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Introducción a la Criminología

Book · January 2013

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2 authors:

Rodolfo Gordillo Rodríguez Miguel Clemente


Universidad a Distancia de Madrid University of A Coruña
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Sumario │
Profesor Rodolfo Gordillo

PRÓLOGO

a
im
Mientras que la criminología sigue trabajando en la búsqueda de esa identidad que

d
la autorice a ocupar su lugar como disciplina científica, lo que es indudable es la necesi-
dad del estudio de un comportamiento muy particular que se da en el ser humano y cuya
característica principal es el efecto destructivo que tiene sobre aquel que recae. El estudio

U
de este comportamiento, caracterizado por ser a veces violento, a veces cruel, y a veces
simplemente egoísta, así como los factores que lo inhiben, facilitan y potencian, sin ol-
vidar a aquellos que se ven afectados, debe ser un tema de profundo estudio y debate.

La duda eterna que llena, si me permiten, ya cansinos y agotados debates, deriva


del solapamiento del objeto de estudio, pues cuando hablamos de un comportamiento
humano, su estudio puede ser abordado desde la antropología, la sociología, la psicolo-
gía e incluso la biología y la etología. Entonces ¿qué hace especial y único a este com-
portamiento, llámese criminal, para que otra disciplina académica como la criminología
abogue por su exclusividad?

La respuesta la hallará el lector a medida que vaya avanzado en las diversas pro-
puestas y temáticas que componen este manual, donde se explicará si en el ser humano
existe una cualidad intrínseca que puede ser denominada criminalidad. Para ello, esta
tarea no puede abordarse si no es a través del estudio de todos esos factores que rodean
a este comportamiento humano caracterizado por su efecto destructivo más allá de unos
parámetros consensuados y socializados, que serán los que marquen el límite entre lo
criminal y el juego, la broma, la tradición e incluso el accidente fruto del azar.

www.udima.es 7

"Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta Unidad sólo puede ser realizada con la autorización de la Universidad a
Distancia de Madrid, UDIMA, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de
esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)".
│ Sumario
Profesor Rodolfo Gordillo
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

No es tarea fácil, pero en este manual se explica de manera sencilla y amena toda
esa sabiduría y conocimiento que han aportado los autores más relevantes en el estudio
del comportamiento «criminal», y que dieron forma a las primeras escuelas caracteri-
zadas por un pensamiento criminológico, así como a las principales teorías que expli-
can cómo el sujeto se ve inmerso en una sociedad que adquiere forma y poder, tanto de
manera tangible como intangible, pero que en ambos casos moldean y condicionan el
comportamiento.

Los autores de este manual tampoco han pasado por alto aspectos tan importantes
para el estudio del comportamiento criminal tales como el peso de la tradición y el fol-
clore, que dan lugar a comportamientos primigenios de reacción violenta contra los que
son diferentes o ponen en peligro la perpetuación de su grupo de referencia. Es decir, as-

a
pectos de vital importancia que también moldean y condicionan nuestro comportamiento
de una forma destructiva como son el estigma y el estereotipo. Por último, pero no por
ello menos importante, este manual también aborda y explica qué estrategias defensi-

m
vas de carácter preventivo se han elaborado para proteger al mismo ser humano de ese

i
comportamiento criminal, así como el trabajo restaurador que actualmente demanda la
propia Organización de las Naciones Unidas para emplear sobre aquellos que han sido

d
víctimas de este comportamiento.

En definitiva, todos estos temas que deben formar parte de un estudio pormenoriza-

U
do de ese comportamiento tan particular, que hemos denominado criminal, son tratados
con el rigor que exige su estudio, con el objetivo de hallar esas respuestas que expliquen
si la criminología debe ocupar un estatus de reconocido derecho dentro de las ciencias
sociales y del comportamiento, o si por el contrario, debemos seguir abordando su es-
tudio desde todas esas disciplinas de las que se nutre la criminología para reclamar su
estatus propio.

Madrid, julio 2013.

Rodolfo Gordillo Rodríguez


Profesor de la Udima

8 www.udima.es

"Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta Unidad sólo puede ser realizada con la autorización de la Universidad a
Distancia de Madrid, UDIMA, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de
esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)".
Sumario │
Profesor Rodolfo Gordillo

ÍNDICE SISTEMÁTICO

a
im
d
PÁGINA

Sumario .................................................................................................... 5
.

U
Prólogo ...................................................................................................... 7
.

Unidad didáctica 1. Inicio a la disciplina ............................................... 9

.

Objetivos de la Unidad ..................................................................................................... 10
.

1. Introducción ............................................................................................................... 11



2. Qué se entiende por criminología .......................................................................... 12


.

3. Criminalidad y delito ............................................................................................... 14


.

3.1. Criminalidad ................................................................................................. 14


.

3.2. Delito .............................................................................................................. 16


.

4. Funciones de la criminología .................................................................................. 19


.

5. El problema de la criminología como ciencia ....................................................... 21


.

5.1. La sistematización según una teoría general ........................................... 22


.

5.2. La sistematización basada en tipologías ................................................... 24


.

www.udima.es 327

"Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta Unidad sólo puede ser realizada con la autorización de la Universidad a
Distancia de Madrid, UDIMA, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de
esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)".
│ Sumario
Profesor Rodolfo Gordillo
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

Conceptos básicos a retener ............................................................................................. 27

.

Ejercicios voluntarios ........................................................................................................ 27

.

Referencias bibliográficas ................................................................................................ 28
.

Unidad didáctica 2. Historia de la criminología ............................ 29

.

Objetivos de la Unidad ..................................................................................................... 30
.

1. Origen de la criminología ......................................................................................... 31


.

2. La escuela clásica ...................................................................................................... 32


.

a
2.1. Origen de la escuela clásica ........................................................................ 32


.

2.2. Principales características de la escuela clásica ....................................... 33


.

m
3. La criminología positiva ........................................................................................... 38


.

i
3.1. Origen de la escuela social .......................................................................... 38


.

3.2. Principales características de la escuela social ......................................... 39

d


.

3.3. Origen de la escuela positiva italiana ........................................................ 42


.

3.4. Principales características de la escuela positiva italiana ....................... 43


.

U
4. La escuela de Chicago ............................................................................................... 47


.

4.1. Origen de la escuela de Chicago ................................................................ 47


.

4.2. Principales características de la escuela de Chicago ................................ 48


.

5. Historia de la criminología en España ................................................................... 54


.

Conceptos básicos a retener ............................................................................................. 59
.

Ejercicios voluntarios ........................................................................................................ 59
.

Referencias bibliográficas ................................................................................................ 60
.

Unidad didáctica 3. Explicación sociológica, biológica y psicoló-


gica del crimen ................................................. 63
.

Objetivos de la Unidad ..................................................................................................... 65
.

1. Introducción................................................................................................................ 66



2. Explicación sociológica en criminología ................................................................. 67


.

328 www.udima.es

"Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta Unidad sólo puede ser realizada con la autorización de la Universidad a
Distancia de Madrid, UDIMA, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de
esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)".
Sumario │
Profesor Rodolfo Gordillo
M. Clemente y R. Gordillo Índice sistemático

2.1. Visión macrosociológica del crimen ........................................................... 68




.

2.1.1. La anomia ....................................................................................... 68


.

2.2. Visión microsociológica del crimen ............................................................ 72


.

2.2.1. El interaccionismo simbólico....................................................... 73


.

2.2.1.1. La asociación diferencial ........................................... 75


.

2.2.1.2. Las subculturas delictivas ......................................... 77


.

2.2.1.3. Los hogares rotos ....................................................... 82


.

2.2.1.4. La institución total ..................................................... 83


.

3. Explicación biológica en criminología .................................................................... 86


.

4. Explicación psicológica en criminología ................................................................ 92

a


.

4.1. Enfoque psicoanalista ................................................................................... 92


.

4.2. Enfoque conductista...................................................................................... 94



4.3. Enfoque cognitivista ..................................................................................... 97

m


.

i
4.4. La psicología de las diferencias individuales............................................ 99


.

4.5. La psicología de la moral ............................................................................. 103


.

d
Conceptos básicos a retener.............................................................................................. 106
.

Ejercicios voluntarios......................................................................................................... 106

U
.

Referencias bibliográficas ................................................................................................. 107
.

Unidad didáctica 4. Teorías críticas, integradoras e innovadoras


del fenómeno criminal .................................... 113
.

Objetivos de la Unidad ...................................................................................................... 114
.

1. Introducción................................................................................................................ 115



2. Teorías críticas radicales ........................................................................................... 119


.

2.1. La teoría de la etiqueta ................................................................................. 120


.

2.2. Criminología marxista .................................................................................. 123


.

3. Teorías integradoras .................................................................................................. 127


.

3.1. La nueva criminología ................................................................................. 127


.

4. Teorías innovadoras ................................................................................................. 130


.

4.1. La postcriminología ..................................................................................... 130


.

www.udima.es 329

"Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta Unidad sólo puede ser realizada con la autorización de la Universidad a
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│ Sumario
Profesor Rodolfo Gordillo
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

4.1.1. El postmodernismo ...................................................................... 131




.

4.1.1.1. Criminología constitutiva ........................................ 132


.

4.1.2. La criminología pacifista ............................................................. 134


.

5. Conclusión ................................................................................................................. 135


.

Conceptos básicos a retener ............................................................................................. 138
.

Ejercicios voluntarios ........................................................................................................ 138
.

Referencias bibliográficas ................................................................................................ 139
.

a
Unidad didáctica 5. La figura de la víctima y sus posibles rasgos

.

caracteriales ...................................................... 141
.

Objetivos de la Unidad ..................................................................................................... 142

m
.

i
1. Introducción ............................................................................................................... 143



2. Nacimiento de la victimología ................................................................................ 144

d


.

3. ¿Qué se entiende por víctima? ................................................................................ 146


.

4. Tratamiento de la víctima ........................................................................................ 152

U


.

5. Definición de victimología ....................................................................................... 154



6. La victimización ........................................................................................................ 156


.

7. Estadísticas victimales .............................................................................................. 160


.

8. Conclusiones .............................................................................................................. 164


.

Conceptos básicos a retener ............................................................................................. 166
.

Ejercicios voluntarios ........................................................................................................ 166
.

Referencias bibliográficas ................................................................................................ 167
.

Unidad didáctica 6. La prevención del delito ................................. 169


Objetivos de la Unidad ...................................................................................................... 171
.

1. Introducción ............................................................................................................... 172



2. Definición ................................................................................................................... 173


.

3. Tipos de prevención del delito ................................................................................ 175



330 www.udima.es

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Sumario │
Profesor Rodolfo Gordillo
M. Clemente y R. Gordillo Índice sistemático

3.1. El modelo de prevención primaria de la criminalidad ........................... 176




.

3.1.1. La prevención de la criminalidad a través del desarrollo social. 177


.

3.1.2. La prevención del delito a través de la imposición del orden


por medio de la disuasión general ............................................ 178

.

3.1.3. La prevención comunitaria del delito ....................................... 179


.

3.1.3.1. El diseño ecológico en la prevención de la crimi-


nalidad ........................................................................ 180

.

3.1.4. La prevención correctiva ............................................................. 185



3.1.5. La prevención situacional ........................................................... 187


.

3.2. El modelo de prevención secundaria de la criminalidad ............................... 191


.

3.2.1. La criminología evolutiva ........................................................... 193

a


.

3.2.2. La prevención del delito a través de la imposición del orden


por medio de la disuasión especial ........................................... 196

.

3.3. El modelo de prevención terciaria o de reincidencia de la criminalidad .. 197

m


.

i
4. Conclusiones .............................................................................................................. 202


.

d
Anexo .................................................................................................................................. 204
.

Conceptos básicos a retener ............................................................................................. 209

U
.

Ejercicios voluntarios ........................................................................................................ 209
.

Referencias bibliográficas ................................................................................................ 210
.

Unidad didáctica 7. Formas de reacción social ante el delito ...... 213

.

Objetivos de la Unidad ...................................................................................................... 214
.

1. Introducción................................................................................................................ 215



2. Explicación evolutiva de la reacción ante el delito ............................................... 216


.

2.1. La creación de un individuo desviado: los orígenes evolutivos del es-


tigma ............................................................................................................... 217


3. Explicación sociológica de la reacción social ante el delito ................................. 223


.

3.1. La creación de un individuo desviado: los orígenes sociales del estigma 224


.

3.1.1. Las categorías y el estigma .......................................................... 224


.

3.1.2. Identidad y estigma ...................................................................... 227


.

3.1.3. Tipos de estigmas.......................................................................... 230


.

www.udima.es 331

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│ Sumario
Profesor Rodolfo Gordillo
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

4. La norma como elemento de estudio en la reacción social ante el delito .......... 231


.

5. Reacción informal ante el delito .............................................................................. 233


.

6. Reacción formal ante el delito .................................................................................. 237


.

7. Conclusión .................................................................................................................. 242


.

Conceptos básicos a retener.............................................................................................. 246
.

Ejercicios voluntarios......................................................................................................... 246
.

Referencias bibliográficas ................................................................................................. 247
.

Unidad didáctica 8. Teorías del control social ................................ 249

a

.

Objetivos de la Unidad ...................................................................................................... 250
.

m
1. Introducción................................................................................................................ 251

i



2. La teoría de los vínculos sociales ............................................................................. 254


.

d
3. La teoría general del crimen ..................................................................................... 257


.

4. La microfísica del poder ........................................................................................... 263


.

U
5. Las ventanas rotas y la tolerancia cero ................................................................... 265


.

6. Conclusiones ............................................................................................................... 269


.

Conceptos básicos a retener.............................................................................................. 271
.

Ejercicios voluntarios......................................................................................................... 271
.

Referencias bibliográficas ................................................................................................. 272
.

Unidad didáctica 9. Formas de control social ................................ 275

.

Objetivos de la Unidad ...................................................................................................... 276
.

1. Introducción................................................................................................................ 277



2. El poder y el terror como formas de control social ............................................... 279


.

3. La familia y los estilos de crianza ............................................................................ 285


.

4. Las Fuerzas de Seguridad del Estado: la policía ................................................... 289


.

5. Conclusiones ............................................................................................................... 296


.

332 www.udima.es

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Profesor Rodolfo Gordillo
M. Clemente y R. Gordillo Índice sistemático

Conceptos básicos a retener.............................................................................................. 299

.

Ejercicios voluntarios......................................................................................................... 299

.

Referencias bibliográficas ................................................................................................. 300

.

Unidad didáctica 10. Las instituciones de las sociedades modernas


para el control social ....................................... 303

.

Objetivos de la Unidad ...................................................................................................... 304
.

1. Introducción................................................................................................................ 305



a
2. La institución formal para la creación y formación de nuevos miembros para


el proyecto social: el colegio ..................................................................................... 306

.

