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Eutanasia

La eutanasia es la acción u omisión que acelera la muerte de un paciente


desahuciado con la intención de evitar sufrimientos. El concepto está
asociado a la muerte sin sufrimiento físico.
Concretamente podemos establecer que existen dos tipos de eutanasia. Así,
por un lado, estaría la llamada eutanasia directa que es aquella que viene a
definir al proceso de adelantar la muerte de una persona que tiene una
enfermedad incurable. En este caso, a su vez, aquella se puede dividir en dos
clases: la activa, que básicamente consigue la muerte del citado enfermo
mediante el uso de fármacos que resultan letales; y la pasiva, que es la que
consiste en la consecución de la muerte de aquel mediante la suspensión
tanto del tratamiento médico que tenía como de su alimentación por cualquier
vía.
Por otro lado, el segundo gran tipo de eutanasia es la llamada indirecta. Bajo
dicha terminología se encuentra aquella que lo hace es intentar paliar el dolor
y sufrimiento de la persona en cuestión y para ello se le suministran una serie
de medicamentos que como consecuencia no intencionada pueden producir
la muerte de la citada persona.
En la mayoría de los países del mundo, la eutanasia es un acto ilegal y México
no es la excepción; aquí la eutanasia no está contemplada en ninguna ley;
incluso se castiga en el artículo 312 del Código Penal Federal el que una
persona induzca o ayude a otra a quitarse la vida.
En México, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Muerte Digna 2017
elaborada por DMD, que sondeó a 4 mil personas, 68.3% de los mexicanos
se posicionan en favor de la opción de poder adelantar la muerte en caso de
que la persona esté en fase terminal, mientras que 31.7% están en contra.

Un caso de gran relevancia fue el ocurrido en la ciudad de México, donde un


hombre de unos 72 años de edad, se quitó la vida con un arma de fuego en
las cercanías de Tlatelolco. El individuo dejo una nota póstuma en la que
expuso sus razones para quitarse la vida, donde explicaba que decidió
suicidarse puesto que padecía Alzheimer, una enfermedad que afecta la
memoria y otras funciones mentales.

“Me suicido por el rápido deterioro que estoy teniendo en mi salud mental, ya
que estoy empezando a perder la memoria y no quiero vivir con Alzheimer”,
mencionó.
Además, hizo notar el hecho de que lo hacía puesto que el país no
contemplaba legal la eutanasia.

Otro caso, que es en el cual me gustaría hacer más hincapié para analizarlo
a detalle es el de un joven con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), esta
persona empezó a padecer esta enfermedad incurable desde una edad no tan
avanzada, pero la evolución de la enfermedad fue de una manera rápida, al
modo que a los 4 años sus músculos respiratorios también se veían afectados,
por lo que tenía que estar permanentemente en cama conectado a un
respirador.

Ante tal situación tan deplorable el afectado pidió hacer uso de su “derecho a
morir”, el cual le fue rechazado, obviamente por cuestiones legales.
Esta es una situación bastante delicada que hay que abordarla desde
distintos puntos de vista; por un lado, el afectado, que se encontraba en
constante sufrimiento y agonía, y con estado psicológico altamente
deprimido, se ve claramente influenciado por su situación actual para hacer
su petición de eutanasia (desconectar los respiradores, en un estado
anestesiado), y esto es hasta cierto punto es bastante comprensible, puesto
que las condiciones en que se encontraba, la única salida que el joven veía
era la muerte; así que en desde un punto de vista “lógico”, lo más viable
hubiera sido aceptar la petición del afectado.
Ahora bien, si nos vamos a un ámbito un poco más moralista y ético, nadie
en esta tierra, independientemente de la situación en la que se encuentre,
tiene o va a tener el derecho de quitarle la vida a alguien más, así sea con
consentimiento o por voluntad de la otra persona.
Y esto es por muchas razones, que pueden ser tanto humanas, religiosas o
sociales, pero en general, diría que la razón más importante (o la que a mi
más me gusta), es por el hecho de que la vida no nos pertenece, es solamente
un momento que se nos es dado prestado, no la obtuvimos por algún valor o
la tomamos de algún lugar, por lo mismo, no es algo que debamos o podamos
arrebatar.
Y si bien es cierto, la lógica no esta peleada con lo moral, pero en ocasiones
estas se contraponen.
Creo que con mi previa explicación estoy dejando en claro lo que haría si
estuviera en una situación similar, y en realidad no por miedo a cuestiones
legales, sino por principios y valores propios.
Bibliografía.
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Consentimiento Informado. Cuadernos de la Fundación Grifols. 5;
2002. Disponible en http://www.fundaciogrifols.org
 Beca J.P., Montes J.M., Abarca J. Diez mitos sobre el retiro de la
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 Simón Lorda P, Barrio Cantalejo IM, Alarcos Martínez F,Barbero
Gutiérrez FJ, Couceiro A, Hernando Robles P. Ética y muerte digna:
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