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HOWARD BECKER.
SUMARIO:I. INTRODUCCIÓN. II. RESPECTO AL CONCEPTO DE “CONTROL SOCIAL”. III. LA TEORIA DEL
ETIQUETAMIENTO, DE LA REACCION SOCIAL O DEL “LABELLING APPROACH”. 3.1. Principales Antecedentes. 3.2. La
teoría de la rotulación o “labelling approach según el enfoque de HOWARD S. BECKER. IV. ANALISIS CRÍTICO DE LA
TEORIA DEL “ETIQUETAMIENTO”. CONCLUSIONES. BIBLIOGRAFÍA.
I. INTRODUCCIÓN.
Los sociólogos definen el Control Social como una extensión del proceso de
socialización, mediante el cual una persona aprende y se conduce conforme lo
que se considerada “adecuado” para su sistema social. Como lo anota Joseph
Fichter, para actuar “....hace presión sobre las personas para que se
conformen con las pautas, papeles, relaciones e instituciones que son
considerados de alto valor en la cultura.” Su acción,-y esto es oportuno
recalcar- no se restringe al concepto estatal únicamente. “La sociedad
contemporánea conoce y teme el poder dominante del Estado sobre los
individuos. Sin embargo, las exigencias de la institución política en la
mayoría de las sociedades son de hecho indirectas e impersonales. Mucho
más poderosa es la influencia de otros grupos, y es un axioma que los
pequeños grupos primarios ejercen sobre el comportamiento individual
mayor y más directo control que las grandes asociaciones secundarias”. 1
El control social no tiene un solo nivel de acción, en función pluralidad- individuo.
Existe un control inverso; el jefe ejerce su influencia sobre el grupo para que se
allane a los valores que fomenta o representa. Existe también la presión de grupos
sobre la totalidad de la sociedad, como es el caso de algunas minorías políticas o
los llamados “grupos de presión económica”.
La distinción básica entre los tipos de control social es la siguiente:
-Controles Formales: Los que el sistema elabora cuidadosamente, son
promulgados solemnemente y son de carácter obligatorio para todo aquél que se
encuentre de algún modo subordinado a la autoridad que establece la norma. De
tal tipo son las Leyes, decretos reglamentos, etc.
-Controles informales: Son de tipo más sutil y se usan para imponer un
comportamiento acorde con las prescripciones del sistema social.
En tal área de acción, podemos encontrar otros tipos de control:
1
Fichter, Joseph: “Sociología”. pp.373-384
-Control de grupo, que es ejercido por la totalidad sobre sus integrantes
para mantener su cohesión interna. Tiene varios niveles: el familiar y
educativo, el económico y político, el recreativo y religioso.
-Control Institucional, que es el que ejerce el grupo sobre la totalidad social,
repitiendo comportamientos establecidos y desarrollando en otros la
progresiva aceptación a tales comportamientos.
De otra parte las pautas de comportamiento establecido y aceptado por la
sociedad, deben ser comunicadas a aquellos que están obligados a
mantenerlas. Sin una efectiva comunicación, y en varios niveles, el control
social no tendría forma de llevar a cabo su misión. Se requiere que las
reglas consideradas básicas o fundamentales, sean internalizadas por
todos los miembros. Esto se logra mediante mecanismos de carácter
formal, como son las órdenes o mandatos emanados del Estado o de la
autoridad (Leyes, decretos) o mediante mecanismos indirectos o informales,
como el proceso educativo, la publicidad y la propaganda.
Como podemos apreciar, el control social de carácter informal cumple un rol
trascendental para establecer los motivos o intereses que llevan al poder
político a crear la imagen de la criminalidad. La instancia familiar produce
esquemas de comportamiento en el individuo; los miembros de la familia
reciben roles sociales que se espera sean cumplidos a cabalidad. El
proceso educativo en sus primeros años está generalmente construido en
base a conceptos como “obediencia” y “disciplina”, defendiendo el modelo
social preeminente a través de su estructura. Los medios de comunicación,
por su parte, imponen modelos de comportamiento por medio de la
publicidad.