3. La institución formal para el control de criminales y delincuentes: la cárcel ... 312


.

m
4. Conclusiones ............................................................................................................... 319

i


.

Conceptos básicos a retener.............................................................................................. 324

d
.

Ejercicios voluntarios......................................................................................................... 324
.

Referencias bibliográficas ................................................................................................. 325

U
.

www.udima.es 333

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Sumario │
Profesor Rodolfo Gordillo

EXPLICACIÓN
SOCIOLÓGICA,

3
UNIDAD
DIDÁCTICA

BIOLÓGICA Y
PSICOLÓGICA
DEL CRIMEN

a
OBJETIVOS DE LA UNIDAD

im
d
1. Introducción


2. Explicación sociológica en criminología

U


2.1. Visión macrosociológica del crimen


2.1.1. La anomia


2.2. Visión microsociológica del crimen


2.2.1. El interaccionismo simbólico


2.2.1.1. La asociación diferencial


2.2.1.2. Las subculturas delictivas


2.2.1.3. Los hogares rotos


2.2.1.4. La institución total


3. Explicación biológica en criminología


4. Explicación psicológica en criminología


4.1. Enfoque psicoanalista


4.2. Enfoque conductista


4.3. Enfoque cognitivista


4.4. La psicología de las diferencias individuales


4.5. La psicología de la moral


www.udima.es 63

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Profesor Rodolfo Gordillo
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

CONCEPTOS BÁSICOS A RETENER

EJERCICIOS VOLUNTARIOS

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

a
im
U d

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Profesor Rodolfo Gordillo
M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

 OBJETIVOS DE LA UNIDAD

Esta Unidad didáctica permitirá al estudiante conocer:

• El estado actual de la criminología según la sociología, la biología y la psi-


cología.
• Las principales características entre una visión macro y microsociológica
del crimen.
• Las explicaciones que desde las neurociencias se están realizando para en-

a
tender la criminalidad.
• La evolución de la psicología desde el psicoanálisis hasta la psicología de la

m
moral.

d i
U

www.udima.es 65

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│ Sumario
Profesor Rodolfo Gordillo
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

Denme una docena de niños y con independen-


cia de sus talentos y procedencias, los convertiré
en artistas y científicos o, por el contrario, en
mendigos y ladrones.

John B. Watson

a
1. INTRODUCCIÓN

m
En la actualidad existen tres campos o disciplinas científicas fundamentales a través

i
de las cuales el estudio del crimen y la criminalidad puede ser abordado de una manera
más comprehensiva, a saber: la sociología, la psicología y la biología. Cada una de ellas

d
ofrece datos importantes para el conocimiento y avance de la criminología, ya que, como
venimos reiterando, solo de manera interdisciplinar se conseguirá hallar las respuestas

U
necesarias que nos permitan explicar, controlar y predecir todas aquellas variables rela-
cionadas en mayor o menor grado con el crimen. Así, la perspectiva biológica nos per-
mite conocer el funcionamiento de aquellos mecanismos fisiológicos que intervienen a
nivel molecular en el desarrollo de una conducta1. Dentro de esta perspectiva, también
hay que prestar atención a la estructura morfológica del cerebro, cuya arquitectura mo-
dula la comunicación neuroquímica de esos primeros procesos biológicos y la conduc-
ta que finalmente se desarrolle. Por su parte, la ciencia psicológica estudia qué factores
cognitivos, emocionales, así como los rasgos de personalidad, en su conjunto intervienen
en la respuesta última de un individuo, medida por su comportamiento de tipo antisocial
y/o anormal, que en determinados casos también lo será criminal y delictivo. Por último,
desde el área sociológica se han estudiado aquellos factores que son agentes contingentes
de la producción de una respuesta de un ser que vive inexorablemente vinculado a una
sociedad o grupo de referencia. Es decir, la sociedad es el nicho ecológico en el que el
ser humano se desenvuelve y, por tanto, nunca podrá ser ajeno a este y a sus influencias,
en la que un individuo cualquiera buscará una forma de adaptación que entrará o no en
conflicto con aquellas otras desarrolladas en tal nicho ecológico.

1 Cuando nos referimos a una conducta, también tenemos que tener en cuenta que esta siempre será contingen-

te a esos procesos fisiológicos que al final desencadenarán una acción así como una no-acción o inhibición.

66 www.udima.es

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Sumario │
Profesor Rodolfo Gordillo
M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

A continuación se presentan una serie de explicaciones acerca de las aportaciones


más relevantes que se han estudiado desde las tres áreas anteriormente comentadas. En
este recorrido que ahora iniciamos, partiremos desde aquellos postulados sociológicos
que sostienen, en gran medida, la poderosa influencia del medio social sobre el indivi-
duo, en el que la cultura y la infraestructura política generan tensión a medida que se van
distanciando una de la otra, así como comportamientos variopintos en el individuo, víc-
tima de esa desorganización, que comúnmente responden a las denominaciones de com-
portamiento desviado, antisocial o criminal. Desde esta dimensión sociológica también
habrá que hacer hincapié en aquellos grupos primarios de transmisión cultural, como la
familia y los pares o iguales, que modularán el conflicto de valores como resultado de
los problemas sociales. Después de esta revisión sociológica, nos centraremos en los es-
tudios neurocientíficos que actualmente ofrecen alguna explicación sobre los procesos

a
biológicos que desencadena el cerebro tanto en la acción agresiva y violenta como en
los distintos modos de inhibición. Finalmente, repasaremos aquellos modelos ofrecidos
por la psicología, comenzando con esas primeras explicaciones que se ofrecían desde el

m
psicoanálisis, el conductismo y el cognitivismo, para acabar con las modernas explica-

i
ciones que se sostienen desde la psicología diferencial y el estudio de la moral.

d
2. EXPLICACIÓN SOCIOLÓGICA EN CRIMINOLOGÍA

U
Un aspecto clave en el estudio de la criminología no puede ser otro que profundizar
en el conocimiento del lugar en el que el crimen adquiere todo su sentido, que no es otro
que la sociedad. Este nicho ecológico que es la sociedad es el campo de batalla donde se
manifiestan e interactúan todas las fuerzas y procesos sociales en los que está inmerso
el ser humano. La sociedad, como tal, no existe, es un constructo que se caracteriza por
la manera en que se regula «naturalmente» la interacción entre una serie de grupos de
individuos. Pero ¿cuál es el objetivo de una sociedad?, pues debe tener la capacidad de
construir una realidad de relaciones interpersonales significativas y satisfactorias para
el conjunto de sus miembros. Aun así, teniendo claro el objetivo, el concepto sociedad
sigue siendo demasiado heterogéneo y, por ello, la sociología se ha encontrado con bas-
tantes problemas a la hora de determinar no qué es –en el sentido abstracto–, sino cómo
se puede medir, es decir, como fuerza universal con atributos propios que impliquen una
serie de leyes axiomáticas vinculantes a todo individuo inmerso en ella.

Pero más allá de debatir la esencia de la disciplina sociológica, en lo que respecta a la


criminología, lo que parece evidente son los datos que las distintas investigaciones socio-
lógicas han aportado al estudio de este campo y que se han llevado a cabo, principalmen-
te, a través de dos perspectivas, a saber: una macrosociológica y otra microsociológica.

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Distancia de Madrid, UDIMA, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de
esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)".
│ Sumario
Profesor Rodolfo Gordillo
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

2.1. VISIÓN MACROSOCIOLÓGICA DEL CRIMEN

Una visión macrosociológica del crimen implica otorgar y tener en cuenta la fuerza,
presión o influencia de la sociedad como un ente con características propias en el que las
personas son sometidas a unas leyes sociológicas que, en última instancia, predominan
sobre la individualidad. Desde esta visión, autores como Durkheim, Merton o Spencer
han desarrollado teorías interesantes acerca de cómo influye la sociedad sobre el indi-
viduo y qué tipo de reacciones sufrirá este. En este sentido, hay que destacar la obra de
Merton y su revisión sobre el concepto de anomia, que tomó de Emile Durkheim, a la
hora de contribuir al entendimiento de un comportamiento delictivo condicionado e im-
pulsado por un tipo de sociedad determinada.

a
2.1.1. La anomia

m
Emile Durkheim, considerado uno de los padres fundadores de la sociología, con el ho-

i
rizonte intelectual del positivismo en mente, elaboró una teoría fundamentada en un orden
moral que rija la interacción entre individuos e instituciones, estableciendo así una línea base

d
que permita detectar aquellas irregularidades marcadas por una serie de fenómenos sociales
que se alejarían de ese orden moral prefijado por la sociedad. Para ello se valió de lo que de-
nominó «hecho social», concepto caracterizado por su potencialidad de sujeción o coerción

U
respecto del individuo en relación tanto con unas instituciones sociales (tales como el ma-
trimonio, juicios, mercados, iglesias, escuelas de arte, etc.) como con unas normas sociales.

Para Durkheim, la realidad de la sociedad se encuentra en sus valores, ideas y


creencias. Cuanto más intensa y frecuente es la interacción social, más fácil es que se
creen tales elementos integrativos con los que el individuo pueda identificarse. En el
estudio de las regularidades sociales, Durkheim se interesó por la proporción de sui-
cidios entre diferentes países europeos (Dinamarca, Prusia, Baviera, Reino de Sajonia
y Austria), llegando a la conclusión de que se podía establecer cómo una sociedad re-
gula a sus ciudadanos en función de la proporción de un tipo de suicidio muy particu-
lar al que Durkheim denominó anómico1. Con este concepto Durkheim da a conocer,
a su vez, la anomia, que es aquello que se produce cuando un fallo o dislocación de
los valores sociales lleva a una desorientación individual y a un sentimiento de falta de
significación en la vida (Díaz, 2008), cuyo resultado es la desadaptación del sujeto a
esta situación anómica que le conduce a comportamientos desviados como el suicidio.

1 En su obra El suicidio (1897), Durkheim desarrolla ampliamente este tipo de suicidio junto al de tipo

egoísta y altruista.

68 www.udima.es

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Sumario │
Profesor Rodolfo Gordillo
M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

Así, el concepto de anomia se identifica con una falta de dirección por parte del Estado
que conduce al individuo a una etapa de desconcierto e inseguridad, en la que los valo-
res tradicionales han dejado de tener autoridad.

Años más tarde, sería Robert K. Merton quien, en 1938, retomaría el término anomia
para describir cómo responde el individuo, más allá del propio suicidio, a esa carencia de
coherencia entre la estructura normativa y social de una sociedad. Esta redefinición del
término anomia, le otorga un sentido operativo, a través del cual se puede medir cómo
afecta al individuo la falta de una estructura social que no regule y facilite correctamen-
te la consecución de unas metas implícitas en una cultura de referencia. Por tanto, si se
considera a la sociedad como una dimensión en la que un polo estará definido por la ar-
monía total entre estructura social y cultural, mientras que el otro lo estará por la ruptura

a
total entre estas dos estructuras, se puede establecer una serie de comportamientos des-
viados, tanto en un grupo de individuos como en alguien en solitario, en relación con el
grado de anomia presente en una sociedad.

im
En la anomia, tal y como Merton la concibe, dos son los conceptos clave a los que
hay que prestar atención, a saber: la estructura cultural y la estructura social. El pri-

d
mero, la estructura cultural de una sociedad, es el conjunto de metas y fines histórica-
mente asentados que determinan el comportamiento de los individuos socializados y que
rigen en mayor o menor medida para todos por igual (e. g., el ascenso social y el éxito

U
económico). Por su parte, la estructura social es el conjunto de medios y modos de al-
canzar legítimamente (o sea, legislado por un estamento político) las metas anteriores
que están a disposición de los miembros de una sociedad (e. g., el trabajo o la herencia).
A la estructura social pertenecen tanto los medios legítimos como los ilegítimos y, por
tanto, también las normas sociales y jurídicas.

Siguiendo esa dimensión bipolar, comentada anteriormente, que podríamos identificar


como «armonía versus caos», una sociedad en la que la estructura cultural se acopla con
la social, es decir, en la que están disponibles suficientes medios legítimos para alcanzar
los fines culturales, es una sociedad que se encuentra en armonía. Por el contrario, es el
conflicto entre las metas culturales y la posibilidad de emplear medios institucionales –sea
cual fuese el carácter de las metas– lo que produce la tendencia hacia la anomia (ausencia
de normas, según Durkheim), que reflejaría en última instancia «el caos» de esa sociedad.

Merton incide en que la anomia es el quiebre de la estructura cultural, que se produce


por la asimetría entre las normas y los objetivos culturales, y las capacidades de las perso-
nas para alcanzar sus propósitos de acuerdo a las normas. Dentro de los estados anómicos,
los sujetos se adaptarían a ellos mediante ciertos comportamientos caracterizados por el
grado o nivel de conformidad, innovación, ritualismo, retraimiento y rebelión, que

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│ Sumario
Profesor Rodolfo Gordillo
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

constituyen diversos mecanismos de reacción ante las exigencias sociales (Elbert, 2010:
125). A estos comportamientos Merton los denominó divergentes, porque representan
mejor el alejamiento que sobre el modelo cultural realizan los individuos, aunque este
alejamiento también es sinónimo de desviado –de la norma cultural–, que es lo que se en-
tiende, finalmente en la actualidad, como comportamiento desviado o conducta antisocial.

Es importante señalar que esos cinco mecanismos de reacción que muestran el tipo
de adaptación del individuo al grado de anomia de una sociedad no son estáticos, es
decir, un individuo puede pasar de un tipo de adaptación a otra no solo en distintos mo-
mentos temporales sino, también, a través de los distintos roles que vaya ejerciendo en
la sociedad. Igualmente, también es importante destacar que Merton establece su tipo-
logía sobre un modelo determinado de sociedad, en concreto sobre una jerarquizada en

a
la que los individuos estén obligados a esforzarse activamente y, preferentemente, me-
diante procedimientos institucionalizados para avanzar y ascender en la jerarquía social.
Aun así, esta tipología tiene un alto valor potencial, dado que permite ubicar el compor-

m
tamiento sobre una dimensión de desviación limitada por el marco cultural y político de

i
una sociedad. Por tanto, teniendo en cuenta lo anteriormente señalado, Merton sostiene
que cada tipo de reacción reúne una serie de características que pueden ser englobadas

d
en cinco tipologías (véase tabla 1) como las siguientes:

U
• Conformidad. Cuando una sociedad es estable o encuentra la estabilidad,
el típico comportamiento de los individuos que la componen es el de con-
formidad, lo que quiere decir que esos individuos pueden lograr sus fines y
metas culturales, ya que la estructura social facilita su consecución. El com-
portamiento ilícito no tiene cabida, ya que los valores son compartidos por
los individuos, que se influyen mutuamente a través de sus relaciones socia-
les. Se trata de la única forma de adaptación que no es desviada. Es la que
la sociedad prevé como correcta para el funcionamiento de los individuos.

