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NUEVA ÉPOCA
PRIMAVERA 2017
la logoterapia en el mundo
la logoterapia en méxico
Consejo Teórico‑Científico
México Alejandro Unikel, Felipe Miramontes,
Miguel Jarquín (Jalisco), Ricardo Peter (Puebla)
Austria Elisabeth Lukas, Franz Vesely
Argentina Gerónimo Acevedo, Marta Vigo,
Claudio García Pintos,
Cecilia Saint Girons, Pablo Etchebehere
Brasil Paulo Kroeff
Colombia Arturo Luna, Efrén Martínez
España Ma. Ángeles Noblejas de la Flor, Ana María Ozcariz,
Sebastián Tabernero
Guatemala Marielos Mollinedo
Israel David Guttmann
Italia Daniele Bruzzone, Eugenio Fizzotti
Uruguay Alejandro de Barbieri
Consejo Editorial
Adriana León Portilla
Felipe Miramontes
Alejandro Unikel
María Elba Flores de Mallet
Marianna Delgado-Falcón Cooper
Corrección de Estilo
Felipe Miramontes
Administración y difusión
Cecilia García Ascencio
Diseño
Oak Editorial, SA de CV
Esta revista está registrada ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor
de la Secretaria de Educación Pública con el certificado de Reserva de
Derechos al uso exclusivo del Título No. 04-2014-110718405200-203
Titular: Leticia Ascencio Villanueva.
número 7 • m ayo 2017
2 Editorial
Felipe Miramontes
la logoterapia en el mundo
la logoterapia en méxico
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El cuidador primario
Rolly Elizalde Toledo
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¿De quién nos enamoramos?
De Freud a Rogers
Gabriela González
61
... A pesar de todo, decir sí a la vida.
Reseña de un libro de Viktor Frankl inédito en castellano
Felipe Miramontes
¡D
¡De cuántas maneras nos vemos interpelados los seres humanos
en nuestra cotidianidad! ¡Cuántas y diversas posibilidades de
reconocer la intencionalidad de la conciencia! ¡Ante qué situa-
ciones podemos y debemos ser responsables! Tenemos infinidad
de maneras de significar nuestra vida, de encontrar un sentido
cotidiano –concreto, del momento– que nos encamine hacia la
felicidad. Sin embargo, la propuesta de la logoterapia y el aná-
lisis existencial invita a ir más allá que a la simple felicidad, la
cual se cumple siempre en medio de triunfos y éxitos; este más
allá pone el acento en la plenitud.
El análisis existencial y la logoterapia proponen una ética
de la plenitud, por encima de una ética de la felicidad y del
éxito. Y es que la plenitud la podemos vivenciar incluso en el
Licenciado en Psicología por la
Universidad Nacional Autónoma sufrimiento, en medio de aquello que nos exige una postura... o
de México, unam. Especialista en nos aniquila y lleva a la desesperación, parecido a esas muertes
Análisis Existencial y Logoterapia psicológicas, esas desatenciones orgánicas, a esa pasividad axio-
por la Sociedad Mexicana de lógica (apatía y aburrimiento).
Análisis Existencial y Logoterapia, La logoterapia y el análisis existencial dan prioridad al des-
smael. Diplomado en Educación cubrimiento del sentido a través de la creación o la vivencia,
de la Sexualidad. Psicoterapeuta
en lo que doy y en lo que recibo del mundo. Sin embargo, hay
existencial individual y de grupos
momentos donde el crear y el recibir son imposibles, como por
por el Círculo de Estudios en
Psicoterapia Existencial (México). ejemplo ante la muerte, la enfermedad incapacitante y otras si-
Estudiante de la Maestría en tuaciones humanas. Frente a esto, la primacía –no ya la prio-
Filosofía por la Universidad ridad– la tiene la actitud que tomemos ante la circunstancia
Iberoamericana. Docente titular vivida; actitud es, entonces, no sólo postura pasiva, sino sobre
en smael. Autor del libro Encuentro todo acción valiente y con fortaleza. Encontramos entonces tres
y relación de Frankl, Allers y Schwarz caminos para vivir el sentido, llamados triada de los valores:
en el surgimiento del análisis
creación, vivencia (experiencia) y de actitud. Tres intencionali-
existencial y la logoterapia.
dades diversas en donde toca a la conciencia descubrir el cami-
no correcto en cada momento.
Todas ellas son posibles sólo desde la perspectiva de la tri-
dimensionalidad del ser humano, es decir, su consideración
desde tres ámbitos diferentes del ser: el orgánico, el psicológico
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y el noético (espiritual). Cuerpo, mente y espíritu. Tres modalidades indivisibles. Unidad antro-
pológica pese a la diversidad ontológica.
De todas ellas, la que nos distingue de otros seres es la espiritualidad, que no es otra cosa
que nuestra libertad existencial frente al mundo, y la responsabilidad que nos da la oportunidad
de ser creadores de nuestra propia existencia. Ambas, guiadas por la conciencia de valores. Esta
espiritualidad siendo la dimensión específica del ser humano es, como me gusta llamarla, el asilo
del ser humano. Porque asilo también quiere decir “lugar inviolable y seguro” donde puede res-
guardarse el ser del ser humano, a pesar de las circunstancias.
De estas circunstancias nos hablan los autores que conforman, a través de su pluma y sus
vivencias, esta nueva entrega de nuestra revista de logoterapia –y análisis existencial–.
El Dr. Mucci extiende una invitación a la responsabilidad a través de nuestra dimensión
sociopolítica, en la cual es posible vivir con sentido sólo si reconocemos un camino más para
realizar valores, además de los tres ya citados arriba, él propone los “valores de servicio”, desde
los cuales trascendemos la limitada perspectiva de la individualidad para encaminarnos hacia una
responsabilidad social y política (esto último en el sentido de la organización de la polis, de la
ciudad que habitamos y construimos). Dicha responsabilidad es de todos y cada uno.
En este contexto político y social, intercultural, podemos leer con agrado y alivio para nues-
tros tiempos presentes la propuesta de Domenico Bellantoni, quien pone en el centro de nuestra
reflexión al “otro”. Pero no sólo ese otro que podemos comprender y aceptar porque tenemos una
idiosincrasia similar; muy al contrario, ese otro es también aquel al cuál no podemos comprender
empáticamente por estar lejano a su experiencia cultural y social. Y ante él nuestra responsabi-
lidad crece, porque buscamos la valoración sin referencias, el acogimiento sin entendimiento.
A esto el autor lo llama “exopatía”, la cual para enmarcarla en el contexto de la logoterapia y el
análisis existencial, elige como punto de partida las dos características específicamente humanas,
reinterpretadas a la luz de esta propuestas: el autodistanciamiento y la autotrascendencia.
Y esto puede realizarse desde la alegría y la felicidad profundas –yo utilizaría el término
“dicha” para expresarlo– como reflexiona Marian de Alba, para poner el acento en esta profundi-
dad, más allá del “manoseo” al cual se han llevado dichas vivencias. Nos dice bien: “La felicidad
consiste en mantener una disposición abierta para aceptar lo que es, lo que sentimos (esto incluye
el dolor), y aun así permitirnos sentir placer, disfrutar y agradecer la experiencia de estar vivos”.
Entonces, felicidad como apertura (a la vida, al ser, al otro, a cualquier vivencia humana). Esto
nos conduce a la disposición primordial de nuestro modo de ser, a nuestra ontología: autotras-
cendencia es apertura.
Es en esta apertura que nos damos al otro y también cuidamos del otro. Rolly Elizalde en-
saya acerca del papel y la vivencia del cuidador primario en la experiencia de estar para el otro
que padece una situación particular, la enfermedad. ¿Qué es importante considerar en la relación
paciente-cuidador? Sin duda, muchos son los aspectos que podríamos mencionar a este respecto.
La autora se detiene en uno muy importante, que es la calidad de vida y formas de cuidado del
cuidador. Explora ampliamente aquello que recuerdo de hace muchas revistas y que sigue siendo
importante reflexionar desde otros ángulos, la pregunta «¿al cuidador quién lo cuida?», pero
modificando la frase en el contexto de este artículo diríamos «¿y el cuidador cómo se cuida?»
Hablando de cuidados, te has preguntado “de quién te enamoras”. Esta es una pregunta
importante, decisiva, pues muchas veces esa persona se convierte en nuestra compañera de vida.
Saber cómo la “elegimos” puede ser importante para conocer cómo nos relacionamos. Gabriela
González, psicóloga, nos da pistas para fundamentar esta interrogante, las cuales van desde el psi-
coanálisis de Freud hasta la psicología humanista de Rogers, quienes nos descubren los motivos
que nos llevan a enamorarnos de alguien en particular.
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Otra de las preguntas fundamentales que nos hacemos en la vida, nos demos cuenta o no,
sea explícita o no, es la de cómo respondemos ante una crisis. Rocío Moreno nos comparte testi-
monialmente los motivos de su crisis fundamental, las estaciones por las que ha transitado y las
relaciones que le han sido de ayuda en este camino. Esto a través de su artículo titulado “Cues-
tionario para una crisis y una postura existencial constructiva”. Estoy cierto que a cada lector este
cuestionario podría servirle para repensar o poner su crisis en perspectiva. Las respuestas sólo
sirven si son sinceras, si se transita con humildad por el camino propio.
¿Y qué hay de las crisis existenciales? ¿O de sólo aquellos cuestionamientos que nos con-
funden y nos hacen reflexionar sobre nuestra existencia? En “Diario de una mujer confundida”,
Glafira Rocha nos invita a la intimidad de sus reflexiones, donde casi podemos sentir con ella
la confusión, olerla, ser invadidos por ella. El valor que encuentro en su ensayo está en su ho-
nestidad y en su profundidad intelectual para abordar sus cuestionamientos (aunque no puedo
dejar de lado la prosa que puede cautivar y hacernos más atractivo el hecho de confundirnos y
reflexionar acerca de ello). Aunque esta autora no va sola en sus preguntas, se acompaña ni más
ni menos de tres viejos conocidos, famosos más por la forma de sus cuestionamientos que por las
respuestas que puedan ofrecernos, se trata de Kierkegaard, Nietzsche y Heidegger. No se asuste el
lector al escuchar estos nombres, no se trata de un pesado ensayo académico, pues Glafira –filó-
sofa, escritora y terapeuta– sabe plasmar muy bien sus letras para ser leída (ojalá algún día puedan
acercarse a sus cuentos y obras de teatro).
Por otro lado, una de las figuras profesionales emergentes desde la perspectiva logotera-
péutica es la del logoeducador. ¿De qué se trata, qué es un logoeducador? ¿Pará que sirve, qué lo
diferencia de un logoterapeuta? Quien está en condiciones de respondernos en Begoña Muro,
formadora de logoeducadores. Su cuestionamiento surge al tratar de responder a la pregunta de si
vale o no la pena formar estos profesionales. En su texto nos descubre las preguntas planteadas y
nos comparte su mirada acerca de esta labor.
La manera de conducirse de cualquier terapeuta en general, y de un logoterapeuta y logoe-
ducador en particular, debe estar basada en acciones responsables y respetuosas para sus pacientes
y acompañados. Donde podemos encontrar los lineamientos para estas acciones responsables es
en un código ético. Por ello, María Gabriela Pro investiga y fundamenta los elementos necesa-
rios para una actuación ética por parte los profesionales citados. Su trabajo tiene como finalidad
“agrupar los lineamientos básicos de orientación ética y la uniformidad de criterios y conductas
deseables de actuación por parte de los profesionales”. En la formación de logoterapeutas, analis-
tas existenciales y logoeducadores nos ocupamos en saber qué hacer y cómo hacerlo, ahora con
este código ético pensamos también las conductas y criterios deseables en el ejercicio de nuestra
profesión.
Por último, en la intención de estar al tanto de las publicaciones recientes sobre análisis
existencial y logoterapia, incluimos aquí una reseña-vivencia de un texto frankliano inédito hasta
ahora en el idioma castellano. La pensé al inicio como un informe sobre el texto y sus pormeno-
res, sin embargo –como explico allí–, la lectura de dicho texto hoy se relaciona vivencialmente
con acontecimientos personales y comunitarios que me han sucedido en tiempos recientes. Des-
de allí presento cómo el libro frankliano ... A pesar de todo, decir sí a la vida ha ocurrido en mí y
su impacto en mi actitud ante la muerte y la enfermedad.
Que sea provechosa esta revista, desocupado lector, en el camino de tu plenitud existencial.
Confiamos en que lo planteado por los diferentes autores que colaboran en este número de la
revista toque algunas fibras sensibles e inteligibles de tu existencia.
Felipe Miramontes
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la logoterapia en el mundo
Dimensión sociopolítica
de la logoterapia
Dr. Roberto Juan Mucci
Resumen
Somos artífices de nuestro destino y debemos hacernos cargo de nues-
tra realidad social en todas sus áreas. ¿Hacemos intervenir la logotera-
pia en las distintas áreas de la vida social? ¿Cuál es nuestro aporte desde
los valores al mundo de la política, la economía, el trabajo, la empresa,
la educación, la salud, los medios de comunicación, la justicia?
Viktor Frankl nos presenta los valores de creación, de vivencia y
de actitud y pienso que podemos sumar una cuarta categoría, a saber,
“los valores de servicio”, en el contexto de lo que denomino “la di-
mensión sociopolítica de la logoterapia”, dentro de los cuales ubico el
sentido de la responsabilidad –con su tríada de la responsabilidad– y
el sentido del liderazgo personal y social.
Palabras clave: Logopolítica, liderazgo, responsabilidad, solidari-
L
dad, compromiso social, denuncia, servicio, desarrollo personal y so-
cial, sentido de vida.
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Viktor Frankl presenta a la logoterapia como una escuela de vida basada en valores, para
ser practicados en el cotidiano existir. Para él, la vida debe ser tomada como autotrascendencia,
entrega, responsabilidad y misión existencial; misión realizada con amor y desde la esperanza.
La psicología política es un área joven dentro de la psicología que deriva de la psicología
social. Se interesa, por un lado, en los hechos políticos como objeto de estudio y, por otro, se
cuestiona a sí misma, en su rol social y en su capacidad y modo de incidencia en las personas
y en la sociedad.
Para lograr esos objetivos de desarrollo social e individual, es necesaria la libertad y junto
a ella, la responsabilidad en la práctica de acciones relacionadas con la vida sociopolítica por
acción directa de las personas, en tanto los actores sociales.
Se trata no sólo de estudiar los fenómenos y la conducta política para señalar su carácter
alienante o liberador, sino que el objetivo principal es despertar en la sociedad una ciudadanía
activa. Por lo tanto, no estamos hablando de política sólo desde lo ideológico, lo partidario o
el ejercicio del poder mediante la gestión pública, sino primordialmente de política entendida
como la participación de todas las personas en la resolución de los problemas que afectan a
toda la sociedad en su conjunto, en la búsqueda del bien común.
El rol del psicólogo es fundamentalmente el de agente de cambio social, comprometido
con un proyecto social que busque la dignidad, la libertad, la igualdad, la democracia, el bien-
estar y el respeto de los derechos humanos de todas las personas.
Hay en nuestro pueblo “sed de ética política”. La falta de seguridad, de trabajo digno, de
formación ética en los distintos niveles de enseñanza, de responsabilidad, de una justicia (en
tiempo y forma), la corrupción expuesta sonrientemente ante el pueblo, hacen que muchas
personas se vean empujadas a la “periferia existencial”. Esta realidad reclama la solidaridad
de todos los que pueden y deben cooperar para resolver esta situación tan dura que padecen
muchos hombres tanto en nuestro país como a nivel mundial.
Según B. Klisberg se deben “poner en el centro de la agenda pública temas como la cohe-
rencia de las políticas económicas con los valores éticos, la responsabilidad social de la empresa
privada, la eticidad de la función pública, el fortalecimiento de las organizaciones voluntarias
y el desarrollo de la solidaridad en general”.
Recordemos que ya Platón en su libro la República afirmaba “una ciudad bien gobernada,
pues en ella mandarán los verdaderos ricos, no en oro, sino en lo que debe ser rico el hombre
feliz, es decir en virtud y sabiduría”.
Toda teoría política está constituida sobre una concepción específica de hombre. La an-
tropología filosófica, cuyo objeto de estudio es el hombre como una totalidad inserta en la
totalidad de mayor extensión, el mundo; investiga la esencia del hombre y las necesidades
humanas, estableciendo una jerarquía entre ellas, desplegadas a lo largo de su existencia. Con
ello, elabora una sólida base para que la actividad política se pueda desarrollar teniendo en
cuenta el bien común que representa el bien de todos los integrantes que componen a la so-
ciedad. Estamos hablando de los fundamentos antropológicos de la política, y es aquí donde
la logoterapia tiene una misión importante a realizar.
Se trata, de indagar de qué modo la visión sistemática del hombre influye en los procesos
políticos. Para ello, se verifica que la actividad política se da sólo en el hombre y es, por lo
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tanto, típicamente humana; que como tal tiene un sentido; y que influye decisivamente en su
actitud y actividad basadas en valores.
Al hablar de la persona humana, Savater afirma que “es un deber moral llegar a ser huma-
no”, refiriéndose a esos atributos como la compasión por el prójimo o la solidaridad hacia los
demás que suelen considerarse rasgos propios de las personas “muy humanas”. Así el adjetivo
humano se convierte en objetivo de lo que es el punto de partida. Nacemos humanos pero eso
no nos basta; tenemos también que llegar a serlo.
Aristóteles consideraba al hombre como animal político. Es más, sólo en la polis llega a ser
plenamente hombre, dado que el hombre que no necesita de la polis, es un dios o una bestia.
Los humanos nacemos siéndolo ya, pero no lo somos del todo hasta después. El hombre
pasa así por tres gestaciones: la primera, como hombre, en el útero materno, según determina-
ciones biológicas y la segunda en la matriz social en la que crece, sometido a determinaciones
simbólicas; el lenguaje, los usos rituales propios de su cultura donde se convierte en persona,
y una tercera gestación que tiene lugar en el propio corazón donde uno se da a sí mismo el
rostro humano; es el ámbito de lo noético espiritual, constituyéndose así en ser humano.
La pregunta por el hombre es una pregunta esencialmente filosófica y a su vez la filosofía
es una actividad que pertenece a la esencia del hombre, y en tanto somos humanos filosofamos,
reflexionamos, pensamos, valoramos, descubrimos el valor de las cosas, apreciamos, estima-
mos, amamos. Pero aunque el filosofar es propio de la esencia humana, sin embargo no siem-
pre está “activado” y “despierto”.
El sentido de acudir a la filosofía desde la logoterapia es poner en actividad la propia esen-
cia, despertar al pensar.
