal que las discusiones de ni-
ños debieran ser tan formal.

No lo mal entiendas muchacha de margaritas, es sólo que debo darte la razón para que no des-
cubran lo que soy.
No lo mal entiendas muchacha de margaritas, es un agrado crecer junto a ti, porque estando
contigo comprendo incluso más de mí.

Viviane eres una niña que se convirtió en adulta.


Viviane conserva lo que una margarita es:
De naturaleza emotiva expresada por la jerarquía y la sutileza a la vez.

87
10.
El muchacho amable

Desde que la dama de lenteja y el hombre de antaño crearon un nuevo hogar,


he dejado de ver al muchacho amable, no importa mucho que digamos. Tal vez
se olvidó de mí o por niños nos debemos a las reglas de nuestras casas, no obstan-
te, la dama de lenteja, el hombre de antaño y los demás, no saben que gusto de la
compañía de un niño en un sentir que creo es afectivo, tienen otros asuntos de que
ocuparse y yo tengo suficiente con 147, los sueños que no entiendo, las voces de
afuera y Ánima que no la encuentro.

–Vamos a verlo, lo extraño.


147–¿Y si ya no te quiere ver? No seas tonto niño, sucederá lo mismo que pasó
con el muchacho de los ojos verdes, no lo encontrarás y no quiero verte lamentar,
eres más que eso.
–Yo haciendo un gesto irónico le digo –¡Oh! Vamos... Sabes muy bien que soy
muy emocional.
147–Lo eres sólo porque ocultas tu real interés, además no me vengas con emo-
ciones si apenas sabes lo que significan puesto que, la dama de lenteja te está ense-
ñando un lenguaje afecto. Para mí no tiene ninguna utilidad, además Ánima era
quien le daba valor a los sentimientos, sin ella nada más me escuchas a mí. Ya es-
tamos adaptados a este entorno, no necesitas regresar para complacer emociones
que no entiendes.
–¡Vaya! Alguien se levantó de mal lado el día de hoy.
Está bien, comprendo, pero sabes… el lenguaje afecto parece tener bastante
sentido si lo veo de tu forma.
147–¿Qué dices?¿El interés?
–Sí de hecho, e ideo que son muy útiles si deseamos algo.

88
147–¿Manipulación emocional?… me gusta. Hazme caso, está bien eso del len-
guaje afecto, pero te recuerdo que yo no lo comprendo como la dama de lenteja
desea que tú lo entiendas, cuando sucede, noto más en ti confusión que tranquili-
dad. Te está enseñando a amar y yo comprendo del pensar. Tú amiga Ánima sa-
bía de eso, pero si no se hubiera ido, yo no habría estado aquí charlando contigo.
Con un respiro hondo le contesto a 147.
–No te diré nada más de esto, pero no quiero que niegues lo que sentimos, pese
a no encontrarle valor a ello, esto que me pasa con él es real, así como el llamado
afecto a los seres que me rodean.
147–No te estoy diciendo que no lo estimes, es estúpido creer que siendo un ser
humano no sientas nada. Te digo que me dejes interpretarlo para que no haya de-
sorden en ti. Ya veremos qué pasa.

89
11.
Memorias IV: El teatro

Una tarde salí con el hombre de antaño a un lugar que la denomina iglesia, pre-
gunté por qué la llamaban así y me respondió que era un lugar donde las personas
se reunían para conversar con Dios, pregunté quién era Dios y el volvió a respon-
der que era alguien que había creado el universo.
(Aun vivíamos donde la Abu).
Mientras caminábamos le pregunté a 147.
–147. ¿Qué es Dios?
147–Es un poco complejo niño, no sé mucho de ello, pero lo que puedo decirte
es que el mundo en el que vivimos, no estuvo allí por así, ni nosotros ahora cami-
nando, ni todo lo que nos rodea… Piensa que, si nosotros los seres humanos logra-
mos grandes cosas con nuestras manos, algo o alguien más debe haber estado an-
tes de ello.
A donde vamos a ir, es un lugar donde las personas se reúnen por fe, fe a una
“entidad” que los escucha y atiende a un valor espiritual. Históricamente tiene
sentido que demos atribuciones magnas a la explicación de nuestra existencia, de
ahí que surge “La Creación” yo también creo en parte en aquella verdad. Lo que
no concibo, es en la utilización de la palabra religión para los intereses humanos.
Pronto te darás cuenta de que estamos rodeados de muchas formas de darle senti-
do a nuestra vida y nuestro mundo se divide mucho por ello.

–Pero en la escuela nos dijeron que venimos de una cadena llamada “evolución”
147–Por ello te dije en parte, una lógica muy aceptada es esa que tu mencionas
“la evolución” pero pese a todo lo que aprendimos de esa teoría, todavía defiendo
que antes de ello hay algo más.
–¿Un Dios lógico?

90
147–Algo así, es que con todo lo que nos ha sucedido de esas voces, aquellos
sueños. Se me hace imposible al menos no dudar de más posibilidades alternas
que hablamos en pasada ocasión. Por otro lado, te repito que los intereses a nom-
bre de la llamada religión, van más allá de una simple subjetividad. Claro, yo de-
fiendo el interés humano, siempre y cuando mantenga un orden universal, pero te
voy a ser sincero, que así como también defiendo la evolución, ningún ser vivo ha
subsistido tanto para contarlo, es por eso el esmero en la conservación del más ap-
to o fuerte “qué sé yo” Si la lucha por entendernos en el intelecto es interminable,
sólo imagina con las emociones y te digo que las emociones tienen mucho que ver
con la religión.
Ya no hablemos de esto que no sé más y no se debe hablar de lo que no se sabe.
Llegamos a un teatro algo grande por el centro de mi ciudad, no olvidaré la
sensación que tuve al entrar allí… Obscuro y frío, el eco de unas voces cantando
que parecían gritos. No me pareció un lugar agradable para conversar con Dios.
La luz era tenue y al fondo lo que asemejaba un escenario de madera resonante.
Dejé que el hombre de antaño entrara mientras yo me quedé dando vueltas
por fuera del lugar. Incluso así, esa obscuridad con apenas rendijas de luz me en-
volvían.

91
12.
El percibir de un escalofrío III: Sombras

Pasada las ocho de la noche, el hombre de antaño todavía seguía en aquel lu-
gar al que yo no me atrevía a entrar, mi excusa fue que deseaba jugar a fuera. De
cualquier modo no me pude escapar mucho de ese ambiente.
Volvía a escuchar aquellas voces extrañas que no provenían de mi cabeza, ni de
la distorsión de los cantos de adentro.
–Otra vez está sucediendo, no me gusta esto 147.
147–Ten calma, no les hables si no te hablan. Es mejor salir.
Salí al siguiente pasillo, pero para mí fortuna la puerta estaba cerrada y única-
mente había un guardia que estaba dormido.
–¿Te quieres ir tan pronto?
Una de las muchas sombras que habitaban el lugar habló, de nuevo mi cora-
zón estaba apresurado.
–¿Qué quieren? –pregunté–.
–¡Oh no¡ ¡Nada de ti niño! ¿Qué te hace pensar que gustaríamos de un ser sin
alma propia?
–¿Qué es lo que dijo? –inquieto murmuró 147–.
–Ya veo, ¡miren señores! Nos encontramos con un reminiscente –dijo en son de
burla aquella sombra–.
Hacía mucho no nos topábamos con singularidades como tú, pero no te creas
tan especial, que habitan varios semejantes a ti en este mundo que a la vez no está.
Lo que por cierto se me hace muy interesante que Los Reclutadores no hayan ya aca-
bado con seres así. Es repugnante que la vida les haya dado más oportunidades
mientras que a nosotros nos ¡delegan a las sombras! ¡Nos confinan al purgatorio!
¡Nos llaman almas en pena! ¡Seres sin perdón!. Estúpidos hombres que no miran
más allá de lo que sus narices les permite ver. Sus mentes tan brillantes les hacen
92
tan ciegos y por su dual su espiritualidad les hace tan esclavos de lo irracional…
Yo también fui un hombre vivo y lamento no haberlo visto antes.
–No sé qué quieren, pero aléjense de mí, el hombre de antaño vendrá pronto –
les grite asustado–.
–¡Te dije que no queremos nada de ti niño tonto! Nos alimentamos de esos de
allá que nos brindan un poco del hálito de vida que tanto despreciamos un día.
No te dijo tu papi que hablar con extraños es peligroso, pues bien, eso hace él.
Descubrirás que no todos estos lugares son realmente lo que son.
Mi cuerpo estaba totalmente helado. Aclimatado al frío del ambiente y esos se-
res, arrinconado en una esquina me encontraba, 147 me dijo que callara. El hom-
bre de antaño venía por el pasillo mientras yo lloraba y lo veía venir.
–¿Qué te pasó?
–¡Nada, quiero irme a la casa ya!
Sutilmente me levanta en sus hombros. –Vamos cálmate, no volveremos a este
lugar, no parece ser lo que esperé–.
Las sombras que se encontraban por el alrededor, ni por un momento se aleja-
ron, aun cuando el hombre de antaño se acercó a mí. Ya después me sentí más
tranquilo al salir de allí y creo que el hombre de antaño también. El guardia dor-
mido se levantó a abrirnos la puerta, nos fuimos a casa.

93
13.
Agradar a tus padres

He notado que la dama de lenteja se molesta un poco cuando voy de visita a ca-
sa de Geranios y Geranios se molesta porque piensa que el hombre de antaño me
pone en contra de ella y el hombre de antaño… El hombre de antaño trabaja mu-
cho.
147–Es mejor que les des por su lado, que crean lo que ellos quieran.
–También lo he pensado, pero me da un poco de pesar con la dama de lenteja.
Ella es buena, no me parece aceptable comportarme mal en casa.
147–Piensa esto; si la dama de lenteja no se encariña contigo no habrá razón
para que se enoje, o mejor aún, si ella no sabe a dónde vamos, pueda que al me-
nos la molestia no sea porque estemos o no con Geranios, sino porque no sepa
donde estemos, y es mejor que piense eso porque tenemos el beneficio de la duda.
–Lo haces parecer tan fácil… Tendríamos que mentirle para que no sepa dón-
de nos encontremos, así, si pensara que estuviésemos con Geranios, la dama de
lenteja no se sentiría mal porque no sabe si es verdad.
147–Sí, nos ganaremos fama de mentirosos, pero qué más da si ellos se sienten
bien con alguna verdad que ellos piensen.
–Por otro lado, Geranios… Todo el tiempo cree que el hombre de antaño me
pone en contra de ella, la verdad me estoy cansando de eso, por un tiempo quise
convencerla de que no es cierto, pero ella es terca.
147–Ya veo de dónde es esa actitud aprendida tuya. Tampoco te hagas proble-
ma. Al fin y al cabo, Geranios trata de ganarse un cariño el cual le fue arrebatado
por el hombre de antaño, tu cariño. Y seamos sinceros, la triste verdad es que tu
contexto de crecimiento ya es alejado de ella, es lógico que tú, siendo su primogéni-
to, ella quiera recuperarte, pero hemos madurado muy independiente de ella y me
atrevería a decir que también de la misma dama de lenteja y el hombre de antaño,
pese a vivir juntos.

94
La dama de lenteja te enseñó el lenguaje afecto y esto tiene que ver mucho con
los tres en esta situación. Ahora te mostraré la parte lógica. Geranios va a ganar-
se tu querer a toda costa, esto implica que tal vez sin intención, Geranios manipu-
le sus sentimientos como para los tuyos, pero como ya habíamos hablado de ello,
sabes lo que significan. No la culpo por intentar reparar algo irremediable, es tu
madre., pero recuerda que nosotros ya no somos un niño que pueden comprar
con viajes o cosas materiales o por lo menos nuestra edad mental no es la misma
de los demás niños. Tus padres pondrán creer que pueden aún manipular el ideal
en nosotros y está bien que lo piensen así, porque ese es su contexto social de pa-
dres como para sus hijos, lo que no se han dado cuenta, es que nosotros en espe-
cial, ya no necesitamos que le den forma a nuestros pensamientos, sino que le den
valor y criterio a lo que necesitamos, corregir si no es un bien equilibrado en lo
que ellos esperan y lo que nosotros anhelamos.
Geranios tiene su historia, cada uno la suya y ahora la nuestra también, pero si
ella pretende todavía el mismo juego del regalo y el cariño, nos vamos a cansar
muy pronto… Y te he visto estar triste varias veces por ello. Te emocionas tanto
cuando vamos con ella, esperas que pase el mayor tiempo contigo, pero siempre
terminas decepcionado porque el día no acaba perfectamente con Geranios leyen-
do un libro contigo, sino que ella prefiere quedarse con sus amigos de juerga…
Discúlpame si te hablo fuerte, pero te dije que eso del lenguaje afecto sólo trae pro-
blemas, no permite ser objetivo y pese a todo lo que hayas vivido por ella y con
ella, tú siempre terminarás solo y escuchando el bullicio de a fuera.

–Sólo quiero tratar de comprenderla…–le dije a 147–.


147–¡Que no entiendes niño! Su contexto de vivencia es muy diferente al nues-
tro… Y si quieres seguir con eso del leguaje afecto, ¡a ver si puede cambiar algún
día por el aparente amor que tú estás profesando! No te vayas contra mi lógica, es
correcto lo que te digo. Deja que piense lo que ella suponga, eso hacen la mayoría
de personas, les da aparente seguridad y respaldo de sus acciones. Nosotros no te-
nemos que lidiar con semejantes aseveraciones. Espero algún día no tener que en-

95
frentar mi lógica con sus emociones ambiguas, pero por tu terquedad asumo que
será inevitable.

Es verdad lo que 147 hablaba, lidiar con el leguaje afecto es muy complejo,
más aún si hay experiencias no tan agradables relacionadas con él. Geranios…
Geranios es una mujer de amor, pero con dolor en su corazón, atada a su pasado.

Ya hace tiempo me di cuenta que tu capacidad de razonamiento no es lógica, que porque aun
cuando tu sentimiento sea maternal o paternal o tanto como amoral, es sólo el lazo que te une, por-
que la mayor parte de tus acciones siempre responderán a tu instinto lagrimal.
Escúchame y tapa tus oídos, mírame y recuerda tu pasado, quiéreme y cúlpame del dolor. Es
cierto que fui niño, pero mi padre me llamó. ¿Se es culpable de escuchar a su padre cuando le lla-
ma? ¿Se es malo porque se responde al único sentir verdadero de un niño al acudir a quien le da la
mano? Y por último ¿Es la culpa de un niño tomar la decisión de con quién debe quedarse, cuando
sus progenitores tomaron la decisión de separarse?
Soy un niño y tomé la decisión de vivir conmigo mismo, soy un adolescente y tomé la decisión
de crecer por mí mismo, soy un joven y tomé la decisión de madurar en la soledad, soy un adulto y
tomé la decisión de amar.
¿Comprendes? Tuve la misma historia en diferentes circunstancias. El orgullo me enseñó a ha-
cer sincero, a amar la palabra y acto cierto, la soledad a valorar la compañía del ser humano sea
hombre o mujer, porque se es persona antes. El rencor me enseñó a perdonar porque soy parte del
humano imperfecto. Las lágrimas me enseñaron a reír porque ahora soy en el verdadero sentir de
las emociones que hacen comprender la felicidad real, aceptándome y amándome tal cual, amando
y aceptando al ser tal cual, llorando y disfrutando de la lágrima cuando es de sollozar y más aún
cuando es de carcajear.
¿Comprendes? Tuve las mismas emociones en diferentes circunstancias. La sensación de ven-
ganza por tu rencor me las hiciste sentir cuando indirectamente le robaste dos vidas a dos seres que
tenían que vivir y no fue así, y me curé cuando miré a dos seres más cercanos que están vivos y
otros dos que venían. La venganza me enseñó a valorar la vida, la ira me recordó que la vida es

96
triste para el que no ama y yo ya fui triste. Así que amar de verdad sin orgullo, sin egoísmos, sin
rencor, sin estar atado a tu pasado, es la mejor forma de amarte y de amar.

Ya no me culpes, no te culpes, ni culpes al mundo o al cielo del error ajeno o de tu error. Estás
en este mundo para vivir y no para quejarte, estás en este mundo para amar y no para llorar. So-
mos humanos y caminar es lo que hacemos, somos humanos y vivir es lo que pretendemos.
Cuando te quedas encadenado a tu pasado, simplemente eres esclavo de las pesadillas del tiem-
po, triste e inmóvil...

147–¿Qué fue eso?


–No lo sé, supongo las cosas raras que nos suceden… Pasando a otro tema…
No, no quiero ser evasivo con la dama de lenteja.
147–Ya no te apenes por ello, sólo serán unos pocos años. Infiero que por esos
sueños que tenemos, apuesto que nos llevarán a un camino solitario.
Trataremos de agradar a la dama de lenteja en lo más importante considero,
ha hecho mucho por ti, si Ánima vuelve algún día, el lenguaje afecto será lo mejor
que la dama de lenteja te haya dado.
Impetuoso pregunté por el hombre de antaño
147–Él ha cambiado mucho, no te preocupes, estará bien. No pasa mucho
tiempo en casa y dudo que quiera escuchar lo complejo que nos hemos vuelto. Lo
que me hace pensar, que a causa de las mentiras futuras que ideemos, un día lla-
maremos mucho la atención, no dejarles saber nuestros motivos es importante.
La dama de lenteja no sentirá tanta molestia porque sepa a donde vayamos.
Geranios seguirá pensando su verdad y el hombre de antaño, pues… no sé lo que
él piense. No durará mucho ya lo creo, pero de algo servirá si ellos se sienten a
gusto con lo que crean.

97
14.
Curso vacacional de 1978

Que pereza levantarse temprano, se supone que estamos en vacaciones,“haha-


ha” (bostezo).
–La dama de lenteja hablando –Soralc, ya levántate, te vas a hacer tarde… ahí
te dejo el desayuno, comerás. Regreso por la tarde.
–De acuerdo mamá.
Con desgano empiezo a levantarme y ver que el día está bastante agradable co-
mo para pasear.
–Oye, estás ahí.
147–Yo siempre estoy aquí. ¿Qué quieres?
–¿Aceptamos la invitación del muchacho amable?
147–Yo que sé, bien que te mueres por ese niño, ya te dije que no me importa.
–¡Oye!... No fue culpa mía volverlo a ver, la dama de lenteja me inscribió en
ese curso. Yo qué iba a saber que él iba a estar allí también, además está viviendo
cerca. Ganar, ganar.
147–Niño ingenuo… Apúrate que dijo que nos esperaba a las ocho.
–¡Yujuuu!
Me emocionaba volverlo a ver más seguido, ahora él va a cumplir como dieci-
siete años. Ya no es tanta la diferencia, creo.
Ya llegada casi la hora de mi encuentro con el muchacho amable, habíamos
quedado en vernos en una esquina cerca de aquel curso vacacional. Estos lugares
eran para los niños, como su nombre lo dice; pasar sus vacaciones de verano. Se
realizaban actividades lúdicas, paseos, socialización, etc. La verdad como mucho
de socialización y ese tipo de cosas, no me agradaban tanto que digamos, pero lo
tengo que hacer supongo, la única razón por la que iba, era por el muchacho ama-

98
ble. La pasábamos muy bien charlando, riendo, cualquier situación se prestaba pa-
ra sentirnos cómodos el uno con el otro.
Estando cerca del muchacho amable me saluda. –¡Hey! ¿Cómo estás? Pensé
que te ganó el sueño–.
–La noche anterior no podía dormir bien, no suelo conciliar el sueño muy se-
guido. Pero bueno, aquí estoy, ¿qué quieres hacer? Vamos ese curso o faltamos…
Con su mano en el cabello me responde. –Sí, vamos, hoy van a subir a los ma-
nantiales y va estar interesante, además quiero contarte algo. ¿Caminamos enton-
ces?
–Si tú lo dices. ¿Qué es lo que me quieres contar?
–Calma las ansias, arriba te cuento.
Y así fue, la caminata a aquellos manantiales empezó como a eso de las nueve
de la mañana. Los guías iban cantando y los demás teníamos que seguir la can-
ción lúdica, era gracioso, al fin y al cabo yo también terminé por cantar. Creo con
el tiempo ya no se me hizo tan difícil condicionarme a la parte social, es entreteni-
do observar el mundo que encierra cada persona.
–Ya dime, qué quieres decirme.
–Primero ten, ábrelo, sé que te gustará.
El muchacho amable me había traído un obsequio
–¿Qué es?
–¡Ya ábrelo de una vez!
–¡Oh por favor, es un bolígrafo hermoso! ¿De dónde lo sacaste?
–La semana que no vine al curso, salí con mis padres fuera del país, lo compré
por allí. Míralo bien, no es sólo un bolígrafo, es una pluma caligráfica.
Me miraba con su sonrisa característica y yo le correspondía.
–Gracias, lo usaré y lo guardaré bien.
–Ven, vamos a aquella cascada.

99
Los manantiales se encontraban cerca de la ciudad, a decir verdad, mi ciudad
está rodeada de montañas, muchas de ellas con simientes fluviales que alimentan
de agua potable a sus habitantes. Por el momento se encuentran limpios, pero la
ciudad ha crecido mucho.
–¡Ven! Salta, no tengas miedo.
–Yo no tengo miedo, pero está un poco resbaloso –le contesto–.
La pequeña cascada es bella, al rededor se encuentran varias rocas gigantes y
otras en la que no se puede poner el pie.
–Es buena la vista de aquí, ¿verdad?
–Sí, lo es, pero es mejor con compañía.
–¿Eh? –Con un gesto de cuestión me pregunta –¿De cuándo acá te has vuelto
más sociable? No hace mucho te molestaba la compañía.
–Siendo sincero todavía me siento un poco incómodo, pero somos seres socia-
les, nada de lo que somos es nuestro, hasta las palabras que estamos usando fueron
aprendidas. De cualquier modo, si por social te refieres a que disfruto de tu com-
pañía, sabes muy bien que desde niño lo hacía.
–Eso es lo que me enamoró de ti, sabes… –Me insinúa el muchacho amable –
Siempre tratando de separar la razón de los sentimientos, un punto a mi favor por-
que nunca he conocido muy bien tu lado emocional. Y realmente te conocí cuan-
do tenías siete años, eres… singular y hoy ya vamos siendo jóvenes adultos.
Me siento en una roca al frente de la cascada y le digo: –contigo soy tal cual, en
casa y en la mayor parte de lugares tengo que manipular los sentimientos, más
aún cuidadoso con mis pensamientos, se llama “complacencia” tengo un amigo
que se llama 147, él ha sido mi consejero, habla mucho de los condicionamientos
y otras cosas
–¿Qué extraño nombre el de tu amigo no lo crees?
–Sí, es un poco extraño, pero me ayuda mucho.
–Deberías presentármelo algún día.

100
– No lo creo –le contesto–.
Mirábamos el ocaso que pronto se acercaba. El muchacho amable me vuelve a
dirigir unas cuantas palabras más.
–Iré a Europa a estudiar la Universidad, mis padres asumen que es una buena
oportunidad ya que en mí, recaerá el peso financiero de la familia después de mi
padre, pronto acabaré la secundaria y tú también la debes finalizar en los meses
que vienen.
–Ahora mirándolo fijamente a sus ojos…
–¿Es cierto lo que dices?
–Me hablaste de los condicionamientos y temo que estos años mutuamente lo
hemos logrado. Viajaré pasado mañana, mirarte a los ojos es lo mínimo que po-
día hacer, tomarte cariño es lo mejor que he hecho, bueno a pesar de… Las perso-
nas no ven muy bien que dos chicos compartan un sentimiento afectivo más allá
de la amistad, notando que hablar de emociones no te agrada mucho, además yo
soy mayor y cualquiera diría que influyo en ti, cuando en realidad es al revés.
Dispón de la pluma para escribir alguna que otra carta cuando puedas, me gus-
taría ver mucho tu no tan agraciada letra. Hemos crecido tanto juntos.
Mi parte lógica me decía que eso es lo que él debe hacer, tiene que continuar
sus estudios. Por otro lado, sobre nuestra relación, no tenía más que decir, es real
su apreciación cuando él explica que las personas todavía ven con desagrado el
afecto entre dos hombres y lo que yo veo es el afecto entre dos seres humanos que
comparten vida. Él siempre le dio más valor a nuestras charlas, nada se confundió
con el sexo, además somos demasiado jóvenes para aquello.
Con la mirada al ocaso le contesto. –Ojalá nos volvamos a ver, sé que te voy a
extrañar al principio, pero después no me importará, también sé que no te impor-
ta que piense así porque es lo que gustas de mí.
Sonriente, pero con una lágrima también en su rostro me vuelve a hablar –Sa-
bía que entenderías. Trata de conseguirte una vida social común cuando seas más
adulto, pueda que yo también haga lo mismo.

101
–Un beso cálido recibí de sus labios, la luz se ocultó y regresamos al grupo del
curso vacacional.
147–¿Estás bien?
–Sí, lo estoy… Recuérdame jamás volver a este tipo de tonterías de cursos vaca-
cionales.

102
15.
Tú me amabas y yo ya te esperaba

Hoy tengo ganas, tengo la necesidad de mirar tu rostro, tu alma y tu corazón que ciertamente a
través de tus pupilas miro con sencillez que al igual que yo, deseas entregar amor.
¿Miedo? Dejemos atrás toda tristeza, toda agonía y mala experiencia, dejemos el pasado que
atormenta, pues disfrutemos más del futuro que se nos presenta.
Seamos como aquellos dos enamorados en la bella Verona, olvidando rencores olvidando dolo-
res. Seamos nosotros mismos superando traición y bailando con una canción.

Hoy me desperté con el ímpetu de percibir tú suave aroma, de desayunar tus dulces labios y de
deleitarme con delicadas caricias de tú cuerpo.
¡No! Eso es poco, muy poco, porque yo simplemente soy el hombre más afortunado del mundo,
cuando tú inesperadamente me tomas de la mano, me aprietas fuerte, me miras y no hace falta de-
cir nada, porque tu rostro me dice que ya me amabas y mi corazón latiendo te expresa, yo ya te es-
peraba.

Si amor, sí, soy el juglar de un tiempo antiguo con un rostro presente. Tú eres un trovador con
poesía en tú interior. Juntos el tiempo se detiene y se acelera, no hay Vesubio que nos detenga en
roca, pero sí lo hubiera, en ceniza seca sería tuyo ahora.
Las horas, las horas son relativas amor, no hay tiempo exacto para decir un te quiero. Porque
sí el corazón lo dice y tú cabeza lo razona, arrepentimiento no habrá, porque bien dichas las pala-
bras estarán.

Hoy siento eso de querer mirarte a cada segundo, de meterme en tú ventana como un ladrón y
robarte un abrazo tan fuerte que las estrellas caigan ante nosotros y hacerte sentir amado y queri-
do, como tú lo haces en mí. Hoy siento ganas de escribirte unas líneas que expresen todo mi sentir,
ya que mis pobres palabras habladas, son muy pocas y muy cobardes para describir.

103
Sí amor, sí, tenemos mucho que recorrer, tenemos mucho que conocer, pero como tú bien lo di-
ces; lo repentino sale mejor, yo digo que nos planearon para estar juntos. Yo no quiero enamorarme
de ti porque es efímero, yo no quiero amarte porque sería esclavo de mis palabras. Yo quiero ser
uno contigo mismo porque así, las alegrías y tristezas, los fracasos y logros, las derrotas y glorias,
serán de los dos. Yo quiero ser un individual contigo mismo porque así, dos caminos separados se
unen por objetivos anhelados.

Sí amor, sí, yo siento tú corazón con el mío cuando me hablas, yo siento tú calor con el mío
cuando me abrazas, porque aun cuando nuestro amor es restringido, no hay nada que nos detenga.
Pues, simplemente porque tú ya me amabas y yo ya te esperaba.

104
16.
Geranios: Dulces y amargos viajes

147–Hemos faltado mucho a la escuela, cuando lleguemos a casa la dama de


lenteja se molestará mucho, y esta vez va a ser culpa tuya por tratar de complacer
más de lo debido a Geranios.
–Ya no fastidies, también la hemos pasado muy bien. No me vas a negar que
te gustó todos los lugares que hemos visitado. Relájate, en la escuela saben muy
bien nuestro rendimiento académico, no necesitamos un reconocimiento como
esos niños necesitados de atención para saber que somos capaces de más.
147–¡Hey! ¿Eso es arrogancia?... Cálmate niño, no abuses de tus conocimien-
tos, porque muchas veces el más inteligente es el que posee más capacidad adapta-
tiva que nosotros con esta cabeza.
–Ya, ya está bien, sólo no molestes, el vuelo sale el día de mañana, ya vi los bo-
letos de regreso.
147–¿Qué va a hacer Geranios?
–No lo sé, ella tiene amigos por doquier, como es costumbre ha de quedarse
hasta muy noche y nosotros deberemos hacer el escándalo para que regrese.
147–¿Te parece gracioso?
–La verdad sí.
147–Sabes que ella ya entiende de estos berrinches, ¿verdad?
–Lo sé, pero me tiene sin cuidado, si a ella no le molesta irse con sus amigos a
mí no me molesta incomodarla.
147–¿No será que tú eres el que busca atención?
–¡Hay por favor! Te dije que ya no me interesa que se vaya con sus amigos, ha-
ce lo mismo siempre que vengo., me gustaría que sea la misma mujer cuando me
voy que cuando regreso.

105
147–Cuando te complace con regalos no dices nada. ¡Decídete niño! ¿Qué es
lo que quieres?
–Hoy decidiste atacarme según veo. ¡Te diré que es lo que quiero! Quiero que
ella deje de reclamarme por situaciones que yo no hice, quiero que ella sea la mis-
ma mujer que cantaba canciones por la mañana y por la noche. Quiero que sea la
mujer que se complacía únicamente por respirar.
Quiero que ella deje de llorar por su pasado, lo supere y siga. Pero allí está la
clave, Geranios no quiere hacerlo, se aferró tanto a ese sentir como una simbiosis,
que le hace falta sentir ese dolor para poder vivir, ella también quisiera que las co-
sas fueran diferentes, pero con sólo querer nada se soluciona. ¡Ves! Eso es lo que
quiero, pero como no entendemos del lenguaje afecto, hablar de esto se hace difí-
cil, porque lo que tú y yo deseamos, es que haya coherencia en el actuar. Tú 147
me hiciste así, con sólo palabras no me prueban nada.
147–Ya niño, cálmate. Olvida que pregunté.
–¡Tú empezaste! Y ya deja de hablar tonterías.

106
17.
Tiempo de silencio

Es el momento de detenerse un segundo a pensar, ¿no lo crees? Reflexionar su-


pongo de lo que he ideado, he dicho y actuado. No sé muy bien por dónde empe-
zar, quisiera explicarte de dónde es 147, pero él es muy volátil y a la vez tan palpa-
ble. Todos los días pienso en cómo sería si Ánima estuviera conmigo, todos los dí-
as pienso en que las personas son muy difíciles de entenderles por sus sentimientos
en vez de sus pensamientos, todos los días pienso en esto y aquello, matemáticas y
palabras.
Cómo explicarte que prefiero la compañía de un niño en más que sólo cuerpo,
aún cuando no entiendo del todo lo que significa el lenguaje afecto y los adultos
ven con antipatía lo que para ellos no es “normal”. Cómo explicarte el significado
de estos sueños en madrugada que poco logro recordar. Cómo demostrarte que
las voces que escucho allá a fuera no se confunden con la de las personas reales, pe-
se a que yo doy más valor a lo probado que a sólo lo especulado, no puedo expli-
carlo bien.
¿Estimas que sólo debiera hacer que pase? ¿Ser de sentidos nulos y seguir la co-
rriente? No… No lo creo. No puedo hacerlo, y aunque no entienda bien lo que
sucede, debería buscar una explicación para satisfacer una idea existencial. Sí, eso
es lo que pienso.
Hace unas semanas un niño me dijo que estaba loco porque me miró hablando
solo, no era cierto. Yo hablaba con 147, salvo que ese niño estaba ciego para mi-
rarlo como es.
¿Y no todo el mundo lo está? –le pregunté –¿Quién es cuerdo y quien es lógico
si todo a conveniencia lo convierten en relativo o subjetivo? ¿No toda materia em-
pezó con una idea? El niño no supo que responderme y yo no quise explicarle.
Así es esto, somos máscaras, en ocasiones guardamos lo más oculto de nuestro ser
para no ser juzgados y es natural juzgar cuando no se sabe de lo que se habla, eso

107
se llama temor a lo que no se conoce. Imagínate a mí, teniendo que guardar todas
esas cosas raras.
Sigo siendo muy bueno en los estudios, pero últimamente le he perdido interés,
todos esos niños solamente quieren que los vean. Rendir académicamente es una
carrera de obstáculos para que sus padres y profesores estén orgullosos de ellos, no
creo que quiera unirme al club de los desesperados. Por otro lado, ¿a quién no le
interesa ser visto por su sociedad? Hasta yo desistiendo correr en esa competición,
seré visto como el desertor. No creo que me importen mucho los títulos, pero he
advertido que los adultos vanaglorian de ello, me parece un poco gracioso, supon-
go que también es una necesidad.
¿Cómo estoy en mi casa? Mmm… Hay muchos factores, empezaré diciendo
que como has visto, 147 es mi consejero y muy bueno por cierto. Cuando la dama
de lenteja comenzó a enseñarme el lenguaje afecto, descubrí que ella y la mayor
parte de las personas son controladas por ese lenguaje. Yo no lo entiendo como
tal, lo entiendo como causa y efecto o más simple incluso, acción y reacción.
La dama de lenteja usualmente se sentía muy mal cuando yo visitaba a Gera-
nios (acción) y cuando regresaba, ella estaba enojada y algo triste (reacción). Deci-
dí mentirle para que no sepa los lugares a donde yo iba (causa) de ello, la dama de
lenteja sentía incertidumbre de no saber a veracidad los lugares que frecuentaba,
sea donde Geranios u otro lugar (efecto). Por otro lado, el siguiente (efecto) fue
que la dama de lenteja ya no creyera en mis palabras. Creo que me bastaba con
tal de no verla sentirse mal.
Segundo ejemplo: Geranios se molestaba mucho porque pensaba que el hom-
bre de antaño no me dejaba verla (acción) por tanto, cuando yo la visitaba, me
quedaba semanas o meses viajando con Geranios (reacción). Pronto decidí que ya
no me podía quedar mucho tiempo con ella, puesto que, me traería problemas en
casa (causa). Esto haría que Geranios piense que el hombre de antaño me ponía
en contra de ella, (efecto). El siguiente efecto fue que, Geranios siempre creyera
tener la razón de todo. Creo que me bastaba con tal de verla tranquila. Pero co-
mo sabrás después, quedarse a medias sin aclarar bien los problemas, siempre trae
efectos más dañinos que las mismas causas.

108
Por el momento esta es mi vida, ya veremos qué pasa después.

109
18.
Memorias V: Recostado en la hamaca

–Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, ca-
torce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte, veintiuno, veinti-
dós, veintitrés, veinticuatro…
Ánima– ¿Qué haces?
–Estoy contando los números. ¿Qué haces tú?
Ánima–Salí a dar vueltas por las ideas.
–¿Qué hay por allá?
Ánima.–Ya sabes, nada fuera de lo común.
–Aburriiido…
Ánima–¿Qué hay de aburrido en la perfección numérica?
–Eso nooo… Aburrida tú que gustas ir siempre allá. Debieras quedarte conmi-
go practicando palabras y los números.
Ánima–Apenas estas utilizando un lenguaje formal y la numerología infinita,
no hay mucho de lo que podamos discutir puesto que acabas de cumplir tres años.
–El hombre de antaño dice que soy muy inteligente.
Ánima–Lo eres pequeño, lo eres, pero todavía te falta mucho desarrollo físico y
mental. En unos años despertará un amigo mío y te ayudará.
–¿Cómo se llama?
Ánima–No importa su nombre, como no importa el mío… ¿Sabes? Todo lo
que hagas en este cuerpo físico con él y conmigo, alimentará nuestra esencia.
–¿Quién es esencia?
Ánima–No es un alguien, tampoco lo puedes tocar, es como yo, algo etéreo. So-
lamente tus sentidos más profundos la pueden percibir.

110
–¡Entonces lo puedo ver y escuchar! ¿Es un dulce?
Ánima–Jeje, no te preocupes por ello, algún día lo verás porque se parece mu-
cho a un sentimiento puro que los humanos llaman ágape.
–¿Cómo lo que mamá dice cuando me levanta?
Ánima–Sí pequeño, algo así.
–Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, ca-
torce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve, veinte, veintiuno, veinti-
dós, veintitrés, veinticuatro…

111
19.
Mirando el horizonte

La belleza de este mundo es incierta y su perfección es silenciosa.


Poco la conocemos y pretendemos saberlo todo.
Pero ahí está, cerca y palpable a los sentidos.
Pero ahí está, cerca y contable a los números.

Los cantos de la naturaleza conjugan un armonioso tiempo de espacios.


Respetan el equilibrio de estaciones una atrás de otra.
Las horas cuantiosamente distribuidas en perfección.
Y los años magníficamente destinados a cada posición.
¿Tenemos el derecho de cambiar su destino si nuestra necedad es complacer una necesidad?

Mirando al horizonte pienso que el mundo y su arquitectura son sublime.


No aquella que el hombre con sus manos ha hecho del barro un deleite.
Porque, aunque también exista belleza en aquella intención.
Reproducir lo natural no tiene comparación.

La belleza de este mundo sigue las leyes de la metafísica.


Que es por principio el fundamento de la realidad.
Causa sui que por libertad de voluntad.
Contemplad lo inherente por ser del polvo coherente.
La ascética es la práctica de la perfección espiritual.

112
Y yo indómito pretendo ser el díscere de lo natural.
¿Soy digno de que mis sentidos te perciban?
O tan sólo soy el hombre que mis cálculos te descubran.

Mirando el horizonte pienso que el mundo en el que vivo es abstracto.


Que ser teoría no es lo mismo que ser existencial.
Y si lo único que sé es ser existencial, entonces no hay teoría que valga revelar.
Mirando el horizonte pienso que el mundo en el que vivo es noble.
Mirando el horizonte pienso que el mundo en el que vivo es falso.

113
20.
Sueños del pasado III: 1904

Por un largo tiempo he caminado solo y no me lamento por ello, los tiempos
han cambiado mucho y las personas están luchando por hacer notar su ideal o su
bolsillo. Son más visibles las debilidades de los imperios, o más aún el enlace políti-
co que la burguesía tiene con esta… Ahora la hegemonía del capital supongo. Las
ciencias avanzan a pasos agigantados, tal vez pronto las leyes de la física cambien
de una manera tan impresionante de cómo se las ve ahora, (ojalá no lo acusen de
herejía). No, ya no suceden aquellos actos, al menos no casos que yo sepa, salvo
que también ha cambiado la manera de etiquetar a las personas con algún don es-
pecial o falto de ello, género, etnia, religión. Sobre todo religión, las personas son
capaces de muchas atrocidades a nombre de esta.
La educación definitivamente al parecer quiere responder a la necesidad de un
determinado territorio. Hace casi dos siglos se empezó a usar un término de la an-
tigua Grecia (σχολή) “la escuela” del latín schola, pero ahora como significado
más estructural que espiritual. Curiosamente escuela significa libertad y tranquili-
dad y creo que poco a poco la libertad cambia su significado a dependencia y su-
misión del capital.
Encontré a una familia muy conservadora hace unos pocos años cuya historia
se me hace muy nostálgica. Abraham es el padre de este núcleo y lo conocí en
uno de mis tantos viajes al esclarecer sobre mi existencia. Tiene un hijo el cual lle-
va el mismo nombre de su padre, son Germanos o como se lo empieza a conocer
a modo de alemanes.
Abraham quiere que yo sea el maestro de su hijo y lo lleve conmigo para edu-
carlo. No sé si estoy preparado para ser el mentor de un hombre. Conversé de es-
to a Saudade pero bien hizo en aseverar que todavía soy demasiado joven para ser
un druida, de modo que lo rechacé. Incluso así Abraham es muy insistente.
–Dígame Charl. ¿Hacia dónde dirigen sus rumbos?

114
Campos llanos rodeaban mi alrededor y de un verde tan maravilloso con el
viento soplando tan fuerte que parecía llevarlo todo a su paso. (Este paisaje sola-
mente pasaba en mi cabeza).
–El día de mañana empezaré otro viaje, tan largo que no sé cuánto tarde. La
península itálica es mi destino Abraham.
–Pensativo me responde –Las cosas no van muy bien por estos tiempos, la gen-
te allá afuera rumorea una guerra, y no creo estén lejos de la verdad. Tenga cuida-
do.
Sí, es cierto, últimamente los imperios no están muy conformes que digamos.
Unos pocos años atrás Francia se había enfrentado al Reino Unido y justo en mi
nacimiento, explotó la guerra Franco prusiana. No podría tener más cuidado con
ello Abraham.
–Qué bueno que lo tenga presente Sir. Me gustaría poder verlo de nuevo, pero
el tiempo es corto y yo también mañana regresaré a mi clan, supongo que me to-
mará un mes o dos en caballo hacia Hamburgo. Las cosas por allá tampoco an-
dan bien.
Mirando el cielo obscuro y ya cesando el roció que cobijaba mi anterior en-
cuentro con mi amigo Saudade, le respondo ahora a mi presente anfitrión:
–Los designios de la vida son extremadamente curiosos, pueda que nos volva-
mos a ver.
Nos despedimos con un cálido abrazo y el partió rumbo a su natal tierra. Yo
me quedé, puesto que tenía en espera a mis amigos del Luv.
–Entonces en marcha.
–Sí, entonces en marcha.
Mientras caminaba de regreso al Luv, la conversación que tuve esta noche con
mi maestro dejó más dudas sí, pero tal vez una senda a seguir para resolver esto.
En mi juventud me había negado a la idea de encontrar ciertamente si los recuer-
dos que poseía, son hombres de carne y hueso que existieron antes de mí. Tal vez
sólo he seguido pistas que no me han llevado a nada más que a cuestionarme, por-

115
que este tipo de conocimiento no es lo que se diría científico, pero sería poco cientí-
fico no investigar a que se debe esto en mi mente. Y pese a que llegue a una con-
clusión que no quisiera saber, lo veo también muy poco probable puesto que al
mismo tiempo, estas pistas me han llevado a una coherencia de vivencias, una
coherencia como si se tratase de un juego en el cual debo recolectar piezas para
un rompecabezas. Las personas que he conocido, los pocos secretos que he revela-
do, los mismos lugares que he visitado, hablan de un conocimiento más allá de la
mente y si hay lógica en perseguir lo que es de la mente, por qué no perseguir la
lógica del alma. Le temo indudablemente, porque si no coexiste el equilibrio, uno
puede tender a perderse y de eso pasa mucho en estos días.

116
21.
Sala de hospital
septiembre de 1978

147–Creo que ocultar la verdad y las intenciones con las que iniciamos para no
lastimar, ya se han vuelto en nuestra contra. Nuestra credibilidad es la de un men-
tiroso.
–Con sarcasmo contesto –¿En serio crees que estas alturas es significativo lo
que piensen?… Poco me importa la valorización de lo que digan. ¿Por qué no sólo
aprenden a leer las huellas y después de ello reflexionar? Nunca les basta con eso,
si no que siempre arman juicios y condenan. ¿Dónde quedó el verdadero acto des-
pués de reflexionar?
147–El acto queda en la forma como tú te presentas.
–Yo me puedo presentar como un mentiroso, pero la verdad es que soy más
mentiroso de lo que me presento porque oculto mis verdaderas intenciones. Tam-
bién me puedo presentar como un noble, pero soy incluso más mentiroso que en el
caso anterior, puesto que doy por sentado que soy inquebrantable lo cual no es
cierto. O me puedo presentar tal cual, pero eso tampoco será suficiente ya que, el
individuo al que me presente, en su mente estará armando suposiciones y preferirá
quedarse en la ignorancia con esas conjeturas que preguntarme.
147–¿No confías en nadie que no tenga un lado oculto?
–No, no confío en nadie que no sea claro consigo mismo, con frecuencia el si-
lencio es el acto de lo oculto y el que habla demasiado está pidiendo a gritos ser vis-
to. Creo que más temor se le debe tener al silencioso, porque lo que suceda en su
mente será un enigma y el hablador solamente responde a una necesidad más no-
table.
147–¿Entonces no te importa que te digan mentiroso?
–No, porque sí lo soy, y sólo un verdadero artista hace parecer una mentira ver-
dad. Ya después con el tiempo, pues no solamente lo parece, si no que convierte

117
esa verdad en una realidad, y la realidad es innegable cuando los sentidos la perci-
ben, y si los sentidos perciben, esa verdad que pudo haber sido mentira antes, ya
no lo es. Tan únicamente porque ya hay credibilidad en lo que ven. Como deno-
tas 147, nuestro mundo está formado por mentiras, tanto como siglos atrás, los ca-
tólicos negaban la presencia del sol en el centro de nuestra sistema, y no fue más
que un mismo católico apasionado que lo demostró. Quiero decir que los sentidos
también pueden ser manipulados acorde a lo que se desea presentar, tal vez lograr
eso es indudablemente jugar con la mente humana, porque el hombre en ese pun-
to ya no se pondrá en duda si lo falso es verdad o lo verdadero sea falso, ya pues,
formará parte de su realidad.
147–Lo que dices suena taimado, malo, visto desde una perspectiva de conoci-
miento vulgar.
–Sí, es malo, pero… ¿Cuán malo uno puede ser si existe una necesidad?
Volvemos al dual del bien y del mal. Si un sediento me pide agua y yo le pro-
porciono agua. ¿Soy bueno o malo?
147–Tal vez eres un buen hombre.
–Pero y si el sediento está a punto de morir y el agua que le proporciono es co-
mo veneno en su cuerpo ¿Sigo siendo buen hombre?
147–Intentaste salvarle la vida.
–¡No! Eso es lo que supuestamente se pensaría, pero muy adentro mío yo que-
ría que el sediento termine su agonía, y el sediento lo sabía porque entendía que
con un vaso de agua él no podría evitar la muerte. ¿Sigo siendo bueno o malo?
147–No lo sé, nunca sabremos bien lo que necesitamos porque siempre esta-
mos transformándonos. Lo que hoy nos haga beneficio, tal vez mañana no lo sea.
Porque hoy únicamente somos, pero en el mundo de los adjetivos “ser sólo ser” no
es suficiente.
–Así es amigo y no soy un artista, soy un hombre que está hablando con su
mente.
147–¿Cuánto tardará la cirugía?