• Innovación. Esta tipología describe a aquellos sujetos que hacen uso de


medios institucionalmente proscritos o prohibidos en su intento de lograr
los fines, metas o expectativas culturales. Es decir, que rechazan los medios
institucionales que una sociedad pone a disposición para la consecución de
las metas culturalmente propuestas. Se trata de individuos imperfectamente
socializados. El caso típico es el del delincuente por motivos económicos:
valora los fines sociales (tener un coche, un piso, disfrutar de la vida) pero
rechaza la forma de acceso que la sociedad ha previsto para alcanzar esos
fines, como es el trabajo y el esfuerzo durante años, optando por una vía
alternativa: robar para conseguir con rapidez esos fines.

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M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

• Ritualismo. Los individuos ritualistas se caracterizan porque han abando-


nado o reducido su participación activa en la consecución de las metas pero
respetan, casi de manera compulsiva, las normas institucionales. Es decir,
se alejan del modelo cultural respecto al esfuerzo activo mediante procedi-
mientos institucionalizados para avanzar y ascender en la jerarquía social
pero permanecen obedientes a las normas jurídicas propuestas por la estruc-
tura político-social. Se trata de individuos desviados porque no poseen los
ideales que la sociedad determina como importantes, por los que hay que
luchar en la vida. Así, por ejemplo, en lugar de desear trabajar más horas
para poder ganar más dinero y conseguir antes los fines sociales pertinentes
(el coche, el piso, etc.), preferirán trabajar solo lo justo y disfrutar de una
vida ajena al consumismo, lo que paralizaría la sociedad de consumo.

a
• Retraimiento o apatía. Como característica más notoria se podría decir
que son individuos que están en la sociedad pero no son de ella, es decir,

m
que han renunciado a las metas culturalmente prescritas y su conducta no se

i
ajusta a las normas institucionales. Entre estos sujetos podemos encontrar a
los etiquetados como vagabundos, borrachos, drogadictos, así como a todos

d
aquellos que no comparten la tabla común de valores regentes en su sociedad
de referencia. Podríamos decir que son sujetos que utilizan mecanismos de
escape ante las exigencias a las que su cultura les compromete con los me-

U
dios disponibles, por lo que el conflicto lo resuelven abandonando ambos
elementos precipitantes: metas y medios. La persona que cae socialmente
y con cincuenta años o más se encuentra en la calle pidiendo limosna es un
buen ejemplo al respecto; sabe que es difícil a su edad volver a tener una
posición social, encontrar un trabajo y, por lo tanto, no se ve involucrada
en la sociedad.

• Rebelión. Esta alternativa se encuentra en un plano claramente diferente


de las otras, ya que representa una reacción de transición que trata de ins-
titucionalizar metas y procedimientos nuevos para que los compartan otros
individuos de la sociedad. Se refiere, pues, a esfuerzos para cambiar la es-
tructura cultural y social existente y no para acomodar los esfuerzos den-
tro de tal estructura. Los sujetos que comparten esta alternativa consideran
que las metas y las normas existentes son puramente arbitrarias y, por tanto,
deben ser modificadas, tanto en la estructura cultural como en la estructura
social. En clara diferencia con el resto, estos sujetos están preparados para
la acción, cuestionan los medios y los fines y son el germen del cambio so-
cial. Las sociedades avanzan porque personas inconformistas buscan nuevos
modelos de sociedad, en la que no se sientan frustrados por la incoherencia

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│ Sumario
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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

entre las estructuras cultural y social. Sirva como ejemplo el movimiento


15-M, nacido en la Puerta del Sol de Madrid, que se presenta como un in-
tento de crear otro tipo de sociedad, con otros medios y otros fines sociales.
Son personas a las que se puede considerar «delincuentes», en cuanto que
van contra las leyes, pero con el fin de conseguir una sociedad mejor.

Por tanto, según esta tipología establecida por Merton, las acciones criminales se
concentran fundamentalmente en dos tipos de respuesta, la ofrecida por los innovadores
y por los rebeldes. Así, en la respuesta innovadora, los sujetos utilizarán cualquier medio
censurable y/o ilegal para conseguir aquellas metas culturales a las que no pueden acceder
por los medios sociales dispuestos por las instituciones al cargo. Por su parte, la respues-
ta rebelde, que defiende una reestructuración del sistema, puede, en algunos casos, llegar

a
a suscitar acciones violentas para conseguir su objetivo pero con la salvedad importante,
respecto a la respuesta innovadora, de que no siempre tiene por qué ser así.

im
Tabla 1. Tipología de los modos de adaptación individual según Robert K. Merton (1949: 218)

d
Modo de adaptación Fines (estructura cultural) Medios lícitos (estructura social)

Conformidad (+) (+)

U
Innovación (+) (–)

Ritualismo (–) (+)

Retraimiento o apatía (–) (–)

Rebelión (±) (±)

(+) significa aceptación; (–) significa rechazo; y (±) significa rechazo de los fines y medios culturalmente
aceptados y planteamiento de nuevos fines y nuevos medios.

2.2. VISIÓN MICROSOCIOLÓGICA DEL CRIMEN

En la visión macrosociológica, «el todo» que conforma la sociedad junto con la


cultura es productor de las tensiones que, en última instancia, influyen sobre el indivi-
duo, que reacciona de distintas maneras en relación con el nivel de tensión existente
entre instituciones y cultura. En cambio, en la visión microsociológica, la influencia y
presión que la sociedad ejerce sobre sus miembros son moduladas por distintas figu-
ras de autoridad que conforman y dirigen los distintos grupos que forman la globalidad

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M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

de la sociedad. En este caso, grupos primarios, como la familia, los amigos y varios
subgrupos, resuelven la tensión y discordia entre cultura e instituciones políticas, mo-
dulando el tipo, la fuerza y la intensidad de las respuestas individuales que se generan
en esa sociedad. Así, desde esta visión de corte sociológico se ha puesto la atención en
el funcionamiento que se produce en aquellos subgrupos con capacidad y autonomía
para regular la conducta de sus miembros, donde una noción clave para desarrollar este
entramado de relaciones interactivas recae sobre el constructo denominado interaccio-
nismo simbólico.

2.2.1. El interaccionismo simbólico

a
En el desarrollo y creación de la corriente ideológica denominada interaccionismo
simbólico hay dos nombres propios que merecen ser destacados, no son otros que los de
George H. Mead y Herbert Blumer. Estos dos autores pueden ser considerados los pila-

m
res fundamentales del primigenio interaccionismo simbólico (Clemente, 2001). El pri-

i
mero de ellos, Mead, fue el arquitecto ideológico y a su vez maestro de Blumer, quien en
1937 acuñaría dicho término en su artículo, con título homónimo, «El interaccionismo

d
simbólico, perspectiva y método». Centrándonos en Mead y en la construcción de esta
corriente de pensamiento, destaca la forma en que aunó las ideas de varios autores para
desarrollar la esencia de lo que sería finalmente esta corriente de pensamiento. Así, tomó

U
de Wundt, del que fue discípulo, el concepto de experiencia humana inmediata y cómo
se llega a esta a través de la comunicación que se establece entre dos o más individuos.
Igualmente, toma de William James, autor de la famosa obra psicológica The principles
of psychology, el origen social del self, el carácter mediador del pensamiento y el aspec-
to volitivo de nuestra naturaleza, que domina tanto el ámbito racional como el sensible
(Picó y Serra, 2010: 26). Con estos ingredientes, se originó una línea de pensamiento en
la que se han apoyado diversos paradigmas con la intención de ofrecer una explicación
de la acción criminal, delictiva o desviada.

De una manera general, el comportamiento criminal, según el interaccionismo


simbólico, adquiere sentido cuando se produce una descoordinación de las partes que
configuran la sociedad (Clemente, 1993), cuyo resultado es una desorganización so-
cial que impide la libre, fluida y sana interacción entre sus miembros, lo que, en última
instancia, dificulta la convivencia en armonía. Es en este momento de descoordinación
y desorden social cuando entra en juego la influencia de distintos grupos que tratan de
fomentar y traspasar los valores necesarios para que un individuo pueda socializarse en
consonancia o no con los de la cultura de referencia, que en su propia desorganización
arrastra a sus ciudadanos, que buscan por su cuenta desarrollarse socialmente. En esta
búsqueda individual es donde se corre el peligro de asociación a grupos con actitudes

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

intolerables en una sociedad coordinada, o de una defectuosa transmisión de valores


acordes a esa desorganización social por parte de grupos primarios del sujeto. Es en
todos estos grupos donde la forma de comunicación adquiere un sentido en sí mismo,
ya que la esencia simbólica utilizada en la transmisión de información, ya sea de ma-
nera gestual, así como con palabras cargadas de significados y significantes comunes
entre interactuantes, va a promover la sintonía entre estos, lo que facilita y solidifica el
estatus de pertenencia a un grupo con el cual se va a identificar, por el cual va a luchar
y hacia el cual va a orientar su desarrollo social, así como el de su entorno inmediato,
para lograr la perpetuación del simbolismo, que es la esencia de su self1 como individuo.

Por tanto, resumiendo lo anteriormente comentado, entre las características prin-


cipales que dan forma al interaccionismo simbólico podemos encontrar las siguientes:

a
• Es de utilidad social y moral de acuerdo con la corriente del pragmatismo.
• Surge en el proceso de socialización a través de la pertenencia a un grupo so-

m
cial con capacidad de crear símbolos e interpretar el comportamiento del otro.

i
• Configura el self, es decir, la individualidad que permite la reflexión sobre

d
sí mismo y los demás, en la que un individuo es a su vez sujeto activo y
objeto social de la interacción.
• Aparece en todo tipo de clases, razas y grupos sociales, asociado al escena-

U
rio también social en el que se desenvuelve la acción.
• Refleja el reconocimiento que le es atribuido a una persona por el grupo.

En definitiva, Elbert (2010: 33) señala muy acertadamente, de manera breve y con-
cisa, que el interaccionismo simbólico plantea una idea de orden y progreso basada en
el consenso que implica la comunicación para el autocontrol de la persona, es decir, a
través de la interiorización del proceso social de comunicación (en la que se traspasa la
simbología a seguir), el individuo adquiere la capacidad de dirigir la propia acción sobre
la base de las consecuencias previstas (Picó y Serra, 2010: 29), cuya definición crimi-
nológica (desviada, antisocial, criminal) puede no coincidir con los estándares de otros
grupos sociales que conforman una sociedad.

En general, toda la idea que rodea y sostiene al interaccionismo simbólico se erige


en sostén de una serie de paradigmas que plantean la manera de organización y desor-

1 Mead sostiene que el self es la conciencia que adquiere uno de sí mismo en su interacción con los demás,

en la que juega un papel primordial la comunicación y, por tanto, el mundo simbólico que se construye
desde niño cuando todavía se es objeto de los demás (Picó y Serra, 2010: 28).

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M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

ganización que un individuo sufre respecto a su grupo de referencia y el conflicto que se


genera con la sociedad como representante de la mayoría de otras unidades grupales que
la conforman. Así, en este marco dividido por unidades grupales respecto del consenso
social, se pueden obtener diversas explicaciones sobre la delincuencia, el comportamien-
to desviado y las acciones criminales, que desde la perspectiva sociológica intentarán
dar respuesta al porqué. Entre esas explicaciones podemos encontrar las ofrecidas por
la asociación diferencial, las subculturas delictivas, los hogares rotos, el etiquetamiento
y la institución total.

2.2.1.1. La asociación diferencial

a
La teoría de la asociación diferencial surge, principalmente, de los datos recogidos
por Edwin Sutherland, en su obra ya clásica, sobre la autobiografía de un delincuente, La-
drones profesionales publicada en 1937. El trabajo de este autor está considerado como

m
una de las aportaciones más originales de su época y consiste en la descripción detallada

i
de los saberes, artes, categorías y códigos internos de un «grupo profesional», el de los
ladrones, cuya información extrajo de primera mano a través de las diferentes cuestio-

d
nes que Sutherland le iba proponiendo al protagonista de la autobiografía, Chic Conwell
(nombre ficticio que sustituye al del ladrón profesional), así como de la propia narración
sobre distintos aspectos de la vida de Chic, que este le iba relatando. Sutherland recopiló

U
todo tipo de información durante siete años, información que, además, iba corroborando
con otros ladrones y sometiendo al juicio de expertos, como jueces, policías y propietarios
de establecimientos víctimas de robos, como los joyeros (Picó y Serra, 2010: 153-154).

Después del análisis y contrastación de la información, Sutherland llegó a la con-


clusión de que para cometer una serie de delitos se necesitaban unas determinadas habi-
lidades que solo podían ser aprendidas a través de una enseñanza previa. Surgió entonces
la idea de la asociación diferencial, que da a entender cómo una serie de individuos tras-
pasan su conocimiento a otros con los que se asocian para cometer diversos actos delic-
tivos o criminales. Parte de la base de que el comportamiento y los valores se aprenden
en el curso de la vida social, y que tal aprendizaje se pone luego de manifiesto en la ac-
tividad profesional.

Sutherland, además, no creía en los aspectos biológicos de la delincuencia, ni en la


idea de que la pobreza era el factor primigenio en el que se formaban los criminales. En
concreto, sostenía que en la mayoría de los casos las condiciones de pobreza o margi-
nación estaban dadas sin que en la mayoría de ellas se generasen conductas delictivas,
por lo que debía de haber otro tipo de mecanismos que facilitaran la conducta criminal.
Esto llevó a Sutherland a preguntarse si existía delincuencia en las clases pudientes, en

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

qué proporción y por qué motivos. La respuesta la obtuvo después de un análisis porme-
norizado sobre las treinta principales corporaciones estadounidenses, y generó la mayor
crisis epistemológica de la criminología en la década de los setenta (Elbert, 2010: 127),
al elaborar y detallar un tipo de crimen: «de cuello blanco», que hasta entonces había
pasado inadvertido o bien no había sido tomado suficientemente en consideración.

Centrándonos de nuevo en la asociación diferencial, de acuerdo con Cid y Larrauri


(2001: 101), Sutherland expone, en forma de nueve proposiciones, las principales carac-
terísticas que la componen:

• El comportamiento delictivo es aprendido, ni se hereda ni se inventa.

a
• El comportamiento delictivo se aprende por la interacción con otras perso-
nas por medio de un proceso de comunicación.
• La parte fundamental de este aprendizaje se desarrolla en grupos personales

m
íntimos. Los medios impersonales, tales como los medios de comunicación,

i
juegan un papel relativamente poco importante.

d
• Cuando se aprende el comportamiento delictivo, este aprendizaje incluye:

– Las técnicas de comisión de delito, que a veces son muy complica-

U
das y a veces muy simples.
– La motivación, justificaciones y actitudes, esto es, la racionalización,
de nuestros actos.

