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Desigualdad Social

1. Introducción
El presente trabajo tiene como finalidad dar a conocer la desigualdad social en
América Latina, donde se tratarán temas que ayudan a obtener un resultado más
significativo de la problemática que está siendo abordada, para ello se analizaran
temas como los enfoques sobre el desarrollo social, la familia, sus cambios
demográficos, los arreglos familiares; sus cambios y continuidades, desigualdad social,
organización y convivencia de las familias; pobreza, definición desde una perspectiva
de género; la nueva desigualdad social, antecedentes, características, exclusión social y
las respectivas conclusiones a las que se llegaran.
2. Contenido
2.1 Concepto
2.1.1 Enfoques sobre Desarrollo Social.
A continuación, se mencionan algunos enfoques sobre desigualdad:
Aristóteles: Los desniveles que se dan entre amo y esclavo, hombre y mujer y entre
infantes y adultos.
Liberal justicia distributiva: Perspectiva liberal de bienestar.
Estratificación: Derecho legítimo al acceso de diferencia del prestigio, poder y riqueza.

2.2 Familia
2.2.1 Cambios Demográficos

Las transformaciones sociodemográficas son el resultado de procesos de larga


duración sus inicios se dieron desde mediados del siglo xx, están han tenido
repercusiones importantes en el mundo familiar. Se dice que en aquellos países donde
su proceso de transición demográfica fue más temprano, se observó un descenso de la
mortalidad, propició el aumento de esperanza de vida y el envejecimiento de la
población. Lo que ha ocasionado duración en los roles familiares y en ocasiones se han
modificado.

2.2.2 Arreglos familiares; sus cambios y continuidades.

Las familias latinoamericanas han mostrado tanto de tendencias de cambio de


estabilidad, se presentan algunos cambios de importancia como:
 Los hogares unipersonales.
 Las familias nucleares.
 Las familias extensas y las compuestas.
 Jefatura femenina.

2.2.3 Desigualdad social, Organización y convivencia de las familias.


Se abordan dos rasgos de la vida familiar:
La menor presencia relativa del modelo familiar tradicional, el del jefe varón proveedor
exclusivo, y la desigualdad en relaciones intrafamiliares.
Las transformaciones de carácter demográficas y económicas se ven estrechamente
relacionadas a los cambios de la reproducción cotidiana. La participación económica
femenina es en donde ha descansado el incremento de la oferta laboral de los
hogares. Sin que esto afecte al rol de esposa dentro del hogar, desenvolviéndose en
dos funciones desde esta organización.

2.3 Pobreza
2.3.1 Definición
Altimir (1979), definió a la pobreza como:
Un síndrome situacional en el que se asocian el infraconsumo, la desnutrición, las
precarias condiciones de vivienda, los bajos niveles educacionales, las malas
condiciones sanitarias, una inserción inestable en el aparato productivo, actitudes de
desaliento y anomia, poca participación en los mecanismos de integración social, y
quizá la adscripción a una escala particular de valores, diferenciada en alguna medida
de la del resto de la sociedad.
Según Cepal (2004), considera a la pobreza como la privación de activos y
oportunidades esenciales a los que tienen derecho todos los seres humanos.
En una perspectiva de Amartya Sen y su enfoque de las capacidades y realizaciones,
una persona es pobre si carece de los recursos para ser capaz de realizar un mínimo de
actividades.
2.3.2 Definición desde una perspectiva de género.
Depende del rol que desempeña cada miembro de la familia, aunque sea usual y de
utilidad captar y analizar esos indicadores, desde la perspectiva de género es necesario
decodificar lo que pasa en los hogares, toda vez que estos espacios son ámbitos de
convivencia de personas que guardan entre sí relaciones desiguales enmarcadas en
sistemas de autoridad interna.

A partir de estas consideraciones parece importante tener presente los siguientes elementos:

• Las desigualdades de género observables en los contextos familiares.


• La división sexual del trabajo.

El interés por analizar el fenómeno de la pobreza desde un enfoque de género se basa


en la necesidad de mostrar que existen factores de género que inciden en la mayor o
menor propensión de las personas a experimentar la pobreza, y en las características
diferenciadas que ella puede adquirir al tratarse de varones o mujeres.

Otras dimensiones de la pobreza tienen que ver con la autonomía económica y la


violencia de género, la primera al hecho de que las personas cuenten con ingresos
propios que les permitan satisfacer sus necesidades. La segunda dimensión la
perspectiva de género hace un aporte significativo a la problematización del concepto
de pobreza, entendiéndolo de una manera integral y dinámica e identificando otras
dimensiones en las que se expresa el fenómeno.