En tal sentido, es válida la conclusión de Villavicencio Terreros:
2
Villavicencio terreros, Felipe, “Introducción a la Criminología”. pp.134.
III. LA TEORIA DEL ETIQUETAMIENTO, DE LA REACCION SOCIAL O DEL
“LABELLING APPROACH”.
a) Interaccionismo simbólico,
b) Etnometodología.
Esta visión está basada en la concepción teórica del hombre, a la vez producto y
productor de su realidad social. La interpretación, el sentido de las acciones, es
resultado de las interacciones que tienen una intencionalidad y un objeto; este
sentido es objetivo en la medida en que la interpretación es intersubjetiva. Se llega
a la interpretación de que una situación es real si los involucrados la definen como
tal (pragmatismo). Los hombres construyen la verdad, es decir, la verdad no
existe, por sí como tal.
3
Becker, Howard: “Outsiders” pp. 9, 10.
anota Villavicencio Terreros,”...la conducta desviada es el resultado de un
proceso de interacción que tiene lugar entre la acción que se cuestiona y la
reacción de otros individuos.”4 El objeto central del análisis es la definición de
la criminalidad, que se hace en las circunstancias ya mencionadas.
Ahora bien, después de haber sido definidas las normas y delimitada de tal forma
la criminalidad, debe tomarse en cuenta el hecho que la sola violación de éstas no
ocasiona la calificación de un comportamiento como antisocial o desviado, como
se ha anotado en los párrafos anteriores. La fijación de las normas debe
combinarse con la percepción del entorno social. Becker plantea la siguiente
tipología:
4
Villavicencio, op.cit.
una sociedad compleja en la cual exista más de un código aplicable a la misma
persona y situación.
Dentro de su esquema sociológico conflictual, en el cual los grupos sociales están
siempre tratando de imponer sus reglas a otros, una importante cuestión salta a la
vista: :
”... Who can, in fact, force others to accept their rules and what are the
causes of their success? This is, of course, a question of political and
economic power”. (“¿Quien puede, de hecho, forzar a otros a aceptar sus
reglas y que ocasiona que tengan éxito? Esta es, por supuesto, una
cuestión de poder político y económico.”)5
Becker apreció que en Estados Unidos de Norteamérica los negros tienen reglas
hechas por gente de raza aria; los inmigrantes o integrantes de una etnia diferente
siempre tenían reglas diseñadas para ellos por la minoría protestante anglosajona.
Igualmente la clase media norma lo que debe llevarse a cabo por los que
pertenecen a clases más bajas. Simplemente, porque tienen preeminencia sobre
el resto de la comunidad, ya sea por riqueza o por tener a su lado algún tipo de
fuerza coercitiva.
Sobre este fundamento eminentemente político, se explica el comienzo (pero no
el origen) de las carreras delictivas. Sin dar demasiada importancia a las
motivaciones internas, Becker afirma que no hay razón válida para asumir que
solamente los que efectivamente incurren en un acto desviado son los que sienten
el impulso de perpetrarlo. En tal sentido, antes que preguntarse porque hay gente
que tiene impulsos criminales, hay que preguntarse porqué existe gente que no
cede a estos impulsos. El desarrollo normal de la Sociedad puede ser visto como
una secuencia progresiva de mandamientos en pro de instituciones y nuevas
convencionales sociales. La persona “normal” que descubre en sí un impulso
desviado, puede sopesar las consecuencias que le acarrearían el ceder al mismo.
Un adolescente clasemediero reprime su impulso de abandonar la secundaria
5
Becker, op.cit. pp.13-14
porque su futuro ocupacional depende de que tenga una instrucción completa.
Igualmente, el adulto de posición social establecida reprime su interés en las
sustancias tóxicas o su beneficio pecuniario por temor a perder lo ganado: familia,
trabajo, reputación etc. Por el contrario, quien no tiene una reputación o una
posición que mantener no tiene porqué refrenar sus impulsos. De tal manera, la
sumisión se produce por temor a la reacción del entorno, que viene a ser temor a
la sanción, o finalmente, temor al poder.