• Las motivaciones se aprenden en referencia a los códigos legales. En al-


gunos grupos, la persona está rodeada de gente que es favorable a cumplir
las normas, en tanto que otros grupos son favorables a infringirlas. En ge-
neral, la persona se interrelaciona con numerosos grupos, lo que comporta
un conflicto en relación con qué actitud observar respecto de las normas.
• Una persona se convierte en delincuente porque en su medio hay un exceso
de definiciones favorables a infringir la ley, en tanto que permanece aislada
o inmunizada respecto de grupos que mantienen definiciones favorables a
respetar la ley. Este es el principio de asociación diferencial.
• Las asociaciones diferenciales pueden variar en frecuencia, duración, prio-
ridad e intensidad. Esto significa que las asociaciones entre personas son
variables y, en consecuencia, no todas las asociaciones tienen el mismo
grado de influencia en el comportamiento posterior de las personas.

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M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

• El proceso de aprendizaje del comportamiento delictivo por asociación es


idéntico al que se desarrolla para aprender cualquier otro comportamiento.
• En tanto que el comportamiento del individuo refleja unas necesidades y
valores, estas necesidades y valores no explican el porqué del comporta-
miento delictivo. Se puede afirmar que el ladrón roba por dinero, pero el
trabajador también trabaja por dinero. Por consiguiente, intentar encontrar
una explicación distintiva de la delincuencia en función de los objetivos que
persigue (dinero, estatus, etc.) es inútil, ya que estos objetivos explican el
comportamiento delictivo y el no delictivo.

Por tanto, en la teoría de Sutherland, más allá de la idea de una especie de desor-

a
ganización social, podemos encontrar una clara alusión al concepto de organización
social diferencial, ya que sin algún tipo de organización sería imposible el traspaso
correcto de los valores normativos que los diversos grupos sociales realizan en contra

m
del respeto hacia las leyes. Este traspaso será diferencial, proporcionalmente al grado

i
de conflicto con la cultura, lo que nos recuerda la esencia a un nivel macrosociológico
que se plasma a nivel microsociológico en aquellos encargados de traspasar códigos y

d
símbolos que favorezcan un tipo de comportamiento. En definitiva, desde la perspecti-
va de la asociación diferencial, el crimen o la forma operativa de realizarlo se traspasa
a modo de aprendizaje entre una figura representativa1 y un seguidor y/o aprendiz con

U
el que compartirá una simbología común que difiere en algún grado de una cultura de
referencia, en la cual unas determinadas acciones son consideradas punibles, reproba-
bles o criminales.

2.2.1.2. Las subculturas delictivas

Las subculturas, en su acepción más clásica y teniendo en cuenta el origen de su


estudio llevado a cabo por Albert Cohen, adquieren su sentido a un nivel microsocio-
lógico en el conflicto cultural que se genera principalmente en jóvenes que se agrupan
en bandas para alcanzar aquellas metas o fines culturales, a los que difícilmente podrían
llegar de manera individual, ya que la estructura social no otorga o dispone los medios
necesarios para ello. Generalmente, los estudios sobre las subculturas delictivas se han
centrado en los jóvenes de clase obrera, principalmente varones, ya que eran estos los
que propiciaban un estudio más fidedigno acerca de cómo estructuraban sus recursos

1 Como figura representativa se puede entender a todo aquel por el que el segundo esté vinculado o sienta


admiración (e. g., padres, amigos, estrellas del rock, deportistas de élite, etc.).

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Distancia de Madrid, UDIMA, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de
esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)".
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Profesor Rodolfo Gordillo
INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

tanto humanos como materiales a través de una organización social diferencial sostenida
por una subcultura que ofrecía los medios para alcanzar determinadas metas que, para-
dójicamente, son paralelas a las de la cultura de referencia pero con diferentes códigos
éticos. Así, el éxito y el poder, íntimamente relacionados con el dinero, se obtienen de
manera ilegal e, incongruentemente, les sirven para obtener las mismas recompensas
que si lo hubieran obtenido a través de medios legales.

Cohen, en su libro Delinquent boys, en 1955, expone la forma en que se asociaban


ciertos grupos de jóvenes para alcanzar un determinado bienestar. En la subcultura de-
lictiva se fomentan una serie de valores que entran en confrontación con la cultura de re-
ferencia. El individuo que a través de un comportamiento es reprobado por la sociedad,
mientras que por ese mismo comportamiento es valorado por su grupo, iniciará un cam-

a
bio de valores acorde al nuevo estatus que le permite tal comportamiento. Las acciones
suelen reflejarse en gran medida a través de un comportamiento «expresivo», que tiene
la finalidad de constatar y reafirmar el estatus de ese individuo. El ostracismo grupal se

m
vuelve vital para asegurar la identidad del grupo, y cuanto más lejos de la cultura de re-

i
ferencia más sectario, impermeable y dogmático será el subgrupo.

d
Es preciso señalar que aunque Cohen se centró exclusivamente en las subcultu-
ras de carácter delictivo expresivo, también hay otros tipos de subculturas, que o bien
no ejercen una violencia tan explícita si es que la expresan, o bien actúan de manera

U
criminal al margen de la ley a través de supuestas lagunas legales que explotan en su
beneficio, independientemente de quién se vea afectado por tal comportamiento. Estas
otras tipologías no violentas también tienen como característica común, con aquellas
violentas, el alejamiento de la referencia cultural mayoritaria, respecto a la fidelidad
con la estructura normativa como medio de progreso social conjunto y armónico. Con-
cretamente, Cloward y Ohlin sostienen que en estas otras tipologías subculturales se
pueden encontrar a aquellos individuos que Merton denominara apáticos y, muy inte-
resantemente, los denominados instrumentales, que son aquellos subgrupos que man-

tienen una carrera delictiva estable como objetivo, funcionando de manera organizada
como una red estructurada a modo de corporación que les posibilita una manera de ga-
narse la vida y ostentar un reconocimiento social (en su subgrupo) de forma duradera,
más allá del momento o etapa juvenil. Estos autores también indican que la subcultu-
ra juvenil puede, en ciertos casos en los que haya una manifestación abierta y adulta
hacia la vida delictiva, ser una cantera prometedora que seguirá con aquella estructura
de negocio ilícito que no podría mantenerse de otra manera, sino a través de las nuevas
generaciones que sostenga la red creada.

Interesantemente, Hall (1966) encontró que la autoevaluación de la estima en jóve-


nes delincuentes que se identificaban con su subgrupo era positiva, independientemente

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M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

de que no fueran amados por su familia, hecho que hasta entonces se había creído que
era un factor decisivo para formar parte de un grupo subcultural y que refleja la impor-
tancia que para estos chicos supone formar parte de una «sociedad», aunque sea de ma-
nera paralela a la cultura de referencia, a la cual sí pertenece su familia y de la que se
han visto desplazados. Así, familia y cultura de referencia forman una «sociedad» que
refleja, paradójicamente, desamor, incomprensión, castigo y reproche, todo lo contrario
a lo que encuentra en el subgrupo de acogida que invierte todos esos mensajes negati-
vos, permitiendo al sujeto formar una identidad reflejo de un estatus «subsocial» que es
respetado y, además, le proporciona una satisfacción afectiva que no ha encontrado en
sus primeros grupos de referencia, como la familia y el colegio. Así, el proceso de iden-
tificación con el subgrupo y de diferenciación frente al resto es básico para la validación
de su identidad. El sujeto aprende quién es y quién no, y va formando una identidad de-

a
lincuente y comprometida con la subcultura que le proporciona un estatus y unos están-
dares que le ayudan a establecer un claro referente para su autoevaluación.

m
En línea con lo anteriormente sostenido, Hall establece un baremo a través de una

i
dimensión bipolar en el que se puede medir la peligrosidad de un joven, teniendo en
cuenta su mayor o menor compromiso o identificación con el subgrupo delincuente, de

d
acuerdo a estas seis características:

• Concebirse a sí mismo en términos de roles orientados hacia la delincuen-

U
cia, es decir, la configuración de una identidad delincuente.
• Poseer actitudes negativas hacia su familia de origen.
• Otorgar un gran valor a las actividades delincuentes, es decir, la configura-
ción grupal delincuente.
• Rechazo hacia los logros y metas de la clase media (de la cultura de refe-
rencia) y la aceptación de ocupaciones alternativas y de «fácil vida».
• Percibir las causas del crimen como externas a la persona1.
• Utilizar medios y modos criminales de carácter expresivo, acompañados de
cierto entusiasmo como modo de autoexpresión.

En definitiva, desde esta perspectiva subcultural de entender el crimen, aquellos suje-


tos que encuentren y se identifiquen con los nuevos valores que marcan el rumbo del nuevo

1 Más adelante se describirán aquellas técnicas de neutralización que utilizan los delincuentes para impedir

o inhibir la responsabilidad de actos criminales.

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

grupo de referencia expresarán acciones más acordes en relación con el grado de identifi-
cación para mantener su estatus, que a la vez forma su identidad de pertenencia. Igualmen-
te, no solo en la etapa juvenil la pertenencia a un subgrupo es interesante en la explicación
criminológica, ya que el concepto «subgrupo» también hace alusión a una red social para-
lela, al margen de la ley de la sociedad de referencia, que facilita el aprendizaje de técnicas
y herramientas que mantenga a la propia red sobre la que gira la vida de estos individuos.

Es importante tener en cuenta que la pertenencia y grado de identificación con una


subcultura delictiva no está exenta de consecuencias afectivas o emocionales. Una deci-
sión de este tipo no se toma al margen del estado psicológico, y tiene consecuencias para
el individuo que únicamente puede manejar si pone en juego una serie de estrategias psi-
cológicas que le ayuden a asimilar con el menor coste emocional aquellas acciones que

a
lleva a cabo para mantener su estatus e identidad subgrupal y que, además, entran en clara
contradicción con su cultura de referencia, hacia la que fue educado en sus primeros pro-
cesos de socialización y hacia la cual, en mayor o menor medida, existe una presión so-

m
cial. En este sentido, Sykes y Matza (1957) describen una serie de técnicas que utilizan

i
estos miembros de culturas subgrupales y les posibilita «neutralizar» la responsabilidad de
sus actos, que se traduce en una moral paralela en la que la vergüenza, la culpa, el miedo

d
y la incomodidad se tornan permeables e inofensivas para la autoestima del delincuente.

Estos autores sostienen que estas técnicas son un componente crucial para desarro-

U
llar lo que Sutherland denominó «definiciones favorables hacia la violación de la ley». Es
más, es el aprendizaje de estas técnicas lo que facilita que ciertos individuos se convier-
tan en delincuentes, más allá del aprendizaje de imperativos morales, valores o actitudes
estándares en directa contradicción con aquellos establecidos en la sociedad dominante.
En definitiva, Sykes y Matza expusieron en las siguientes cinco técnicas de neutraliza-
ción el modo en que un individuo «neutraliza» una acción reprobable:

• Negación de la responsabilidad. Esta técnica se caracteriza por una serie de


asunciones y presuposiciones en las que el delincuente cree y ofrece como
razones para su conducta. Todos los argumentos que sostiene el delincuente
hacen alusión a una serie de circunstancias que le rodean y que caen fuera
de su responsabilidad, tales como provenir de familias desestructuradas y
con falta de afecto, haberse rodeado de malas compañías o haber crecido
en barrios marginales y conflictivos. Es lo que más adelante en psicología
se conocerá como atribución externa, el hecho de no sentirse responsable
de los propios actos cuando estos son negativos.
• Negación del daño. En este caso, el delincuente evalúa sus actos con un ba-
remo diferente respecto a la cultura sobre la que realiza la acción. Así, por
ejemplo, un acto vandálico para uno es una travesura para el otro, un robo

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M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

de un automóvil es considerado un préstamo, una pelea de bandas como una


riña privada, y así cada acción criminal es comparada con otra cuyo daño o
peligrosidad puede ser negado o desvirtuado. El caso es que el delincuen-
te percibe que su conducta no es dañina a pesar de estar violando una ley o
norma explícita.
• Negación de la víctima. A través de esta técnica, el delincuente sostiene que
el posible daño causado es justo, merecido o que forma parte de un castigo
a todas luces necesario. El delincuente pasa a ser un vengador y la víctima
es transformada en un hacedor de algún mal o ser maligno que merece un
daño por ello. Así se niega el derecho al respeto, que en su escala de valo-
res solo obtienen aquellos con los que comparte unos ideales y valores.

a
• La condena de los que condenan o, en otros términos, el rechazo de los
rechazadores. De esta manera el delincuente cambia el centro de atención
desde sus propios actos desviados hacia las motivaciones y conductas de

m
aquellos que desaprueban esos actos. La hipocresía que rodea al condenador

i
y que en muchos casos se aleja de la tarea de reforzar o expresar las normas
de la sociedad dominante (e. g., jueces, políticos y policías corruptos) sirve

d
de acicate para mantener este razonamiento neutralizador.
• La apelación a lealtades mayores. Con ello, el delincuente sacrifica las

U
demandas de la sociedad de referencia por aquellas estipuladas por su
subgrupo o grupo social minoritario. Es importante señalar que el delin-
cuente no repudia las normas dominantes, más bien se plantea un conflicto
entre estas y las del subgrupo, que se resuelven a favor de las de tinte crimi-
nal que le aportan una serie de recompensas añadidas, tales como estatus,
reafirmación y pertenencia. Aquí es importante señalar cómo el conflicto
entre sociedad versus «amistad» se resolverá en la mayoría de ocasiones
a favor de la «amistad» o vínculos personales significativos en la red de
apoyo cercana al individuo delincuente.

En líneas generales, es preciso destacar cómo las técnicas de neutralización cumplen


a su vez tres funciones que permiten mantener la identidad delictiva: una protectora, que
se utiliza para salvaguardar la propia moral, que es confrontada con la moral dominante
una vez que el daño por la acción criminal se ha cometido; otra reforzante, que constata
y reafirma su identificación subgrupal y que prepara la acción y hace la conducta desviada
posible, y una última caracterizada por la anulación del control social informal o coerci-
tivo sobre la conducta desviada de la norma de referencia. En definitiva, según Sykes y
Matza, las técnicas de neutralización liberan al individuo para que pueda dedicarse a la
delincuencia con el mínimo daño a su autoimagen.

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

2.2.1.3. Los hogares rotos

En la visión microsociológica del crimen, otro factor a tener en cuenta es el que ocurre
dentro del primer grupo al que pertenece un individuo, y al que está vinculado de manera
«imperativa» al ser el vástago, fruto de una relación entre dos personas. Estamos haciendo
referencia al grupo denominado familia, cuyos miembros dominantes, padre y madre, serán
los primeros agentes socializadores con los que se encontrará el futuro joven, y a través de
los cuales aprenderá esos primeros mecanismos culturales que le posibilitarán enfrentarse
con un determinado éxito a las distintas situaciones con las que se vaya encontrando este
individuo en desarrollo en sus primeros años de vida. Por tanto, parece evidente la impor-
tancia en el proceso de socialización que tienen estos agentes socializadores, y cómo cual-
quier problema, alteración o conflicto que se produzca en el seno de este grupo influirá

a
en el subsiguiente comportamiento del miembro más influenciable y vulnerable, el hijo.