La medición de la pobreza trata de explorar diferentes propuestas de medición que


apuntan a mejorar las mediciones más convencionales, advirtiendo sus ventajas y
limitaciones, así como a la elaboración de nuevas mediciones. Uno de los métodos más
difundidos es la medición del ingreso por hogar, considera los aspectos monetarios
dejando de lado los monetarios, enfatiza una única dimensión de la pobreza, la
monetaria, y por ende sólo considera los aspectos materiales de ella dejando de lado
aspectos culturales, como las diferencias de poder que determinan el acceso de las
personas a los recursos, y, sobre todo, el trabajo doméstico no remunerado que es
imprescindible para la supervivencia de los hogares, entre otros indicadores que
pueden reflejar de mejor manera el fenómeno de la pobreza y las diferencias en el
bienestar entre varones y mujeres.
La medición a nivel individual permite captar la pobreza de aquellas personas que no
cuentan con ingresos propios, aun en hogares no pobres, y visibilizar diferencias de
género.
Se ha enfatizado también la necesidad de medir el trabajo no remunerado, para lo cual
se han planteado diferentes propuestas. Básicamente, la imputación de valor
monetario al trabajo doméstico y la incorporación del mismo a las cuentas nacionales.
Su medición, como se ha mencionado, marcaría además una diferencia importante en
el ingreso del hogar entre aquéllos que cuentan con una persona dedicada a estas
labores domésticas y de cuidado (hogares con jefatura masculina) y aquéllos que no
cuentan con esta persona y que deben asumir los costos privados que implica la
realización de este trabajo (hogares con jefatura femenina).
Mediante la consideración del tiempo invertido en cada uno de estos trabajos se
consigue visibilizarlos de manera que la sociedad los valore y pueda percibir las
desigualdades de género en la familia y en la sociedad. Además, esta asignación de
tiempo permite calcular el volumen de la carga total de trabajo, concepto que integra
tanto los trabajos no remunerados como remunerados.

2.4 La nueva desigualdad social.


2.4.1 Antecedentes.
La crisis de la sociedad del trabajo significa que el empleo asalariado ha dejado de ser
el articulador de los derechos sociales, garantizados por las instituciones de bienestar
social, dando paso a la precariedad, expresada en una multiplicación de las
desigualdades que tienen diferentes orígenes, como grupo (raza), edad, discapacidad,
sexo, entre otros.

2.4.2 Características.
La problemática planteada presenta características comunes, como son las
insuficiencias para crear solidaridad o cohesión social, lo que impide que las fracturas
de una sociedad permitan su destrucción.

El Estado de bienestar y la desigualdad


El Estado de bienestar tiene su significado en el trabajo, debido a que el mismo fue una
fuente importante de derechos y de bienestar, con la intervención de las instituciones
estatales, reproduciendo la cohesión social.

La desigualdad y el liberalismo
Ralf Dahrendorf (1995:133), desde una posición liberal, destaca el papel de las
instituciones estatales como generadoras de oportunidades de vida — donde caben las
libertades civiles, políticas y el bienestar colectivo—.
La desigualdad y la integración social
En las sociedades contemporáneas, la integración social se ha alcanzado mediante el
sistema de bienestar social administrado desde el Estado, que se articulaba con el
trabajo asalariado porque la solidaridad generada era parte de los “mecanismos
sociales por medio de los cuales las personas eran enseñadas y entrenadas en la
práctica de la sociabilidad, de la reciprocidad y de la vida en común”
(Tezanos,2002:55).

La nueva desigualdad social


La crisis de la relación asalariada, traducida en un incremento de los niveles del
desempleo y subempleo, ha provocado que la mercantilización de los servicios sociales
se instalara en las agendas de los gobiernos neoliberales (Castel, 2001a:37-48),
provocando la pérdida del carácter universal de los derechos sociales (Castel, 1997b).