Parafraseando a Karl Jaspers, la filosofía brota antes de toda ciencia, allí donde despiertan
los hombres.
Despertar, interrumpir el sueño al que duerme, recordar algo ya olvidado, excitar, mover,
hacerse más avisado, entendido y advertido; la persona ruda, simple y apocada. Expergitus:
vuelve en ti. Habiendo salido de su letargo los nobles. Salir de lo vulgar y recobrar la propia
nobleza.
Salir del letargo, recobrar la conciencia, y la actividad propia del hombre acorde a su dig-
nidad. Dignidad reconocida por uno mismo y por los demás. Es poner nuestra interioridad a
la luz, viendo la realidad y magnitud de nuestra dignidad y la verdad acerca de la realidad. Es,
según la “alegoría de la caverna” de Platón, el proceso de humanización del hombre, liberán-
dolo de las imágenes engañosas acerca de sí mismo y de todo lo que lo rodea, a pesar de que
duela; pero el gozo de la contemplación de lo que descubrimos es tan inmenso, que ninguno
quisiera, según dicha alegoría, volver al antro en el cual transcurría su vida, donde el prisione-
ro vivía en el estado inferior de espíritu, que es el inferior en la escala del “saber” y del “ser”, es
la forma inferior de existencia posible. Prisioneros de las apariencias acerca de sí mismos y del
mundo, gracias a los falsificadores, que hoy llamaríamos los medios de comunicación social,
los políticos y las organizaciones de producción de bienes y servicios entre otros; o al menos
algunos de ellos, sin generalizar.
Esta función de despertar al hombre de todo lo que es, lo que puede hacer y espera de él
la vida, es una de las tareas de la logoterapia considerada desde su dimensión social y política.
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Para Savater el hombre tiene confiada a su cuidado la realización de La logoactitud es la actitud
su vida y la custodia del mundo en que vive, y al mismo tiempo el ante la vida basada en valores.
que tiene conciencia y sentimiento inmediato del valor inherente a El destino del mundo está en
su vida, aún cuando la pueda desperdiciar por error o por maldad. nuestras manos, en las de todos,
Porque es el ser que estando en camino, o estando siempre “nave- cada uno puede elegir qué huella
gando” por la vida, puede, o bien llegar a su destino y a su sentido, dejar en la historia, cuál será su
o bien ignorarse y naufragar. obra de arte o de destrucción.
Recordemos que ya para Homero, en la antigua Grecia, el tema
esencial de la educación era la virtud en tanto atributo propio de la
nobleza (por ser humano) la cual era la fuente del desarrollo de la personalidad del ciudadano y
de la cultura de una nación. La educación iba dirigida a modelar la nobleza de espíritu y a orien-
tar la acción y, el que logra ambas cosas desarrolla una grandeza en el porte total ante la vida.
La logoactitud es la actitud ante la vida basada en valores. El destino del mundo está en
nuestras manos, en las de todos, cada uno puede elegir qué huella dejar en la historia, cuál será
su obra de arte o de destrucción.
Los caminos de la logoterapia sólo tienen realmente sentido si desembocan en el hombre
y lo que caracteriza al hombre es la comunitariedad, la solidaridad, dado que por naturaleza es
un ser social. El sentido de la solidaridad y de lo comunitario tan propio del hombre latinoa-
mericano, debe prevalecer por encima del sentido de individualidad.
El “mestizaje” es la categoría que mejor define y representa la identidad original y propia
de nuestro pueblo, fruto precisamente de ese proceso de mestizaje histórico cultural. Conse-
cuentemente la escala de valores que configura nuestro marco operativo es también una escala
de valores mestiza, derivada precisamente de las culturas que nos dieron origen.
Cada cultura tiene su propia escala de valores y su jerarquía, siendo la comunitariedad y
la solidaridad valores fundantes y ejes de la escala de valores de nuestro pueblo.
A su vez, para Viktor Frankl el sentido de la existencia personal en cuanto personal, apun-
ta más allá de sus propios límites, apunta hacia la comunidad; en su orientación hacia ella
trasciende de sí mismo el sentido del individuo, dando lugar a la autotrascendencia.
Así como en la edad antigua había una postura cosmocéntrica, en la edad media nos
encontramos con un teocentrismo, pasando luego a un antropocentrismo en la edad mo-
derna con su individualismo, cientificismo y tecnicismo; para al fin llegar a la postmo-
dernidad donde debe prevalecer la comunitariedad humana, la solidaridad para con mis
compañeros de existencia. Solidaridad, la cual es acción desde el corazón. La solidaridad en
el corazón de los misioneros de la vida, una forma de vida que impacta en un mundo con
muchos yoismos.
El logoterapeuta es un misionero de la vida, por lo tanto debe ver que ámbitos de nuestra
realidad como país esperan de su aporte misionero axiológico, no limitándose a la clínica y a
la academia.
En este devenir histórico de referentes para el hombre: mundo-Dios-hombre y comuni-
dad, el hombre termina, así, contemplando al mundo como el hogar común de toda la huma-
nidad, a Dios como Padre providente que peregrina junto a su pueblo y a los otros hombres
como prójimo con quienes construye su historia, la historia.
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La vida es una vocación de servicio, de cuidado de nosotros mismos, de cuidado del otro,
de nuestra comunidad, de nuestro país. Pero un cuidado concreto, no sólo verbalizado. De-
ben ir juntos discurso y vida, como lo atestigua Sócrates con su propia vida. la logoterapia sin
logoactitud carece de sentido; es que la logoterapia de biblioteca lejos del hombre de carne y
hueso, es vana.
Nos cuenta Don Ernesto Sábato en una entrevista al Correo de la unesco que “los cien-
tíficos y su fe ciega en el pensamiento puro, olvidan cuando no desprecian aspectos funda-
mentales del ser humano… la ciencia se ha refugiado en un Olimpo”. Así también corremos
el riesgo los logoterapeutas de centrarnos tan sólo en la academia, alejándonos del “hombre
común de la calle”, término que debemos al Dr. Francisco Bretones.
Me imagino el momento de la liberación de Austria de la ocupación alemana y, me pre-
gunto ¿cómo sería la logoterapia sin el hombre común de la calle? ¿A quién llevaría Frankl su
mensaje de vida dentro de una Viena destruida?
Con todo lo que la vida se encargó que él viviera dentro del campo de concentración,
¿puede uno imaginarse a un Frankl distraído de la situación en la que vivían sus compatriotas,
retirándose al confortable ámbito de su biblioteca, con sus libros por editar y sus conferencias
por brindar, acerca del sentido de la vida a pesar de todo?
Así, aparece la dimensión social de la logoterapia como función profética y política, en
tanto denuncia y protagonismo de desarrollo social. Profetas que anuncian y denuncian lo
que atente contra la promoción de la vida, protagónica de un mundo más humano en todas
las áreas y para todas los hombres.
En el país del olvido, donde los dirigentes políticos son descubiertos con dinero que el
común de la gente nunca vio en su vida; y todo sigue igual. La justicia que ni ve ni escucha
ni se pregunta por la verdad, en tiempo y forma, o donde los medios de comunicación em-
pobrecen nuestra cultura y la diversión pasa por degradar y burlarse del que por necesidad o
ignorancia se presta a ello, entre otros ejemplos. Me pregunto, ¿nosotros los logoterapeutas no
tendremos que crecer en un mayor compromiso con nuestra realidad política, social, laboral,
económica, etc.? ¿No habrá valores pendientes de proclamar y encarnar con una participación
directa, llevando nuestro aporte a dichos ámbitos?
Entonces, ¿cuál es nuestro aporte desde los valores al mundo de la política, del trabajo, de
la empresa, la educación, la salud, de los medios de comunicación, de la justicia?
Siguiendo el aporte de Viktor Emil Frankl de los valores en las distintas áreas de la vida
humana, podemos entonces llevarlo al campo de la acción política y hablar de una logopolítica,
es decir, pensar y realizar la gestión pública y el ejercicio del poder desde los valores.
La logopolítica es psicología política para la denuncia y para la transformación social.
Una psicología que al tomar conciencia de su inserción en una peculiar formación históri-
co-social y en un sistema político y económico internacional, se vuelca hacia los problemas,
fenómenos y necesidades propios de las sociedades en que surge, a la vez que intenta definirse
y construirse a sí misma.
Por otro lado, considerando lo planteado por Emmanuel Mounier en su “teoría de la
acción”, como postulado central del personalismo desde donde distingue como característica
propia de la persona humana el compromiso, dado que la “existencia es acción”. Compromiso
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que es a su vez político y profético como rasgo específico de la naturaleza humana, entonces
podemos afirmar la necesidad de pensar en logopolítica.
Ignorar este tipo de compromiso es renunciar a la condición humana, es rehusar el desa-
rrollo de la persona y la comunidad y renunciar a la solidaridad y al sentido de vida.
Podríamos considerar a la logopolítica como una ciencia para la liberación de las distintas
formas de impedimentos a un adecuado desarrollo de la persona y para potenciar que cada ser
humano logre la realización más plena de todas sus capacidades, pero no desde una perspecti-
va individualista, sino siempre social.
La logopolítica rescata al hombre de la periferia existencial e instala a la persona en el
centro de la vida social y política. Los ojos y los oídos del logopolítico deben estar puestos en
el corazón del pueblo para ver y escuchar las necesidades de cada ser humano, para promover
las acciones donde el mismo pueblo pueda ser protagonista de su destino. Política, liderazgo,
solidaridad y sentido de vida están fuertemente relacionados.
Frankl nos propone los valores de creación, de vivencia y de actitud. Entiendo que pode-
mos sumar una cuarta categoría, a saber, los valores de servicio, en el contexto de lo que deno-
mino la dimensión socio-política de la logoterapia. Dentro de dichos valores ubico el sentido de
la responsabilidad y el sentido del liderazgo.
El sentido de la responsabilidad
Concepto de responsabilidad
a) Desde lo etimológico: procede del latín- respondeo, spondeo, sponsa, sponsales, compromi-
so, comprometerse. Responsabilidad como compromiso afectivo público y solemne.
b) Desde lo jurídico hablamos de: responsabilidad jurídica o consecuente, o sea a posteriori del
acto. Responsables ante la Ley.
c) Desde la moral: responsabilidad moral o antecedente: soy responsable de las decisiones que
tomo.
d) Responsabilidad existencial. Von Hildebrand, discípulo de Max Scheler, propone res-
puesta a los valores. No se trata de responsabilidad sino de respuesta a los valores. Se
responde o no se responde.
Tríada de la responsabilidad
a) El sentido de la responsabilidad, donde descubro el “para qué” de mi responsabilidad: ¿Por
qué ser responsable?, ¿cuál es el motivo para ser responsable?, ¿qué sentido tiene vivir des-
de la responsabilidad en medio de la realidad que nos toca vivir? ¿Por qué ser responsable
cuando vemos que muchos no lo son e igualmente les va bien y, a veces mejor que a los
que son responsables?
b) La ética de la responsabilidad, donde se aborda el “cómo”, de qué manera me hago respon-
sable; distinguiendo la ética de la convicción de la ética de la responsabilidad, teniendo pre-
sente que esta última persigue determinados fines pero considerando las consecuencias
de los actos que nos conducen a los mismos; mientras que los primeros persiguen ideales
sin miramientos de las secuelas que pueden dejar al ir tras ellos.
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c) El espíritu de la responsabilidad: “la fuente desde donde actúo”, siendo responsable de la rea-
lidad que me toca vivir y construir; desde el corazón y con alegría, contento de poder ser
responsable y así dotar de sentido a mi vida y la de los demás. Santo Tomás distingue al
buen ciudadano del buen hombre, el buen ciudadano es el que simplemente cumple con
las leyes de la ciudad mientras que el buen hombre además de cumplirlas, lo hace desde
la adhesión del corazón.
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Todo lo no realizado y que debiera ser hecho para el bienestar,
dignidad y sentido de vida de la persona humana, es responsabilidad
de todos realizarlo.
Referencias
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la logoterapia en el mundo
E
1. Premisa
El actual contexto sociocultural, cada vez más caracterizado
por grandes desplazamientos migratorios y por la necesidad
de relacionarse con el “diferente” a mí, representa un verda-
dero desafío. Frente a un mundo multicultural, multiétnico
y multirreligioso con la consiguiente multiplicación y diver-
sificación de valores y marcos de referencia personales, nos
encontramos con la oportunidad de enorme enriquecimiento
experiencial y, al mismo tiempo, el riesgo del relativismo y la
“liquidad”, como lo han señalado varios autores en referencia
a la sociedad contemporánea (Bauman, 1999; Beck, 2003;
Elliot, 2007).
En este sentido, sobre todo al interior de los ámbitos dis-
Psicoterapeuta, Universidad ciplinarios de la antropología (La Cecla, 2009), de la sociolo-
Salesiana de Roma.
Vicepresidente de la Asociación de
gía (Morelli y Weber, 2013) y de la pedagogía cultural (Dusi,
Logoterapia y Análisis Existencial 2006; 2007), pero también de la psicología (Sclavi, 2003), se
Frankliano (ALAEF). va imponiendo el concepto de exopatía y su correlato exotopía.
13
(Cocco e Tiberio, 2005, p 111), puede quedar obstaculizado en contextos en los que los
interlocutores en relación tengan marcos de referencia tan diversos entre sí, si no es que di-
rectamente opuestos. Considérese, por ejemplo, la dificultad de un cristiano al imaginarse en
el lugar de un musulmán o de un taoísta, si pensamos en la diferencia confesional, o bien de
alguien que proviene de una cultura nigeriana, senegalesa, eritrea, somalí, sudanesa o etíope,
sólo para indicar algunos de los mayores flujos migratorios de África a Europa.
En particular, esta actitud exopática se caracteriza por va-
lidar la experiencia del otro ante la ausencia parcial o a veces …la unicidad y la irrepetibilidad
total de referencias que permitan “experimentar aquello que de todo hombre conforma la
experimenta el otro”, y por lo tanto, “como condición necesa- “diversidad” substancial como
ria para cualquier forma de conocimiento” (Morelli y Weber, valor y ya no como obstáculo, como
2013, p. 50). Esto requiere también de un dinamismo de tipo elemento de crecimiento, de una
exotópico, entendido como la capacidad de, casi, des-localizar- trascendencia de sí y no como un
se, renunciando a cualquier modo, al considerar la experiencia aspecto traumático, limitante o
del otro, de hacer referencia a los propios marcos interpre- amenazante de mi autonomía o de
tativos ya sean de naturaleza cultural, ideológica, axiológica, mi bienestar.
religiosa, etc.
A este respecto es posible integrar lo que se ha dicho hasta ahora con la contribución
que la visión frankliana, en especial la capacidad de autotrascendencia y autodistanciamiento,
pueden ofrecer al desarrollo de la habilidad de la exopatía.
14
valor del otro y los valores, que los trascienden, y a los que cada parte está llamado a descubrir
y orientarse hacia ellos (Bellantoni, 2012, p. 179).
15
tivación de sí) y el de fuera de nosotros (trascendencia de sí); de hecho, es gracias a este acceso
a la alteridad, realizado por el autodistanciamiento y la autotrascendencia, que somos capaces
de hacer un espacio al otro y, al mismo tiempo, separarnos de las engañosas imágenes y de las
falsas representaciones o prepotentes actitudes que el Yo pone respecto al Tú, logrando recibir
al otro por lo que el otro es realmente (ibid, pp. 75-79).1
A la luz del autodistanciamiento y la autotrascendencia, la promoción de la persona
consiste en saber dirigirla hacia la construcción o desarrollo de una imagen correcta de sí me-
diante el descubrimiento y el recibimiento del otro en su total irrepetibilidad y potencialidad.
De este modo, el individuo se realiza en el encuentro auténtico con la alteridad, que ya no
representa un obstáculo a la propia realización, sino una oportunidad de crecimiento afectivo
y relacional, dirigido al logro de la autonomía de elección en el descubrimiento de los signifi-
cados/valores.
En síntesis, estas dos instancias están correlacionadas entre sí, pero especialmente a través
de la autotrascendencia surge el elemento característico de la existencia humana; esta última
‘no es auténtica si no es vista en términos de autotrascendencia. El hombre se inclina hacia
fuera de sí mismo y efectivamente sobrepasa los propios límites y alcanza el mundo cultural
del otro, un mundo lleno de diferencias por reconocer y de tareas que realizar’ (Crea, 2007,
pp. 149-150).
1 En efecto, en la perspectiva narcisista, el otro no es descubierto ni recibido como lo que realmente es sino
que representa, desde una visión utilitaria de la relación, una proyección de sí mismo dirigida a satisfacer
el vacío existencial y la crisis de identidad que lo distinguen (Cesareo e Vaccarini, 2012, p. 113; Del
Core, 1998, p.72). De hecho, la característica principal del actual contexto de “narcisismo cultural” es la
dificultad de orientar al propio Yo hacia un Tú, a causa de la crisis de sentido que prevalece; el Yo, demasiado
empeñado en buscar el sentido dentro de sí mismo, tratando de llenar la sensación de vacío existencial a
través de la autorrealización, no logra distinguir en la relación el rostro del otro; el rostro del Tú es “el modo
del otro de presentarse dejando atrás la idea del Otro que tengo dentro de mí” (Lévinas, 1987, p. 63).
2 En Frankl, son dos las representaciones principales de la autotrascendencia: el amor y la conciencia.
En otras palabras, el individuo puede trascenderse ya sea hacia otro ser humano, o hacia un sentido que
descubrir. “En el primer caso, se trasciende en el encuentro con el Tú, con el otro, porque en el amor
es capaz de dirigirse hacia otra persona acogiéndola en su unicidad y singularidad. En la conciencia en
cambio, el hombre se trasciende enfrentándose con los sentidos y los valores. Sólo en este trascenderse el
hombre alcanza la plenitud de sí mismo” (Del Core, 1998, pp. 80-81). Este objetivo se alcanza a través de
la relación Yo-Tú que, como escribe Lévinas (1984), “consiste en ponerse frente a un ser externo, es decir
radicalmente otro, y reconocerlo como tal.
16
da ante todo a no desnaturalizar la tendencia original de la persona humana hacia el sentido
(dada su naturaleza autotrascendente): a no reprimir en nombre de tendencias conformistas la
originalidad que se compone a medida que intuye y realiza un sentido en la existencia’ (Arioli,
2013, p. 116).
