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L A ESCULTURA A PARTIR
D E L A REORGANIZACIÓN
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^ A A A S C , Doc. 10478.
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H ISTORIA D E L A EsCUELA N A C I O N A L D E BELLAS ARTES, I78I-I910
" Ibid
Salvador M o r e n o , «Un siglo o l v i d a d o de escultura mexicana: Siglo XIX», en Artes de México, n ú m . 133, año
XVII, M é x i c o , i'J70.
AAASC, D o c . 5567.
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¡bid., D o c . 7(117.
/foid., D o c 4729.
Ibid., D o c . 4732.
Ibid.. D o c . 10469.
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1861, año en que terminó la estatua original del apóstol de Tarso, mantuvo esa
pensión. A l concluir ésta, solicitó se le empleara como conserje en la Academia,
obteniendo el empleo que conservó hasta 1869, cuando fue nombrado conserva-
dor de las galerías, en sustitución de Miguel Noreña, quien se haría cargo de la
clase de escultura, vacante por la muerte de Felipe Sojo. En este cargo permaneció
largo tiempo, interrumpido solamente en 1889 cuando impartió por unos meses la
clase de dibujo diurno de ñgura;^* más adelante, en 1897 fue nombrado para
las clases de escultura, ornato y modelado. E n 1903, el año de su muerte, reunía
dos empleos: celador de estudios y conserje, con quinientos y m i l pesos anuales,
respectivamente.
Alguna otra obra suya que se llega a mencionar es el busto del general
Mariano Arista que le encargó la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística
así como la escultura de gran tamaño de Humboldt que se encuentra en el edificio
de San Agustín, antigua Biblioteca Nacional.^''
La vida de Barragán, desde que se ocupó en los empleos administrativos,
parece muy pobre si se le compara con los años de estudiante pensionado, pero
este es u n fenómeno que se presenta en todas las generaciones de artistas del XIX.
Solamente, cuando a través de las beneméritas exposiciones lleguemos a conocer
la obra que hicieron con posterioridad a su paso por las aulas, podremos estable-
cer juicios más certeros.^^
Barragán tuvo una vida larga, a diferencia de Sojo y Dumaine. En 1903,
cuando contaba ya setenta años de edad, enfermó y pidió una licencia que le
fue concedida por dos meses para que se restableciera de una lesión cardiaca. Pero
ya no regresó a sus galerías, pues falleció el 1 de julio de 1903.
Menos joven que los anteriores fue Juan Bellido, que ingresó en 1847, cuando
contaba con 18 años de edad. En 1848 fue premiado por la copia que exhibió del
Fauno cargando un chivo, obra que implicaba u n considerable grado de dificultad
para u n principiante. Que la copia gustó y convenció al jurado queda fuera de
duda, porque desde el 1 de enero de 1849 quedó
pensionado. Refrendando sus dotes para la escul-
tura, el mismo año presentó también en copia del
antiguo, u n Apolino y una Venus de Médicis. E n
1850 terminó su primera estatua original, u n San
Sebastián que los profesores recomendaron se ad-
quiriese para las galerías de la E s c u e l a . A d e m á s
de éste, exhibió otro trabajo copiado del antiguo:
La musa de la comedia.
Pasando a composición de grupos, en 1851
terminó una Santísima Trinidad, obra estupenda
que tenía en la mente años atrás, como lo infie-
ro de u n boceto con el mismo tema que conclu-
yera en 1849. A l año siguiente concluyó el grupo
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Fig. 7. Juan Bellido, La Academia de San Carlos premiando a sus alumnos, relieve en yeso,
1854, Museo Nacional de Arte.
En 1856 Bellido recibió el encargo para hacer una escultura de San Isidro
Labrador, que sería obsequiada a la Escuela de Agricultura. Se conserva el yeso,
de tamaño mayor que el natural, aunque la intención era pasarlo al mármol. A
Pietro Tenerani, el escultor de la Academia de San Lucas, se le encargaría la ad-
quisición de los bloques de mármol, recomendándole que fuera blanco y de p r i -
mera calidad. En junio de 1856 se le remitieron los dibujos indicando el desbaste,
pero finalmente el proyecto se malogró y San Isidro se quedó en su más modesta
factura de yeso.
Salvador Moreno^^ reproduce, tomada de una litografía de Salazar, una
Piedad que se exhibió en 1851. Se trata de u n grupo bien compuesto, pero para el
tema escaso de patetismo.