En esta línea, si tenemos en cuenta cómo los defectos de socialización en una fami-

m
lia afectan a los hijos, tenemos que hacer mención a las investigaciones llevadas a cabo

i
por los esposos Glueck, entre 1939 y 1970, que mostraron los efectos criminógenos de
lo que ellos etiquetaron como broken homes de las familias con trastornos. En uno de sus

d
estudios más relevantes, estos autores investigaron durante diez años a dos grandes gru-
pos de jóvenes y siguieron durante largo tiempo su vida posterior, estudiándolos desde
el punto de vista de la desviación de la norma. Los grupos se componían de quinientos

U
jóvenes de entre siete y diecisiete años, del mismo origen étnico, que provenían de los
suburbios de Boston. A cada joven del grupo de «delincuentes» (centro de corrección)
se le emparejó sobre el papel con otro joven de inteligencia y edad semejantes pertene-
ciente al grupo de no delincuentes (centro escolar). A través de todo tipo de técnicas,
tales como informes de instancias oficiales, test de inteligencia, encuestas a la familia e
informes escolares, se obtuvieron unos resultados que impresionaron por su capacidad
explicativa respecto de determinadas interrelaciones entre familia con trastornos y una
orientación normativa defectuosa, y que se mostraban con especial claridad, según
Hassemer y Muñoz Conde (2001: 90), en los siguientes hechos:

• Provenir de familias incompletas.


• Cambios tempranos en las personas que la conforman.
• Alteraciones en la relación con alguno de los padres.
• Puesta en práctica de técnicas educativas diferentes por parte de cada uno
de ellos.
• Elevada dependencia de la familia de servicios asistenciales.

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M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

Por tanto, estos hijos que han recibido una socialización normativa defectuosa se
regirán por una serie de valores y actitudes que les desviarán de la norma generalmente
respetada, llevándoles a reproducir los patrones comportamentales aprendidos, ya sea en
solitario o estableciendo una nueva familia que reflejará lo aprendido, o bien entrando
a formar parte de un subgrupo con el que se encuentren más cómodos y apoyados, con
el que, además, se identificarán de manera más fácil que con el grupo dominante. Así,
parece que existiera un círculo vicioso que dificulta que un individuo socializado dife-
rentemente pueda reubicarse dentro del grupo social dominante, lo que producirá una
tensión casi perpetua que dificultará la convivencia armónica y conjunta hacia el pleno
desarrollo del individuo.

2.2.1.4. La institución total

Para terminar este repaso sobre aquellos modelos relacionados con el interaccio-

a
m
nismo simbólico y su influencia en la manera de entender el comportamiento desviado,

i
es conveniente tener en cuenta aquellos estudios realizados por Ervin Goffman. A este
autor, también miembro de la escuela de Chicago, se le considera el fundador de un en-

d
foque sociológico conocido como dramaturgia porque adoptó una perspectiva de la vida
social como si esta fuera una serie de actuaciones dramáticas que se asemejaban a las
representadas en el escenario (Clemente, 2001: 144).

U
Goffman destaca cómo hay una serie de lugares que condicionan la situación y com-
portamiento de los individuos que los ocupan. En su prefacio de su famosa obra Interna-
dos. Ensayos sobre la situación de los enfermos mentales (1961: 11) sostiene:

«Cualquier grupo de personas –sean presos, integrantes de un núcleo pri-


mitivo, miembros de una tripulación o enfermos hospitalizados– forma una
vida propia que, mirada de cerca, se hace significativa, razonable y normal.»

Según este autor, los establecimientos sociales, que son sitios tales como habitacio-
nes, conjuntos de habitaciones, edificios o plantas industriales, donde se desarrolla regu-
larmente determinada actividad (Goffman, 1961: 19), han sido analizados generalmente
desde la perspectiva técnica, política, estructural y cultural; pero sería necesario anali-
zarlos también desde su perspectiva dramatúrgica. Esto permitiría, por ejemplo, describir
las técnicas de manejo de las impresiones así como la identidad e interrelaciones de los
distintos equipos que actúan en un establecimiento social. Así, podemos detectar clara-
mente la conexión con el interaccionismo simbólico, al que Goffman alude estudiando
aquellos códigos y simbología que solo tienen sentido dentro de unos límites determi-
nados físicamente, que conforman tales establecimientos sociales.

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

Algunos de estos lugares pueden ser accesibles a cualquier individuo (e. g., oficina
de correos), mientras que otros son de un acceso muy restringido o nulo para sujetos que
no cumplan unas características muy determinadas (e. g., club social o cárcel). Lo que
sí brindan todos estos lugares es un sitio en el que la simbología común se vuelve alta-
mente especializada y segregadora, pudiéndose reconocer de inmediato a los miembros
que forman parte de estas instituciones respecto de aquellos que no.

Pero si existe una institución que destaca por encima de todas aquellas y a la que
hay que prestar atención desde la criminología, es la denominada institución total. Según
Goffman una institución total puede definirse como un lugar de residencia y trabajo donde
un gran número de individuos en igual situación, aislados de la sociedad por un periodo
apreciable de tiempo, comparten en su encierro una rutina diaria, administrada formal-

a
mente (Goffman: 1961, 15). En nuestra sociedad, este tipo de instituciones pueden cla-
sificarse, a grandes rasgos, en cinco grupos:

m
• Instituciones erigidas para cuidar de las personas que parecen ser a la vez

i
incapaces e inofensivas (e. g., residencias para ancianos, huérfanos o casas
de acogida).

d
• Instituciones diseñadas para cuidar de aquellas personas que, incapaces de
cuidarse por sí mismas, constituyen además una amenaza involuntaria para

U
la comunidad (e. g., hospitales psiquiátricos).
• Instituciones cuyo objetivo es proteger a la comunidad de quienes constituyen
intencionalmente un peligro para ella y no se propone como finalidad inme-
diata el bienestar de los reclusos (e. g., cárceles y campos de concentración).
• Instituciones destinadas al mejor cumplimiento de una tarea de carácter
laboral y que solo se justifican por estos fundamentos instrumentales (e. g.,
cuarteles, barcos, escuelas de internos y campos de trabajo).
• Instituciones o establecimientos concebidos como refugios del mundo, casi
siempre de carácter religioso o místico (e. g., conventos, monasterios y otros
claustros).

Como características importantes que subyacen en estos tipos de instituciones y


facilitan una ruptura con la realidad social, así como el establecimiento de un código
paralelo, destacan las siguientes:

• Alienación. Toda institución absorbe parte del tiempo y del interés de sus
miembros y les proporciona el lugar y el medio de expresión para conside-
rarlo en cierto modo un mundo propio.

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M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

• Aislamiento. Si la estadía del interno es larga, puede ocurrir un desentre-


namiento que lo incapacita temporalmente para encarar ciertos aspectos de
la vida diaria en el exterior, si vuelve a él y en el momento de hacerlo, lo
que se puede denominar «desculturación».

Teniendo en cuenta las dos características anteriormente mencionadas, el peligro


que encierra la manera de resolverse estas instituciones se puede observar en el tipo de
interacciones que los individuos, miembros de alguna de tales instituciones, pueden
mantener con otros individuos de la sociedad referente en la que están inmersos. Así,
sus códigos internos y simbología especial les dificultan reconocer aquellos imperantes
sociales fuera de sus instituciones, lo que les lleva a utilizar sus propios referentes ins-
titucionales para resolver cualquier tensión que surja en el transcurso de cualquier in-

a
teracción. Por ejemplo, no es raro observar comportamientos desviados en muchos de
estos miembros, tales como los llevados a cabo por veteranos de guerra que, despojados
de sus valores en combate, se encuentran perdidos en una sociedad que hipócritamen-

m
te desmerece la violencia gubernamental. También es usual observar comportamientos

i
desviados en exconvictos que han pasado numerosos años en la cárcel y que, lejos de
reorientarles hacia la cultura de referencia, han reintensificado una serie de valores para

d
subsistir en las prisiones. Igualmente, el comportamiento, ya quizás de antaño, de pes-
cadores cuando desembarcaban después de largos meses de pesca o travesía. Sin olvidar

U
la clara desculturación de órdenes religiosas que parecen estancadas en un pasado do-
minado por ellas, en clara disonancia con la evolución ideológica, cultural y hasta tec-
nológica característica del siglo XXI.

Por tanto, desde un punto de vista criminológico habrá de tenerse muy en cuenta
el funcionamiento y estructuración de este tipo de instituciones que comparten con
la sociedad espacio y tiempo, lo que les obliga a entenderse y utilizar un lenguaje
común y actual que facilite una interacción recíproca respetuosa con el contrato so-
cial vigente en la estructura social, y a la que se deben todos los ciudadanos indepen-
dientemente de las peculiaridades a las que se vean expuestos a la hora de firmar, ya
sea de manera tácita u obligada, un compromiso con aquellas instituciones que ma-
nejan códigos distintos a los de la mayoría que constituye la sociedad de referencia.
En este sentido, cobran, además, especial importancia aquellas instituciones creadas
con el objetivo de reintegrar a sus ciudadanos más conflictivos a la senda de la armo-
nía social (tales como penitenciarias, reformatorios o psiquiátricos, entre otros), en
las que la ruptura con aquellos códigos, simbologías y normas que ocurren en estos
establecimientos convierte en paradoja, por no decir prácticamente utopía, el objeti-
vo de reintegración, del que sí formamos parte todos los ciudadanos integrados en la
masa social dominante.

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3. EXPLICACIÓN BIOLÓGICA EN CRIMINOLOGÍA

En el estudio de la criminalidad y, por tanto, no lo olvidemos, de una cualidad intrín-


seca al ser humano, no podemos ni debemos obviar aquellos procesos y mecanismos bási-
cos cuya participación facilita que una respuesta, ya sea por activación o inhibición, tenga
lugar. El ser humano no es algo insustancial y su propia existencia, así como la manera en
la que interactúa con el mundo, está sujeta a algo tan básico como su estructura y morfolo-
gía molecular, que delimita y contiene los fundamentos del organismo, que son, en última
instancia, procesados en circuitos cerebrales interrelacionados a través de determinadas
propiedades sinápticas con las que se comunican entre sí. Por tanto, el conocimiento que
proporciona la neurobiología1 de aquellas alteraciones morfológicas y/o funcionales
que producen construcciones mentales anómalas (Tornese y Ugarte, 2008: 12) será algo

a

necesario para entender cómo funciona el organismo de un criminal, atendiendo principal-
mente a las funciones del sistema nervioso y, en concreto, del cerebro.

m
En este proceso nos tenemos que referir a neurotransmisores, enzimas, proteínas y

i
todo un elenco de moléculas que hacen posible la comunicación interneuronal y que, por
lo tanto, juegan un papel fundamental en el desarrollo de la ulterior respuesta cerebral.

d
La importancia de estos elementos es tal que, por ejemplo, la desactivación de una enzi-
ma receptora del neurotransmisor serotonina posibilita que esta permanezca más tiempo
en el espacio sináptico, produciendo una alteración de la percepción del individuo, blo-

U
queando señales provenientes de la amígdala para que el individuo deje de estar parali-
zado y apático y pueda, entre otras cosas, tomar una actitud más activa, favoreciendo el
flujo de señales provenientes del sistema nervioso simpático.

Para el estudio de estas moléculas con capacidad comunicativa de las que el cerebro
se vale para saber en todo momento qué ocurre en el organismo y cómo controlarlo, ha
sido imprescindible el desarrollo tecnológico que permitiera observar cómo funcionan
estos procesos. Así, la tecnología poco a poco ha ido posibilitando que podamos acceder
a datos o conocimiento que sería improbable haberlos alcanzado de otra manera, es decir,
metafísicamente. Cada nuevo descubrimiento ha abierto una nueva puerta y ha puesto
sentido y coherencia a los anteriores resultados, tanto teóricos como experimentales, que
a su vez iban indicando cuál debería ser el próximo paso. Así, el estudio del cerebro se

1 Dentro del área neurobiológica, tenemos que hablar del desarrollo de las neurociencias, que son aquellas

disciplinas que estudian el sistema nervioso y entre las cuales podemos encontrar la biología molecular
y celular, la neurofisiología, la neuroquímica y la neuropatología, todas ellas disciplinas que ayudarán a
la comprensión de cómo, cuándo y por qué un cerebro toma una decisión que podrá ser contingente con
una conducta de tipo criminal.

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M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

ha ido perfeccionando a medida que los avances tecnológicos han ido permitiéndolo,
destacando en esta línea a finales de los años setenta, la que podemos denominar «era de
las técnicas de neuroimagen», que permiten medir simultáneamente la actividad cerebral
y la conducta, lo cual se ha convertido en una valiosa herramienta para comprender las
estructuras cerebrales y las vías neuroquímicas que subyacen en determinados compor-
tamientos (Guardia, Segura y Gonzalbo, 2000).

De manera muy sucinta y a modo de descripción muy general, entre las técnicas
más importantes podemos destacar, en orden cronológico, las siguientes:

• 1920, año y punto de partida en la recogida de datos neurológicos, en el que

a

Hans Berger inventa un aparato que registra en un gráfico de ondas la ac-
tividad eléctrica del cerebro a través de una serie de electrodos colocados
sobre diversos puntos estratégicos del cuero cabelludo, y cuyas oscilacio-

m
nes son contingentes a la actividad cerebral que se produce al realizar una

i
tarea determinada (Raichle, 2010). Tal aparato recibió el nombre de elec-
troencefalograma.

d
• 1975, se comercializa el instrumento llamado tomógrafo que permite ob-
tener una tomografía por emisión de positrones (TEP), el cual permite de-

U
terminar aquellas regiones del cerebro que se encuentran implicadas en la
realización de tareas mentales concretas a través de la medición del consu-
mo de energía que conlleva tal realización (Páez, De los Reyes y Llamas,
2007). Así, un mayor consumo energético (glucosa) en determinadas zonas
del cerebro indica que mayor es la actividad de las neuronas allí situadas.

• 1992, aparición de la técnica de resonancia magnética funcional (RMF), ba-


sada en la tecnología de medición de la oxigenación del cerebro, es decir,
lo que se mide es la fracción de sangre oxigenada con respecto a la desoxi-
genada (Ross, 2003) a la hora de realizar una actividad mental, en la que
aquel área que consume más oxígeno indica una mayor actividad y corre-
lación con la tarea empleada. Esta técnica tiene la ventaja de que no es ne-
cesario inyectar ninguna sustancia radiactiva, al contrario que en el TEP,
ya que la señal procede directamente de cambios naturales que ocurren en
la oxigenación del tejido cerebral.

