Las corridas de toros: arte o violencia

La pertinencia si se deben seguir

realizando las corridas de toros en el
país ha generado debates entre los
defensores de los animales, que
expresan ser esta una actividad
violenta pues se maltrata sin
justificación a los toros; y los
aficionados a la tauromaquia, que
dicen ser una tradición que nuestros
ancestros dejaron como herencia.

En el interior del Perú, se hacen centenares de corridas, como un culto que ha

pasado a formar parte de una sólida expresión cultural de nuestro pueblo, que
además, le ha dado en diferentes aspectos y aportes propios y la ha hecho suya,
al punto de que a la fiesta de toros en el país se le conoce, como la Fiesta
Nacional.

Pero, ¿Son realmente las corridas de toros un espectáculo cultural? Para el

periodista y representante del colectivo “Frente Antitaurino”, William Soberon, es
una actividad degradante, mientras, que para el torero y gerente de relaciones
públicas de la Escuela Taurina de Lima “Señor de los Milagros”, Miguel Zapata, es
un acto bello de destreza y movimientos artísticos.

“No hay justificación para seguir torturando animales bajo el argumento que es
arte, cultura y tradición. Durante los 16 años de fundado el Frente Antitaurino
hemos ido creando una corriente de opinión en contra de estos espectáculos
degradantes”, indicó Soberon

Sin embargo, Zapata resaltó que “las corridas de toros son un bello espectáculo,
una manifestación cultural que ha sobrevivido hasta nuestros días. En el que el
público, aplaude los movimientos artísticos, la fuerza física, la habilidad y la
destreza que hacen los toreros”.

Para William Soberon, su mayor indignación es la tortura y la forma como matan a

los toros, el cual Miguel Zapata, niega que sufran maltratos antes de ingresar al
ruedo y expone el porqué se les quita la vida a estos animales.

“Hay testigos que han visto como golpean a los toros para que entre con
desventaja a la arena. Lo que más indignación da es que luego los matan y lo
llevan al camal” manifestó William.
En tanto, Miguel expresó ser totalmente falso que los toros sufran maltratos, “Yo
no puedo enfrentarme con un animal lesionado. No se puede torear a un animal
que supuestamente esta en desfavorables condiciones. Sobre la muerte de estos
animales explica que “Ha habido ocasiones en que después de una faena los
toros han sido llevados a otras plazas, entonces ahí el animal tendría la ventaja de
saber qué hacer en el ruedo que es matar al torero”.

Si se llegaran a vetar las corridas de toros en el Perú, qué pasaría con los toros de
Lidia y sus criadores. Tanto el periodista Soberon y el torero Zapata, sostienen que
los toros de lidia son animales de peleas, y cuál sería la solución, sacrificarlos o
que los dueños cambien de actividad.

“Los toros serian sacrificados como

cualquier animal de corral, llevado al
camal para su venta y consumo. La
genética del toro de lidia o toro bravo es
de pelea, si se le pone en el campo
siempre estaría atacando porque es su
naturaleza”, destacó Zapata.

Mientras que Soberon enfatizó que “los

criadores que son empresarios, deberían
de realizar en las plazas conciertos u
otras actividades. Los toros de Lidia son de peleas, pero para el campesino es una
mascota utilizada para arar la tierra”.

Pero, ¿Por qué no se prohíben las corridas de toros en el Perú?, según el Instituto
Nacional de Cultura (INC), alega que las corridas de toros y las peleas de gallos
son espectáculos culturales, archivando proyectos presentados por colectivos en
defensa del animal.

En el 2011, el Tribunal Constitucional aprobó las corridas de toros, y también

suscribió dos proyectos de ley, la primera que prohíbe el maltrato y sacrificio al
animal, y la segunda que impide el ingreso de menores de edad a estos
espectáculos.

Lo que queda claro, es que si bien en Lima se trata de abolir las corridas de toros,
a través de campañas en contra de festividades taurinas, en el interior del país no
hay un cambio en cuanto realizar sus celebraciones tradicionales con esta
actividad. Acaso debemos seguir prevaleciendo culturas dejadas por nuestros
ancestros, o abolirlas y actualizarse con las nuevas corrientes de pensamientos en
defensa a la fauna.