Ahora bien; ¿cómo se crea en el sujeto el patrón criminal, es decir, no el acto
aislado sino la conducta habitualmente habitual o desviada? Aquí viene -no antes-
la actuación del aprendizaje. Quien está primaria mente involucrado en el proceso
de convertirse en un marginal (“Outsider”, como lo denomina Becker) de
primera mano no puede reconocer los beneficios o placeres que produce el
quebrar las normas establecidas. Necesita, por tanto, ser avisado de ellas. Paso
crucial en el inicio de la carrera delictiva, como ya se ha mencionado párrafos
arriba, es tener la experiencia efectiva de ser señalado, “ marcado” , “etiquetado”
o “rotulado” como antisocial o desviado, es decir, se ha revelado , para la sociedad
como una persona distinta a la que se conocía anteriormente. Esto trae drásticas
consecuencias para la posterior participación social del sujeto, así como para con
la imagen que posea de sí mismo.
“To be labelled a criminal one need only commit a single criminal
offense, and this is all the term formally refers to..(...).One recieves the
status as a result of breaking a rule, and the identification proves to
be more important than most of others. One will be identified as a
deviant first before other identifications are made. The cuestion is
raised: what kind of person would break such an important rule? And
the answer is given: One who is different from the rest of us, who
cannot act as a moral human being and therefore break another
important rules. The deviant identification becomes the controlling
one.” 6
6
Becker, op.cit. pp17-19
Solamente se requiere cometer un acto criminal o antisocial para que el fenómeno
de “estigmatización” se inicie. La reacción social es fácilmente graficable :”Quién
sería capaz de hacer eso?” Solamente alguien diferente, que no puede vivir como
el resto. La identidad criminal pasa a tener control absoluto y definitivo.
Ante esta circunstancia, ¿Cuál es el siguiente paso para el ya “etiquetado”?
Buscar a otros que compartan su condición. Los grupos de marginales se
organizan, de tal manera, en torno a su marginalidad, que los ha separado del
resto. Becker recurre constantemente al ejemplo de los homosexuales, ejemplo
que resulta a la fecha particularmente actual, si tomamos en cuenta la acción de
las Comunidades y Movimientos de homosexuales en América y Europa, los
cuales plantean reivindicaciones al Estado y van ganando terreno
progresivamente.
Ahora bien, que tan completa es esta teoría, o en todo caso, que tan bien logra
explicar el fenómeno de la criminalidad en la sociedad, precisa de un análisis que
efectuaremos a continuación.
9
Solis Espinoza,Alejandro: “Criminología, panorama contemporáneo” pp.434-438
10
Larrauri, Elena: “La Herencia de la Criminología Crítica”, pp.107
Las fisuras en el esquema teórico de la “rotulación” se hace aún más evidente
cuando Becker plantea su tipología del comportamiento desviado, e incluye al
denominado “desviado secreto”. La incongruencia salta a la vista. De ser cierto
que la conducta antisocial depende de la reacción social, no queda clara la
existencia de esta tipología. Sin quererlo, Becker está admitiendo que hay algo
más en la creación del comportamiento desviado que la sola estigmatización del
entorno social. Mejores resultados al respecto había obtenido Robert Merton
dentro de su concepción de la “anomia social”, al definir la conducta innovadora,
como aquella efectuada por el individuo que es parte y hasta soporte del sistema,
pero que para lograr sus fines de enriquecimiento utiliza métodos rechazados por
la sociedad.
Por otra parte, no resulta clara la razón por la cual Becker considera irremisible el
inicio de una carrera delincuencial en el individuo que cedió a sus impulsos
desviados y recibió la sanción del sistema social y después fue encasillado como
antisocial. Según su análisis, este individuo buscará el amparo de otros en su
misma situación, y pasará a integrar el grupo de los profanos u “outsiders”, dado a
que tiene con ellos algo en común: este encasillamiento o rótulo social.
