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La memoria en el libro décimo de las Confesiones de San Agustín

Daniel Alejandro de la Torre Tapia

En el Imperio Romano confluyeron una enorme cantidad de culturas y religiones, el


ambiente de intercambio e influencia mutua permitió que el pensamiento helénico tuviera un
diálogo intenso con el pensamiento judío dando lugar al cristianismo. Mientras que algunos
autores cristianos como Justino polemizan con la filosofía otros como Clemente de Alejandría
consideran la dialéctica como una forma de ejercitar el intelecto, como una suerte de
propedéutica para acercarse a la teología. Otro movimiento cultural de la época es el
gnosticismo, que al igual que el cristianismo primitivo es una respuesta a la desesperanza del
mundo. El gnóstico es ascético, considera a los placeres del cuerpo como un obstáculo para
la revelación, a diferencia del cristiano que vive alcanza la gracia en comunidad el gnóstico
desprecia al cuerpo, le considera una carga ante la tarea de elevarse al plano de lo
abstracto, para él la salvación está en el conocimiento. Sin embargo el gnosticismo no es ni
filosofía ni religión, sino un movimiento que las influye. Para el cristiano la fraternidad o el
compromiso entre los hombres funciona como mediación entre ellos y Dios, la caridad forma
una sola persona entre aquellos que están unidos unos a otros. 1
En las Confesiones de San Agustín de Hipona encontramos un novedoso interés por la
vida espiritual del hombre en su búsqueda por la Verdad interior, para explicar dicha
búsqueda Agustín relata su vida y, en el libro X, trata de elucidar cómo es que se crean los
recuerdos y el conocimiento. La memoria es el lugar donde son almacenadas y digeridas las
impresiones de lo sensible que, en forma de imágenes, pueden ser traídas a la presencia del
intelecto. Sin embargo no todo lo almacenado está igualmente disponible: algunas cosas
requieren ser buscadas durante más tiempo, algunas otras aparecen cuando no son aquello
que se busca. Sólo algunas imágenes se presentan fácilmente y tal y como son solicitadas.
Los contenidos de la memoria no son los objetos percibidos en sí mismos sino un reflejo de
los mismos que capta cada uno de los sentidos por separado. No entran las cosas mismas
en la memoria, ''sino que las imágenes de las cosas percibidas están allí a disposición del
pensamiento que las rememora.''2 Cada tipo de imagen almacenada se corresponde con el
órgano que ha servido para percibirla, la memoria es aquello que permite asociar el sonido
de una palabra con aquello que nombra, podría decirse que la memoria es aquello que en la

1 Confesiones, X, 3, 3, p.471
2 Confesiones, X, 8, 13, p.483
mente del sujeto vincula el signo con el sentido. Heidegger observa que ''Lo que entra es
genuino en correspondencia con los modos de acceso y está ordenado según géneros:
colores, tonos, olores, sabor, lo duro y lo blando, lo caliente y lo frío; lo que viene de los
cuerpos materiales que están fuera, lo que viene del propio interior del cuerpo''. 3 El oído
capta los sonidos y la nariz los olores, el tacto las superficies, cada imagen en la memoria es
similar a la facultad que la ha percibido o pensado. Agustín incluso llama a la memoria el
estómago del intelecto, que al igual que con la comida ya tragada no puede saborear las
emociones pasadas como si las estuviera saboreando en ese instante.
La memoria no almacena únicamente imágenes verdaderas sino que también almacena
imágenes de las opiniones falsas, junto con la distinción mediante la cual el intelecto les
juzga como falsas. En la memoria también se almacena el recuerdo de las emociones
sentidas anteriormente, sin embargo en algunos casos el pensamiento puede hacer
presentes dichas imágenes sin verse afectado por las emociones recordadas. Existe además
otro tipo de objetos en la memoria que no tiene razgos sensibles: las proporciones
matemáticas, las figuras geométricas y las determinaciones numéricas. Este conocimiento no
es propio de un idioma particular sino que puede ser expresado en múltiples lenguas. El
aprendizaje no es la mera acumulación de ítems en un almacén sino al aprender se adquiere
un modo de ordenar las imágenes concernientes a aquello que se ha aprendido. Al aprender
una disciplina se aprenden maneras de relacionar aquello que le es propio, de tal manera al
aprender un idioma se aprende cómo ordenar las palabras para que signifiquen aquello que
se trata de decir.
El olvido ocurre cuando un objeto al que el intelecto sabe que debería tener acceso se
torna inaccesible, no es simplemente un espacio en blanco entre los demás recuerdos del
individuo sino que tiene contornos y se integra con el resto de la memoria. El hombre sólo se
hace consciente de que ha olvidado algo cuando trata de evocarlo y es incapaz de hacerlo
presente a la memoria, ''la oblivio es relatiforme, algo sobre lo que hasta ahora tampoco se
había reparado: no tener presente —algo que estuvo presente y tendría que estarlo ahora—
como no tener actualmente algo disponible, como ausencia de memoria''4. También de la
apatía nace la ignorancia, el conocimiento que se deja de lado puede llegar a desaparecer y
a menudo no se recupera.5