Otro escultor de este grupo de jóvenes discípulos de Vilar fue Epitacio Calvo,
que ingresó en 1847 a los quince años de edad, y que tuvo una vida muy irregular.
El 13 de abrü de 1847 solicitó su ingreso a los cursos de dibujo y en 1849 logró sus
primeros premios en escultura por unos bustos que presentó en copia del antiguo.
En 1850 recibió, en la misma ciase, u n premio y una pensión por u n Mercurio}'* En
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185Í trabajó otra copia del antiguo, de mucha tradición, el Fauno de los platillos.
En bajorrelieves, que cursó en 1852, presentó El bautismo de Cristo (fig. 8) que los
profesores recomendaron para las galerías de la Escuela.^' A l año siguiente, en
estatuas, exhibió su Diómedes, copia adquirida también por la Academia'^ y que
utilizó igualmente para concursar contra Felipe Sojo por la pensión para Europa.
Hemos dicho que el ganador fue Sojo, quien renunció apenas pasadas unas se-
manas, y que en tales circunstancias la pensión se transfirió a Calvo en 1854.^^ En
el mes de mayo de dicho año ya se encontraba en París.
El joven escultor debía tener u n carácter poco sosegado, proclive al desorden
y la indisciplina. Apenas llegado a Roma, hay una carta del ministro mexicano
Manuel Larrainzar, del 15 de septiembre de 1854, en se queja de que Calvo, j u n -
to con Felipe Valero, Tomás Pérez y Rodríguez Arangoiti se habían ausentado de
Roma sin ninguna autorización. Posteriormente, otro enviado por la Academia
a Roma, el señor Basilio Guerra remitió u n informe muy desfavorable en el que
acusaba a Calvo de faltar mucho a las clases que tomaba con el maestro Pietro
Galli, bajo el baladí pretexto de que trabajaba en su casa haciendo camafeos y una
imagen de La Concepción, y que había desestimado los consejos de sus maestros
en el sentido de que debía aplicarse al dibujo, pues no sabía dibujar. Lo peor era
que lo tachaba de joven divagado y de mantener una nociva amistad con u n tal
Nicolás Ramos, que estaba cargado de deudas y se había casado con una mujer
llamada María Petterosi («No sé qué casta de pájaro es esta mujer»).^'^
Sin embargo, y aunque la conducta de Calvo no fuera ejemplar, segiín el c r i -
terio de las autoridades académicas sí trabajó para devengar ia pensión. En 1856
el ministro Manuel Larrainzar remitió desde Roma dos obras del cuestionado es-
cultor: U n Torso copiado de Fidias y u n Strigilatore. En 1860, en otra carta, se hace
mención de que trabajaba en u n Gladiador.^^
Calvo había competido con Sojo por la pensión a Europa, pero este hecho
no debió afectar las buenas relaciones entre los dos amigos, pues cuando el se-
gundo sustituyó a Vilar en la dirección del ramo, propuso que, aprovechando la
estancia de Calvo en Italia, se le mandara a Milán a estudiar ornato modelado, con
la intención de que a su vuelta a México se encargara de enseñar esta materia. La
razón de esta propuesta (que en parte llegó a concretarse) fue que en las obras de
remodelación de la Academia se había contratado la hechura de las columnas y
ornato de la portada del edifico al artista italiano Antonio Piatti, con quien evi-
dentemente no simpatizaba Sojo (no tener que recurrir «a una persona extraña al
país y a la Academia»).'^
Calvo permaneció pensionado hasta
el año de 1862, porque de octubre del mis-
mo año existe una orden del Ministerio de
Justicia e Instrucción Pública disponiendo
que se faciliten a Sojo y Calvo los bloques
de mármol que necesiten para cincelar
los bustos de Pedro Romero de Terreros e
Ignacio Zaragoza.^^
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A A A S C . Doc. 6280.
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Todavía se menciona, como su último premio, una estatua alegórica sobre El arte
exhibida en 1861. Después nada, de nuevo hemos de atenernos a lo que hizo sien-
do alumno, por ignorar su trabajo realizado ya fuera de ia Academia.
Otras obras suyas que se citan en las relaciones de la Academia son una co-
pia de Flora (1849), el retrato de Sotero Rubio (1853) y una Madre dolorosa (1856)
estatua original.
Otros alumnos que acudieron a estudiar al reorganizarse la Academia y que
fueron parte de esa primera generación formada por Vilar, pero que no llegaron
a destacar como los anteriores, fuera por falta de aptitudes, vocación o cuales-
quier otras razones fueron Pedro Patino (hijo), Amador Rósete, Albino del Moral,
Francisco Ayala, Luis Mateos, Bernardo Ocampo, Luis Paredes, Agustín Franco y
Julián Rivas.