• A partir del año 2000, las técnicas han ganado en complejidad, en parale-
lo a la capacidad de los procesadores informáticos para calcular algorit-
mos cada vez más complejos que permitan medir los procesos de manera
holística, posibilitando con ello la detección de redes neuronales comple-

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

tas, lo que está aportando una información ya más acorde al verdadero


funcionamiento cerebral que actúa de manera global, reflejando la franca
intercomunicación que se produce en el cerebro entre todas sus partes.
En esta línea, podemos destacar a la optogenética, que combina la óptica
con la ingeniería genética para observar y controlar grupos de neuronas,
lo que permite localizar y, además, manipular circuitos neuronales que
gobiernan varias conductas, habiendo llegado a controlar la conducta de
volar en moscas, incluso decapitadas a través de un haz de láser que pro-
gramado a una determinada frecuencia activa la secuencia motora prevista
(Miesenböck, 2009).

Por tanto, desde la puesta en práctica de estas técnicas, el avance en el conocimiento

a
del cerebro ha seguido una progresión geométrica, que a día de hoy nos permite elabo-
rar inferencias con un grado de fiabilidad y de fidelidad sin igual y que, sin duda, nos
acerca a entender qué ocurre en el cerebro criminal. Así, tanto de una manera estructural

m
como funcional y utilizando una jerga neurocientífica, que un criminólogo necesitará

i
conocer, podríamos decir que un comportamiento se produce de la siguiente manera:

d
En el cerebro humano, las capas corticales prefrontales reciben señales de secto-
res biorregulatorios que incluyen los centros de neurotransmisores del tronco encefálico
(dopamina, noradrenalina y serotonina) y del prosencéfalo basal (acetilcolina), el cuer-

U
po amigdalino, el hipotálamo y la corteza del cíngulo, permitiendo la construcción de un
sistema de valor biológico esencial para el razonamiento y la toma de decisiones. Así, las
capas prefrontales representan categorizaciones de las situaciones a las que el organis-
mo se comprometió, así como clasificaciones de las contingencias de la experiencia vital
concreta. El patrón neural correspondiente a estados corporales puede ser consciente y
constituir un sentimiento. Las áreas dorsolaterales del lóbulo frontal canalizan informa-
ción sobre el conocimiento del entorno y, además, con el sector medial superior pueden
activar las cortezas premotora, motora primaria y motora suplementaria, influyendo en
la motilidad. Las capas corticales prefrontales se conectan con los núcleos basales, es-
tructuras anatómicas vinculadas con el sistema motor, pero también con la cognición a
través del cerebelo. Los sectores ventromediales de la corteza frontal envían señales a
efectores del sistema nervioso autónomo y pueden promover respuestas químicas en el
hipotálamo y el tronco encefálico relacionadas con la emoción, respondiendo a funcio-
nes biorregulatorias y sociales (Tornese y Ugarte, 2008: 36), con lo que finalmente, el
cerebro determinará la acción/no acción más coherente respecto a la situación, persona-
lidad, energía disponible y recompensa.

Esta descripción neurobiológica anteriormente señalada nos indica claramente cómo


la disciplina neurocientífica ha avanzado en estos años y lo necesario que se hace para un

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criminólogo la comprensión de dichos resultados para poder entender qué ocurre en el ce-
rebro de una persona que utiliza un comportamiento criminal a veces violento, a veces no,
pero caracterizado por ser siempre criminal. Por tanto, si parcelamos el comportamiento
criminal en esa dualidad de acción o no acción en la que, lejos de ser limitante, está indican-
do el procesamiento final donde un sistema nervioso se impone sobre otro, es decir, para la
acción prevalece el sistema nervioso simpático, mientras que en la no-acción lo hace el sis-
tema nervioso parasimpático, tendríamos que hablar del comportamiento tipo-acción más
violento, como es la agresión, y de su inhibidor sostenido en la no-acción, como es la moral.

En el primero de los casos, cuando nos referimos a qué ocurre en el cerebro de una
persona con tendencia a tener comportamientos rutinarios agresivos violentos, la neuro-
ciencia ha puesto de manifiesto el papel de las estructuras implicadas en la regulación de

a
la emoción, en particular la amígdala y el córtex prefrontal ventromedial (véase figura 1),
con la primera implicada en la generación del afecto negativo y el segundo en su regula-
ción (Alcázar-Córcoles, Verdejo-García, Bouso-Saiz y Bezos-Saldaña, 2010; Davidson,

m
Putnam y Larson, 2000; Motzkin, Newman, Kiehl y Koenigs, 2012). Así, el aumento de

i
la agresión se ha asociado con un descenso de la activación del córtex prefrontal (que
se piensa refleja un descenso del control) y un aumento de la activación de la amígdala

d
(que refleja un incremento del afecto negativo). La investigación también ha implicado
al estriado ventral y su sistema dopaminérgico asociado en encuentros agresivos entre
coetáneos, donde existe una relación en el aumento de la densidad del transportador

U
dopamina estriado en agresores violentos (Tiihonen, Hakola y Eronen, 1995) y en re-
conocimientos disruptivos de señales faciales de agresión (Seo, Patrick y Kennealy,
2008), después de daño en el estriado ventral.

Así, tenemos que un comportamiento agresivo, típico de sujetos violentos, puede ser
detectado a través de la medición y detección de un funcionamiento anómalo de las regio-
nes cerebrales anteriormente señaladas. Pero hoy en día, aparte de la violencia explícita
encabezada por distintas formas de agresión, también está proliferando aquel tipo de delito
al que Sutherland denominó «de cuello blanco», que es aquel realizado por personas que,
lejos de utilizar la violencia, utilizan su poder, estatus e influencia para llevar a cabo ac-
ciones criminales como el robo, pero a los que la ley ha denominado de otra forma, como
malversación de fondos, prevaricación y cohecho, en clara falta de sintonía con la acción
real. En todos estos criminales, al igual que en los de corte violento, hay un indicador común
que señala que estos sujetos no tienen bien desarrollada la suficiente moral que inhiba sus
acciones violentas y/o criminales. Por tanto, la comprensión neurobiológica de la moral se
torna una cuestión importante para que con su desarrollo se puedan establecer programas y
proyectos preventivos que anulen o atenúen la agresividad, así como aquellas acciones in-
morales que aunque exentas de violencia no lo están del daño y sufrimiento que ocasionan.

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En este orden de cosas, desde la neurobiología, según indican Schleim y Walter


(2008), una red moral cerebral abarca distintas regiones de la corteza frontal, más exacta-
mente los tractos dorsolateral y ventromedial de la corteza prefrontal (CPFVM), así como
el área orbitofrontal. Los pocos estudios llevados a cabo, como el realizado por Greene
y colaboradores (2004), indican que también desempeña un papel importante la corte-
za prefrontal dorso-lateral (CPFDL), ya que ayuda a superar las barreras emocionales,
siempre dependientes de la amígdala, en la emisión de juicios éticos que se representan
en el CPFVM. Otras áreas cerebrales que intervienen también en las decisiones morales,
sobre todo las que tienen que ver con uno mismo, son el surco temporal superior (STS),
así como la corteza cingular posterior (CCP). Así, aunque los estudios neurobiológicos
sobre la moral aún se encuentren en pleno desarrollo, sus primeros resultados ya están
señalando por dónde fluye el caudal de información que dispone a una persona a hacer

a
juicios valorativos de los que depende su propia moral y, con ello, qué tipo de compor-
tamiento desarrollará, o mejor dicho, no inhibirá.

im
Figura 1. Distribución de las principales áreas cerebrales implicadas en la conducta

d
Corte medial del cerebro

U
Corteza Corteza
cingular cingular Corteza
Corteza anterior posterior parietal
prefrontal medial
dorsomedial

Corteza
prefrontal
ventromedial
Corteza Amígdala
orbitofrontal

Hipocampo Cerebelo

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No queremos terminar este apartado sin comentar cómo desde un acercamiento mor-
fológico estructural como el que ofrece la genética, también se han hecho intentos de de-
terminar su influencia sobre el comportamiento agresivo de tipo criminal. En esta línea,
algún sector de la criminología no empírica ha indicado que una anomalía cromosómica,
concretamente en aquellos individuos que tienen un cromosoma Y de más (XYY), llamada
síndrome de Jacobs, predisponía hacia este tipo de comportamiento. Aunque, finalmente,
estudios más precisos encontraron que esta alteración cromosómica apenas afectaba a un
porcentaje muy reducido de sujetos de cara a este comportamiento violento de carácter
criminal. Este sesgo se debió a una de las críticas que ya recibió Lombroso sobre su ata-
vismo, y no es otro que tener en cuenta para sus estudios solamente a sujetos que ya es-
taban presos por delitos ya probados, es decir, en un ambiente puramente carcelario. Así,
una vez que se extendieron los estudios hacia sujetos con esta alteración en población

a
normal, se halló que el porcentaje real de sujetos que habían tenido un comportamiento
agresivo criminal era no significativo (estadísticamente hablando), con lo cual no podía
concluirse que esta alteración cromosómica fuera un factor de riesgo para el desarrollo

m
de una conducta punible y/o criminal (Plomin, Defries, McClearn y McGuffin, 2002).

i
Así, hoy en día, el estudio genético de la criminalidad todavía se halla lejos de ofre-

d
cer resultados esclarecedores, pero al menos sí está valiendo para descartar hipótesis que
han servido para la etiquetación de ciertos delincuentes cuyo problema no derivaba de su
dotación cromosómica pero que así han querido hacernos creer, pues no olvidemos que

U
detrás de la criminalidad siempre se esconderá una gran carga política, por lo que tene-
mos que permanecer escépticos ante esas teorías que, aunque llamativas y cercanas a la
ciencia del siglo XXI, carecen de contrastación empírica para realizar una aseveración
contundente o que siguen permaneciendo activas cuando se ha demostrado que se trata
de una falacia. Y de ahí la necesidad para un criminólogo de conocer y permanecer ac-
tivo, actualizado y receptivo a estos conocimientos neurocientíficos que aportan datos e
información relevante sobre la criminalidad y a los que no se puede permanecer ajeno.

En definitiva, ya disponemos de información relevante, obtenida de la manera más


científica hasta la fecha, sobre qué ocurre en el cerebro cuando una persona lleva a cabo
un comportamiento violento que está detrás de muchas acciones criminales. Igualmen-
te, el camino que debe seguir una moral bien establecida, capaz de inhibir los impulsos
violentos, también ha sido ya delimitado, por lo que una explicación de la criminalidad
desde la biología ya puede ser ofrecida, al menos en lo que se refiere a acciones violentas
e inmorales y que dependen de un correcto funcionamiento de aquellas áreas implicadas
en su procesamiento, que, no olvidemos nunca, hay que fomentar desde el propio feto y
hasta alrededor de los treinta años, que es cuando el cerebro alcanza su máxima poten-
cialidad. En esta tarea, todos somos responsables de que nuestros pequeños construyan
sus conexiones y circuitos cerebrales de la manera más empática y altruista posible para
que la criminalidad sea solo una anécdota del pasado.

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

4. EXPLICACIÓN PSICOLÓGICA EN CRIMINOLOGÍA

Para terminar este repaso sobre las explicaciones que distintas disciplinas pueden
ofrecer sobre la criminalidad, no podíamos obviar el papel de la ciencia del comporta-
miento, es decir, de la psicología. Repasando la aportación de la psicología, hay que se-
ñalar cómo las explicaciones que desde ella se han hecho de la criminalidad han ido a la
par que el desarrollo de los principales modelos teóricos que pretendían ser hegemónicos
en los que apenas se tenía en cuenta lo desarrollado en otros. Durante buena parte del
siglo XX, la lucha de escuelas por crear ese modelo hegemónico que explicara la con-
ducta humana, también condicionó la manera en que se explicaba por qué una conducta
criminal tenía lugar. En la actualidad, como no podía ser de otra manera y en línea con

a
lo propuesto por la Organización Mundial de la Salud, que indica cómo solo desde un
acercamiento biopsicosocial se pueden garantizar los mejores resultados que ayuden a
establecer mejores diagnósticos, tratamientos y métodos preventivos, la psicología aboga

m
por una búsqueda multidisciplinar de resultados que permitan explicar algo tan complejo

i
como la conducta humana, no ya por su respuesta final, fácilmente observable, sino por
todos los condicionantes que han de darse para que esta tenga lugar. Ese es, por tanto,

d
el papel de la psicología, la integración de todos aquellos factores que intervienen en
los procesos psicológicos y que, sin duda, permitirá también con sus resultados profun-
dizar en el complejo mundo del crimen, del que el hombre es el protagonista principal.

U
Así, en las siguientes líneas ofreceremos un brevísimo repaso a los principales pos-
tulados que se han hecho desde los tres modelos más representativos para explicar la con-
ducta humana, a saber: el psicoanálisis, el conductismo y el cognitivismo, a través de los
cuales podremos obtener una visión general del progreso de la psicología hasta nuestros
días, en la que esa visión biopsicosocial se ha plasmado en estudios sobre la personali-
dad que, combinando las diferentes esferas en las que se encuentra inmerso un individuo,
han planteado teorías interesantes sobre cuál es la estructura de personalidad en la que
se asienta un sujeto que produce acciones criminales, violentas y/o desviadas, sin olvi-
dar, por supuesto, las aportaciones que desde esta ciencia se han hecho sobre la moral.

4.1. ENFOQUE PSICOANALISTA

Freud (1856-1939), padre del psicoanálisis, es quizás uno de los médicos más co-
nocidos e influyentes de la historia. Su forma de entender la psique humana traspasó
hitos y fronteras, y le dio a la psicología un renombre y publicidad que permanece vi-
gente hasta nuestros días. El psicoanálisis, en líneas muy generales, sostenía que las al-

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teraciones psicológicas provenían de una serie de traumas que se habían generado por un
incorrecto desarrollo evolutivo (e. g., el complejo de Edipo) marcado por distintas fases
que el niño debía completar en armonía con sus principales figuras de apego. Estos traumas
permanecían latentes hasta que afloraban en el individuo, bien de forma psicosomática o
conductual, como respuesta de compensación al hecho que generó el trauma y que por
asociación con algún acontecimiento actual (de tipo cognitivo, afectivo) activa un patrón
de acción destinado a eliminar la pulsión instintiva latente.

La enorme influencia de Freud no se circunscribe únicamente a la disciplina psico-


lógica, de la cual fue un referente y un innovador, sino que también influyó en muchos
otros autores que tomaron algunas de sus ideas para explicar distintas cuestiones que
necesitaban aclararse en sus respectivas disciplinas. Así, por ejemplo, según Merton

a
(1949: 199), la posición freudiana establece que la estructura social restringe de manera
fundamental la libre expresión de los impulsos nativos fijados del individuo y que, en
consecuencia, periódicamente el individuo se alza en rebelión abierta contra esas res-

m
tricciones para alcanzar la libertad. Continúa este autor, citando a Freud (1949: 209):

i
«Originalmente, hay impulsos biológicos del hombre que buscan plena

d
expresión, y después, está el orden social, que en esencia es un aparato para
manejar los impulsos, para el tratamiento social de las pasiones, para la renun-
cia a los placeres instintivos.»