3 Heidegger, Agustín y el Neoplatonismo, p.36


4 Heidegger, Agustín y el Neoplatonismo, p.41
5 El individuo se hace consciente de su propia ignorancia una vez que repara en aquello que se supone que
debería saber pero que ha olvidado. En la epistemología reciente ha surgido un creciente interés en torno a la
La búsqueda de Dios es la búsqueda por la Verdad y por la beata vida. Al igual que con
las nociones matemáticas la idea de Dios no tiene su origen en una impresión sensible, sin
embargo es accesible a todos: los hombres tienen conocimiento de la felicidad dado que la
anhelan intensamente y dicho anhelo es posible por el recuerdo de la misma. Aquellos que
se han dado cuenta de su infelicidad, aunque no se encuentren en el estado de gracia del
que ya es feliz, están en una mejor situación que aquellos que ni siquiera han reparado en su
desgracia:
''Y hay un modo distinto de ser feliz al de estar en posesión. Me refiero a quienes son felices
porque la esperan. Estos la poseen de modo inferior a quienes ya son felices por haberla conseguido,
pero sin embargo mejores que aquellos que no son felices ni por la esperanza ni por haberla
conseguido.''6

Todos los hombres se hallan, en mayor o menor medida, en el estado inicial de la


desesperación, y es asumiendo su responsabilidad sobre su propia existencia que pueden
comenzar su búsqueda para elevarse al estado de gracia. Agustín identifica tres direcciones
principales de la dispersión del individuo: en primer lugar la concupiscentia carnis, la entrega
del sujeto al placer que se haya en el deleite de los sentidos; la concupiscentia oculorum que
consiste en la curiosidad frívola que distrae al individuo de sus propias posibilidades y su
realización personal; y la ambitio saeculi o ambición por el poder en la cual la importancia
propia se torna en el fin del deleite.
Si la concupiscencia dispersa al individuo la forma que éste tiene para cuidarse a sí
mismo es el autocontrol y la continencia, pues ''por medio de la continencia somos reunidos y
devueltos a una unidad de la que nos hemos ido escurriendo hacia la diversidad''. 7 La
continencia es la fuerza que da cohesión a las múltiples facetas de su personalidad, que le
da entereza y seguridad ante sus decisiones a sabiendas de que actuar éticamente a veces
supone dar un salto a ciegas. Heidegger resalta que no debería traducirse ''continentia'' por
''moderación'', pues la continencia va más allá de la utilidad negativa de impedir el exceso,
además de ello ''mantiene reunido'' al sujeto, evita la dispersión y la fragmentación de la
persona. La unidad puede pensarse como un hilo que se mantiene a través de los diversos
compromisos que adquiere una persona a lo largo de su vida, pero dado que la memoria de
los mortales es limitada y falible todo proceso de reminicencia está sujeto a la irrupción de

ignorancia como contratapa del conocimiento, acerca cómo el no-saber se integra funcionalmente entre los
demás saberes, el por qué se ignoran ciertas cosas en cada época y cuáles son los medios que pueden
propagar de manera activa la incertidumbre. La antología Agnotology editada por Robert Proctor (Stanford
University Press, 2008) ha servido de parteaguas para el estudio cultural y político de la oblivio.
6 Confesiones, X, 20, 29, p.499
7 Confesiones, X, 29, 40, p.509
ficciones que llegan a hacer que el sujeto sea incapaz de comprender su propio pasado, de
''olvidarlo''. La persistencia a través del tiempo de las personas no debe considerarse
únicamente desde la continuidad psicológica de sus recuerdos, además de ello deben
tenerse en cuenta los compromisos que dicha persona adquiere a lo largo de su vida,
compromisos que pueden ser incompatibles unos con otros y llegan a fragmentar al
individuo.

Bibliografía:
—de Hipona, Agustín, Confesiones, traducción de Alfredo Encuentra Ortega, Editorial
Gredos 2010
—Heidegger, Martin, Agustín y el Neoplatonismo, traducción de Jacobo Muñoz, en
Estudios sobre Mística Medieval, Fondo de Cultura Económica, tercera reimpresión 2014
—Fernández, Clemente, Los Filósofos Medievales, I, (selección de textos), Biblioteca de
Autores Cristianos, 1979

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