118
–No tengo ni idea, pero todavía no puedo mover ningún músculo de mi cuer-
po, queriendo decir que la anestesia hizo bien su trabajo.
147–¿Te sientes bien?
–Que pregunta más idiota, te acabo de decir que no siento nada, pero si te refie-
res a mi estado emocional pues… Es una extraña sensación sí.
147–¿Quiero preguntarte algo?
–Anda dime, creo que pocas veces nos hemos visto físicamente como en esta
ocasión y quién sabe cuándo se repita.
147–Después de mirar que yo existo con un cuerpo propio y no sólo soy parte
de tu mente, ¿qué piensas hacer?
–¿Contarlo al mundo? ¡Tú si estás loco verdad!
147–Obviamente que no, nos encerrarían de por vida en un manicomio.
–Jaja, por su puesto. Por otro lado, no, no sé lo que voy a hacer. Legítimo que
tengo mucho miedo en estos momentos y no es miedo a la muerte, sino miedo de
mí mismo.
147–Antes de entrar a mi realidad pude observar a Ánima. La muy engreída
estaba sentada en la copa de un Sauce, moviendo la cabeza diciendo que no.
–La pude ver también, de alguna manera tendremos que reunirnos con ella, o
él… como sea.
147–¿Por qué tienes miedo de ti mismo?
–Es el niño que está allí, cuando regresemos a la corpo realidad recordará mu-
cho de esto, no sabrá lo que le pasa, no entenderá a nadie ni nada y lo peor de to-
do es que esto le sucederá en silencio, como si un parásito le comiera desde aden-
tro. Si de por sí su pequeña vida es complicada, no sé cómo va a enfrentar y asimi-
lar este conocimiento.
147–Tranquilo, lo haremos juntos como en veces pasadas, al fin y al cabo eres
tú mismo quien está allí y yo tendré que lidiar con tu incertidumbre. Te acompa-
ñaré y tal vez el nudo no se repita.

119
Una luz intensa cegaba mi visión, a mi costado izquierdo se encontraba un tu-
bo el cual drenaba sangre y fluidos de mis pulmones. Hace algún tiempo había
tropezado y caído de espaldas en una piedra filosa. En aquel entonces no fue de
inmediato la reacción ya que, se tomó uno o dos años en presentar síntomas de un
derrame pulmonar. Claro, el derrame era minúsculo para notarlo si no es hasta
cuando los fluidos ya estaban llenos en mis pulmones, estos impidiendo mi respira-
ción.
El hombre de antaño a lado de mi camilla denotaba horas sin dormir –¿Cómo
te encuentras?
–Me duele mucho la espalda.
Mirándome afligido me dice que pronto pasará.
De la nada a lo somnoliento que me encontraba, una serie de diálogos, imáge-
nes dispersas y sensaciones de desesperación me asechaban una tras de otra en mi
mente.
–¡Ahahahhaha! ¡Auch! ¿Qué es todo esto?
–El hombre de antaño me miraba preocupado en aquella habitación fría y con
mucha gente hablando y llorando por todos lados. –¿Qué es lo que te sucede?
–Me duele la cabeza demasiado, ¡no me lo aguanto!
–¡Ya vuelvo, voy a ver al doctor.!
El hombre de antaño se alejaba en busca de un médico, en medio de tanto mé-
dico…
147–Trata de mantener la calma.
–No entiendo esto ¡Qué son estas imágenes!
147–¡En serio cálmate!
–¡No puedo!, ¡no ves que lo intento!
Para cuando terminé de gritarle a 147, de nuevo caí en un profundo sueño, o
eso parecía.

120
22.
El percibir de un escalofrío IV: La realidad de la mente

–De acuerdo… ¿En dónde estoy?


147–Te encuentras en una realidad un tanto distinta a la tuya.
–¿Realidad?
Al abrir y cerrar mis ojos, siete entidades se encontraban frente a mí y una de-
trás hablando.
–Una voz interrumpió a la primera –Por favor, quieres explicarle a este niño
torpe lo que somos…
147–¡Tendrías por favor tú la amabilidad de cerrar la boca y exclusivamente
abrirla cuando se requiera de ti!
Aquella segunda vos que se insinuó, hizo un gesto de molestia, pero era total-
mente extraño porque parecía no tener una forma definida.
147–Pon mucha atención a lo que te voy a decir –me dijo a las espaldas –Mira
a tus pies. ¿Qué es lo que ves?
De pronto estaba encima de diferentes ciudades, todas al mismo tiempo. Una
visión amplia de los rascacielos en las grandes capitales y otras tan pequeñas como
los campos fuera de ellas. Observaba la nieve, arena y las junglas en una misma
mirada. Centré mis ojos en una ciudad rodeada de montañas, veía a una pequeña
niña que llevaba un girasol en su mano izquierda y de la otra mano sujetaba a su
madre que llevaba apuro. Caminando a un paso veloz, su madre le decía que se
mueva porque llegarían tarde a la clase de baile de la pequeña. Era cierto, mien-
tras la inocente trataba de sostener su flor para que no cayera, su pequeño vestido
blanco bailaba al compás del viento, traía en su íntimo bolso y los zapatos de ba-
llet colgados jaloneando al caminar. Su cabello largo y ondulado se entre ponía a
la visión de ella, más aún usando lentes movía su muñeca con el girasol en la ma-
no para que sus cabellos no la molestasen. Su madre por otro lado, vestía un traje
formal de color café, su cabello bien sujeto a una vincha y tacones altos, denota-

121
ban altivez por supuesto, también poseía lentes y varias agendas a su lado derecho,
en especial uno que parecía un diario de actividades.
147–Dime… ¿Qué es lo que ves?
–La gente corre por todos lados y a todo momento, incluso cuando están en un
único lugar, sus diálogos son con premura. ¿Por qué lo hacen? ¿Por qué corre-
mos?
147–Primero… Yo soy tu mente con forma propia, el número es insignificante
ya que sólo es referente al modelo intelectual que posee tu cuerpo en su realidad.
Aquí, eso es inservible puesto que mantenemos un equilibrio con las demás realida-
des que nos conciernen a la constitución de una sola esencia.
–Estoy entendiendo lo que me dices. ¿Por qué?
147–Porque formas parte de esa misma esencia, yo formo parte de ti, Ánima
también y las cinco entidades de allí, pero aún no puedes acercárteles ni ellos a ti,
ya que se requiere más comprensión, no únicamente dimensional ni existencial, si-
no también de percibir y descifrar las huellas de la metafísica. Las personas co-
rren porque inconscientemente creen que la vida que piensan poseer se les acaba-
rá pronto.
–Pero… yo todavía no he muerto.
–Sus labios expresaban una sonrisa irónica pero amable mientras su mirada se
perdía en el vacío.
147–Tú ya conoces la muerte en la realidad del cuerpo, tú ya tuviste la oportu-
nidad de encontrarte en este lugar y no sólo una vez… por ello estas aquí, por ello
eres sensible al alma y el alma soy yo, la mente. En mí se encierran las emociones
humanas, en este caso únicamente de ti. En mí se recogen todos los procesos psí-
quicos y todos los raciocinios científicos y ambiguos de ello. Yo soy lo material que
toma forma en este lugar como un entero de tu vida corporal.
–Si ya conozco este lugar y aún no he muerto. ¿Qué hago aquí?
147–Abrir recuerdos, recuerdos en espacio y tiempo. Yo como el aspecto mate-
rial de tu mente, me encargaré de revivir sucesos del pasado cuyas reminiscencias

122
hayan dejado para el esclarecimiento de hechos que requieren atención, para la ex-
plicación de eventos en especiales que por el momento son imposible aclarar.
En el transcurso de tu vida se irán desbloqueando recuerdos que creerás no son
tuyos, pero créeme cuando te digo que forman parte de nosotros. Estos únicamen-
te se liberarán siempre y cuando sea necesario y les des importancia, de lo contra-
rio, aparentarás una vida corpo-normal y la duda existencial te carcomerá desde
adentro.
–¿Por qué yo? ¿Por qué ahora?
–La misma voz que al momento de entrar en este lugar me gritó, volvió a insi-
nuarse –Mira más allá de tu nariz niño, es “lo complejo de lo simple”. La vida es más
problemática de lo que piensas.

123
23.
Cuando Ánima me habla II: Búscame

Ánima–El hombre está equivocado si cree que el espíritu habita en su realidad.


–¿Y no es cierto?
Ánima–Yo no habito allí, trato de cohabitar.
147–Es por ello que vivimos en conflicto, el cuerpo quiere satisfacer su estado
físico, la mente y el espíritu intentan ser dueñas de la verdad absoluta, por un lado
la evolución y por el otro la creación.
Entidad cinco–En otras palabras, es el valor de los hechos, “lo científico” su
dual la fe “las religiones”
–Pero es este cohabitar de la corpo-realidad que ustedes se alimentan.
147 y Ánima hablaron al mismo tiempo –¡No!, no sólo nos alimentamos noso-
tros, alimentamos a nuestra esencia, el estado puro.
Entidad cinco–Descuida, pronto te acostumbraras a su elocuencia.
–¿Por qué si estamos en tu realidad? –me dirigía hacia 147 –Ánima se encuen-
tra aquí. ¿Quién es Ánima y quién es 147? ¿Los dos son alma? ¿Quién es espíritu?
Entidad cinco–Permítanme responder. –la entidad más visible se acercaba más
a mí –Ella se encuentra también aquí porque no pude…
147–¡Basta!
147 interrumpió lo que para la entidad cinco fuese de vital importancia mani-
festar. –Si dices una sóla palabra más estarás condenándonos a otra transmigra-
ción.
Ánima–Su nombre es Charl, recuerda bien su forma, su historia es nuestra his-
toria.
Me encuentro en la realidad de la mente porque tú me estas necesitando, eso
hace que yo traspase dimensiones, pero con hacerlo no basta. Tienes que necesi-

124
tarme más, tienes que buscarme y encontrar el equilibrio en la corpo-realidad que
precisamos. Ahora 147 y yo confundimos existencias, pero incluso los dos somos
al mismo tiempo alma y espíritu. En pocos años a la iniciación definiremos esto
con mejor precisión.

Soy Ánima el espíritu, he intento cohabitar en la corpo realidad junto con el alma que es la
mente.
Soy Ánima y existo desde el primer respiro de un ser humano.
Soy Ánima y existo desde el primer encuentro del ser consiente.
Cada hombre nace con un ánima, pero sólo el hombre es dueño de decidir buscarla.
Cada hombre nace con el alma, pero sólo el hombre es dueño de decidir llamarla.
No me encuentro en el dogma ni a la sombra de la moralidad.
No me encuentro en la ética, ni del bien del mal en la religiosidad.
Estoy en lo más íntimo, la única existencia reclamada por la existencia.
Estoy en lo más profundo, la única constancia del hombre buscando a su esencia.

Búscame porque dejo huella en específicos rasgos del ser humano.


Búscame porque necesitas de mí para trascender.
Estoy en lo más oculto de una mirada.
Estoy en lo más secreto de la calma.

Soy Ánima, el espíritu, e intento volver a unirnos para ser la idea original.
Soy Ánima y existo para recordarles que hay algo más que mortalidad.
Soy Ánima y existo para recordarles que hay algo más que una realidad.
Cada hombre nace con un ánima, pero no por ello el hombre puede manipularme.

125
Cada hombre nace con espíritu, pero no por ello el hombre tiene derecho de utilizarme.
No me encuentro en el ídolo profesando subjetiva presencia, ni en el filósofo abrazando soberbia
coherencia.
No me encuentro en el nombre ni en el adjetivo mostrando juicios de evidencia.
Estoy en lo más íntimo, la única existencia natural reclamada por inherencia.
Estoy en lo más profundo, la única constancia del hombre y su presencia.

Búscame porque dejo huella en el silencio del sentir.


Búscame porque necesitas de mí para vivir.
Estoy en lo más oculto de la lógica.
Estoy en lo más secreto de la razón.

126
24.
La lógica de 147

Despertaba de un angustioso y profundo sueño… o eso parecía serlo. En mí se


encontraba una inquietud tan plena que me recordaba que estaba vivo. Las luces
de la sala de hospital me insistían lo cegadora que la vida es, la superficialidad de
mirarnos y que justo en el momento antes de morir, volvemos a ver, volvemos a
sentir.
Recuerdo todo lo que sucedió antes de despertar, no sé muy bien cómo expli-
cármelo. ¿Estaré loco? Debo de estarlo, pero algo muy adentro de mí me dice que
lo que vi, lo que escuché y lo que sentí, fue real. ¿Mis sentidos no me estarán enga-
ñando?
Estoy mirando a las personas pasar, pero son únicamente eso, personas cami-
nando. ¿Ha cambiado algo en mí? No soy de este tiempo, nunca fui de mí mismo,
este nuevo cuerpo, esta mi mente, esta mi alma, somos seres individuales tratando
de cohabitar. Soy parte de este mundo, este nuevo cuerpo también ha sido condi-
cionado, soy también…
147–Lo que ningún mortal que no haya conocido la muerte conocerá. Lo que
las personas temen, lo que las personas creen una fantasía y sin embargo la buscan
y se preocupan.
No existe nada en esta realidad que no pase primero por mí, aun la pequeña rá-
faga de viento percibida es guardada en mi subconsciente. La cantidad de sinapsis
que se evidenció en ese aparente sueño, fue tan real que me atrevería a hablar de
cosas que ni siquiera todavía hemos visto. Realidades, dimensiones, física, metafísi-
ca, ¿ascética? Todo está aquí… todo siempre estuvo en mí.
Ánima habló sobre los bloqueos mentales, que no sólo existen por condiciona-
miento o por razones de aprendizaje. Para la vida y la existencia misma, existen
bloqueos aún más ocultos para el equilibrio del cohabitar. Secretos tan íntimos
que el ser humano busca inconscientemente y se debe a sí mismo una respuesta pa-
ra trascender.

127
Si estuvieras loco como es el término que se le atribuye un ser humano falto de
cordura, física, biológica o psíquica a los estándares de “normalidad”. Tenlo por
seguro que no estuviéramos aquí para pensarlo y razonarlo. Siento lo que tú sien-
tes, es incómodo lo entiendo, es difícil creer que quien te hablaba en aquel lugar,
era yo mismo en asimilación con las mentes de cuerpos pasados. Nada de esto ten-
drá coherencia si no lo dejamos fluir, es ahora tú quien decides si permitimos darle
sentido, no podemos hablar de lo que no conocemos pero tal vez tengamos las res-
puestas que necesitamos, o tal vez el temor a lo desconocido nos detenga.
No encuentro más lógica que alimentar el deseo del saber, solamente debemos
tener cuidado con la clase de saber que se nos aparece. En este mundo de confu-
sión tampoco creo que todo se nos sea lícito, esperemos dar los pasos correctos si
la prudencia nos acompaña, las cosas seguirán como están, pero te siento… esto te
está cambiando y te está lastimando por dentro. ¿Cómo puedo ayudarte amigo
mío?, ¿cómo puedo aliviar esta incertidumbre y este conflicto existencial que apa-
rece cuando también se hallan conflictos emocionales? Sí, todo está aquí, soy tu
alma, la mente, y conmigo todo lo que representa. No dudes en buscarme, soy
parte de lo que en realidad eres y quieres.

128
25.
Geranios II: Resentimiento y dolor

Hombre de antaño–¿Cómo estás hijo mío?


–Me duele un poco, pero supongo que estoy bien.
Hombre de antaño–Me preocupaste mucho, el doctor dijo que todo salió bien,
ten cuidado de no moverte demasiado.
Recostado en la camilla, un tubo algo largo y transparente se encontraba in-
crustado en el lado posterior izquierdo de mi tórax, asevero que está conectado
con el pulmón de ese lado, este, succionaba los fluidos que impedían mi respira-
ción normal, ciertamente poseía también una mascarilla que se acercaba a un res-
pirador.
La habitación se encontraba en un piso alto, todavía no sé cuál, pero también
la compartía con otras cinco personas, bueno… de las cinco camillas, tres más ocu-
padas, yo era su cuarto compañero.
Hombre de antaño–¿Necesitas algo?
–No, únicamente necesito descansar.
El hombre de antaño se retiraba del lugar, infiero que a comer algo, tal vez pa-
só la noche en vela a razón de mi causa.

–Las cosas nunca son lo que parecen.
147–Sólo estas un poco consternado, ya verás que nos adaptaremos a esta nue-
va vida, junto si decidimos resolver lo otro.
Un respiro profundo trataba de llenar mis pulmones heridos y con ello, algo
también herido en mi corazón.
147–¿?
–No tomes importancia, descuida.

129
147–¿Qué más es lo que te preocupa?
–He tratado de satisfacer los deseos de las personas que intentan enseñarme un
lenguaje afecto y a quien he mentido es a mí mismo. No se puede complacer a to-
do el mundo, ¿no?
147–Hablas de tus padres, ¿verdad?
–Específicamente sí, aunque noto que sucede lo mismo a mi alrededor. Tal vez
este nuevo tipo de conocimiento me abre los ojos para comprender un poco más
lo que significa mi mundo, este mundo.
147–No necesariamente, lo estás entendiendo porque estás madurando psíqui-
camente y madurar significa… Para tu contexto, madurar significa aprender a re-
solver problemas ya no sólo desde la parte cognitiva egocéntrica, sino a tomar deci-
siones como un compendio de notaciones de carácter de tu alrededor, comprender
la razón detrás de la aseveración, cosa que muchos en tu mundo lo olvidan.
–Miro mi mundo como una necesidad y ya no quiero complacer los deseos de
nadie, tal vez los míos.
147–Si lo haces así, estarás cayendo en el mismo error que hacen todos, tu ne-
cesidad egocéntrica no te permitirá ver cuándo por ello olvides responsabilidades.
Recuerda que cada acción conlleva una consecuencia.
–Lo entiendo perfectamente, pero estoy dispuesto a responder con palabra y ac-
to al individuo que me responda con lo mismo que brindo. No voy esperar nada
de nadie, ni más ni menos de lo que doy.
147–Empezarás a desligarte de condicionamientos, respondiendo a lo que tu
mente (yo) requiera. Nos quedaremos con el conductismo base para formar y ex-
tinguir toda clase de actitudes en afán de un objetivo. ¿Es eso lo que quieres?
–Por el momento es lo que quiero. Todos esos deseos que he tratado de satisfa-
cer siempre han llamado al lenguaje afecto, no puedo seguir haciéndolo porque no
lo entiendo, porque no quiero hacerlo, porque no lo comprendo y me lastima ¿Por
qué sucede eso 147?

130
147–Porque nadie te enseñó a amar, sino como palabras que no tenían coheren-
cia con el acto, o viceversa cuando el acto existía pero nadie te dijo que eso signifi-
ca amar. La única persona que intenta enseñarte eso, es la dama de lenteja y noso-
tros muchas veces cerramos nuestras puertas por temor a lo que este tipo de len-
guaje provoca. Solamente estamos respondiendo inconscientemente a lo que nos
causa daño. Esto también es lógico porque una causa emocional, hace que en
efecto me des más poder en la credibilidad de la razón. Niegas que comprendes
un lenguaje afecto pero ese es el mismo móvil que impulsa a que reflexionemos de
una forma más lógica, porque entiendes bien lo que el lenguaje afecto puede lle-
gar a hacer y es por ello que le huyes.

Tabaco y su cerilla en un rincón


Un tinto a medio acabar
Un rostro joven muerto por amar.
El hombre de antaño venía por el corredor que yo alcanzaba a ver, todavía po-
seía su caminar algo desganado. Con ojeras en su rostro me dice:
Hombre de antaño–Papito… alguien quiere verte.
–No quiero ver a nadie, no quiero tocar ni que se me acerque nadie.
Hombre de antaño–Es tu mamá. ¿Sabes el dolor que me causaría que ella esté
aquí?

(147–¿Sabes tú el dolor que le causas a tu hijo al decir aquellas palabras por res-
ponder a tu egoísta razón?)
(–Te lo dije, el lenguaje afecto habla por las personas)
Mirando fijamente al hombre de antaño le contesto:
–¡Te dije que no quiero ver a nadie! Es más, tampoco quiero verte a ti.
Por qué tengo que estar yo cargando sus absurdas y estúpidos problemas emo-
cionales. Por qué tengo yo que soportar los adjetivos y nombres de su mal condi-
131
cionamiento. Todos tenemos problemas es cierto. ¿Es necesario comentarlos con
todo el mundo? Insensato quien cree que su peso es más grande que el de su consi-
guiente. Insensato quien cree que su verdad es absoluta y por absoluta indiscuti-
ble.
No me había dado cuenta de que hasta el día de hoy, la complacencia forma
parte también del lenguaje afecto, claro, si es mal interpretada. Porque la estética
impide ver que la complacencia es necesidad y es mejor llamar a las cosas por su
razón lógica que por su estética.
No me había dado cuenta que hasta el día de hoy, el individuo no puede agra-
dar todos los contextos que a él le rodean, porque se hundiría en la mala interpre-
tación del lenguaje emocional y al hacerlo, preferiríamos la razón de conocimiento
vulgar que del conocimiento conceptual.
Y ya que hablamos del lenguaje afecto, cada quien carga su piedra, de merecer-
lo o no, depende mucho su acto y respuesta. Y ya que hablamos del lenguaje emo-
cional, cada quien conserva lo que crea preservar, de indefensión conductual o cog-
nición racional, su camino se comprende por lo que hace en su presente.
Resentimiento y dolor se guarda cuando la estética emocional hace bien su pa-
pel. Resentimiento y dolor se guarda cuando el leguaje afecto no ha hecho bien su
ideal.
Tal vez guarde un poco de ello porque todavía estoy transformando el leguaje
afecto como lenguaje lógico. Tal vez mis seres queridos guarden un poco de ello
porque se inclinaron por el conocimiento pasional que del conocimiento concep-
tual.

132
26.
Comprendiendo a 147 con su forma individual

Y entonces descubrí que el mundo es más complejo de lo que se presenta, dual,


dividido, motivado, asimilado y buscando el equilibrio entre las emociones; los sen-
timientos, las pasiones y el placer, y el placer de la razón. Una infinidad de contex-
tos encerrados sólo en la mente. Lo abstracto y lo concreto bailando algo tan ínti-
mo que si uno de los dos fallase, el otro también caerá.
Vivo en un mundo donde creo que el espíritu debe volver a su estado natural,
donde el alma recupere su funcionalidad y el cuerpo exista con su única finalidad
de aprender. Qué clase de aprendizaje es lícito, si en la realidad del cuerpo existe
el desorden y este universo perceptible a mis sentidos, está en constante transfor-
mación, tal vez la matemática sea la solución.
¿Qué es cierto? ¿Qué es mentira? ¿Soy únicamente parte de un proceso? ¿Qué
realidad observo si no estoy seguro de que mis sentidos sean manipulados? Qué
realidad es esta si no estoy seguro de que mi libertad es un juego de laberinto que
se tiene que hallar la salida. Y es que… ¿Se tiene que hallar una salida?
Algún día cada individuo encontrará la respuesta de su propia existencia, y no
tendrá nada que ver con ninguna verdad absoluta dicha en esta realidad. Porque
lo único de lo que estoy seguro el día de hoy, es que pienso, y por ello debo existir
de alguna manera. Descartes lo dijo tiempo atrás…
Debo aprender a vivir con lo simple de las posesiones para al menos tener un
poco de coherencia con mi pensar. Que la comodidad no se convierta en el móvil
del ideal, pero por vivir en el estado de la materia, la comodidad suele ser primor-
dial. Todos deseamos estar medianamente cómodos, debemos adaptarnos y hacer
adaptar la convivencia social y con ellas todos sus sistemas.
147–¿Qué estás pensando?
–Tonterías, no hagas caso. Tengo muchas preguntas… ¿Sabes? Tengo miedo
de hablar, no sé cómo actuar.

133
147–También tengo miedo de expresar algo que logre confundirte más, que pe-
se a que estés empezando a aceptar y comprender mi presencia como un ser mate-
rial, yo falle y disponga a desequilibrar tu estado emocional con cualquier tipo de
conocimiento.
–Quiero saber de ti, quiero saber de mí mismo, quiero saber el significado de lo
que me rodea. Pero al mismo tiempo tengo pavor de saberlo. ¿Y si pierdo sensa-
tez?
147–Claro que lo harás, pero será cuando te dejes llevar por lo que hay dentro
de ti, cuando estemos listos física y espiritualmente para seguir, cuando sea el mo-
mento lo sabremos.
–¿En ese momento se considerará perder sensatez?
147–Así es niño, en tu mundo actual las personas ya no persiguen su verdadero
ser, o lo hacen con demasiada premura sin madurar nada, o lo hacen demasiado
tarde cuando su cuerpo ya no responde. La última pregunta antes de morir siem-
pre será. ¿Fui feliz?
Tal vez siempre quisimos hacer algo más, o ser algo más o no ser nada. Pero
pregúntate, ¿qué es lo que el ser humano quiere frecuentemente?
–Queremos poseer, poseer todos los contextos que nos rodean, desde lo mate-
rial hasta lo ideal.
147–Te pregunto a ti. ¿Qué quieres hacer? ¿Que quieres ser o no ser?
–Quiero saber…

147–Quieres poseer el saber y es por ese sentimiento que no estamos listos para
ser.
–Cuéntame algo de ti, los recuerdos que tienes, que tenemos. ¿Existen con al-
gún orden? ¿Recuerdas cuándo naciste?
147–No recuerdo cuando nací con nuestro cuerpo inicial, pero sí de este y de
Charles, tal vez por ser memorias recientes. Te puedo decir que existo como Áni-
ma, desde el primer respiro del ser humano, en este caso nuestro respirar. Los re-
cuerdos que poseo anteriores a esta vida, en unas veces tienen orden y en otras no,

134
como Ánima insistió, habrá recuerdos que únicamente aparecerán cuando el tiem-
po y el espacio sean los correcto. En tanto aun así acceder a ellos es complicado.
Imagina que nos encontramos detrás de una ventana de un piso alto, por la no-
che todas esas luces de la ciudad resplandecientes. Tratar de buscar memorias tan
antiguas, es como tratar de mirar la luz más lejana a nuestra vista, es resplande-
ciente sí, pero parpadea, se hace difícil porque mientras tratamos de enfocar nues-
tra vista a esa inconstante luz, los demás faroles cercanos representados en recuer-
dos presentes, empiezan a opacar aquella luz, por si fuera poco, nuestro propio res-
pirar húmedo, empieza a nublar el vidrio y con sólo levantar la mano para limpiar-
lo ya la hemos perdido de vista.
–Entiendo… eres bastante intrigante, creo que deberíamos empezar a escribir
los recuerdos que vayan apareciendo ¿No lo crees?
147–Ya lo creo, pero déjame contarte un secreto. Tienes algunos rasgos muy
parecidos a tu antigua transmigración. Ciertamente deberías tenerlos, pero usual-
mente la similitud es de temperamento y no de carácter como tú respondes. La
personalidad es la unión de estos dos.
–Aún no sé quién es este tipo Charles, todavía no sé qué es transmigración y re-
miniscencia y pues bueno…
“Es cierto, aún no me conoces, pero si estás leyendo esto, de seguro dejé huellas que sólo tú po-
drías haber descifrado, entonces conóceme físicamente, ahora soy un papel. Fui un ser humano de
carne y hueso, de un espíritu, de un Ánima, de una vida dividida en varias, mi nombre es Charles
Laurent da Bohemia, también fui llamado el libre pero con un símbolo distinto. Ahora mi histo-
ria es tu historia y de los que están atrás.
Soralc, hijo de Emma y su madre Felicia, su padre Abraham y el padre de él con su mismo
nombre, descendientes celtas. Te dejé algo más que líneas en un libro, y estos son mis últimos escri-
tos antes de morir con este cuerpo en esta realidad, pero antes de hacerlo, lamento heredarte algo
que yo no pude terminar, conocer es recordar”
147–Esto es más que un simple recuerdo en mi memoria, Charl escribió lo que
le sucedía, tal como piensas hacerlo ahora.

135
27.
La dama de lenteja II: el amor significa la coherencia del acto y la
palabra

El estado físico en el que me encontraba era deplorable, pero ciertamente esta-


ba mejorando. Normalmente ya no hablaba mucho, la dama de lenteja hacia to-
do lo posible para que me sintiera bien, me trajo algunas cosas de casa para dis-
traerme y estaba bien supongo, pero mis ánimos no eran los deseados.
La comida del hospital siempre ha sido detestable (y lo digo puesto que ya lo he
visitado en ocasiones anteriores), asumo que es por cuidar de la dieta de los pacien-
tes, en todo caso era lo que más me incomodaba.
147–Deberías mostrarle al menos una sonrisa. ¿No lo crees?
–Pero no tengo ni ganas de hablar, no voy a mostrar algo falso en mí.
147–Ya han pasado varios meses, tu cuerpo responde bien. ¿Crees que volva-
mos a aquella escuela?
–Tal vez si, tal vez no. La verdad es que no quisiera volver, detesto esas mira-
das de lástima y tal vez yo tenga que corresponderles.
147–¿Y si lo aprovechas?
–Y me serviría como para… ¿?
147–Es cierto, la complacencia… Olvídalo.
–En ese lugar hay personas que me estiman, supongo yo a ellas, pero ambos sa-
bemos lo que en realidad siento.
147–Es alucinante la similitud que tienes con Charl.
–Pareciera que me estás imponiendo ideas 147.
147–Creo que ya hemos tenido un poco de tiempo para comprender esto, ¿ver-
dad?
–Sí, lo es, pero no por ello todavía me siga pareciendo extraño.

136
147–Charl solía decir que “La existencia misma únicamente es un sesgo de lo que hay en
el universo. Que las similitudes entre seres humanos son más comunes como las apologías de la
vida y la muerte, se ven diferentes pero comprenden una misma analogía”
–He decidido responder a leer las huellas de lo que aparentemente es una locu-
ra.
147–¡Mira! La dama de lenteja viene.
De alguna manera mis sentidos se han agudizado, mirar a las personas ya no es
simplemente mirar. Observo el mínimo rasgo del ser que se presenta ante mí. Mi
memoria visual se ha convertido en un impacto que mi mente guarda meticulosa-
mente, cada rostro encierra una historia y sus expresiones me hablan de ello.
Dama de lenteja–¿Cómo estás hijo? Adivina lo que te traje.
Ella traía un rostro que denotaba también cansancio (y me siento culpable en
cierta parte). Su piel era blanca y pálida, incluso así dispuesta a ofrecer afecto. Su
carácter usualmente era molesta, (y también soy culpable de contribuir a su tempe-
ramento, pero nunca descuidó algún capricho o necesidad mía)
–¿Qué es?
Dama de lenteja–Comida que te gusta, como sé que ya estás cansado de lo que
te dan aquí, pues me escapé un ratito y los metí a escondidas. Toma… –Eran
unas presas de pollo de una marca reconocida –Escóndete debajo del cobertor y
me avisas cuando termines.
No había comido alimento con tal gusto como aquel día, aprendí ciertamente
el valor que tienen los alimentos en una mesa.
–Gracias de verdad, anhelaba mucho comer algo decente. (Como dije; no es
por desestimar los alimentos del hospital, pero como ya antepuse las razones, aque-
llos alimentos tampoco eran un manjar)
Dama de lenteja –No te preocupes… Te quiero. –su sonrisa volvía a ella–.
147–¿Esto podría ser amor niño?
–Mira nada más quien lo dice… El que me enseñó que la lógica lo es todo.

137
147–¡Claro que hay lógica en esto tarado!
–Y ahí estás de nuevo.
147–Tal vez así se disfraza el amor sin explicación clara, tal vez siempre quere-
mos una razón visible, pero se encuentra lo íntimo, en la existencia del “ser”
–Y entonces el amor también es una razón de existencia. ¿Esto es el lenguaje
afecto?
147–Sí y no, mientras podamos decir que exista un equilibrio entre la razón y
lo emocional. La coherencia de la palabra y el acto.
–Entonces pueda que haya certeza en ello y a lo largo de nuestras vidas, siem-
pre nos domina uno u otro, pero es lo ecuánime de los dos que nos conceden valor
real.

(Durante años me he preguntado cuál es el verdadero significado del amor, pe-
ro al parecer no existe una definición única, sino tal vez, esa razón intangible que
hace que todos actuemos con honestas intenciones, un amor de bondad, el amor
de ágape).

138
28.
Sueños del pasado IV: El magno amor
Noche del 24 de abril de 1904

–Entonces, ¿esperaron mucho?


Francesco–Que la historia os cuente que el tiempo y el espacio nada más son
relativos.
–Entonces comprenderé que el afecto hacia mi persona impidió su partida.
Francesco–Si es que mi querido jefe me permitiese irme, dicho esto ya lo ha-
bría hecho hace mucho tiempo.
Cotugno–¡Serraos la boca Leonardo Francesco! Que si tuvieras la oportunidad
de irte, jamás lo hubieras hecho ya que no tienes a donde ir.
Francesco–Habláis con verdad, este lugar es mi hogar y los ebrios como vos
son mi familia.
–Cotugno suelta una carcajada irónica –¡Ja! No he tomado una sóla copa de li-
cor hacía años.
Francesco–No mintáis porque cuando os aparece nuestra joya de Luv como es-
ta noche, no hay alma humana que detenga su derroche. ¿O me dejáis decir false-
dad Charl el libre?
–No sabría que deciros, salvo que al parecer es culpa mía que este buen hom-
bre se sacie de gula en licor, no obstante, te tomaré la palabra mi amable mesone-
ro, al contribuir que de vez en cuando un buen tinto no hará daño.
Cotugno–Y otra vez, ¡ja!
Xavier–¿En dónde se quedó Saudade?, ¿por qué no os quedo con vos?
–Tuvo que marcharse a pueblos lejanos, lo conocéis bien…
Xavier–Sí, os conozco bien como la ausencia igual que la tuya.

139
–¡Oye catalán! –Decía un hombre miembro fiel del Luv –Tu amigo Sebastián
creo pide ayuda con su borrachera allá afuera.
–Con una sonrisa me dirijo a Xavier –No me digas que él ya está ebrio.
Xavier–Qué esperabas que hiciéramos mientras volvías… y no preguntéis por
mí porque ya empiezo a alegrarme, pero descuida, guardé hígado para ti. ¡Un
toast por el cumpleaños de nuestro amigo!
–¡Saluuuud!
Xavier–Esperadme, o acompañadme mejor a ver si no se está metiendo en líos.
Y cierto era que el griego Sebastián luchaba a diestra y siniestra con un grupo
de seis hombres (siempre fue una cabeza dura)
Xavier–¡Parad! ¡Parad! No veis que está borracho…
–Sebastián y su cabeza dura ya había derribado a la mitad de ellos siendo tres
restantes a punto de seguir en lucha.
Xavier–¡Os digo que paréis ya! –el catalán sostenía al griego del brazo derecho,
al primer hombre con el que Sebastián estaba luchando del otro brazo y al último
le había dado una patada que lo tenía en el suelo. Y pues bueno yo… Yo sólo soste-
nía a uno. La escena permaneció así por unos cuantos minutos sin que ninguno se
moviera.
Xavier–¿Los puedo soltar?
Sebastián–¡Si me sueltas voy a seguirles dando lo que se merecen a estos seño-
res!
–¡Es mejor que ya cierres la boca pedazo de positivista barato! –dijo el hombre
de debajo del brazo izquierdo de Xavier.
Sebastián–Solamente espera un momento y verás.
–Qué es lo qué está sucediendo aquí. ¿Por qué la discusión y el motivo de llegar
a los golpes?
Sebastián–Podéis creer que aquí este campesino salido de no sé dónde, me insi-
núa que el mundo en sí, no es inteligible, que somos parte de una realidad mera-
140
mente ideal que aún no comprendemos. ¡Qué clase de individuo con algo de lógi-
ca dice tal superstición sin ordenar primero su propia existencia!
–El hombre de debajo del brazo izquierdo del catalán hablaba –¡Un individuo
que te puede romper los huesos y la materia de lo que supuestamente estás hecho!
Pretendes conocer el mundo porque piensas que tu existencia es el centro del uni-
verso. ¿Que la conciencia y razón derivan de ti?... ¡No seas ridículo! Porque inclu-
so cuando en parte sea verdad, usted querido desperdicio de sustancia, sólo es el
recipiente de ello, la conciencia y la razón están allí sin intervención del ser huma-
no, porque existe desde su primer hálito de vida, se despierta y se desarrolla a lo
largo del diálogo filosófico y su fin es la sabiduría, usted no la posee ni con una ínti-
ma neurona de su cabeza, ni tampoco la crea porque no es suya ni es una deriva-
ción.
Sebastián–Nosotros sí poseemos la conciencia y la razón porque hacemos uso
de ella y la utilizamos no únicamente para conocer el mundo que nos rodea, si no
para transformarlo y mejorarlo gracias a la actividad y práctica del hombre. Si
no, dígame noble hombre. ¿Cuán atrasados estaríamos sin el desarrollo de la cien-
cia?
–Jamás he dicho que la ciencia no deba existir, pese a que esta puede brindar
austeridad y destrucción a los tiempos, es indispensable para la comprensión del
mundo sensible. Deseo hacerle entender que las leyes y principios físicos no son
absolutos, estos son exclusivamente ápices para la reflexión de la metafísica, tal vez
la gravedad sea un principio aquí en la tierra, pero tal vez en otro planeta no lo
sea con la misma intensidad o leyes matemáticas, esto la convierte en una verdad
subjetiva libre a interpretación de los números ya que las ecuaciones cambian.
Sebastián–Me estás diciendo que el mundo puede creer lo que su libre interpre-
tación le venga en gana, como un plebeyo crea que esta piedra es una manzana y
el culto lo crea alimento porque le enseñaron que es así… la manzana sigue siendo
manzana aquí o en la China, no puedes cambiar contextos simplemente porque
no van con el ideal y tu ideal es una basura porque no existen otras realidades que
no sea esta, la de los hechos.

141
–El positivismo y las ciencias no sostienen su brete de fidelidad con los hechos,
pues el tiempo de la experiencia concreta, evade de la mecánica que trata del tiem-
po como una serie de momentos uno junto a otro, un tiempo particular y alterable
como el tiempo sincrónico de Newton, aun así estos no guardan relación con el
tiempo de la conciencia, porque su huella intrínseca es la duración. Un yo que vi-
ve en el presente con las memorias del pasado y una proyección del futuro y sólo
es la conciencia que los unifica. Tus hechos no tienen relevancia si el tiempo es
nuevo a cada instante. Qué triste tu única realidad porque ni los hechos la perte-
necen.
Sebastián–Y afirmas que Dios es el creador del mundo y los hechos. Yo lo con-
trapongo al decir que la materia es eterna. Ustedes solamente observan al mundo
y no se trata de ello, si no de transformarlo.
Xavier–Ahora entiendo… Los voy a soltar, y si presencio un golpe más, tengan
por seguro que a los dos los tiro por el Sena. No voy a conciliarlos, pero espero es-
te comentario les sirva; escucha Sebastián. ¿No dice el materialismo dialéctico en
su primera ley que no hay nada en absoluto, pues todo es un devenir y transitorio?
Y en su tercera. ¿No nos dice que las cosas siempre están en constante cambio por-
que mantiene contradicción entre sí? Esta nos llevaría a la cuarta, que al alcanzar
un grado de cambios cuantitativos el fin será llegar a una conversión cualitativa.
Cualitativa como el idealismo. Está bien sí, la materia tiene en ella el principio de
movimiento, pero recuerda que la segunda ley de acción recíproca, nos habla so-
bre los procesos, procesos que ha llegado punto, perdemos comprensión en esa re-
ciprocidad al intentar entender nuestra propia existencia mediante teorías físicas.
No digo que sea negativo hacerlo, pero memoria que el principio para transfor-
mar y debelar la materia, viene de la razón idealista por la vida, entre tanto las dos
se complementan.
Y por otro lado amable caballero, tampoco se contradiga, usted tampoco es un
yo absoluto, porque un idealismo también formula tesis, antítesis y síntesis. El uni-
verso es uno y continuo dijo Bacon hace tiempo, por tanto, las fuentes del saber es-
tán en la experiencia y el razonamiento lógico de ello. No podemos hablar de vir-
tudes extrasensoriales sin el conocimiento real de lo físico, un conocimiento que el

142
existencialismo puede brindar o un razonamiento cartesiano donde el pensamien-
to es una realidad y por ello pretendemos existir.
Mirando hacia el suelo Sebastián y el caballero con el que discutía, no tenían
palabra alguna.
Sebastián–¡Y vos! –Dirigiéndose hacia a mí. –No vas a defenderme o te pon-
drás de lado de ellos.
–Por qué debería defenderos a alguno de vosotros si los dos creen tener su ver-
dad. No, descuidaos de mí, yo disfruto de un diálogo filosófico porque así se en-
cuentra “coincidencia de los contrarios” El proceso del conocimiento significa perfec-
ción humana.
Otra vez París dejaba ver sus estrellas, el cielo nuevamente se despejaba y el sue-
lo mojado reflejaba la luz de los candelabros ardientes.
Xavier–Entonces… ¿Vas a soltar al pobre hombre de tus brazos? O ya es parte
de Morfeo.
–¡Oh por Dios! Me olvidé de ti… ¡Oye! ¿Aún estás despierto? –insinuaba y da-
ba una leve bofetada al hombre que yo sostenía y a su vez él me respondía roñosa-
mente –Siii, ya suéltameee…
–Oh, de acuerdo, disculpadme por favor.
La discusión de aquel tema había acabado allí, los hombres con el que razona-
ba mi amigo el griego, pronto entrarían de nuevo al Luv y la algarabía de la noche
tomaría su curso por derecho.
Francesco–Muy entretenida la charla según parece.
–A mi os parece que alguien escuchaba desde la ventana.
Francesco–No me negarás la dicha de escuchar una conversación ilustrada que-
rido Charl.
–No para nada, pero hubieras intervenido supongo.
Francesco–No, no, no, eso los dejo a ustedes que saben dar buenos golpes.
–No me refería a aquello, pero está bien.
143
Francesco–Y yo me refería a los golpes de la mente.
–¡Ja, ja! Invitadme un trago por favor, que pronto partiré y pretendo disfrutar
de su compañía y el lugar.
Xavier–¿A dónde os partes viajero del tiempo?
–Mis reales caminos son inciertos, pero por lo pronto me dirijo a un monaste-
rio cerca de pomposa.
Sebastián–Seguro algún pensamiento de tu extraña mente hace de nuevo move-
ros de nuestra presencia. ¿Es que el deseo de gloria te impulsa, o hay algo más de
por medio? ¿Cuánto más demorarás en regresar y cuánto más harás la espera a es-
tos tus amigos, tu única familia que queda?
Cotugno–¿Gloria? ¿Lo pensáis así? Me parece que nuestra joya del Luv, ha da-
do demasiado de su corta vida hacia el bien común como para pensar que su sed
sea gloria banal.
Sebastián–Es justo por ello. Él ya ha hecho más de lo que nosotros haríamos
en nuestras vidas juntas. Es razón por ello que yo aspiro cesase de búsquedas inne-
cesarias, quedaros aquí donde su niñez compartió con nosotros, quedaros aquí a
formar un hogar y vivir una vida formal.
Xavier–Sabes muy bien que Charl jamás ha sido de un mismo lugar, no pidáis
algo que él no es capaz de brindar.
Sebastián–Entonces, ¿debemos dejarlo ir nuevamente y que aparezca quien sa-
be cuándo?... Opina algo señor callado que de vos es que hablamos.
–Amar humanamente es amar las virtudes del individuo, ustedes me aman hu-
manamente y yo los amo en alma y entendemos que el alma es la mente. Querido
Sebastián, yo no podría formar un hogar porque no quiero compartir una vida ata-
da al amor de las virtudes, por supuesto que es un amor bello, un amor estático y
de compromiso, pero es precisamente por ello que no puedo hacerlo. Es un amor
complaciente. Me pides que calle mi propio lenguaje por complacer una vida for-
mal, me pides que oculte mi mente cuando de hablar de poesía o matemática es
innato en mí. Me pides que dé prioridad a un lenguaje afecto cuando sé que ese

144
lenguaje es causante de confusiones emocionales e intelectuales. Pareciera que el
griego Sebastián dueño del pragmatismo, me insistiese amar poéticamente a lo físi-
co, cuando la razón no puede entender a la poesía y aun cuando yo no sea poesía.
Sebastián–Estarías nuevamente siendo egoísta, siguiendo tu propio camino soli-
tario. ¿Te importa tan poco el amor humano que nosotros sentimos por ti?
–No quieres una respuesta para eso Sebastián.
Xavier–Déjalo en paz Sebastián, por años ha hecho lo mismo y hemos aprendi-
do a amarlo en alma como él lo desea. Tal vez sí sea egoísta caminando por sus
propios pensamientos sin darle tanta importancia a los lazos de vida que ha hecho.
Pero por su mente y su presencia aquí es que también lo amamos y da credibilidad
de su amor libre. Y es que nosotros nos aferramos tanto a lo físico que olvidamos
seguir nuestros reales propios caminos. ¿O cuándo tú Sebastián te animaste a ha-
cer ese viaje a la India que tanto necesitaste para sanar al momento de que tu ma-
dre murió? ¿No preferiste seguir en la construcción de ese buque a complacencia
del dinero porque debías pagar una deuda? ¿No es una virtud la diligencia? ¿No
estamos amando humanamente y en alma en esta conversación? Son los contex-
tos que manejamos y las necesidades emocionales las que también hablan, no con-
fundamos la necesidad con un amor más elevado.
Cotugno–Dejaos la incertidumbre para otra ocasión por favor, que aún segui-
mos de festejo. ¡Leonardo! ¡Leonardo! Servid otros tragos a la mesa por favor.
Francesco–No dudéis de ello mi airoso jefe.
La noche siguió al filo de Eiffel y pronto esa noche se convirtió en el siguiente
amanecer. El festejo de mi cumpleaños dejó mucho en mi sentir y pensar…

145
Hoy no hay un poema, hoy no hay palabras escritas por la desazón o la algarabía.
Hoy no hay lírica, hoy no hay oraciones que representen el dolor o la pasión del amor.
Hoy no hay idealismo, ni pragmatismo, ni el hombre agnóstico de una mente brillante y un egó-
latra sentido nihilista.
Hoy no hay un poema, hoy no hay una lírica, hoy no hay idealismo que me levante de mis ca-
denas humanas.
Hoy soy lo que un hombre al final del día es, hoy sólo soy un hombre y en la nimiedad de la
noche lo único que creo poseer es la existencia.

Porque olvidamos que tiempo, es el mejor regalo que nos puede brindar un ser humano.
Porque olvidamos que no necesariamente requerimos misticismo para que los sentidos perciban
el calor del sol, las lágrimas del cielo, el viento susurrando y la tierra entre tus dedos.
Porque olvidamos hablar nuestro propio lenguaje creyendo que es amor.
Porque olvidamos lo que somos y porque tratando no ser, lo olvidamos.

Y entonces comprendí la razón de poetas y su suicidio y la razón de ello en sus letras.


Entonces comprendí la razón y la pasión magna que obligaba sus almas resquebrajarse.
Ellos se enamoran del ideal y no de lo sensible, su amor es tan inmenso que sus diferentes pare-
jas nunca comprendían que ellos amaban el alma, al espíritu y al cuerpo, los tres conjugados en lo
más íntimo que se pueda sentir.

Esa incomprensión definitiva es insoportable… Y ahora de por letras al arte y el artista crista-
lizando lo sublime en lienzo, hablará de la inmortalidad de él y su magno amor que siempre será
plasmado en su obra. Y la obra no siempre demuestra felicidad común, si no la agonía del magno
amor que es un paso más de la propia humanidad.

146
29.
El percibir de un escalofrío V: La dama de cabello gris

En memoria del alma de las personas que amamos en la realidad física que trasciende hacia
un amor más elevado.

147–Hey, oye, despierta.