A la luz de esto, animar a la búsqueda de sentido en la visión frankliana significa despertar
en el individuo la persecución del descubrimiento de su propia voluntad de sentido, entendida
como la motivación primaria del hombre para buscar el sentido en la propia vida, ya no a
través de un comportamiento centrado en sí mismo, ni auspiciado por la voluntad de poder y
la voluntad de placer, sino mediante una actitud descentralizada que favorezca el movimiento
continuo hacia la alteridad (Bruzzone, 2001, p. 213). A partir del reconocimiento del deseo
de sentido, la persona estará en posibilidad de diferenciar y acoger la exigencia de sentido del
otro, concediéndole la posibilidad de establecer una comunicación interpersonal con la plena
conciencia de la propia experiencia vivencial y con total respeto a lo diferente (Arioli, 2013,
pp. 117-118). Por lo tanto, la relación educativa está considerada como capaz de estimular
vicariamente el descubrimiento de significados, entrenando al individuo a la incesante dispo-
sición hacia el diferente de sí y, al mismo tiempo, despojándolo de la mirada egocéntrica y, por
lo tanto, poco sana.
Desde la perspectiva frankliana, sensibilizar al sentido de la vida significará promover
en el hombre el descubrimiento de la propia unicidad e irrepetibilidad y, al mismo tiempo,
despertar en él la naturaleza esencialmente racional que lo pone constantemente en dirección
hacia algo o alguien fuera de sí, de un significado también único e irrepetible (Bellantoni,
2011a, p. 124).
5. Conclusiones
En un contexto globalizado y multicultural, afirmando la misma dignidad, la diversidad que
existe entre los protagonistas de todo encuentro humano tiende a enfatizarse, poniendo a
prueba la capacidad de empatía de cada uno, lo que ha llevado a algunos autores a acuñar el
término de “exopatía” para evidenciar la exigencia de un recibimiento de la experiencia del
otro que se concentre de manera todavía más evidente en una escucha que prescinda de los
propios esquemas de referencia, que pueden llegar a ser un obstáculo o un “ruido”, más que
un elemento de mediación. A este respecto resultan particularmente útiles las dos capacidades
típicamente humanas mencionadas por Viktor E. Frankl y su análisis existencial, dirigidas a la
importancia del otro y de su irrepetible riqueza (autotrascendencia) y a una puesta entre parén-
tesis de los propios esquemas culturales (autodistanciamiento).
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18
la logoterapia en méxico
A
Jean Louis Chrétien
19
No sabemos ser felices si imaginamos un escenario de salud perfecta, éxito profesional, ri-
queza, reconocimiento, aventuras, tiempo para descansar, relaciones sólidas y satisfactorias con
todos los que nos rodean, y un sinfín de deseos más que cuando se cumplan nos permitirán ser
felices.
No sabemos ser felices cuando seguimos instructivos que nos aseguran que lo lograremos
siguiendo diez simples pasos, como si se tratara de una receta de cocina.
La vida no funciona así y la felicidad tampoco. Tarde o temprano la realidad se impone a
la fantasía y nos sentimos incapaces y frustrados por no poder experimentar una felicidad que
–entendida de esta manera– es imposible de alcanzar.
Decepcionados, algunos incluso dejan de creer que la felicidad es posible y miran con com-
pasión, incredulidad e incluso con desprecio a quienes aún la buscan, o afirman ser felices:
• Seguro son tontos que todavía no se han dado cuenta de que la felicidad no se alcanza
nunca.
• Tal vez son seres mediocres y sin ambiciones que se conforman con cualquier cosa, por
pequeña que sea.
• Deben ser personas superficiales e irresponsables a las que nada les importa y que no se
dan cuenta del vacío de su existencia.
• Quizá se trata únicamente de seres inconscientes que no se han dado cuenta de lo mal
que están las cosas y de lo difícil que es la vida.
• En el mejor de los casos, puede ser que se trate de personas excepcionalmente afortuna-
das a las que todo sucede de acuerdo a su voluntad.
¿Cómo reivindicar la felicidad en una sociedad que nos dice que “tenemos que ser felices”
pero nos enseña que esto sólo se puede lograr cuando “obtenemos constantemente lo más posi-
ble, con un máximo de placer y diversión”?
En el mundo actual la felicidad se ha convertido en un concepto tan manoseado y carente
de contenido, que el término se utiliza con cada vez más cautela, o es sustituido por “bienestar”
y/o “buena vida”, por aquellos que pretenden ser tomados en serio al referirse a la experiencia
profunda y significativa que es la felicidad.
No sucede lo mismo cuando hablamos de sufrimiento. No es necesario reivindicar nuestro
derecho a la desdicha. Difícilmente encontraremos a alguien que nos diga que no tenemos dere-
cho a estar tristes, enojados y preocupados.
El dolor, la culpa y el sufrimiento no son una prerrogativa, son nuestro destino inevitable.
A esto se refiere Viktor Frankl cuando habla de la tríada trágica.
El sufrimiento es parte de la vida, y continuamente tendremos razones para sufrir.
Tampoco podemos escapar a la culpa, esa experiencia que nos hace darnos cuenta, y nos
recuerda las limitaciones de nuestra condición humana.
¿Y qué decir de la muerte? En el trascurso de nuestras vidas seremos testigos constantes del
destino inevitable de todo aquello que es y en algún momento dejará de ser.
El sufrimiento más que un derecho es un destino inevitable. La desdicha y la adversidad
forman parte integral de la existencia y no dejarán de invitarse a nuestras vidas. Frente a ellas
podemos señalar culpables, derrumbarnos, o acceder a ese espacio donde reside la esencia de la
libertad humana: la actitud con la que elegimos enfrentarlas.
20
A diferencia del sufrimiento, la culpa, y la muerte; experienciar alegría y sentirnos felices
no es un destino, es una posibilidad al recorrer el camino; cada uno es libre de elegirlo y trabajar
por ello, o no.
Quiero aclarar que el objetivo no es sentir un placer o alegría constantes, vacías, de esas que
podemos comprar en un centro comercial u obtener por medio de drogas o alcohol, y que nos
permiten “fugarnos” de la realidad, o rechazar y negar lo que es, soñando que no fuese así.
Alegría y felicidad no son una burbuja especulativa a la cual replegarse para vivir en un esta-
do imaginario, libre de dificultades y retos, en el que todo sucede de acuerdo a nuestros deseos.
No se trata de negar o reprimir el dolor, la tristeza, el enojo, etcétera, y ser positivos porque sí;
ni de alegrase a lo tonto, mecánicamente.
La emocionalidad climatizada no existe y es imposible forzar la llegada de la felicidad, sin
embargo, podemos aspirar a comprender y regular el movimiento natural, individual y único de
nuestro sentir para construir una vida plena, valiosa y significativa, con todas sus adversidades y
tropiezos.
La felicidad se refiere a una experiencia rica en matices, que van desde el gozo y el placer al
disfrutar lo que la vida nos regala; la alegría de la acción al realizar un trabajo o compartir con
las personas que nos son significativas; hasta la felicidad, la satisfacción y la plenitud que experi-
mentamos cuando descubrimos y realizamos “sentidos” que nos permiten ser parte de algo más
grande que nosotros.
La logoterapia nos ayuda en esta tarea de construir una vida en la que la felicidad esté pre-
sente, pues el camino hacia el sentido y el camino hacia la felicidad tienen varias cosas en común:
• Al igual que el sentido, la alegría y la felicidad surgen y se descubren en la realización de
valores de experiencia, al recibir, disfrutar y agradecer todo aquello que la vida nos regala.
• Al igual que el sentido, es posible encontrar la alegría y la felicidad en el cumplimiento
de valores de creación, cuando somos capaces de aportar lo que somos para construir
algo nuevo, transformando lo que existe, y generando nuevas posibilidades vitales.
• Al igual que el sentido, la alegría y la felicidad tienen un “para qué”. Nos conectan con
nosotros mismos, con el mundo, y con la existencia. Cuando sentimos alegría y somos
felices, nos convertimos en seres que en lugar de buscar, “encuentran”. Desde ese lugar
tenemos acceso a la fuerza, la energía y la vitalidad necesarias para enfrentar o recuperar-
nos de cualquier circunstancia, por adversa que esta sea.
Ser feliz no se refiere a pasarla bien, hacer realidad nuestros deseos u obtener todo aquello
que queremos. La felicidad consiste en mantener una disposición abierta para aceptar lo que es,
lo que sentimos (esto incluye el dolor), y aun así permitirnos sentir placer, disfrutar y agradecer
la experiencia de estar vivos.
La felicidad es una actitud que de manera libre y responsable podemos elegir para responder
a las preguntas que la vida nos plantea desde un lugar que aprecia, valora y agradece la vida. Es
nuestro contento por estar vivos, en lugar de muertos.
21
la logoterapia en méxico
El cuidador primario
Rolly Elizalde Toledo
V
Varios autores coinciden en que la mayoría de los cuidadores
son mujeres con una media de edad de 50 años, que usualmen-
te comparten domicilio con el enfermo. No tienen formación
profesional. Suelen ser hijas o esposas. La mayoría casadas y
cuidan también de sus hijos. No son fácilmente sustituidas en
esa labor por sus familiares y esta no es remunerada.
Nos comentan que estas personas, los cuidadores, pre-
sentan una característica común: se van abandonando a sí
mismas y para cuidar dejan de cuidarse en todos los sentidos:
físico, psicológico y social.
Es egresada de la Especialidad Nos sugieren a los cuidadores que debemos entender que
en Logoterapia por la Sociedad
Mexicana de Análisis Existencial
la situación del enfermo no la podemos cambiar, que debe-
y Logoterapia, A.C. mos comprender que habrá momentos muy duros, pero que
no debemos frustrarnos ni sentirnos impotentes, pero que
también debemos ver qué sí podemos cambiar porque de esa
manera podremos cuidarnos y cuidar y tener en nuestra vida,
metas, objetivos e ilusiones.
En general, todos nos sentimos ajenos y lejanos a una si-
tuación como la esbozada, hasta que un día surge un imprevis-
to: un malestar, un diagnóstico, una noticia terrible de que algo
malo le sucede a una persona cercana y muy querida y, nuestra
vida cambia –actividades, horarios, ocio, actitudes, emociones–
y nos vemos forzados a tomar decisiones que van a afectarnos
en todos los aspectos, convirtiéndonos en cuidadores.
El reto es el de convencernos a nosotros mismos que so-
mos mucho más que cuidadores, para cambiar nuestra per-
cepción de la situación, porque los autores nos dicen que cui-
dar es una actividad que se puede programar y no un estilo de
vida definitivo.
Sin embargo, el cuidado de un enfermo produce en el
cuidador problemas de diversa índole:
22
• En lo físico: cansancio, cefaleas, dolores articulares.
• En lo psíquico: trastornos depresivos, trastornos del sueño, ansiedad e irritabilidad.
• En lo social: disminución o pérdida del tiempo libre, aislamiento, soledad.
Todas estas alteraciones repercuten en la vida del cuidador y pueden llevarla a una situa-
ción de desgaste y disfuncionalidad en su labor.
Se identifican cinco rasgos comunes en los cuidadores, todos verdaderos:
1. Tristeza e impotencia ante la pérdida funcional del enfermo.
2. Cambios en la dinámica familiar.
3. Frustración.
4. Elevados niveles de estrés y desesperanza.
5. Un progresivo aislamiento de la red social de apoyo.
La calidad de vida del cuidador, el estrés, los sentimientos de carga, el síndrome del cui-
dador y el síndrome del burn out, están ligados.
23
• de la ayuda que reciba de su familia en el cuidado del enfermo y en el cuidado del cui-
dador.
• de la información que tenga sobre la enfermedad de su paciente,
• de la manera en que enfrenta sus responsabilidades en el cuidado y atención al paciente,
• de su estilo personal para resolver los problemas que se le presentan durante su desem-
peño y
• de su resiliencia en los momentos y acontecimientos difíciles que ocurran durante su
labor, es decir, las crisis y hasta la muerte del enfermo.
24
¿Qué son los sentimientos de carga?
Los sentimientos de carga en el cuidador son un factor trascendental en su calidad de vida,
resumido, son las consecuencias que sufre el cuidador en su persona y su vida al atender en-
fermos crónicos y/o terminales.
La Organización Mundial de la Salud ha considerado bajo el término “sentimientos de
carga subjetivos” los siguientes:
• frustración
• estrés
• angustia
• depresión
• ansiedad y
• culpa.
25
Cinco temas importantes
La información sobre la enfermedad
Es muy tranquilizador para el cuidador contar con la mayor información posible, sobre la en-
fermedad de su paciente. Saber qué esperar, qué hacer y cómo hacerlo le da seguridad y alivia
nuestro sentimiento de carga.
La mejor manera de obtener la información es acercándose al médico o médicos que
tratan al enfermo y preguntar, preguntar, resolver dudas para tener un panorama más claro y
actuar asertivamente en lo posible.
La paciencia el cuidador
Es elemento fundamental en el cuidado de un enfermo en cualquiera de sus etapas. Debemos
tenerla siempre con nosotros, pues es con ella que tratamos mejor y cuidamos mejor al enfer-
mo sobre todo en las crisis y en los cambios constantes que sufre.
Pero, los cuidadores también somos seres humanos y en ocasiones también se nos agota
la paciencia; es el momento de tomar un respiro, hacer un recuento de todo lo que hemos lo-
grado con nuestro enfermo y sacar fuerzas de esos logros para recuperar la paciencia suficiente
y continuar con nuestra labor.
La comunicación entre cuidador y paciente
Es esencial. El cuidador debe aprender a comunicarse con su enfermo,
• con la palabra,
• con la mirada,
• con la expresión facial o corporal.
Debemos mirarle a los ojos cuando nos habla. Escucharle y tratar de entender lo que nos
dice; contestarle y hacer que se sienta escuchado y comprendido. Respetar su tiempo para ha-
blar. Ayudarle cuando no encuentra la palabra adecuada. Fomentar la conversación con temas
de su interés. Todo esto le da seguridad al paciente y eleva su autoestima.
La culpa en el cuidador
La culpa es una faceta muy importante en el camino del cuidador.
Sólo mencionaré dos razones para sentirla, hay muchas:
Haber cometido algún error en el cuidado del enfermo nos genera mucha culpa y la úni-
ca manera de resolverla es tratando de no incurrir en el mismo error y no flagelarnos con ese
recuerdo.
Ser testigo principal del deterioro y sufrimiento del enfermo provoca desesperanza en el
cuidador y ésta en ocasiones lo lleva a pensar en su muerte. Entonces, la culpa aflora y nos
acompañará un buen tramo del camino, pues nos damos cuenta que hemos transgredido la
norma moral de no desear el mal a otra persona.
La autoestima del cuidador
En cuanto a la autoestima del cuidador, los autores nos dicen que los cuidadores, solemos
tener con el paso del tiempo una valoración negativa de nosotros mismos con la consecuente
baja autoestima.
26
Y yo aquí digo: debemos aprender a no juzgarnos, a perdonarnos, a aplaudirnos, a valo-
rarnos de manera adecuada y a cuidar lo que nos decimos a nosotros mismos, estos cinco ele-
mentos están en nuestras manos y ponerlos en práctica es un consejo valioso para el cuidador.
27
Desde los valores de experiencia, me quedo muy satisfecha pues el vínculo amoroso entre
ambas se estrechó de manera inimaginable –el amor al otro– del que nos habla Frankl estuvo
presente entre nosotras.
Desde los valores de actitud, traté siempre de ser positiva y tomar las decisiones más con-
venientes para ella. Modifiqué todo lo modificable y lo irremediable lo acepté con el corazón
roto porque entendí que el desenlace sería su fallecimiento.
Desde todo lo anterior, desprendo que mi sentido de vida se cumplió buscando siempre
su bienestar, su felicidad, ofreciéndole mi trabajo, mi cercanía y desde luego mi amor incon-
dicional. Concluyo pues, que los conceptos de la Logoterapia, haberlos vivido, me dejan la
seguridad de que hicieron mi experiencia más llevadera, más comprensible y más amorosa.
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28
la logoterapia en méxico
E
sabe ya que de esa persona hemos de enamorarnos.
S. Freud
29
percepción del mundo y de sí mismo. Es, pues, un fenómeno psíquico que altera la voluntad
y la consciencia.
Es, sin embargo, un estado psíquico transitorio que después de un lapso deja de existir,
puede ir desde unas cuantas semanas como sucede con los adolescentes, hasta llegar a varios
años. Al desvanecerse la ilusión que acompaña al enamoramiento deja al desnudo una rea-
lidad que en ocasiones dista mucho de lo que prometía ser; es en estas circunstancias que el
enamoramiento puede dar paso al desarrollo del “amor real”, que es la aceptación de la pareja
tal como es, sin maquillaje emocional. O bien, se puede dar la ruptura.
Desde el punto de vista biopsicosocial, el enamoramiento tiene que ver con el ciclo vital,
desde el periodo de la pubertad se da la maduración biológica en donde la capacidad repro-
ductiva alcanza su desarrollo óptimo y prepara al individuo para el acto sexual y la crianza. La
energía que lleva a buscar pareja es la sexualidad, de ahí se desprende el placer erótico a partir
del cual se busca la proximidad con el “otro” a través del cortejo, una vez que la pareja se ha
establecido como tal se tiene entonces la posibilidad de preservar la especie.
Estudios realizados sobre el sistema nervioso autónomo confirman que en el periodo de
enamoramiento se generan modificaciones corporales tales como dilatación de las pupilas,
apertura de los poros de la piel, alta sensibilidad ante estímulos sonoros, olfativos y visuales. A
nivel psicológico la autoestima se eleva, crece la energía vital, se presentan evidentes cambios
en el área afectiva, exagerada sensación de bienestar y satisfacción, se es más vivaz, además de
manifestar una actitud corporal de seguridad, etc.
En cuanto a las expectativas psicológicas, propiamente en la postura psicoanalítica, se
dice que aquello que une a la pareja de manera intrínseca se funda por la atracción psíquica
que incluye componentes inconscientes donde se asume que el “otro” cumplirá con las carac-
terísticas del “objeto de amor” grandemente deseado. Se espera que este cubra las carencias
que surgieron durante el proceso de estructuración de la personalidad, sobre todo en el pe-
riodo infantil temprano; es por este motivo que se da la sobrevaloración del objeto de amor
y se pretende perfecto, por lo que cualquier sensación de insatisfacción se desplaza hacia el
exterior. Por otra parte, se percibe también de manera inconsciente que el “otro” presenta la
misma conflictiva emocional y se busca descubrir cuál es su manera de resolverla.
En este contexto resulta importante valorar las relaciones establecidas bajo la óptica de
las “relaciones objetales”, que son estructuras mentales que se van formando en proporción a
la relación con la madre, es decir, que el tipo de relación Madre–Hijo que se da en la primera
infancia dejará en el individuo una huella profunda en el inconsciente, de tal manera que las
relaciones amorosas en lo sucesivo se regirán por ese modelo histórico.
Es así como el tipo de enamoramiento está determinado por la estructura psíquica del
sujeto, en la imagen del “sí mismo” y la imagen del “objeto”, como se muestra a continuación.