Pedro Patino, hijo del célebre Patino Ixtolinque, ingresó en 1847, a la edad de
18 años. N o heredó el talento de su padre, de manera que su paso por la Academia
fue bastante opaco. Quizás lo más importante fue el retrato que hizo de su pro-
genitor, adquirido por la Academia en cuarenta pesos en 1851^*^ y su colaboración
con Juan Bellido en la factura del "molde bueno" y vaciado del San Isidro. Lo
demás que se dice en los documentos son copias de los bustos de Manuel Diez de
Bonilla, Javier Echeverría y Manuel de San Juan Crisóstomo Nájera, así como la
copia de u n Mercurio adquirida también para las galerías.
Amador Rósete ingresó en 1847, a la edad de 21 años. En 1853 obtuvo una
pensión por su bajorrelieve de Hércules niño, que conservó hasta 1858 en que se
pierde su rastro como artista. En copia del antiguo presentó u n Baco, Talía, El
fauno de los platillos y en retratos el de Ignacio Comonfort.
Albino del M o r a l entró a la Academia en 1847, cuando tenía 23 años de edad.
Parece que de la escultura se cambió al grabado porque en 1861 ya estaba emplea-
do como grabador en la Casa de Moneda de Guadalajara, y en 1865 fundó con
otros jóvenes la Sociedad Jalisciense de Artes y Letras, en la que se hizo cargo de
las clases de grabado.
Francisco Ayala, de 16 años de edad, ingresó en 1849 y presentó trabajos hasta
1852. Se le premiaron copias del Divino Salvador, Cabeza de Trujano y u n Mercurio.
Curiosamente, en su primera solicitud para entrar en la Academia, manifestó su
deseo de "perfeccionarse en el oñcio de carpintero", lo que induce a pensar que los
estudios de escultura fueron en él mero accidente, y que no era sino u n ejemplo
de los muchos jóvenes que ingresaban no por el estudio de las bellas artes, sino
para procurarse oficio.
Bernardo Ocampo ingresó a los 16 años de edad en 1850. Estuvo pensionado
de 1854 a 1857 y de su actividad como alumno solamente consta que obtuvo pre-
mios en cabezas, con una de Juno, y en copia del antiguo por Torso de gladiador
combatiendo. Fauno de Praxíteles y Fauno cargando un chivo.
Los dos últimos escultores formados por Manuel Vilar en la Academia serían
Luis Paredes y Agustín Franco, ambos de 18 años de edad y registrados en las cla-
ses de escultura en julio de 1853. El primero estuvo pensionado de 1857 a 1860. Sus
trabajos de copia, premiados, fueron u n busto de Niobe y u n torso de Hércules. En
retratos realizó tres de importancia académica: Luis Campa, José Joaquín Pesado
y Joaquín Ramírez. En obras originales u n relieve sobre La creación de la mujer, el
grupo La Agricultura y el también grupo Niño con perro. Dejó además el bajorre-
lieve La creación de Eva.
AAASC, D o c . 4739.
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Ibid, D o c . 4961.
Ibid., D o c . 7286.
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En el mismo año de 1858 respaldado por sus obras anteriores concursó por
una pensión dentro de la Academia contra su condiscípulo José Díaz; éste exhibió
las copias de una estatua de Ganimedes y Hércules niño que ahoga una serpiente,
un torso de Hércules y los retratos de Covarrubias y Cardona. Noreña, en cambio,
se apoyó en Niña que juega a la taba y el Niño que ahoga un cisne. Por unanimidad
el jurado compuesto por los profesores de la Academia otorgó la pensión a Díaz.
Como nunca, lamentamos aquí la imposibilidad de conocer las obras que entra-
r o n en concurso, para entender el por qué de una decisión tan rotunda en contra
de quien llegaría a ser uno de los mejores exponentes de la escultura académi-
ca del XIX.
De cualquier manera Noreña no se desanimó y prosiguió trabajando afanosa-
mente. En 1859 terminó una copia de El discóbolo, u n bajorrelieve del Germánico,
un retrato del señor Carlos Huici y u n San Lucas en práctica del mármol. En 1860,
en el mes de febrero, su constancia obtuvo la recompensa, al otorgársele una pen-
sión. A las obras anteriores agregaría El hijo pródigo y El Salvador sostenido por un
ángel en el huerto de Getsemant, grupos originales, así como los retratos de Felipe
Santillán y Luis G. Cuevas, ambos adquiridos por la Academia para sus galerías.