–Que quieres 147, tengo mucho sueño.
147–Anda, vamos a caminar un momento.
–Pero hace mucho frío y los pasillos están obscuros.
147–No refunfuñes, vamos y lleva tu cuaderno que necesitamos escribir.
Con desdén y pereza contesto con un está bien.
Las noches en el hospital no eran tan calmadas como la de hoy, usualmente las
enfermeras o doctores se paseaban por las salas revisando a sus pacientes, a mí me
habían revisado hace no más de tres horas. Esta noche nadie me acompaña, la da-
ma de lenteja y el hombre de antaño se encontraban muy cansados y fueron a ca-
sa por supuesto a descansar, además, ya he mejorado considerablemente y fui yo
quién les insinué que no habría problema en quedarme solo de vez en cuando.
147–¿Recuerdas lo que acabamos de soñar?
–Algunas partes, no muy claro.
147–Ven, vamos a sentarnos por allá para escribir.
Caminamos por un pasillo extenso del piso en el que me encontraba, al final de
él, una ventana que daba al occidente y las escaleras de emergencia.
–Me suena mucho el nombre de Luv. ¿Qué crees que sea?
147–Tengo la certeza de que es un lugar y la sensación de que representa mu-
cho para nosotros.

147
–“Porque olvidamos lo que somos y porque tratando no ser, lo olvidamos”
147–Dame un momento… Se refiere a que nosotros a causa de la complacen-
cia del lenguaje afecto, olvidamos caminar por nuestro ideal, entendiéndose ideal
como el camino de la mente.
–¿Coincidencia de los contrarios?
147–Subráyalo, debemos leer sobre ello.
–Alguien insinuaba algo sobre las leyes del materialismo dialéctico. Me parece
que luchaban, o luchábamos porque recuerdo sostener a un hombre entre mis bra-
zos.
147–Sí, las leyes del materialismo dialéctico, recuerdo esa conversación, el hom-
bre que lo decía era nuestro amigo.
–¿Por qué lo dices?
147–No olvides que los lazos del alma son más difíciles de desligarse.
...
–Eso solía decir mi hija.
–¿Y cuántos años tiene su hija?
147–Yo no he dicho nada…
Tras de mí se encontraba una dama muy bella con un cabello muy largo y gris,
traía puesto una blusa blanca, una falda algo colorida y por alguna razón no po-
seía calzado. Su mano delicada y blanca en mi hombro izquierdo.
–Buenas noches, no la vi cuando llegué, discúlpeme.
Dama de cabello gris–Descuida, no es común que me miren. ¿Cómo te llamas
pequeño?
–No creo poseer un nombre específico, pero me puede llamar Juglar.
Dama de cabello gris–¿Cómo aquel hombre que cantaba, bailaba y recitaba
poesía por dinero en la edad media?

148
–Sí, algo así.
Dama de cabello gris–Por qué no mejor un trovador, lo hace más por pasión a
la poesía que por riqueza.
–Porque la pasión desmedida causa desenfreno de los sentidos. Sabe usted que
cuando un juglar ganaba algunas monedas, esas mismas monedas eran usadas pa-
ra sus actos de broma lanzándolas al aire mencionando “del cielo no caen riquezas”.
Yo prefiero juglar porque burla la ironía de las posesiones.
Dama de cabello gris–Eres bastante joven, me asombra tu lenguaje. ¿Tus pa-
dres se encuentran contigo?
–No realmente, fueron a casa puesto que estaban muy cansados, han pasado
unos meses de insomnio a mi causa.
Dama de cabello gris–Pero no estás solo. ¿Cierto?
–Si le digo no me lo creería.
Dama de cabello gris–Sería mucho mejor si él mismo se presentase.
En el espacio de las escaleras, algo obscuro pero con suficiente luz para perci-
bir, 147 tomaba mi forma como un espejo.
–Espera, no entiendo. ¿Por qué puedes materializarte en la realidad física?
¿No era imposible hacerlo?
147–Imposible para los ojos que no han visitado sus propias dimensiones. ¿Cu-
ál es su nombre madame?
Dama de cabello gris–Sabía que había alguien más, mi nombre es Maribel, mu-
cho gusto… ¿147?
147–Sí, ese es el nombre que tomo por ahora.
–¿Hola? No estoy entendiendo nada…
147–La dama aquí presente, es la representación pura de la mente de un cuer-
po físico vivo, como tú y yo. Por ello podemos vernos mutuamente.
–Entonces en dónde se encuentra su…

149
Dama de cabello gris–Es una historia triste que creo no quieran escuchar. Me
interesa como un jovencito como usted, es dueño de un alma propiamente inde-
pendiente.
–También es una historia larga que apenas estoy descubriendo.
147–Dígame Maribel. ¿Podemos saber la razón de su presencia en este lugar?
Maribel–Estoy cuidando de mi hija, se encuentra en un piso más abajo cerca
de la ludoteca.
–¿Qué le ha sucedido?
Maribel con un suspiro, asienta la cabeza y responde a mi pregunta.
–Está bien, les contaré. Tuvimos un accidente hacía algunas semanas atrás.
Conducía mi auto con destino a la escuela de ella como era de costumbre todas las
mañanas. El clima era bueno y no había razón para alguna eventualidad. Eliza...
Eliza es su nombre, mi pequeña. Nunca le agradó ponerse el cinturón de seguri-
dad puesto que decía que le quitaba movilidad. Solía sacar sus bracitos por la ven-
tana, ondeando y simulando nadar con el viento. “¡Mami!, mira como mis manos na-
dan como delfines” Cada mañana siempre lo repetía.
El día de nuestro accidente, un auto se me atravesó en una intersección desme-
suradamente. No pude, ni tuve tiempo de hacer maniobra alguna, nuestro auto-
móvil se volcó y quedó totalmente destruido. Mientras que a mi hija la trajeron
aquí agonizando, yo estoy en otro lugar muriendo.
Trato de estar con ella todas las noches esperando que despierte, no es justo
que su realidad física se apague tan pronto. Pero hay veces que mi cuerpo me lla-
ma, me aleja de ella y no hay nada que pueda hacer.
147–Pero usted… ¿Está?
Maribel–Ya veo tu pregunta. No, aún no he muerto, pero tampoco estoy total-
mente viva, por ello es que pueden verme con tal claridad, bueno, ustedes.
Mi cuerpo está en un estado de coma sin regreso, queriendo decir que toda acti-
vidad mental está aquí con ustedes, mi alma. Por otro lado, todavía no me he con-

150
vertido en una “memoria aferrada” o como las personas lo llaman “fantasma” ni tam-
poco pienso permitirlo. Ustedes dos saben muy bien cómo funciona.
–Sí, algo
147–Lo que me hace reflexionar, que si usted comprende estos contextos, quie-
re decir que…
Maribel–Disculpa interrumpir siempre, es un mal hábito. Y sí, poseo una trans-
migración anterior, este es mi segundo cuerpo, o lo era. No poseo un alma tan in-
dependiente y definido como es usted 147, y más aún que un niño sea su poseedor
y conciba contextos dimensionales que yo jamás pude entender a su edad.
No preguntaré qué lo hace ser tan singular señor, porque temo la respuesta me
desconcierte, pero es un agrado al final de mis recuerdos encontrarme con un ami-
go más.
147–El agrado es nuestro Maribel.
–Lo mismo digo noble dama.
Maribel–Y al parecer eres un pequeño caballerito. Mi hija hubiera gustado de
tu presencia en casa.
–¿Puedo preguntar algo?
Maribel–Claro, dime.
–¿Hay algo que pueda hacer por usted?
Maribel–Oh, no querido, los doctores están haciendo un buen trabajo con mi
Eliza, no ha despertado pero lo hará pronto, su padre está ahora con ella.
147–Podríamos bajar un momento.
Maribel–Sí, creo que sí. No habrá problema, sólo sean prudentes.
Siendo las dos con cuatro minutos de la mañana, bajé a la habitación quince
en donde se encontraba Eliza, hija de la dama de cabello gris. Por suerte la luz de
su habitación estaba encendida y había doctores haciendo su rutina observación a
los pacientes. Su cuarto era algo más especial (hablando médicamente) ya que po-
seía artefactos un poco más especializados para los pacientes del lugar.
151
–Buenas noches.
–Buena noche hijo mío –me respondió una enfermera –¿Qué hace a estas ho-
ras despierto? ¿Ya fueron a darle sus medicamentos?
–Sí, muchas gracias, pero supongo que en un rato más subirán para la observa-
ción de las cuatro.
–Será mejor que vaya a descansar mi niño, pese a su notable mejora, todavía es
demasiado pronto para andar caminando a altas horas de la noche.
–Sólo vine a saludar a una amiga.
El padre de Eliza me miraba fijamente –¿Conoces a mi hija?
–Sí señor, perdone molestarlo.
–No, no te preocupes, es que no te recuerdo de sus amigos. ¿Eres nuevo en su
escuela?
–Sí señor, soy estudiante nuevo en su escuela y pues bueno… Creo que nos en-
contramos aquí.
(147–¡Niño! Que habilidoso… Y lo digo con ironía por supuesto)
(–Cállate, no hables, me delatarás)
(Maribel–¿Cómo supiste que ella era mi Eliza?)
(–Sólo lo intuí)
(Maribel–Mi pequeña… Ya despierta por favor, no me gusta verte así)
–Disculpe señor. ¿Cuánto tiempo lleva así?
–Hace como un mes y un poco más… No ha sido fácil la verdad. Mi esposa se
encuentra en otro lugar en peor estado, pero es algo que no deba compartir a un
niño, ¿verdad?
–Supongo que no señor.
(Maribel–Dile que debería traerle a Buky, se encuentra en el cuarto de juegos
enterrado en un gran número de sabanas limpias)

152
(–¿Quién es Buky?)
(Maribel–Es su conejo, lo tiene desde que nació)
–Disculpe de nuevo señor.
–Sí, dime.
–¿Está Buky con ella?
–¿Buky? ¿Hablas de su conejo? ¿Cómo sabes de ello?
–Perdone molestarlo señor, ella me hablaba mucho de su conejo y supuse que
lo traía.
–Me parece algo impetuoso de tu parte joven, siendo así que mi hija te haya
contado su intimidad cuando conmigo no hablaba nada.
–Perdone de nuevo señor, permítame retirarme.
Salí de la habitación quince según el padre de Eliza me lo permitió. No obstan-
te Maribel se quedó en el lugar.
147–Creo que se nos pasó la mano.
–Sólo algo, pero está bien, jamás había compartido un lazo íntimo con alguien
que haya transmigrado, no desde estos meses que empecé a entender estas cosas.
147–Es la primera vez que hablas con el alma de un ser vivo y no una memoria
aferrada.
–Cierto es, incluso así me perturba demasiado y no es algo de lo que agrade
percibir.
147–Descuida, no siempre pasa, únicamente con aquellos recuerdos demasiado
fuertes como para atar sus demás dimensiones a esta realidad.
–¿Es posible que Maribel se retenga tanto a esta realidad como para transfor-
marse en una memoria aferrada?
147–No lo sé, tal vez sí, tal vez no. Digo sí puesto que ella en estos momentos
es guardiana de su hija y no se irá hasta que Eliza despierte, por otro lado debes
tener en cuenta que Maribel todavía sigue viva en la realidad física, por tanto, no

153
sabes cuanta energía demanda materializar la mente y mantener la lozanía del
cuerpo, sabiendo que su recipiente está extenuado y ya no despertará más.
–¿Y por qué dices que tal vez no?
147–¿La oíste cierto? Su convicción parece ser más fuerte que dejarse convertir
en una memoria aferrada.
–Pero… Esto no depende de uno. ¿Cierto? Cuando yo estaba a punto de morir,
iba a pasar, pero fue ahí cuando tú apareciste con tu forma real y Ánima junto a
esas otras figuras más explicándome lo que sucedía. ¿Por qué yo sigo aquí con es-
tos contextos y ella no puede?
147–Pueda que no haya intervención cuando se produce el primer hálito de vi-
da, pero cuando ello se te da, no te olvides que la vida en esta y en cualquier otra
realidad es una elección. Tal vez para nosotros es algo más fluido entenderla aho-
ra porque lo estamos percibiendo y estamos aquí, pero precisamente porque no sa-
bemos la razón de estas transmigraciones, es que yo tampoco puedo dar razón de
situaciones más elevadas, tanto que puedes fijar tu mirada a seres humanos de tu
alrededor. Ellos con solamente un hálito de vida, pueden hacer honores y horro-
res de su realidad, volvemos a mencionar que creen poseerla, poseen sin conocer,
creen poseer conocimiento, conocimiento que no han vivido. Por ello es que en
este momento, yo te digo que esta realidad puede ser tan caprichosa como ellos
pretendiendo poseer conocimiento. Incluso así, estas son las situaciones que esta-
mos viviendo. Y si lo estamos viviendo, debe ser algún tipo de verdad. Una ver-
dad que tampoco me da derecho de ser una verdad absoluta.

154
30.
Árboles en el suelo II: Como el viento de Eliza
423 d.C. sV.

Hoy te enseñaré a escuchar al espíritu holístico, empezando a descifrar tu pro-


pia mente en la ascética.
–¿Qué crees que es la mente?
–¿Todo lo que encierra nuestro mundo visible a los sentidos?
–¿Si? Dime más…
–¿Conocimientos, inteligencia?
–Lo afirmas o lo preguntas.
–Lo pregunto.
–Mira el bosque que nos rodea, siente en tus pies el césped verde, escucha a los
animales hablarnos y el viento dirigir un camino.
–¿Hacia dónde nos lleva el viento?
–No es hacia dónde, es cómo.
Conocimiento no necesariamente es inteligencia y estos dos no necesariamente
están ligados a la mente.
–Pero maestro, estos son procesos de la mente, y es de la mente que salen estas
palabras, y estas palabras las aprendí de algún medio convirtiéndose en conoci-
miento. ¿Por qué no están ligadas a la mente como usted dice?
–Tu aferrar a los procesos físicos a veces suelen entorpecer la visión que hay
más allá del conocimiento y la inteligencia. Dime tú qué sabes que el conocimien-
to está en la mente. ¿Cómo hace la naturaleza para brindarnos lo necesario para
vivir y a su vez para destruirnos? ¿Es que la naturaleza posee un órgano cefálico
donde guarde conocimiento?

155
–No señor, no que yo sepa.
–¿Es acaso que la naturaleza interfiere con el crecimiento humano? O nosotros
interferimos con ella al creer que con poseer conocimiento, raciocinio, ella nos per-
tenece. ¿Crees que la inteligencia es la mente?
–Ahora no lo sé señor.
–¡Vamos! Afirma o niega y defiende lo que piensas.
–Creo que el raciocinio es atributo de la inteligencia y por ello, exclusivamente
el hombre la posee. El reino animal tiene el instinto y nos diferenciamos de ello,
en cambio el reino vegetal tiene…
–Ciertamente no sabes qué es lo que el reino vegetal tiene, porque nosotros no
interferimos en ello.
–Pero maestro. ¿No hacemos de nuestros cultivos alimentos para el clan? ¿No
cultivamos ganado para aumentar su población, sino para subsistir con su carne y
vestirnos con su piel?
Un golpe con la mano abierta se mes dado en mi lado izquierdo del cuello.
–¡Auch!
–¿No insinuaste que el instinto sólo es de los animales? Ahora acabas de reac-
cionar a un estímulo negativo y eso es instinto. Pues bien, quítate los ropajes que
traes puesto e intenta caminar sin topar el césped.
–Pero maestro…
–Sin peros por favor.
Hallándome completamente desnudo y erguido en una roca siguiendo las ins-
trucciones de Saudade de no pisar el césped, me sentí ridículo.
–Dime pequeño Sauce. ¿Ahora eres diferente de un animal? ¿Te sientes con po-
testad de cultivar la naturaleza, comer y vestir de otro ser vivo?
–Con mi mirada baja y penosa le contestaba –No señor–

156
–Que la naturaleza nos brinde lo necesario para subsistir, no significa que ten-
gamos la autoridad de dominarla. Entonces… ¿El conocimiento y la inteligencia
están en la mente? Dime ¿Qué haces parado en aquella roca?
–Lo que usted me dijo señor.
–Yo no te dije que te subieras a esa roca, te dije que evitaras pisar el césped.
–¿No es lo que estoy haciendo?
Otro golpe con la mano abierta se me era dado en el mismo lado izquierdo de
mi cuello.
–Los ropajes no te dan poder pequeño Sauce, ni el conocimiento ni la inteligen-
cia son reales atributos de la mente para dominar. Todo esto posee propósitos más
elevados, tus pensamientos tienen forma propia aquí, convirtiéndolos en acto y su
propia forma única en su dimensión. Observa el cauce de aquel río. ¿Qué miras?
–Es caudaloso, pero es porque a poca distancia de aquí es su nacimiento.
–¿Y más abajo?
–Depende de la dirección del río y la fuerza al moldear la tierra, puede tornar-
se más torrentoso como calmoso.
–Es así como funcionan nuestros pensamientos, debes tener cuidado con lo que
piensas, puesto que, estos se vuelven acto y alimentan a tu alma y espíritu. Porque
así como el río desemboca en el mar, todo pensamiento desemboca en un único lu-
gar, el alma es la mente y este posee su propio lugar fuera de este.
–¿Cómo puede existir mi mente fuera de mi? ¿No lo entiendo?
–No está fuera de ti literalmente, es de ti que se alimenta y al alimentarse toma
forma propia, como el mar alimentado de los ríos, pero como este no es su lugar,
la naturaleza le hizo uno para el equilibrio y el cohabitar de las dimensiones que
forman al hombre. Conocer a la naturaleza es conocer a la idea original, por ello
es que la razón y la idea vienen del gran diseño, por ello es que el conocer no nece-
sariamente se liga con la mente sino con la naturaleza. Y si quieres entender tu
mente y su forma en su dimensión, es a la naturaleza quien debes primero com-
prender.

157
Mientras piensas un momento del por qué todavía sigues sin pisar el césped.
Te contaré una historia bastante fría como el viento en invierno. Te contaré una
historia triste como la melancolía de perder a un ser amado, pero con el mismo
amor y nostalgia ser recordado. Te narraré la historia de Eliza.

El oráculo nos decía que no debíamos ir a la guerra.


El oráculo aconsejaba esperar a la luna nueva.
Ella siempre junto al viento, Eliza era la voz del tiempo.

Los dioses conversaban con ella de los caminos que procurábamos seguir.
Los dioses conversaban con ella de los buenos y malos tiempos que contaba el devenir.
Gracias a su guía nuestro pueblo prosperó con austeridad.
Pero poco nos duraría la tranquilidad, ya que de los extranjeros nuestras tierras veríamos inva-
dir.

Cesar y sus tropas por Roma las tierras de Galia querían obtener.
Y a todos los pueblos del norte, por bárbaros de nombre en la sumisión debíamos ser.
En elegantes caballos bien cuidados, los romanos en armas dispuestos al combate.
Y para Ariobisto nuestro rey, la provocación sería lo último que contase.

En siete puñas los guerreros de Suabia atacar a Cesar fue la orden.


Los ejércitos romanos no esperaron más y con espada en mano, sangre veríamos correr por el
labrado.
La historia cuenta que en ventaja nuestras puñas al enemigo herimos.
Pero no contábamos que los romanos atrás de su primera formación, guardaban un segundo
ejército para combatirnos.

158
Eliza miraba a lo lejos la desesperación.
Eliza lloraba las pérdidas y la sangre derramada en vano por la desolación.
El enfrentamiento se tornó más trágico cuando mujeres y niños, eran asesinados sin ninguna
compasión.
Es en ese momento que Eliza toma una decisión, sacrificar su vida física por la tranquilidad
de su pueblo en asolación.

Eliza con unas ramas de Acebo, unas runas de convocación y su espíritu en predisposición, en
la arboleda sagrada su cuerpo se mira en meditación.
Escuchad a tu humilde servidora, que en este día su existencia te entrega por zozobra.
Mi pueblo sufre por la desgracia de la guerra, las mujeres lloran a sus hijos y sus hijos en san-
gre arrodillados claman por la vida de sus padres.
Escuchad ahora a tu mustia sacerdotisa, clamarte por piedad la vida de su gente.
Escuchad ahora con mi Fresno en mano, dedicarte no sólo mi energía física actual, si no mi
esencia que se presta para ninguna reminiscencia.

Es entonces cuando Nemetona hizo caso de las palabras de Eliza.


Es entonces que como en invierno, una capa extensa de nieve devoró sin clemencia.
Es entonces cuando por congelamiento los invasores retroceden su aparcamiento.
Pero es demasiado tarde, el pueblo ha sido ardido en llamas y su gente erradicada.
Es demasiado tarde, los Suebos en amargura sollozan su penuria.
Y bajo un Roble, Eliza como el viento desaparece su eufonía.

–¿Que sucedió con el pueblo de Suabia?


–El invierno repentino hizo retroceder al enemigo, como también inhóspitas hi-
zo a aquellos suelos.

159
–Pero Eliza se sacrificó por la paz de su gente. ¿No fue así?
–Es así pequeño, pero los designios de los dioses son muy complejos para enten-
derlos tan fácilmente. Eliza no sólo entregó su alma y energía física, si no también
su espíritu sin ninguna reclamación de retorno dimensional.
–¿Es acaso que la vida de ella no fue suficiente?
–Mi pequeño Sauce, la vida de Eliza fue más que suficiente y un pacto así es de-
masiado fuerte como para destruirlo.
Eliza fue tomada por Nemetona y Nemetona cumplió lo acordado, alejó a los
extranjeros como un viento helado sin ningún regreso, pero observa que hay más
en la historia, porque no únicamente los apartó a ellos, sino también a nosotros.
–¿Por qué lo hizo?
–Porque así como la arboleda sagrada nos defiende, así de sabia es en aleccio-
narnos. Tal vez nos quitó a aquellas tierras porque no supimos defenderlas bien,
tal vez la arrogancia del hombre, hizo que ningún otro humano tocase este césped
para que nadie lo profanase, convirtiendo a Suabia en un lugar fértil de belleza ini-
maginable, pero a su vez inhabitable.
Es así como nosotros migramos a Langobard y muchos otros clanes se dispersa-
ron cada uno con su propio juicio. Poco se sabe de hombres que han intentado re-
gresar a Suabia, pues ella nunca los devuelve.
–Maestro. ¿Puedo hacer mi última pregunta?
–Dime…
–Al momento de mi desnudez, ¿evité pisar el césped porque no fui digno de es-
te suelo?
–Tus pensamientos de posesión te hicieron impropio de estas tierras… Recuer-
da que como el viento de Eliza dejó belleza impensable, también se defiende y des-
tierra lo desagradable.

160
31.
Tiempo de silencio II
1979

Este último año no ha sido nada fácil, comprendí más de mí en este tiempo,
que todas las memorias juntas que poseo de mi vida física actual. Sí, empiezo a
utilizar un lenguaje más acorde a la aparente erudición que he logrado. Concordé
en aceptar a 147 no como una simple voz de la mente, si no como algo más gran-
de en contextos como él lo llama; la metafísica, y lo escucho porque todo lo que él
dice tiene coherencia, y eso es lo que me basta para saber que no estoy perdiendo
la cordura. Más allá de esta realidad existen otras que el hombre sólo mira como
fantasía, ahora yo las conozco y empieza un viaje intrínseco y extra físico para en-
tenderlo.
Ahora puedo comprender que los sueños que tengo no están allí por nada, que
la existencia no está allí sin ningún motivo, que la vida sensible es un sesgo de más
realidades, y que no existen verdades absolutas. Que como el viento de Eliza, uno
debe ser digno de pisar esta tierra.

161
32.
Empezando a leer los recuerdos

Es cierto, aún no me conoces, pero si estás leyendo esto, de seguro dejé huellas que sólo tú po-
drías haber descifrado, entonces conóceme físicamente, ahora soy un papel. Fui un ser humano de
carne y hueso, de un espíritu, de un Ánima, de una vida dividida en varias, mi nombre es Charles
Laurent da Bohemia, también fui llamado el libre, pero con un símbolo distinto. Ahora mi historia
es tu historia y de los que están atrás.
Soralc, hijo de Emma y su madre Felicia, su padre Abraham y el padre de él con su mismo
nombre, descendientes celtas. Te dejé algo más que líneas en un libro, y estos son mis últimos escri-
tos antes de morir con este cuerpo en esta realidad, pero antes de hacerlo, lamento heredarte algo
que yo no pude terminar, conocer es recordar
147–“Conocer es recordar” ¿Qué traté de decir con ello?
–El recuerdo dice que soy descendiente celta, deberíamos empezar por allí.
147–¿Alguna vez tus padres mencionaron algo relacionado a tu descendencia?
–No lo creo. ¿Deberíamos preguntar?
147–Tal vez con cuidado, me preocupa mucho que el recuerdo sea tan específi-
co como para mencionar a Geranios y parte de su árbol genealógico.
–Geranios nunca ha hablado conmigo respecto a esto, mucho menos menciona-
do alguno de estos términos, me da miedo preguntar y que su respuesta sea una
negación, tal vez ni ella mismo lo sepa.
147–También tengo la misma impresión, sin embargo, no perdemos nada pre-
guntando.
–Supongo… ¿Entonces? ¿Vamos a la biblioteca?
147–Los celtas…
–¿Qué te sucede?

162
–147 con aires de melancolía me contesta –¿Has escuchado el sonido de un pe-
dazo de madera silbar por el viento y a su vez resquebrajarse? ¿O la lluvia en tu
rostro llenándote de vida y a su vez ahogarte?... Es algo así lo que me sucede, ser
un individuo plenamente autónomo y a la vez compartir cuerpo contigo con re-
cuerdos pasados.
–Entiendo de cierta manera.
147–Pero yo soy tú, es de ti ahora quien yo me alimento.
–Charl... De él también te alimentabas, por eso poseo memorias de él, tú eres
lo que Charl creó.
147–Soy muy arraigado a él, pero no precisamente soy él.
–Entonces eso es lo que tratamos de esclarecer, todavía me siento fascinado y
atemorizado por esto. ¿Crees que me gusta hablar con alguien que casi nadie más
ve?… Se supone que tú eres el de la lógica.
147–Perdona pequeño, olvidaba que apenas nos conocemos como tal.
–Bueno… Se podría decir que sí, aunque me gustaría preguntarte algo
147–Dime.
–Le he dado muchas vueltas a esto, pero aún no tengo muy claro el porqué de
tu aparición el día que salí de casa de Geranios, ni por qué no volví a ver a Ánima.
La verdad es que todavía se me es muy confuso.
147–Sí, tienes razón. No hemos mencionado correctamente el tema, notando
que el año pasado nos encontramos realmente.
Pon mucha atención… La certeza es que yo siempre he estado como un indivi-
duo propio, fuera y dentro de ti. Cuando apenas naciste, yo solamente formaba
parte de tu conciencia y no podía manifestarme puesto que tus procesos cognitivos
levemente empezaban a desarrollarse, a la única a quien podías ver y entender, era
a Ánima. Esto te lo explico después.

163
Lo que sucede es que mientras crecías y se formaba tu entendimiento hacia al
mundo, mediante las ciencias, el arte, los sentidos, en sí el aprendizaje, cada vez tu
cuerpo se hizo más apto para que yo tomara forma.
Los acontecimientos que pasaron con tus padres y la muerte del flaco, hizo en
gran medida que me presentara aquel día, y la razón es también algo imprecisa.
Resulta qué cuando tú te sentiste vacío, sin ninguna protección, tu cerebro abrió la
puerta hacia la posibilidad de que exista alguien o algo que te defienda, esa enti-
dad que esté a tu lado y te brinde seguridad para sobrellevar los procesos. Quiero
que entiendas perfectamente esto; es absolutamente normal que un ser humano al
sentirse desprotegido, cree situaciones y mecanismos de defensa en protección de
su identidad, pero centrándonos un poco más a nuestros contextos, para mí, esa
situación fue la llave para encontrarnos, bueno… A medias, pues como entende-
rás, cuando te conocí con mi forma propia a tus casi cinco años, tu seguías viéndo-
me como algo invisible, y aunque en cierta medida sea verdad, no es sino hasta el
día de tu cercanía con la muerte física que, pudiste comprender, verme y efectiva-
mente no únicamente comprenderme a mí, sino a todo lo que ha conllevado a es-
tas circunstancias.
Los designios de la vida son muy curiosos como te habrás dado cuenta, es ver-
dad que nos inclinamos mucho por lo comprobado, por lo lógico, por lo científico,
pero no negarás la coherencia que han tenido nuestros procesos, como para encon-
trarnos aquí conversando de esto. Las situaciones que nos llevaron a conocernos,
tal vez fueron forzadas, pero quiero decirte que de alguna u otra forma nos habría-
mos encontrado puesto que, también existen recuerdos que tú mismo reprimiste,
ya teníamos sueños del pasado, mi pasado, tu pasado, ya percibíamos lo sensible,
sólo era cuestión de tiempo para que yo apareciera.
–Espera…
147–Es por ello también de lo que hablamos y como se han llevado estas cir-
cunstancias, yo no puedo desbloquear tanto sin que haya equilibrio contigo y a su
vez, es que en ese proceso yo voy entendiendo de mí y lo que inclusive yo no logro
asimilar.
–Demasiado complejo. ¿No lo crees?

164
147–Sí, un poco, sobre todo cuando tratamos de buscar significado a cosas defi-
nitivamente ambiguas.
–Me debes una pregunta –le dije con una mirada al horizonte–.
147–¿No estás cansado ya?
–Sí, pero deseo saber completamente para poder dirigirnos bien el camino.
147–Buena connotación… Sobre Ánima. ¿Cierto?
–Lo necesario, como por qué él o ella no volvió.
147–Sigues teniendo ojos vulgares.
–Con un gesto de sarcasmo le respondí que sí–.
147–Ánima no es él ni ella, piensa que si yo tengo esta forma, es porque tam-
bién soy el reflejo de tus pensamientos, las leyes en mí, son un tanto diferentes de
las de Ánima, como ella y yo de tu mundo. Pese a ello, cuando tú podías verla, re-
cuerda que algunas veces sólo era niebla, pero tomaba también tu forma porque
así querías verla, en todo caso, si hay algo en lo que nos asemejamos, es que am-
bos nos alimentamos de ti.
–¿Por qué no la volví a ver, sino es más que en unos cuantos sueños?
147–Retomemos lo del amigo invisible. Te contaré que esto también es normal
en los primeros años del ser humano. El individuo crea imágenes o las transfiere a
lo más cercano que tenga, esto en representación de sus procesos neuronales y cog-
nitivos. Este acontecimiento suele verse reflejado en lo que la gente llama “amigo
invisible” denota diálogos y lo que el individuo está aprendiendo, comúnmente de-
saparece mientras que las representaciones se convierten en abstractas, a medida
que el sujeto crece y entiende conceptos más concretos. Trasladaremos eso, ahora
nuevamente a nuestros contextos. Ánima pese también alimentarse de esta reali-
dad, ella es la que está más cercana de la energía pura y como sabes, en este mun-
do esa energía se manifiesta en la naturaleza. Seré muy directo en decirte que el
hombre, únicamente posee ese estado natural muy pocos años de su vida, vivir en
sociedad les pareció más importante que vivir en armonía, y a eso ni tú quedas ex-
cepto.

165
Podías hablar con ella mientras todavía te duraba ese estado de pureza, pero
mientras más aprendías de la realidad física en la que nos encontramos, más per-
días y perdíamos esa comunicación. Retomaré también el tema de las situaciones
forzadas a nuestro existir por parte de tus contextos de vivencia. Puedes reflexio-
nar que si aquella situación abrió la puerta para que yo apareciera, esa misma
puerta se cerró para Ánima cuando desde ese punto, empezaste a ver y tomar deci-
siones de individuo ya del mundo físico. Connotaré conscientemente que de igual
forma, el alejarte de Ánima era inevitable que no sucediese, tarde o temprano de-
bíamos vincularnos a la realidad física.
Al punto que deseo llegar, es que reflexiones mucho de lo que ahora significa tu
relación conmigo y la relación con Ánima, si pretendemos dirigir un camino, es
más o menos claro el objetivo hacia donde nos llevará estos episodios. Definitiva-
mente tuvimos vida física pasada y es por eso que debemos esclarecer. Por otro la-
do, ese apetito del saber y mi dividida existencia junto contigo, es aún demasiado
complejo, todavía no quiero aquejarme por ello y lo digo por ti también. Espero
con esto haber despejado algo… ¿Fue así?
–Demasiado diría yo, pero está bien.
147–Vamos a buscar sobre lo que nos interesa, lo necesito.
–Confío encontremos buena información.

166
33.
Lo que dicen los libros
Cuando empecé a escuchar los pocos recuerdos que son más lúcidos al anoche-
cer, no tenía ni idea del mundo que encerraba mi mente, no sólo porque ahora sé
que cada pensamiento mío le da más forma a 147, sino sabiendo que antes de mí,
él ya era y es una forma definida e independiente. Llevo a cargar un diario cuan-
do en algún momento de la noche me despierta algo que relativamente es un re-
cuerdo que no ciertamente sea vivido por mí en esta realidad física. Lo escribo y
cuando lo empiezo a leer, es como escuchar a lo lejos arpas, flautas y tambores en
una tonada célebre de ímpetu de continuar, como si fuera un canto de baile o de
motivación a la guerra, y en otras solamente son como un lamento.
Deberé de decir que justo en este momento, estoy escribiendo lo que unas dos
semanas atrás, sucedió relativo a lo que se denominan los celtas
No sabía si en las bibliotecas que visité, iba a encontrar alguna información so-
bre mis recuerdos, pero sí de algunos términos.
Los celtas como mencioné, fue lo primero en grabarse en mi piel. Sin conoci-
miento alguno de aquella palabra, 147 supo explicarme que es una de las culturas
más antiguas del hombre, con una de las historias más bien místicas, trascendenta-
les y ocultas de los relatos humanos y que, por el mismo hecho de ser oculta, lo úni-
co que se sabe de ellos es por boca de Romanos, Griegos y las civilizaciones que
en aquellos tiempos se encontraban disputando territorio, recordemos que la histo-
ria usualmente es contada por los victoriosos.
Lo que encontré en muchos textos es que en sí, a los celtas no los denominan
como civilización tal cual, si no como los pueblos que vivían en las tierras de Galia
(llamados; galos o bárbaros) esto dicho por Julio Cesar. Un denominativo un poco
fuera de lugar si considero la observación vista desde mi presente, pero en estos
contextos sería yo quien estaría fuera de lugar, pues mencionaré que, cuando se
quiere estudiar historia, siempre es bueno situarse en todos los conceptos y contex-
tos que en aquella época se suscitaron, trasladarse a ese espacio para así poder en-
tender con veracidad las razones de los acontecimientos.

167
La designación celta es más bien un significado; Keltoi (keltiké) o hiperbóreo,
(gente oculta, los eternos) nombrados así por los griegos o los historiadores de
aquel entonces como Hecateo de Mileto, Heródoto o Aristóteles en la primera mi-
tad del milenio antes de Cristo. Atribuyendo esto, como los habitantes que tenían
idiomas de la familia indoeuropea en común, como el bretón, córnico, gaélico es-
cocés, galés, irlandés, y namés, muchas de estas lenguas ya extintas pero que con-
formaban parte de los pueblos de la región de Europa central y occidental.
Indudablemente no sólo compartían lenguaje, sino costumbres, estructura so-
cial, sistemas de producción, concepción del arte y sobre todo religión, mucho de
lo cual ganó mucha fama cuando Roma se insinuaba ante ellos como ya mencioné
(bárbaros) porque incluso compartían unión con la naturaleza (druídica) y se tenía
un sumo respeto por los árboles y animales como manifestación natural. Claro,
un tanto diferente de cómo los romanos comprendían la idea de civilización con
ciudades centralizadas y adecuación de los recursos como para el bien estar del ciu-
dadano.
Usar la denominación celta, es de estricta cautela puesto que, maneja multívo-
cos propósitos y a ciencia cierta no se puede usar está denominación sin compren-
der todo aquello que la rodea que, sin embargo, antes de este término, se puede ha-
blar de celtas antiguos que vendrían a ser sociedades tribales aparecidas en la pri-
mera etapa de la edad de hierro (1200-400 a.C) y mucho más arcaicas en torno a
los Alpes como el periodo de Hallstatt y por consiguiente el periodo de hierro tar-
dío la Téne
Lo que me insinúa una ligera impresión de lo leído es que, a dicho pueblo, se
los logra agrupar también por regiones. Los belgas al sur del Sena, los Aquitanos
por los montes Pirineos y los Galos (propiamente celtas) en Galia, estos a su vez di-
vididas en tribus, tribus que lastimosamente no las mencionan. En tanto a Halls-
tatt se los asentó en Austria alta, como maestros del hierro, seminómadas con le-
guas británicas y Gaélicas y ubicados alrededor del 700 a.C territorio caracteriza-
do por sus minas de sal.
La Téne por otro lado, se encuentra en los Alpes extendiéndose por el centro
de Europa, Francia, al oeste de la península Ibérica y las islas británicas

168
169
Ellos situados en el 500 a.C pero que concretamente tienen una sectorización
por etapas de desarrollo: 475-400 a.C definida por el despliegue de colonización y
producción agrícola, del (400-275 / 275-130 a.C) época de invasiones a Roma y al
santuario de Delfos, y del 130-18 a.C Julio Cesar toma las tierras de Galia para
unos siglos después, su no tan tardía cristianización.
Aun así de Hallstatt y la Téne no creo pueda decir mucho más por dos razones,
la primera razón es que al encontrarme con demasiadas referencias, se me hace al-
go impreciso definir un criterio de total claridad.
Y la segunda razón se halla en que, al topar el tema místico de estos pueblos,
los mismos libros que pude leer de varias bibliotecas, denominan al saber céltico
como algo anfibológico ya que, el medio más importante de transmitir su erudi-
ción era oralmente, puesto que, consideraban de gran valor el arte de la palabra y
como este debía guardar sus secretos. En cuyo caso lo que se sabe hasta ahora de
ellos, son por historiadores y arqueólogos que rescataron su paso por la historia.

170
34.
Los símbolos en mi mano izquierda
1981

–No has podido descansar como se debe. ¿Cierto?


–A veces es insomnio y en otras duermo más de lo debido.
–En realidad desde que eras un bebé nunca pudiste dormir bien las noches, te
levantabas con muchas lágrimas en tus ojos. Yo en ocasiones iba a ver tu cuna y
tú sólo tenías la mirada perdida en el techo observando el ático.
–¿Nana?
–¿Si?
–¡Nana! ¿Cómo puedo? ¿Dónde estás?
–Tranquilo querido, es un sueño, pero incluso así estás consiente. Cuéntame
mi pequeño. ¿Qué es lo que te entristece?
–Abuelita…
–Con calma mi niño.
No podía ver a mi abuelita Suri, pero la escuchaba con una claridad y calor co-
mo si ella estuviera a mi lado. Sus manos delicadas acariciando mi cabello, eran
tan reales que también podía sentir su anillo, un anillo especial con un símbolo de
un árbol que siempre ella lleva en su dedo anular de su mano derecha.
–Perdóname nana, estos últimos años ya no he podido irte a ver, en mi casa las
cosas no van bien, el hombre de antaño ya no me habla y a su vez me he alejado
de Geranios porque ella me hace mucho daño, además de que ahora tengo otras
cosas en mi cabeza que me abruman. Me gustaría viajar de nuevo para abrazarte.
–Mi pequeño, no te angusties, ya verás que pronto nos volveremos a ver, se ve
que también has hecho más familia.

171
–Sí, la dama de lenteja es muy buena conmigo, es algo reticente, pero se intere-
sa por mí. Xavier y Diego son mis amigos y pues bueno, no hablo con mucha gen-
te que digamos y ellos pasan conmigo. Extraño a Sebastián, tampoco me ha lla-
mado ni yo a él, supongo que debe estar contigo.
–Sebastián tu hermano siempre pregunta por ti, también espera verte pronto.
–Tu familia nunca me quiso nana, ni tampoco al hombre de antaño, al único al
que deseo ver más que a nadie a parte de ti, es a Sebastián.
–Es porque él y tú crecieron a mi lado, mis únicos dos pequeños recipientes de
mi verdadera herencia.
–Me pone más triste saber que en tu familia se buscan como lobos a la carne
para quitarte lo que con trabajo has logrado.
–Entonces no te apenes por mí, ni por ellos mi pequeño Sauce. Ellos única-
mente tienen lo material para defenderse, tú y Sebastián tienen algo más grande,
mi amor, mis enseñanzas, mis conocimientos heredados a ustedes para que nunca
mueran. Ustedes mis dos pequeños son mi más grande orgullo de mi vida física.
–Abuelita. ¿Me llamaste Sauce?
–Así es mi pequeño, parece que ya estás listo.
–Entonces. ¿Sabes lo que me ha sucedido estos dos años?
–Se mucho más de lo que crees Juglar. Desde tu nacimiento siempre pensé que
las historias que guardaba en el ático te pertenecían, que habría el día que tú mis-
mo vendrías por tu cuenta preguntando por tus diarios, por tus raíces.
–¿Diarios?
–Todavía no sabes por dónde empezar, ¿verdad?
–Lo único que sé hasta ahora, es que he vivido una vida física pasada, que los
sueños que poseo al anochecer, no son únicamente sueños, son recuerdos. Que la
vida del ser humano no solamente está en esta realidad, sino que en el plano de la
metafísica se hallan otras dimensiones y ahora no es sólo teoría, yo conozco una
que al parecer yo la he formado. Mi mente tiene su forma propia y trata de convi-

172
vir en este lienzo. Que mis sentidos se agudizan mientras más me alejo de lo sensi-
ble y que todo esto en conjunto con mis contextos “normales” me agobian cada
vez más.
No nana, no sé por dónde empezar ni a donde llegar, si las únicas pistas que
tengo son estas cosas raras que me suceden y miles de palabras en mi cabeza que
las trato de sacar en un diario, curiosa la palabra diario, ya que usted también aca-
ba de mencionarla.
–Entonces al parecer vas bien hijo mío, no esperaba menos de ti.
–¿Es en serio nana? No llevo ni apenas estos años de intentar entender esto y
ya me estoy volviendo loco.
–Mi pequeño Sauce, desde ahora en adelante para ti, el reloj parecerá recorrer
mucho más rápido. Tienes que escuchar con sabiduría tus corazonadas, no pier-
das el equilibrio entre lo que debes saber y lo que aún no puedes saber.
–¿Entonces qué hago?
–Al parecer has reprimido muy bien los recuerdos de tu larga vida mi pequeño.
La verdadera enseñanza no se encuentra en aprender conceptos de los libros, si no
en meditar y actuar sobre ellos. La naturaleza del hombre sigue siendo la naturale-
za convertida en una forma diferente, pues de lo que de la tierra se formó, tierra
sigue siendo, y en tu mano izquierda aún siguen las huellas de la tierra. Empieza
por allí y verás que nuestro mundo sólo lo observamos en representaciones simbóli-
cas.
Mirando la muñeca de mi mano izquierda, encontré trazos que no los había no-
tado con seriedad hasta el día de hoy. Estos guardados en mi dermis, grabados
con mucho cuidado entrelazando mis venas con las marcas cuya aparición habían
sido desde mi nacimiento. Y ahora otra vez preguntándome cuál es el significado
de estos y por qué la aparición de mi nana, me dice que los dibujos de mi piel son
el comienzo.

173
Siete imágenes ahora vistas con claridad, resaltan con sangre y tinta lo que al
parecer son mensajes enviados desde tiempos lejanos. La primera de ellas, un se-
llo que sugiere ser una hoja, y escuchando a lo distante una voz me menciona que
son runas antiguas, runas que no se encontrarán en los libros, si no en la profundi-
dad de la retórica.

La segunda me propone una tangente en medio de dos más pequeñas que la se-
paran, esa misma voz me susurra que tenga cuidado con la realidad porque en oca-
siones esta se distorsiona a voluntad.

La tercera al mirarla me seduce al infinito, pero este no es su signo, si no dos pa-


ralelas que se prolongan intentando conectarse como reconociendo un camino, un
camino cual voz me advierte que a su vez esa senda se repele a sí mismo.

La cuarta se me hace más conocida y es un pez, este compartiendo sangre y


piel con las demás como si me indicara que su procedencia es extranjera y al inter-
venir en las demás ayudará a iluminar.

174
La quinta aparece como dos broches uno frente al otro, igualmente se aseme-
jan a un espejo con dos rostros, pero algo sucede mientras la analizo. Una peque-
ña distorsión se forma en el lugar del dibujo y no me deja verla más. Ahora una
voz grotesca y desgarrada me amenaza con el fin de mi mortalidad si me atrevo
tan sólo mirarla.

La sexta, a esta figura no sé cómo compararla, pero aquella, aquella me produ-


ce más tranquilidad, una paz algo más cercana a un vals de primavera como si de
ella dependiera la armonía de la vida que la otra amenazaba.

Y la séptima, esta séptima tiene mucho más en especial, es un árbol, un Sauce,


un Sauce que lo he dibujado desde que tengo uso de razón, ahora lo sé… La sexta
y la séptima runa me hablan, me llaman, me piden a clamor que las escuche y que
no las deje extinguirse.

–Nana. ¿Aún sigues ahí?... ¡Nana!


147–Suri Meril Éderar.
–Has estado ausente 147.

175
147–Con ella mi presencia es inútil, no sólo porque puede formarte de nuevo
como individuo completo, si no porque puede transportarse de forma astral a luga-
res que yo no puedo ir si no es más que en nuestro mismo cuerpo.
–Nana… Rememoro cosas que de niño ella me conversaba.
147–Al parecer como lo dijo, en algún momento estos recuerdos tan fuertes de
nuestra vida se bloquearon, más aun ahora en convergencia con las memorias de
esta vida. Los diarios. ¡Cómo pude olvidarlos! Créeme cuando te digo que no va a
ser fácil encontrarlos, en ellos se halla la clave de todo esto. Los símbolos en nues-
tra mano izquierda no son simples marcas de nacimiento, custodian celosamente
secretos, secretos y recuerdos que son más claros al leer las huellas, huellas que en
este momento las puedo percibir como el aroma de un libro viejo entre mis ma-
nos.
–Charl, él desesperadamente buscaba algunos de esos diarios, tengo la certeza
de que Nana sabe de él. Tengo la seguridad de que mi encuentro con Nana el día
de hoy es porque ella me necesita y yo… Yo necesito verla.
147–Tenemos que tener muy claro lo que acabamos de apreciar esta noche, Su-
ri mencionó que desde hoy el tiempo sería más rápido para nosotros, y hay verdad
en sus palabras; pues en todo este tiempo hemos estado saltando, pero no nos he-
mos fijado bien en los pasos. Tres años buscando respuestas ciegas en lugares equi-
vocados y lo único que hemos alcanzado es sesgar información de libros, libros
que no hablan de lo que nos sucede si no de datos, cuando la respuesta está en re-
gresar “conocer es recordar” y lo entendimos mal.
–“Soralc, hijo de Emma y su madre Felicia, su padre Abraham y el padre de él con su mismo
nombre, descendientes celtas” Charl me conoció antes de que yo naciera, él conoció a
nuestra familia y la línea directa de dónde yo iba a nacer, él ya predispuso una…
147–¿Una?... ¡Anda, dilo! Sabes cuál es la palabra.
–Una transmigración, pero…
147–Aún no sabes lo que es, no con claridad.
–Pues entonces es hora de seguir realmente las huellas.

176
147–Nuestra descendencia.
Más diáfano no puede estar el panorama. Es hora de encontrar el verdadero
camino me convencía a mí mismo, es momento de concretar lo olvidado.

177
35.
Cuando Ánima me habla III: El alma a través de los ojos

–Te veo. ¿Sabes lo que significa?