Para cada situación de amor adulto existe un rasgo paralelo de amor infantil. Cuando
el objeto de apego está disponible y es respondiente el bebé y más tarde el amante adulto se
sentirá lo suficientemente seguro, checando ocasionalmente a sus espaldas al objeto de apego,
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si este deja de estar disponible inicia una sensación de incomodidad que desata una serie de
conductas y movimientos con el fin de restaurar la seguridad.
En el amor infantil la formación de un vínculo afectivo es igual a seguridad, en el amor
adulto es igual a enamorarse, mantener ese vínculo es igual al amor real, y perder al compañe-
ro significa dolor.
Posterior al enamoramiento habrá un pasaje gradual hacia el “amor real”, basado en las
características reales tanto del sujeto como del objeto, que permitirán el establecimiento y
conservación de la pareja en situaciones de autonomía y satisfacción mutuas, con capacidad
para entrar en un estado de fusión psíquica y a la vez de individualidad, donde habrá preo-
cupación por la satisfacción propia así como de la pareja. Este es el estado ideal esperado, sin
embargo, hay que recordar que este pasaje hacia el “amor real” tiene que ver con la estructura
de personalidad de cada individuo, por lo que no en todos
La idea del ejercicio de la comunicación es los casos este paso se dará satisfactoriamente, aunque en
que cada miembro de la pareja reconozca términos generales, las personas buscan y encuentran ob-
y asuma el sentimiento que experimenta a jetos amorosos con un nivel semejante de desarrollo.
cada momento y en cada situación, que lo Ahora bien, cuando el enamoramiento se da parece im-
exprese tal cual es y que corra el riesgo que prescindible para el sujeto tener la certeza de que el ser
esto conlleve, ya sea por sentirse expuesto amado a la vez le ama, la necesidad de encontrar el amor
ante la pareja o bien por la reacción que verdadero es una falsa creencia que se engrandece tras la
la pareja pueda tener ante lo que se le idea de que la felicidad está al alcance de todos una vez que
comunica, pues la expresión clara y directa se haya encontrado el “verdadero amor”. Es por esto que
de los sentimientos invariablemente cuando se cree haberle encontrado se pretende no dejarle
generará una reacción en el “otro”, sin ir. Sin embargo, esta intención no siempre resulta exitosa,
embargo, es necesario asumirlo. es a partir de la problemática de la pareja y de la forma
en que esta incide socialmente, por la inestabilidad de la
misma como estructura social, que surgen los cuestionamientos de “cómo hacer una buena
relación de pareja, “qué factores la hacen o no duradera”, etc.
Parece que no es suficiente que entendamos cómo y por qué se da el enamoramiento y
se construye la pareja, resulta sumamente importante encontrar respuestas para saber cómo la
relación trascienda a este periodo.
Para esto se propone en primer lugar que la pareja no viva su relación como un “contrato”,
en donde se hace la promesa de amor y para siempre, ya que tras esa promesa se corre el riesgo
del sometimiento del “yo”, lo cual no resulta útil para el desarrollo individual ni de la pareja,
contrariamente a la propuesta sociocultural que asume al amor como la despersonalización
del individuo siendo esta la muestra mayor de amor eterno. Es importante entonces que la
pareja se conceptualíce como un “proceso continuado” a partir de un compromiso mutuo de
dedicación durante el proceso cambiante de la relación.
Una alternativa más es la tan mencionada “comunicación”, misma que en ningún lugar,
ni nadie nos explica cómo llevar a cabo. La idea del ejercicio de la comunicación es que cada
miembro de la pareja reconozca y asuma el sentimiento que experimenta a cada momento y
en cada situación, que lo exprese tal cual es y que corra el riesgo que esto conlleve, ya sea por
sentirse expuesto ante la pareja o bien por la reacción que la pareja pueda tener ante lo que
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se le comunica, pues la expresión clara y directa de los sentimientos invariablemente generará
una reacción en el “otro”, sin embargo, es necesario asumirlo.
Por otra parte, se ha visto que el hecho de vivir en función de los roles culturales y las
expectativas sociales parece oponerse a la idea inicial de hacer de la pareja un proceso, en la
medida que cada miembro “sabe” lo que espera del otro, y generalmente dando por hecho que
el “otro” asumirá lo que tiene que hacer. Una buena opción es que la pareja tome acuerdos
sobre como desarrollar sus propias expectativas, plantear sus propias opciones y desarrollarse
en su propia dirección.
Finalmente, se puede comprobar que cuando cada uno de los miembros progresa hacia
una creciente individualización, la pareja se enriquece, una vez más parece que esta postura se
contrapone con lo socioculturalmente aprendido, que plantea por todos los medios que sólo
“seremos” a partir del “otro”, romper con estas ideas tan arraigadas no es cosa fácil, sobre todo
si tomamos en cuenta que el crecimiento y la libertad por sí mismas son generadoras de ansie-
dad, sin embargo, tomar en cuenta el planteamiento del desarrollo individual engrandece las
posibilidades de crear una pareja sólida.
Esta búsqueda del “sí mismo” sigue también un proceso que incluye el “autodescubri-
miento”, la “aceptación del yo” y “la caída de las máscaras”, lo que implica deshacerse de de-
fensas y armaduras para asumirse como la persona que se es. El “experimentar valores”, lo que
significa que los valores interiores sean sustentados por las propias experiencias, asumiendo
por lo tanto la verdadera autonomía de lo que se desea ser.
Todo lo anterior conlleva a una “realización para ambos”, toda vez que el proceso de con-
vertirse en un “yo real” engrandece por sí mismo y además alienta y libera al compañero para
avanzar en la misma dirección. Esta mutua realización permitirá asentar el proceso del “amor
real”.
Son evidentes las carencias de nuestra sociedad actual, donde se firma un contrato ya sea
moral o psicológico en donde se sigue restringiendo a ambos miembros de la pareja, donde los
roles socioculturales continúan limitando el crecimiento, en principio personal y consecuen-
temente de la pareja, donde pareciera que el ejercicio principal es “hacer feliz al otro”, o “ser
feliz a partir del otro”, estableciendo así un compromiso implícito de satisfacción mutua sin
ninguna base sólida.
Cierto es, como se ha planteado anteriormente, que las motivaciones para hacer pareja
son en principio inconscientes, sin embargo, el método correcto para progresar del enamora-
miento al “amor real” no es otro que el crecimiento interior de cada uno de los participantes
de la pareja, lo que finalmente podrá guiarlos a un verdadero encuentro.
Cierto, infancia es destino, sólo que una vez que lo has entendido,
puedes decidir como vivir.
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la logoterapia en méxico
B
1. Elige una crisis personal de tu vida. Puede ser una crisis que has trascendido o una
crisis en la que estás en una etapa avanzada de procesamiento.
La muerte de mi hija.
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esperanza se esfumó, llegó el shock; no entendía lo que pasaba; la voz del paramédico salía
como de ultratumba; la oía, pero no la escuchaba, no quería escucharla ni entender de lo que
hablaba. ¡Cómo no se equivocó! Ahí empezó el caos: dolor, trsiteza, enojo, confusión, miedo,
soledad, evasión. Todos esos sentimientos juntos, revueltos con los pensamientos. No sabía
qué hacer, decir, sentir. Mi cuerpo estaba golpeado y mi alma devastada. Fue un shock, y de
eso me di cuenta los días siguientes, que eran peores a éste. Las mañanas que aparecían día
con día con esta realidad tan dolorosa eran insoportables. Yo despertaba pensando que era un
sueño, pero... no, no, no… era verdad. Chío habia muerto y no la volvería a ver. Asimilarlo
me costó tiempo y trabajo. Ahora es una trsiteza muy honda pero lo acepté y lo acomodé de
la mejor manera con mis recursos.
Una acción muy significativa en mi proceso de recuperación fue la elección de continuar
en terapia. Kiwi fue mi apoyo, compañía, guía, maestro y yo una alumna dedicada; quería
vivir y salir de mi crisis. Ahora entiendo que la tomé como una oportunidad de crecimeinto.
4. ¿Cómo saliste y qué te fue útil para superarla?
Fue primordial la contención y apoyo de mi familia y de mis amigos en la primera etapa (el
primer año). No me dejaron sola.
Fue importantísimo encontrarme ya en un proceso terapéutico que había iniciado seis
meses antes por una crisis existencial. A partir de ese momento, Kiwi no se separó de mí; en
el funeral estuvo conmigo todo el tiempo acompañándome; pero no hablaba, yo quería expli-
caciones y se las pedía; pero él solamente se mantuvo sentado a mi lado. Posteriormente me
dijo que en ese momento “solamente había que estar”.
Despues de eso vino un trabajo terapéutico de un año más. En un inicio fue a mi casa a
acompañarnos a mí y a mi familia varios domingos. Nos sostuvo, nos abrazó, nos compren-
dió y estuvó ahí para nosotros. Al cuarto domingo me dijo: “Ya no vendré a tu casa; yo soy tu
terapeuta y seguiré viéndote sólo a ti”.
En mi proceso hubo clarificación para que yo pudiera mirarme y conocerme, aceptar que
lo que estaba viviendo y sintiendo era normal, que no me estaba volviendo loca. Me com-
prendí y aprendí a ver por qué significaba de cierta manera mi situación. Me dí cuenta de lo
que pasó y cómo pasó. En un principio todo era caos y estuve en shock, como bloqueada.
Descubrí en qué creía, qué era valioso para mí, toqué mi unicidad y con ella mi soledad, mis
patrones de conducta y lo más posible de mí.
En el manejo de sentimientos, aprendí a reconocerlos y me responzabilicé de lo que
sentía. Pasé por el enojo, coraje, ira, culpa, desolación, miedo, tristeza, incongruencia, deses-
peración, angustia, ansiedad, frustración… Hubo un caos en cuestión de sentimientos. En la
actualidad a veces afloran todos, pero ya no desordenadamente y sé identificarlos.
Acepto mi inevitable destino, no con una aceptación resignada, sino como una elección
digna de vencer mi sufrimiento día a día, lo cual me hace sentir más valiosa, confiada y cerca-
na a mí misma. He vuelto a creer en mí y he recuperado mi fe; siento mi dolor parte de mí y
vivo con él. También se removieron mis creencias y reacomodaron mis valores.
Creo que al aceptar mi realidad me he ido adaptando a ella. La vida me sorprendió, me
di cuenta de que nada sería como antes y me toca adaptarme. Me tambaleé, pero decidí pisar
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tierra firme, dejarme sentir, fluir, soltar y resurgir con confianza y deseo de cambio. Lo roto
en mí se ha ido reparando poco a poco con la ayuda de mi fortaleza interior y mi capacidad
de adaptación. Lo que me tocó vivir es muy duro, pero por lo mismo me enorgullece vencer
todos los días mi sufrimiento. Esta voluntad de sentido me hace comprometerme con la vida,
conmigo y con los demás. Para no perder la brújula de la voluntad de sentido es necesario reco-
nocerme como un ser siempre en proceso: estaré terminada hasta el día final de mi existencia.
Considero que mi crisis está en su etapa final, mi motor se ha encendido y me encuentro
elijiendo hacía dónde voy, con mis propios recursos, mi unicidad, mi capacidad para contac-
tar mi yo interno y sabiendo que cuento conmigo misma. Quiero ir más allá de mí, quiero ir
hacía el otro y convertirme en logoterapeuta.
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Agradecimiento: Aprendí a ser agradecida con Dios, con la vida, con mi familia, con mis
amigos. A pesar de mi circunstancia estoy agradecida con la vida y con Dios porque yo fui la
afortunada madre de la hija más maravillosa durante 16 años y casi tres meses aquí en la tierra,
nueve meses dentro de mí y por siempre en mi corazón. Agradezco el tener vida para luchar
por mis ideales, elegir lo que me haga sentido y responsabilizarme de ello. Agradezco tener
otros dos hijos a los que amo. Agradezco tener a mi madre con su sabiduría. Agradezco tener
una familia que me apoya, tener amigos y salud.
Esperanza. Vivirme en la esperanza de reencontrame con mi hija también me mantiene
de pie para vivir. Ahora sé por experiencia que la esperanza si es lo último que muere.
Vivir con mayor conciencia: Vivir el aquí y el ahora; disfrutarlo, llorarlo, o lo que toque
pero con conciencia.
7. Si tu fueras el terapeuta que te acompañó o hubiera acompañado en ese proceso, qué le dirías a tu paciente al ser testigo de
este proceso.
Que estoy orgullosa de su proceso personal, que actualmente ha sabido salir a flote y transfor-
marse a raíz de su crisis. Algo fundamental que yo veo en ella es que a partir de su crisis cir-
cunstancial pudo desarrollarse, crecer y trabajar en su crisis existencial. Es muy duro decirlo,
pero así es.
Que aunque las condiciones tan críticas a partir de la muerte de su hija amenazaron con
quitarle todo el sentido a su vida, gracias a su elección y trabajo personal pudo transformar el
sufrimiento en una lucha digna y esto le ha dado sentido a su vida actualmente.
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la logoterapia en méxico
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La semana pasada me encontré con Lety al salir de clases,
después de saludarnos y cambiar impresiones, me hizo una
pregunta que para mí tenía una respuesta inmediata...
La inquietud de Lety la llevó a preguntarme si considera-
ba valioso seguir formando generaciones de logoeducadores,
a partir de mi experiencia como facilitadora.
¿Realmente tiene sentido dicha encomienda?
A pesar de tener a flor de piel la respuesta, el cuestiona-
miento estuvo rondando en mi cabeza, hasta que finalmente
concluí que para poder responder de manera asertiva, era ne-
cesario reflexionar y fundamentar al respecto.
Mi intención era encontrar la mejor respuesta a partir de
cada una de mis clases, desde donde intento transmitir, com-
partir y vivenciar esta propuesta educativa con mis alumnos
de la Especialidad en Logoeducación.
Súbitamente me surgen otras preguntas:
Maestra de Educación Primaria.
¿Será que en estos nuestros tiempos tan impersonales, de
Especialidad en Ciencias de
la Educación y Técnicas de tanta prisa y tanto ruido, en esta época vertiginosa de constan-
la Enseñanza. Docente en la tes cambios, admirables avances científicos y la magia adictiva
Especialidad de Logoterapia, de las nuevas tecnologías, los seres humanos hemos perdido el
Logoeducación y Desarrollo timón de nuestras vidas?
Humano. Facilitadora en talleres
y cursos de Codependencia.
¿Será acaso que al mundo globalizado se le perdió la brú-
Logoterapeuta. jula y se orienta a través del sin sentido?
¿Será que el hombre de hoy, en su incasable carrera por
tener más y más, ha dejado de lado lo verdaderamente valioso
del ser y hacer humano?
Enrique Rojas en su libro El hombre light, describe a la
sociedad actual como: “Aquella que todo lo trivializa, propug-
nando la ley del menor esfuerzo; todo es ligero, suave desca-
feinado, liviano y de bajo contenido calórico”.
Me cuesta trabajo comprender y aceptar que esta forma
de vida tan ligera y apresurada, en ocasiones tan carente de
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valores referentes y plena de sin sentidos, sea la única forma de vida que puedan elegir el hom-
bre de hoy y por supuesto, las nuevas generaciones.
Desde mi punto de vista, llamado vocacional y experiencia, me parece que la educación
es hoy en día, la llave maestra para que el ser humano abra sus propias puertas y recupere la
brújula.
Entonces cabe preguntarse: ¿Qué es la educación?
A través de la historia se han dado variadas y copiosas definiciones.
Para Kant por ejemplo “el hombre no llega a ser hombre más que por la educación, y hace
hincapié en que las semillas que están en el hombre deben ser desarrolladas”.
Savater argumenta que educar es “formar individuos autónomos, capaces de participar en
comunidades que sepan transformarse, sin renegar de sí mismos, y que se abran y se ensanchen”.
Reviso el pensamiento de los filósofos antes mencionados, quedándome con las ideas
fundamentales para comprender qué es educar:
Llegar a ser hombre.
Las semillas deben ser desarrolladas.
Formar individuos autónomos.
Comunidades que sepan transformarse, abrirse, ensancharse.
¿Cómo? Si el hombre de hoy más preocupado por tener que por ser, parece no tener
como prioridad llegar a ser realmente mejor ser humano.
“En un tiempo amenazado ya por el absurdo e invadido por una avalancha de conceptos,
urge re-proyectar la educación como actividad centrada en el significado”-
A partir de lo antes expresado por Bruzzone, me pregunto:
¿Acaso puede ser el modelo logoeducativo una propuesta preventiva, orientadora y espe-
ranzadora, en pro del crecimiento y bienestar personal y social?
En base a mi propia formación y experiencia como docente, la respuesta a la pregunta de
Lety tiene como respuesta un confiado y contundente: Si
Me parece que formar y capacitar a futuros logoeducadores, nos da la oportunidad de
dar continuidad al legado de Frankl, ayudando a descubrir y desarrollar semillas, que a su vez
serán descubiertas y desarrolladas en otros…
Ser logoeducador es darse a la tarea de orientar y acompañar para descubrir los propios
significados existenciales, despertando al tiempo la voluntad de sentido.
Frankl da un giro a viejas ideas que concebían a la educación como enseñanza de conte-
nidos, para dar paso a un nuevo enfoque: “Si el hombre debe buscar sentidos en una época
carente de valores, deberá estar dotado de una fuerte capacidad de conciencia…Ser hombre
significa al mismo tiempo ser consciente y responsable”.
Para Frankl, en la intervención educativa afinar la conciencia tiene como valor, principio
y fin educar en la responsabilidad. De hecho la esencia más profunda del quehacer educativo,
es educar la capacidad de decidir.
“En una época de desorientación existencial, la educación está llamada a invertir en la
conciencia”.
Desde mi percepción logoeducar hoy en día, es una necesidad prioritaria, valiosa y tras-
cendente, en pro del mejoramiento del ser humano y de su estar en el mundo. Basta para ello
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recordar las bondades de la Logoterapia a los ojos de Lukas: “La logoterapia es la primera y
verdadera psicología profiláctica: está concebida como psicoterapia, filosofía y antropología al
mismo tiempo, pero contiene también aspectos pedagógicos de enorme valor”.
El mundo actual devastado por el hambre, los conflictos bélicos y religiosos, la intoleran-
cia a las diferencias y los odios raciales, necesita de personas libres y responsables, con cierto
nivel de conciencia ética y con una auténtica disposición de reconocimiento y respeto por el
otro.
