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Por otra parte, Shantideva señaló que todo lo bueno, todas los formas de felicidad, todas las

cualidades positivas y demás vienen de la bondad de los demás. Por lo tanto, la mente dedicada a
al bienestar de los demás es como una joya que concede los deseos, fuente de toda felicidad y de
todo lo bueno y útil en el mundo. Así como un agricultor que posee una terreno muy fértil, en el
que todo lo que se siembra crece, se siente muy feliz de tenerlo, lo cuida y se ocupa de él, así
debemos sentirnos acerca de otros seres sensibles, que son extremadamente valiosos, por lo que
debemos valorarlos y cuidar de ellos.

Es interesante que, seamos budistas o no, si pensamos acerca de la gran bondad de todos los seres
se hará evidente que toda nuestra felicidad depende de ellos. Se dice que los Budas y los seres
sensibles son igualmente amables con nosotros. La bondad de los budas es evidente si seguimos
sus enseñanzas y consejos para alcanzar la iluminación. Ponemos en práctica estas enseñanzas y
consejos meditando en el amor, la compasión, la bodichita, las seis perfecciones, los cuatro
medios para el cuidado de los discípulos y demás; y para llevar a cabo estas prácticas dependemos
de los demás, de los otros seres. Por lo tanto, ellos y los budas son igualmente bondadosos con
nosotros, por lo que no es correcto hacer menos a los seres sensibles mientras que a los budas los
tenemos en gran estima.

Esto no quiere decir que debemos hacer postraciones, ofrendas, oraciones y peticiones a los seres
sintientes para alcanzar realizaciones, pero quiere decir que tanto ellos como los budas son
igualmente importantes en la génesis de nuestra felicidad y por lo tanto debemos apreciarlos y
respetarlos a ambos por igual.

Habiendo entendido que toda la felicidad, sobre todo las cualidades que estamos tratando de
desarrollar en el camino mahayana hacia la iluminación, es resultado de la bondad, no sólo de los
budas, sino también de todos los seres, deberíamos recordar siempre que todos los seres son
amables con nosotros. Esto es lo que significa "meditar en la gran bondad de todos los seres".

Cuando pensamos en uno mismo y los demás, uno mismo se refiere a una sola persona mientras
que los demás son incontables. Sin embargo, normalmente nos abocamos a cuidar sólo de
nosotros mismos ignorando las necesidades de los otros. Si pensamos en la diferencia numérica,
resulta vergonzoso hacer caso omiso de los incontables seres para favorecerse a uno mismo,
mientras que por el contrario, dejar de lado a uno mismo en favor de los muchos otros seres no
parece tan malo.

Tan pronto como empezamos a meditar en todos los seres como los más amables, incluso por un
breve espacio de tiempo, enfocándonos en el amor y la compasión, deseando que sean felices y
se liberen del sufrimiento, generamos de forma muy poderosa una cantidad extraordinaria de
mérito.

Lama Yeshe
Fragmento de The Kindness of Others

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