–¿Qué me estás mirando fijamente?
–No.
Entonces la mano blanca y aterciopelada de mi acompañante, pasaba sus de-
dos delicadamente por mi rostro desde mi frente hasta mi barbilla.
–Te veo. ¿Ahora qué es lo que sientes?
–Siento que has tratado de conocer todos mis pensamientos y sentimientos, me-
jor dicho, no has tratado, los has visto, me has robado…
Ánima–Si fuera un extraño lo hubiera hecho, sin embargo, te conozco y te veo
de la manera más íntima que jamás nadie lo hará.
–¿En dónde nos encontramos?
Ánima–Físicamente nos encontramos en tu habitación, pero en esencia esta-
mos en mi dimensión.
–Te necesito en mi realidad junto a 147.
Ánima–El hecho de que estés aquí también de forma astral ya es demasiado pe-
queño, créeme.
–Cómo puedo hacerlo si se supone que para un viaje astral, sólo mi alma viaja,
y tú eres…
Ánima–¿Estás seguro? Recuerda que por ello buscamos una respuesta, estamos
divididos, por tal estos encuentros. Dime… ¿Recuerdas cómo buscarme?
–Sé que primero tengo que resolver esto de mis recuerdos, los símbolos y de-
más.
Ánima–Entonces ya sabes por dónde empezar.

178
–Hacia noches Nana me visitó… lo tengo más claro sí.
Ánima–No siempre podemos vernos, pero te voy a dar una herramienta que
servirá en nuestro viaje.
–Antes de que lo hagas quiero saber algo.
Ánima–Claro, dime…
–¿Tú también bloqueas o liberas los recuerdos de nuestro pasado?
Ánima–No pequeño, esa no es mi función, pero tú debes tener siempre en cuen-
ta que tu realidad física actual también alimenta a 147 sumado de nuestras vidas
pasadas y a su vez alimentándome para volver a una sola esencia, así que por asi-
milación sé todo lo que te sucede y lo que 147 va despejando. Lo que comparti-
mos en común con él, es el hecho de percibir el aura única de nuestras huellas pa-
ra poder conforme a ello actuar en el proceso de desbloqueo. Así por ende, debes
tener mucho cuidado de tus sentires, virtudes y desvirtúdes que te alejan o te acer-
can más de mí.
–¿Me hablas sobre el lenguaje afecto?
Ánima–El lenguaje afecto es parte vital de ello y tú lo estás evadiendo. La triste-
za es parte de la felicidad, como la mayoría de contrarios que se encuentran en
aquel mundo, sé que 147 es excelente en su trabajo, pero no todo es él, incluso en
nuestros contextos. Charl lo comprendió y fue muy tarde cuando se dio cuenta
que el amor es un arma poderosa. Y antes de él, su anterior transmigración hizo
lo mismo, esto pareciera un circulo de no acabar.
–Espera… ¿Hay alguien más atrás de mí y Charl?
Ánima–Gaela, ya lo conocerás. No te olvides pequeño que a pesar de los dife-
rentes tiempos en que hemos vivido, seguimos siendo el mismo sujeto y hay cosas
realmente fuertes que jamás se pueden olvidar. Mirar el alma a través de los ojos
es una de ellas.
Para mirar el alma de otro ser, necesitas sentir un amor simple, sencillo de bon-
dadosas intenciones. Te veo con el rozar de tu mano en el rostro de un ser de ra-
zón, significa amar al individuo como se muestra en ese momento, sin pasado, sin

179
futuro, sin nada más que importe que únicamente ese presente, sin nada más que
importe que el preciso instante con aquella persona, compartiendo tiempo que se
es brindar mutuamente parte de vida.
Mencionar te veo con la caricia de tus dedos en los ojos de lo sensible, es obser-
var y sentir la vida del que está a tu frente. Cuando lo hagas, ten cuidado de usar
las palabras correctas, de mirar fijamente a los ojos y mostrar tu desnudez, ya tu
interior te dirá con quién puedas compartir lazos más fuertes que el cuerpo, ya tu
interior te dirá cuando necesites usarlo.
Habrá algunos cuerpos que también residan reminiscencia igual que nosotros,
y tu primera labor es volver al origen para iniciar y recordar de lo que te hablo.
En tu mente ya se encuentran las respuestas, síguelas…

180
36.
La dama de lenteja III: Escucha a tu corazón

Ya es de alba y no he dormido nada, mis sueños… todo lo que me sucede cuan-


do aparentemente duermo, los empiezo a recordar con más frecuencia, aún hay
un lado que me dice que poco a poco pierdo la cordura, pero en el momento en
que sucede, 147 despierta y sé que no es así, (me convenzo a mí mismo).
147–¿Es hora del diario?
–Ya lo creo.
El diario empezaba a tornarse más voluminoso y con huellas de uso que al pa-
recer jamás terminaría de llenar, puesto que, se asimila mucho a aquellos libros de
la antigüedad con hojas gigantes e ilustraciones de mi retorcida mente, obviamen-
te contiene la mayor parte de memorias mezcladas con mi vida actual, lo de mis
sueños y por supuesto, solamente es lo que más logro recordar y que infiero es mu-
cho ya.
–Debemos ir a casa de nana, aunque no sepa todavía como pagarme un viaje a
Hamburgo, pero antes de ello debemos aclarar algunas dudas con Geranios y el
abuelito Abraham.
–Con una sonrisa al costado –147 me contesta –En muchas de las ocasiones ha-
blas como si alrededor de ti no hubiera nadie más que exclusivamente mi presen-
cia, te olvidas que vives con el hombre de antaño y la dama de lenteja, olvidas que
tenemos una vida regular de un muchacho de nuestra edad, secundaria, familia y
creo que amigos. ¿Qué te hace pensar que es tan fácil?
–Y diciéndome a mí mismo. ¿Sabes que gusto de la ironía? Le respondo –¿No
hemos sido fieles a nuestro hogar? ¿No he tratado de ser coherente con mi edad,
lo académico y lo social? ¿No he intentado hablar con el lenguaje afecto? Y a su
vez ¿No hemos hecho lo que siempre hemos querido?
Por qué la pregunta si sabes muy bien a la locura que trato de atender, claro
que no será fácil, pero como tú mismo insinuaste; sólo tengo que caminar. Si es di-

181
fícil o no, algún sentido habrá en ello. Después de todo, no empecé a escucharte
por nada.
147–Lo sé, pero en nuestro presente suceden situaciones que…
La dama de lenteja entraba a mi habitación y lloraba, salvo que es una mujer
que guarda mucha prudencia y trataba de evitar que yo no la mirase, yo y mi indis-
creción hablaron.
–¿Qué es lo que sucede?
Dama de lenteja–No te preocupes hijo, no pasa nada.
–Usted me miente.
Dama de lenteja–Claro que te miento, pero no sería bueno de mi parte hacerte
sentir más triste por lo que me sucede, a sabiendas que la causa de mi tristeza es tu
progenitora.
Mira Soralc, cuando contraje matrimonio con tu padre, lo hice aceptando el
pasado con el que él venía. Tú, sus vivencias, su dolor… acepté todo ello con el
amor más grande que tuve en ese entonces y que ahora es más fuerte con él y con-
tigo. Vivimos juntos y compartimos un hogar. Sé que pocas ocasiones nos hemos
sentado a hablar de ello, puesto que tú eres un jovencito bastante autosuficiente,
supongo entiendes más de esto observando que charlándolo. Me empezaste a lla-
mar mamá incluso cuando no lo sea, y créeme que han sido las palabras más her-
mosas que he escuchado de ti. No sé si entiendas bien lo que significa amor, tal
vez no sea perfecta en atender tus necesidades, ni sea la mejor persona adecuada
para cuidarte, pero muchas de las cosas que hago para ti en consejo y reprimenda,
son para hacer de ti un ser de bien.
Ahora, ¿comprendes indudablemente mis pérdidas, cierto?... Mi corazón está
muy herido y lastimado. No pretendo señalar y culpar de mi pena a alguien más,
pero si lo hiciera, jamás te pondría en contra de nadie, pues como dije; tú ya estás
demasiado grande para sacar tus propias conclusiones. Te convertiste en mi hijo,
evidenciando que no se necesitan los lazos de carne y sangre para demostrarlo, te
amo mi pequeño y prefiero no decirte nada en estos momentos porque sólo habla-
ría mi enojo y tristeza.

182
Alguna vez me mencionaste que el amor solamente sirve para confundir, ha-
ciendo que las personas actúen emocionalmente sin medir las consecuencias y jus-
to ahora trato de seguir tu consejo. Por ello debes dejar que pase mi tiempo, debo
sanar y poder perdonar, lo mismo también tú debes hacer; debemos aprender a
perdonar el daño que nos hagan, porque quién sabe si la persona que nos lo causó
está sufriendo igual o peor que nosotros.
Mi pequeño, tu corazón es bueno, no vas a dejar que mi dolor te afecte, ya has
pasado también por mucho y aún cuando has crecido conmigo en esta casa, ahora
veo con desazón que cada vez te desarrollas mucho más fuera de esta, cada vez te
alejas más y no puedo hacer nada para impedirlo. Desde que te conocí siempre
has sido un niño responsable y si tu corazón llama a seguir tu propio camino, haz-
lo, pero recuerda que, aunque no comprendas bien lo que signifique amor, en no-
sotros siempre tendrás un hogar, ese es el real “lenguaje afecto” como tú lo llamas.
–Terminada las palabras de la dama de lenteja, fui a mí cuarto a reflexionar so-
bre lo dicho.
–¿En dónde deje el libro?
147–¿Qué libro?
–¡Cuál más va ser! 147, el libro donde he estado escribiendo durante estos tres
últimos años.
147–Está en el cofre.
Tomé una pluma y empecé a escribir…
Leteo, llévate el dolor que me invade por la muerte del ser amado.
Leteo, llévate las lágrimas que se interponen en mi presente.
Leteo, llévate la amargura que trato de no mostrar, pero mi alma habla sola y suelta su pesar.
La muerte física. ¿Quién ha dicho que somos inmortales? ¿Quién dijo que viviríamos para
siempre? No es sino cuando vemos deslizarse la vida de un ser amado entre nuestros dedos, que po-
demos entender en cierta medida que la existencia va más allá de lo que percibimos, que todas las
emociones humanas y toda su existencia tienen un propósito, amar sin apegos.

183
Descúbrete, muéstrate a la gente como eres sin máscaras.
Libérate, olvida los malos recuerdos que el pasado se ha quedado atrás.
No encuentres respuesta a lo inevitable, no entiendas lo que en un principio es finito.
Lleva tus ideas y tus sentimientos al alba.
Lleva tus palabras a un libro y tus memorias al habla, pero ten cuidado de ellas ya que, en vir-
tud de esta, tu voluntad será medida en cuan verdad puedas soportar.
Porque el lenguaje afecto hablará sin pensar, y al decir lo que sientas sin meditar lo que pien-
sas puede causar algún mal.

No hay nada malo con morir. ¿Quién dijo que íbamos a sobrevivir? ¿Quién dijo que sería pla-
centero caminar indefinidamente? Porque sin muerte nada de lo que hacemos tendría propósito, na-
da de lo que percibiríamos tendría una razón de existir. Porque cuando una persona muere, de al-
guna forma es honorable ya que, deja espacio para que otro ser nazca. Porque si pudiéramos pos-
tergar la muerte indefinidamente no lo haríamos. ¿No has llorado mucho ya? ¿No has reído dema-
siado ya? Nuestro corazón no lo soportaría.

El proceso de la vida física tiene su conclusión y si no fuera así. ¿Por qué hay niños? ¿No son
ellos los que nos hacen sobrevivir de alguna manera? Como una vela que pasa de mano en mano
para que nosotros no la tengamos que llevar todo el tiempo y en el momento preciso tengamos que
entregarla.
Es el equilibrio de la naturaleza, es continuar con la vida a través de distintos individuos. Por-
que así la vida se renueva, porque como niños podremos seguir percibiendo todos esos sentires de la
manera más pura y maravillosa sin tener que perder esa magia, magia de la naturaleza al dejar-
nos ser conscientes de ella misma.

184
37.
Mis intereses

147–¿Duele?
–Sí, un poco.
147–Mira, yo sé que no me he enfocado bien en tu sentir notando que en mí se
guardan los procesos emocionales para convertirlos en sentimientos. Pero debes
saber más que nadie que si nos empezamos a enfocar en el lenguaje afecto, nues-
tros objetivos irán perdiendo prioridad, si comienzo a darle más importancia al
amor y dolor, nuestras respuestas serán más emocionales y el enfoque que requiere
esto perderá sentido. Por el momento estos sentires son únicamente una distrac-
ción para ocupar nuestra mente en algo más productivo.
–No sé si sea productivo ir averiguando por allí lo que todavía no sé si sea real y
entienda.
147–Pero que más realidad de vernos los dos fijamente como a un espejo.
–Supongo que sí, advirtiendo que no todo ser vivo te puede ver.
147–Hemos conversado un poco de ello.
–Sí, ya… no des fastidio.
Últimamente me he tenido que enfrentar a situaciones emocionales bastante
dolorosas, trato de enfocar mis necesidades hasta el punto de darle más prioridad
a mis estudios que a mi propio sentir. Es un poco difícil, sé que sí, pero es lo único
que me mantiene alejado de pensar en la tristeza que me produce Geranios, el do-
lor que hay en mi casa y en la latente insistencia del vacío profundo en mi pecho,
un vacío de no pertenecer a ningún lugar y es justo por tal razón que comencé es-
te viaje con 147 para develar mi pasado. Mi camino es incierto, pero tampoco re-
suelvo nada quedándome con los brazos cruzados.
147–Entonces has tomado nuestra decisión.

185
–Ya está dicho… No pienso seguir con las sandeces del lenguaje afecto, aprecio
todo lo que la dama de lenteja ha hecho para que lo admita como mío, pero esto
no a hecho más que darme dolor y es mejor así.
147–Perdóname amigo.
–No tienes que disculparte por nada, todo está bien. Mañana dejaré la casa
del hombre de antaño, obviamente me excusaré con motivos emocionales y no sa-
brá las reales intenciones por las cuales yo me vaya, pero es mejor que crean eso a
que estoy loco.
Daremos una pequeña visita a Geranios para preguntar si en realidad no sabe
nada de mis verdaderas raíces, pero si no es el caso, de todas formas iremos a ver
al abuelito Abraham, pueda que él tenga mayor información más real y pues de
alguna manera tendremos que ir a Großhansdorf, la abuelita Suri me espera.
147–Vamos a dejar una corta vida hecha.
–No lo hagas más difícil 147, se supone que tú no estás para eso.
147–Es una decisión determinante y es curioso que intentemos dejar el pasado
de nuestra vida física actual, para pretender hallar nuestro futuro camino con sue-
ños de una historia más antigua. Quiera o no, recuerda que también me alimento
de tu presente realidad.
–Sí, es algo difícil, pero no podemos dar marcha atrás.
Al día siguiente lo único que tenía previsto llevar, era mi vestimenta en unas
cuantas cajas, lo verdadero indispensable para poder caminar decentemente. Las
posesiones que se han forjado a través de los años en casa del hombre de antaño,
se quedaron allí sin algún dueño aparente. Al fin y al cabo, parece que nunca per-
tenecí al hogar del hombre de antaño sino fue más hasta mis cinco años que lo ve-
ía junto a mí. Tampoco pertenecí a casa de Geranios, puesto que sus esporádicas
muestras de amor eran anuladas con el codo. Al fin y al cabo, ahora estoy buscan-
do mi propia vida.

186
38.
Árboles en el suelo III: Toquemos madera
423 d.C. sV.

“Tres seres hay que no respiran, tres seres que sólo pueden compensarse con seres que respiran;
Un manzano, un avellano y una arboleda sagrada”

–Discípulo mío, Nemed guarda en su interior la armonía de nuestro pueblo, los


secretos más trascendentales y luminosos de nuestra vida. Es hora de rememorar
el porqué de nuestro regreso y las raíces de nuestros encuentros. Pues bajo el per-
miso de los trece, confiemos en su consejo y su sabio manifiesto.
Caminábamos con los pies descalzos en un césped tan verde y tan basto baña-
do del rocío de la madrugada, el sol aparecía por el oriente y su luz blanca entraba
por las rendijas de los árboles frondosos, esta arboleda era el hogar de lo divino y
no todos tenían acceso a entrar, al que también era el centro de meditación del
druida de nuestra comarca, este druida también era mi maestro y ahora estoy sien-
do educado para ser el próximo sacerdote del clan Vorgrimler.
Saudade–Del tribunal en la presencia de Beth (Abedul), Luis (Serbal), Nion
(Fresno), Fearn (Aliso), Saille (Sauce), Uath (Espino), Duir (Roble), Tinne (Acebo),

187
Coll (Avellano), Muin (Vid), Gort (Hiedra), Ngetal (Caña), Ruis (Saúco). Solicito la
entrada a su morar para poder meditar.
De repente, un viento demasiado fuerte empezó a soplar todo el alrededor, las
ramas de los árboles se agitaron con tal fuerza que simulaban el choque de rayos
en la madera. Poco a poco el mismo viento intentaba ahogarnos y a lo lejos, un
conjunto de murmullos se escucharon.
Voces del bosque–Hijo de la cenizas, la entrada se te es negada, llevas en tus
manos sangre del soberbio.
Saudade–No es la primera vez que detenéis o permitís mi caminar. Vosotros
me guiaron un sólo camino de druida durante tres vidas. ¿Por qué esta debiera ser
una situación diferente de las anteriores?
Voces del bosque–No impugnes nuestro derecho de repudiarte, ya hemos he-
cho suficiente con seguir dejando que seas consejero y entregándote dones para
más de una vida que nosotros no hemos permitido. La desazón que te preocupa
vinieron de manos humanas y por tercera vez te encuentras con la razón de la mal-
dición. No tientes tu suerte porque nuestra paciencia está a punto de acabar, pues
el origen de tu mal, se remonta a una idea del ser humano muy antigua y banal.
No culpen a lo divino por el acto del hombre en su afán de poder, ustedes son due-
ños de su realidad y la naturaleza ha tomado nuestro lugar.
Saudade–¿Entonces me abandonáis por completo cuando he servido con devo-
ción y ahora que pido clemencia, no la puedo obtener?
Voces del bosque–Ustedes se abandonaron solos cuando de las raíces dejaron
ser su hálito de vida, ahora comparte el dolor que ustedes mismos provocaron.
Saudade hijo de la nostalgia, esta será la última vez que nos escuchas de tal forma.
Les corresponde a ustedes cuidar de su mundo, que tu pena sea iluminada con el
total de tu esencia entregada.
El bosque dejó de hablar y ahora todo parecía calmoso...
–Maestro. ¿Qué os han dicho?
Saudade–Me han abandonado.

188
–¿Por qué?
Saudade–No cuestionaré su decisión, recuerda que cada situación siempre tie-
ne una explicación de fondo, más aun en el lugar que nos encontramos.
Mi maestro lloraba y escasamente lo veo tan triste como hoy.
–Saudade dirigiéndose hacia mí con firmeza –Llama a tu mente a esta reali-
dad, es hora de hablar...
–Maestro, usted comprende que no es tan fácil.
Saudade–¡Lugh! ¡En este momento!
Desde que tengo uso de razón, alguien además de mi maestro me acompañaba
a donde iba. Mis propios pensamientos de vidas pasadas y actuales, habían toma-
do una forma propia e individual, creando un aparente sujeto con virtudes únicas,
pero que incluso así, él se mantenía vivo por mi simple existencia corporal en la
realidad física.
–Temne, por favor muéstrate ante mi maestro y mi persona en la realidad del
cuerpo.
Una ligera y pronta ventisca surgió junto a nosotros.
Temne–Lugh. ¿Por qué me has llamado? No tienes la suficiente fuerza para ma-
terializarme.
Saudade–Él no, pero yo sí
Temne–Saudade maestro y amigo. ¿Qué puedo hacer por ti?
Saudade–Evítate cordialidades, Lugh y yo te hemos llamado por una razón.
Temne–¿Mis recuerdos?
Saudade– Que por tanto también son de Lugh. No creo que soporte mucho
así que comenzaré ya. Cuando fuiste Daly tú no existías fuera del cuerpo de él, to-
dos los pensamientos y recuerdos que íbamos desbloqueando del primer recipien-
te, se quedaban en ti. ¿Qué fue lo que hiciste cuando de mis consejos te alejaste?
Temne–¿Te refieres al último viaje que comencé después de verte?

189
Saudade– Precisamente a ello.
Temne–Saudade, cuando regresé a ti como Daly a mis treinta y tres años, no
sabía nada de esto, ni siquiera creía que fuera posible. Para ese tiempo únicamen-
te conservaba pesadillas, sueños que pensaba sólo eran tormento por las guerras a
las que me enfrentaba. No fue así, tampoco creí vivir tanto, considerando que el
rango de vida no pasaba de los treinta años para una persona común, más para
un soldado romano cual era yo en esa existencia.
¿Crees que no estoy tan perturbado como tú? ¿Crees que no quiero que esto
acabe? Me encuentro ahora en mi tercer cuerpo con Lugh y no sé como fui capaz
de transmutar fuera de mi mismo. Lo último que recuerdo de Daly es haber en-
contrado una daga cerca de Lacio, una daga que perteneció a mi primer cuerpo,
pero no me pidas peor aun que lo recuerde a él, porque cuando intento hacerlo
más olvido de mi presente.
Saudade–Para fortuna yo puedo recordar más de tú como Daly y un poco más
de tu primer cuerpo y… es curioso porque pese a ello, también cuando intento me-
morar lo que fuiste en tus inicios y el final de tus días, ni el nombre se me aparece
más que el símbolo del sueño que ha sido el ápice para encontrarnos. Quiero que
hagas el mayor intento, sé que puedes recordar más.
Temne–¡No puedo más! ¿Qué debo hacer? ¡Ya he hecho lo que he podido! ¡Si
sigo materializándome mataré a Lugh!
Saudade–Yo lo sostengo con reiki que el no posee, pero si no me ayudas no
avanzaremos más.
Yo miraba a Temne con mi maestro, y cada minuto que pasaban hablando, pa-
ra mí era un mártir, yo me debilitaba y desgastaba. Traer a Temne a la realidad
física demandaba entregar parte de vida, por ello no lo hacía seguido y a cada ins-
tante era como recibir puñaladas frías en mi espalda, una tras de otra sintiendo el
dolor y la sangre de un peso que no sé cómo deshacerme.
Temne–¡La daga tenía inscrito en el mango la palabra ritual!

190
39.
Un café, un chocolate, el queso y el tinto parte I

147–Ven, no te aflijas, despídete ya...


–Gracias por todo –es lo que yo les decía al hombre de antaño y la dama de len-
teja mientras la maleta en mi espalda guardaba la vestimenta y una que otra me-
moria de mi vida con ellos.
La dama de lenteja me cuidó hasta estos momentos que estoy por cumplir dieci-
séis años, y no fue casi ocho años atrás que la conocí. Ella en todo momento, en
todo este tiempo pretendió enseñarme lo que significa el lenguaje afecto que, en
cierta medida puedo comprender pero infelizmente creo que nunca ha sido sufi-
ciente para llenar lo que pensé, era falto de amor. Pues ahora, entiendo que lo
que mi interior deseaba con tanto anhelo, era llenar un vacío existencial.
Si lo digo en términos más “simples” nadie me creería que hablo con mi propia
mente en su forma física y lo que busco es esclarecer unos sueños, supuestos recuer-
dos de una o no sé cuantas vidas pasadas más. Estos sueños y unos símbolos en mi
mano izquierda son todo lo que poseo para embarcarme en un viaje que no sé si
tenga retorno. Lo único que puedo decirles a la dama de lenteja y al hombre de
antaño antes de salir de su casa, es que me despido de su hogar por razones afecti-
vas, valiéndome justo de la persuasión de la palabra amor para hacer más creíble
mis diálogos. Que viviré con Geranios porque ella me necesita, falso también por-
que si de contextos familiares hablamos, Geranios tuvo tantos años para recuperar-
me con el acto del presunto amor en coherencia de la palabra y el hacer. Y es tan
contradictorio seguir hablando de la palabra amor, como si en realidad la necesita-
se con todas mis fuerzas.
Sí, no puedo decirles más que eso, no creerían mis razones verdaderas. Triste-
mente tengo que salir con mentiras y digo triste porque pueda que sea la última
vez que me vean y tengan que guardar en su interior, una memoria con lágrimas
en sus ojos. Bueno, tal vez si algún día leen mi diario, este que escribo, lo único re-
al en mi confuso sentir al hombre de antaño, es que me enseñó que jamás se debe

191
mirar por encima del hombro a ningún otro ser, así me lo hacía ver, cuando de ni-
ño, él se arrodillaba a mi estatura para poder darme la mano y levantarme en su
espalda. Lo único real en mi confuso sentir a la dama de lenteja, es que me ense-
ñó que el querer no se halla precisamente en la carne ni en la sangre. Así me lo
hacía ver cuando de niño, ella me recibió con los brazos abiertos en el hogar de su
corazón.
Ahora voy a casa de Geranios como inquisidor buscando alguna respuesta que
satisfaga mis pensamientos. Voy a casa de Geranios sabiendo que mi estadía será
muy corta. Ella tampoco me quiere en su vida, pues ahora Geranios me ha apar-
tado demasiado como para que importe. Los pequeños en su casa comparten san-
gre y carne con mi materia, espero algún día corresponderles y me alcancen en el
camino, pero no será así, al final del día yo seré como un fantasma que pasó sin
una ligera brisa. Lo único real en mi confuso sentir a Geranios, será haberme en-
señado que el orgullo y las lágrimas pasadas no se llevan bien juntos. Así me lo ha-
cía ver cuando de niño, ella nunca perdonó el dolor que le causaron. ¿Y esto es
bueno?... Sí, lo es. Usualmente la forma mas efectiva de aprender una lección im-
portante es a travez de una lágrima, porque después de secarse, o sigues llorando
por lo mismo, o te enfrentas a un nuevo desafío para seguir viviendo.
Horas más tarde me encuentro en un café que visito a menudo, 147 está silen-
cioso y yo sólo planeo mis próximos siete pasos…

Escaso aroma de café en mi rostro.


Rose de brisa a tabaco ácido.
Encarnación dulce del libro aquel que miro frente a mí.
Hombre o mujer sublime que me invitan al letargo de un átomo de una pronta implosión.
Dejadme quedarme con ustedes, dejadme quedarme a hacer de esta una nueva realidad.

192
Dicen que un chocolate caliente calma la penuria del alma afligida.
Que en ocasiones la tristeza es tan grande, que vemos en el vapor de la taza caliente ir nuestros
más hondos respiros… y entonces que tu alma tome un suspiro.
Que el chocolate haga lo suyo y calme el luto de tu corazón.
Su amargo sabor también sabe a la desazón, pero a la pronta manipulación hace más dulce su
olor.

En maitines hablamos de la vida y del don que es ella misma.


Bebiendo café y chocolate conversamos de no morir sin dejar una huella.
¿Qué sentido tiene vivir si no vas a hacer algo bueno de ello?
¿Por qué dormir sin ser el alba de algún amanecer?
¡Oh! Cuánto en verdad quisiera mires el dolor absurdo que siento ahora y trato de controlarlo,
pues por primera vez no encuentro palabras para narrarlo…

La sensación de avizorar la angustia porfiada de la aberración a lo lejano, es para Ánima la


tristeza más grande que pueda tener, sentir los lamentos de “él” o “ella” en tercera persona, hace
reflexionar lo tan importante que es existir y amar.

193
40.
Geranios III: Un café, un chocolate, el queso y el tinto parte II

La luna se asomaba al Oriente, una luna intensa y blanca resplandeciendo la


obscura noche. Geranios y yo nos encontrábamos sentados en la acera esperando
a alguien que no memoro. Ella traía puesto una falda con doblajes que le llegaba
hasta casi los tobillos, esta era de color negro pero con unos diseños de vistosas flo-
res enredadas entre si. También traía puesto una agradable camisa de color blan-
co y una bufanda café en el cuello, ella fumaba…
Geranios–¿Por qué estás enojado conmigo? ¿Qué te pasa?
–No sucede nada, sólo hace frío y ya deseo ir a dentro.
Geranios–Si quieres ya puedes irte a dormir, yo me quedaré un momento más
a fuera.
–Pero usted está cansada y es muy tarde, ya entre a casa…
Geranios–No molestes, ya te digo que es mejor que entres a la casa, de gana es-
tás esperándome.
–Por favor, si sigo esperando es porque me gustaría su compañía, no vine a su
casa nada más por pasar las mismas situaciones que hemos perpetuado durante
mucho tiempo.
Geranios–Ya no me vengas con tus cosas sí... A tu papá ve a molestarle con eso.
–Ya está bien, no diré nada más, la acompañaré.
Geranios–Pero no vas a estar incomodando a cada momento.
–No, lo prometo.
(Únicamente en mi mente)
147–Cuando le expresaste que todavía la esperas. ¿Eso quiere decir que aún
guardas posibilidad de que cambie?
–No mi intrigante amigo, pero es lo que ella necesitaba escuchar.

194
147–Hemos pasado ya de algo tiempo con Geranios y aún no sabemos mucho
de lo que nos interesa, hasta cuándo vamos a permanecer sin lo que venimos a bus-
car.
–Descuida, presiento que esta noche podremos hablar de ello.
Pasados unas horas todavía sentados en la misma acera y ahora con la luna un
poco lejana, me animé a preguntar ciertas dudas de mi nacimiento y familia mater-
na.
–¿Puedo preguntar algunas cosas?
Geranios–¿Si? Dime.
–¿Qué significan estas marcas en mi mano izquierda? He investigado un poco
pero no es tan conciso. ¿Me las hicieron cuando nací o...?

Geranios–Mmm eso. Nadie te las hizo, tú naciste con aquellas marcas. Se po-
drían decir que son de nacimiento, mamá Suri solía decir que son runas mágicas,
y sabes bien que yo no creo en esas fantasías.
Por otro lado, tu nacimiento fue un poco especial ya que lo hicimos según tradi-
ciones de tu abuela.
–¿Entonces si fui planeado?
Con un gesto un poco inseguro Geranios responde que sí.
Geranios–Para suerte nuestra tampoco podíamos hacer nada, faltaba semanas
para que nazcas y todavía nos encontrábamos de visita donde mamá Suri, tú te
adelantaste y tu abuela sugirió hacer el parto tradicional. Un parto que correspon-
de a no sé qué fechas del calendario lunar y celta. Como sea, se supone que el pri-
mogénito, los niños nacidos en abril deben germinar en agua y a cargo de un ár-

195
bol del mismo calendario. Para no pelear accedí, pero como te dije, sabes que no
me agrada nada de esas cosas. Apenas llegamos a Quito te registramos con apelli-
do de tu padre.
–¿Quiere decir que no nací acá?
Geranios–No realmente, pero ya no importa porque no valía la pena registrar-
te en Hamburgo. A parte de Suri, mi familia no estimaban a tu padre ni a ti, así
que decidimos no quedarnos allá.
–¿Por qué no me lo habías contado?
Geranios–Te repito que no valía la pena... Además no veo que hayas tenido al-
gún problema con eso. ¿O si?
–Supongo que no, (mentía) y... ¿Sabe algo de los celtas?
Geranios–Te digo que no, solamente tus bisabuelos hablaban de ello, más bien.
¿Por qué preguntas de esto ahora?
–Simple curiosidad, pocas veces nos hemos llevado bien y tal vez imaginé que
había otra razón.
Geranios–Pensaste quizá que no te quise tener. No Soralc, te esperaba como el
invierno espera a la primavera, te esperaba como una nueva flor a su jardín. Fuis-
te un regalo muy bonito para nosotros, lástima que no supimos apreciarlo y las si-
tuaciones no fueron las mejores. Supongo también que ya nada de eso importa...
Tal vez es mejor que vayas a dormir, no quiero que te enfermes.
Yo me levanté de donde estábamos sentados, me despedí y vi que Geranios
prendía otro cigarrillo mientras lloraba.
147–¿Por qué no mencionaste la séptima marca?
–Mas bien me sorprende que esta no haya estado cuando la quinta es la que
suele desaparecer, incluso así, es algo extraño ya que en ocaciones está ahí, y en
otras como hoy ya no está. No iba a mencionarle algo que no podía ver.
147–Sin embargo, creo dijo lo que necesitábamos para poder continuar y estar
seguros de lo que vamos a hacer.

196
–De alguna manera la entiendo.
147–¿Geranios?
–No puedo culparla por nada, ni a ella ni a nadie. Lamento mucho su dolor y
el dolor que me causó, pero cada persona es responsable de sus elecciones y elige
como vivir con ellas. Imagino que desde esta noche dejaré toda lágrima del pasa-
do triste que pudo haber en mi vida actual. Desde el día de hoy ya no habrá nada
más que me ate a este sitio.
147–Vamos a hacer maletas, saldremos por la mañana.
–Prepararé café primero.

Evangeline triste y bella ácido de tabaco.


Tu amor es vocablo de amargura y vivir es como de imposición.
Amas, pero te haces y haces daño.
Orgullo y soledad cargan tu razón.

Evangeline atada a su pasado que recuerdo yo con su vestido atezado.


Eras de mayo y el invierno hizo bien su función.
Me hiciste conocer al sol en plena lluvia y su aflicción.
Pero a más que el astro luchaba por su luz, la nube obscura regresaba con premura.

Café pasado tomando un sorbo al recuerdo.


Negrura whisquería ayúdame a entenderla.
Que el amor sea más fuerte que comprenderla.
Y el chocolate sea el incierto en su dulcera.
Evangeline tu retrato tengo en mi buró

197
Feliz te miro porque el tiempo guardó tu sublimidad sin llanto.
Pero el tinto hizo bien su trabajo y acabó con tu canto.
Y a mí, el álveo se la llevó ya que ,aún caminando la parca te sigue andando.

Evangeline es a su jardín con geranios.


Eras linfa de juventud en aquellos años.
¿Por qué dejaste secar el mismo Sauce que de mí plantaste?
Sentiste compasión de ti misma arrojando culpas por penas ocultas.

Que los roedores tomen su parte del queso.


Que el señuelo has dejado al descubierto.
Poco a poco sin amor vas quedando.
Pues los ratones que del poco queso que sobra se van alimentando.

Hoy regreso a memorar tu agobio.


Y también lamento tu pesar.
Porque es de tu lágrima, mi eterno cantar.
Pues de un café amargo mi escribir, de un chocolate dulce o áspero ingerir.
Que de un queso blanco tal vez de mí también se han de repartir y de un tinto al igual que tú
he de morir.

198
41.
Pasión y palabra

Mucho de lo que nos sucede a lo largo de nuestras vidas, pasarán situaciones que sólo las reali-
zaremos una sola vez. Unas siempre por cuanto a nuestro sentir y otras sólo se harán dueñas de
la razón. Por lo tanto, llevar conciencia de lo que pensamos, decimos y actuamos, es una real res-
ponsabilidad y la que conlleva ya que, si de corromper tu código de ética lo haces, ten cuidado de
no arrepentirte del mismo, pues tu propia mente y corazón te lo dirán, más aún cuando tu vida con-
sideras ser expresión misma del vivir. Sé lo que eres y vive de quien eres, sólo ten en cuenta que,
aunque nadie te ve físicamente, siempre hay algo más observando y también de ti mismo mirarás a
un espejo.
Anodino quien actúa por desidia, del primer aro en el infierno de la comedia se hallará. Atis-
bo el que contempla su pasado como una síbila de la más pura esclavitud. La convicción de la pa-
labra debe ser llevada por la pasión, pero no por la banal. Si no por la pasión del arte que crea
belleza auténtica de vivir, de sentir y amar, porque cuando sabes y has probado la negación de la
negación, no hay no, ni lágrima que valga o hayas entregado. Respetarás lo inalienable y la de tu
consiguiente, es un humanismo, eres un mecenas patrocinador de tus propias obras. Entonces, ¿por-
qué de haber cuidado en lo que piensas, dices y actúas? Simplemente porque todavía vives en el
mundo de los opuestos.
La palabra, ese don de los más bellos en la humanidad, esa praxis, esa esencia la del hombre;
Ese estilo natural sin comparación alguna, es ese escribir como hablas respondiendo a como pien-
sas y actúas, o tal vez lo que escribes es tan diferente de tu realidad y escapas a un libro para no
mostrar la persona y las varias personas que conviven en ti.
Nos han dicho que la palabra es una herramienta poderosa, que el uso de ésta puede ser tan
lasciva como benévola. Cómo distinguir cuando escuchamos un par de oraciones, si estas son de
buen entendimiento o confusa comprensión, si usualmente por más claros que pretendamos ser, el
individuo tiende a sugestionar o transformar las oraciones en algo distinto, (subjetividad). Y si de
igual forma lo que escribimos tiende hacer inequívoco, cambiar el mensaje, cambiar de entendimien-
to por la necesidad del individuo que la interpreta, entonces... ¿Qué realmente comprendemos?

199
Pasión y palabra. ¿Por qué estas dos juntas? ¿Por qué me atrevería a hablar sobre estas dos pa-
labras que por simple lectura son tan inocentes, pero como muchas otras más en un lenguaje for-
mal tienen un significado más profundo? Suelo decir que la palabra pasión, no debe ser acompaña-
da en ningún otro contexto del ser humano que no sea el arte, pero para ello, primero debemos sa-
ber interpretar lo que significa arte.
Podría decir que arte, es el conjunto de disciplinas y expresiones del ser humano enfocados a
demostrar una estética o expresión, la expresión en pintura, escultura, literatura, música. Estas
para hacer relucir diferentes realidades, serie de ideas, de emociones y de sentimientos.
¿Ahora, qué podemos decir de pasión? La definiríamos como un sentimiento muy intenso, tal
vez perturbador, un sentimiento que quizás domine la razón y la voluntad.
Reflexionemos un momento. ¿Qué sería de nuestro mundo si todas las actividades que realiza-
mos a diario, incluirían pasión? Quizá suene un tanto conflictivo, pero si por definición nos dice,
que es un sentimiento tan intenso y perturbador que domina la razón y la voluntad. Por perturba-
dor, nos provocaría descontrol de los sentidos. Por dominio de la voluntad, perderíamos la cordura
para poder definir si lo que hacemos es correcto o incorrecto, la conciencia ya no sería ni siquiera
una pequeña voz que nos expresa los opuestos, lo bueno y lo malo. Por dominio de la razón, no
seríamos capaces de distinguir eso que nos hace llamar seres humanos.
Entonces por concordancia, no puedo decir que la palabra pasión pueda relacionarse con los
demás contextos de la vida del individuo, sino, nuevamente mencionando que esta sólo la debe lle-
var el arte. El arte, cual es el único ápice de demostración veraz de la expresión de las ideas y los
sentimientos. Es el único que puede soportar tal intensidad y perturbadora emoción que domine
toda razón y voluntad para crear belleza auténtica. Entonces pasión y palabra podrían ir juntas,
para dar fe comprobable de que el hombre, incluso en sus más obscuras pasiones, en sus más ocul-
tos pensamientos, jamás estará tan lúcido como el día en que se entrega a la niebla para poder en-
contrar un rayo de luz, porque aun sabiendo que quizá se pierda en ese caminar, él continuará bus-
cando el mundo de varias realidades o una verdad absoluta, lo encontrará y cuando lo haga, todo
lo visto por él sólo será una probabilidad más en un universo de interpretaciones.

200
42.
Sueños del pasado V: Travesía a un viejo monasterio
Semanas entre mayo y agosto de 1904

–¿Recuerdas que unos años atrás, pensaste que me ibas a perder al momento
de leer el diario de Gaela?
–Lo recuerdo... y creí que al volver las memorias de mi anterior vida todo aca-
baría. ¿Me equivoqué?
–¿Tal vez se hizo más simple?
–¡De qué me hablas!. Desde que te conozco todo esto de los recuerdos de vidas
pasadas siempre han sido una molestia. No sé que realmente habréis hecho para
merecer semejante castigo y yo ahora su recipiente.
–Entonces ¿Por qué seguís buscando razón de ello?
–Por qué escapar tampoco vale la pena, tu ya lo intentasteis y no sirvió de na-
da, ¿o me equivoco Gaela?
–En realidad como me conocían tus antepasados, tus anteriores cuerpos, me re-
conocieron con el nombre de Temne, así me llamó Lugh
–Da igual, la vida física de Gaela, de Lugh, de Daly y del innoble caballero que
provocó esto se guardó en ti como recuerdos y constancia de su existencia.
Temne–Me sorprende lo tan lejos que has llegado.
–No mucho que digamos, únicamente hemos obtenido el cuarto diario para po-
der recordar nuestra vida como Gaela. Los nombres de Lugh y Daly sólo forman
parte de nuestra última memoria como Gaela. Tendré que comenzar con el pri-
mer recuerdo que posea de Lugh, así como fue con Gaela, pero antes debemos re-
visar el lugar de reposo de nuestro anterior cuerpo. Lo que dijo Saudade sobre
ese símbolo extraño llama mucha mi atención y deseo verlo con mis propios ojos.
Temne–Me inquieta de cierta manera que Saudade tampoco posea sus recuer-
dos claros, pese a que él no se encuentra en la misma situación que nosotros.
201
–Pero es totalmente cierto lo que mi maestro dijo; porque cuando estamos a
punto de encontrar el diario del hombre del origen, volvemos a transmigrar. He
meditado mucho al respecto y entiendo que si no encontramos lo que realmente
sucedió con él, seguiremos cambiando, pero… comprender sobre la transmigra-
ción y lo que conlleva, no ha sido nada fácil, pues a mí también me tomó mucho
en asimilar. Por otro lado cuando descubrí mi vida pasada como Gaela, no tenía
ni idea que existían otros sujetos atrás de él y que simplemente esto se convertiría
en una caza de fichas para el rompecabezas, un rompecabezas escondido también
en un laberinto, laberinto que como Gaela quise escapar y no funcionó… Henos
aquí. ¿Cómo no comprender la incertidumbre de mi maestro? Si ahora sé que he-
mos pasado nuestras vidas buscando la explicación de estos sucesos, leyendo las
huellas que hemos dejado escondidas, o más bien ya perdidas en el tiempo entre
millones de hombres que podían bien habernos conocido como no. Entonces, ¿có-
mo no sentir impotencia? Si supuestamente tratamos de encontrar esa respuesta,
pero al final cuando creemos pronto llegar, sólo terminamos sucumbiendo nueva-
mente a la muerte de un cuerpo más, y nuevamente comenzar otra vida física sin
nada de conocimiento de ello para volverlo a comprender.
Temne–Recordar nuestra vida como Gaela nada más fue abrir la puerta para
algo más oculto, pero ahora que entiendo más de mí y la relación separada de mi
cuerpo, en este caso separado de ti. Me cuesta trabajo también saber la razón del
porqué Saudade a transmigrado de cuerpos durante el mismo tiempo que noso-
tros lo hemos hecho. Considerando lo poco que él también recuerda de nuestros
antiguos encuentros, sus memorias están allí, conviviendo en una misma materia y
nosotros no, porque soy tú y una entidad diferente a la vez.
–Explícate. ¿Que es lo que me quieres decir?
Temne–Que si para poder recordar concretamente nuestra vida como Gaela,
tuvimos que aprender a leer las huellas, buscar los lugares y personas de nuestros
recuerdos para terminar con la lectura de nuestras últimas palabras en un diario,
lo mismo sucederá con los tres que faltan y en algún momento cuando por fin nos
hayamos alcanzado al origen, yo tendré que desaparecer.

202
–Tal vez suceda así, porque al momento de haber encontrado el diario de Gae-
la, toda esa vida pasada que residía en ti como sesgo de su existencia y en mí como
escasas memorias. Al leerlo, regresaron a formar parte de mí de nuevo, en una so-
la materia, en un único cuerpo, y quisiera decir que un sólo espíritu, pero de ello
estoy aún más lejano que recolectar mis propias antiguas vidas a la misma reali-
dad.
Temne–Recuerda que nos encontramos en la realidad física para el cohabitar.
Podéis ver mi dimensión, la del alma, porque un suceso arcaico nos lo permite.
–Entonces tú no desaparecerías por completo, sólo nuestras dimensiones toma-
rían de nuevo su equilibrio, porque cuando regresemos al origen, todas esas vidas
pasadas regresarán a mí como uno mismo. Entonces así, ya no podría verte pues
en mi realidad, tú te encontrarías plenamente en mis funciones mentales y Ánima
en la funciones intangibles, como cualquier otro mortal en este mundo.
Temne–Si nos alcanza esta vida para de una vez por todas dar fin a las transmi-
graciones.
–Ávidos entonces nos encontramos para continuar, y que no se cumpla por lo
que Saudade lamenta. Consigamos terminar el capítulo final que nos espera.

Semanas más tarde, iba con prudencia de ciudad en ciudad con el mejor corcel
de mi padre que, en vida me había heredado fincas llenas de finos caballos, algu-
nas posesiones y acciones de fábricas de hierro, por supuesto yo nunca fui a fin a
los negocios ni a los pasos de él, pues me dediqué más a lo académico y a crear mi
propia fortuna para no depender de mi familia, pero hoy, pese a haber heredado
su riqueza, lo único que conservo realmente de mi padre, es su caballo más queri-
do. Todo lo demás lo he dejado a cargo de personas que sé, trabajarán mucho me-
jor que yo.
El camino desde mi niñez ha sido un tanto solitario, todo realizando siempre
con algún interés, orgulloso y egoísta con los pocos lazos emocionales que logré ha-
cer. Hace semanas dejé a unos amigos que creo no volveré a ver, ellos festejaban
mi cumpleaños treinta y tres y el único agradecimiento que les pude dar es una

203
carta y una despedida. Creo que a pesar de que diga que el amor no significa na-
da para mí, siento arraigamiento por no concretar la vida que mis amados me de-
seaban.
Lastimosamente jamás podré crear ese camino, una esposa, hijos, una casa, eso
que la gente hace para sentirse realizada. No, jamás podré hacerlo, porque aun-
que lo desee, mis acciones no tienen dirección a ese caminar y la complacencia
existencialista me carcome cada célula de mi cuerpo.
Hoy me dirijo a un viejo monasterio del siglo XII en la región de pomposa, es-
to para volver a complacer ese sentido egoísta de resolver únicamente mis asuntos,
voy para allá para recordarme que hice algo tan malo y tan nefasto con la vida, co-
mo para poder haber existido más tiempo que cualquier otro ser humano. Voy a
recordarme que mi presencia en este mundo, sólo es un receptáculo de otros seres
que vivieron en mi mismo cuerpo y que, todo lo que he hecho en mi presunta vida
física como Charles Laurent da Bohemia, ha sido falsa y fingida.