U
Por tanto, Merton, al sostener que la estructura social es productora de motivacio-
nes nuevas que no pueden predecirse a base del conocimiento de los impulsos nativos
del hombre, utilizó la idea freudiana que criticaba cómo la estructura social restringía
de manera fundamental la libre expresión de los impulsos del hombre, abogando así por
cierto anarquismo al que Merton era contrario.

Lo atractivo del inconsciente y de los postulados de Freud fue utilizado como ex-
plicación criminológica para describir cómo resolvía un sujeto un conflicto entre el
Eros y el Thanatos, es decir, cómo el impulso de muerte era dirigido contra sí mismo
y contra otros para liberar la tensión traumática generada por la represión contenida
en el inconsciente. En términos psicoanalíticos, un superyó deficitario no era capaz
de controlar a un ello pulsivo que tomaba el control del yo, productor final de la res-
puesta. Para defenderse de esa angustia, según el psicoanálisis, el yo utiliza distintos
mecanismos de defensa, tales como regresión, desplazamiento, represión, proyección,
compensación, racionalización, formación reactiva y negación, que son maneras irra-
cionales de afrontar la angustia. En este sentido, un interesante estudio de Apter y co-
laboradores (1989), sobre la relación de los mecanismos de defensa con el suicidio y la

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

violencia, indicó que los mecanismos de defensa son una parte integral de una cadena
de eventos implicados en el desarrollo de la conducta violenta y suicida, y que estos
actúan diferencialmente y específicamente. Concretamente, sostienen que la regre-
sión y el desplazamiento funcionan como dinamizadores e intensificadores del impul-
so agresivo, bien hacia uno mismo a través de la represión, o bien de manera externa
a través de la proyección y la negación.

4.2. ENFOQUE CONDUCTISTA

En la Unidad didáctica 2 comprobamos cómo la escuela clásica, en uno de esos

a
tres principios básicos que la caracterizan, sostenía que la prontitud en la aplicación de
la pena era fundamental para que el sufrimiento de la acción criminal se impusiera al
placer satisfecho por tal conducta. Lo que estaba indicando esta escuela es que la mera

m
proximidad de dos acciones tiene un efecto modulador sobre el comportamiento de un

i
individuo. Al producto de esta asociación temporal los conductistas lo llamaron condi-
cionamiento, pero antes de profundizar en este concepto, no está de más echar la vista

d
atrás para señalar la figura de John B. Watson (1878-1958) como principal artífice en la
eliminación de la introspección (técnica característica del psicoanálisis) como variable
psicológica de estudio, para centrarse en la conducta y utilizarla como variable «opera-

U
tiva» que podía ser observada y medida a través de diversas manifestaciones totalmen-
te contrastables, lo que alejó a la psicología de las especulaciones sobre el inconsciente
que dominó el panorama psicológico a principios del siglo XX y que perduró hasta la
entrada del paradigma cognitivista a mediados de dicho siglo.

Con el conductismo de Watson a la cabeza, la psicología da un paso fundamen-


tal para adquirir su carácter científico, ya que sigue los cánones del positivismo, por lo
que su objeto de estudio tiene que reunir las cuatro cualidades características de esta
corriente, es decir, ha de basarse en hechos fenoménicos, positivos, observables y ve-
rificables (Fernández, 1998: 132). Por tanto, los procesos interiores que ocurrían en la
«caja negra», tal y como sostenían los conductistas que era el cerebro, carecen de impor-
tancia, pues es la conducta final, producto de una reacción contingente a unos estímulos
determinados, la que puede ser observada y medida, aspectos que le confieren una total
validez empírica. Desde este modelo psicológico habrá que atender a conceptos como
el de estímulo incondicionado y condicionado, así como al de respuesta condicionada
e incondicionada, a través de los cuales se pueden establecer unos patrones de adqui-
sición de comportamiento, responsables de futuras conductas asociadas a la puesta en
marcha de una serie de reflejos como resultado de la adaptación del individuo a su en-
torno desde sus primeros estadios evolutivos.

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Este modelo psicológico apoyado en la fiabilidad del condicionamiento «clásico»1,


investigado por Pavlov y por el que recibió el Premio Nobel en 1905, más los resulta-
dos que obtuvo Thorndike y que le permitieron formular la ley del efecto2, junto con los
que obtuvo Skinner con diferentes animales en su famosa caja de Skinner, pusieron las
bases para que este último desarrollara el concepto de conducta operante, que es aquel
comportamiento activado por un reforzador y cuya asociación crea un patrón de acción
automatizado entre respuesta y refuerzo. Así, con la conducta operante, el conductismo
señala de manera inequívoca el papel que un reforzador tenía para la subsiguiente res-
puesta, que Skinner (1986: 119) resume de forma muy clara:

«Tanto en el condicionamiento operante como en la selección evolutiva


de las características de la conducta, las consecuencias alteran la probabilidad

a
futura. Los reflejos y otros modelos innatos de conducta evolucionan porque
aumentan las probabilidades de supervivencia de las especies. Las operantes se
adquieren porque van seguidas de consecuencias importantes para el individuo.»

im
Por tanto, el conductismo, con sus primeros resultados sobre las pautas primarias
de aprendizaje basadas en el condicionamiento, abrió la puerta para el estudio de cómo

d
se aprenderían esos primeros comportamientos violentos. En esta línea de investigación
cobra especial sentido el trabajo de Albert Bandura, que sistematizó el denominado apren-
dizaje social (también denominado aprendizaje vicario, observacional, de imitación y/o

U
modelado) para explicar si los jóvenes que crecen en entornos violentos adquieren pa-
trones de aprendizaje concretos. Así, los resultados obtenidos por Bandura indican que
aquellos niños y adolescentes que se encuentren en entornos donde la delincuencia y la
violencia formen parte de su rutina habitual tendrán una probabilidad más alta que aque-
llos ajenos a estas circunstancias de desarrollar conductas operantes en sintonía con
aquellos reforzadores válidos en sus círculos cercanos (Donovan y Jessor, 1985). Esto
se debe a que las conductas parentales desviadas que los niños y adolescentes perciben
parecen sugerirles que tienen «permiso» para realizar y dedicarse a tales conductas des-
viadas (Conger, Rueter y Brody, 1996).

1 El condicionamiento clásico es un método que consiste en hacer responder artificialmente (por ejemplo

ante una campanilla) a una parte visceral del organismo (como aquella que produce la salivación) a través
de una asociación temporal entre el estímulo natural que produce esa respuesta visceral (presentación de
comida) y el artificial. Así, si después de una serie de asociaciones en las que se presentan contiguamente
el estímulo natural y el artificial, se logra que la salivación se produzca únicamente ante la presentación
del estímulo artificial, se habrá logrado un condicionamiento clásico que se caracteriza porque el orga-
nismo da una respuesta condicionada ante un estímulo condicionado.
2 La ley del efecto indica que toda acción que conlleve una recompensa produce que tal conducta se realice
con mayor frecuencia.

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

Bandura, además, posee el mérito de demostrar que se puede producir el aprendiza-


je sin ensayo, solo observando cómo las conductas desarrolladas por otras personas son
recompensadas, haciendo cierto el refrán de «aprender en cabeza ajena». Además, los
hijos que observan estos modelos de conductas desviadas pueden interpretar que tales
conductas son menos erróneas, ya que están modeladas por sus padres (Dogan, Conger,
Kim y Masyn, 2007), que son las figuras de referencia en cuanto a comportamiento so-
cial con los demás. En definitiva, estos aprendizajes obtenidos a través de la observación
y modelado contribuyen de una manera significativa a la aparición de conductas desvia-
das en la adolescencia (Dogan, et ál., 2007), por lo que será importante tener en cuenta
para la explicación de la criminalidad aquellos procesos implicados en la transmisión
intergeneracional de los problemas de conducta.

a
En esta línea anteriormente propuesta, sobre la transmisión intergeneracional, la
psicología ha estudiado aquellos estilos de crianza que generan adultos que exhiben
conductas antisociales, delincuentes y/o violentas. Los resultados han indicado que los

m
estilos de crianza basados en el autoritarismo, así como los que utilizan métodos permi-

i
sivos o indulgentes y en los que la disciplina es inconsistente, tienden con frecuencia a
crear comportamientos de tipo agresivo en los que sus hijos muestran, además, escasa

d
autoestima y alta impulsividad (Baumrind y Black, 1967; Brook, Duan y Brook, 2007;
Loeber y Dishion, 1983; Nagin y Tremblay, 2001; Romano, Tremblay, Boulerice y
Swisher, 2005). Además, los padres de jóvenes con desórdenes de conducta tienden a no

U
precisar claramente expectativas respecto a una conducta aceptable y no aceptable, no
proporcionan disciplina consistente después de comportarse antisocialmente, observan
y supervisan inadecuadamente a sus hijos, al igual que usan estrategias de solución de
problemas familiares inefectivas, basadas mayoritariamente en técnicas coercitivas que
generan una espiral de interacciones negativas con el niño que posteriormente genera-
lizará a los contextos en los que interactúa (Dogan, et ál., 2007; Marmorstein y Iacono,
2004; Pettit y Arsiwalla, 2008; Reid y Patterson, 1989).

En definitiva, este modelo es importante ya que señala una serie de aspectos fácil-
mente identificables en la aparición del comportamiento violento, como el que se produ-
ce en el aprendizaje social y en los problemas de transmisión intergeneracional, que se
mantienen a lo largo de la vida del individuo. Pero este modelo también se caracteriza
porque cuenta con una serie de herramientas que pueden ser utilizadas para aumentar o
reducir una conducta producida por condicionamiento. Así, por ejemplo, en psicología,
los refuerzos son utilizados para aumentar la exhibición de una conducta, mientras que el
castigo y la omisión (también denominado castigo negativo) son utilizados para la reduc-
ción o eliminación de una conducta. Por tanto, este modelo es muy válido para desarrollar
técnicas de reforzamiento y castigo que ayuden a instaurar nuevos patrones de compor-
tamiento contingentes a señales cívicas y funcionales para la convivencia en sociedad.

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"Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta Unidad sólo puede ser realizada con la autorización de la Universidad a
Distancia de Madrid, UDIMA, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de
esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47)".
Sumario │
Profesor Rodolfo Gordillo
M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

4.3. ENFOQUE COGNITIVISTA

Aunque desde el enfoque conductista se diera un gran paso a la hora de explicar


cómo se obtiene una respuesta en función del estímulo, lo que permitió la medición de
una conducta y acercar la psicología a la ciencia que pretendía ser, también se olvidó
de algo tan importante como son aquellos procesos mentales que marcan el camino del
estímulo y que, por lo tanto, también forman parte de la información que dinamiza una
acción-no acción final. Así, el enfoque cognitivista, gracias al trabajo de Shannon, que
desarrolló en 1948 la denominada teoría de la información que permitió medir la canti-
dad de información que recibe un sistema, pudo por primera vez inferir de manera em-
pírica cómo procesaba el ser humano la información recibida, es decir, lo que pasaba
dentro del organismo una vez que era recibido el estímulo.

a
Sin entrar en más detalles sobre la lógica experimental de este modelo psicológico, ya
podemos intuir cómo desde el enfoque cognitivista puede explicarse una acción violenta. En

im
esta línea, uno de los modelos más influyentes es el modelo de procesamiento de la informa-
ción social de Dodge. Este autor sostiene que las respuestas conductuales en una situación
social siguen una serie de pasos secuenciales en el procesamiento de la información de la

d
que el individuo no es consciente (excepto en situaciones noveles o altamente complejas), y
que un sesgo o un déficit en cualquiera de estos pasos puede conducir a una respuesta agre-

U
siva, ya que dicho sesgo hace más difícil encontrar soluciones no violentas a los dilemas
interpersonales a los que se enfrentan los niños y adolescentes (Dodge, 1986; Dodge, Pettit
y Bates, 1994; Loeber y Hay, 1997). Los pasos que definen este modelo son: codificación
de las señales sociales en el ambiente, formación de una representación mental e interpre-
tación de esas señales, búsqueda de una posible respuesta conductual, elección de una res-
puesta entre aquellas generadas y promulgación de la respuesta generada; donde cada una
puede actuar sobre la respuesta desviada final de la manera que se detalla a continuación:

• Codificación de las señales sociales en el ambiente. Entre todos los estí-


mulos que se producen en el entorno de los niños, aquellos que se muestran
más agresivos se centran más en aquellas señales hostiles que les rodean y,
además, tienen más dificultad para cambiar su atención sobre esas señales.
• Formación de una representación mental y la interpretación de esas
señales. En este paso, los niños agresivos exhiben un sesgo en la interpre-
tación de la atribución que hacen acerca de la intención hostil que otros tie-
nen hacia ellos (Orobio de Castro, Veerman, Koops, Bosch y Monshouwer,
2002; Quiggle, Garber, Panak y Dodge, 1992). Este sesgo es particularmente
evidente cuando la señal es ambigua, benigna, accidental o de una manera
prosocial o amistosa. Diversos estudios han indicado que los niños agresivos

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

tienen expectativas de hostilidad recíproca, la cual a menudo está reforzada por


las interacciones hostiles y negativas de los pares (Burgess, Wojslawowicz,
Rubin, Rose-Krasnor y Booth-LaForce, 2006). Estos niños agresivos también
tienden a hacer atribuciones hostiles de la conducta de los otros en situaciones
sociales ambiguas que, además, tienden a asociarse a una agresión reactiva (Xu
y Zhang, 2008). Otro resultado interesante fue el encontrado por Bjorkqvist et
ál. (2000) en su estudio sobre cuáles eran las atribuciones que con más pro-
babilidad se asocian a una respuesta agresiva. Estos autores encontraron en
adolescentes de diecisiete años que la intención (sí/no), la razón (ataque/de-
fensa), la lesión (muerte, daño/no daño) y el modo (armas/sin armas y manos/
medios no físicos) eran las atribuciones más significativas para la explicación
de una conducta de agresión, siendo la intención la atribución más importan-

a
te, seguida de la interacción entre la intención y la razón. Estas atribuciones
se asociaban de forma positiva con la severidad del castigo que los jóvenes
otorgaban a frases que reflejaban diferentes situaciones violentas.

m
• La búsqueda y generación de una posible respuesta conductual. Según

i
Crick y Dodge (1994), la formulación y clarificación del objetivo conduc-
tual para la situación tiene lugar en este tercer paso (formulación del objeti-

d
vo), donde la agresión es una solución fácil (Quiggle, et ál., 1992) y directa
recuperada desde la memoria a largo plazo, mientras que soluciones menos
directas son más difíciles de generar, aunque el resultado sea mejor. En este

U
sentido, estos autores señalan que los niños agresivos generan más respues-
tas agresivas, tales como sobornos y manipulaciones afectivas, así como
menos respuestas asertivas que aquellos niños considerados no agresivos.
• Elección de una respuesta entre aquellas generadas. También se ha de-
mostrado cómo los niños y adolescentes agresivos generan menos estrategias
eficaces que los niños no agresivos, que no se conforman con la primera que
les viene a la cabeza y elaboran varias alternativas para decidir de, entre ellas,
cuál será la más eficaz (Lochman y Dodge, 1994; Shure & Spivack, 1972).
En este paso, una vez que la respuesta ha sido generada, la tarea consiste
en evaluar el contenido de cada respuesta producida sobre la base de están-
dares internos del individuo, como reglas morales, creencias normativas y
valores. Una vez seleccionada, el grado de capacidad personal y confianza
para desarrollar la respuesta conductual también es evaluada; además, estos
niños confían en su habilidad para el uso de respuestas agresivas a la par
que tienen menos confianza en su capacidad para inhibir la agresión. Así,
estos niños agresivos esperan que la agresión sea más efectiva para obtener
resultados reforzantes, con unos pocos resultados negativos interpersona-
les y algún resultado de sanción (Perry, Perry y Rasmussen, 1986). Estas

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respuestas les facilitan una autoevaluación más positiva y anticipan senti-


mientos mejores sobre ellos mismos después de ser agresivos.
• La promulgación de la respuesta generada. En este último paso, después
de realizar todos los anteriores, la respuesta agresiva o desviada es emitida,
con lo que se pone de manifiesto que los niños agresivos tienen deficien-
cias en las habilidades requeridas para exhibir respuestas competentes en
las situaciones negativas, además de encontrar más fácil emitir este tipo de
respuestas cuando intentan buscar y generar otras en su repertorio.