En 1862 hizo una copla de la Psique desmayada y en 1864 el relieve El padre
Las Casas convirtiendo una familia de indios, la estatua El sueño y el grupo de
Cuauhtemotzin. El relieve de Fray Bartolomé es u n trabajo con muy fino sentido
de la forma. La familia indígena, idealizada, se agrupa en u n triángulo en el m o -
mento en que recibe la bendición del fraile, de cuya capa caen los pliegues en u n
eje vertical. Hábilmente el brazo bendicente se eleva oblicuamente para anular
el vacío que queda entre las dos estructuras. Lo único que falla es que los indí-
genas están muy lejos de ser indígenas. A l terminar el año solicitó una pensión
para Europa, pero no hay noticia de que se le hubiera otorgado, sino al contrario,
consta que en 1865 recibió de Maximiliano el encargo de diseñar los figurines para
los uniformes de u n cuerpo de ejército imperial y de que terminó u n retrato de
Iturbide y otra de sus obras más conocidas: la estatua en yeso de Vicente Guerrero
que la Academia se apresuró a adquirir y que tres años después se vaciaría en
bronce^'* para colocarse en el jardín de San Fernando.
El 8 de julio de 1867 fue nombrado profesor sustituto de escultura, para
suplir a Felipe Sojo, cuya salud empezaba a flaquear Del mismo año es su proyec-
to para una estatua ecuestre del general Zaragoza. En 1868, al restituirse la clase
a su propietario, quedó desempeñando el cargo de conservador de la galería y en
1869 volvió a tomar la clase, ya definitivamente, por el fallecimiento de Sojo.
En mayo de 1870, por fin, pudo tomar u n año para hacer u n viaje por Euro-
pa, del que regresó en mayo de 1871.^'
Quedó al frente de la clase de escultura hasta su muerte ocurrida a las 7 horas
del día 2 de febrero de 1894.^^
Noreña fue u n innovador, que revivió la escultura en metal caída en desuso
después de Tolsá. Su primera obra en esta técnica sería el Vicente Guerrero de 1868,
todavía técnica no muy avanzada en cuanto que se trata de una escultura maciza,
pero para 1886 ya tenía establecido u n taller de fundición artística de bronce.
Las obras que completan su trabajo en metal son la estatua de Benito Juárez,
en Palacio Nacional, obra fundida simbólicamente con el bronce de los cañones
ganados a las tropas conservadoras; el Cuauhtémoc para el monumento al último
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Fig. 13. Gabriel Guerra, Una burla amor, yeso, 1877, A A A S C , Doc. 7053.
Museo Nacional de Arte. Manuel ReviUa, G.. op. cit., pp. 325-338-
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Confirma de que era ya en esos años u n artista formado el hecho de que en 1876
se seleccionara para la Exposición Internacional de Filadelfia, una de sus obras
mejor realizadas. El pescador, esbelto cuerpo de u n adolescente que se prepara
a lanzar su atarraya.^ Esta escultura debió influir para que ese mismo año se le
concediera una pensión, méritos que refrendó al año siguiente con la presenta-
ción de su obra más lograda estéticamente. Una burla al amor (fig. 13). A f r o d i -
ta en plenitud de belleza cubre con graciosa mano los ojos de Cupido. Los jurados,
embelesados por el grupo, recomendaron que fuera adquirido para la galería de
la Escuela.^'
En los años siguientes terminó, según los documentos del archivo, u n bus-
to en yeso del Otoño (1878), el bajorrelieve de Las Martas en el sepulcro de Jesucristo
(1879), sendos bustos de La mujer mundana y Virgen Cristiana y la escultura La
Justicia, que se mandó a la Exposición de Nueva Orleans de 1884. En 1889 tenía
encargado u n busto de Melchor Ocampo y trabajaba en los relieves para el m o n u -
mento a Cuauhtémoc.
En 1893 el gobierno mexicano, a través de la Secretaría de Fomento, propor-
cionó a Guerra la suma de quinientos pesos para que vaciara en bronce el grupo de
la Burla al amor que debía ser enviado a la Exposición Internacional de Chicago.
El bronce que se conserva en el Museo de la Ciudad de México es la copia perfec-
ta, pero carece de esa morbidez o gracia táctil que posee el modelo en yeso.
