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Eclesiastés 8:12

12
El pecador puede hacer lo malo cien veces, y vivir
muchos años; pero sé también que le irá mejor a quien
teme a Dios y le guarda reverencia.
¿Alguna vez usted se ha preguntado por qué le va bien a
los malvados?

Puede que les vaya bien por algún tiempo, pero la


sentencia llegará algún día pues las consecuencias del
pecado no dejan de cumplirse.

En cambio los que tenemos a Dios (usted y yo) vivimos


días con propósitos definidos, santos y provechosos,
sabemos que somos hijos de Dios, que tenemos valor,
que gozamos de su seguridad (cuidado y protección)
tenemos promesas de vida eterna que podemos disfrutar
desde ahora.

Escuchando el siguiente salmo podemos recordar. O


recibir la enseñanza sobre, que es TEMOR DE DIOS.

Salmos 34:11-14
11
Vengan, hijos míos, y escúchenme,
que voy a enseñarles el temor del SEÑOR.
12
El que quiera amar la vida
y gozar de días felices,
13
que refrene su lengua de hablar el mal
y sus labios de proferir engaños;
14
que se aparte del mal y haga el bien;
que busque la paz y la siga.

Parece que cuando David escribió este salmo aún no


había tenido hijos pero se dirige a nosotros con mucho
amor y deseo de que tuviéramos una larga vida
disfrutando de dicha y prosperidad y por eso nos enseña
el camino.

Efesios 4:29
29
Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que
sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean
de bendición para quienes escuchan.
Nuestra boca es una herramienta poderosa, la cual
debemos usar sabiamente para edificar a otros.

A veces nuestras palabras son como un mazo de


construcción, la usamos sin pensar y herimos,
destruimos, maltratamos y cuando menos pensamos solo
hay a nuestro alrededor un montón de relaciones rotas
(con nuestros familiares y amigos) y nos encontramos
solos.

Nosotros mismos hemos sido víctimas de esas palabras


destructivas que nos dijeron algún día cuando éramos
niños, en el colegio, en los trabajos, en la casa. Palabras
que dañaron nuestras emociones y se quedaron en
nuestras mentes y todavía nos hieren.

¿Cómo podemos usar nuestra boca sabiamente para


construir?
 No excusarnos con “Realmente no quise decir eso”,
“Es que me sentía mal”, “Es que tenía rabia”, “Es que
estaba triste”, etc.
 Hablemos menos
 Escuchemos más
 Pensemos más bien: ¿Qué necesita esa persona?,
¿Con qué palabra puedo alentarla, animarla,
levantarla, elogiarla, …?

Beneficios del temor de Dios

Salmos 128:1
1
Dichosos todos los que temen al SEÑOR,
los que van por sus caminos.

Donde quiera que haya temor de Dios hay bendición, y


todo va bien a pesar de las circunstancias. Tendremos
capacidad para ser fructíferos, vigorosos. Habrá familias
unidas, con buenas conversaciones, los hijos querrán
estar en las casas compartiendo con sus padres y con sus
abuelos.

El temor a Dios nos hace coherentes en lo que creemos


con lo que hacemos.

Deuteronomio 10:12-13
12
»Y ahora, Israel, ¿qué te pide el SEÑOR tu Dios?
Simplemente que le temas y andes en todos sus caminos,
que lo ames y le sirvas con todo tu corazón y con toda tu
alma, 13 y que cumplas los mandamientos y los preceptos
que hoy te manda cumplir, para que te vaya bien.
Fijémonos como todos los versículos que hablan del
temor de Dios apuntan a un mismo propósito: que nos
vaya bien y seamos felices en medio de cualquier
circunstancia.

Este debe ser el propósito a nuestra edad para irradiar


felicidad donde quiera que vayamos y otros quieran llegar
a nuestros años con calidad de vida, respetando a Dios y
deleitándonos en cumplir sus mandamientos, odiando lo
malo y amando lo bueno.

Un ejemplo de un hombre temeroso de Dios es Moisés,


que en todo anhelaba agradar a Dios y llegó a ser su
amigo y confiaba en ÉL.

A nuestra edad nos volvemos temerosos a los fenómenos


naturales, a los ladrones, a las enfermedades, al tráfico,
al calor, al frío, a la lluvia y a cosas mínimas que antes no
nos molestaban. Cada día perdemos movilidad, fuerza,
equilibrio, flexibilidad, etc.

Ser vulnerables nos puede afectar el alma y llegar a ser


atrapados por el temor y miedo. Pero es ahí donde el
conocimiento de Dios y sus promesas nos animan y nos
alientan a ¡SEGUIR ADELANTE! Confiando en Dios y en su
protección, haciendo lo que Dios dice que es bueno.

Eclesiastés 3:12
12
Yo sé que nada hay mejor para el hombre que
alegrarse y hacer el bien mientras viva;

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