(Laudes del 04 de agosto de 1904)


El paso del tiempo ha sido cruel con la Abadía, ya estos monasterios no guar-
dan lo que en años de gloria solían guardar. La belleza y el dolor de entender la
vida de Jesús y la misericordia de él crucificado por nosotros, la licitud de los libros
que son correctos para la lectura o cuales incitan a lo mundano. Discernir del
bien y del mal con el encaminamiento de los simples hacia Dios padre. Lo simple
y su magnificencia devorado por el tiempo. Devorado por el mercado que ahora
dicta moralidad en las grandes ciudades.
El camino un poco enlodado por la humedad de la madrugada, eran marcados
fuertemente por las pisadas de Dellirer; mi caballo. A lo lejos se veía la forma de
una persona, esta al parecer me reconoció y acudió de inmediato a mi entrada a
las paredes en la que en tiempos lejanos hombres tan benignos como eruditos,
transcribían lo que la humanidad debiera conocer, como lo que no.
Karión–Nostro signore Charl, ha demorado menos de lo que en su carta expre-
só. Venire, venire, el Abad está en su despacho y os alegrará de veros. Dejadme a

204
Dellirer conmigo que sabéis que lo cuido como a mi vida. –Venire stallone, tu sei
bella, tu sei bella –le decía Karión a mi caballo mientras lo llevaba cerca del esta-
blo para que tome agua y coma algo. Yo mientras me dirigía al despacho del
Abad que estaba en la mirada norte septentrional en donde sea cual sea la esta-
ción del año, su cuarto y la biblioteca de la abadía compartían la singularidad de
recibir por mucho más tiempo la luz del sol.
La entrada era una puerta enorme de madera, tallados de santos y pasajes de
la Biblia que embellecían la mirada. Ya al expandir las dos alas de la entrada, se
encontraba una gran estructura amurallando su interior, la abadía dividía muy
bien los establos, el hospital, baños, iglesia, claustro, dormitorios, sala capitular, chi-
queros y herrería.

205
206
Ya cerca del claustro, que era donde estaba el despacho del Abad, saludaba con no-
vicios que me conocían, unos afectivos con un abrazo y besos, otros mas reticentes
moviendo su brazo derecho.
(A punto de abrir la puerta del claustro)
Salvatore da Upsala–¡Benditos sean mis ojos que ven a un siervo perdido de
Dios aproximándose a mi presencia! ¡Charles Laurent da Bohemia! ¡Dame un
abrazo! (Salvatore da Upsala era el Abad quien me recibía calurosamente)
–¡Salvatore! Hacia siete años no lo veía, créame la felicidad es más mía.
Salvatore–¿Entonces ahora si venís a quedarte? ¿O todavía los fantasmas de tu
pasado te persiguen?
–Prefiero conversar en privado si no es imprudente mi decir.
Salvatore–¡Oh! No, no, no, venid… regresemos a mi despacho.
Con pasos cortos nos dirigíamos al lugar donde el abad solía revisar documen-
tos del Vaticano. Ciertamente tenía bastante trabajo ya que, el papa reciente Giu-
seppe Melchiorre Sarto; Pio X, había promulgado el “Non Expedit del beato” Con el
que entreabría la puerta a la participación de los católicos italianos en los asuntos
públicos de Italia, algo muy rebuscado ya que, también mantenían una fuerte bata-
lla con el laicismo y el modernismo que empezaba a ganar espacio en campos bí-
blicos y teológicos.
Salvatore–Mi estimado Charl, aún creo que lo tuyo es cosa del maligno e inclu-
so así es tan increíble los designios de la vida que para poder ver luz, se necesita de
obscuridad. ¿Qué interés ahora te trae por donde fue un día tu morar y batallaste
por la fe?
–Siempre tan directo como os mi afecto hacia vos. Pero sin rodeos... Tengo en-
tendido que Saudade anduvo por aquí hacia meses y visitó mi tumba. Pero eso no
es lo que me inquieta. Estoy aquí porque mi maestro asegura haber encontrado
un tallado ajeno en mi antiguo reposo. ¿Vos que me decís de ello?
Salvatore–Os digo que la abadía sigue siendo tan segura como siempre la cono-
cisteis desde siglos atrás.

207
–¿Pero?...
Salvatore–No hay un pero, aunque sí una refutación con cuestión. ¿Seguís inte-
resado en esos símbolos paganos desenmarañando lo que fielmente quedó en un
pasado muy remoto y ahora el cielo te dio nueva oportunidad de seguir sirviendo
al padre? El Gaela de los libros en esa biblioteca no parece ser el que está en frente
de mí.
–El Gaela de las referencias en esos libros, ahora únicamente son mis recuerdos
de una vida de hermosa devoción a la cruz, pero que no regresarán porque me en-
cuentro en otro cuerpo y con otro camino.
Salvatore–El Gaela de las referencias en esos libros jamás se atrevió a cuestio-
nar su fe, sino sólo se entregó al amor de la trinidad y batalló por causas benignas.
–Ese Gaela de las referencias al parecer los últimos días de su vida, escribió un dia-
rio contando sus penas existenciales.
Salvatore–Tú, Gaela, pese a narrar en esas lineas tus más obscuros pensamientos y
sentimientos. En absoluto negaste que el amor de Dios fue quien te dio calor en época
de frío. En lo absoluto negaste que el amor de Dios fue quien te protegió y confortó.
¿O es que al parecer ya no significa nada para ti?
–Sé que el arquitecto tendrá una respuesta bastante convincente si logro verlo a los
ojos algún día. Sé que él es el único que sabrá decirme qué fue lo que pasó conmigo y
porque aun así, tuvo la compasión de perdonarme.
Salvatore–Pensé que habías combatido mucho ya en las cruzadas, pero no creí que
la batalla más grande la combatías contigo mismo.
–Por eso estoy aquí de nuevo Salvatore. Vos como tus antecesores a cargo de esta
Abadía, han sido los únicos en conocer parte de mi historia y conservar mi diario de vi-
da como Gaela. Un diario que ha pasado de generación en generación para recordar
que un hombre tan afable, también en sus últimos días puede sucumbir a sus reales pro-
pósitos, demostrando que la misma existencia no conserva esa quietud que tanto se es-
pera.
Salvatore–Hijo de Dios, por cuáles espinas te has ido, si yo no hubiera tenido prue-
ba infalible que tú ahora con ese cuerpo en otro tiempo fuiste Fray Gaela Prioeti da La-

208
cio que combatió en la tercera cruzada con mi vis abuelo antepasado, hace mucho te
hubiera mandado a la hoguera como la inquisición quemaba a los herejes.
–Pues ni tus antepasados tuvieron el valor de quemar un diario que hablaba en sus
últimas líneas de lo que hoy miras con tus ojos. Y no lo hicieron porque de algún mo-
do se preguntaron; si podemos regresar a este plano existencial después de una muerte
física, entonces. ¿Qué realmente hay a posteriori a ello?
Salvatore–Cuando la mente abre mucho más entendimiento, es cuando pretende-
mos descubrir la creación en sí y cuidado con ello, porque si no estamos listos para se-
mejante comprensión, nuestra imperfección tiende llegar a la soberbia y eso es un he-
cho, sino, preguntemos a la historia que no se equivoca en destacar sucesos del hombre
que desea poseer poder y conocimiento total, lo cual lo único que atraído es devasta-
ción humana. ¿A dónde quieres llegar cuando lo entiendas todo de ti?
–No lo sé. Lo divino no me ha permitido saber mi historia por completo.
Salvatore–¿No crees pueda que sea por una razón mucho más compleja de la que
tú sólo avisoras? ¿No crees que tal vez sólo no debas saberlo?
–Creo que lo intenté y lo sabes.
Salvatore–Veo más al hombre de virtudes que fuiste como Gaela que lo que escri-
bió en ese diario sus días antes de morir. Veo de nuevo a Gaela en ti como Charles
Laurent da Bohemia siendo el mismo hombre de virtudes que no debiera ir en contra
de lo que tal vez no deba saber.
–¿Entonces debiera encomendarme de nuevo al padre?
Salvatore–No debería ser una pregunta si no una afirmación.
–Entonces dejadme quedar un tiempo recordando los pasillos por donde alguna vez
caminé por amor a mi fe.
Salvatore–Esta sigue siendo tu casa y el hogar de Dios padre es para todos quienes
lo acepten realmente en su corazón.
–Sabiduría es cuando la inspiración viene de él.

209
43.
Sueños del pasado VI: la carta de Daniel Edana
abril de 1929

Han pasado veinticinco años desde que llegué a la abadía de Salvatore, decidí
estudiar textos antiguos junto con mis propios asuntos y perfeccionar mis conoci-
mientos sirviendo a la comunidad traduciendo libros para las nuevas generaciones.
El 28 de julio de 1914 se desató una guerra de proporciones gigantescas, no era se-
guro bajar a las ciudades. El conflicto ya tenía años de constantes provocaciones
por el creciente poder que ostentaban las potencias industriales y militares. En re-
sumen, a finales del siglo XIX el Reino Unido dominaba un poder tecnológico, fi-
nanciero, económico y sobre todo político. Estados Unidos de América y Alema-
nia batallaban el predominio industrial y comercial. Francia quería su revancha
por la derrota con Prusia en la guerra franco prusiana que duró un año desde
1870 a 1871, (cerca de mi nacimiento). La división del imperio Otomano, la re-
partición de las colonias y tanto nacionalismo que se avizoraba en cada esquina,
nada más era una bomba de tiempo que pronto iba a estallar, y lo hizo ya que, la
excusa fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa
Sofía Chotek, en Sarajevo el 28 de junio de 1914, muertos por manos de un joven
Servio ligado a una organización secreta llamada “la mano negra” con ideologías
nuevamente nacionalistas y con el objetivo de la reunificación del estado de todos
los miembros del pueblo serbio, lo que implicaba el enfrentamiento con el Imperio
austro húngaro, que ocupaba Bosnia-Herzegovina. Una cosa muy extensa que de-
moraría mucho en contar.
En fin, la situación esta duró hasta 1918 con alianzas como la Triple entente
con Francia, Reino Unido y el imperio ruso unidas y la Triple Alianza con el impe-
rio alemán, Austria-Hungría e Italia al lado opuesto. El continente europeo está
sufriendo mucho, y no sólo por las vidas de seres humanos, si no serias modificacio-
nes en su geografía, pues no es tanto por la carrera armamentista que diseña llanu-
ras y pueblos desiertos con su destrucción, sino por la geografía política y la toma
de territorios por parte de las potencias.

210
Es una pena muy honda volver a las ciudades ahora que en todo lado miras ca-
dáveres y vegetación inerte. Me gustaría decir que la Gran Guerra acaba aquí, pe-
ro no es cierto. Esto continuará quién sabe hasta cuando y tal vez por lo visto ya
ni en estas fortalezas heridas al pasar de los años, sean tan seguras para las perso-
nas devotas todavía a la labor de Dios.
Mientras me encontraba en la biblioteca que gozaba de una colección tan bas-
ta de libros muy arcaicos, como el Zoar o el gran Arcano hasta llegar a la teoría de
la evolución y la reciente relatividad de Albert Einstein. Salvatore y una comisión
del Vaticano se acercaban.
Salvatore–Charles, ¿trabajando desde muy temprano?
–Estudiaba un poco sobre la comprensión de la mentira de Friedrich
Nietzsche.
Salvatore– “Nadie miente tanto como el que está indignado” Un hombre muy intere-
sante, filósofo, poeta, músico y filológico alemán, definitivamente existencialista y
por cierto que por su sutileza nos trajo problemas con su secularismo.
Creo que perdió la fe muy pronto, ¿no lo creen? –les preguntaba a las tres per-
sonas del consejo del vaticano–
–Pensamos más bien que el nihilismo del caballero promueve la desvaloriza-
ción de la ética suprema e incluso así, se puede encontrar un camino para que la
visión religiosa del mundo que ha sufrido cambios de paradigmas, pueda quitar-
nos la venda de ceguera del pasado y transformar la ciencia del hombre en edifica-
ción.
Salvatore–¡Bien dicho Fiorentino!. Por cierto Charl–dirigiendo palabra hacia a
mí –Dejadme presentaros a Vencio Abbatelli, Fiorentino Baccei y Silvio Dajeli de
la región de Apulia. Ellos, virtuosos hombres que vienen a valorar los sagrados es-
critos que poseemos y llevarlos a la Biblioteca Apostólica Vaticana para su mejor
cuidado, no vaya a ser que la guerra alcance a esta abadía. Caballeros, él es Char-
les Laurent de la región de Bohemia.
Vencio–¿Bohemia?, ¿esto es por los montes metálicos, parte checa y eslovaca?

211
–Estáis en lo correcto señor.
Vencio–Bello pueblo, descendientes de los celtas boyos. Alguna vez en mi ju-
ventud anduve por esa región, pero hoy a causa de la guerra, la gente es más evasi-
va, y es comprensible su sentimiento y dolor después de que las grandes naciones
se hayan aprovechado de los pueblos pequeños.
–Así es, lastimosamente justo por las presentes causas no he ido a mi pueblo ha-
cia años.
Silvio–Esperemos la gracia de Dios derrame su perdón y paz a nuestros líderes.
Salvatore–Amen.
(Guardamos un minuto de silencio en oración de las personas fallecidas en el
conflicto bélico).
...
Salvatore–Permitirme retirada Charles, seguiré categorizando nuestros tesoros.
–No, más bien gracias a usted por su calidez Abad. Complacencia con voso-
tros en conoceros también –les decía a Vencio, Fiorentino y Silvio–.
Fiorentino–El gusto ha sido nuestro Charles, esperemos vernos en otra ocasión.
–Que así sea.
Mientras la comisión del vaticano y el Abad seguían su camino por la bibliote-
ca, ya a unos cuatro metros de mí, Salvatore se regresó a decirme algo que había
olvidado.
Salvatore–Casi lo olvido hijo mío, al subir para acá trajeron cartas, Karió men-
cionó que tiene una para ti, ve a verla. Por otro lado, ¿quién más sabía que te en-
contrabas aquí?
–No muchos que digamos.
Salvatore–Sí, me lo supuse, porque en estos veinticinco años que has estado en
la abadía, no has recibido una sola carta y ahora aparece una. Bueno, lo habla-
mos después…

212
Salvatore siguió su camino mientras yo guardaba lo que estudiaba para ir a ver
dicha carta. Apresurado por las escaleras, reflexionaba en las personas que sabían
de mi estadía aquí y ciertamente llegué a la conclusión de que sólo dos lo sabían.
Mi maestro Saudade en la última vez que hablamos en 1904 en la cual tampoco
fui explícito de que vendría y Abraham quien que me lo encontré de regreso al
Luv, sin embargo, dudo que ellos sean los autores... ¿Quién podrá ser?
–¡Karión! ¡Karión! Venid por favor.
Karión–Oh signore Charl, lo buscaba, justo iba a ir a la biblioteca después de
dejar unas cartas más. Tenga, hay una para usted.
–¿Vino alguien en específico a dejarla?
Karión–No lo creo. ¿Anatoli?–decía Karión con un poco de incredulidad –Él
siempre ha venido por años a dejar los recados.
–No, no, olvídelo Karión, Muchas gracias –le expresaba mi gratitud mientras
agitaba la carta con la mano derecha–.
Karión–Bueno, si eso es todo, permitirme retirada.
–Descuidaos, Buona giornata.
Karión–Buona giornata signore Charl.
Con la carta en mano me disponía a ir a mi habitación y ya estando allí, prendí
unas velas ya que, aún siendo de mañana, la luz todavía no entraba a mi dormito-
rio. El escrito empezaba así...
Un saludo cordial señor, seguro que en estos momentos la duda que más tiene es: ¿Quién le es-
cribió estas palabras? Más todavía cuando nadie supo de su ubicación estos veinticinco años. De
acuerdo, empezaré diciendo que puede confiar plenamente de quien le escribe, mi nombre es Johan
Daniel Sameel del clan Edana y lo conozco a usted como a Saudade mucho más de lo que cree,
pues por tercera vez alguien de mi familia en este caso yo, pudo contactarlo estando usted vivo.
Hace veinticinco años, tuve una pequeña charla con su maestro, no fue tan emotiva la conversa-
ción ya que, su mentor es muy cauteloso y bastante evasivo pero no, él no me dijo su ubicación, yo
la deduje después de tanto estudiarlo a usted. Pues verá, yo sé que antes de llamarse Charles Lau-
rent da Bohemia, usted era Gaela Proietti da Lacio “el extranjero” Y antes de él, era Lugh Ederar

213
del clan Vorglimler “el guía de caminos” Y anterior a Lugh, usted fue Daly Laurent da Lacio “el
consejero” Y por supuesto su primer cuerpo fue... No, esto me lo guardo yo hasta poder verlo con
mis propios ojos. La ironía de esto, es que usted mismo siempre dejó tan escondidas sus acciones
de sus vidas pasadas pero tan evidente su genealogía en la sutileza de sus nombres.
Ahora, evidentemente le di prueba de que lo conozco, porque tal vez usted encontrándose en el
lugar de reposo de Fray Gaela y haber leído su cuarto diario, ya debió recordar en cierta medida
más reminiscencia de su pasado, pero, pese haber pretendido la vida pacífica que Gaela también
quería lograr, usted no olvida y sabe que desea encontrar los demás diarios de sus transmigracio-
nes. Así que, si piensa todavía, que yo únicamente tuve un golpe de suerte al encontrarlo, créame
aún más que le puedo dar información de este símbolo que apareció en su tumba y que en la aba-
día no han sabido responderle con verdad.
Si este es usted:

Y la otra ajena es esta:

Tal vez no se ha puesto a pensar que sea una runa compuesta:

Le encargo la tarea de seguir buscando su vida, porque al parecer pese a sólo haber leído uno
de sus diarios, usted está más cerca de sí mismo como ninguno de sus anteriores cuerpos lo estuvo.
Si no lo desea así y prefiere continuar su vida en la abadía, lo entenderé, pero ahora, yo ya soy un
anciano que ha dedicado su vida a ser historiador y seguirle la pista a un hombre prueba de que
existe muchas más cosas que reflexionar sobre la muerte, tal vez ya no tenga nada que perder, pero,
si aún pretende darle fin a todos sus pesares, lo estaré esperando en Bélgica, en la región de Luik
Liege, Eupen, en la Iglesia de San Nicolás, todos los días de 5 a 6 pm, en la banca derecha cen-

214
tral, abajo de la sombra de un Fresno. Usted tiene un apellido checoslovaco, le recomiendo que
cuando se encuentre en camino, pueda crearse una pequeña identidad falsa para poder pasar a Bél-
gica, como sabrá, por causa de la guerra, Alemania a tomado parte de mi país, no vaya a ser que
por un descuido no lo pueda ver…
Se despide ansioso de conocerlo en persona.
Johan Daniel Sameel del clan Edana

Salvatore se encontraba en la puerta de mi habitación mirando la concentra-


ción que tenía en la carta.
Salvatore–¿Entonces? ¿Quién escribió la carta?
–Un hombre que asegura que el Abad Salvatore no me ha sido honesto respec-
to al símbolo ajeno que se encuentra en mi tumba.
–Salvatore respiraba profundo –Entonces al parecer jamás te librarás de ello.
Venid, conversemos en mi despacho...

215
44.
El abuelito Ferder Abraham Vorgrimler
enero de 1982

Hace casi un año dejé la casa del hombre de antaño y de Geranios a su vez
cuando tuve la respuesta que buscaba. Ahora me encuentro en casa de mi bisa-
buelo materno, no es más que unos pocos días que acabé de llegar, pues antes de
venir, anduve visitando a pocas familias que habían migrado de Europa a Ecuador
en la primera y segunda guerra mundial. Estas familias pese a diferenciarse por su
lugar de origen como ingleses, franceses, alemanes, austriacos, algo de España y
en sí Europa Central, compartían una especie de semejanza de sangre ancestral.
Esta semejanza entre ellos, era la palabra que más permanecía en mi mente y en
los sueños que tengo, los celtas. En este año fue que empecé a llevar un registro de
esas incontables familias y sus apellidos para poder darme una idea de la fusión de
culturas que se había llevado a cabo, no sólo por las dos guerras que mencioné, si
no de otras guerras más remotamente antiguas que obligaban a Europa siempre a
dividirse y consigo la diseminación de esos pueblos que compartían una riqueza
de lenguajes extraños.
Definitivamente es un estudio muy extenso y me llevaría muchos años en termi-
narla, que en realidad infiero logre concluir, pero en cuyo caso, esta es la pequeña
investigación que he empezado, y ciertamente también debo comenzar esta bús-
queda indagando mi propio árbol genealógico, por ello estoy donde mi bisabuelo,
queriendo recalcar también que vine donde él, justamente porque al parecer, toda
esta historia que me está sucediendo tiene que ver más con mi familia materna
que paterna.
El nombre de mi bisabuelo es Ferder Abraham Vorgrimler, y este apellido tam-
bién es de las pocas palabras que alcanzo a retener de mis sueños...
–Hijo mío –me decía una tía abuela saliendo por la puerta–Cuida de tu abuelo
unas horas, saldré a comprar alimentos para casa, regresaré pronto.

216
Ella mientras salía, yo me encontraba en el segundo piso de la casa de madera
que había construido Feder para mi tía abuela que era hermana de Felisia, (mi
abuela), madre de Emma. (Geranios).
Ferder Abraham Vorgrimler tuvo seis hijos. Los dos primogénitos fueron Feli-
sia e Ispabel, hijos que concibió con mi bisabuela Suri Meril Ederar, su primer fa-
milia en Großhansdorf, Hamburgo-Alemania.
Con los sucesos de la primera y segunda guerra mundial, la mayoría de los
hombres jóvenes de Europa de aquella época, tenían que servir a su nación en el
conflicto bélico, lo cual provocó la migración de muchos europeos a diferentes paí-
ses de Sur América, entre ellos mi bisabuelo Ferder. Él, desgraciadamente no ha-
bía podido viajar con su esposa Suri ya que, la familia de Suri no permitió que ella
se aleje de sus raíces, por lo tanto, Ferder se separó de Suri llevando consigo a su
primera hija Felisia a Ecuador, dejando a Suri con su segundo hijo Ispabel en Ale-
mania.
Después de años de tristeza por la historia de separación que se llevó entre Fer-
der y Suri, ambos volvieron a formar otra familia en sus respectivos lugares de resi-
dencia. Suri Meril Ederar, tuvo dos hijos más, que fueron Johan y Arlen, ellos vi-
viendo en Großhansdorf. Por otro lado Ferder Abraham Vorgrimler también tuvo
cuatro hijos más que fueron Arthur, Gioseth, Mitradeth y Conselí. Conselí era
quién cuidaba del abuelito Ferder en aquella casa de madera hermosa ya mencio-
nada.
Mientras bajaba a encender unos cuantos inciensos de diferentes aromas en ca-
da habitación, se dio por fin la oportunidad de conversar plenamente y sin ningu-
na interrupción con el abuelito Ferder.
Ferder–¡Soralc! ¡No te olvides que el de canela es en mi habitación, Conselí
siempre los confunde con el de manzanilla!
–¡Ya voy abuelo! ¿Estás trabajando en tu oficina?
Ferder–¡Si! ¿Por qué?
–¡No te moverás de ahí, ya subo en seguida!

217
El abuelito Ferder había perdido la vista hacia años por la ancianidad, pero in-
cluso ahora en sus ochenta y dos años, el hombre desarrolló demasiado bien sus de-
más sentidos para seguir trabajando. Leía en braille los documentos importantes
de sus florícolas y también percibía de tal manera, que era por tal razón que se po-
nía un incienso de diferente aroma en cada habitación para que él reconociera de
inmediato dónde se encontraba, y el lugar de las cosas en la casa, pero el motivo
para dijese que se quedara en su despacho, no es porque no se pudiera mover, sino
como dije; tener por fin la oportunidad de hablar con él sin interrupciones.
–¡Toc-toc! –hice sonar la puerta con un pequeño chirrido de la misma... ¿Pue-
do pasar abuelito?
Ferder–Sí, pasa. ¿Por qué me expresaste que no me moviera?
–Sólo quería saber si puedo conversar un momento contigo.
Ferder–Supongo de lo mismo que has intentado todas estos días y no has podi-
do.
–Algo así.
Ferder–A ver hijo mío, pregunta.
–Creo que no sé por dónde empezar.
Ferder–Deberías empezar diciendo… ¿Qué es tan importante para ambos que
no lo puedes decir delante de nadie más?
–Supongo... Mira, te preguntarás, ¿por qué vine a pasar contigo estas semanas?
Ferder–La verdad es que sí, hacia años no venías. Conozco lo que pasó con tus
padres, cosa normal infiero, pero nunca fui partidario de las separaciones, lo que
hicieron tus papás fue con voluntad. Dejarte así nada más sin una figura paterna
completa, debió ser molesto para tu crecimiento. Yo nunca aprobé eso, pero co-
mo ves, ahora que estoy viejo, cada uno hace lo que le venga en gana y ya no lo es-
cuchan a uno. Yo sé lo que significa dejar una familia e hijos, no con intención, si-
no porque las circunstancias mías eran complicadas. Si me quedaba, moría por ir
a la guerra o moría por algún ataque a la ciudad. Hasta el día de hoy no me per-
dono abandonar a Suri, bella mujer, pero su familia un asco. De cualquier modo

218
henos aquí y ella allá, cada uno hizo de nuevo su vida y de eso no me arrepiento,
pero por Dios santo, separar la familia que a mí tanto me costó hacer acá, eso lo
hacen porque no saben el real significado del amor filial.
–Bueno, la verdad es que después de todo eso, yo salí de casa del hombre de an-
taño y Geranios por consentimiento mío.
Ferder–Y reconozco tu tenacidad, no cualquiera lo hace siendo tan joven, pero
aun no sé por qué has venido a verme, porque sé que hay interés de por medio,
aunque también observé que quieras como se dice “Matar dos pájaros de un único tiro”
brindándome un poco de afecto en mis últimos años y tu cuestión propia por la
que volviste.
–Las veces que hemos hablado, yo siempre te he sido sincero abuelito, tu siem-
pre me tuviste en consideración, siempre recibía tus cartas y regalos, te agradesco
porque nunca te olvidaste de mí.
Ferder–Ni me olvidaré de ti hasta el último día que respire. Para toda la fami-
lia que hice, yo les di todo, error grabe porque cuando a todos les enseñé lo que sig-
nifica trabajar duro para tener las posesiones que hemos logrado, algunos se les ol-
vidó aquello y consigo desconocieron que fui yo quien los levantó. Hijos, nietos,
etc. Ellos por su lado, ni se molestaban en responder mis cartas. Tú por el contra-
rio, te dabas el tiempo de responderme, pero se acordarán de mí cuando ni un cen-
tavo les guarde, pues sólo unos pocos verán al menos en algo material mi agradeci-
miento. Por supuesto que a ti junto a Conselí les dejaré algo de mi dinero. Si es
de eso lo que querías preguntar, deberías despreocuparte.
–Abuelito, te doy las gracias fielmente por lo que harás conmigo, pero la ver-
dad... la razón por la que vine aquí… no es por tu dinero, jamás pensé en eso. La
razón por la que vine, es por ti y la historia de tu familia.
Ferder–¿Ah si? Hijo mío, entonces me disculparás apresurarme. Vamos, ¿qué
es lo que te interesa de mi familia?
–Dos grandes cosas que tengo en mi cabeza, ¿qué son los celtas para ti?, ¿y qué
tan antiguo es tu apellido?

219
Ferder–Hijo, eres de los pocos de mis descendientes en preguntar sobre más
allá de mi pasado. Te contestaré las dos preguntas en una sola respuesta porque
las dos tiene relación, así pues, mi apellido viene de un guerrero muy antiguo allá
por antes de la época de Cristo. Decía mi papá, mi abuelito y mis antepasados,
que este guerrero había formado un clan muy poderoso hablando bélicamente,
con familias nómadas de Europa central. Entre las primeras familias están; los Ra-
sembok, los Ederar, los Schmidt, los Grob, los Klein y Thalberg, junto con la fami-
lia propiamente Vorgrimler. Usualmente los apellidos eran el denotar en pronun-
ciación de alguna característica de la persona o el oficio al que se dedicaba. Por
ejemplo los Schmidt, el hombre de familia, era un herrero y en lengua germánica
herrero se pronuncia Schmidt. Ahora este apellido es muy común en Alemania.
Bueno… La historia que me contaba mi papá, era que este guerrero con ese po-
der bélico, desafió a grandes imperios de esa época como Roma y Grecia, pero
que ciertamente como estos dos eran potencias en su tiempo, habían derrotado a
esas primeras familias y más que conformaban el clan Vorgrimler y que, justamen-
te en honor a este antepasado en común, las familias ya divididas por tantos en-
frentamientos, habían adoptado a más de su propio apellido, el apelativo del gue-
rrero que los había unido en clan.
Mucho de nuestro árbol genealógico, comparte tanta historia con estas familias
y quién sabe con cuantas más ya que, si hablamos históricamente, los pueblos sepa-
rados por clanes y entre ellas diferentes familias, compartían una semejanza de dia-
lectos, costumbres y tradiciones, y esta semejanza nos hacia familia como un mis-
mo pueblo “la gente de dialectos celtas” pueblos en conjunto de la edad de hierro. Es
algo así como se denomina a los “celtas” es un término algo confuso, pero si lo en-
tiendes como te expliqué, en algo así se resumiría.
Por otro lado, hoy por hoy, dudo que sigan existiendo como clanes, pero si fami-
lias que conserven algo de su propia historia indoeuropea. Por parte de nosotros,
conservamos una serie de tradiciones que ya se han perdido con el pasar del tiem-
po. Suri Ederar y yo descendientes directos Vorgrimler por ejemplo, familias que
se unieron históricamente en el clan original, solíamos guardar un relato bastante
increíble sobre un hombre que había subsistido más vidas en diferentes cuerpos y
épocas. Para los niños de nuestras siguientes generaciones, esto únicamente seguía

220
siendo un cuento épico de los cantos heroicos de tiempos lejanos, pero Suri y yo sa-
bíamos que era verdad, porque hijo mío, lo creas o no, nosotros conocimos al hom-
bre del cuento en carne y hueso. Este hombre nos confió parte de su vida y prome-
tió que si volvía con un cuerpo diferente, él nos iba a recordar, su nombre era...
–Su nombre era Charl… Charles Laurent da Bohemia.
Ferder–¡Qué fue lo que acabaste de decir!
–Charles Laurent da Bohemia y sus anteriores nombres que no son muy claros.
Mi abuelito consternado se paró de su silla para tocar mi rostro.
Ferder–Hijo mío, no estés jugando conmigo, porque a mi edad de un ataque
no sobreviviría. Vas a responder a esta pregunta y si lo haces sabré que eres él.
¿Cómo fue que me conociste?
–Abuelito, no lo tengo muy nítido y por eso estoy aquí.
Ferder–¡Responde! – gritó mi abuelito pálido y casi sin voz–
–En el primer sueño que tengo de Charl, él empieza diciendo que es 1904 en
su cumpleaños número treinta y tres. Observo a muchas personas y lugares vien-
do desde arriba, pero no solamente observo, sino que también soy él. En esa no-
che, recuerdo hablar con varios hombres y entre ellos casi al último con un tal
Abraham, Abraham como tu segundo nombre abuelito.
Ferder–¡Oh madre santa! ¡Eres tú!... Continua.
–No es mucho lo que viene después, nada más una pequeña charla con Abra-
ham sobre que Charl viajaría a un monasterio cerca de un lugar que se denomina
Pomposa y Abraham tratando de convencerlo de ser maestro o “druida” de su pe-
queño hijo que se sostenía de las piernas de su padre.
Ferder–Suri y yo no hemos contado esa historia a nadie. ¡A nadie más de quié-
nes lo conocieron! No hay manera de que tú la hayas sabido sin estar allí. Sólo da-
me un momento...
Mi abuelito parecía muy pálido después de haber escuchado lo que dije.
Ferder–Hablas en tercera persona, como si fueran diferentes, no lo entiendo.

221
–Creo que yo tampoco lo entiendo bien abuelito, tengo todos estos recuerdos y
más en mi cabeza. De lo que te puedo decir, es que aparentemente soy un nuevo
sujeto y pese a tener estas memorias, no creo ser él porque tengo mi propia perso-
nalidad y corta historia.
Ferder–Te equivocas un poco, tienes tanto de él que alguna vez juro pensé ha-
bías regresado y era verdad, estás aquí. Piensas como él, hablas como él y de segu-
ro al actuar eres tan existencialista como él. Cómo no me di cuenta... Mira So-
ralc, mi padre también se llamaba Abraham, yo soy Abraham segundo en su ho-
nor, y el niño que recuerdas, el que estaba a los pies de él, era yo.
Santo cielo, es casi un siglo y volviste, pero… ¿Recuerdas la última vez que nos
vimos?
–No abuelito.
Ferder–Entonces con seguridad no te lo puedo decir, alteraría el curso de tu des-
venturada vida. Tus recuerdos aparecerán conforme vayas siguiendo tus propias
huellas, así como lo has hecho al venir aquí.
–Seguir las huellas es otra de las oraciones que más se repiten. ¿Qué significa?
Ferder–Que tendrás que seguir las pistas que hayas dejado para aclarar los
acontecimientos de tus vidas pasadas.
–Entonces es verdad que no sólo Charl fue mi anterior vida, sino que hay más.
Ferder–¿Qué es lo que te dice tu corazón después de visitarme?
–Que tengo que ir a Großhansdorf, donde la abuelita Suri.
Ferder–Hazlo, allá encontrarás más respuestas.
–Por lo que considero, entonces es más real lo que he visto.
Ferder–Tan real como la existencia misma hijo mío, una simple percepción en-
tre varias realidades.
(147–Memoro algo… Él podría verme)
(–Pero está ciego)

222
(147–¡No seas idiota! ¿Que has aprendido estos años?)
(–Que las cosas no son siempre lo que parecen y que existe mucho más com-
prensión más allá de lo que la realidad física engañe a los sentidos)
(147–Exacto... anda, materialízame)
(–Pero...)
(147–¡Que lo hagas!)
Para traer a 147 a la realidad física, demandaba mucho esfuerzo y esto nadie
me lo dijo, sólo lo deduje porque en las pocas ocaciones que lo hice, terminaba de-
masiado exhausto como para dormir días enteros. Tiempo que para colmo, se
aprovechaban en aparecer más recuerdos de esas existencias pasadas. Comprendí
de ello del por qué mi vida pasaba muy rápido, como si me saltara años...
147 volvía a tomar aparentemente mi forma como un espejo, pero sus rasgos
cambiaban un poco. Ahora su fisonomía al reflejar de mi juventud, también lige-
ramente pretendía verse más adulto.
147–Ferder. ¿Me recuerdas?
Ferder–¿En serio Soralc? Tú lo que quieres es que me de un ataque.
–No abuelito por favor, si es mucho me retiraré.
Ferder–¿Y como que tú estás loco, verdad? No te retirarás. ¿Quién más está
con nosotros?
147–Quisiera decir que soy Charles, pero tampoco lo soy. Soy lo material de
las mentes de esos que pasaron por esta existencia compartiendo varios cuerpos pe-
ro con una misma esencia dividida. Soy…
Ferder–¡Temne! Eres Temne... Perdón, ahora yo te interrumpí.
Cuántos años han pasado para que vuelvas a aparecer y ahora como transmi-
grado en la vida de mi nieto.
Temne–¿Has olvidado que yo no soy el que transmigra?

223
Ferder–He olvidado algunas cosas, pero tú, tú te escuchas igual que cuando resi-
días en el cuerpo de Charles Laurent da Bohemia.
Temne–Charles Laurent da Bohemia fue el hombre más astuto que conocí,
ahora como los otros nunca dejamos de ser el mismo, hoy parte de su mente soy
yo y efectivamente también soy Soralc, tu nieto.
Ferder–¿Qué haces robándole vida a mi nieto si sabes bien que la necesitas pa-
ra responder tu existencia y acabar lo que tus anteriores dejaron?
Temne–Es la misma aseveración que me he hecho durante mucho tiempo y no
sé que estamos haciendo mal como para de nuevo haber cambiado de cuerpo. Tú
tal vez sepas que hacer y no quieres hablar.
Ferder–Entonces te diré que has sido tú el que ha olvidado ciertas pautas impor-
tantes, ya que tú mismo, Charl, Suri, yo y los que te conocieron, hicimos un pacto
de silencio para no alterar tu realidad y volver a condenarte.
Temne–Me quieres decir que tengo que resolver esto nuevamente solo y si me
equivoco, regresar a esta existencia física sin saber nada.
Ferder–Tú nunca has estado solo Temne, ahora tienes a mi nieto Soralc vivien-
do lo que no acabaste antes.
Temne–¿Entonces me vas a dar esperanza y después arrebatármela?
Ferder–Mi nieto no es tan débil como fuiste en otras vidas, ¿verdad Soralc?
Yo me encontraba sentado con la cabeza baja, pálido, sudando como nunca an-
tes. Frente a mí, mi abuelito Ferder y 147 ahora con su verdadero nombre “Tem-
ne” mirándome.
–No, no soy tan débil –murmuraba–.
Ferder–¡Ves! Él no dejará que vuelva a suceder, pues tú has aparecido antes y
estás empezando con un cuerpo mucho más joven que cuando lo hacías antes.
Temne–¿Debería confiar en ti?

224
Ferder–Como lo hiciste con Charl. Ahora lárgate, no te quites a ti mismo vida
que necesitas, sigue tus huellas junto con mi nieto que en este momento le dejaré
consejos que a ambos servirán.
Temne volvía a desaparecer para formar parte de lo que sólo yo podía ver y oír.
Ferder–Has sido valiente y fuerte mi pequeño. Charl no podía mantener una
materialización de Temne por mucho tiempo y como sé que también me escucha,
espero sepa apoyarte bien, porque como parte de mi viejo amigo, sabrá hacerlo.
–En realidad creo es la tercera o cuarta ves que traigo a Temne conmigo, las an-
teriores no me desgastaban tanto.
Ferder–Resulta que te cuesta más trabajo porque tus recuerdos comienzan a to-
mar verdadera forma y constancia de su realidad, por eso Temne es más visual, in-
cluso así tú has sido formidable. Ve a tomar un poco de agua y anda a descansar,
siendo que trasladaste a Temne por varios minutos, no me asombraría que duer-
mas por días. Hazlo, todavía estaré vivo cuando despiertes, no me puedo ir sin
ayudarte un poco más, no de la manera que esperas, pero si expandiendo tus cono-
cimientos sobre la forma de ver la vida.
Yo casi a un punto de desmayarme por algún rincón, bebí tres vasos de agua y
alcancé a recostarme en la cama de la habitación que tía Conselí preparó para mí
cuando llegué a casa del abuelito Ferder Abraham Vorgrimler segundo.

225
45
La metafísica

Un jazz sonaba en la radio de la oficina de Ferder, misma música de siempre


cuando se dedicaba a pagar cuentas de sus florícolas y negocios. Ahora por su
puesto, Conselí se dedicaba a alguna de esas actividades en remplazo de su padre.
Me levanté de cama y vi que unos bellos lirios se encontraban en mi buró, mi
cuarto estaba impecable, (supongo la mucama venía a limpiar mientras me encon-
traba dormido). Me acerqué a la ventana y observé que los floricultores empeza-
ban a cortar algunas rosas del los invernaderos. Yo había despertado después de
un largo sueño de tres días continuos, (según me dijo Conselí cuando le pregunté
cuánto dormí)
Concelí–Pensé estabas enfermo, yo iba a llamar a una ambulancia pero des-
pués tu abuelito me prohibió alarmarme y molestarte. Al principio pensaba no ha-
cer caso a mi papá, pero después el viejo me recordó que su autoridad es innega-
ble y que hasta el último de sus días él sabe cómo hace las cosas. Ya sabes como se
pone cuando le dan la contra, pero bueno... Cuando subía a verte, tu dabas seña-
les de soñar y moverte, con ello me quedaba tranquila, estás bien y es lo que im-
porta.
–Gracias tía, espero no haberte asustado mucho.
Conselí–Ya no, descuida.
–¿Dónde está el abuelito Ferder?
Conselí–Está en su oficina, pero no lo exaltes mucho, ha estado un poco delica-
do estos días.
–De acuerdo.
Conselí–Bueno hijo, voy a ayudar con los alimentos de medio día, les vendré a
a ver cuando ya esté listo.
–Por supuesto.

226
Mientras tía abuela Concelí salía de mi habitación, yo caminé por el pasillo del
segundo piso hacia la oficina de Ferder.
–Así que te llamas Temne.
Temne–No pensé que lo sabrías pronto, pero supongo que esto es así cuando
hablábamos de desbloquear memorias en el tiempo adecuado y así esta sucedien-
do.
–Tenemos que hablar mucho.
Temne–¿Con Ferder?
–No, hablo de los dos, pero después lo aclaramos.

De nuevo yo entraba a la oficina de Ferder.


–Entre abierta la puerta, hago denotar mi presencia –¿Puedo pasar abuelito?
Ferder–¡Oh! Ya despertaste. Ven, siéntate a lado mío.
Ferder traía puesto un pantalón café claro con un suéter blanco, zapatos de cue-
ro bien lustrados y un dado de madera en su mano derecha. Con sus ojos total-
mente albar por la ceguera me pregunta...
Ferder–Entonces, ¿qué has visto en tus sueños?
–Siendo sincero, no recuerdo haber visto nada.
Ferder–Bien, bien… Deberíamos comenzar. ¿Cuáles son las dudas que aún te
fatigan?
–Abuelito, apenas empiezo a entender esto y no sé quien soy, ni sé lo que hago,
ni cómo sobrellevarlo.
Ferder–Eres Soralc Vorgrimler de Großhansdorf, que el peso de Charles y los
otros que están atrás, no te impidan ver lo maravilloso del presente en el que vives.
Eres una persona nueva y con personalidad propia, bueno, con cierto parecido
al ya mencionado, pero eso no quita que únicamente tú seas dueño de las decisio-
nes que tomes para tu caminar, que sólo tú seas el responsable de lo que dices y ha-

227
ces. Eres un joven lleno de virtudes que no se confunden con ninguno otro más,
así que sí sabes quién eres. Qué más da si has transmigrado no sé cuantas veces,
es cómo conviertes de esta tu nueva vida en algo útil lo que cuenta.
¿Te preguntas a dónde vas? Hijo mío, el futuro solamente es coherencia de lo
que hagas de tu presente, no te ocupes ni hagas desdichas de algo que aún no sa-
bes, pues para el día de mañana, mañana sabrás que cara ponerle.
–¿Crees que pueda darle sentido completo a mi vida algún día?
Ferder–No lo sé hijo, lo único que te puedo aconsejar, es que disfrutes de este gran
viaje que se llama vida y al parecer a ti se te ha dado un viaje mucho más extenso, que
incluso así deberías deleitarte de las cosas maravillosas que te ofrece este mundo físico.
–Créeme que me reconfortas mucho.
Ferder–Tú más al ser compañía de este viejo “dos veces” –Mi abuelito suelta una car-
cajada–.
–¿Podemos seguir hablando de mi yo pasado?
Ferder–Sólo podemos hablar de lo que tú recuerdes y podamos aclararlo, no puedo
contarte lo que no sepas porque sugestionaría tus desiciones.
–Comprendo… por lo tanto debo principiar diciendo, ¿cómo tú concibes la segmen-
tación del cuerpo, el alma y la mente?
Ferder– Se supone que todas ellas se encuentran conjugadas en esta realidad. Mu-
chos estudiosos del ser humano de diferentes posturas en estas ramas, han tratado de
darle sentido a este paradigma en sí, desde la teología pasando por filosofía, hasta lo
palpable como la antropología y biología. Cada uno de ellos con buenas y a la vez dis-
cutibles afirmaciones. Afirmaciones como; el alma es ese hálito de vida del ser huma-
no, que es eterno y que representa lo puro del hombre, pero que ciertamente se suele
confundir con la moralidad y la ética, todavía cayendo en referencia a la entidad inma-
terial que sigue siendo la aserción y creencia de las perspectivas filosóficas y religiosas
que cambiarán según las tradiciones divididas de las mismas.
Por otro lado si hablamos del cuerpo, no hay más definición clara que esta de ser la
estructura física y material del ser humano. Ambos sabemos que la ciencia se especiali-
za en comprendernos cada día mejor, de entender procesos internos como externos co-
mo la perspectiva del funcionamiento de nuestra mente, pero cada ves que nos adentra-

228
mos más a ese microcosmos, más complejo se vuelve intentar trasladarlo a los macro-
cosmos que es el universo.
En cambio el espíritu, ese sí es muy difícil. Quisiera decir que soy tricotomita, pero
a estas alturas no se muy bien que creer sobre el alma y el espíritu. Como tricotomita
te diría; el espíritu es el único que tiene la capacidad de comunicarse con Dios sin la in-
tervención de la razón y el entendimiento. Que el alma es la expresión de la personali-
dad, (la voluntad, intelecto y las emociones del hombre). Y el cuerpo es sólo el reci-
piente.
Pero ahora tú, tú has cambiado estos conceptos, Temne aseguraba ser de espíritu,
pero no podría serlo porque se supone que el espíritu en este caso debería ser la esencia
pura, la que está libre de la razón, pero no, Temne es más razón, pero también hay al-
go que confunde, porque él a su vez, también afirma ser la expresión de la personali-
dad de tus anteriores vidas, esto que se figura ser atributos en cambio del alma.
Por el contrario, tu alma… Tu alma es la que está alejada y encuentro una sóla cosa
afín a lo que consideraría igualmente tricotomita y es que, tu alma debe guardar el sig-
nificado de tus emociones convirtiéndolas en sentimientos reales. Pero realmente por
lo que te conozco, se hace difícil porque aparentemente tu estás dividido y ninguna de
estas tres están donde debería estar.
–¿Crees que en algún momento yo pude haberlas confundido?
Ferder–No lo sé hijo, te he dicho que a estas alturas, no sabría que pensar de ti. Pe-
ro tal vez podríamos jugar con las posibilidades preguntándonos a nosotros mismos, cu-
an verdad es la que aceptamos como verdad porque funciona para nosotros y cuan ver-
dad es definitivamente creíble. Para ello podría preguntar algo al azar como; ¿cuál voz
te habla más fuerte cuando haces algo bueno o malo fuera de la influencia del conoci-
miento a priori o a posteriori? ¿Ánima o Temne? Y ¿Qué es lo que te ha impulsado a
hacer caso de tus sueños que bien pudieron ser parte de los delirios de un niño? ¿La in-
tuición o la conciencia? Responde con cuidado...
En un pequeño lapso trataba de escoger las palabras adecuadas y responder con
prudencia.
–Hablando de lo bueno y lo malo no sé que tan práctico sea mirar subjetivamente
las cosas que hago.

