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Por años, los educadores han debatido sobre la conveniencia de enseñar a los
estudiantes a leer y escribir utilizando técnicas basadas en códigos (apoyos
fonéticos, destrezas, etc.) que relacionan las letras con los sonidos y los sonidos
con las palabras o mediante la aplicación de métodos basados en el significado
(de lenguaje total, literarios, de alfabetismo emergente) que en lugar de
descomponer las palabras y los enunciados se concentran en el significado del
texto.
Los defensores de los planteamientos del lenguaje total creen que el aprendizaje
de la lectura es un proceso natural muy similar al de dominar la lengua materna,
la lectura es una especie de juego de deducciones en el que a partir de un
muestreo de las palabras, los estudiantes hacen predicciones y conjeturas sobre
su significado basados en el contexto que ofrecen las otras palabras del pasaje
y sus conocimientos.
Es decir que las palabras no pueden presentarse fuera del contexto y que es
necesario evitar sólo descifrarlas y descomponer el lenguaje (natural) total en
pequeñas unidades abstractas. En cambio a los niños se les debe presentar un
ambiente rico en materiales escritos, donde estén rodeados de buenos libros y
de adultos que lean para el niño.
Los planteamientos del lenguaje total son más eficaces en la educación inicial,
porque da a los niños una buena base conceptual para la lectura y la escritura.
Las relaciones sociales que promueve, escribir relatos en conjunto, examinar
dibujos, analizar significados, son actividades que apoyan la alfabetización y
ayudan a los niños para aprender.
Allan Collins (2006) sugiere que los conocimientos y las habilidades adquiridos
en la escuela se han separado demasiado de su uso en el mundo fuera de la
escuela. Para corregir ese desequilibrio, algunos educadores recomiendan que
las escuelas adopten muchas de las características de las estancias como
aprendiz.
Sin embargo, en vez de aprender a esculpir, a bailar o a construir un gabinete,
los tutelajes de la escuela se enfocarían en objetivos cognoscitivos como la
comprensión de la lectura, la escritura o la resolución de problemas matemáticos.
Hay muchos modelos de tutelajes cognoscitivos, pero la mayoría comparte seis
características:
Para utilizar las estrategias de manera eficaz, los malos lectores necesitan de
instrucción directa, modelamiento y práctica en situaciones reales de lectura.
Todos leen otro párrafo, y los alumnos gradualmente empiezan a asumir el rol
del maestro, el profesor se vuelve miembro del grupo y, finalmente, puede salirse
de éste conforme los estudiantes toman el control de la enseñanza. A menudo,
los primeros intentos de los estudiantes son vacilantes e incorrectos; no
obstante, el maestro brinda claves, guía, motivación y apoyo al realizar parte de
la tarea (como hacer las preguntas iniciales), y ofrece un modelo y otras formas
de andamiaje para lograr que los estudiantes dominen tales estrategias.
Referencias