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Seamos Coherente

Por: Anuar Cortázar Cáez

Por lo regular a diario escuchamos a la gente decir que se debe acabar con la
corrupción, que se debe acabar con la mentira, que se debe acabar con la
delincuencia, en fin, acabar con los malos o inadecuados comportamientos
ciudadanos.

Y si es así, observamos a esas mismas personas acudir a un “amigo” político


para que interceda por él ante la autoridad de transito con el fin de que sea
exonerado de un comparendo que le fue aplicado por no respetar las señales
de tránsito, a otro exigiendo a su hijo no decir mentiras, pero le advierte que si
llega el cobrador le diga que no está, observo a otro comprando artículos de
dudosa procedencia con el argumento que se lo “vendieron barato”. Solo para
mencionar algunos casos en los que no existe el valor moral, ético y ser
coherente.

Ser coherente es quien actúa en consecuencia con sus ideas o con lo que
expresa., ese estado en que sus componentes actúen en conjuntos solidarios.
“Esa relación lógica entre dos cosas o entre las partes o elementos de algo de
modo que no se produce contradicción ni oposición entre ellas”. Que actúa en
consecuencia con sus ideas o con lo que expresa.

Por lo general, ser coherente se aplica para describir aquella concordancia


entre ideas y acciones de una persona, también para señalar aquellos
movimientos o acciones que deben corresponder con lo que se considera
normal. Hoy cuando estamos iniciando el año 2019 deberíamos trazarnos
como objetivo contribuir a que se acabe la corrupción y más cuando se trata de
un año electoral. Porque cada que somos convocados a elecciones, sean estas
para elegir alcaldes, concejales, diputados y gobernadores, o para congresistas
o presidente de las Republica escogemos a personas a las que al poco tiempo
empezamos a descalificar, con los mismos argumentos de siempre: que son
corruptos, que son ladrones, que no sirven para nada, etc.

¿Qué hacer entonces? Primero se debe ser un buen ciudadano, aquel que
respeta las señales de tránsito, que respeta la autoridad, que respeta a los
adultos mayores, que respeta a los niños, que respeta a los animales, que
respeta el medio ambiente. Pero no empiece su acción pidiendo que los otros
cambien, hágalo usted primero.

¡Ah! Y no justifique sus malas acciones con el viejo argumento “que si otros lo
hacen por qué yo no”. Partamos de esta frase: “Las masas humanas más
peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del
miedo… del miedo al cambio".

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