229
Ferder–Y con eso me has dado la respuesta de la primer pregunta, pretendes ser
más lógico y justo con todas tus acciones diarias que ver si haces mal o bien. Quiere
decir que es tu mente la que te gobierna más...
(Temne–Crees que mi existencia altera tu accionar)
(–147 por favor, por supuesto que sí, de lo contrario no estaríamos en estas)
(Temne–Mejor no digo nada)
(–Sí 147, mejor no digas nada)
(Temne–Soy Temne...)
(–Como sea)
Ferder–Antes de sacar una conclusión completa, te falta responder la segunda pre-
gunta. ¿qué es lo que te impulsó a hacer caso de esos sueños?
–Hay algo muy adentro mío que dice que lo haga y no tiene que ver con la apari-
ción de Temne o Ánima, esto siempre ha existido independiente de ellos y aunque tal
vez tengan una ligera conexión, yo le he dado importancia a esto porque realmente lo
necesito y nace de mí.
Ferder–Si quizá es así, entonces podríamos creer que de alguna manera esas orde-
nes existenciales que el hombre teorizó por azar y que se ponen como la tricotomía, en
ti se pudieron haber mezclado.
Mira, las cosas son así. Si la tricotomía está en lo cierto, cuando tu respondiste que
tu mente está a cargo de tu moralidad mas bien vista como existencialista pragmática.
Estaríamos hablando del alma, pues el intelecto, el pensamiento, la voluntad y el amor, son las
experiencias del alma y los elementos que nos hacen humanos. Cuando Temne afirma-
ba ser tu espíritu, debe tener algo de verdad y también falsedad, pero por ahora no la
llamaremos así, porque lo que creo, es que hay más desorden justo por esta palabra
amor. Temne está confiado en que no puede asimilar esta palabra y por tanto tampoco
tu le encuentras real significado, Temne relega el amor a Ánima.
Ahora, Ánima podría seguir siendo espíritu con sesgos de Temne y volviendo a la
tricotomía, cuando tú respondiste que esto de seguir tus sueños, nace de ti mismo por-
que realmente lo necesitas, estamos hablando de una intuición natural de responder a
tu existencia, y déjame decirte que la intuición es aparentemente el atributo más fiel
del espíritu humano porque es un conocimiento que viene a nosotros sin ninguna ayu-
da de la mente.
230
Entonces Temne es alma, porque sus atributos de conciencia son del alma y Ánima,
Ánima es en realidad la esencia espiritual en sí, porque viene de ella la autentica intui-
ción hacia el apetito de la vida.
Me gustaría conversar de nuevo con mi viejo amigo si no te molesta, pero antes siga-
mos deduciendo lo demás nosotros mismos.
–Sepas abuelito que las razones por la que apareció Temne y desapareció Ánima,
cosa que yo no te mencioné por cierto… La forma en que los conocí, todavía me pare-
cen muy ligeras e imprecisas, pese a que Temne me ha explicado de alguna manera los
acontecimientos de mi vida física actual.
Cuando Temne se mostró ante mí como 147, yo creía que era mi conciencia, y
ahora me dices que en realidad por ser conciencia es el alma, sin duda al parecer,
siempre tratamos de elevar a la magnificencia los contextos más simples y natura-
les del ser humano… Por otro lado, Ánima siempre se ha mantenido al margen,
pero también en las pocas veces que me ha hablado, suele decir que es el alma y
de por sí esto me tiene más confundido porque con base a aquella teoría Ánima es el
espíritu, y Temne es alma, y me sigo indignando. ¡Cómo las dos se hacen llamar alma
y espíritu! ¿Porqué están mezclados y divididos?
Tuvieron que pasar varios años para yo después saber que Temne y Ánima son
algo realmente palpable y esto sucedió cuando estuve cerca de morir. Cómo expli-
cas que sea oportuno su aparecer en las dos ocaciones, la primera como alter egos
inconscientes de mi niñez y la otra como conocimiento de su verdadera presencia.
Ferder–Hijo, tal vez tenga una idea relevante del por qué tu alma y espíritu se
confundieron entre si, pero necesito hablar con uno de ellos por lo menos y la char-
la tampoco es que pueda revelarse mucho, porque si es lo que pienso que es, están
sellados mis labios. Tal vez sería más fácil si por lo menos toda tu vida pasada co-
mo Charles, residiera en tu propio cuerpo y no como enlace comunicativo, valga
la redundancia de tus propios recuerdos personificados en Temne.
Dime algo más Soralc… Cuando materializas a Temne, ¿cómo es tu experien-
cia?
–Definitivamente es como si un sueño bastante profundo me abrumara, cansan-
cio, sed...

231
Ferder–¿Sientes que te fragmentaran en pedazos?
–Sí, así es, es algo desagradable como si estuviera en dos lugares al mismo tiem-
po y en los dos lugares obviamente soy la misma persona, pues cuando traje a
Temne aquel día, lo constaté mucho más. Cuando él hablaba, yo también lo ha-
cía y seguía la fluidez con la que se conversaba y viceversa, pues al tiempo que te
dirigías propiamente a mí, era mirarme responder desde dos ángulos. Tú me dijis-
te que Temne es más visual porque mis recuerdos son más claros, pues ya alguna
vez conversé de esto con Temne, que si en algún momento llegamos a recordar to-
da nuestra vida pasada como Charles, el desaparecerá, pero esta vez me desconcer-
tó más puesto quien sentía desaparecer, era yo como Soralc mientras Temne se ha-
cía más material.
Ferder–Soralc, te mostraré algo, pero si debo hacerlo, contestarás a mi última
pregunta... Ahora que has pasado por todo esto, ¿qué crees que es la realidad en la
que vives? ¿Y qué crees que sea real?
–Abuelito, todo lo que alguna vez me explicaron en ciencia y religión sobre mi
existencia, el alma, el espíritu y mi cuerpo, todo ello ha sido parcialmente falso y
verdadero. El ser humano jugando a las probabilidades de su vida. Y está bien su-
pongo porque seguiremos buscando nuestro lugar en el universo hasta que no ha-
ya tiempo ni espacio en donde buscar.
Pero yo creo haber descubierto alguna de esas tantas probabilidades y si un ser
vivo con la comprensión simple de su propio pensar, concluyó que era autentica su
vida, pues yo también de alguna manera debo encontrarme en algún lugar y for-
mar parte de una realidad. Creer que esa misma realidad sigue siendo limitada pa-
ra cada individuo que con tanta suerte como yo, (sarcásticamente) La descubra,
pues como me dijiste; tal vez esto estará sujeto a cuán verdad es la que acepte co-
mo verdad porque funciona para mí y cuan verdad es definitivamente creíble para
la realidad que terceras personas la contemplen... Como tú ahora. Pues pretende-
ré que todo esto siga siendo verídico, porque tampoco tengo ninguna otra manera
de comprobar que sea falso, más bien a favor de ello, cada vez aparecen más de-
mostraciones de lo que me está sucediendo.

232
Ferder–Ven acá –me decía mi abuelito mientras él se levantaba he iba caminan-
do hacia un buró que tenía a lado de su mesa principal y unos cuantos libros vie-
jos. De ese buró, sacó una pequeña caja de madera con tallados hermosos que pa-
recían nudos entrelazándose meticulosamente con otros. –Toma, ten la llave, ábre-
lo, todo lo que esté allí es tuyo, pero antes de que lo hagas, quiero que sepas que
Suri tiene otra caja similar, ambos juramos guardártelas. Ni ella ni yo la hemos
abierto, únicamente tú sabías lo que hay en esa caja y sólo tú sabes que la llave no
es suficiente para abrirla. Si te das cuenta en sus bordes, hay una especie de cifra-
do que como insinué; nadie más lo podría abrir más que tú.
Cierto era lo del cifrado, pues cuando metí la pequeña llave de la caja no se
abrió de inmediato, más cuando empecé a delinear los lazos que rodeaban el cofre
y en un cerrar de ojos, en la tranquilidad de la habitación junto con un respiro pro-
fundo, la imagen de mí mismo con unas manos arrugadas sellando el cofre, se an-
tepusieron para que ahora yo con estás manos más jóvenes la abran. Esbozando
los nudos desplazándolos milímetro a milímetro, en la quimera palpé las letras que
no identificaba en mi leguaje, pero que visualmente se tradujeron en “metafísica”.
Esta palabra concluyente, me confió los secretos que en el arcón de madera se en-
contraban.
Lo primero a mi vista, fue un pequeño pergamino con las siguientes primicias
palabras:
Es cierto, aún no me conoces, pero si estás leyendo esto, de seguro dejé huellas que sólo tú po-
drías haber descifrado, entonces conóceme físicamente, ahora soy un papel. Fui un ser humano de
carne y hueso, de un alma, de un Ánima, de una vida dividida en varias, mi nombre es Charles
Laurent da Bohemia, también fui llamado el libre pero con un símbolo distinto. Ahora mi histo-
ria es tu historia y de los que están atrás.
Soralc, hijo de Emma y su madre Felicia, su padre Abraham y el padre de él con su mismo
nombre… descendientes celtas. Te dejé algo más que líneas en un libro y estos son mis últimos es-
critos antes de morir con este cuerpo en esta realidad, pero antes de hacerlo, lamento heredarte algo
que yo no pude terminar “conocer es recordar”
Cuando descubras lo que estas palabras significan, comprenderás que la vida no tiene una sóla
perspectiva, que si sigues adelante, te prometo acabar con un delirio que nos ha acompañado mu-

233
cho más de lo que imaginas y que indudablemente las señales que tienes en tu cabeza, no son tan
diáfanas. Créeme que te entiendo, pero de seguro ahora que estás leyendo esta carta, tendrás una
tenue sensación de haber sido tú mismo quien la escribió y estar leyendo las oraciones que genera-
ron tú pensar, pues sí, tal vez es extraño estar hablando conmigo mismo, pero también desde este
momento entenderás por qué parte de mi sustancia se encuentra en Temne y no en el mismo cuerpo
como debería ser. Sigue el camino que te he dejado y encontrarás todas las respuestas que siempre
has buscado. Sé que tienes demasiadas dudas de ti mismo, de lo que vas a hacer y lo que está suce-
diendo, pero yo también las tuve, pero tristemente morí cuando todavía no tenía deseo de rendirme.
El día de hoy te garantizo que todo ello tendrá sentido. También sé que es muy difícil desenredar
tanta información, pero por ello me permití dejarte algo que pueda ayudarnos y la verdad, es la pri-
mera vez que una nueva transmigración logra comunicarse directamente con quién fue él mismo en
un anterior cuerpo.
Nuestra historia es muy antigua, mucho antes que mí, pero ya debes tener una idea de ello. Lo
complicado de nuestra existencia, radica en desenlazar por qué hemos cambiado de cuerpo constan-
temente, por qué Temne y Ánima siguen separados del cohabitar, y la razón de fondo de haber vivi-
do por varias vidas en distintos tiempos. Lo único que tienes que hacer, es seguir tu intuición natu-
ral que para estás alturas ya debes saber que en realidad Temne es alma y Ánima es espíritu, pero
por alguna razón que en realidad fue culpa mía, ellos mezclaron sus roles, razón que la sabrás a
su debido tiempo cuando llegues al final del camino de nuestra vida como Charles Laurent da Bo-
hemia.
Comienza por el primer recuerdo que tengas de mí, después poco a poco las demás memorias
aparecerán en cadena. Lee sobre nuestros antepasados culturales, sus tradiciones y su ascetismo.
Mucho de los signos que encuentres a lo largo de este viaje les pertenece, incluso esos que aparecen
en nuestra mano izquierda y que no se hallan en cualquier libro. Te asombrarás mucho de estas
cosas puesto que sugerirán ser cosa de magia, pero pronto comprenderás que magia son sólo núme-
ros más complejos de descifrar. Todo esto también tiene una explicación razonable porque sabrás
que nada de este mundo es simple casualidad, ni tampoco somos unas marionetas de manos invisi-
bles del inexistente destino.
Ahora tampoco puedo aclararte por qué yo ya conocía mi siguiente transmigración y de dónde
iba a volver a nacer con un nuevo cuerpo “tú” Lo único que te puedo decir; es que no fue culpa
mía determinar una nueva vida física, las últimas circunstancias antes de morir me obligaron a
tomar una decisión fortuita, que ni sabía si funcionaría o se podía hacer. Abraham y Suri han

234
guardado demasiado bien mis secretos, ojalá hubiera podido agradecerles personalmente que te en-
tregaran personalmente mis cofres, y si fue así… han vivido una única y buena larga vida como
debería ser, pues mi eterna gratitud es de ellos.
Descuida, no estás demente, nada de esto es falso. Si vas a seguir con el camino que dejé y de-
jamos, sólo acepta y racionaliza lo que vendrá, confío ciegamente en que está vez por fin acabemos
lo que mal inició. Los diarios como también ya debes intuir, son parte fundamental, encuéntralos
todos y cuando los hayas leído... Bueno, eso ya no lo puedo decir porque justo he dejado esta carta
antes de enfrentarme a ello.
Te deseo un buen caminar Soralc, disfruta de cada cosa nueva que aprendas, de cada persona
que conozcas, de cada segundo al respirar y de cada hombre o mujer que te ame, este último lo en-
tendí ya tarde... El amor es importante y entregar tiempo es entregar parte de vida.

235
46
Tiempo de Silencio III

–Así que eres Temne...


Temne–Es lo que parece.
–¿No será el nombre de una vida anterior más verdad?
Temne–No lo creo...
–Porque si te das cuenta, tu nombre es un anagrama de mente y también tiene
relación de cómo te conocí 147.
Temne–Sí, algo curioso pero que sin embargo guardan relación. Alguna vez te
dije que 147 sólo era la forma de verme en ti, que en realidad se convierte en tu ca-
pacidad intelectual.
–Supongo también que para ese entonces, era la forma más fácil de entenderte
y comprender lo que me sucedía.
Temne–Intentando también descifrar lo que soy yo, teniendo en cuenta que
soy un personaje creado por tu mente, rasgos de la actividad mental de anteriores
vidas que me dieron forma en cohesión de esos cuerpos para palpar las realidades
que conforman nuestra existencia.
–Ahora te veo como el personaje que guarda los recuerdos que debo recuperar.
Temne–¿Preguntarás de nuevo si en algún momento debo desaparecer?
–Ya no lo pregunto, eso tendrá que pasar.
Temne–¿Cómo?
–Tú mismo lo mencionaste en esa carta; los diarios son fundamentales, y sé que en
ellos se encuentran plasmados nuestras vidas de cada cuerpo, aunque no sepamos
cuántos en realidad.
Temne–Creo que es lo de menos.

236
–Lo dices cómo si tú supieras cuantas veces hemos cambiado de vida.
Temne–Sólo es una presunción.
–¿Y entonces tampoco sabes cómo fue que te confundiste en alma y espíritu
cuándo llegaste a mi vida en el primer respiro?
Temne–Siento una ligera molestia hacia mí.
–¿Tú crees?
Temne–Lo creo.
–Pues no te equivocas, ya es demasiado lo que he tenido que pasar para que
ahora con estas necedades, tenga que enfrentar problemas de identidad de un ente
que únicamente yo pensaba podía ver.
Temne–Te olvidas que también soy tú y escucho los mismos pensamientos.
–Pues pareciera que no somos la misma persona e hipotéticamente no me equi-
vocaría ya que tú eres el reflejo de esos otros.
Temne–No iniciamos este viaje para que a la primera salgas huyendo, pero si
es así, tranquilo... pueda que cuando fallezcamos otra vez nos volvamos a ver en
otro cuerpo.
–Gracias por recordarme que eres tan real que ni siquiera puedo golpearte.
Temne–Hablas como un vulgar.
–Yo no diría algo así viniendo de alguien que comparte mi “147”
Temne–Está bien, me callo…
–Más bien, siendo parte del antiguo amigo de Ferder y concretamente Charles,
quisiera saber qué hay más allá de nuestros sueños y subconsciente.
Temne–¿Te refieres al hecho visible que las personas que estuvieron relaciona-
das con nosotros sepan más de nuestros sucesos que nosotros mismos?
–En gran parte sí, el abuelito Ferder sabía incluso que como individuo estamos
divididos, además de revelarme que también en algún momento ya habíamos re-
gresado al equilibrio del cohabitar cuando mencionó que sus labios están sellados,

237
y ya sabes lo que dicen “el que calla otorga” Por otro lado lo confirmé cuando leímos
nuestra carta insinuando que Charles fue capaz de nuevamente dividirse, dividir-
nos. Así que por deducción me gustaría saber a qué nos estamos enfrentando. ¿Es
sólo recuperar nuestras memorias?
Temne–Como ves, el camino no es tan loable, jamás pensamos que lo sería y
nos preparamos para ello, pero ahora dudo que sea fácil avizorar lo que depara.
¿A qué te refieres con el subconsciente?
–Si ambos sabemos que todos esos recuerdos y lo que nos sucedió en vidas pasa-
das existen en nosotros, es natural creer que se encuentran en lo más profundo de
mi propia mente física y por ende en ti.
Temne–¿Quieres decir que podamos hallar otra forma para recuperar más de
nuestro pasado?
–Lo creo, porque cuando Ferder y tú mencionaron “reminiscencia” yo realmente
supe lo que significaba y de dónde proviene.
Temne–La reminiscencia es recordar algo casi olvidado y en esencia es recor-
dar lo que el espíritu sabía en el mundo de las ideas antes de caer al mundo sensi-
ble.
–Teoría de la reminiscencia de Platón, y la acuñamos en sentido para evocar
nuestras vidas pasadas, pero reflexiono: ¿Por qué utilizar precisamente esa palabra
y no otra? ¿No podríamos decir simplemente “recordar”?... no, ¿cierto? Entonces si
la usamos quiere decir que va más lejos de unas simples memorias, porque como
tu mismo dices; reminiscencia esencialmente es rememorar lo que el espíritu sabía
en el mundo de las ideas, tendremos que tratar de comprender esto para seguir ca-
minando, pues añadiendo mi comentario, tú también has mencionado que el espí-
ritu es el único que puede transmigrar, entonces efectivamente por allí también se
encuentra nuestra realidad.
Temne–Sólo el espíritu transmigra, entonces, ¿insinúas que Ánima, siendo la
única intacta en estos cambios de cuerpo, podría tener las respuestas?
–Si en espíritu sigo siendo el mismo, entonces lo creo, pues no es coincidencia
que no estese con nosotros. Ánima dijo en vez pasada que la debía buscar… no lo

238
discernía en aquel entonces, pero ahora sabiendo que el atributo del espíritu es la
intuición, sé que su semblante busca algo más y que me llama con intensidad cada
vez que pienso en el vacío de mi vida, me llama por un propósito más elevado, y
siento algo de miedo en pensar qué podría ser.

239
47
Música, letras y su padre
13 abril de 1982 Großhansdorf

Hace algún tiempo escuché a un escritor italiano Cesaré Pavese, decir que “ a pesar de que a
los poetas los quieren conducir a algún lugar, el poeta en realidad, finge no conocer lo que ya sabe”
y a un cantor-escritor Argentino Armando Tejada Gomez en su canción de las simples cosas, men-
cionar que “uno vuelve siempre a los viejos sitios dónde amó la vida”
Espero fingir bien no creer conocer a dónde iré, porque incluso cuando uno vuelva a esos viejos
sitios dónde se amó la vida, pueda que uno vuelva sólo para despedirse una vez más de las cosas
simples que fueron devoradas por el tiempo.

Großhansdorf es el pueblo de residencia natal de mi árbol genealógico corres-


pondiente a Ferder Abraham Vorgrimler y siendo mi familiar directo, también ten-
go historia allí. Großhansdorf en el distrito de Storman, pasó a formar parte de la
ciudad hanseática de Hamburgo en 1435 “hanseática” se debe a su historia como
miembro de la liga medieval (federación comercial y defensiva de ciudades del nor-
te de Alemania y de comunidades de comerciantes alemanes fundada a orillas del
Báltico en 1158-1159 por Enrique el León, duque de Sajonia) y como Ciudad Im-
perial Libre del Sacro Imperio Romano Germánico.
Mi pueblo conserva muchas familias de clanes antiguos, hermoso lugar de puer-
tos, puentes de madera, calles de piedra y casas de teja, rodeados de inmensa natu-
raleza y sus protectores como Arces, Avellanos, Sauces y Espinos blancos. Lo co-
nozco bien ya que, de niño corría en sus calles junto a un primo hermano perci-
biendo los aromas de las flores de primavera y el crujir de las hojas en otoño.
En las veces que pude ir con Geranios que era quién me traía a causa de su tra-
bajo, disfrutaba mucho escuchar los cuentos de Suri a lado de mi primo hermano
mencionado, su nombre es Sebastian y siendo mayor a mí, me cuidaba de tal ma-
nera que no permitía que nada me sucediese, lo hubiera querido tener en Ecuador

240
cuando El hombre de antaño y Geranios compartían mi custodia como un juguete
el cual repartirse. De cualquier forma me trae buenos recuerdos regresar al lugar
dónde ahora sé tengo más historia, pues Suri y Sebastian son la razón de mi felici-
dad al pisar esta tierra.
Ferder me ha dejado una pequeña fortuna y con ello pude viajar. Pasé con él y
Concelí al rededor de tres meses, tres meses en los que lo conocí realmente, toda
su vida, sus memorias, sus sentimientos, su alegría y su dolor. Aprendí más de mí
con él que estando yo solo, demostrándome que a pesar de que el presunto cami-
no mío no permite hacer lazos afectivos verdaderos, uno termina formando parte
de la vida de los demás, sea corto o largo el tiempo dejamos parte de nosotros, y
parte de los que conocimos se guarda también en uno mismo.
Ferder murió poco antes de que yo viaje a Alemania, encontraba un poco
insólito su extraña felicidad de que lo acompañara, pues ya no solamente era su
vis nieto, sino también la memoria de su amigo entrañable. Revelé más recuerdos
y con ello pude brindarle algunas experiencias que habíamos vivido juntos y pese
a que yo tenga limitado el conocimiento de las mismas, él era fluido y escondía
muy bien lo que supuestamente yo todavía no podía saber sin que mis propios ojos
lo vieran por sí mismos, recordarme que mi presente es para concretar lo que fui e
hice.
Ferder, debo agradecerte fielmente porque sin tu ayuda antes y ahora, no hu-
biera podido avanzar. Ferder Abraham Vorgrimler, el hombre de un amor filial
formidable, mi familia y viejo amigo excepcional, guardia de mis secretos y custo-
dio de mis letras. Espero no volver a verlo en esta realidad, porque también recor-
dé lo doloroso que es sentir como pierdes a los que amas por varias veces mientras
yo sigo inalterado, recordé por qué había de cierta manera separado de mí el len-
guaje afecto, pero igualmente del mismo proceder, escribirme a mi mismo dicien-
do que el amor es importante.

241
Piensas que dejaste algunos sentimientos pasados inconclusos.
Piensas naturalmente que no deberías revivirlos.
Te sientes molesto porque tu música se apaga y otras regresa.
Sientes ira por tu pasado pero es por tu pasado por cual eres hoy.
Aquel que se alimenta de sus sueños, vive de su corazón y camina con su sombra.
Aquel que se alimenta de su pasión, vive de lo cierto y camina con una solución.

¿Qué te molesta hombre confundido?


¿Qué haces reiterando lo afirmado?
¿Es que dudas de ti?
Ten en cuenta que la unidad básica de medida es el tiempo.
Puedes revolcarte en el suelo y llorar cuanto más puedas, hazlo sí, pero que sea la única vez
que lo hagas por aquel motivo. Tu tiempo, no es sólo tu tiempo, el mundo sigue girando mientras
vas caminando.

La vida del que come su corazón es algo problemática.


Lidia con su razón que no es más que la interpretación de los sentimientos.
Se vuelve paranoico al escuchar voces en su cabeza que, la única manera de hacerlo soportable,
es escribir lo que sienta, claro está, que se deberá usar bien los vocablos para un buen entendimien-
to del mismo.

La vida del que come su corazón es un enigma.


A la vista de su chifladura tiende a ser mal interpretado, es en el momento que la demencia su-
ya llega al alma de otro ser cuando es entendida.

242
La existencia del supuesto artífice. ¡Es eso!
¿Quién lo denominó así? Cuando lo único que hace es reflejar en pintura los colores que otros
no ven, escribiendo las líneas que otros no leen o entonando una canción que otros no la escuchan.
Y fielmente debería ser causa de la locura misma cuando todo eso está en la cabeza del artífice que
lo interpreta, pero ciertamente nace del corazón porque allí es donde duele su desazón.
Y digo que la vida del que escucha a su alma es un don maravilloso.

Música para calmar el espíritu, letras para darle sentido.


Tu padre del cielo escucha tu lamento y tu pensamiento.
Música por amor y letras por convicción.
Tu padre del cielo entiende tu corazón.
Música que de la naturaleza escuchas, letras que interpretadas son muchas.
Tu padre del cielo escoge algunas pero de una hace tu ventura.

Escuchar es difícil, es del arquitecto que viene el don.


Para todo cuanto existe se halla una razón.
El ser recordado es lo que desea el anfitrión.
Más por simple pasión el hombre hace de su arte una lamentación.

243
48
Sueños del pasado VII: La tumba de Fray Gaela da Lacio

–Después de tantos años de servir a la causa cristiana en recuperar tierra santa, hay tanto de
lo que podría dar gracias, pero tanto más de lo que me arrepentiría. Hoy recordando los meses de
caminatas insistentes con un calor avasallador, caminatas en donde muchas veces nos quedábamos
sin provisiones alimenticias y sin agua, lamento haber bebido la sangre de nuestros fieles corceles
para mantenernos un día más de pie para después ver morir a gente que daba todo su ser y vida en
causa de su Dios y su fe. Lamento a ver masacrado con mi espada a hombres, mujeres y niños
que nada sabían porqué debían fallecer. Ya algunos de nuestros supuestos líderes cristianos se en-
contraban en discusión no sólo de recuperar tierra simbólica para la fe, si no tierra simbólica para
la riqueza material y poder político.
Hoy lamento darme cuenta tarde que no existen las guerras espirituales, pues cuando luchas en
una guerra, el objetivo de esa guerra siempre es derrotar a tu enemigo. Se utiliza la violencia, se
utiliza las amenazas y persuasiones para generar moralidad equivocada de la idea del bien y del
perdón, ideas tan poderosas como para encontrar fingidas reliquias de Cristo para alentar la emoti-
vidad de que Dios estaba con nosotros y estaba de acuerdo que la sangre de nuestras espadas sea
de “paganos” Hoy en mis últimas lágrimas, me avergüenza la idea de haber sobrevivido y no ha-
ber muerto junto con ellos a los que se les culpaba de herejes y extranjeros, siendo tal vez yo tam-
bién un hereje por mis ancestrales tradiciones y extranjero de creencias.
He negado toda mi vida la existencia de mi antigua familia, negado los saberes de mis ances-
tros y ocultado que cuando el cristianismo llegó a mi pueblo, acecinaron a mi madre y padre por
las mismas razones por las que yo luché con ellos en las cruzadas, pensé que el cielo debió ser mise-
ricordioso conmigo por dejarme vivir y servirle. Ahora me doy cuenta de que me equivoqué. Pues
a quien servía era a hombres con sus intereses y no al Dios que me brindó su refugio.
En mi mente los rostros de gente ensangrentada frente a mí, de pueblos destrozados y gritos de
agonía serán mi castigo. En mi mente los nombres de gente que no conocí y lugares que nunca visi-
té, también serán mi secreto, pues este pagano que sirvió a la cruz conserva la angustia de una lo-
cura con sueños inexistentes, nunca sabré quiénes eran realmente Lugh y Daly, los sueños de un ex-
tranjero.
(MCCXXIV)
244
Salvatore–Exactamente las mismas palabras que están escritas en tu diario.
–Pensé en seguir el mismo camino de mi anterior cuerpo, pero al parecer ni él
mismo se creyó su propio cuento. Debo aceptar que toda esta situación no cesará
hasta que averigüe por completo lo que me sucedió antes de él.
Salvatore–¿Quién ha escrito la carta?
–Un historiador, aunque dudo que él sólo haya podido recopilar la información
de mis anteriores vidas, tendría que haber vivido tanto como yo o varios hombres
han seguido mi huella durante mucho.
Salvatore–Me inclino más por lo segundo, ya de por sí es complejo entender tu
situación fuera de mi fe.
–Su argumento nos demuestra que no hay verdades absolutas ni falsedades con-
cretas y que muchas de estas percepciones de realidad, conviven juntas unas a
otras sin alterarse y con sus propias leyes de funcionamiento.
Salvatore–El poder de la razón, liberadora y peligrosa a su vez. Venid, vamos
a caminar...
Entre pasajes sobre la reflexión y un camino lleno de lirios hacia el cementerio
el cual se encontraba cerca del jardín. Salvatore y yo discutimos sobre el símbolo
ajeno en mi tumba, razón por la que yo había venido hacia veinticinco años atrás.
Salvatore–Te oculté esto porque todavía sigo creyendo que vuestro aparecer
una vez más en esta tierra, es simplemente una oportunidad más de servir al padre
y que has regresado para redimirte. “Pues de cierto, de cierto os digo, que si el grano de tri-
go no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere lleva mucho más fruto. El que ama su
vida la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno
me sirve, sígame; y donde yo estuviere allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi
padre le honrará” Juan 12: 24-26
–Le serví con devoción pero así mismo me abrió los ojos “Así habló Jehová de los
ejércitos diciendo: Juzgad conforme a la verdad y haced misericordia y piedad cada cual con su
hermano; no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre, ni ninguno piense mal en
su corazón contra su hermano. Pero no quisieron escuchar, antes volvieron su espalda y taparon

245
sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que
Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino por tanto
gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos. Y aconteció que así como él clamó y no escucharon,
también ellos clamaron y yo no escuché, dice Jehová de los ejércitos; sino que los esparcí como torbe-
llino por todas la naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar
quién fuese ni viniese; pues convirtieron en desierto la tierra deseable” Zacarías 7:8-14
Yo ya cumplí de cierta parte mi compromiso con el cielo, ¿qué más debo ofre-
cer?
Salvatore–No existe parcialidad de bondad o maldad, tú padre no es un poco
bueno contigo y un poco malo con otro. “Y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador.
Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí desde ahora me dirán bienaventurada todas
las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, y su miseri-
cordia es de generación en generación. A los que le temen, hizo proezas con su brazo; esparció a
los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos y a los ricos
envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia de la cual habló a nues-
tros padres, para con Abraham y sus descendientes para siempre” Lucas 1: 47-55
–¡Basta Salvatore! No veis que me duele mucho todo lo que sucede. ¡Crees que
no siento tanta desazón de haber regresado! ¿No tengo ya suficiente con recordar
los tormentos que provoqué antes?
Salvatore–Pero tu has esperado “Y el que espera en el hijo, la espera será recompensada
por el padre al permiso del reino de los cielos”
–El cielo es demasiado piadoso con este espíritu errante, pero lo que me ha su-
cedido no está allí por simple casualidad. ¿Por qué todavía me abruman estas pesa-
dillas? ¿Por qué no acabó cuando descubrí a Gaela, muestra de una anterior vida?
¿Por qué siguen apareciendo más nombres y más lugares? ¿Por qué aun cuando
pretendo una vida pacífica aquí, mi mente arde de saber más?
La casa de Dios ha sido mi refugio, pero no ha sido más que un caparazón, me
acerqué a la iglesia buscando escapar de mis pesadillas, “huyendo” Vine por las ra-
zones equivocadas.

246
Salvatore–¿No hay muestra de fe mucho más real que cuando venías por tus
tormentos, te quedaste por amor a lo sacro?
–Me quedé por calmar mi sed de conocimiento, esperando que con ello desapa-
rezca la locura de mi existencia. Los años no han pasado en vano y he recolecta-
do suficiente saber como para seguir con mi camino. Como dije; tal vez no es
coincidencia que esta carta haya llegado justo cuando yo creía saber a donde de-
bía ir. Averiguaré dónde se encuentran los diarios de Lugh y Daly con o sin tu ayu-
da Salvatore, creo que ambos somos demasiado viejos como para dejarnos ya su-
gestionar. Entonces... ¿Me dirás quién profanó la tumba de Gaela?
Salvatore– En contra de todo sentido lógico te lo diré.
...
Hace veinticinco años, uno antes de que Saudade y tú regresaran por estos ca-
minos. Recibí una carta, una carta sencilla de cortas palabras que me pedían per-
miso de entrar a esta noble abadía. La carta venía firmada con tu nombre, puño y
letra “Mis más sinceros abrazos, Charles Laurent da Bohemia”
No demoré en contestar, eras vos por supuesto, y más tarde tu aparente presen-
cia no se hizo esperar. Un hombre idéntico a ti, fisonomía, cabello y ojos, hasta la
forma de hablar era la misma. Él también conocía hasta el más mínimo detalle de
estas paredes. ¿Cómo podía yo saber que en realidad no eras tú? No lo entiendo.
El mismo día que llegó, me pidió amablemente le trajese tu diario, el libro de
Gaela “Los sueños del extranjero” Insistí como a vos de olvidar los senderos de una
existencia confundida, pero él fue más obstinado, su aparente desdén por esas lí-
neas, eran como el salivar de un perro que pronto iba a tragar su alimento, vulgar
y ansioso. Ahí pude notar un comportamiento ajeno a ti, extraño realmente ¿Eras
en verdad Charles? Sin embargo, no hice nada, mis propios paradigmas respecto a
ti fueron más que mi intuición.
Dos noches le tomó leerlo por completo, no durmió, no comió ni bebió nada.
Al tercer día de su llegada, él se presentó ante mí en el despacho. Lucía ya un po-
co deforme, los huesos del rostro eran visibles en su sonrisa y cuando tomó mi ma-
no para despedirse, creedme; pálido y frío como la misma nieve. Supe que no fuis-

247
te tú, pero era demasiado tarde, dejé entrar a un desconocido a esta abadía. Las
últimas palabras de aquel hombre fueron; “gracias por contribuir a mi inmortalidad” De-
sapareció en la niebla de la montaña...
Al poco tiempo de su partida, el impulso de ir a la morada de Gaela fue mi sen-
tir. Allí, a lado de la dedicatoria que te consagraron mis antepasados como caballe-
ro de la cruz, se encontraba este símbolo infiel.

Quise borrarlo, pero cada vez que lo hacía volvía a aparecer. Los ojos huma-
nos son tan ilusorios al pecado, débiles y presas de obscuras pasiones. El maligno
sabe cómo engañar, ten cuidado a donde dirigís tu camino, únicamente el resguar-
do y sabio consejo de las sagradas escrituras mantienen la verdadera conciliación
del espíritu y el cielo.
–Os voy a mostrar algo más allá de la comprensión sensata y la creencia. Os
voy a enseñar lo que escasos hombres verán. Os vivirás un poco más de mi histo-
ria la cual conocéis como Gaela y que sólo como cuento sabéis que hay mucho
más atrás de ello…
Tus antepasados compartieron sangre y dolor con mis manos callosas en la empuñadura de
una espada. Fieles a su convicción batallaron en nombre de la fe y su cruzada.
Ellos sabían que yo era un ser extranjero, de un pasado y secreto arcano, más ellos por temor a
lo desconocido, callaron y por ser culpados de herejes lo olvidaron.

248
De una dialéctica escolástica bien comprendida me hice conocer y en un diario escribía los la-
mentos de un hombre y su perecer.
¿Quién era yo antes de ayer?
¿Quién soy yo ahora y qué tengo que conocer?
La pregunta de cualquier hombre y dueño de su lógica siempre será, ¿por qué existo y quién de-
bo ser?

En el final de mis últimos días de vida, no pude negarme al suplicio de las visiones de mi men-
te que clamaban a gritos que averigüe de dónde provenían y cuando les permití manifestarse en mi
presente Gaélico, las memorias de los alter egos se hicieron presentes.
Gaela el extranjero dijeron que yo era, un recipiente más de las vidas de otros atrás que habían
muerto sin completar la eternidad.

Lugh guía de caminos me mostró parte de sus recuerdos, un sacerdote cuyos mensajes se guarda-
ron como árboles en el suelo. Daly el consejero me reveló el deshonor y las pesadillas de sangre que
se encontraban en mis manos. Había tenido una historia más allá del tiempo marcado por la
muerte y el sufrimiento, todo ello parte de una misma alma y espíritu con diferentes cuerpos.

Era muy anciano ya y jamás sabría quienes serían Lugh y Daly, pero todas las quimeras que
de ellos pude avizorar, en ese libro se grabaron como símbolos de marfil. Fue ahí cuando en mi úl-
timo respiro, me vi a mi mismo cono Charles Laurent da Bohemia comprender mi existencia, si-
guiendo el camino de mis propias huellas para encontrar unos diarios. Dietarios que ocultaban la
vida física, mental y espiritual de su escriba, pues no sólo como metáfora, si no como la materiali-
zación concreta de esas memorias hechas ahora con forma.

Cuando Temne apareció, reveló no sólo ser la personalidad de memorias y mis vidas pasadas,
si no la posible razón de mi atadura al mundo físico, el cuerpo original astuto por principio. Leer
los diarios significa volver a recordar lo conocido, volver a reunir las vidas pasadas en un mismo

249
cuerpo establecido, y cuando por fin junte lo que en muchas vidas pasadas fui, espero terminar lo
que aún no recuerdo de mí.

Mirad entonces con atención las huellas que dejé en cada caminar, estas representadas en los
lugares que visité, la gente con las que yo hablé y las palabras que pude exponer. En cada rincón
se encuentra una pisada disfrazada de cautelosa naturalidad, como vos descendiente de los que me
conocieron como Gaela, custodiando un diario que no imaginabas sería real su historia. Como
una familia con un apellido antiguo que pueda conservar una reliquia de un viejo antepasado o co-
mo una librería conservando los papiros de un soldado romano. Todo ello en mis memorias actua-
les como Charles Laurent da Bohemia se encuentran, pero aunque ya las tenga, la lejanía de encon-
trarlas es más utopía.

Mirad con atención los símbolos de una cultura que pueda sea mi genealogía, allí no he sido
muy precavido para esconder mis aparentes raíces, ni dónde infiero pude haber nacido, ni donde su-
pongo pude haber muerto y revivido, perdón... La transmigración es lo que en realidad he consegui-
do, porque incluso cuando sepa todo esto, la lejanía de encontrarme es más utopía, pues hasta las
mismas runas tatuadas en mi muñeca izquierda no se dejan revelar sin una comprensión en su sig-
nificado y lo que pretendía.

Mirad con atención a Temne, quien es yo mismo y a su vez la acumulación de mis memorias
pasadas, el recuerdo diario de que aín tengo que resolver lo olvidado...

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49
Sueños del pasado VIII: Región de Luik Liege, Eupen, en la Iglesia
de San Nicolás, julio de 1929.

¿Cómo empecé a buscar los recuerdos que en mi mente se encontraban? Hasta


mi propia vida como Charles Laurent da Bohemia es muy extensa. Todo empezó
cuando mi madre murió en el tiempo que yo tenía seis años en 1877. Ella, en su
deceso, me había dejado entre sus posesiones un relicario, un relicario que poseía
esta inscripción “Non Nobis Domine Non Nobis sed nomini tuo da gloriam” Al leerlo, luga-
res, diálogos y personas se aparecían en mi cabeza, no lo lograba entender, sin em-
bargo, con el pasar del tiempo, comprendía que de alguna manera yo conocía eso
que se hallaba en mi razón. Los años pasaron y cada vez fue más insistente mi de-
seo de saber cuan verdad había en ello.
El primer recuerdo que brotó en mí, fue el de Fray Gaela da Lacio caminando
entre paredes de piedra, llorando y con sus manos ensangrentadas sosteniendo el
relicario de mi madre. Todo esto desencadenó una serie de más memorias del su-
puesto sujeto de mi mente, llevándome en un proceso de descubrir la vida de Gae-
la. Por supuesto que en principio no sabía ni su nombre, solamente sueños que
me indicaron dónde terminó su viaje para después principiar el mío.
Terminando mis estudios académicos universitarios muy joven, apresurado me
embarqué al primer lugar que con más claridad poseía. Una iglesia católica del
siglo V en la provincia de Roma, región de Lacio, La Basílica di Santa Maria Maggio-
re. Allí veía a un infante siendo acogido por sacerdotes. Este niño que parecía de
unos doce años, era Gaela y parte de su historia, parte de mi historia se encontra-
rían en aquel sitio.
Viaje tras viaje pude darme cuenta que, cuando revivía los lugares que antigua-
mente había conocido, era verme a mi mismo en un pasado y presente caminar.
Cada vez que lo hacía, llenaba en mí, un espacio que había permanecido vació
por una duda innata de existencia y que, mientras más averiguaba lo que había he-
cho y sucedido, más descubría que mi historia no se remontaba en un sólo cuerpo
muerto antiguo. Descubría espacios del alma, del espíritu y del cuerpo, la ascética
251
que se guarda en ellos y sus contextos de lo ideal y lo material que rigen este mun-
do, un mundo rodeado de la especulación del origen de la vida y humanidad. Es-
tas, siempre en confrontación por demostrar según filosofía, según la fe o según la
ciencia, de que tienen cada uno su razón, la lucha de los opuestos, una deducción
simple pero que encierra la obsesión del hombre en dominar el poder del saber.
Así conocí a Lugh, nuevamente presentándoseme como sueños molestos des-
pués de haber encontrado toda la reminiscencia de Fray Gaela Prioeti da Lacio.
Ya después gracias a que seguí retrocediendo, encontraría lo que significa reminis-
cencia y la transmigración. Estos a su vez me harían entender de cierta manera lo
que extrañamente me sucedía, los sueños de sangre de Daly se hicieron presentes
para dejarme ver las runas antiguas de un pueblo dispersado, runas y unos diarios
que hablaban de mis huellas y mi paso por esta tierra, realmente simbólicas que
tengo que buscar para completar lo que bien suelo decir “mal empecé” y lo digo por-
que cuando pensé que encontrar mis demás historias como Lugh y Daly serían el
final de todo, una entidad fuera de la comprensión física y lógica se encontraría
conmigo para modificar percepción de realidad.
...
El día de mi llegada a la región de Luik Liege, Eupen, en la Iglesia de San Nico-
lás, Bélgica.
No aplacé mucho tiempo en salir de la Abadía después de recibir la carta de Jo-
han Daniel Sameel del clan Edana. Una pequeña excusa bastó para que yo conti-
nue lo que en mi interior sabía no podía posponer para siempre. Salvatore des-
pués de haber visto a Temne, esperaría no haber desafiado mucho su templanza,
el Abad siempre ha sido reconocido por su fortaleza, voluntad y espera en su fe.
Un hombre realmente digno y sabio en su proceder. Tanto de vida le entregué a
los muros que guardan grandes revelaciones, así como Gaela y mi presente.
El viento de primavera suele ser reconfortante, el cielo es plácido a la luz del sol
y sus rayos en las copas de los árboles. La plaza de san Nicolás era un lugar bas-
tante tranquilo, no la conocía, pero pude llegar gracias a las instrucciones de los
habitantes que salían huyendo de los problemas bélicos que presentaba Europa.
Por su puesto, la gran guerra terminó en 1919 con el tratado de Versalles, pero en

252
estos años nos hemos encontrado en una fingida paz ya que, hay cierto recelo de
la gente, muestras de miedo y pánico del conflicto pasado, miedo y pánico que du-
do sea superado pronto, pues al viejo continente le tomará mucho sanar estas heri-
das, más todavía con lo que se avecina...
Demoré unos meses en llegar a Bélgica, muchos poblados casi en su totalidad
están destruidos, tristemente Bélgica era uno de los frentes, pero se puede decir
que lo único bueno que deja la guerra es tecnología ya que, aunque no acostum-
bro a utilizar ferrocarril, me ha servido para llegar. Gracias a esto se está hacien-
do mucho más efectiva la comunicación entre las grandes ciudades. Dellirer se
quedó con Salvatore, mi hermoso caballo ya estaba en su ancianidad, merecía mo-
rir en un lugar tranquilo, tenía poco más de veinticuatro años y fue un gran com-
pañero durante dos décadas.

Bajo la sombra de un Fresno.


Un hombre más joven de lo que yo me había imaginado se encontraba en la
banca derecha central que se me especificó en la carta.
–¿Johan Daniel Sameel del clan Edana?
Daniel– No, únicamente Daniel Sameel, mi padre era quien se llamaba Johan.
Yo soy Daniel Sameel segundo del clan Edana y supongo tu eres...
–Charles Laurent da Bohemia.
Daniel–Me lo imaginé, te hemos estudiado tanto tiempo que mi padre te llevó
esperando por mucho, dibujó en ocaciones como sería tu rostro. Tal vez fue culpa
tuya la demencia de él, de cualquier forma henos aquí. Además nadie sabe el ape-
llido de nuestro clan por los alrededores, es también evidente que sólo tú lo hubie-
ras sabido, sin olvidar que tienes la carta de mi padre en la solapa de tu bolsillo iz-
quierdo. Reconozco el tipo de hoja que usa y sello que se logra ver en el extremo
saliente de tu abrigo.
–Entonces si es verdad que me conocen bien, incluso más de lo que yo mismo
pueda saber.

253
Daniel–Fuiste muy complicado sí, mi familia te ha seguido por mucho, así que
descuidaos, no hemos vivido tanto como vos. Ven, vamos a casa, allá te contaré.
...
Dicen que la primera impresión siempre cuenta, y es verdad, estoy algo descon-
certado.
En los alrededores había casas bien conservadas como en ruinas. El hogar de
Daniel es de piedra tallada en rasgos bastantes victorianos, él me invita a pasar y
su casa me recibe con una alfombra de color vino que dirigía hacia dos habitacio-
nes de lado izquierdo. La primera por supuesto la sala de estar, la siguiente la coci-
na y al lado opuesto las escaleras a las habitaciones.
Daniel–Siéntate con toda confianza.
–Gracias por tu amabilidad.
Daniel–Disculpa el desorden, hace días con la muerte de mi padre y esposa no
he tenido tiempo para dedicarme a la limpieza, también tengo un hijo que acaba
de nacer y todo es un desastre.
Mientras Daniel quitaba unos cuantos libros que reposaban en los sillones y res-
tos de comida, yo observaba la curiosa decoración en pintura de la sala de estar.
–¿Todas son runas celtas verdad?
Daniel–No todas, las de tu izquierda son nórdicas y las que están en debajo son
inventos alquímicos de mi padre.
–No deseo ser grosero o inoportuno, pero... ¿Qué sucedió con Johan y tu espo-
sa?
Daniel–Por ello estoy ordenando, todo lo que vamos a conversar, ahora debo
entender que es de más cuidado.
Después de recoger la mayoría de desorden, Daniel se ausentó unos minutos,
pero después consigo trajo más libros, cerró las cortinas y cerraduras con más segu-
ridad.