Guerra murió seguramente el 2 de noviembre de 1893, porque sus funerales
se verificaron el día 3 siguiente.^^
Según el catálogo de sus obras que se expusieron en el Museo Nacional de
Arte hace algunos años se exhibieron, además de las obras antes mencionadas,
una alegoría del Río Bravo hoy en el Museo Nacional de Arte (fig. 14) y el grupo La
Caridad. Éste justifica esa condición de transición que hemos aplicado al escultor,
por el fuerte realismo con que está trabajado el personaje central. Se exhibieron
también sus esculturas de Francisco Zarco y Guadalupe Victoria, pero faltó la me-
jor del artista, en este campo histórico, que es la del general Carlos Pacheco, héroe
de la Reforma.
Dejó otras obras más entre los objetos exhibidos por Guerra en la Exposición
de Chicago que reclamó su viuda. Se trataba del grupo (en bronce) Una burla al
amor y los bustos de Porfirio Díaz, Carlos Pacheco, Manuel González de Cosío,
Leandro Fernández, La Virgen María y u n Jesucristo en metal.
Felipe de Jesús Santillán ingresó a los 16 años de edad, en 1857. En 1859 lo-
gró premios por el busto de José María Santillán y por la copia del antiguo del
Niño que juega con un cisne. En 1861 continuó trabajando en copia del antiguo,
en donde ganó premios con sus figu-
ras de Posiomeno y Zenón.^^ Otras obras
que realizó hasta 1866, fueron u n torso
de Hércules, los bustos de Jesús González
Ortega, Ángela Peralta y Miguel Noreña.
Dejó otros retratos, pero lo más relevante
fue el que hizo de Manuel Tolsá, en 1868,
para decorar la fachada de la Academia.^
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¡bid
Ibid.. Doc. 6 7 0 2 .
¡bid.. Doc. 6 9 9 4 .
¡bid, Doc. 7261.
¡bid., Doc. 7180.
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Heve, y en esta misma técnica las cabezas de Niobe y Calígula. En cabezas aisladas
la de la musa Euterpe. Una escultura de Ganimedes que las autoridades compraron
para el sorteo de la Exposición 1871-1872, y u n busto que tituló Arrepentimiento
que debió ser una obra de fuerte inspiración.
Javier Salot recibió sus primeros premios en 1868 cuando presentó una ca-
beza de Calígula, una cabeza del Apolo de Belvedere y una medalla con el retrato
de la señorita Barreiro. Para la X V Exposición (1871-1872) presentó la copia de una
escultura de Sófocles y en 1874 su Ismael en el desierto.
De Francisco Toro solamente sabemos que en 1868 exhibió dos cabezas: una
de Pirro y otra de Augusto.
Luis Manzano ingresó en 1858 y terminó en 1862. Consta que terminó en
esos años u n busto de El Salvador, una Niobe, u n torso de Hércules y u n torso de
Gladiador combatiente, una escultura de Ganimedes y u n Discóbolo.
Ponciano Guadarrama era alumno en 1858 y dejó cuando menos una cabeza
de César.
De Miguel Schultz sabemos que en 1868 recibió algunos premios en la clase
de principiantes. Estos premios fueron una cabeza de Séneca, u n Fauno y una
Niobe. En 1869 terminó y presentó la cabeza de Pirro, rey de Macedonia y en 1870
obtuvo una pensión que conservó hasta 1877, en que parece interrumpirse su la-
bor artística. Las últimas noticias de su trabajo escultórico se refieren a una copia
de Baco y Sileno sorteada en la X V Exposición y los bustos El Estío y El Invierno,
alegorías, sorteados en 1874.
En el Museo Nacional de Arte se conserva el yeso Diana sorprendida en el
baño por Acteón que Schultz presentó en la exposición de 1875. Es una buena es-
cultura pero, con excepción de la cabeza, revela cierta flojedad y fallas en las pro-
porciones, propias de un alumno todavía en proceso de formación.
Escultores podemos llamar también a los hermanos Manuel, Adrián y Juan
Islas, aunque es m u y poca la información y la obra que de los tres poseemos. La
obra conocida que tenemos es el monumento sepulcral a Benito Juárez que el
gobierno de México les encargó, actualmente en el Panteón de San Fernando. En
noviembre 1880, Juan Islas compareció ante el Ministro de Justicia e Instrucción
Pública para informar que el monumento estaba concluido, cosa que se verificó
con la inspección que hizo el mismo Agustín Barragán, quien lo encontró perfec-
tamente terminado.'" En cuanto a sus estudios, solamente existe la constancia de
inscripción en los cursos de Manuel Islas, en el año de 1858.
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