Para mí, es el pensamiento de Lévinas un argumento más para continuar capacitando
logoeducadores como agentes de cambio…
El autor señala que la relación entre los seres humanos es el quehacer más importante,
cuando se tiene como propósito oponerse a la violencia y sanar el sufrimiento, invitando a
deslizarnos de un yo cerrado a un yo abierto…
“Desde el momento que el otro me mira, yo soy responsable de él, sin ni siquiera tener
que tomar responsabilidades en relación con él. Su responsabilidad me incumbe, es una res-
ponsabilidad que va más allá de lo que yo hago”.
¡Ardua y significativa labor la de aquel que ha elegido ser logoeducador!
Recapitulando:
El logoeducador se capacita para educar a partir de la libertad y la responsabilidad, apo-
yándose en los valores propuestos por la Logoterapia, piezas fundamentales para facilitar el
cambio y satisfacer el anhelo humano de convertirse en mejor persona.
El logoeducador a partir de su formación ética, encarna valores como el respeto por la
diversidad y la solidaridad, asumiendo su condición humana y la del otro, siendo capaz de
comprender la complejidad de nuestro tiempo.
El logoeducador al terminar su formación, está capacitado para ser potencializador de
crecimiento y cambio, ya que puede llevar esta propuesta a centros educativos, zonas mar-
ginadas, comunidades hundidas en el olvido y la desesperanza, asilos, empresas, hospitales,
orfanatos, etc.
Pero sobretodo un logoeducador puede acceder y ayudar a desarrollar la semillas, en
todos los rincones en donde la constante sea el vacío existencial, en donde los valores hayan
perdido vigencia y en donde la brújula se haya extraviado.
Y si de actualidad hablamos.
¿Es hoy en día la propuesta logoeducativa un medio viable, para apoyar, orientar y acom-
pañar a aquellos que hoy son perseguidos, vulnerados, rechazados y repatriados, a aquellos
que hoy viven con miedo y desesperanza, a aquéllos… nuestros hermanos migrantes?
Retomo el cuestionamiento inicial:
¿Tiene sentido formar educadores a partir de la filosofía de la logoterapia?
Reitero mi respuesta:
Si Lety, considero desde mi percepción que hoy más que nunca, vale la pena formar lo-
goeducadores de excelencia, que desarrollen la visión y ejerzan la misión de orientar y acom-
pañar a otros al afrontar necesidades, sufrimiento y en ocasiones, los sin sentidos de este nues-
tro tiempo…
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la logoterapia en méxico
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Primer día de la sacudida existencial
La insatisfacción es la madre del cambio. Hacer un acto de
flexión hacia uno mismo, es decir, observarme mientras me
observo, como diría el poeta Paul Valéry, es un asunto que
para mí no resultó sencillo. Cómo explicártelo. Todo empezó
con el dolor de estómago: un cosquilleo, una sensación de
hambre que no se puede satisfacer aún comiendo en dema-
sía, porque el alimento no es una manzana, sino el fruto del
misterio de la existencia. Sí, la insatisfacción es el principio
de la metamorfosis, te sacude y te dice, tal una torre atra-
vesada por un rayo, que tus estructuras deben modificarse,
que lo hecho hasta este momento ya dejó de funcionar. Así
Escritora y psicoterapeuta. Estudió yo, una alarma resonando cada vez más alto, cuya voz sin
la Licenciatura en Letras Hispánicas
(UAS), Guión Cinematográfico en el
nombre, se centraba en decir: ¿esto es todo?, ¿de veras no hay
CCC (CNART) y las Maestrías en Filosofía nada más que esta vida llena de costumbres difíciles de dejar?
(UNAM) y Psicoterapia Humanista (IUCR
Supe, de alguna manera intuí, que estaba ante el principio de
Puebla). Es Dramaturga, Narradora y
Guionista. Tiene publicadas, entre otras algo. Todavía no lo había descubierto del todo, pero algunas
obras: Azul, obra de teatro (2003), El reminiscencias me llegaban, un leve susurro diciendo. “Des-
rumor de los días que vendrán: dos textos
dramáticos (2005), Relato a mí, cuentos pierta Glafira, observa que hay algo más allá, olvídate ya de
(2012), la obra infantil Más allá del sol las pequeñeces de una existencia que cree tener un sentido,
(2013), editada por el ISIC, Sinaloa,
y además por la editorial Valparaíso,
el sentido se da cuando la naturaleza se descubre”. De dónde
España (2016) y por la Secretaría de llegaban esas palabras, quién las decía, por qué las escuché
Cultura de Colima y Círculo de Poesía
justo en un momento donde efectivamente me experimento
(2016), Minerva quiere volar (2015).
Su trabajo narrativo y teatral aparece inquieta, con una angustia existencial a la manera kierker-
en diversas antologías. Sus obras de gaardiana, en la que no se sabe qué pasa, pero se reconoce
teatro, Azul, Más allá del Sol, El rumor
de los días que vendrán y La caja de porque se trata de una transmutación que sólo se da cuando
Schrödinger han sido escenificadas en las cosas acostumbradas son insulsas.
varias ciudades de México. Más allá del
Sol, se presentó en abril del 2016 en el
Podría decirse que tampoco es que mi vida fuera un
Encuentro Internacional de Teatro de caos. Por fortuna, ninguna situación límite, como diría Jas-
Barranquilla, Colombia. Actualmente
pers, estaba en mi proximidad. Tal vez sería para mí más
estudia Terapia Existencial en el Círculo
de Estudios en Psicoterapia Existencial. sencillo explicar que un acontecimiento apabullante me mo-
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dificó la visión del mundo o que los conflictos más comunes me hacían perder el sentido de
la vida. Es decir, cuando tu pareja te es infiel, cuando alguien cercano a ti tiene una enferme-
dad, cuando hay carencia de dinero, cuando se muere un ser querido, hay una sacudida de la
estructura que te ha cargado durante mucho tiempo. Lo sé porque cada uno de los aspectos
que he mencionado me pasó y sentí un torbellino, pero esta vez era diferente. Justo la cos-
tumbre, la certeza, el realizar como autómata las mismas cosas, me hacía experimentar esta
sensación indescriptible. No es que viviera en la opulencia y que todo marchara de maravilla,
se trataba de una medianía, un hábito de repetir, repetir y repetir hasta el hartazgo…un ver
al mundo sin sorpresa. Tal vez, estarás pensando, pues, ¿qué me querrá decir esta mujer? Y la
verdad es que yo no sé cómo explicártelo, tal vez, por aquello que alguna vez escribió el poeta
tabasqueño José Carlos Becerra: Las palabras, esas distancias de algo. Me siento en la impo-
sibilidad de expresar un sentimiento que mi razón no comprende, por ello, todo este rodeo
para decirte en sencillas palabras: me ahogaba en un vaso de agua y lo peor del caso, es que no
sabía el porqué.
Otro día
La primera vez que experimenté ese calambre de insatisfacción fue cuando empecé a aplicar
los mismos estamentos que yo enseñaba, a mi vida. En ese momento, me dedicaba a dar talle-
res de filosofía existencial aplicada a la vida cotidiana y a la psicoterapia; autores como Kierke-
gaard, Nietzsche, Husserl, Heidegger, Sartre, Beauvoir, Jaspers, Marcel y Buber, me hicieron
adentrarme en su vida y filosofía, para cuestionarme mis propios asideros. Descubrí que cada
uno de ellos se sostenía en una congruencia, que desde mi punto de vista, estaba muy rela-
cionada con su habitar en el mundo, independientemente de que estuviera o no de acuerdo
con ello. Creo que desde ahí empezó esta rareza que yo llamo: la perturbación de existir. Fue
justamente en uno de los grupos de clase, cuando descubrí que yo no podía enseñar si antes
no lo aplicaba y no sólo confiaba en la enseñanza, sino que era coherente con ella y la llevaba
a mi vida. Sí, creo que ahí dio inicio, porque empecé a ser el conejillo de indias de mi propio
experimento.
Inicié con Kierkegaard, tomando la firme decisión de comprenderlo más allá de la teo-
ría, entonces, el acercarme a su trabajo, me hizo experimentarme todavía más confundi-
da. ¿Cómo podría ser cierto que la angustia me llevaría rumbo a las profundidades de una
existencia desconocida? Yo, quien tanto he rehuido de sentirme angustiada, estaba siendo
invitada adentrarme en las espesuras de una incertidumbre mayor. Una angustia brotando
en mis entrañas, atrapada desde hacía mucho tiempo empezó a manar, simplemente con la
convicción de permitirlo. El sueño se me iba, un dolor permanente enterrado en el lóbulo
frontal, me hacía desistir. Kierkegaard a través de su heterónimo Johannes Climacus nos
dice: “El filósofo debe tomar conciencia de sí mismo y en esta conciencia, también, de su ser
consciente”. No es que yo me conciba como filósofa, por el contrario, soy una estudiante de
filosofía que realiza un experimento con su existencia, nada más. Pero esto no me dice nada,
doy vueltas por la cama sin tener una respuesta, mi corazón palpita de manera rápida y el
sudor en mis manos me indica que este es el principio. Curiosamente, no le saqué la vuelta
a esto, quise verlo de frente y al hacerlo, la primera frase que afloró de una boca sellada por
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muchos años, dijo: te acepto angustia, porque permitiendo tu presencia, le doy permiso a
la mía de que se muestre de una buena vez. ¿Qué significaba esto? Tanto ensimismamiento
me estaba rebotando en la cabeza y, simplemente, el giro ante el desconocimiento me ha-
cía experimentarme con una tranquilidad que nada tenía que ver con la inquietud o con
la incertidumbre. Fue un momento excepcional, porque la aceptación me llevó a dejar de
huir. La angustia, dice este filósofo danés, nos puede llevar a la desesperación o a la rebelión,
una rebelión cargada de una extraña valentía que nos empuja al movimiento, a la elección
y posteriormente a un salto de fe. ¿Cuántos saltos de fe he dado en mi vida? Me pregunté y
creo, que desde la manera que lo concibe Kierkegaard, pocas veces, pues se trata de no tener
certezas, por el contrario, es como arrojarse de la montaña más alta sin paracaídas. En ese
momento me detuve, imaginé si yo misma estaba dispuesta a arrojarme a los brazos del des-
conocimiento, internamente, supe que sí, por lo cual me lancé al vacío y me quedé flotando,
por vez primera, elegí el desasosiego, y ahí me quedé, esbozando una leve sonrisa, sin el pá-
nico de la caída y sin el temor y el temblor de dar un paso en falso, pues sabía que ese paso
me llevaría a expandir los límites impuestos y a un conocimiento de esta existencia que en
cada momento se reconstruye. “La angustia es el vértigo de la libertad” nos dice Kierkegaard,
¿cuál libertad? De nuevo preguntándome y el mareo me recorre para responderme: la libertad
de existir. Ahora que la experimento y creo que no será la única vez, puedo darme cuenta
que la angustia es una patada metafísica, esa que no se ve, pero que se necesita para moverse,
sin embargo, también es necesario aprender a angustiarse, primero es reconocerla, segundo,
aceptarla y luego usarla. Si trato de anularla, de evadirla, entonces empezaré a enfermar, para
llegar a lo que este filósofo llama la enfermedad mortal.
No quise indagar mucho en los conceptos de los estadios del ser, ya que consideré que
aunque los explique, ninguno de ellos me define, pues voy del uno al otro, así, puedo pasar
por el estadio estético y ser lo suficientemente vanidosa, para perderme en un centro comer-
cial, comprando un vestido para la boda de mi hermano, pero al llegar al precio sé que tengo
otras responsabilidades y doy vuelta mi cabeza a los letreros de oferta, recordando el estadio
ético, sin embargo, salgo de él todas las mañanas al observarme en el espejo y reconocer mi
finitud y empezar un día con la vacilación de no saber si viviré o no. Por ello, no basta con
angustiarse, con sentir que los ojos se llenan de sangre y que el corazón bombea para señalarte
que estás vivo, es necesario dar ese salto hacia tu propia existencia para reconocerte en ella
como un ser apasionado, que emerge de la masa para observarse desde su subjetividad y salir
del anonimato en el que se sume por la búsqueda de verdades objetivas.
Cuando me despierto y me dirijo hacia lo que ya conozco, rumbo a las personas que con-
forman mi contexto, puedo darme cuenta que soy la misma pero diferente. Parece que esto
no le gusta a todos, porque me topo con personajes que me han acompañado en el camino y
me exigen que continúe siendo la misma, me extrañan, dicen, y con esa respuesta, levanto mis
hombros y pienso: ¿quieres de nuevo llevarme a ese universo anónimo del que deseo salir?, y
simplemente respiro, para darme cuenta que la angustia nunca se va, tal vez disminuye, pero
acecha como ese animal en busca de alimento, así que apaciguo a esa bestia creada por mí y le
doy unas palmaditas.
42
Más días
Me encontraba en un limbo extraño, como pasando de dejar de ser la persona que otros cons-
truyeron y buscando a esa nueva que día a día voy creando. Como dice Sartre: “cada hombre
es lo que hace con lo que hicieron de él”. Pero los días pasaban y pude vislumbrar que no era
ya una angustia latente, sino una abulia, una apatía, una pereza de no saber qué hacer si se
quiere realizar algo diferente. Parecía que extrañaba los patrones donde se me señala lo que
debo querer o simplemente era una angustia disfrazada… y de nuevo el sueño, el Netflix, el
Facebook y la necesidad apremiante de no pasar desapercibida, claro, con cabello azul y tatua-
da eso era casi imposible, pero no hablo de una apariencia física, sino de un reconocimiento
de reconocerme en el otro, de verme a través de los otros y eso me sumergía en una tristeza,
ya no era enojo o miedo, simplemente un llanto interno de no saberme perteneciente a nada,
todo era motivo de rechazo, de no querer ser lo que se era. Fue ahí, en medio de todo ese
pantano, cuando me topé misteriosamente con mi amigo Nietzsche, me pareció extraño, por-
que en mi carácter esquizoide me imaginé que me abofeteaba y me decía: ya basta, o dejas de
quejarte o te hundes por siempre. Sí, lo adivinaste, la siguiente pregunta que me hice fue: ¿me
estoy volviendo loca? Y como lo acostumbrado, me respondí: simplemente es un límite ante
la apatía. Por ello, al siguiente día, cuando encontré en mi librero El nacimiento de la tragedia
me permití cambiar mis estándares, yo, quien, en su mayoría le rinde culto a Apolo, a través
de las reglas y del orden, decidí atravesar mis propios márgenes y me salí de ellos, quería entrar
conscientemente a mi parte dionisiaca. Lo primero que hice, aprovechando que estaba sola en
casa, es que me puse a bailar, sí, yo sola, primero, debo admitirlo, me costó trabajo, incluso me
daba una pena interna, verme contorneándome sin algún motivo, después, fue más sencillo,
pues recordé la frase de este filósofo alemán: “Con coraje despiadado para la tarea de mejorar
aquel aspecto del mundo que ha sido reconocido como susceptible de ser cambiado”. Fue
una energía inusitada la que se apoderó de mí, sé que no fue el baile y el remontarme al ritual
báquico, sino el rompimiento de mis propios estamentos, así que me agoté lo suficiente hasta
caer en un profundo sueño. Soñé con la película Matrix, yo estaba en el lugar de Neo, perso-
naje principal y Morfeo, el guía, me preguntaba qué pastilla quería tomar: la roja o la azul, yo
elegí la roja, que simbolizaba la verdad. Me desperté con una sensación de extrañeza, que me
sacó de ese letargo indescriptible.
Copleston nos dice que este filósofo alemán ve al ser humano como moldeable, capaz
de trascenderse a sí mismo y de realizar tareas nuevas. Desde mi perspectiva no se trata de
asuntos muy complicados o de dejar un legado para otros, es simplemente ir más allá de mí.
Así que me planteé, si todos los días hiciera algo nuevo qué pasaría, ni siquiera, grandes cosas,
por ejemplo, probar el rábano, al que siempre hago a un lado en la ensalada. Empecé con esas
pequeñeces y cada una de ellas me llevaba de nuevo a una elección, una elección que me iba
construyendo.
Justamente por esos días nietzscheanos, durante mi proceso como psicoterapeuta huma-
nista, empecé a ver que uno de los consultantes mentía a la hora de la terapia, experimenté un
rechazo hacia él, incluso, tenía una sensación profunda de que mejor ya no asistiera, pensé en
pedírselo, pero antes quise escucharlo, así que le dije de la manera más “amable” que pude:“yo
no veo tu interés en la terapia, no quieres cambiar aquello que te trajo aquí, así que mejor no
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pierdas tu tiempo ni tu dinero”. En el momento de escucharme me di cuenta que lo que esta-
ba haciendo era enjuiciarlo, mi estómago lo resintió con un leve calambre, pero lo hice a un
lado para escuchar lo que él me decía: “quiero continuar, es cierto, no tengo un compromiso,
pero no sé qué hacer”. Fue en ese instante cuando me observé a mí y al mismo tiempo a él, un
balde de agua fría me cayó encima: yo le estaba pidiendo compromiso y lo que yo hacía era re-
chazarlo, al igual que lo hicieron sus padres, sus parejas, sus amigos. ¿Cuál era mi compromiso
entonces? La idea de la vuelta al revés que alguna vez leí en Nietzsche me llegó de pronto: “Ver
el problema desde el problema mismo”, más que generar una empatía se trata de un cambio
de perspectiva que me lleva a la creatividad y al compromiso, invitándome a una búsqueda de
nuevos valores. “No se trata de no sufrir, sino de saber cómo vivir ese sufrimiento”, replicó de
nuevo el filósofo en mi cabeza. Al hacer este cambio de perspectiva todo se tornó diferente,
porque me abrí ante cualquier posibilidad, desde ese momento fue como si sacara una varita
mágica. El trabajo psicoterapéutico empezó a desplegarse y el consultante a hacerse cargo de
sus elecciones, responsabilizándose de él mismo, en lugar de culpar a los padres o al mundo
entero. Fue para mí un manotazo que me sacudió patrones anclados. Claro, me dije a mí mis-
ma, si pido un cambio, es porque yo también lo estoy haciendo, si exijo un compromiso es
porque estoy comprometida, pero eso no fue todo, me faltaba lo más importante.
Y lo más relevante se dio a los pocos días de ese suceso, porque este autor no te deja en
la nada, te da la posibilidad de crearte, escuché en una clase, ¿de crearme? La palabra creación
viene de poiesis, para Platón esto significa pasar de no ser a ser, es decir, que soy una creadora
de mí misma. Me puse a reflexionar cómo me había “creado” hasta este momento y lo pongo
entre comillas, porque considero que para que la creación sea efectiva es necesaria la conciencia
de ello, y créeme, esto de estar arrojados al mundo como lo menciona Heidegger, conlleva a
sumergirse en el olvido de la autocreación, porque todo me es dado, claro, que el no elegir tam-
bién es elegir, pero ante esta ignorancia, lo único que puedo decir es que no he sido un artista
si primero no tengo la intención de serlo y en esto podría enfrascarme por mucho tiempo, pues
tiene que ver con un aspecto fenomenológico que por ahora no te explicaré, así que puedo ser
una artista para los otros, pero mientras yo no lo vea de esa manera, entonces, no existe.