254
Daniel–Pues supongo que debemos empezar, mi padre hubiera deseado conti-
nuar con tu historia, notando que tenía muchas ganas de conocerte en persona,
mencionaré el tema de mi padre y esposa al final si no os importa.
A lo lejos, en la iglesia de San Nicolás, se escuchaba muy fuerte cantos gregoria-
nos, y cuando esto sucedía, toda la ciudad parecía llegar a un completo silencio,
un silencio envolvedor para que el canto de los sacerdotes pueda llegar al cielo.
Daniel–El ser humano siempre se ha caracterizado por pretender alcanzar los
cielos, dar una respuesta del por qué nos encontramos aquí, y cuando ello no ha
sido suficiente, surgieron las formas de ligar esa conexión innata del ser humano
para entender su existencia, digo innata porque desde la más mínima célula en
nuestro cuerpo, busca un propósito de utilidad. Y desde ahí parte las teorías filosó-
ficas, científicas y de fe para comprender nuestra realidad tratando de alcanzar la
divinidad.
Bueno, la verdad es que tiendo a tener perspectivas más antropológicas, pues
de esta manera puedo analizar los hechos tal cual son y poder ser objetivo en el de-
cir y actuar, es así como en principio te he estudiado; sin embargo estar frente a ti,
como papá decía; “mucha mística irradia la presencia no entendida de este hombre” Mis anti-
guos saberes y arraigo cultural vienen al presente. Como sabrás; yo desciendo de
un linaje celta que ha mantenido el apellido de mi clan intacto por mucho tiempo,
y por mucho tiempo me refiero a casi tres milenios, edad considero tú debas tener,
edad que ciertamente todavía no sé como lo has logrado... aunque últimamente ya
tenga una idea de ello.
Trataré de ser claro y preciso frente a ti, pese a que en realidad seas un poco
complicado –una pequeña sonrisa se dejó ver de Daniel–
Mi familia ha conservado el mismo apellido ancestral del antepasado en co-
mún que nos unió en clan durante dos mil setecientos veintinueve años. El clan es-
taba conformado por varias familias que usualmente se encontraban cerca y por
necesidad bélica, en batalla por recursos, las familias se unían y era usual que este-
mos en constante pelea por agua, alimentos y tierra.
La mayoría de pueblos fuera de los imperios nacientes, eran considerados bár-
baros, ya principalmente para Roma y Grecia nuestras lenguas no eran entendidas
255
y para ellos manejar un único lenguaje demostraba ser una persona civilizada,
pues como entendéis, un lenguaje no sólo demuestra un conjunto de palabras, sino
los conocimientos y la cultura de quien lo habla, pero pese a que claramente tam-
bién poseíamos una estructura definida de cultura y sociedad, un poco conflictiva
pero al fin y al cabo sociedad, seguíamos siendo bárbaros.
Siglos más tarde, mis ancestros cuentan que empezaron a escuchar una palabra
algo extraña para definirnos a demás de bárbaros. Los habitantes de la península
Itálica también nos decían “Gallus” una palabra derivada del latín “gal”(grande,
fuerte, valiente y grotesco) y los griegos nos decían “Κέλτoι” Keltoi, que se vincula
a la raíz griega “kel” (los que vivían ocultos) u otras denominaciones como; “hiper-
bóreos o inmortales” supongo únicamente dicho como metáfora por nuestra tena-
cidad en la guerra.
–Un pequeño silencio acusatorio implícito hacía notar Daniel–
Bueno, dije que iba a ser directo no... Pero la historia es muy relevante si quere-
mos entender contextos presentes, tu caso no es la excepción.
Del año 58 al 51 antes de Cristo, Julio Cesar derrota a los Suebos y con ello, el
vencimiento de los pueblos conjunto de Galia, de Hispania y Britania para consoli-
dar el imperio Romano que, en aquellas épocas se encontraba en la etapa de la re-
pública, en donde hubo una serie de cambios políticos estructurales y sociales en-
tre los patricios y los plebeyos. Viendo la necesidad de su pueblo, es que este gene-
ral se hace cargo de la agrupación de más recursos para Roma, ciertamente la esta-
bilidad que ganaron no les durará por mucho.
Es en esta inclusión de los pueblos “celtas” nombre verdadero en nuestro lengua-
je para identificarnos, que mi antepasado te conoce. Las grandes tribus se habían
dispersado a raíz de la guerra contra Roma, los Belgas, los Aquitanos, los Galos,
entre tantos más, migraron de su lugar de origen y por supuesto mi clan también
cambió de hogar.
Mira esto...
–Un libro muy viejo lleno de pergaminos era lo que Daniel pasaba a mis ma-
nos, la cubierta parecía ya desintegrarse al pequeño roce de los dedos.

256
Daniel–Los hombres por lo general no eran letrados, pues como mencionaba,
el sexo masculino si era sano cuando nació, entonces sería educado para la guerra,
a diferencia de algunos elegidos por los druidas o las mujeres, mujeres que eran res-
petadas y sumamente importantes para nosotros.
En este libro mi antepasado líder del clan, escribe nuestra historia, y así te des-
cribe él;
Las legiones romanas son persistentes y vigorosas, pero nosotros siempre seremos mas fuertes,
ellos creen habernos derrotado, pero nosotros incrustaremos la hoz de nuestras espadas desde aden-
tro... Hoy nuevamente tuvimos que caminar mucho para que las centurias romanas no nos alcan-
cen y nos hagan sus esclavos, aún tengo que cuidar de las familias que quedan a mi cargo.
Mientras seguíamos, cerca de Angrivanier a orillas del Elba, encontramos a un hombre, estaba
solo y parecía buscar algo en medio de los escombros del pequeño poblado destruido. Yo pensé que
era soldado romano puesto que al hablar con él, su acento era muy distinto del nuestro, pero aún
así se hacía entender. Yo receloso de su procedencia y dispuesto a matarlo si su accionar era el equi-
vocado, pregunté qué hacía un hombre solo en medio de la nada, el hombre regresó la mirada tam-
bién con desconfianza, pero en un íntimo momento cuando miró mis ropajes, cambió su rostro hura-
ño a amigable, dijo que buscaba las huellas de su vida pasada. No lo entendí realmente, pero no
podía esperar a que me lo explique y antes de continuar nuestra marcha, la druidesa de mi clan
miró a aquel hombre que con sus manos sucias, seguía buscando algo en la madera quemada
–“Él tiene buenas intenciones, pero carga algo muy pesado en su espalda, permitid que se quede
está noche con nosotros, hoy nuestras familias se unirán en un curioso legado, no os pasará nada”
–El ocaso ya estaba en nuestros rostros, mi clan y yo estábamos cansados, decidí por consejo de mi
sacerdotisa acampar esa noche en aquel sitio.
El crepúsculo transcurrió, algunos guardias, el hombre extraño y yo nos quedamos despiertos
cuidando. Quise iniciar una conversación para saber de dónde provenía, pero siempre que él contes-
taba, usaba muchas analogías. Pregunté de dónde era, y contestó “Soy de un pasado cercano y
mis manos de muerte manchadas están” ¿Porqué viajaba solo? “Porque mi familia me ha olvida-
do y la realidad me ha alcanzado” ¿Cuál era su nombre? “Mi presente nombre es una traición a
mi propia existencia y mi pasado nombre ya no representa nada” ¿Por qué dices que eres del pasa-
do? “Porque en mi mente se hallan recuerdos de otra vida, o sólo las pesadillas de sangre son las
que me atormentan” ¿Has matado, eres un guerrero? “Un guerrero lucha con honor y orgullo por

257
su pueblo, yo lo he entregado” ¡Entonces sí eres un guerrero romano! “No soy de ellos ni de ningún
otro lugar, pues quien soy y quien era ahora tienen otro significado” No eres muy viejo y usualmen-
te los jóvenes mueren pronto, no sé que os busquéis, pero espero encuentres lo que te hace sufrir tan-
to…
En el alba, en un cerrar y abrir de mis ojos, cuando la obscuridad y la luz se juntan, el hom-
bre ya se había ido, sin embargo, en donde él estaba sentado, dejó una daga con inscripciones en
Ogham y otras que parecían rúnicas.

¿Por qué un hombre que buscaba algo que parecía importante, ahora deja una daga bastante
peculiar? Hallar esto, movió en mí una real curiosidad sobre él, no obstante, no podía detenerme
por un extraño, aunque las inscripciones de la cuchillas me digan que ese hombre singular de algu-
na manera era mi familia, ya que, no cualquier persona lleva consigo símbolos célticos, incluso si
fuera un romano”
Daniel–Tuve la suerte de heredar parte de los registros de mi genealogía y que
mi familia los guardara durante siglos, sin embargo, todavía sigo recibiendo gran-
des ofertas de dinero de los museos por tener estas reliquias conmigo, aunque cier-
tamente las últimas generaciones han muerto por poseerlos.
Realmente lo que te conté, para mis antecesores fue todo, y nos costó mucho
trabajo traducirlo al castellano. Pero las runas que están en esa daga, fueron las
que indicaron a mis antepasados cuándo pudiste haber vivido, entre el 800 y 680

258
a.C pero claro, una aguja en un pajar de millones, no obstante, el inicio de tu exis-
tencia.
Mi antepasado abuelo te descubrió en el 51 a.C, terminando las guerras por
Galia y la división de la misma por Augusto en el año 60 a.C, Sin saber tu nom-
bre, ni de dónde eras, ni más aún por qué tal vez a propósito dejaste aquella daga
con nosotros, él guardó tu tesoro con la esperanza de volverte a ver. Los siglos si-
guieron y cada sacerdotisa se había encargado de guardar las riquezas de cada jefe
de clan, pero los tiempos fueron todavía más difíciles y hostiles, pues con la consoli-
dación del imperio Romano, toda la riqueza de los pueblos conquistados, pasaban
a manos de Roma, y esa daga tubo la misma fortuna.
En el año 423 d.C, años después de que Roma se divida en Oriente (Arcadio) y
Occidente (Honorio), mi clan se propuso recuperar los tesoros que siglos atrás Ro-
ma se los había quitado, ironía porque así mismo Roma medio milenio más tarde
(las cruzadas, alrededor del 1096 al 1444 d.C) pretendería recuperar las riquezas
del cristianismo que los turcos “supuestamente” arrebataron en la caída de Cons-
tantinopla. Como sabes Constantino el grande allá por el 313 al 325 d.C sienta
las bases para que el cristianismo sea legalizado mediante el “Edicto de Milan” y fue
con Teodosio I el 27 de febrero del 380 d.C mediante el “CUNCTOS POPULOS”
Edicto de Tesalónica que se formaliza como religión oficial.
Otro antepasado mío y su familia, viajan así mismo con registros de sus mismos
antecesores, su objetivo era llegar a Serapeum de Alejandría, donde la biblioteca
habría albergado una serie de manuscritos y posesiones de la época de Julio Cesar
y el asenso de Augusto, pero que pocos años atrás había sido saqueada por los
constantes motines de los mismos pobladores y extranjeros. Una carta dirigida a
mi antepasado de un amigo que tenía allí, describe algo incitante:
Mi querido amigo, he logrado recolectar mucho conocimiento a travez de los años, pero cada
vez se me hace imposible resguardarlos con las persistentes persecuciones de los cristianos en que-
mar todo lo “pagano” tal vez sería agradecido que únicamente libros se quemaran, pero tristemen-
te no es así. Las páginas de bella literatura, filosofía e historia son ardidas en fuego junto quienes
los custodian. No sé cuanto más podré esconderme y guardarte los ológrafos que buscas. Ayer por
la tarde siendo que tú leas esta carta semanas después, me llegó el último encargo de vuestro reque-

259
rir. El libro está incompleto, hay páginas arrancadas y está escrito en fusión de latín y céltico, aún
no lo distingo bien qué céltico en específico, no obstante te puedo transcribir lo que las primeras ho-
jas dedican, porque sí amigo, no sé cómo lo sabías pero este libro está dedicado a tu familia... La
portada tiene este símbolo.

Edana, jefe del clan del mismo nombre, tu cautela fue real. Yo fui un soldado romano que na-
ció en la región de Lacio, la gente con la que luchaba me llamaban Daly “el consejero” porque era
buen estratega y prevenía con mucha precisión los ataques del enemigo, la centurias que estaban a
mi cargo siempre conseguían su objetivo, quemando ciudades enteras y baños de sangre sin sobrevi-
vientes, todos mis soldados regresaban con vida a casa.
Cuando cumplí treinta y tres años, mi regalo fue acabar con los pueblos bárbaros de Galia, su-
pongo también fue mi regalo de muerte. Una noche antes de ir a la campaña, tuve una pesadilla.
Caminaba en piedras y fuego ardiente, una lluvia ácida de sangre mojaba mi cuerpo, los gritos de
agonía se escuchaban en todos lados y en mis manos, una daga con inscripciones que nunca había
visto antes se encontraba, la miré y de inmediato desperté... La daga de mi pesadilla estaba real-
mente entre mis dedos, no podía asimilar semejante manifestación. Al principio tuve miedo, pero
después supe que Marte me había autorizado ganar esta guerra con el mejor esplendor nunca antes
visto, el dios en persona me regaló una daga para cumplirlo (CAENUM CAUDEX) “un sucio
idiota es lo que fui”
Al día siguiente empezaba el viaje, pero los habitantes de Galia no la pondrían fácil. Alba
tras alba las victorias eran para nosotros, retozaba de placer y gloria, sin embargo cerca de Sua-
bia, otras pesadillas empezaron a atormentarme, ya no era el presagio de Marte que me acompaña-
ba, sino un hombre, o la sombra de un hombre aberrante con sombrero el que me torturaba, su sólo
hablar era como un cuchillo penetrar mis oídos una y otra vez, su aroma era más asqueroso que

260
las pestes que dejaba yo en los poblados, ya no lo aguantaba, pero por fin llegó el día de desterrar
a los últimos pueblos galos, y lo hicimos con algarabía, pero esa algarabía fue mi locura.
Cuando habíamos vencido, el panorama era semejante a muchos que ya los he visto, no obstan-
te, ese día fue diferente... Mientras mis guerreros se encaminaban a dejar esa tierra y saquear todo
lo que podían para llevar la recompensa a Roma, yo me quedé a contemplar el desastre que provo-
qué. Por primera vez sentía dolor y lloraba por alguna extraña razón que no conocía, en mi mano
izquierda empezó a arder unas imágenes y con ellas visiones de un hombre y su vida que tampoco
conocía.


Hubiera querido que eso bastaría para entender que en mis manos sangre vería para siempre.
Esa daga, ese maldito presagio no fue de Marte, ni de ningún otro dios, sino que fue el designio y
consecuencias del hombre y arrogancia de poder. Rendido ante esa tierra que yo mismo desterré y
que no merecía que la toque, un hombre se acercó a mí. Sutil como el viento mismo que parecía
consolar y querer perdonarme, él habló... dijo que era mi nostalgia y Saudade se hacia llamar...

15 de abril de 1982
Azafata–¡Joven, joven, por favor despierte!
–Abría mis ojos y sentía una seria confusión –¿En dónde estoy?
Azafata–El avión abordó a hace quince minutos, tiempo que estaba intentando
despertarlo.
–No tiene idea de la vergüenza que me da, en serio me apena mucho.
Azafata–Bueno joven, no se preocupe, al menos despertó puesto que si no lo ha-
cía iba a llamar a la ambulancia.
–Mas bien gracias por su paciencia, tiendo a dormir demasiado…
Azafata–Sí… ya lo noté... Que tenga una excelente estadía.

261
–Muchas gracias de nuevo.
Había vuelto al lugar que mi ser reclamaba con anhelo y mi sueños demanda-
ban un regreso.

262
50
La anciana de Algiz

Nadie me esperaba, además de Ferder y Conselí ni mis padres sabían en dónde


me encontraba y pues supongo que he perdido totalmente contacto con ellos. Su-
gerí a mi tía abuela Conselí que no mencionara que vendría, así podría hacer mu-
cho mas fácil el caminar mío.
Saliendo del aeropuerto de Flughafenstr, no demoré más de treinta minutos en
llegar a Großhansdorf. No tengo muy buena relación con la mitad de familia que
vive aquí, pero no es mucho que me interese pues a quien vine a ver es a Suri y Se-
bastian. Las casas de mis parientes están contiguas y el hogar mayor es de mi vis
abuela, la casa de ella se encuentra en medio, pues es quien se encarga de unir a la
familia siempre que puede, a pesar de que sean unos “lobos” Suri los reúne cada fin
de semana para comer y beber.
Estoy ya en frente de su puerta y siento nostalgia, una gran emoción de tocar
me invade.…
Toc, toc, toc
–¡Ein Moment, bitte!
Esperé dos minutos antes de que abrieran.
...
–¡Kann nicht sein es ist Sie!
–Bitte Damian, im kastilischen gesprochen, habe ich nicht deutsch gesprochen
schon vor langer Zeit
Damian–Cómo es posible que olvides hablar una de tus lenguas madre.
–¡Cállate y dame un abrazo!.
Damian... Damian es compañero de vida de Sebastian, yo junto a ellos crecí las
temporadas que solía viajar acá. Damian también desciende de apellido antiguo y
es común que las familias de los alrededores conserven sus tradiciones y genealo-
263
gía. A él lo conozco de toda la vida, así que también tengo un lazo con su perso-
na.
Damian–Es una gran maravilla que estéis acá. ¡Una sorpresa! ¡Una felicidad
grande!
–Mi hermano, hace mucho que no venía, ya era hora de regresar, no sabes
cuanto esperé para verlos de nuevo.
Damian–Supimos de antemano hace como año y medio ya no vivías con tu pa-
dre y que sólo estuviste de pasada en casa de tu madre. ¿No se siguen llevando
bien verdad?
–Geranios tendrá sus razones, equivocadas o no, yo preferí ya no involucrarme.
Damien–Una mujer muy bella en verdad, que pena y… ¿Tus hermanos?
–Ellos también crecerán un día, viven aún con Geranios, sin embargo espero
los sepa cuidar mejor.
Damian–¿Espero?
–Ya no tengo contacto con casa de mi padre, ni casa de Geranios.
Damian–Pero sabes que los chismes vuelan de continente a otro, apenas al-
guien te vea, seguro avisan a tu casa.
–Ninguna de las dos fue mi casa en verdad, me tiene sin cuidado que lo sepan,
aunque preferiría que no conozcan razón alguna de mí ya que, también vengo por
otras razones que sus ojos jamás entenderían.
Damian–Sería muy ingrato de tu parte al menos no llamar, recuerdo que Mi-
rra te quería mucho.
–La dama de lenteja… No deseo hablar de ello, ya lo he hecho y henos aquí.
¿En dónde está la abuela y Sebastian?
Damian–Suri salió a caminar, seguro la encuentras en el camino a la arboleda,
Sebastian salió a Austria por unos encargos, regresará en unos días más.
–Quiero ir a verla... ¿No te importa si por la noche seguimos charlando?

264
Damian– ¡Oh no, para nada! Es razonable que quieras ver a tu madre mayor.
Dejaos tus maletas acá, yo las acomodo en tu cuarto.
–Te agradezco bastante hermano mío.
...
El camino a la arboleda es un extenso terreno trasero de mi vis abuela lleno de
árboles que Surí cuida y respeta, según ella, los trece son la esencia pura del hom-
bre. Los trece, son árboles sagrados de las tradiciones celtas de mi abuela. Ade-
más cada árbol representa un antepasado muerto ya que, las cenizas del ser que
vivió, se encuentran entrelazadas con las raíces. Cada primogénito que nace tiene
su propio cigüeñal dado según el día, mes y año que se cuentan con el calendario
lunar, y este se asimile al calendario céltico, es un poco complejo de especificarlo
pero lo intentaré, pues así también se a relacionado con el calendario gregoriano
que es el que se usa en la contemporaneidad.
Calendario lunar por semana y calendario céltico dividido en trece
meses con base a los trece árboles sagrados

265
266
Calendario lunar por año

267
Algunas celebraciones celtas

268
–Esto es solamente algo de lo mucho que hay que descifrar en cuanto a sus me-
diciones del tiempo, no obstante se considera al calendario lunar como el más per-
fecto para calcular los diferentes periodos del año.
Si observáis con atención el calendario de los trece, te darás cuenta porqué al
decir la fecha del año de nacimiento, se utiliza lenguaje simbólico. Este demuestra
que cada día, cada mes y cada año, encerraba una enseñanza o camino de vida se-
gún las leyes y características del árbol o la runa que se acoplaba al periodo de
tiempo. Yo también tengo un árbol plantado que tiene mi misma edad y al pare-
cer, fue plantado antes de que nazca como Soralc bajo su sombra. A lo lejos avizo-
raba a nana… Nana es Suri Meril Ederar.
Un susurro del viento caminando hacia ella me habla... “Suri Meril Ederar na-
ció el 2 de mayo de1902, bajo el cobijo del clan Vorgrimler, este clan abarcaba a
las familias de los Ederar, Rasembock, Schmidt, Grob, Klein, Thalberg y propia-
mente Vorgrimler, pero que a pesar de llevar diferentes apellidos, cada familia tie-
ne como legado este apelativo que los unió en tribu, y en tribu los lazos del espíritu
son mas fuertes que los de sangre, sin embargo, por mantener su herencia ances-
tral, estas familias decidieron a lo largo de los siglos formar una única genealogía
que conserve sus tradiciones, es así que, sin ser parientes nativos de sangre, con-
cuerdan que cada una de las siete familias deberían casar a sus primogénitos según
el paso de los años para que su historia jamás muera.
Suri Meril Ederar contrajo matrimonio muy joven con Ferder Abraham
Vorgrimler en el año de 1918, en dónde Suri tenía dieciséis años y Ferder diecio-
cho años. Juntas familias lograron consolidar posesiones y un pequeño prestigio
ya que la actividad económica a la que se dedicaban, era el movimiento de gana-
do para las industrias lecheras y caballar para hipódromos, también de cierta medi-
da al negocio de los vinos. Sin embargo, las guerras de aquella época hicieron difí-
cil la estabilidad de muchos y ciertamente también a los Vorgrimler Ederar.
En 1929, Suri de veintisiete años y Ferder de veintinueve, tienen a sus primeros
hijos los cuales son mellizos llamados Felisia e Ispabel, quienes lastimosamente se-
rían separados puesto que Ferder viajaría a Ecuador con Felisia a causa del conflic-
to bélico y Suri se quedaría con Ispabel. Nana tiene dos hijos más, Arlen que lo

269
tuvo tres años después con un descendiente Rasembock, pero él moriría pronto a
causa de una enfermedad, esto dejó a Suri muy lastimada y no se volvió a casar,
no obstante, ella adoptó a Sebastian, pero nana nunca me contó la historia de mi
primo hermano, (aunque debería ser tío abuelo, o algo así) por lo que puedo infe-
rir que fue adoptado poco antes de que yo naciera, pues Sebastian es mayor a mí
con cinco años más. Suri Meril Ederar ha cuidado de esta familia por mucho.
Con sus ochenta años, ella tiene todos sus sentidos en orden y es la persona
más lógica, elocuente y curiosa que jamás pude conocer, la familia le dice: La ancia-
na de Algiz.
Suri todavía de espaldas –Mi querido Soralc, seré muy vieja pero aún es muy
improbable que alguien intente sorprenderme.
–Abuela, te extrañé tanto.
Algiz–Hacía años que no venías, te estás convirtiendo en un hombre y supongo
que tu madre esta vez no te acompaña…
–Si nana, estos años han pasado muchas cosas, situaciones las cuales tu tam-
bién debes saber.
Algiz–Las malas noticias siempre son las primeras en saberse en esta casa hijo
mío –un suspiro melancólico se deja notar –Así como Abraham, desapruebo mu-
chas cosas de tu familia en Ecuador, pero bueno… al fin y al cabo también estás
aquí por otros motivos.
–Entonces también sabes que el abuelito Ferder falleció hace poco y estuve con
él sus últimos días.
Algiz–Fue un hombre maravilloso el tiempo que me acompañó, nunca quisi-
mos separarnos, pero la guerra es cruel en todo sentido, pese a encontrarnos sepa-
rados pudimos conservarnos como una sóla familia, incluso cada cual con sus pro-
pios contextos.
Nana se volteaba al fin y en sus ojos verdes llorosos me abría los brazos.
Algiz–Te miro y quiero pensar que tú estás alejado de toda la extraña situación
que viví décadas atrás, te miro y quisiera decir que no eres la misma persona que

270
Abraham y yo decidimos guardar. ¿Eres mi pequeño o el amigo de antaño?... No
respondas, seguramente sigues confundido lo que sientes de tu vida presente con
lo que tienes en tu razón.
–Sólo un poco, aunque he abandonado la idea de darle largas y dejarme llevar
por lo que al parecer, por cada paso que doy hay una explicación y sentido de con-
tinuar.
Algiz–Estás empezando a ver con los ojos del espíritu, a enamorarte de la vida
y todo lo que la rodea, tal vez también esa sea la causa de que hayas regresado
constantemente.
–No lo sé, me sigue costando trabajo asimilar que esté ahora y en este momen-
to contigo con mis propias vivencias y que, en mi mente también se hallen imáge-
nes de haber vivido mucho más momentos con otras personas y con otros sentires.
Algiz–Pues ya va siendo hora que integres todas tus “personalidades” En un mis-
mo contexto, que sepas quién eres y qué es lo que harás.
–¿Cómo?
Algiz–Conociendo todo sobre tus ancestros, sus conocimientos, lo que creían y
por qué lo creían. Especificar exactamente todos los recuerdos que poseas para co-
menzar a buscar razón de vida de tus anteriores cuerpos. Comprender por qué
tus conciencias están divididas y demostrar que la existencia es tan compleja y vas-
ta que el sentido común no tiene espacio en lo que verás y has visto.
En tu cumpleaños dieciséis, no tendrás confusión, trataré de unirte como un
mismo individuo y te reconocerás, cumplirás lo que hoy y en tus anteriores vidas
has buscado.
–Siendo tú quién lo dices, considerándote siempre la mujer más sensata, me es
trivial que esto siga escapando de la lógica.
Algiz–¿Y no has escapado de la lógica ordinaria ya? No estás aquí sólo porque
el amor filial te haya hecho querer verme. Estás porque tu voluntad y tus concien-
cias divididas de hicieron averiguar lo que te sucedía, estás porque tu vacío existen-
cial de saber quién eres, no te dejan en paz, y eres único porque a diferencia de la

271
mayoría de mortales, tú si estás hallando respuestas en dónde todos nosotros nos
quedamos en teorías matemáticas y dogmáticas.
–Antes, quiero saber, ¿por qué tú sabes lo que me sucede, y cómo logras inter-
pretar estos acontecimientos?
Algiz–Hijo mío, no por nada me dicen la anciana de Algiz. Si mi padre y nues-
tros ancestros no hubieran traspasado la mística ciencia que nos encierra a travez
de bellos cantos retóricos, no podría haberme enamorado de la tierra que piso des-
calza, no podría honrar a los elementos por dejarme vivir y compartir espacio jun-
to a ellos demostrando que la naturaleza y el hombre pueden convivir juntos. Si
no conociera que el ser humano es tan destructivo como creador, no podría saber
que los opuestos no sólo existen en la materia, sino también en el microcosmos de
su interior, y descubrirlo revela una belleza inconmensurable de la propia humani-
dad y el macrocosmos que se atraen y expanden al mismo tiempo.
Cada cosa mínima y máxima tienen su representación simbólica en este mun-
do, sólo hay que aprender a leerlos correctamente para resolver sus enigmas, pues
así como las ciencias biológicas y matemáticas nos enseñan a entender la construc-
ción de nuestro universo, y las ciencias sociales y artes nos enseñan a comprender
su historia junto a las emociones del ser humano. Así mismo existen símbolos y
lenguajes constituidos por el hombre para identificar y venerar lo que no podemos
confirmar. Deidades, el alma, el espíritu y la existencia, son la razón de que el ser
humano busque métodos para dar credibilidad de ellos.
Ahora, yo he conservado los símbolos y lenguajes que mis antepasados creían,
símbolos y lenguajes que unían el mundo físico con el mundo natural. Pues según
ellos, estos dos convivían en nuestra realidad, jugando entre sí pero sin alterarse.
El hombre puede hacer ciencia como vivir en armonía con el espíritu, pero a dife-
rencia de muchas ramas en donde el espíritu o alma es un ente de exclusiva pose-
sión humana. Nosotros creemos que el espíritu no es una posesión, sino la rela-
ción ideal de compartir tiempo y espacio con la naturaleza, dueña de la metafísica
que rigen las leyes de funcionamiento de nuestro mundo, y esas leyes terminan por
ser filosofía demostrada en las disciplinas científicas del hombre.

272
Por eso, cuando yo te hablo del alma y del espíritu, hablo del ideal que se halla
en recuperar esa relación del ser humano con la naturaleza perdida hace mucho
tiempo atrás. Tú deseas recuperar aquello, pues mirarte es la prueba de que el
hombre excede las barreras de la materia y lo natural.
Mi nombre es Suri Meril Ederar, nacida bajo la luna once creciente, a la som-
bra de Saille, hija de la familia Ederar unida en clan bajo el resguardo del antiguo
Vorgrimler, protegida por la matemática rúnica quince de Algiz y la hoja del tiem-
po y del espacio. Yo, como el padre de mi padre y padre del suyo como mis ante-
riores, he heredado todos los conocimientos y sabiduría de nuestro pueblo como la
última druidesa del clan.

Te conozco porque la arboleda me permitió percibir la línea ininteligible de la


materia y el mundo de las ideas. Te conozco porque las coincidencias no existen y
tú como Charles Laurent da Bohemia, en frente de mí te encargaste de asegurar
tu transmigración al mundo físico de nuevo. Yo, únicamente te esperé y estuve
preparada para este día, y en primavera de luna diez menguante en el mes de Sail-
le, protegido por la runa veintidós de Inwaz y la hoja de la trascendencia, tú volve-
rás a recuperar tus memorias.

273
51
Tribus germánicas, runas, árboles y cuentos mágicos

Algiz–Ven, vamos a la casa, en el ático tengo cosas que te gustarán y recorda-


rás sin la necesidad de presionar recuerdos que todavía no hayas trasladado al pre-
sente.
...
Toda mi vida he caminado alado de Temne y escasas veces con Ánima, sin em-
bargo, hoy están más ausentes como nunca. Temne ha estado callado desde que
vimos a Ferder y Ánima, bueno... ella mucho más antes. La anciana de Algiz ema-
na un sentir pacífico, me hace percibir como si nada de lo que me ha pasado hu-
biera existido, o mas bien es la sensación de estar completo, sin preguntarme un
porqué de mis recuerdos, sin cuestionarme quién soy. Sólo estoy aquí siendo co-
mo cualquier otro mortal ¿Es ese el poder de Suri? Une a las personas no sólo físi-
camente, sino en alma y espíritu.
Temne me lo dijo alguna vez, Algiz tiene la capacidad de quién esté a su alrede-
dor ser una persona completa, pero… ¿Cómo lo hace?
...
Parece que hablé mucho con nana en la arboleda porque entramos justo al oca-
so y particularmente la casa estaba vacía, curioso porque siempre suele haber al-
guien allí y ahora solariega como si nos hubieran dejado para que Suri y yo conver-
semos sin interrupciones.
El ático, este lugar era el refugio de juegos que teníamos junto con Sebastian y
Damian cuando niños. La abuela guardaba muchas cajas de las cuales poco sabía-
mos su procedencia. “Antiguas y sabias” decía ella, no obstante las que sí las abría,
guardaba libros con ilustraciones muy bonitos, piedras bastante extrañas que nos
las dejaba ver y al mostrarnos, nos contaba cuentos de hombres fuertes y guerre-
ros del pasado. Hoy entiendo que esos libros eran la semblanza de conocimiento

274
de mis antepasados, y esas piedras eran runas que hablaban de gente que existió y
heredó sus posesiones una generación tras otra hasta llegar ahora a mí.
Algiz–Existen registros de un druida que vivió cerca del 423 d.C en donde
cuenta algo de nuestra historia. Saudade se hace llamar, él dice esto en lenguaje
galés y córnico antiguo.
Tal vez que me llame Saudade no es simple casualidad, porque he visto como mi pueblo se dis-
persa guerra tras guerra durante tres vidas y poco recuerdo el inicio de nuestro clan, pero puedo de-
jar en papel lo que hoy sé y la constancia de nuestra historia. El clan Vorgrimler fue formado por
un guerrero que así como otros, nos unió en familia que por consecuencias bélicas, empezamos a
ser nómadas, huyendo de nuestros orígenes que también escasamente recuerdo.
Pertenecemos a la familia de los Hermiones, pero nos consideran descendientes Suebos ya que
del 58 al 51 a.C muchos clanes Suebos, Alanos y Vándalos tuvieron que dejar su territorio pues
Roma se expandía y Julio Cesar derrotaría a Galia para que años posteriores un emperador llama-
do Augusto la dividiera en el 60 a.C.
En el 406 d.C Aún seguían las guerras por territorio y la conversión al cristianismo que nos
obligaba a renunciar a nuestras creencias o morir. Para los guerreros de la dividida Galia, Hispa-
nia y Britania, ya no eran suficiente la confrontación y en contra las centurias seguimos desapare-
ciendo. Los pueblos que mencioné cruzaron el Rin y otros como nosotros decidimos viajar un poco
más al norte, entre Angeln, Langobard y Angrivanier.
Nuestro nuevo hogar estaba muy lejos del que recuerdo y sin embargo, sigue estando muy sella-
do en mi memoria nuestros verdaderos inicios en un bosque muy profundo.
Hoy empieza el viaje de mi joven druida quien se convertirá en el futuro patriarca del clan
Vorgrimler, él se encargará de rescatar nuestro verdadero origen, pues al parecer él también ha vivi-
do tanto como yo, no obstante, es algo especial, porque juntos descubrimos la transmigración. Al
parecer sus conciencias están divididas a diferencia de mí, el cual mi espíritu ha estado inalterado
cambiando de cuerpo y manteniendo la misma alma. También son extrañas las causas del porqué
hemos regresado, más por esto es un móvil para su viaje, desearía acompañarlo pero ahora soy yo
quien aconseja esta comarca.
Nuestros saberes son guardados en la retórica, pero los tiempos cambian a pasos muy grandes
y no puedo dejarlo todo a asegurar que los descendientes del clan la transmitan de generación en ge-

275
neración sabiendo si trascenderemos o no. Pronto seremos una civilización que nada más será co-
nocida por los que ganan la guerra, por ello me es imperativo al menos no dejar un vestigio de noso-
tros.
Si nuestro clan sigue con vida en siglos venideros, búsquenos donde el viento es frío y la natura-
leza todavía habla con todos los hombres.
Mapa de las tribus germánicas

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Registro de otras tribus Celtas

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Árboles sagrados y significado

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Runas

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–¿Mencionaste que en ese viejo libro está el nombre de Saudade?
Algiz–¿Así es mi pequeño? ¿Lo entiendes verdad? Pues supongo los sueños del
pasado de Charles Laurent da Bohemia no son los únicos que posees, en tu sub-
consciente ya debiste haber concordado la existencia de más vidas pasadas.
–Cuando niño, hablaba con un árbol, un Capulí, él hablaba en lenguaje meta-
fórico y cuando me respondía me sorprendía mucho que lo escuchara. Saudade
se hacía llamar, mi nostalgia... Desde ahí supe que nadie más veía o sentía lo que
yo, a excepción del flaco, que hoy, entiendo que podía hacerlo y guardó su silencio
por mucho y se despidió de mí antes de morir.
Saudade... Me aseguraba de él en los sueños que tengo de Charl, aunque no tu-
ve el valor de deducir si fue una persona real, más incluso que haya sido también
antepasado nuestro, mío. “Árboles en el suelo” Abuela, has mirado mucho más inti-
mo en mí y me recordaste que en esos sueños también él está presente porque la
fecha que está en ese libro, es la fecha en la que yo lo sueño y… también estoy yo.
El joven druida de quien Saudade habla en el 423 d.C es Lugh, así me llamaba
también.
¿Por qué un hombre que vivió mucho conmigo, hoy no está, o mas bien se con-
virtió en un árbol?
Algiz–Sin embargo nuestro antepasado no te olvidó ni te dejó solo, te acompa-
ñó en su forma más pura y te siguió donde ninguno más sabía.
–Capulí... Saudade me dijo que no volviera mientras todavía no haya compren-
dido todo, supongo que se lo debo por mí, por él, por nuestra historia.

Mi viejo amigo y maestro Saudade.


Este mi viejo amigo fue el primero en acompañarme en la travesía de la esencia.
¡Cuánto del soy yo! Cuánto de él sentado en sus brazos aprendí a mirar el mundo, cuánto de él
son mi nostalgia.
Como mis bocetos y escritos muestran el paso del tiempo, mi juventud empieza y mi vejez se
acelera.

296
Es él la representación de mi espíritu, es él la representación de mi cuerpo antiguo. Pero él, él
se mantiene al paso de los siglos.
Dirán que uno como él no vive mucho… pero yo les digo que él ha vivido lo suficiente como pa-
ra verme crecer dos, tres o más veces de lo que un árbol sin igual viviría.
Él es un Capulí y yo soy un Sauce y no éramos diferentes.
Yo junto al Capulí crecí, yo junto al Capulí viví, pero como pasó en la antigüedad, la guerra
nos separó.
Incluso hoy regresé a ti mi viejo amigo, todavía hoy te miro y vuelvo a sentir la tristeza de vol-
ver a perderte. ¡Pero esta vez no! No te perderé antes que tú a mí.

El llamado de tus hojas me es natural, más tu lenguaje siento en ocasiones perderlo, y es el


mundo y su bulla la que nos desvía de nuestra naturaleza, es la carne que divide nuestras almas.
¡Háblame mi viejo amigo! Háblame como solías hacerlo cuando caminábamos por el Sena.
¡Háblame! Y comparte tu linfa cuando mis raíces eran uno mismo con la tierra.
Me pregunto: ¿Cuándo fue que nos des coordinamos? ¿Cuándo fue que me convertí en sangre y
tú en savia? ¿Es que me perdí en algún tiempo? ¿O es que me perdí con el viento?
Nosotros éramos mortales como cualquier otro, nosotros éramos cigüeñal como ningún otro, y
ahora lloro que somos diferentes y sollozo que somos aparentes. Discúlpame si quejo mucho de
nuestra buenaventura y es que nuestra nueva forma es mi desventura.

¡No te perderé antes que tú a mí! Es este camino el que me llevará al licor de ti. Si es de com-
prender, lo comprendo… Si es de entender, lo acepto. Pero promete algo por favor.
No olvides mi nombre ni tampoco nuestra historia, porque si cuando muera, te sucede lo mis-
mo, espero me encuentres y charlar como ha sido siempre.
Distinta es la tierra, pero pisamos la misma.

297
Mi viejo amigo era un caballero y yo como tal era su afecto.
Mi viejo amigo es un Capulí, yo era un Sauce y junto a un Avellano.
El cuerpo, el alma y el espíritu regresan a ser uno como con su amigo.

Algiz–Déjame mirar tu mano izquierda.


En mi mano izquierda los siete símbolos que solían aparecer y desaparecer
constantemente, hoy los empezaba a rodear una especie de cuerda que formaba
otro símbolo más grande.
Algiz–Es un nudo y es de los más antiguos, se llama nudo de la eternidad por-
que la cuerda sigue su cause sin tener fin. Se te ha presentado como símbolo y sig-
nificado de tu vida, tu muy larga vida... Esperaremos el día de tu cumpleaños dieci-
séis para que te conviertas en adulto y aceptes tu pasado, tu presente y tu futuro,
pues cuando suceda tus runas serán tu mapa.
Nudo de la eternidad

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52
Un ritual de sabiduría, conciencia en sueños del pasado IX; La con-
vergencia de los recuerdos de Daly, Lugh, Gaela, Charles y Soralc

17 de abril de 1982, 00:01 am


Algiz–Nuestros antepasados no concebían la contemplación del tiempo algo dis-
tinto como lo conocemos hoy. Un Dar-vin-din sabía que la vida se movía a travez
de nudos, si Saudade tiene esas referencias de años en nuestra herencia, es porque
él había vivido lo suficiente como para conocer muy bien las culturas de su alrede-
dor y acogerlas como conocimientos útiles. A lo largo de tu viaje que empezarás,
descubrirás que no encontrarás fácilmente referencias tan precisas como las que
pocas familias conservan de su historia, por ello antes de tu iniciación, debes tu
mismo verlo con tus ojos, caminarás por la arboleda y te reunirás con los elemen-
tos para tomar conciencia completa de tu existir. Contarás los días a travez de la
luna y si al llegar el día de tu luna todavía no has manifestado una conciencia com-
pleta por ti solo, nada de lo que has pasado servirá de mucho, el nudo de la eterni-
dad que se ha visualizado en tu brazo, cumplirá su labor e infiero volverás a cam-
biar.
Mientras Algiz caminaba hacia la entrada de la arboleda, yo pensaba que no
era el primero en afrontar el ritual de sabiduría y madurez, muchos antes de Suri
lo han hecho como muestra de conservar sus tradiciones, este en especial del paso
de la niñez a adulto, no obstante los hijos de los hijos de Suri lo dejaron de practi-
car, según ellos son “patrañas” por ello es que nana se dice así misma la última
Druidesa, porque fue la última en ser educada para guía de la familia, sin embar-
go creo que no es la última, Sebastian antes de mí, fue y es recipiente de todos es-
tos saberes, ahora yo siendo el individuo de esta historia, no dejaré que la erudi-
ción de la anciana de Algiz muera.
En la puerta trasera de la casa de Suri, velas de color blanco estaban encendi-
das guiando un camino hasta la entrada a la arboleda, que como había menciona-
do; es un terreno sumamente extenso lleno de árboles sagrados para mi abuela y
ahora para mí.
299
Damian estaba parado también en la puerta con las manos cruzadas y él no se
extraña porque tuvo un ritual similar cuando llegó a su vida adulta.
Damian–Es muy importante para ti esto, ¿verdad?
–Supongo que sí.
Damian–Suri me contó estos dos días quién eres. Ahora ya sé cosas muy curio-
sas de ti, cosas que cuando niños fueron tan evidentes, aunque sólo debí pensar
que estarías loco cuando algunas veces charlabas a la nada, imagino que nunca
fue realmente a la nada.
–Yo también pensaba que eran cosas de mi imaginación.
Damian–Pese a que igualmente he recibido conocimientos similares de mi fami-
lia, nunca traspasaron la barrera más allá de la herencia y saberes, hasta que te co-
nocí a ti y a Sebastian. Ustedes dos guardan tantos misterios que es mejor ni qui-
siera saber.
–¿Sebastian?
Damian mostró una pequeña sonrisa de conocer algo de Sebastian que yo no.
Damian–¿Nunca te preguntaste por qué únicamente tú y yo crecimos cuando
niños y Sebastian se mantenía igual?
Era verdad, mis memorias presentes estaban tan confiadas, que jamás vi a Se-
bastian como niño, sino como el hermano que siempre estuvo a mi lado.
–Pero crecimos juntos…
Damian–Así es, pero él sólo estuvo a nuestro lado, no con nosotros. Ve a la ar-
boleda, Suri hizo sellar mis labios, ella te espera en la entrada. Cuando regreses
iremos a tomar un café.
Algiz se encontraba hermosa, traía puesta una túnica grande y blanca, su cabe-
llera larga y gris brillaba con la luna en días de menguante, tenía un bastón algo
grande en su mano izquierda y me esperaba con una sonrisa.

300
Algiz–Sé que regresarás a tiempo, con la seguridad de a dónde ir. Te amo co-
mo descendiente de mi sangre, mi pequeño. Te amo como el amigo y antepasado
de nuestra historia.
El viento que soplaba de madrugada era frío y sin embargo, era lo más cálido
que había sentido hacia años, Algiz sujetó con sus dos manos las mías, me dio un
beso en cada mejilla y me permitió que yo diera el primer paso hacía un lugar sa-
grado mientras ella fue a mi contrario.
Empecé a sumergirme en la profundidad del bosque con la única visibilidad de
un poco de luna. Era tan abrumador el silencio que guardas cuando las palabras
no hacen alarde del bullicio evidente, sólo estás ahí, tratando de mantener en cal-
ma un miedo psicológico que te provoca el no hablar.
Cuando no hablas, entiendes que escuchar se convierte en la lectura del lengua-
je natural. Mientras seguía caminando, ya no era yo quien dominaba mis pasos,
sino el bosque quien me llevaba a donde debía ir. La madera crujiendo con las bri-
sas, las hojas deslizándose por mi piel, las raíces que poco a poco se enredaban con
mis pies descalzos, todo esto me permitía percibir lo intrínseco de mi mente.
Temne–No voy a desaparecer así tan fácil.
–Yo también creo lo mismo.
Temne–Soy un ser antiguo encerrado a travez de los tiempos en la figura de la
mente de aquellos que vivieron y residieron en mí y conmigo, formar una única
conciencia ha sido uno de mis objetivos desde que empecé a existir.
–Y tu existencia radica en que yo haya vivido varios cuerpos físicos. No creo
que Algiz se haya sólo referido a ti como mi conciencia dividida.
Temne–No fue más clara, unir las conciencias separadas; el cuerpo, el alma y
el espíritu.
–Entiendes que la abuela también habla metafóricamente y ella sabe mucho
más de mí que yo en estos momentos. Seguramente te conoció cuando yo era
Charles y advierte que todas nuestras vidas hemos buscado nuestro origen y lo
complicado de volver a ser uno. No creo nada más se refiera a ti o a Ánima.

301
Temne–Sin embargo, aún no logro comprender que cuando estás con ella, se
me es imposible aparecer. Tiene la habilidad de formarnos como ser completo, pe-
ro por qué y cómo.
–Tengo algunos supuestos.
Temne–Explícate…
–De alguna manera ella ya puede saber toda nuestra historia y no lo puede de-
cir por la misma razón que Ferder explicó, ya de conocer lo que en proceso no ha-
yamos desbloqueado, pudiera alterar otra transmigración y ahí es cuando me di
cuenta de que esto, también tiene que ver con lo que debamos saber o no para
concluirlo. Tal vez no debamos saberlo todo, sino únicamente lo necesario.
Temne–Entonces a conciencias se refiere a que, ya nos conoce por completo a
todos nuestros cuerpos y por ello frente a su presencia, ¿yo ya no existo?
–Algo así, te dije que es hipótesis, pero ciertamente no parece alejarse de la ver-
dad.
Temne–Entonces, ¿cómo volver a hablar con los demás si tú a la vez son yo?
–Dímelo tú, cuando te conocí con tu forma material, estabas con ellos, cada
uno con su forma individual.
Temne–Estabas a punto de morir, nos encontrábamos en la dimensión de la
esencia, donde todos íbamos a formar un mismo ser de nuevo y tú supuestamente
lo completarías. Pero todo cambió y tú tomaste entendimiento de dónde estába-
mos. Volvíamos a repetir la misma historia de los que nos encontrábamos allí.
–Ahí tienes la respuesta…
Temne–¿Morir? ¡Después de llegar hasta aquí! No creo sea un buen final.
–Necesito hablar con ellos y requiero la mayor parte de recuerdos acá, en mi
vida física actual para poder continuar,. Sabes muy bien que ni incluso así será su-
ficiente si no encontramos nuestros diarios. Qué más da si no funciona, volvere-
mos a transmigrar.