La mercantilización y las instituciones multilaterales


Bryson (1992) señaló la existencia de un discurso legitimador de la privatización de las
funciones estatales desde las instituciones multilaterales.17 Por ejemplo, en 1980, la
Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), organizó una
conferencia llamada “La crisis del Estado de bienestar”, donde a los países miembros
se les presentó, como posibles soluciones a sus respectivas crisis económicas, medidas
de gobierno orientadas hacia el mercado, considerando al sector privado como su
principal protagonista.
Las compensaciones y la dinámica mercantil
El derecho al trabajo y a la asistencia social, en un primer momento, colocaron las
bases para la intervención estatal en la compensación de los efectos de cierta
desarticulación social, provocada por el paro y la enfermedad. Así, el Estado asumió
como tarea la eliminación de las desigualdades, que dejaron de ser vistas como
naturales y azarosas, teniendo como causa la misma dinámica económica capitalista. Y,
en un segundo momento, el Estado providencia garantizó una abundancia mínima
para todos los ciudadanos.
2.4.3 Exclusión social.
La exclusión social también forma parte de la nueva cuestión social, relacionada con el
estatuto del asalariado (Castel, 1997b:389), en la cual la presencia del Estado paliaba
las disfunciones que hacían peligrar la cohesión social.
Por eso el objetivo estatal fue el de mejorar las condiciones de vida de todos,
disminuyendo las consecuencias indeseables del funcionamiento de la lógica del
mercado y de la ganancia capitalista.
Ello tuvo un efecto homogenizador al atender las contingencias de una manera general
sin tener en cuenta las particularidades de los individuos, lo cual pudo realizarse por la
existencia de categorías jurídicas abstractas, que al considerar al individuo como
miembro de un colectivo tenía derechos de protección de los inconvenientes
producidos por la vejez, el desempleo, la incapacidad física, entre otros. En otras
palabras, de los efectos perturbadores creados por el mismo proceso de acumulación
capitalista (Silver, 1994:531-532).
La masificación del consumo no sólo tuvo como fundamento el modelo de producción
fordista, sino la existencia de un mecanismo político de integración en una realidad
social conflictiva, un modo de regulación que, actuando bajo la lógica de los principios
de igualdad entre los individuos, sería compatible con las desigualdades funcionales
del capitalismo.
Este modelo de organización social permitió la masificación del consumo, lo cual
generalizó ciertas formas de distinción aristocrática, mediante el acceso a
determinados bienes y servicios, que en su momento fueron de consumo exclusivo de
una minoría que finalmente servía para diferenciarse del resto (Bourdieu, 1991:20-21).

3. Conclusiones.

Estamos frente a un individuo que vive bajo desigualdad social donde debe tomar
decisiones racionales, buscando superarlas. Sin embargo, este individuo contiene
normas, valores interiorizados que decir, tiene una construcción acerca de qué
entiende sobre desigualdad y si esa condición le da importancia o, por el contrario, las
tolera en la medida que la da mayor importancia a otros aspectos.

En América Latina las transformaciones en el mundo familiar tienen lugar


asincrónicamente entre los distintos sectores sociales y los grupos étnicos, como entre
los países y las regiones dentro de éstos. La acentuada desigualdad social es un rasgo
distintivo de la región que no ha hecho sino profundizarse en el entorno de la
globalización.
El segundo aspecto que nos importa recalcar se refiere a la necesidad de contar con
datos comparativos sobre las formas de organización y convivencia familiar en
diferentes países de la región, pues ellos nos permitirán analizar las repercusiones de
los cambios sociodemográficos y económicos sobre distintos ámbitos de la vida
familiar: la división del trabajo y las relaciones de poder entre géneros y generaciones.
El enfoque de género ha hecho importantes aportes conceptuales y metodológicos al
estudio de la pobreza. En términos conceptuales, la perspectiva de género ha ampliado
la definición de la pobreza planteando una conceptualización integral y dinámica del
fenómeno que reconoce su multidimensionalidad y heterogeneidad.

La realización de los derechos sociales por medio del trabajo asalariado, con las
protecciones estatales, englobadas con la palabra de bienestar social, permitió que la
desigualdad social no se expandiera y atentara contra la solidaridad, porque los lazos
con los diferentes colectivos proporcionaban una estabilidad social, así como atender
las consecuencias sociales de la marcha de la economía capitalista, expresadas
mediante las situaciones de vulnerabilidad como el desempleo, la pobreza, la
enfermedad, entre otros.
La expansión de la mercantilización ha creado una fragilidad asociativa, manifestada
como declive de la participación social en los procesos electorales y en las
organizaciones vecinales y comunitarias.

4. Bibliografía
Luis C. Herrera Montenegro. (2010). Desigualdad social: una lectura desde la teoría de
sistemas y teoría de la elección racional, FLACSO.

Marina Ariza; Orlandina de Oliviera. (2006). Familias, pobreza y desigualdad social en


Latinoamérica: una mirada comparativa, REDALYC.

Karina Batthyány. (2008). Pobreza y desigualdades sociales. Una visión desde el género,
CIEAP/UAEM.

Miguel A. Vite Pérez. (2006). La nueva desigualdad social, Rev. Latinoamericana de economía,
Problemas Del Desarrollo.

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