Lo que te quiero decir es simplemente que hace falta darse cuenta de lo que se quiere ser
y ahora es cuando yo empezaba a serlo. Claro que esto no viene de la nada, ni apareció porque
sí, fue porque efectivamente ya estaba en ese camino, sólo que hasta ahora es que lo noté con
una claridad de la que ya no podía salir, entonces, recordé mi sueño: sí, una vez que me tomo
la pastilla roja, no hay vuelta atrás. Pues bien, estando frente a mí misma como la artista de
mi existencia a través de mis elecciones y la responsabilidad de la misma, no sabía aún hacia
dónde dirigirme, sin embargo, duró poco tiempo esta dubitación porque llegué de nuevo a
uno de los conceptos que me sacaría del atolladero, te estoy hablando de la voluntad de poder.
Para Nietzsche el superhombre está ligado a esta voluntad, pues con ella se reconoce como un
ser libre, autónomo, posee sus propios instintos y es al comprenderlos que la desarrolla. No se
trata de realizar un camino para llegar a ella, si no por el contrario dar un giro hacia sí mismo y
de-velarla, quitarle esa red que la cubre y que no nos permite ver el poder que sólo es nuestro,
un poder de reconstruirnos. Por supuesto que este camino es arduo, y claro, muchas de las
veces pesaroso, tal vez por ello, este filósofo nos dice: “lo que no te mata te hace más fuerte”.
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Él, quien sufría de migrañas constantes, y del deterioro de su cuerpo, podría decirse que estaba
incapacitado para desarrollarse en los ámbitos del pensamiento, pero por el contrario, era jus-
tamente este suceso de enfermedad en su vida lo que lo impulsaba a dejar plasmadas sus ideas.
Entonces, ¿cuál era mi queja?, ¿rendirme a la pereza? No tengo excusas, me dije, y empecé a
escribir este diario que ahora te comparto. No sé si tendrá alguna función, pero por lo pronto
me está permitiendo comprender la filosofía desde mi propia experiencia.
Y siguiendo en el sendero de la auto-transformación, Nietzsche nos dice, que es un ca-
mino que lleva una triple metamorfosis: habrá que pasar de un estado de camello, el cual
simboliza la sumisión, para convertirse en el león, símbolo de negación de los valores, dando
paso alniño, quien representaría al superhombre, donde hay una conquista auténtica de liber-
tad. Me quedé pensando sin saber en qué punto estaba, pero el sólo hecho de sacudirme la
abulia y ponerme a escribir ya había sido un empoderamiento que me llevó a experimentarme
plena por unos momentos. Entendí que en cada decisión tomada iba implícita esa voluntad,
que conlleva una autoinvención. Como dice Fernando Savater: “La voluntad de poder es una
regeneración transfigurada del sujeto. Se trata de una doctrina de creación como destino al
que debe despertar el hombre y sobretodo un esfuerzo de gran finura y coraje por pensar la
libertad”.
Ahora que estoy viendo al mundo con otros ojos, me pregunté, ¿estaré dispuesta a repetir
todo mi pasado para llegar a este instante? Y me respondí que no. Entonces, supe que aún fal-
taba mucho recorrido, pues mi negación al eterno retorno me dice que aún mi existencia no la
he configurado de tal manera que no me avergüence de ello. ¡Paciencia! Me dije a mí misma.
Para pasar del león al niño, llevará, tal vez, otro proceso. Respeté eso, “estar en el camino de”,
porque decirme a mí misma que aceptaba la totalidad de mi existencia, me llevaría al autoen-
gaño, algo, que te aseguro, se está borrando de mi vocabulario.
Aquellos días
Recuerdo que fue justamente lo que Heidegger dice de las habladurías lo que me cimbró,
dice: que nos perdemos en ese tipo de habla inauténtico y nos concentramos más en el “chis-
me” de la vida, que en la propia existencia. Claro, lo dice en una manera inentendible, pero
mi paráfrasis es demasiado “chabacana”, como me dice uno de mis más queridos maestros de
filosofía, Alberto Constante, (lo siento Alberto, no puedo dejar de hacerlo, llevar filosofía a
la vida cotidiana, para quien no tiene acceso a una filosofía más compleja, me es inevitable).
Así, que decidí que cuando me encontrara con mis amigas en el café iba a evitar la charla sim-
ple e insulsa como hablar de los demás. Me proponía un diálogo más profundo, “ir más allá
de lo evidente” , como me gusta decir, recurriendo a Leono, el personaje de los Thundercats.
Después, cuando empecé la especialidad en Psicoterapia existencial, supe que a este tipo de
charlas se conoce como: conversaciones poderosas, las cuales consisten en estar involucrado por
completo, es una charla transformadora porque puedes salir como una persona distinta, des-
pierta nuestros sentidos, es decir, que no te da sueño o pereza y para mí, lo más importante,
es que se invita a la experiencia de la belleza. Así que:
Llegué al café de siempre con las chicas de siempre. Una de ellas no pudo ir, le llamaré
Ausente y a las otras dos: Primera y Segunda. Se plantaron, según lo acostumbrado. El inicio
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de la charla se centró en dolores físicos, yo sabía, era la punta del iceberg, para introducirnos
en pesares más fuertes, los de la existencia, pero, me cuestioné durante mi experimento, ¿eso
es la existencia? ¿Recurrir a la charla de los conflictos del trabajo, de la escuela, de la pareja
o del hijo que aún no puede caminar? No lo sé, creo que tal vez eso es parte de la existencia,
la superficie de algo desconocido que nos da miedo. Ellas hablaron después de Ausente, si su
divorcio fue lo adecuado, si ella había cambiado, si era algo bueno para ambos. Interrumpí un
poco diciendo: ¿cómo están ustedes, algún proyecto nuevo, hay algo que ha cambiado en estos
días que les haga ver la vida de otra manera? Sentí sus miradas como rayos de incomprensión,
entonces, por primera vez lo experimenté: un espacio se formó entre mí y entre ellas, me sentí
dentro de una burbuja flotante, lo llamé un “momento de extrañamiento” (esto ya lo he pues-
to en mi novela Minerva quiere volar, lo puse porque se me ocurrió que sería una característica
de personaje, que lo haría más interesante, pero nunca lo había experimentado. Sólo en ese
momento, lo comprendí.) Se trata de estar ante las mismas circunstancias de la vida, pero, lo
cotidiano, deja de serlo, para imbuirse en otro plano que no se puede expresar por un lenguaje
común. Esa distancia, ese momento congelado, me sitúo en una perspectiva diferente y llegó
a mí un pensamiento claro: tengo diez años de convivir con estas mujeres y creo que no las
conozco. Me invadió una pesadez, un nudo apareció en mi garganta, quise llorar pero me con-
tuve, supe, que no eran ellas las que me provocaban esto, era yo, la que había estado perdida
y después de tanto tiempo, aún no me conocía. Me dio frustración, amargura, un deseo de
correr hasta agotarme de cansancio, pero no lo hice, Segunda, preguntó: ¿estás bien? Y eso fue
lo que me regresó a la cafetería. Les dije que me tenía que ir, no di explicaciones, tampoco me
despedí efusivamente, simplemente, mis pies tomaron las riendas y me llevaron a casa, antes
de salir, sólo escuché que una de ellas dijo: está rara.
Me experimenté en la transición de pasar de una existencia inauténtica a una auténtica,
desde la propuesta de Heidegger en Ser y Tiempo. Escuché pues, La voz silenciosa de la Con-
ciencia, que más que un susurro, se trata de un evento que cimbra, que se sabe y se reconoce
como único porque me regresa al modo ontológico del ser: el Dasein. Te comparto de manera
textual esta parte que trabajé en mi tesis de maestría en filosofía: “cuando el Dasein pierde
contacto con su ser, se limita a percibir sólo apariencias, no intenta des-cubrir, de-velar, se
conforma con mirar y se desarrolla en él una simple curiosidad que va de una apariencia a
otra, se va en busca de la novedad sin comprender nada, es sólo una necesidad de distracción.
La curiosidad se contrapone a la admiración, que sería penetrar al ser, pues sólo se limita a
la dispersión, es incapaz de atrapar al ser, contribuyendo a la anulación de la existencia, nos
lleva al olvido y a la pérdida del ser mismo. En retribución a lo que quita, la curiosidad da la
ilusión de una vida interesante y atractiva. El Dasein existe en el modo de la inautenticidad
donde el Man (el hombre inauténtico, inapropiado, porque no se apropia de sí mismo) le roba
todo, sus posibilidades, por esta razón “se” vive como “se” vive, “se” ama como “se” ama. Ese
alguien, el impropio, vive tu vida, vive tus posibilidades, pero aquello que no te puede robar
es la muerte, por ello, es la posibilidad más propia, la única que a nadie se le roba. Incluso, se
puede vivir sintiendo que todos los demás “se” mueren, pero en realidad en cada caso “yo” me
muero. Sin embargo, la existencia inauténtica, el Man, no debe desdeñarse y por el contrario
deberemos analizarla para interpretar nuestra existencia auténtica”.
46
Haré paráfrasis de mi paráfrasis, lo que me dice Heidegger es que el mundo, el Uno, el
Se, me abstrae, me pierdo en la necesidades que me señalan debo cubrir, entonces, por estar
dentro de ese enjambre que me succiona, al cual le llamamos sociedad, me olvido de lo que
en realidad soy y en lugar de estar apropiada de mi existencia, estoy completamente fusionada
con lo que los otros me dicen que debo ser, entonces, ¿dónde quedo yo? Podría incluso morir,
sin siquiera haberme dado cuenta de mi existencia. Sin embargo, tampoco se trata de abs-
traerse y olvidarse de reconocer que somos seres en el mundo y si se nos olvida, el mundo con
sus artimañas nos lo recuerda. Porque por más absorto que estés en ti mismo, una necesidad
apremiante de ir al baño te recuerda que vives en un mundo con necesidades fisiológicas. Lo
que me indica que me acerco a mi autenticidad, justamente, porque también soy inauténtico.
Ahora, puedo comprender, que esa angustia inexplicable, es, sencillamente, que he re-
cordado ese olvido del ser: “me angustia esa ausencia dentro de mi propia existencia, porque
cuando digo soy, es que existo, y existo, cuando estoy siendo, ¿cuándo?, en mi devenir, en ese
llegar a ser”. Mientras estoy dentro de ese estado ontológico del ser es cuando me pregunto
por mí misma y al mismo tiempo reconozco su ser Dasein en los otros y a través de ellos es
que puedo verme y verlos, sí, “Me veo verme”, de nuevo citando a Valéry. Me llevó digerirlo
mucho tiempo, y aún lo sigo haciendo. De pronto, cuando voy caminando por la calle o en el
transporte público, me sacudo mi modo inauténtico, para regresar de nuevo a él, pero desde
otra forma, una que dice que no es la única posibilidad de existencia, entonces, respiro pro-
fundamente y me experimento viva.
He reconocido que mi insatisfacción me llevó a mi propio reencuentro, por ello, busqué
reestructurar todo: lugares, personas con las cuales pudiera llegar al tuétano de las circunstan-
cias y decidí hacer una especialidad en Psicoterapia Existencial. Nunca antes la filosofía había
estado tan presente en mi vida, la experimenté desde otra perspectiva, una muy diferente a
como la viví en su momento en la UNAM, donde el vacío interno era cada vez más profundo,
por el hecho de observar que entre la teoría que me enseñaban no había una congruencia con
quien la impartía. Viví una serie de frustraciones que hasta este momento puedo resolver con
la siguiente interrogante: ¿por qué estoy buscando que los demás sean congruentes, cuando
puedo empezar por ser congruente yo misma? Desde ese momento y hasta ahora, los filósofos
me acompañan, podría narrarte aquí en las circunstancias que me he metido, algunas veces
dolorosas, otras enriquecedoras, pero sobre todo contribuyen en ese llegar a ser que se cons-
truye, pero esa, es otra historia, una donde la confusión no es el tambaleo de la existencia, sino
un motor para darme cuenta que diariamente con cada una de mis elecciones, me elijo.
47
la logoterapia en méxico
E
Este Código Ético para Logoterapeutas egresados de la Socie-
dad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia (Smael) lo
realicé como Tesis para la titulación como Logoterapeuta1, con
la finalidad de agrupar los lineamientos básicos de orientación
ética y la uniformidad de criterios y conductas deseables de ac-
tuación por parte de los profesionales egresados de la Sociedad
Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia (smael)
Apoyada en mi visión profesional como Abogado, esti-
mé que la vía idónea para concentrar las pautas éticas para la
Abogado por la Universidad aplicación de la Logoterapia, era la elaboración de un Códi-
Central de Venezuela (1986) go2, el cual confiere un modelo de conducta hacia lo valioso,
y Especialista en Derecho del
Trabajo (2008) por el Centro
lo correcto y lo digno y permite prácticas comunes para lo
de Estudios de Postgrado de la bueno, la uniformidad de criterios profesionales y conduc-
Facultad de Ciencias Jurídicas tas deseables de actuación. Precisa además pautas axiológi-
y Políticas de la Universidad cas que crean una conciencia de responsabilidad profesional,
Central de Venezuela. Socia del
Escritorio Jurídico Perdomo, Pró
pues todo valor está vinculado con la idea de un bien.
Del Conte S.C. Reside en México El Código permite la remembranza de los valores éti-
desde 2004. En 2017 obtiene el cos esenciales para nuestra práctica profesional; nos invita a
título de Especialista en Análisis su reflexión, interiorización y aceptación del deber ser ético
Existencial y Logoterapia en la
Sociedad Mexicana de Análisis
como principio de nuestra profesión. Lo concebí con la in-
Existencial y Logoterapia (SMAEL). tención adicional de que sea enriquecido, adoptado y escogi-
Desde 2015 es docente en SMAEL do conscientemente por cada uno de sus destinatarios, para
en la asignatura “Aspectos Legales que a partir de una reflexión interior, se convierta en una
de la Muerte” en SMAEL, desde
2016 docente adjunta en “Ética
ética interna autónoma.
Profesional” y desde 2017 docente El Código unifica, en un solo texto, las directrices éticas
adjunta en “Nuevas Aportaciones”. que se confieren durante la formación como Logoterapeutas
Es autora del libro “Naturaleza
Jurídica de los Aportes Patronales
para el Ahorro del Trabajador” 1 Tesispresentada y aprobada en Smael: “Código Ético para Logotera-
publicado por la Universidad peutas egresados de Smael (Logocódigo). México. Enero 2017.
Central de Venezuela en 2011. 2 Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua. http://dle.
rae.es/?id=9daBvI8
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y los documentos que consideré fundamentales como fuentes para su elaboración; aborda te-
mas que vislumbré como esenciales desde el punto de vista ético: la responsabilidad personal
del terapeuta consigo mismo -como profesional y como persona; la práctica logoterapéutica y
sus valores esenciales (el estar del profesional, el encuentro, la visión hacia el paciente y lo que
se debe promover en él); la finalización del proceso terapéutico,; la prevención y resolución de
conflictos; sugerencias para el camino.
Realizar este trabajo me permitió la valiosa oportunidad de dedicar tiempo especial de lectura,
estudio, reflexión y revisión de las pautas éticas y axiológicas fundamentales para la práctica
terapéutica, en un acto que pretende colaborar con la humanización y la reflexión ética de los
terapeutas. Una remembranza con sentido.
Siento profunda gratitud por la conjunción de dos ámbitos de la existencia como son la
profesión de Abogado y la de Terapeuta, lo cual se materializó, de alguna manera, al darle vida
al Código. Es una suerte de melodía en la que han bailado armoniosamente los danzantes.
Hagamos propia la magnánima responsabilidad ética que tenemos ante nosotros y ante
el paciente que nos honra con su presencia.
Preámbulo
La Postura Ética del logoterapeuta es un fundamento esencial en su vida personal y profesio-
nal y se sustenta en la práctica de los valores. El terapeuta realiza sus actividades de acuerdo
con las más elevadas normas éticas; por lo tanto, promueve y está comprometido con su Con-
ciencia y Sensibilidad Éticas.
3 Fuentes originales: La información y los valores sobre los que se sustenta este Código Ético son obra de
los maestros de la Sociedad Mexicana de Análisis Existencial y Logoterapia (smael) y por lo tanto son de la
exclusiva propiedad de dicha Sociedad.
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Título II. Principios generales
Los principios éticos generales para la práctica logoterapéutica son:
Art. 1. Cuidado Competente del Bienestar del Paciente y Principio de No Maleficencia. El logoterapeuta
trabajará en favor del paciente maximizando los beneficios y corrigiendo o com-
pensado el daño eventualmente ocasionado por su actividad.
El logoterapeuta adecuará sus conocimientos y habilidades a las caracterís-
ticas específicas de cada paciente.
Reforzará con sus pacientes relaciones que fortalezcan potenciales benefi-
cios y reduzcan eventuales daños.
Art. 2. Respeto por la Dignidad del paciente. No discriminación. El respeto por la dignidad reco-
noce el valor inherente de todas las personas. Todos los pacientes serán tratados
como seres humanos dignos, independientemente de su estatus social, origen
étnico, género, contexto socio-cultural y/o económico, costumbres y creencias.
Art. 3. Respeto por la Autonomía del Paciente en su capacidad de elección. El paciente es libre de
realizar sus propias elecciones. El logoterapeuta no tomará las decisiones por el
paciente.
Art. 6. Fomento, Promoción y Clarificación de valores tanto de su persona como la del paciente.
Art. 1. Dignidad Personal y Profesional. Conservará sus cualidades éticas tanto en su vida
personal como en la profesional. Los valores son una referencia que ayuda a
encontrar y dar sentido a la vida; son simultáneamente motivos y criterios de
conducta; por lo tanto tendrá presente siempre los valores que guíen su mejor
estar en el mundo consigo mismo y con las demás personas.
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Realizará su profesión con vocación. Será leal a su propia conciencia a pesar
de las posibles circunstancias contrarias o contradictorias.
Conservará un permanente esfuerzo por servir a los demás, amparando
plenamente, al mismo tiempo, su libertad personal.
Tendrá capacidad de apertura hacia las demás personas, y no cometerá ac-
ción alguna al margen de la ética profesional.
Art. 4. Autoconocimiento. El terapeuta debe conocer sus propias necesidades, conflictos personales y
vulnerabilidades como puntos no resueltos que necesitan ser trabajados.