302
Temne–Lo dices tan fácil, pero en realidad ignoras el sufrimiento nuestro y el
que hemos provocado a causa de regresar, pues cada vez que lo hemos hecho, ya
debes reflexionar que nuestras manos siempre de sangre han estado y para volver
a reconocer todo lo que hemos pasado, debimos sacrificar mucho.
–Tal vez por ello, hablar de amor sea tan complicado para ti y para mí y sin em-
bargo, es una fuerza. Sabes que debemos hacerlo…
Temne–Espero no dejar a la suerte lo que por voluntad podemos hacer.
–Pues la voluntad ha sido la que nos a traído aquí y la intuición de nuestra exis-
tencia.
A unos cuantos pasos a lado de un pequeño manantial cristalino, una roca se
alzaba y encima de ella, una daga relucía con su plata.
Temne– ¿Es lo que creo qué es?
–Pronto lo sabremos.
La daga que había visto en el último encuentro con mis sueños del pasado, esta-
ba allí. La vi, la tomé y tenía más símbolos de los que observé en el sueño. Ella
me llamó y con la empuñadura delicada en nudos, mirando a la luna meditando si
lo que hacía era correcto, introduje la hiriente hoja que lastimaba mi vientre. Len-
tamente, ensangrentado y lastimado, me preparaba para comprobar si lo que de-
duje podría ser verdad…

303
A lo lejos escuchaba una voz hablar, caminé despacio hacia una sala de estar pe-
ro no entré por completo, me quedé observando conversar a las dos personas que
estaban allí.
–Supongo eso no fue todo…
Daniel–No afortunadamente, mi antepasado logró ir a Serapeum de Alejan-
dría y reunirse con su amigo. Pocos años después, mi antepasado narra que fue
muy difícil traducir el texto completo y aunque faltaban muchas hojas, al menos
puedo interpretar lo que había en sus primeras páginas.
Todas las noches pesadillas tras pesadillas, fue obvio que ni aun al encontrarme con Saudade
y recordar algo de mi pasado, no podría comprender por qué había vuelto a vivir. Nací en Lacio y
serví desde muy joven a Roma. Después del destierro de Suabia a mis manos y a mis treinta y
tres años, conviví con Saudade y su actual clan seis años más, pero nunca fue bien vista mi sem-
blanza con ellos, pese a tener historia celta y germánica, lo evidente era que me llamaba Daly y
era romano, no podía quedarme más tiempo.
A la edad de treinta y nueve empecé a viajar en busca de un diario que aparentemente escribí
antes de morir. En él se encontraría la razón del porqué regresé a esta vida, no obstante extraña-
mente nadie me recuerda, no hay rasgo de mi nombre ni mucho más lejos de lo que hice. Saudade
pudo recordarme de cierta manera gracias a que un símbolo apareció en mi muñeca izquierda; la
runa del sueño dice que es. No es un tatuaje hecho por el hombre, no es runa explorada por el
Futhark, es la huella de mi nacimiento de mi anterior cuerpo y no podía haber dos en el mundo,
mas yo siglos muy lejanos volví a aparecer y no sólo con esa runa, sino con otra más enmarcada en
mi piel.
Antes de partir, Saudade me especificó que existen runas demasiado arcaicas en los orígenes de
los pueblos indoeuropeos y nosotros nada más rozamos aquel conocimiento. Saudade conocía un
poco de estas runas y sabiduría, entre ellos esa única runa extraña llamada la hoja del sueño con
el que yo nací, por ello es que la segunda vez que regresé con dicho símbolo, él me reconoció en
aquel entonces cuando acababa de devastar un pueblo que compartía sangre conmigo.
Me aventuré entonces en busca de esas runas arcaicas y el diario de mi vida pasada. Fue en
ese camino que te conocí, Edana, jefe del mismo clan. Si en algún momento alguien de tu clan en-
cuentra estos escritos, o cualquier otra persona que desee recordarme, sepa que como hombre con de-

304
lirios, tenía que dejar constancia de mi existencia así como lo había hecho antes y fracasé en encon-
trarme.
Cuando los Edana me aceptaron esa noche, estaba renunciando a seguir buscando, fue el moti-
vo de abandonar lo único mágico que me acompañaba siempre, una daga y su maldición de siem-
pre seguirme a pesar de que me deshiciera de ella. Extraordinariamente el día que la dejé allí, ja-
más volvió a aparecer conmigo y sin embargo…
–Sin embargo, ¿qué?
Daniel–No hay más, mis antepasados ni yo nunca logramos recolectar las de-
más hojas. No de Daly por supuesto.
–¿Todavía hay más?
Daniel–Bueno, de esta primera parte solamente deseo que entiendas que mi fa-
milia no únicamente ha sido guardiana de tu secreto, sino que te ha buscado y se
ha asegurado de tu existencia, no estás solo.
Observa… La primera vez que se te encuentra, estás plasmado en las anécdo-
tas de mi primer antepasado en el año 51a.C, y aún así, en ese entonces mi antepa-
sado te describía como más antiguo, para que siglos mas tarde otro antepasado
buscase las huellas de tu caminar en un diario que escribiste como Daly. Y allí me
das real referencia de tu paso... ¡Os das cuenta! Del 51a.C al 423 d.C son 472 años
después. Y según tu misma mano, te habías encontrado con Saudade en el 58 a.C
cuando tenías treinta y tres años, estuviste con él seis años y te encontraste con mi
antepasado en el 51 a.C. Ya allí estabas viviendo tu segundo cuerpo. Ahora no sé
cuánto tiempo estuviste como Daly para que mi segundo antepasado en el 423
d.C haya encontrado ese diario incompleto, porque para lo que viene después su-
pongo es más complejo.
–¿Quieres decir que realmente tienes posesiones mías que indiquen dónde es-
tén los libros que escribí? Tal vez sois un poco insensato porque no intuyes que qui-
zás todo esto yo ya lo sepa, y que he recorrido kilómetros y kilómetros recogiendo
mis pasos para ver si los encuentro. ¡No sabes nada del sufrimiento desgarrador
que tengo en mi ser y lo que significa tener estos recuerdos! El deliro y la enajena-
ción de un hombre que nunca podrá residir en un mismo lugar, la soledad que me

305
acompaña porque pese a intentar formar vínculos jamás podré quedarme con
ellos, tan sólo me quedo ahí, inmóvil, viéndolos morir una y otra vez. Tus datos
son correctos, pero no sabes realmente lo que es y al parecer tampoco más de lo
que yo sé.
Daniel–¡Espera! ¡Crees que soy un simple recolector de datos¡, ¿que mis antepa-
sados y mi padre murieron únicamente por tener tu historia?, ¡no seas pretencio-
so!. Yo hablo del arraigo filial que representa nuestra identidad, de la máxima ex-
presión de gratitud de saber quiénes somos y llenar ese vació de existencia que na-
da ni nadie más te lo va a dar. De recuperar lo que por generaciones se nos quitó.
No es sólo historia, es familia y sabes muy bien que tú también lo quieres recupe-
rar.
Tus diarios son prueba de eso, tus más humanos sentimientos traspasando la ba-
rrera de lo material hacia lo ideal, sé por ello que de alguna manera eres inmortal
pues mis registros no terminan allí…
Cuando mi segundo antepasado descubrió el diario incompleto de Daly, en
donde lo llamaste “Pesadillas de sangre” fuiste tan claro en tu nacimiento. Mi ances-
tro no esperó mucho para viajar a Lacio he investigó tanto que encontró la tumba
de tu muerte como Daly. Fortuna de aquel día, porque siendo cerca de Martius
del 425 d.C en las entradas a las catacumbas de Roma a las afueras de la ciudad,
mi vis abuelo se encuentra con un joven escarbando tu supuesto morar en el cual
no había nada, era falsa esa tumba; no obstante cuando mi pariente se le acerca,
él no huye, está estático permitiendo que se lo observe y al hacerlo, contempla tres
runas en su brazo izquierdo y para ese entonces ya sabíamos que esas runas eran
únicas, nadie a además de cierto misterioso hombre las poseía. ¿Quieres saber
quién era ese joven con el que mi antepasado se encontró?

–Recuerdo al hombre que se me acercó.

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Daniel–Parece que no lo recuerdas todo Lugh Ederar del Clan Vorgrimler,
pues tu mismo hiciste jurar a mi antepasado que guardaría tu diario como a su
propia vida en recompensa de haberlo buscado durante sus tres vidas que llevaba.
Fuiste muy egoísta y puedo concordar que tus manos de sangre están. No nos de-
jaste tu diario como recompensa, lo dejaste para evadir una sombra que te ha aco-
sado todo el tiempo que has vivido, así como lo hiciste con esa daga, la abandonas-
te para engañar a tu perseguidor y mi clan sea quien reciba el castigo por lo que
hayas hecho en tu primera vida, más grabe todavía que lo que hayas hecho como
Daly. Ahora “Arboles en el suelo” de Lugh, este es el diario que el hombre parecido a
ti vino a buscar y a causa de no encontrarlo mató a mi padre y esposa.
Daniel pasaba entre sus manos otro libro más, y yo lo reconocía… Tan perfecta-
mente cuidado que sus hojas están casi intactas, mi diario que lo escribí como
Lugh Ederar del clan Vorgrimler.
Daniel–Supongo que lo querías olvidar, y el fantasma obscuro te alcanza y por
fin te volvieron a encontrar. Asumo que nunca encontraste el libro de Daly y de
tu primer vida como para haber regresado con un quinto cuerpo, si no hoy no los
estarías buscando con desespero, sin embargo, aún me parece curioso que nos ha-
yas dejado tus reliquias tratando de huir como para de nuevo pretender recuperar-
las.
Creo que no lo sabes todo y temes de saberlo… por eso cuando fuiste Fray Gae-
la Prioeti da Lacio nos resultó ineficaz buscarte. Ni un escrito, ninguna huella, nin-
guna posesión, nada que nos haga pensar que exististe. Pero tu conciencia te re-
mordería al final de tus días como Gaela, y sé esto gracias a que en esta época te
encontraría.
Pasaron muchos más siglos para vernos de nuevo. Mi padre pensó que por fin
habías encontrado tu camino y dejado de existir. Más otra casualidad haría que te
encontrase cuando recopilaba datos genealógicos de las familias descendientes cel-
tas y germánicas. Alain, un parisis puro nos condujo a Saudade. Los Keltoi son
de sumo cuidado y no entregan información fácilmente, pues en ellos ronda la le-
yenda de que verdaderamente son inmortales.

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Me gustaría referirme bien, Alain no fue explícito cuando te dije que él me con-
dujo a Saudade, sino que cuando nos ayudó a mi padre y a mí a acceder a los re-
gistros de la biblioteca de San Pedro en busca de la genealogía dicha. Es que en
ese estudio localizo una partida de nacimiento del 1154, de origen boyo nacionali-
zado romano como Gaela Prioeti, huérfano, acogido a los doce años por sacerdo-
tes de una iglesia católica llamada Basílica di Santa Maria Maggiore en la provincia de
Roma, en la región de Lacio. ¡Claro! Que tan valedera era la información que allí
se encontraba hablando de una persona común, sin supuesta similitud con tu histo-
ria. ¡Pero he ahí que en lo simple se halla verdad! Un sencillo mortal no iba a es-
tar así nada mas en los registros más importantes del Vaticano. Fray Gaela Prioeti
da Lacio, fue un templario y en su hoja de conocimiento como guerrero, se encon-
traban las runas arcaicas de nuevo.

¡Te encontramos de nuevo! Y ya hallarte a ti fue mas fácil de lo que imaginaba.


Estos registros anexaban a una línea de parientes directos unidos con las familias
de Bohemia “Los Laurent”
Has sido tu propio antepasado y has hecho que cada uno de estos pasos funcio-
nen por sí mismos. Por eso mi padre dedujo ya quien debieras ser siguiendo tu ge-
nealogía apelativa hasta encontrar que como Daly, también fuiste un Laurent na-
cionalizado en Lacio. Por esto mi padre murió, vino un hombre semejante a ti y
lo mató, lo mató a él junto con mi esposa.
Con lágrimas en los ojos Daniel se expresa –Sabía muy bien de nosotros, nos
conocía perfectamente como nosotros conocemos de ti. Preguntó una y otra vez
sobre el diario de Lugh y las hojas sobrantes de Daly. Mi esposa se arrojó a él y mi
padre me encerró con mi hijo junto a estos libros tuyos, me dijo que si me movía,
toda nuestra herencia moriría junto con él. En ese momento me di cuenta que
realmente no tenemos historia, sino es la que gira alrededor tuyo y con rabia en
mi corazón te digo que es tú culpa, tu culpa por derramar sangre de mi gente y mi

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familia por siglos. Sin embargo, en mi alma y espíritu sabía que debía de conti-
nuar y quién había venido a causar desgracia no era realmente Charles Laurent
da Bohemia, sino la sombra que te persigue desde que mis ancestros te conocie-
ron.

Alejándome bruscamente como un tirón hacia atrás, dejo de tener conciencia
de mi sueño y regreso al dolor que me causaba la cuchilla.
Entidad cinco–Creo que por esta noche siendo tu iniciación, es suficiente lo
que os has visto.
Entidad tres–El muchacho es más fuerte de lo que pensé.
Entidad dos–No creí que fueras capaz, eres el único que no ha estado en una
guerra como nosotros.
Entidad cuatro–La verdad es que las guerras del interior, son las más duras y
difíciles de enfrentar.
Entidad uno–No me miréis de esa forma, no debo ni puedo hablaros, porque
intuyes mal si pensáis que todo esto es completamente mi responsabilidad. Aún
no conocéis la otra mitad de la historia, por ello no podéis verme.
–Moribundo contesto a las figuras que en mi alrededor se encontraban de pie
mientras yo sangraba –Así que conseguí lo que quería, verlos de nuevo–
Entidad cuatro–Con métodos drásticos pero estás en lo correcto.
–Podrían por favor ya presentarse.
Entidad cinco– ¡Oh! Sí, ya puedes y ya es hora. Soy Charles Laurent da Bohe-
mia, nací en 1871 bajo la protección de la runa de Kennaz y morí en 1941 a la
sombra de Saille.
Entidad cuatro–Soy Fray Gaela Prioeti da Lacio, nací en 1154 y en mi mano
izquierda además de las runas de mis anteriores, se encuentra el símbolo griego
“ikh-Thoos” o Ichtus que significa que serví a la cruz. Morí en 1224 al resguardo
de mi abadía.

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Entidad tres–Soy Lugh Ederar del clan Vorgrimler, nací en Saille con la runa
arcaica del camino en el 407 y morí en el 527. Soy tu antepasado directo.
Entidad dos– Soy Daly Laurent da Lacio, nací en 91 a.C bajo la runa arcaica
de la realidad y morí en el 29 d.C. Soy quien complicó más las cosas.
Entidad uno–Ló único que debes saber de mí y ya lo habrás escuchado, es que
la runa que está en todos y cada uno de nosotros, es la runa arcaica del sueño. Es-
pero que cuando tengas conocimiento de toda nuestra historia, sepas comprender-
me y entiendas las razones del porqué lo hice.

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53
Un encuentro con mis alter egos
Después de tener presencia y conciencia en los sueños del pasado que poseo,
haber presenciado una convergencia de los hechos de existencia de mis anteriores
cuerpos y narrado por el hombre que se hacia llamar Daniel Sameel segundo del
clan Edana, la muerte parecía ya reclamarme y antes de pensar que en realidad
este sería mi último sueño, volví a encontrarme en la misma situación extraña que
estuve cuando niño, justo antes de morir en esa ocasión.
Charles–Bueno, creo por tener más relación en tus sueños me compete hablar.
Como sabes bien, los sueños que tienes son específicamente mis recuerdos y es-
ta ha sido la forma de hablarnos de un cuerpo a otro para decirnos que hemos vi-
vido mucho más.
Nunca lo hemos negado, ni incluso cuando fuimos Gaela...–Gaela hacia una
seña para insinuar que hablamos de él –Ni él en sus últimos días, se negó a ence-
rrar las memorias extrañas que poseía en su mente.
Hoy tú has hecho lo que ninguno hizo a parte de mí, enfrentarse con la muerte
por voluntad sin saber si sobreviviría o moriría, peor todavía sabiendo sobre la
transmigración la cual tú ya entiendes y lo hiciste intuyendo que nos verías de nue-
vo.
Daly–El muchachito es bastante astuto.
Lugh–No esperaría menos de nosotros mismos.
Charles–No hablen mucho por favor, esto me corresponde más a mí que uste-
des. En su tiempo Soralc los tendrá más presente.
–¿Por qué dices aquello?
Charles–Porque hoy, a pesar de que no has desbloqueado todas nuestras memo-
rias con todos nuestros cuerpos, el recuerdo que tuviste de mí, es clave para enten-
dernos en la búsqueda de los diarios.

311
Hoy haces que todos nosotros residamos en una única conciencia de tu cuerpo
físico, como también siempre fue Temne y él es algo... peculiar. Peculiar porque
siendo la forma del pensamiento de todos nosotros, nuestra alma, pareciera en mu-
chas ocaciones, ser muy distinto y sin embargo, cuando conozcas todo de mí, sa-
brás que pude entenderlo y mirarlos a todos para poder terminar con esto.
No hay mucho más de lo que te pueda decir, pues esto si es extraordinario y
realmente es mágico que no hayas muerto después de tantos días con aquella daga
en tu vientre.
Hoy es 24 de abril de 1982, primavera de luna diez menguante en el mes de
Saille, protegido por la runa veintidós de Inwaz y la hoja de la trascendencia, tú
has vuelto a ser uno con tus conciencias... Y no hablo de Temne y Ánima, esos
dos son casos muy a parte que ya los resolveremos.
–Cuando los conocí, Temne dijo que nos habíamos encontrado en la dimen-
sión de la esencia, donde todo volvía a ser uno y hoy…
Charles–Estamos en la realidad física, en tú realidad.
Daly–Después de todo no es tan listo –se expresaba mi antepasado con una son-
risa–
Charles–En aquella ocasión nos encontramos allí, porque efectivamente íba-
mos a morir, algo sucedió y tendrá que ver con nuestra especial situación. Hoy pe-
sé a tu gallardía e ignorado conocimiento de saber lo que pasaría, lo has enfrenta-
do, pero dije mágico porque mi sueño, tú sueño, ha durado siete días y has sobrevi-
vido a ello. Hoy no morirás, caminarás a los brazos de Suri y cumplirás lo que no-
sotros no hemos podido.
–¿A dónde debo ir ahora?
Charles–Ve al primer recuerdo que tengas de mí, todo lo demás seguirá en ca-
dena, sólo ten mucho cuidado de quienes nos buscan, pues de seguro ya ronda por
tu cabeza “Los reclutadores” y “Los longevos de Keltoi” Todos ellos muy conflictivos pues-
to creen saber completa la historia humana.
–Entonces si voy a vivir después de todo.

312
Charles–Pese a tener tantos rasgos míos, en ocaciones eres muy incrédulo e in-
genuo, además de obvio, pero no importa… yo lo era, por ello te comparan mu-
cho conmigo.
Gaela–Hoy no morirás, me negué a entenderlo toda mi vida y la vida me man-
tuvo en pie hasta que lo entendí.
Charles–Tus heridas sanarán en el momento que saques la daga.
Daly–Y desaparecerá cuando intentes descubrirla.
–¿Por qué?
Charles–Tengo mis ideas, sin embargo ahora estoy en ti… ya lo deducirás.
Gaela–Ya es hora de irnos, no podemos quedarnos por mucho, alteraríamos
más nuestra existencia.
Charles–Ya lo escuchaste.
–¿Los volveré a ver?
Lugh–Seguramente, pero ya no en estas mismas situaciones. Si eres inteligente
sabes que te jugaste a la suerte, y nosotros no jugamos con los dados, jugamos aje-
drez y lo hacemos con la voluntad.
Charles–Pues nos tenemos que ir, seguiremos todos vivos en ti. Al regresar sa-
brás quien eres y lo que debes hacer.
–Lo mismo dijo Suri.
Charles–Pues ella nos conoce, Suri nos ha guardado bien igual que Abraham y
la familia Edana.
–¿Los Edana?
Charles–Ellos también son nuestra familia... Nos veremos pronto Soralc, hijo
de Saille.
Mis alter egos desaparecieron como la niebla, la sangre en mi abdomen estaba
seca y ya no sentía dolor alguno. Cuando saqué la daga, verdaderamente fue má-

313
gico, pues mi herida se cerró y cuando me levanté, otra experiencia más profunda
y realmente inconfundible entre tristeza e ira se hacia presente.

314
54
El percibir de un escalofrío VI: Sombras a la noche

En algún lugar de Italia…


–Al parecer su alter ego ya ha tomado conciencia de sus personalidades. ¿Qué
deberíamos hacer ahora?
–Creo que debería presentármelo por segunda vez.
–¿Una experiencia onírica?
–No, él está en esta realidad, jugaré con ello para confundirlo.
–Está haciendo de esto una novela de fantasía mi señor.
–Solamente un poco mi querido Alejari.
Alejari–Tenga cuidado mi señor Owen, los Keltoi y Reclutadores han vigilado
muy de cerca a esa familia desde la muerte de su gemelo.
Owen–No me cuides mucho, sé lo que hago, recuerda que sigo siendo tan anti-
guo como el muchachito dueño de mi completar existencial.
Alejari–Prepararé la ceremonia.
Owen–Apuesto a qué ni me recordará.

Poniéndome en pie bajo una luna con su luz traspasando las copas de los árbo-
les, la daga que había encontrado en el manantial, desaparece de mis manos como
la obscuridad camuflándola. Ya en el momento en que me disponía a regresar si-
guiendo el camino que utilicé para hallarme donde me encontraba, esa misma obs-
curidad que ocultaba la daga, parecía obtener cierta forma humana visible.
–¿Has disfrutado tus dones como es debido?
Esa obscuridad se convertía en el ente de sombras a la noche.
–¿Quién eres?

315
Sombra–¡Vamos! ¿Me has olvidado tan pronto?
–Tu voz... Sé que la he escuchado, desgarras el aire cuando hablas, tu aroma a
azufre es pútrido, provocas horror con tan sólo sentirte. Pensé como todo lo de-
más serías nada más parte de mi imaginación.
Sombra–Bueno, te desmayaste cuando me conociste y al parecer has crecido
mucho, pues ahora entiendes un poco mejor lo que te sucede y aunque no te diré
mi nombre, es también importante para mí que sigas tu camino, nuestro camino.
–¿Perdón? ¡Nuestro!
Sombra–Verás... Tú eres mío y todo este tiempo sin saberlo me has servido, pe-
ro efectivamente incluso cuando te diga esto, tu continuarás el camino que preci-
sas. Soy tu penumbra, tu dolor, tus lágrimas que nadie más ve y únicamente yo
soy capaz de acoger. Soy la ira, la sangre y el orgullo que dejamos desde el princi-
pio. Soy la expresión viva te todo tu enojo, tristeza y soberbia que existió y que
existe en ti. No soy Temne, soy su opuesto, pues si él es la razón, yo soy tu sen-
tir… también soy tu alma.
Del hoyo en donde hombres olvidan su vida y de los abismos en el cual muchos ocultan menti-
ras, ya un número desconocido dice; eme aquí soy tú herida.
Donde palabras vagas van, vienen y sus sonidos son melódicos al sentir del propio grito del co-
razón, todas ellas tratando de decir; eme aquí soy tú desazón.
Entre pasos y repasos de los mismos pasos, se entierra las huellas de una volátil noche que pa-
sará como otras al olvido de unas cuantas horas. Allí mismo se oye el eco de la paredera ladrilla-
da diciendo; eme aquí soy tú dolor.

En aquel mismo lugar donde errantes nigromantes buscan luz, buscan la estruendosa trompeta
que anuncie el fin y el principio ¡pero no! Qué tonto aquel hombre que cree que buscando luz tan
fácilmente la hallará, más bien debe saber que no se encuentra el cenit del fénix sin un a priori del
Hades.

316
Qué insistencia y que terquedad de la humanidad, de una y otra vez probar la manzana de su
decadencia. Dulce es su caída y muy dichoso su lamento, pero más aún dulce y dichoso es su racio-
nal pericia cuando se da cuenta de que encontró la vid de David, pues sólo un verdadero artista
crea una mentira para hacerla ver verdad y de aquella verdad convertirla en realidad.

Y en las sombras a la noche me conoces tan bien.


En las sombras a la noche eres presente de mis lágrimas y augurio de mis dádivas.
En las sombras a la noche cuántas veces no me he reposado en ti para que contemples mis pe-
nurias, mis sollozos sin ningún calmante los escritos del navegante.
Este aquel que tú mismo le haces, este mismo que navega pero no a la mar.
Que navega solo al viento y al azar.

En las sombras a la noche el amante de los pies descalzos, bohemio del blues y hedonista del
momento exacto.
En las sombras a la noche me hicisteis así para ser uno de ustedes.
Por qué no soy de mí, sino es más de mi cuerpo y creo que hasta mi cuerpo fue creado para be-
neficio de ti.
Cuánto más soy prestado en esta tierra y tú como la noche, sos testigo de mi formación noctur-
na y haces que de lo que escriba se pueda leer.

A barlovento el soplo en mi rostro cual brisa de invierno y sotavento el escalofrío del muerto vi-
viendo en mi cuerpo.
Paseo mediante tu obscuridad y la luz de lo plateado, calles solariegas se presentan ante mí o
una que otra alma al oriente se contempla porque sí.
En las sombras a la noche los siete pecados capitales bailan, en el lúgubre espacio de hombres
sin camino o sólo desviados por capricho.

317
Se mira aquella bella ninfa cantando sus pesares, enajenando su carne por el hambre. Es un
enigma sus razones, si por costumbre o por placer.
Allí se encuentra el policromo desfilando su yo lujurioso, el simple que no ha sido educado y su
pereza se hace palpable a su existencia. El caballero que pretende perder la razón a raíz de su gu-
la insaciable y el que es víctima de la ira al ser maniatado por la envidia.
La avaricia y la soberbia hablan por sí mismas ya que, cada uno de los hombres visten sus me-
jores galas y presumir su aparente encanto ante la real volición de la carne y su superfluo empaste.
Y un hombre sabio no puede hablar de lo angélico sin antes haber hallado su pecado.

En las sombras a la noche de esta noche, centré mi mirada a lo vano que puede ser el hombre,
y lo lascivo que es para sí mismo cuando a su ánima busca, o tan sólo a su cuerpo gusta.
Soy el que está en las sombras de esta noche y oculto en la obscuridad escribo lo que veo. Miro
con miedo a la humanidad y a las penumbras que detrás de ellos van. Impulsan al hombre en su
discordia con su vida a lo celeste. El insulto al saber no les importa y ya pronto el alba se acerca,
regresaré a mi cuerpo viviente que es mi cerca.
...
Sombra–Ya nos volveremos a ver Soralc más pronto de lo que piensas.
En la obscuridad más densa, él se hacía más claro y desaparecía, pero pese a en-
contrarme en un horror incómodo, no pude dejar de meditar si la situación que
percibí junto a él, era verdaderamente empática a mis reales intenciones y senti-
mientos. Él tiene una historia y una motivación que desconozco. ¿Él realmente es
parte de mí?

318
55
Lágrimas de ayer

24 de abril de 1982, 03:47 am


Estaba pronto a llegar a la entrada de la arboleda.
Temne–Te has y nos hemos arriesgado mucho.
–Qué más da, ya estamos aquí.
Temne–¿Te sientes diferente?
–Deberías saberlo y ciertamente hoy denoto todavía más que es cierto que oca-
ciones eres diferente.
Temne–Al parecer este encuentro si tuvo su relevancia.
–Entonces no preguntes lo que ya conoces, has sido mi gran compañero por
mucho y un día ambos conversamos que en algún momento podríamos entender
mejor lo que nos sucede... parece que ya está sucediendo.
Temne–¿Por qué lo dices?
–Porque incluso en lo ilógico tendría que haber lógica.
Temne–¿No entiendo muy bien?
–¡A eso me refiero! Si nos acogeríamos a la tricotomía, la realidad del cohabi-
tar, esta realidad, no tendría porqué tener dividida mi existencia, únicamente te-
ner conciencia de ustedes, sin embargo, no es así. Ustedes existen y parecen ser ca-
da vez distintos de lo que hipotéticamente son, el mismo individuo, el mismo ser,
mi existencia en esta realidad. Tan clara es la prueba que conversamos los dos co-
mo personas diferentes, aún con los supuestos preámbulos, tú y Ánima son yo y si
así fuera, como dije; no debería estar hablando contigo sino sólo tener la concien-
cia de su existencia como algo ideal y no lo es, ya que la excusa que tenemos para
explicar nuestra “división” es un acontecimiento nada específico y nada claro que
se hizo en el pasado y sin embargo pienso… ¿y si tú y Ánima no se desprendieron

319
de mí, o tal vez yo únicamente sea otro huésped como ha pasado con mis otros
cuerpos?
Temne–¿Entonces por qué compartiríamos, cómo decirlo vida… vidas, existen-
cias?
–Parece que ahora soy yo quién deduce mejor, curioso porque cuando te cono-
cí parecías saber más. Eras el introductor al mundo que estaba conociendo, eras
el narrador y el entendido, por eso es que hoy supongo podríamos ser diferentes,
incluso más con saber de la real presencia de aquella sombra a la noche, que si fue
por confusión o no, a él también los siento como mío e igual percibir de ti y Áni-
ma.
Fuera de todo como lo dije; has sido mi gran compañero, imposible negar tu
semblante, como un niño que siempre necesitó de alguien más para estar seguro
de su existencia, eres un amigo extraño.
Temne–Pues espero no ser tan diferente como piensas y si únicamente soy tu
mente con forma propia, pues es mi honor pertenecer a ti y ser tu compañero.
–Ven, vamos, alcanzo a ver a Suri.
...
Cerca de mí, a unos diez pasos, la anciana de Algiz me esperaba con una son-
risa mas grande que cuando me dejó ir.
Algiz–Sabía que lo lograrías.
–Con todas estas cosas mías, no creí fuera tan dramático mi paso a la madurez.
Algiz–¿Sabes ya qué hacer?
–Visitar el Luv, mi viejo bar de café y vodka a la hora del ocaso, allí empecé a
olvidar el amor…
Algiz–Parece que ahora tienes iniciativa al menos de intentarlo, pero... ¿Será
que ya lo entiendes?

320
–No lo sé, he tenido varias pruebas de ello durante mi corta vida en este presen-
te, como tú ahora esperándome con los brazos abiertos. Charles habló de ello con
suma tristeza, supongo que por haber regresado no deba de hacerme ojos ciegos.
Algiz–Sé que eres muy antiguo, pero esto del amor es grande, no escaparás de
ello, traspasa tiempo, espacio y dimensiones.
–Pareces una novela romántica abuela. Ven, vamos a casa, ya debes estar can-
sada y es culpa mía por lo que has pasado.
Algiz–Ahora suenas como mi viejo amigo.
–Porque lo fui como Charles y lo seguiré siendo como tu nieto Soralc, hijo de
mi propia historia que es la tuya.
Algiz–Hijo de un Sauce frondoso y su fuerte raíz que es su familia.
–La familia... Tendré que descubrir qué tipo de familia he hecho.

Saliendo de la arboleda y pronto al pórtico trasero, mientras caminábamos len-


to y yo abrazando a la anciana de Algiz, voltee porque un ventarrón sacudió la ar-
boleda y escuché...
Ánima–Yo estaré más cerca ahora…

Como una brisa de estopa gris.


Como un ansia de sueño utópico.
Llegas a mí mística creación del bien.
Llegan a mí tus alas de agonía.
Sin más que hacer.
Me reposo en tus lágrimas de ayer.
Esperando extinguirme para otra vez ser.

321
¿Qué son esos sonidos que escucho?
¿Qué es el aroma que percibo?
Son la soledad y la melodía de lo celestial.
Es la respiración y la tranquilidad de tu calor.
Eres un único, eres un yo.
Eres el viento, eres barlovento.
Ángel perdido del tiempo, ángel guardián de mi cuerpo.

Toma mi esencia y piérdete en mi presente.


Memoria tu pasado, reencarna lo anhelado.
Siente mi corazón pasional que pide libertad real.
Siente mi alma errante que pide un lugar constante.
Decime si sabes vos del devenir.
Decime si sabes que en esta vida también volveré a ti.
Decime; yo estoy en ti, yo vivo por ti, yo existo porque mis alas están en ti.

Mi mente se es alba en madrugada.


Llegan las palabras inspiradas.
Es hora de escribir o pensar o tan sólo soñar.
Me hablas y entiendo tu lenguaje.
Me hablas y comprendo tu semblante.
Más despierto, desapareces y caigo de nuevo a los peces.
Tu visita de obscura noche se encierra de nuevo en la conciencia de los jueces.

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¡No puedo ocultarte más! ¡no puedes ocultarme más!
Yo soy tu corpóreo y de ti soy tu cárcel.
Déjame ser luz y yo te dejo ser viento.
Escribamos nuestro encuentro y memoremos un sólo recuerdo.
¿Qué? ¿Me dices que el tiempo lo impide?
Que aunque el espíritu sea el mismo, el cuerpo siempre será diferente.
Tres dimensiones es nuestro destino, hablar en un poema es el camino.

De un pasado nostálgico, el espíritu se encuentra con su cuerpo presente


Lágrimas de ayer encerrada en los tiempos
Lágrimas de ayer comprendida en su elemento.

Dejé de mirar la arboleda, Suri y yo entramos a casa con la tranquilidad más


grande que en mi vida pude tener.

323
56
La muerte de la anciana de Algiz: Un Sauce seco

Damian–Ya va semanas así… ¿Crees que?


–¡Ni se te ocurra!
Damian–Sé que es duro, pero es una verdad a la que debemos estar prepara-
dos.
–Ella... ella no puede morir, es mi vida.
Damian–Las familias del clan hemos reunido para hacerla curar con los mejo-
res doctores y tú has visto que ya no da respuesta a medicamentos. Es más, man-
dó ya hacer su testamento final y mi padre se está encargando de eso.
–Supongo que todos deberán estar contentos con lo que recibirán.
Damian–No digas eso, frente a lo engañoso que son tus familiares, ellos al fin y
al cabo siguen pendientes de ella y por aprecio o lo que sea, siempre se reunían
cuando Suri llamaba, más todavía hoy.
–No me extraña... ¡En dónde está Sebastian, debería estar ya aquí! No lo veo
desde que vine antes de mi cumpleaños. ¿Qué tanto se fue a hacer?

En la habitación Algiz habló con vos ronca.


Algiz–Hijo... ya deja de pelear con Damian, venga para acá.
–Después hablamos –me dirigía a Damian–
Damian–No te preocupes por Sebastian, hoy está de regreso, lo iré a esperar a
la parada del tren, no demoraré.
Mientras Damian bajaba las escaleras, yo entraba a la habitación de Suri.
Siempre me gustó su alfombra color café vino. Su cama era bastante grande de
ropajes grisáceos y frente su cama había colgado un cuadro con dos lirios juntos.

324
Uno con colores claros demostraba lucidez y el otro con colores opacos demostra-
ba insania, sin embargo, los dos lirios eran blancos y tratando de encontrarse.
–Cómo estás Suri.
Algiz–¿Ya no soy tu abuela?
–Abuela, no exageres –Suri reía un poco–
Algiz–Nada más estoy bromeando Soralc. Ven, ven a abrazar a tu abuela.
–Yo me acosté alado de ella y su cilindro respiratorio alado.
Algiz–¿Por qué peleabas con Damian?
–No quiero perderte.
Algiz–Pero sabes que es parte de nuestra vida, no hay como escapar de ella.
Aunque tu lo hayas hecho, has muerto para regresar, el ciclo también se ha aplica-
do a ti.
–Si me pongo a pensar más en eso, dejaré que mis emociones me dominen y
aborreceré mucho más encontrarme en este presente.
Algiz–¿Por qué lo harías? No deberías, ¿no te da alegría verme de nuevo?
–Suri, me da tanta alegría verte, pero no así, cuando te dejé con mis secretos
antes, no pensé presenciar tu muerte. Sabes el dolor que cargo y no sé si puedo se-
guir soportándolo.
Algiz–El dolor que sientes es por amor, ves que has hecho lazos que si son signi-
ficativos.
–Y ahora con mi joven vida y siendo tu nieto, ¿piensas que ya lo entiendo?
Algiz–Pienso que siempre lo has entendido, sólo que como mencionas el dolor
y la ira que tienes te ciegan, por eso prefieres mirar otro lado o mirar como si los
sentimientos fueran de utilidad para manipular, y somos seres humanos Soralc, no
máquinas.

325
–“La delicadeza y frágil humanidad de la que soy parte, debería darse cuenta de que siempre
en momentos como estos, es que todo lo que hayamos hecho no sirve de nada si no se construyó vi-
da, vida con amor”
Algiz–Lo que expresaste antes de irte a enfrentar a la muerte como Charles
Laurent da Bohemia. Hoy como Soralc, ya lo has hecho dos veces. ¿Entonces por
qué si mi antepasado y mi sucesor no tuvieron miedo, hoy debería temer yo?
–Porque te aferras tanto a un hilo de vida que hiciste y que al último minuto de-
searías volver.
Algiz–Pero eso no lo podré hacer yo, no todos regresamos como tú en incluso si
pudiera, lloraría como vos viendo morir a gente que amé y lo negué. Deja ya esa
carga mi niño, si has vuelto no es para hacer las mismas cosas que causaron tu
muerte espiritual y de tu alma. Has transmigrado por muchos cuerpos. ¿No es ho-
ra ya de preguntarse que es lo que estas haciendo mal? ¿en serio quieres seguir
cambiando y caminando solo?
–Y si me equivoco de nuevo, y si fallo e involucro a mas personas que deban vi-
vir pero mueren por mi culpa.
Algiz–Te refieres a los Edana, ¿verdad?
–Los he visto y no fue muy agradable.
Algiz–No sufras hijo, Crees que me iría sin al menos no resolverte una duda
más, aun cuando ya estés consciente de quién eres.
–¿Qué me quieres contar ahora?
Algiz–Sebastian, él mismo te lo contará.
–Tú y tus intrigas siempre me tuvieron muy ansioso, mejor te pregunto a ti si
quieres guardártelo en la posición que te encuentras. Ya no será como cuando era
niño y esperaba los cuentos que nunca acababas y tenías tiempo para darles un
buen final, sabes que hoy no será así.
Algiz–El tiempo hijo mío... “Entregar tiempo es entregar parte de vida”
–Lo he repetido siempre.

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Algiz–Entonces he entregado bien mi vida a quienes lo valoran realmente. Da-
me tu mano.
Suri con sus manos arrugadas y blancas toma mi mano izquierda y abrió mi
palma.
Algiz–Cuando te conocí tú ya eras un poco anciano, llegaste con ropajes descui-
dados, una barba muy abundante y bastante delgado. Abraham te saludó como
recibiendo a un familiar más, Ferder y yo nos habíamos casado hace poco y ya ha-
bía nacido Felisia e Ispabel. Ferder dijo que también te conocía y que eras nuestro
antepasado, no lo entendía en ese entonces. ¿Cómo alguien fuera de nuestro clan
podría ser nuestro antepasado, mas todavía siendo de la edad de Abraham?
Todo después de verte se tornó mágico, nostálgico y maravilloso. No te conta-
ré los detalles porque sabes bien que Ferder y yo te acompañamos hasta tu muerte
y fue en ese día que nos encargaste esto –una llave de plata sacó de su puño y la
puso en mi palma–
Seguro ya habrás abierto una caja con similar llave con Ferder, tú nos las encar-
gaste para que cuando regresaras pudieras recordar más y ya no sólo ahora que te
has encontrado a ti mismo, sino para entender lo tan importante que es el tiempo
que has vivido, que realmente has hecho familia y que te han amado, y que fuera
de toda esta mística que te acompaña, para nosotros tú ha sido un regalo.
Sebastian tu hermano, mi hijo también, es la prueba de que la familia te acom-
paña. Él nació en 1929 en el seno de la familia Edana, su padre es Daniel Sameel
segundo del clan Edana y su padre se sacrificó por ti para que vivieras una vez
más. Sebastian se quedó con nosotros desde entonces y después de un ritual, tu
hermano recibió un don más elevado que el tuyo. Ha tenido veintiún años desde
1950.
La puerta se abrió de repente y Johan Sebastian Vorgrimler Ederar Sameel ter-
cero del clan Edana estaba parado allí.
Algiz–Él fue a traer tu caja que la guardé muy lejos de aquí para protegernos
de la sombra que te persigue. Ferder tuvo mucha prudencia para guardarla, él
también sabía que tu honor debía ser protegido y que la muerte siempre te ha ron-

327
dado, más la mandó a buscar también cuando supo que ibas a su casa. él tanto co-
mo mi persona teníamos nuestros supuestos cuando naciste, y no nos equivocamos
al parecer.
Sebastian fue quien entregó el primer cofre a Ferder en Ecuador, tú no lo sa-
bías pero él también te a cuidado mucho desde antes de que nacieras, incluso sin
saber si el sacrificio de su padre resultaría, hoy está parado frente a ti para seguirlo
haciendo como Saudade y nosotros lo hacíamos. Para Ferder Abraham
Vorgrimler y yo, Suri Meril Ederar nuestro tiempo ha acabado, deja de pensar
que nos has perdido, cumple el camino que has hecho y repónlo. Te amamos, te
amo…
Suri dejó caer su mano que se guardaba en la mía, su cabeza giró un poco al
descanso de su cabezal izquierdo, no pude hacer nada, ella había muerto… mis lá-
grimas cayeron en su alfombra de café y vino.

Ella mi historia, ella mi calma.


Yo su alegría, yo su tristeza.
Sabia la anciana de Algiz.
Sabio su caminar.

Cuando los recuerdos hablan y la memoria se camufla entre los buenos y malos sentires.
Es cuando empiezas a ver que debiste cosechar mejores vivencias para contarlas en experien-
cias.
Cuando ves cerrar los ojos de quien amas y soltar la mano de quien veías cantar.
Es cuando empiezas a extrañar una mirada y tocar la piel de quien solías apreciar.

¿Qué alma, qué espíritu, qué cuerpo es apto para esta realidad del dolor?
¿Qué sentir, qué pensar, que realizar es apto para esta materialidad del clamor?

328
¿Clamor? ¡Claro! Todos clamamos por un poco más de vida cuando la muerte se hace presente
en lo ausente.
Es primavera y lo siento otoño, ¿por qué lo relacionamos con el nuevo amanecer y atardecer?
¿Es que el ciclo realmente tiene que ser así? ¿No puedo percibir calidez en invierno?
¿Es mucho pedir un abrazo cuando ya todo se ha ido?
Sí, al parecer es mucho, son los procesos, son los tiempos, son la voluntad y el amor que deja-
mos ir cuando ya todo ha terminado su estación.

Los espacios vacíos no se pueden llenar así nada más.


Cuando se escapa la luz no se la recupera con sólo prender un interruptor.
No esperes sentir la despedida cuando no has hecho nada para la estadía.
¿Qué te sucede? Pensé eras mas lógico, más cuerdo.
Te has mentido, te has engañado. No eres más que la rutina y la excusa de lo ordinario.

Ahora te lamentas, ahora lloras, ahora te das cuenta de que el amor existe.
Que el amor alimenta, que el amor encuentra, que el amor persiste.
Sauce seco eres y raíces en coincidencia hicisteis.
No has planificado nada, no eres pasado, no eres ni futuro, eres un presente ausente.

Sauce seco sin echarte de menos estarás.


Sauce seco a tu familia por orgullo condenarás.

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57
Johan Sebastian Vorgrimler Ederar Sameel tercero del clan Edana

Sebastian–Los preparativos para la cremación ya están, es mejor que vayas a


caminar, Damian y yo nos encargamos, el resto de la familia vendrá pronto y su-
pongo que no quieres verlos.
–Me quedaré con ella.
Sebastian–Como tú quieras, ten... fui a verla para ti.
Era un similar arcón del que ya había abierto.
–Déjalo por ahí, lo vendré a ver cuando hayamos unido sus cenizas con su pro-
tector.
Sebastian–No lo creo... Lo llevaré conmigo porque todavía eres muy débil para
abrirlo.
–¡Débil!
Sebastian–Sí, lo eres. ¡Deja de llorar! Haremos esto con cuidado y el mayor res-
peto que un druida pueda tener.
Sebastian empezó a arreglar el cuerpo de la anciana de Algiz con mucha pre-
caución. Abrió un cajón y tomó la vestimenta que al parecer ya estaba preparada.
Él junto con Damian la empezaron a cambiar y yo solamente estaba allí, inmóvil.
Damian–Vé a ducharte al menos, lo necesitas...
No podía responder más que un silencio incómodo.
Sebastian–!Estás comportándote como un niño¡ !vete a la ducha por favor¡
–¡Me quedaré aquí!
Sebastian– Entonces no seas un estorbo.
Damian–Estás siendo muy duro.

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Sebastian–Para mí tampoco es fácil y con su actitud no nos hace mas factible el
camino. ¿Quieres recuperarla? ¡No será así! Lo que tenemos no es igual con todos,
por favor ayúdame…
–Iré a caminar entonces.
Damian–Regresa antes del ocaso, será el momento de unir sus cenizas con la
arboleda.
–Lo haré.
La tarde estaba en calma y caminé tanto hasta que sangraron mis pies de hacer-
lo y volver. Algiz…
–Sebastian es el adecuado para dirigir la ceremonia.
Damian–Ni sus hijos biológicos podrán hacerlo mejor... No te vi al llegar.
–No importa.

La ceremonia se dio en el patio trasero, cerca de la arboleda sagrada. Todos
vestían ropajes sencillos, tomados de la mano en un círculo rodeando a Suri, el
viento soplaba ligero y su aroma era a canela y madera…
Sebastian–La anciana de Algiz no únicamente es un apelativo, es la druidesa,
es la madre, es la última dueña de esta comarca. No diré que la extrañaremos por-
que eso no es cierto ya que, se extraña lo que no está y Suri Meril Ederar hoy for-
mará parte de la arboleda sagrada que como el nudo de la eternidad, estará sin
tiempo ni espacio en la esencia y su existencia. Y sí, la existencia también puede
estar exenta de las leyes que en esta realidad se impongan, porque no es una exis-
tencia que la veamos con ojos humanos del proceso y las etapas, es la existencia
que trasciende lo material y lo ideal y eso es incognoscible.
Nuestra sabiduría ha sido heredada en lo oculto de la retórica, somos poetas,
somos cantores, somos gallardos, somos heroicos. Somos la magia que da sentido
a la vida. Sin nosotros no se conocería lo íntimo que puede ser el ser humano con
la naturaleza, sin nosotros no habría un respiro hondo, sin nosotros no habría senti-
res profundos. Y por la intimidad de ello, hoy Suri, serás ceniza de la ceniza que

331
te dio la vida. Gracias por tu huella y por convertirte en nuestra cuidadora. Te
amamos.
Damian–Vamos a tomar algo.
–Vamos.

Un fuego vehemente ardió durante toda la noche y amanecer consiguiente. Se-
bastian se quedó hasta recoger sus cenizas mezcladas con su guardián que tam-
bién era un Sauce. La mayoría de familia ya se había ido y pocos durmieron en el
hogar de Suri. La mañana fue fría y nadie decía nada. Damian y yo igualmente
dormimos sentados en el pórtico trasero acompañando a mi hermano.
Sebastian–Vamos a ducharnos, hoy mismo empezaremos tu viaje.
–¿Lo dices en serio?
Sebastian–¿Ves que tenga ánimos para bromear? Cuando salga espero ya estés
listo. Vamos Damian…
Sebastian estaba muy frío conmigo, tampoco es para menos, él fue el encargar-
se de todo en la ceremonia de la abuela.
A media mañana yo había alistado ya mi ropa y un poco de cosas más para ir a
París, allí es en donde empiezo a recordar mi anterior vida. La puerta de mi habi-
tación se abre de pronto.
Damian–¿Estás listo?
–¿Iremos los tres?
Damian–No esperarás que te deje a ti y a Sebastian solos como par de bobos
que han sido siempre, ¿no?
–Supongo que no.
Damian–Además no me perdería semejante travesía, por otro lado… vendrá
alguien más con nosotros, es un amigo cercano de Suri, te conoce y créeme que
nos ayudará.

332
–Me resulta un poco curioso. ¿Quién es? ¿Cómo se llama?
Damian–Ya lo verás.
Bajaba ya las escaleras a la sala de estar y allí se encontraba un joven de unos
veintiséis años podría suponer.
–Heee… Hola.
–Damian dijo que me conoces pero la verdad yo no a ti. ¿Cómo te llamas?
–Oh sí, disculpa. Mi nombre es Geancarlos Intvis de la familia Alain.
–¿Alain? Me estás diciendo que eres descendiente...
Gean–Sí, soy hijo de un longevo de Keltoi y estuve en la sombra cuando fuiste
Charles Laurent da Bohemia y cuando Sebastian heredó inmortalidad real y aho-
ra contigo que eres Soralc.
–Mis recuerdos me dicen que debo de tener cuidado con ustedes.
Gean–Suri también me temía, pero pronto descubrirás que sólo queremos ayu-
dar.
Sebastian–¿Están listos todos? Oh… ya veo que conociste a Gean.
–Todavía tengo cosas que concretar.
Sebastian–Lo harás, pero antes de partir abre la caja… Ten.
–¿Esto es lo único que me queda de Suri?
Sebastian–Únicamente un hombre que no tiene nada, da todo lo que nunca tu-
vo.
–La familia que perdí y la inmortalidad que pude haber pedido para recuperar-
la y sin embargo…
Sebastian–Y sin embargo sigues siendo vacío.

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