Nuevamente vemos que en la formación definitiva de un desviado hay un
elemento que no depende exclusivamente del rechazo de un grupo social, sino por
el contrario de la aceptación de otro grupo. Aún más, viene al cuento otra pregunta
incómoda: ¿Qué impide al sujeto rotulado como “outsider” refugiarse más
bien en el ostracismo social? Al respecto, nuevamente el análisis de Merton
tenía mejores respuestas.
Del mismo modo, resulta también objetable que al formularse esta teoría, no se
tuviera en cuenta el hecho, fácilmente verificable en nuestra realidad social, que
un grupo con intereses contrapuestos con el sistema imperante, llegue a un nivel
de cohesión tal que lo motive a plantearle reivindicaciones. El ejemplo de los
homosexuales, tan usado por Becker, es claro: las llamadas “comunidades gay” en
Europa y América tienen una acción cada vez más incomoda para los gobiernos
de corte conservador, ya sea en sus reclamos de reconocimiento de sus derechos,
de igualdad de oportunidades, en sus demandas de modificaciones legislativas.
Estos grupos quieren ser parte del sistema, pero ser también aceptados con sus
peculiaridades.
Acudiendo a un ejemplo mas cercano al sistema penal, podemos apreciar los
reclamos y revueltas efectuados por los internos de los diversos penales del país
en meses pasados. Tales revueltas, como podría pensarse por la ideología que
profesan, no fueron llevadas a cabo exclusivamente por delincuentes terroristas,
sino también por los presos denominados “comunes” que reclamaban un mejor
trato penitenciario, celeridad en sus procesos y el derecho a no ser discriminado
laboralmente al cumplir su condena. No siempre ocurre, como vemos, el
apartamiento total del sistema por parte de los rechazados. Estos también se
agrupan y reaccionan contra este rechazo. Y este aspecto está totalmente ausente
en los razonamientos de Becker.
Esta falencia, a mi entender, se origina en el haber ignorado al fundamentar sus
hipótesis, que los grupos sociales de diversa índole, se encuentran muchas veces
aptos para defender sus intereses, así sean contrapuestos a los del grupo
dominante, o finalmente, del Estado. Un interés grupal económico o político, no
preeminente por el momento, de hecho intentará predominar finalmente. De otra
manera, no se explica la existencia actual de los llamados grupos de presión.
Es decir, la dinámica del poder en la sociedad no se circunscribe solamente a
como defiende sus intereses. Debe apreciarse también la reacción de quienes no
tienen el mando, pero a pesar de ello tienen mucho o poco que decir. Y muchas
veces la acción de estos grupos ocasiona que el control social modifique sus
mecanismos. Sobre el particular, Alesandro Baratta anotaba que: “... estas
teorías, reduciendo, como se ha visto, la criminalidad a la definición legal y
al efectivo etiquetamiento, exaltan el momento de la criminalización y dejan
fuera del análisis la realidad de comportamientos lesivos de intereses
merecedores de tutela, (...) el análisis de las relaciones sociales y
económicas, que debería proporcionar la clave de las diversas dimensiones
de la cuestión criminal, se desenvuelve en un nivel insuficiente, típico de las
teorías de mediano alcance. (..) ..mientras las hace vagamente fungibles a
un ulterior encuadramiento en teorías más comprensivas y no identificadas
del todo, les permite proporcionar una serie de elementos descriptivos,
indudablemente útiles, de la superficie fenoménica de uno y otro aspecto de
la cuestión, pero no de aprehenderlos en su raíz, de modo contextual y
orgánico. Sólo descendiendo del nivel fenoménico de la superficie de las
relaciones sociales al de su lógica material es posible una interpretación
contextual y orgánica de ambos aspectos de la cuestión. Pero eso
trasciende los límites de una teoría de mediano alcance e implica un
desplazamiento del punto de partida para la interpretación del fenómeno
criminal: del fenómeno mismo a la estructura social, históricamente
11
determinada, en la cual éste se inserta.”
11
Baratta, Alessandro: “Criminología crítica y crítica del derecho penal”, pp.99 y 100
CONCLUSIONES.