El logoterapeuta será:
Art. 1. Auténtico: se mostrará a sus pacientes con una actitud natural y espontánea en
su manera de ser, sin reservas, con naturalidad; modelará la autenticidad en su
propia persona.
Art. 3. Optimista ante la vida: será propenso a percibir las situaciones que se le presenten
desde la visión más favorable posible orientada hacia el sentido.
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Art. 3. Atención. El terapeuta se esmerará en concentrar su total atención en la persona
del paciente.
Art. 7. Paciencia frente al ritmo del paciente. El terapeuta tendrá la disposición adecuada para
responder a los tiempos de comprensión, reflexión y acción de su paciente.
Art. 10. Integridad. El terapeuta reconocerá, controlará y manejará los sesgos potenciales,
las relaciones múltiples y los conflictos de interés. El interés personal del tera-
peuta no interferirá con el actuar acorde con el mejor interés del paciente.
Art. 11. Humanidad. Lo ‘humano’ del logoterapeuta se establece como el elemento inclu-
yente, necesario y fundamental para conducir el proceso.
52
Art. 1. Conservar una actitud filosófica, estando siempre dispuesto a preguntar y a quedar-
se en la incertidumbre de la falta de respuestas. La filosofía es un ´método´: una
forma de mirar y de preguntar.
Art. 3. Autoconocimiento: tendrá conciencia en cómo influyen sus propios valores, actitu-
des y experiencias en las acciones, interpretaciones, elecciones y recomendacio-
nes que se proporcionen en la terapia.
Art. 4. Actuar de Buena Fe. (Bona Fide): con rectitud y honradez. Mostrará un comporta-
miento adecuado, decoroso y honrado con su paciente. Actuará con buena in-
tención, pretendiendo hacer el bien y cumpliendo su compromiso profesional
honradamente, convencido de la veracidad y exactitud de su estar en terapia y
de sus actuaciones. Será, por tanto, recto en su conducta, procediendo siempre
con probidad.
Art. 5. Ser empático: el terapeuta asume que “todo lo humano está en él”, que no hay
nada humano que le sea ajeno. El terapeuta estará abierto a capturar dentro de
él las experiencias de las que el paciente le habla explícita o implícitamente. El
terapeuta estará abierto a la totalidad de la experiencia humana. El terapeuta
será un co-constructor del encuentro con su paciente y modelará empatía.
Art. 7. Escuchar a su paciente con atención y entrega, dar su presencia incondicional en el encuentro con sus
pacientes. El logoterapeuta ‘está ahí ’ con el paciente, plenamente y recibiéndolo
tal cual es, con sus partes brillantes y oscuras. El terapeuta hará sentir al paciente
que él le importa.
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Art. 8. Actitud y Postura ética con respeto a los valores del paciente. El logoterapeuta debe poseer
un sistema de valores propio, pero también ha de respetar el de los demás.
Art. 9. Perpendicularidad. El terapeuta mantendrá una postura de perpendicularidad, con
su paciente, tendiendo a la horizontalidad. Estará con personas, en lugar de
mantener una relación de superioridad, inferioridad o lejanía con respecto a
ellas. El terapeuta y el paciente tenderán hacia una horizontalidad existencial,
acompañándose en la búsqueda y descubrimiento del sentido.
Art. 10. Mantener una cierta Distancia emocional y personal con el paciente en aras de no des-
virtuar el clima profesional.
Art. 11. No adoctrinar o moralizar al paciente. El logoterapeuta evitará cualquier tipo de adoc-
trinamiento para no interferir en el sentido de la vida del paciente. El terapeuta
no será un agente de cambio externo, sino un mediador para hacer surgir el
cambio desde dentro de su paciente.
Art. 12. Manejar cuidadosamente el diagnóstico. El diagnóstico realizado por el terapeuta servi-
rá tan sólo como una orientación que procure un cierto grado de objetividad; el
“ajuste forzado” del paciente al diagnóstico inicial, impediría lograr un encuen-
tro terapéutico natural y espontáneo. El diagnóstico no ha de ser una fuente
para etiquetar al paciente. El mejor modo para poder entender al paciente es a
través de su mundo subjetivo y no a través de una clasificación.
Art. 13. Conciencia Ética. El terapeuta tendrá como norte la conciencia hacia la forma co-
rrecta de proceder ante cualquier situación que se le presente.
Art. 14. Promover la responsabilidad como Concepto Éticamente Neutro. La responsabilidad es un
concepto éticamente formal – neutro-, que no implica ninguna indicación de
contenido; en tal sentido, el terapeuta generará en el paciente la responsabilidad
que le compete frente a las situaciones que le presenta la vida sin declarar o afir-
mar “ante quién” o “ante qué” es responsable el paciente.
Art. 15. Ofrecer al paciente algunas alternativas viables sobre cómo poner en práctica lo
aprendido durante la terapia. En este sentido apoyará al paciente para que des-
cubra, con juicio crítico, las oportunidades que tiene para utilizar sus nuevos
conocimientos y habilidades.
Art. 16. Dosificar los conocimientos según necesidades del paciente en su contexto Social y
Cultural.
Art. 17. Distinguir entre sus emociones y las del paciente. El logoterapeuta se encontrará en con-
tinuo proceso de conocerse a sí mismo, y se dará cuenta de las transformaciones
que le van ocurriendo en su interacción con el paciente.
Art. 18. Mantener un tono de Humor respetuoso y oportuno, como una actitud que depura
el exceso de solemnidad, y que matiza la intensidad de las emociones.
54
Art. 19. Creatividad. El logoterapeuta aplicará su método terapéutico de persona en perso-
na y en cada encuentro, poniendo al servicio del paciente su mayor creatividad
en aras de la individualización del encuentro único, especial e irrepetible. Privi-
legiará la eficacia de la relación humana por encima de la técnica.
Art. 1. Respeto por la individualidad del paciente. No está permitida la falta de consideración
hacia las ideas, decisiones, valores y sentimientos, incluso en casos de desacuerdo.
Art. 2. El paciente es siempre un ser Posible, Inacabado y Facultativo. El logoterapeuta verá en su paciente
no sólo lo que es sino lo que puede llegar a ser.
Art. 2. Confianza en sí mismo. Desplegar las opciones, facultades y herramientas que tiene
para encontrar el sentido de la situación y enfrentar con esperanza sus propias
posibilidades de acción.
Art. 4. Compromiso con los demás en la Libertad de la propia Conciencia y la Reflexión Ética.
55
Título V. Finalización del proceso terapéutico
La terminación del proceso terapéutico es una responsabilidad del terapeuta. El terapeuta, en todo
caso, evitará “sorprender” al paciente con el anuncio de la terminación de la terapia. Para ello
debe notificar con anticipación de dicha terminación.
Art. 1. El terapeuta explicitará el avance del paciente con respecto a las decisiones que
correspondan a los aspectos de vida del paciente visto desde sus valores de acti-
tud ante la culpa, el sufrimiento y la muerte, al logro de las metas establecidas
en el proceso terapéutico.
Art. 2. Dialogará con el paciente sobre los cambios logrados por éste. Es el paciente
quien decidirá si ha logrado un avance satisfactorio o si, por el contrario, hay
algún otro aspecto por el que requiera mantenerse en la terapia.
Art. 4. El terapeuta evaluará con el paciente sus nuevos proyectos, planes y expectativas
para su vida futura.
Art. 5. El terapeuta irá espaciando gradualmente las sesiones de terapia sin cerrar la
posibilidad de que el paciente solicite y pueda acudir a sesiones de seguimiento
o de nuevas terapias si así lo llegase a requerir (mantener la puerta abierta).
Art. 6. Para que el terapeuta considere en qué momento es adecuado terminar con la
terapia se proponen los siguientes criterios:
a. Examinar hasta qué punto ha habido una modificación de actitudes o situa-
ciones existenciales que agobiaban al paciente al inicio de la terapia.
b. Evaluar el incremento de la capacidad de afrontación del paciente ante las
situaciones que se le presenten a futuro desde los conceptos de libertad y res-
ponsabilidad.
c. Ponderar la capacidad del autodescubrimiento y la auto aceptación del pa-
ciente y sus posibilidades para planificar y disfrutar de la vida.
Art. 8. Cuando la terminación de la terapia provenga de la voluntad del paciente, el terapeuta, re-
conociendo la libertad del paciente, no se opondrá a que finalice el proceso.
En este caso, también el terapeuta incluirá en la sesión de cierre anticipado, la
visión global del proceso que incluya los progresos y cambios realizados por el
56
paciente. Será conveniente que el terapeuta agregue una sesión adicional para
el cierre; en caso de que ello no sea posible, el logoterapeuta será responsable
de incluir y expresar en esa sesión la visión global los logros obtenidos por el
paciente.
Art. 9. Finalización por trato indigno. El terapeuta tiene derecho a ser tratado digna y respe-
tuosamente. Cuando por alguna circunstancia sea ofendido, vulnerado o mal-
tratado por un paciente, el terapeuta tiene derecho a renunciar a la relación
profesional de forma inmediata.
Art. 10. Finalización anticipada de la terapia por razones éticas: cuando resulte inevitable finalizar
anticipadamente la terapia por razones éticas (conflictos de interés o alguna otra
situación moral que perturbe la sana relación entre las partes) el logoterapeuta
deberá avisar con antelación al paciente de esta situación, procurando remitir
el caso a otro terapeuta calificado para que continúe con la atención del caso.
La interrupción debe advertirse por lo menos dos o tres sesiones antes de la ter-
minación definitiva confiriéndose, forzosamente, un “cierre” de al menos una
sesión, para evitar la sensación de abandono por parte del paciente.
Art. 1. CONSENTIMIENTO LIBRE E INFORMADO. Todos los pacientes, al inicio de la terapia suscri-
birán consentimiento informado y libre para la intervención terapéutica.
57
Excepciones:
Cuando el paciente sea menor de edad, el terapeuta mantendrá informados
a los padres, tutores o representantes legales, con quienes compartirá aquellos
asuntos relevantes y generales de las terapias con el menor.
El terapeuta pondrá en conocimiento del menor, al inicio de la terapia,
la obligación que tendrá de notificar a los padres, tutores o representantes de
aquellas situaciones o casos en que esté o pudiere estar en peligro la salud, la
integridad o la vida.
Art. 3. HONORARIOS PROFESIONALES. Los Honorarios Profesionales serán fijados por el te-
rapeuta, quien decidirá ajustar los mismos -en la medida de lo posible- a las
posibilidades económicas del paciente. Con independencia de los honorarios
pautados, el terapeuta prestará y conferirá sus servicios en idénticos términos de
excelencia profesional.
Art. 4. SERVICIO SOCIAL. El terapeuta promoverá el servicio social, procurando ofrecer gra-
tuitamente su apoyo profesional, por lo menos, a una persona cada año. Estará
atento a los requerimientos que en este ámbito le formulen las instituciones de
servicio social de la comunidad donde habitualmente se desenvuelve.
Art. 6. AMENAZAS CONTRA LA VIDA. En caso de que el paciente anuncie amenazas graves o el
deseo de atentar de alguna manera contra su propia vida, el terapeuta advertirá
de ello a la persona más cercana del entorno del paciente (designada como con-
tacto por el paciente al inicio de sus sesiones terapéuticas).
58
• Escuche. Escuche. Escuche.
• Observe fenomenológicamente… recabe datos a través de la atención voluntaria.
• Sea compasivo.
• Sea Ud. mismo. “Esto que soy también soy”. Los disfraces y las máscaras déjelos para
Carnaval.
• Estimule a su paciente a afianzar aquello que está en su diseño original.
• Observe el jardín y dele a cada planta lo que ella necesita.
• Si lee bien la vida, puede dar la respuesta correcta.
• Sea humilde…
• Agradezca a quien le honra con su presencia.
• Cuente sus Bendiciones.
• Diga sí a la vida y a la ética a pesar de…
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60
la logoterapia en méxico
Para Pimpo
por tu mirada amorosa que hoy sólo queda en la memoria de mi corazón
para serle fiel.
***
Para Martha Quintana,
por el regalo de tu amistad y por el libro que me acercaste,
que hoy juego entre mis manos como un niño.
***
Para los idos, que nos duelen, este adiós,
y con esta sangre les digo hasta siempre
E
Pimpo, abuelo, salud, Grace, Sebastián, Max.
61
que leí de Viktor Frankl, quien en alguna de sus obras dijo dos cosas: 1. Un libro de logoterapia
es en sí mismo ya logoterapia, de lo cual entiendo –básicamente– que un libro de logoterapia te
consuela, te da esperanza, te proporciona curación, te ayuda a la sanación de tu alma doliente,
o no es logoterapia (porque de nada sirven los manuales teóricos y abstractos que no ayudan
al ser humano en su desesperación existencial); y 2. Duele escribir con la propia sangre, pero con
ella se escribe mejor, de lo cual se desprende que uno escribe verdaderamente a otro ser humano
cuando habla desde su profunda humanidad, en este caso con la sangre del sufrimiento, pero
también, en otros momentos, con la miel de la dicha.
Este libro lo leí el año pasado, a unos días de haber sido publicado y no sabía lo mucho
que iba a acudir a él en estos momentos de desesperación. Me acompaña, me sostiene... me
deja dolerme sabiendo que al final deberé decir mi propia palabra. Porque el sufrimiento –y
el vacío existencial– es un llamado, exige de mí una respuesta. ¿Cómo vivir existencialmente
todo aquello que sostengo filosóficamente? Si no me sirve dicha filosofía en este momento no
me va a servir nunca para nada.
El primer llamado –también primera llamarada que incendia mi alma– es a resistir aun-
que no conozca el desenlace de esta historia que hoy comienza cuando nos despedimos de la
certeza de la propia salud y de la presencia del otro. Resistir no es tolerar pasivamente, sino
todo un movimiento de fortaleza, de sentar los cimientos para la construcción de mi propia
existencia. Y resistir confiando, en mí y en el mundo, en la vida y en mi espíritu. Resistir ig-
norando, pero también intuyendo en el fondo de mi ser que esto, por más doloroso que sea,
no va a terminar conmigo. A esto es a lo que creo se refiere Frankl cuando habla de metafísica
de la vida cotidiana: lo que está más allá, fuera del alcance de mi comprensión racional, pero
captable por otros medios, como la intuición emotiva espiritual.
El libro del que he hablado tiene por título ... A pesar de todo, decir sí a la vida. Tres con-
ferencias y un esbozo autobiográfico. Se trata de la transcripción de tres conferencias que Frankl
dictó en la Universidad Politécnica de Viena-Ottakring entre marzo y abril de 1946 (hace
exactamente 69 años de este presente y apenas un año después de su liberación del último
campo de concentración nazi, Türkheim); asimismo, el libro contiene en una segunda parte
un texto autobiográfico en donde Frankl recorre diversos ámbitos de su vida y de su obra,
con algunos datos interesantes que no encontramos en sus libros más teóricos y sistemáticos.
Como menciono en el título, por vez primera tenemos acceso a este texto en castellano, gracias
a los esfuerzos de la Asociación Española de Logoterapia (AESLO) y a Plataforma Editorial.
La traducción y las notas fueron realizadas con la destreza que caracteriza los trabajos propios
y múltiples traducciones del Doctor en Filosofía Carlos Díaz.
A mi entender, la primera parte del libro la podríamos ubicar en el contexto de lo que yo
llamo “Los textos de los campos de concentración”,1 los cuáles giran en torno a esta temática
en dos niveles: el primero, el cronológico, y en el cual se ordenan textos científicos escritos –
también conferencias, clases e intervenciones radiofónicas y poemas– en los tiempos inmedia-
tos a la liberación de 1945. En segundo lugar, están la temática y los escenarios escogidos para
la expresión de las ideas del análisis existencial y la logoterapia: los campos de concentración y
62
las diversas fases vivenciadas en ellos, como correlato existencial –biológico, psicológico, social
y espiritual– de estas experiencias.
En este sentido, encontramos en ... A pesar de todo... un texto llamado “Experimentum
crucis”, en el que Frankl describe fenomenológicamente y analiza dichas vivencias en los cam-
pos. Para quienes estén familiarizados con la obra frankliana y las biografías correspondientes,
esta expresión no les será ajena; sin embargo, llama la atención que su autor haya decidido
utilizarla explícitamente como título de alguna de sus exposiciones. El uso que hace Frankl de
esta expresión denota el transitar doloroso y angustiante, no exento de humanidad, de mujeres
y hombres para quienes la “experiencia” en los campos de concentración fue crucial. Habrá
quien traduzca dicha expresión como “el experimentar la cruz”, en referencia a los tormentos
de cierto personaje religioso y su significación para quienes abrazan su doctrina.
Me permitiré recordar que en la época en que Viktor Frankl pronunció las palabras reco-
gidas en la primera sección del texto –cuyo título es homónimo al del libro–, él mismo estaba
viviendo y resistiendo ante lo que en su obra se denomina como triada trágica: sufrimiento,
culpa y muerte. Sabía que su padre, su madre, su hermano y (en ese momento, posiblemente)
su esposa, habían perecido en los campos de concentración, aunque –a excepción de su padre,
al que vio y ayudó a morir– no tenía certeza de ello: ni fecha, ni lugar, ni la manera de morir...
mucho menos un certificado de defunción.
Vemos entonces que el entorno frankliano de muerte –sumado a su mermada salud por las
carencias de los tres años de internamiento– era poco alentador. Sin embargo, Frankl decidió
vivir, aunque no sin antes considerar el suicidio como una opción viable ante sus abatimientos.
Y también decidió escribir. Este fue uno de los acicates que le permitieron transitar su crisis exis-
tencial –junto con sus amistades, el trabajo, el conocer a quien sería su segunda esposa, su obra.
etc.–. Escribió, o mejor dicho, rescribió su primera obra, Psicoanálisis y existencialismo (para citar
su título en castellano), e inmediatamente dictó y corrigió su hoy texto más famoso llamado El
hombre en busca de sentido. En ambos textos podríamos decir que Frankl utilizó como tinta “la
tinta-sangre del corazón”. De allí la frase citada anteriormente, y desde la cual entendemos tam-
bién dos categorías fundamentales para Frankl a la hora de hacer análisis existencial y logoterapia:
la escriptoterapia y la biblioterapia, es decir, sencillamente, la relación de curación con los libros
a partir de escribirlos o leerlos. Eso sí, siempre y cuando fuesen escritos desde la profundidad de
la experiencia humana y también que infundieran esperanza en medio del sufrimiento, desde los
recursos específicamente humanos, nacidos de su espiritualidad. Tales recursos podrían ser, aun-
que no entraré aquí en sus definiciones y comprensión: conciencia, captación de valores, autodis-
tanciamiento, autotrascendencia, libertad, responsabilidad, humor y, por supuesto, la realización
de un sentido de vida descubierto, por el cual valiera la pena vivir y, si fuese necesario, también
morir.
¿Cómo llegó Frankl a la conclusión de que se podía vivir –y no sólo sobrevivir– a pesar
de sus pérdidas? En el libro nos comparte su descubrimiento fundamental, intuido antes de
la guerra y corroborado en los campos, que dice que a pesar de los terribles sufrimientos in-
dividuales que un ser humano pueda vivir, esa vida, dolorida, no pierde su significado ni su
sentido, su valor y tampoco le vuelve indigno. Es decir, las tres categorías fundamentales del
discurso frankliano ante el sufrimiento humano, esbozados y analizados a fondo en los dos
63
primeros textos de este libro, llamados Sobre el sentido y el valor de la vida I y II, son sentido
de vida, valores y dignidad humana. Sólo reconociendo esta tríada fundamental se podría
entonces, en aquel contexto, hacer frente a dicho sufrimiento. De lo que se está hablando
es de una mirada del ser humano, una antropología fenomenológica-existencial, que aún en
nuestros días podría sostenernos y describir bien nuestros fundamentos y tareas humanas. Yo
sólo reconozco mi humanidad entera si reconozco mi dignidad irreductible, que me lleva a
buscar, encontrar y realizar (otra tríada) el sentido de mi vida, mediante la vía de los valores,
los cuales capto de manera intuitiva por mi conciencia espiritual. Podríamos resumir estas
ideas diciendo el ser humano es digno, capaz de ver su vida y la vida como valiosa y hallando
un sentido a pesar de sus situaciones, incluso las más adversas.
Comprendiendo todo esto, estamos en condiciones de reconocer la ya citada metafísica
de la cotidianidad, desde la cual el ser humano no se agota ni se ahoga en sus circunstancias,
a la cuales puede hacer frente a través de su actitud existencial –decirles no, para decir sí a la
vida–, encontrando con ello el logos de su existencia.
Este texto de 1946 nos es actual, puede darnos algunas pistas sobre cómo enfrentar nues-
tro presente, no tan distinto a aquel relatado en el libro.
Respecto a la segunda parte del libro, Un esbozo autobiográfico, que se dice también in-
édito en castellano, estaba ya publicado con anterioridad en nuestro idioma, en una edición
argentina, bajo el nombre de Lo que no está escrito en mis libros. Memorias. Ahora acaba de
publicarse una edición actual del mismo texto en editorial Herder, la cual quizá sea tema de
una próxima reseña.
De este libro que hablo es el que me ha ayudado a transitar, y aún más, a construir mis
duelos (sin esquemas ni etapas), a reconstruir sobre lo destruido por la muerte y la enferme-
dad, el miedo y la angustia. Es a partir de él que resisto, y por lo menos ahora la desesperación
no lo ocupa todo, las noches, los sueños ni los días. Desde su propuesta de dignidad, valor y
sentido de vida he hallado también el amor, de los que han muerto, aunque –dicho esto sin
ninguna intención religiosa, más bien metafísica– de los que no están, pero que siguen estan-
do en nuestros corazones y en nuestro día a día.
También he de mencionar que he podido disfrutar muchas de las cosas “buenas” que
también han ocurrido en estos meses, tan sólo desde la mirada de la fidelidad a lo que de vida,
mucha vida, me han dejado los ausentes. Esto conforma lo que yo denomino “mi propio
reciclaje existencial”, donde esta fidelidad (elegida hondamente desde lo valioso) es el pilar
principal.
No queda más que invitarte a entrar al libro y descubrir qué le dice a cada uno. Quizá des-
pués de dejar ser este libro en ti, puedas decir, como yo mismo estoy aprendiendo ahora, que “a
pesar de todo sí a la muerte”, porque quien muere ha vivido... y con ello decir simplemente “sí a
la vida...”
Bibliografía
Frankl, Viktor. E. ... A pesar de todo, decir sí a la vida. Tres conferencias y un esbozo autobiográfico, Trad.
Carlos Díaz, Plataforma Editorial, Barcelona, España, 2016.
64
la logoterapia en méxico
In memoriam:
Un adiós para mi amigo Sebastián
Marianna Falcón
L
La comunidad logoterapéutica lamenta la sensible pérdida de
uno de sus fieles y distinguidos representantes: Sebastián Ta-
bernero Capella; Socio Honorario Vitalicio de smael, miem-
bro de la Asociación Iberoamericana de Logoterapia y Presi-
dente de la Asociación Viktor E. Frankl de Valencia, el pasado
28 de abril de 2017.
El día que murió Sebastián, escribí que había vivido justo
como uno de mis admirados filósofos, Miguel de Unamuno,
nos invita a hacerlo: sellando a los demás con nuestro sello
particular. Tocando la vida de otros. Entregado a los demás,
de manera que no sólo mueras, sino te les mueras. Esa es la
sensación generalizada que prevalece, en quienes lo conoci-
mos, tras su partida.
¿Por qué se nos murió Sebastián?
Licenciada en Pedagogía por Sigo aprendiendo mucho acerca de él aún después de su
la Universidad Panamericana, fallecimiento.
Diplomado en Tanatología por el
Mientras muchos nos preguntamos “¿Cuál es el sentido
Instituto Mexicano de Tanatología
A.C., Diplomado en Historia del de mi vida?”, la pregunta que se hacía Sebastián y que fue el
Pensamiento por la Universidad hilo conductor de su vida era: “Señor, ¿Qué puedo hacer por ti?”
Panamericana, Especialista en En la homilía que celebraba su vida, a una semana de su
Análisis Existencial y Logoterapia
muerte, el padre José María Salaverri (sacerdote marianista
(SMAEL), Terapeuta individual
y de grupos de ayuda mutua quien tuvo una gran influencia sobre él), compartió que la
Sentido de vida y acompañamiento frase favorita de Sebastián, del Evangelio, era una de los He-
en el duelo chos de los Apóstoles: “Jesús pasó por todas partes haciendo
marianna_f@yahoo.com
el bien.”
Esto nos ayuda a comprender por qué Sebastián vivió su
vida como una misión y un “apostolado”. Para él la vida era,
primero, un don, y luego, una tarea.
Esto se vería reflejado en varios aspectos de su vida: su
participación en las Fraternidades Marianistas desde su juven-
tud; la manera en la que vivió su profesión como abogado de
65
familia – buscando proteger y “salvar” a la familia y sobre todo a los hijos, en lugar de “ganar
pleitos”-; y en su profunda dedicación a la Asociación Viktor E. Frankl que presidió durante
más de quince años, ofreciendo, de manera gratuita, un servicio de orientación y asistencia a
personas en situaciones de sufrimiento intenso, enfermedad grave y duelo.
En el periódico de Valencia se reportó que habían “perdido a un ciudadano ejemplar”, un
ciudadano cuyos esfuerzos se concretaron en su labor altruista.
Me imagino que los clientes de Sebastián (como abogado), ahora deben sentirse “despro-
tegidos”, mientras que sus seguidores y voluntarios en la Asociación expresan que se sienten
“huérfanos”, aunque confían en la fortaleza e inspiración que les deja desde su ejemplo, para
continuar con su legado.
Ahora, ¿Por qué se me murió Sebastián?
Me descubro preguntándome, cuestionándome, revisando los momentos que comparti-
mos, los pequeños detalles que, sumados, construyeron nuestro vínculo, intentando encon-
trar una lógica, una explicación “racional” para poder ayudar a entender a otros, lo que yo
comprendo de manera tan natural en mi corazón… Como un regalo oportuno, las palabras
que compartió esta mañana el Dr. Gerónimo Acevedo, me vinieron a rescatar:
“Hay cosas tan especiales que no se pueden definir, sólo se pueden vivir.
No intentes definir la amistad, vívela.
No intentes definir el amor, vívelo.
No intentes definir la solidaridad, vívela.
EL SENTIDO ES VIVIR UN VALOR, NO DEFINIRLO”.
En el vínculo entre dos seres humanos hay algo (o mucho) de misterio, algo que no se
puede explicar, planear, anticipar. Lucho por encontrar palabras y sólo puedo decir que…
simpatizamos, hubo un verdadero “encuentro” entre nosotros (ese del que tanto hablamos en
la terapia existencial) y parecería, además, que nuestras almas se hermanaron.
Fue Leti quien nos presentó, la noche de la cena de bienvenida durante el Primer Con-
greso Internacional de Logoterapia llevado a cabo en Viena, en el 2012. No sé exactamente
cómo, ni en qué momento, pero de ser dos seres singulares, de pronto nos convertimos en
un “par”, en un “nosotros” que se acompañaba de un lado a otro, compartiendo momentos
significativos. Nos sentíamos cómodos y en confianza el uno con el otro, ya fuera hablando
sobre temas profundos, temas “ligeros”, bromeando, como también en el silencio, en esos mo-
mentos donde sobran las palabras y uno puede simplemente “estar”. Afinidad de personalida-
des, afinidad en temas de vida (por ejemplo, a Sebastián lo marcó profundamente la muerte
prematura de su hermano Serafín, como a mí la muerte prematura de mi padre – lo cual nos
llevó a ambos, de cierta manera, a buscar caminos de sentido en la asistencia a personas en
duelo), afinidad en la pasión por la causa logoterapéutica. Afinidad.
Contábamos el uno con el otro, y nos divertíamos armando “aventuras” y “planes estra-
tégicos” durante cada congreso en el que coincidimos. Ya fuera para encontrarnos y presentar-
nos con figuras importantes del mundo de la Logoterapia, como la esposa de Viktor Frankl,
“Elly”, (y entregarle, él, una placa que lleva su nombre para el servicio de voluntariado hospi-
66
talario de su Asociación; yo, mi tesis dedicada), o con Elisabeth Lukas, entre otras. Ambos le
hacíamos de fotógrafos y a veces yo también le hacía de traductora. Sebastián me pidió que
fuera la fotógrafa “oficial” mientras presentaba en Viena su recién publicado libro: “El Aboga-
do de Familia en Busca de Sentido” (obra única e imperecedera en la que busca humanizar la
profesión del abogado desde la ética y los principios de Viktor Frankl). ¡Se le veía tan pleno!
Nuestras funciones de “capturadores de momentos significativos” las llevamos también a
otros lugares que conocimos juntos. Lugares que fueron clave en la biografía de Frankl.
Así nos volvimos cómplices y testigos el uno del otro (en presencia y a través de los lentes
de nuestras cámaras), de lo que ambos advertimos fueron momentos “cumbre” de nuestras
vidas.
Llevo muchos otros recuerdos gratos registrados en mi ser, de lo sencillo, de lo cotidiano,
de las risas (a veces a carcajadas), de los deliciosos postres y cafés compartidos, de las camina-
tas lado a lado en las que siempre me sentía “cobijada” por la “grandeza” (física y espiritual) de
Sebastián. Vivíamos y forjábamos una amistad sincera sin el más mínimo esfuerzo de nuestra
parte.
He seleccionado, con el corazón, una de las experiencias que compartimos por el gran
valor sentimental que tuvo para ambos, y porque… hoy me queda a mí dar testimonio de ello:
nuestra a visita al Cementerio Central de Viena.
En mayo del 2014, durante el Segundo Congreso Internacional de Logoterapia, el clima
estuvo nublado, todos los días, con intermitencias de lluvia. Aún así, una tarde “libre”, deci-
dimos ir juntos a visitar la tumba de Viktor Frankl.
Ese cementerio, o camposanto, es un lugar bellísimo, majestuoso, apacible. Caminába-
mos por sus inmensos jardines, inmersos en la quietud y la paz que sólo se pueden percibir en
un lugar de esa naturaleza.
Cuando al fin llegamos a la sección judía y nos encontramos con la sencilla lápida de Vi-
ktor Frankl, fue como haber descubierto un tesoro. Estábamos realmente conmovidos. En un
momento de absoluto respeto, nos turnamos para, cada uno, arrodillarnos ante él, y dirigirle
unas palabras, en silencio, desde lo más intimo del espíritu. Yo, en lo personal, le expresé mi
agradecimiento. Le pedí fuerza e inspiración para continuar con su legado. Sebastián… des-
de su intimidad, hizo lo suyo.
Antes de despedirnos, permanecimos parados frente a la tumba, en silencio, unos mo-
mentos más, en señal de reverencia a nuestro gran guía. De pronto se abrió un pequeño hueco
entre las nubes, y un rayo de sol nos acarició el rostro. ¡La primera señal de luz y calor en toda
la semana! Sólo duró unos segundos… Se nos iluminó el semblante con una sonrisa de oreja
a oreja y se nos llenaron los ojos de lágrimas, sobrellevados por la emoción. Fue un momento
de perfecta sincronía que no pudimos evitar recibir como un “mensaje desde los cielos”. Un
momento que yo llevaré conmigo hasta el último día de mi vida. Un momento de profunda
inspiración que encendió nuestro entusiasmo, que nos infundió fortaleza, y del que fuimos,
de nuevo, cómplices y mutuos testigos.
Como decía Kierkegaard, la vida se vive hacia delante, pero sólo se comprende miran-
do hacia atrás. Hoy puedo interpretar mejor ese “mensaje”. Al haber podido contemplar el
rostro de Sebastián, radiante, resplandeciente, iluminado por esa luz, mi espíritu me dice que
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Dios, Frankl, el Misterio y/o el Universo le estaban diciendo “GRACIAS”. La imagen y el
mensaje con los cuales elijo quedarme.
Es en lo “definitivo” de la muerte, que advierto que todos esos momentos felices, los vi-
víamos por primera y por última vez. Por eso fueron tan valiosos. Como todo lo que es único.
Como todo lo que es irrepetible.
Sebastián vivió cumpliendo su misión hasta el último día de su vida. A lo largo de su
inesperada enfermedad fue un testimonio del “Sí a la vida, a pesar de todo”. Luchó de manera
heroica, durante meses, hasta el final. Me llena de una profunda tristeza el no haberlo podido
acompañar en esos últimos momentos.
Ahora que la muerte lo ha “definido” podemos decir, sin el menor reparo, que Sebastián
fue un hombre virtuoso. Encarnaba una larga lista de valores. Aspiraba a la excelencia en
lo profesional y en lo personal, orientado siempre hacia el bien y hacia el sentido. Reflejaba
congruencia en su manera de pensar, hablar y actuar. Fue un auténtico caballero, en estos
tiempos en que el mundo pide a gritos más personas como él. Creó vínculos profundos con
todas las personas a quienes quiso, y quienes irremediablemente lo quisieron a él (que son
muchas). Yo tuve el gran privilegio de ser una de ellas, de llamarlo mi amigo y de conocer el
“lado humano” de “Sebas”.
Tengo mucho que aprender de Sebastián. Siempre le expresé mi admiración por la for-
ma en la que concretaba lo que él escuchaba como una “llamada”. Vivía con una especie de
“sentido de urgencia” que lo llevó a lograr mucho en su medio siglo de vida. Disciplina, orden,
constancia, compromiso, y sobretodo, responsabilidad, más allá de sus intereses personales.
También, ante el misterio que es la muerte, me ha enseñado mucho desde su fe inquebran-
table. Una de sus inquietudes era encontrar la manera de “tender puentes en medio de un
mundo con tantas cosas que nos tienden a separar y dividir”. Durante su enfermedad nos unió
a todos sus amigos en oración. Y desde el dolor compartido ante su partida, vamos constru-
yendo lazos de amor solidarios desde distintos países, apoyándonos en el duelo.
Me he quedado sin un amigo. Y eso es mucho, porque en mi escala de valores, la amistad
se encuentra en un lugar privilegiado. Un amigo quien me cuidó, me acompañó, me apoyó,
me alentó cuando mi confianza en mí misma flaqueaba. Un amigo quien, a raíz de un au-
téntico encuentro, me transformó. Un amigo quien me hizo reír y quien, estoy descubriendo,
también me hace llorar, y mucho.
Eliana Cevallos lo expresó de manera muy puntual cuando dijo que hoy nos encontramos
con él “en la más profunda dignidad de la tristeza”. Y es cierto. Vivimos nuestra tristeza con
dignidad, porque es lo que hoy nos corresponde, porque Sebastián lo vale, porque lo ame-
rita el vínculo tan especial que formamos con él. Porque hoy nos encontramos conociendo
y experimentando esa soledad que es el riesgo que corríamos cuando, después de “haber-si-
do-en-relación” nos enfrentamos a la realidad de su partida.
Tal vez es eso… se nos murió Sebastián porque… quizás ser amigo fue su genuina voca-
ción.
Sebastián logró su cometido. “Pasó por todas partes haciendo el bien”. Y además… Se-
bastián nos hizo bien.
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Novedades en libros de Ediciones LAG
¿Cuál es el fin de la existencia? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos? La mayoría de las teorías contemporáneas pare-
cen abstractas ante las grandes cuestiones sobre la existencia que nos han sido heredadas. Dichas teorías parecen sin vida
ante los nuevos y complejos problemas que la cotidianidad presenta.
Ante dichas tensiones, las psicoterapias existenciales aportan una perspectiva emprendedora, auténtica y compro-
metida; en franca rebeldía a lo estático y la imposición de corrientes, métodos o programas. La existencia humana no
puede determinarse por un enfoque ni tener límites establecidos. Comprender la naturaleza humana exige superar presu-
puestos y abrir nuevos planteamientos apoyados en la relacionalidad y la co-construcción impostergable de la existencia.
Comunicación directa, transparente y humana, fundamentan a las psicoterapias existenciales como propuestas pro-
fundamente implicadas con el análisis de la vida concreta de las personas y de su mundo amplio, que comprende el diálogo
constante con la riqueza de la filosofía existencial, fenomenológica y hermenéutica hasta nuestros días.
La presente obra esboza varias perspectivas existenciales, escritas cada una por diferentes autores latinoamericanos
que han desarrollado su trabajo sobre distintos estilos y pensadores en psicoterapia existencial, y es un referente importante
tanto para especialistas como para personas interesadas en temas actuales de psicoterapia.
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En el presente libro encontrarás cuestionamientos honestos que hace su autor para vivir un profundo proceso personal.
Esta experiencia de estudio, investigación y aplicación que nos comparte, no es solamente una teoría, sino la narrativa de
un ser humano que nos abre su corazón. Es así como en este texto encontrarás formas de aplicar la logoterapia, desde sus
fundamentos, tanto filosóficos y antropológicos como los psicológicos y espirituales.
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Publicaciones
EDICIONES LAG
Colección Sentido
Cuadernos de Investigación 1, 2, 3, 4, 5.
Aportes de smael para enriquecer la logoterapia y aplicarla adecuadamente a la problemática
de nuestro México.
Actas de Congresos
Memorias de los Congresos Mexicanos de Logoterapia 2000, 2003, 2005
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