Además, Dodge sostiene que dos de las principales causas de un aprendizaje social
desviado en niños tienen que ver con las tempranas experiencias de abusos psíquicos que
exponen a estos a modelos agresivos, así como las relaciones inseguras, que conducirán

a
al niño a convertir las estructuras de memoria del mundo en un lugar hostil que facilita-
rá responder con una conducta coercitiva para lograr los resultados deseados. Por tanto,
cuando a estos niños que han sufrido abusos psíquicos y relaciones inseguras se les pre-

m
senta un estímulo provocador (como bromas, trampas o el seguimiento de normas), se

i
les activan aquellas estructuras de memoria en relación con sus vivencias, que dirigirán
su atención hacia los aspectos hostiles de estas señales, así como a la interpretación de

d
estos estímulos como una amenaza. Además, la red de asociación de palabras hostiles y
negativas en su memoria llevará a estos niños a acceder a respuestas agresivas a estas se-

U
ñales, gracias a la evaluación favorable que hace el niño de los resultados de su agresión.
Finalmente, repetidas experiencias de esta clase consolidan en el niño las estructuras de
conocimiento, creando patrones de procesamiento más automatizados que se traducen,
en última instancia, en comportamientos antisociales de primera elección.

4.4. LA PSICOLOGÍA DE LAS DIFERENCIAS INDIVIDUALES

Este área de la psicología resulta especialmente interesante para la criminología,


ya que desde ella, según Sánchez-Elvira y colaboradores (2004: 107), se aborda la des-
cripción, predicción y explicación de la variabilidad interindividual, intergrupal e intra-
individual en áreas psicológicas relevantes con respecto a su origen, manifestación y
funcionamiento, por lo que nada mejor que este objeto de estudio para poder describir,
predecir y explicar el comportamiento desviado, delictivo o criminal, ya sea a través de
un «modelo disposicional o modelo de rasgos», en el que cada persona muestra, en grado
distinto, una respuesta típica o promedio que refleja lo descriptivo de ese rasgo a través de
todas las situaciones; o bien a través del «modelo funcional o modelo dinámico», donde
la clave de la individualidad y de la coherencia de la personalidad se encuentra en los
patrones de relaciones situación-conducta mostrados por la persona.

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

Siendo conscientes de que dejaremos algunos aspectos apasionantes sin comentar,


pero teniendo en cuenta el aspecto introductorio de este manual, nos centraremos en los
resultados obtenidos desde el modelo de rasgos, ya que, además de ser el que más investi-
gación ha suscitado sobre cuestiones criminológicas, permite la identificación de un sujeto
con base en el nivel que exprese de unos determinados rasgos, y lo que es más importante,
permite establecer diferencias individuales en torno a un perfil medio que contempla la fre-
cuencia global de esa conducta definitoria, que es considerada básica en el funcionamiento
personal y, además, con escasas posibilidades de cambio en condiciones de vida usuales.

En la actualidad, el modelo de rasgos que más investigación ha suscitado respecto a la


relación entre personalidad y criminalidad ha sido el desarrollado por Eysenck (1975), más
conocido con el acrónimo PEN (psicoticismo, extraversión y neuroticismo). Según Eys-

a
enck, la existencia de diferencias debe constatarse en la estructura fisiológica, neurológica
y bioquímica del individuo, origen de dichas diferencias. Por consiguiente, las dimensio-
nes de su taxonomía descriptiva serán las bases para el estudio de los determinantes causa-

m
les de la conducta (Sánchez-Elvira, et ál., 2004: 349), cuya descripción sería la siguiente:

i
• Individuos psicóticos caracterizados por ser agresivos, fríos en el trato, ego-

d
céntricos, impersonales, impulsivos, con conductas antisociales, carentes
de empatía, creativos y con dureza en su trato.
• Individuos extravertidos que destacarían por una escasa capacidad de apren-

U
dizaje por condicionamiento clásico (que sería el responsable de la apari-
ción de la conciencia), una buena sociabilidad, amables, activos, asertivos,
buscadores de sensaciones, descuidados y dominantes.
• Sujetos neuróticos definidos por su inestabilidad emocional, tendencia a la
ansiedad, depresión, sentimientos de culpa, baja autoestima, tensión, irra-
cionalidad y timidez.

Otras características importantes de este modelo son las siguientes:

• Explicación funcional del componente biológico. Donde el arousal o acti-


vación cortical generalizado dependiente del sistema de activación reticular
ascendente (SARA), basado en los constructos ideados por Pavlov de ex-
citación e inhibición, supone situar las bases biológicas y fisiológicas de su
modelo tanto en procesos del sistema nervioso central, como en el sistema
nervioso autónomo.
• Organización biológica. En la que la personalidad, determinada por la he-
rencia y el ambiente, se origina y desarrolla a través de la interacción fun-
cional de la inteligencia, carácter, temperamento y constitución.

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M. Clemente y R. Gordillo Explicación sociológica, biológica y psicológica del crimen

• La heredabilidad. Determina de manera importante las diferencias indivi-


duales observadas.
• Contrastabilidad empírica. Apoyada en formulaciones teóricas que per-
miten establecer deducciones.

Una vez repasadas las principales características de este modelo, el siguiente paso
será establecer cómo se puede utilizar para una posible explicación de la criminalidad. En
este sentido, Pelechano (2008) indica que en la última formulación de la teoría, Eysenck
defiende que la delincuencia y la conducta antisocial se relacionan positiva y causalmen-
te con alto psicoticismo, alta extraversión y alto neuroticismo. Como hemos comentado
anteriormente, se postula que las tres dimensiones poseen una base biológica indiscu-
tible, donde el nivel (alto o bajo) de los tipos sostenidos por Eysenck dará lugar a dife-

a
rentes formas de comportamiento determinado. Así, en el caso de la extraversión y del
psicoticismo, los sujetos con niveles bajos de activación cortical se caracterizarían por
conductas de asunción de riesgos, búsqueda de sensaciones e impulsividad, que se lle-

m
varían a cabo para alcanzar el nivel óptimo de activación cortical. En el caso del neuro-

i
ticismo, sin embargo, hay que centrarse en este y su papel como modulador impulsivo,
que a través de patrones disfuncionales de conducta aprendidos incrementará la conducta

d
antisocial producida por los rasgos de extraversión y psicoticismo.

En definitiva, lo que propone Eysenck es que el nivel de activación, productor de

U
ansiedad o miedo, es fundamental para que a través de procesos de condicionamiento, de-
sarrollados y modulados desde la infancia (a través del refuerzo negativo)1, se potencien
comportamientos prosociales que inhiban y/o eliminen la ansiedad o miedo. Así, cuando
posteriormente un sujeto se vea tentado a cometer alguna acción antisocial, la respuesta
automática que se activará será aquel comportamiento que en la infancia se condicionó
con la desaparición de la ansiedad, recuperando, así, la homeostasis corporal. Por tanto,
este condicionamiento a través del refuerzo negativo es fundamental establecerlo desde
la infancia, ya que de lo contrario, con reglas y castigos blandos, el condicionamiento no
se completará, lo que además aumenta el riesgo de que en el futuro esta asociación sea
más resistente y en algunos casos ya tardía (Garrido, Stangeland y Redondo, 2006: 343).
En este sentido, la aplicación de una política penal sobre el menor de carácter «blanda»
estará maleducando y dificultando el correcto aprendizaje de un desarrollo moral que hay
que fomentar desde la más tierna infancia para que cree fuertes conexiones y posibilite
con más facilidad procesos inhibitorios automáticos de primera opción.

1 El refuerzo negativo es una técnica que se utiliza con el objetivo de aumentar una respuesta adecuada


(e. g., pedir disculpas) eliminando algo displacentero (e.g., la ansiedad o miedo que produce ser culpa-
ble de una acción antisocial) a través de condicionar la tranquilidad que siente alguien cuando recibe el
beneplácito y la aprobación de sus padres por las disculpas emitidas.

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

En la figura 2 se muestra cuál sería el modelo final o integral de Eysenck, en el que


cabe destacar la línea que marca el comportamiento final, empezando por la carga genéti-
ca que se encargaría de modelar los elementos funcionales y estructurales del cerebro que
subyacen a los rasgos esenciales desde los que se puede explicar la interacción entre la in-
teligencia, carácter, temperamento y constitución con la que responderá finalmente el suje-
to a través de conductas propias y patentes que determinarán su personalidad y, por ende,
su comportamiento social. Asimismo, en la figura 3 podemos observar cómo a través de la
estructura jerárquica, propuesta por Eysenck, se puede realizar un análisis detallado de las
respuestas idiosincrásicas de un individuo caracterizado por un tipo o rasgo de personalidad.

Figura 2. Modelo integral de la personalidad de Eysenck (fuente: Sánchez-Elvira et ál., 2004)

a
Antecedentes Antecedentes Consecuencias Consecuencias
distales proximales proximales distales

m
Condicionamiento
Sociabilidad

i
Arousal Sensibilización
Criminalidad
(SARA, Vigilancia
ADN   PEN   Creatividad
Sist. Límbico, Percepción

d
Psicopatología
etc.) Memoria
Conducta sexual
Reminiscencia

U
Determinantes Determinantes Rasgos Comportamientos Comportamiento
genéticos biológicos psicométricos (tendencias) social

Figura 3. Representación de la organización jerárquica de la personalidad, tomando como ejemplo con-



creto cómo se manifiesta el rasgo psicoticismo de un sujeto imputado por violencia de pareja

Rasgos o tipos PSICOTICISMO

Rasgos
Agresivo Impulsivo Inconstante
específicos

Gasta grandes
Respuesta Palizas después Cambia de trabajo
cantidades
habitual de ingerir alcohol con facilidad
en juegos de azar

Todos los días al Entre los 3 y 6 meses


Insultos despreciati-
salir del trabajo, de empezar un trabajo,
Respuestas vos y bofetadas
específicas gasta aprox. 20 euros se aburre y comienza
a su mujer
en máquinas a ser impuntual
principalmente
tragaperras y poco eficiente

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4.5. LA PSICOLOGÍA DE LA MORAL

«Desde que el concepto de una actitud moral ha formado la base de las teo-
rías psicológicas de autores como Freud, Durkheim o Parsons, entre otros, hay
una razón para estar de acuerdo con McDougal (1908) de que el problema funda-
mental de la psicología social es la moralización del individuo por la sociedad.»

Estas palabras con las que Kohlberg (1963) inicia su famoso artículo en el que desarro-
lla la explicación sistemática del concepto de la moral que más estudios ha suscitado, nos
indican la importancia que la moral ha tenido para autores de la talla de los anteriormente
nombrados. No es de extrañar, ya que de ella depende que la convivencia en sociedad al-

a
cance esos mínimos armónicos que permitan un avance próspero de tal sociedad.

Pero una pregunta surge en el ambiente, ¿es la moral innata o se adquiere única-

m
mente a través de procesos de socialización?

i
En este sentido, Keller y Rentschler (2008) sostienen que a los dieciocho meses, los

d
niños intentan de vez en cuando consolar a otro, ofreciéndole una galleta o una chuche-
ría al niño llorón para que se calme. Entre dos y tres años, aumenta el deseo de ayudar,
los pequeños comienzan a percibir sentimientos interpersonales complejos, del estilo de

U
sentirse concernido, defraudado o engañado por algo. Tal fenómeno depende tanto del
desarrollo emocional como del cognitivo: a medida que maduran, los niños van adop-
tando de manera creciente la perspectiva del otro y van aprendiendo a consolar de forma
competente. Los niños pequeños no son, por tanto, egómanos en absoluto. Antes bien,
se orientan precozmente de forma intuitiva hacia una regulación moral, que se basa en la
razón y en una capacidad innata de empatía. En todo caso, este comportamiento no puede
considerarse ético en sentido estricto, pero sí denota las bases innatas con que todo ser
humano cuenta y que deben ser potenciadas desde los primeros procesos de interacción
social. Concluyen dichos autores que no solo el principio de «premio y castigo» sirve
para el desarrollo moral del niño. Para una formación ideal, hemos de considerar al ser
humano en su plena autonomía, ya que a partir del segundo año de vida, los niños se
muestran capacitados para compartir, consolar y ayudar, siempre que les demos la opor-
tunidad de hacerlo, ya que con apenas cinco años los niños descubren el atractivo de la
propiedad, y no es raro que se produzcan por entonces sus primeros hurtos.

En líneas generales, el concepto de moral propuesto por Kohlberg se caracteriza


por estar compuesto por tres niveles generales que comprenden un estadio del desarro-
llo concreto que dará cuenta del tipo de razonamiento moral que posee un individuo, tal
y como a continuación se detalla (Espinosa, 2001: 162):

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

• Nivel I: premoral o preconvencional. Se desarrolla naturalmente hasta los


nueve años, aunque también puede ser mostrado por adolescentes y adultos
delincuentes.

– Estadio 1. Implica únicamente el punto de vista individual.


– Estadio 2. Tiene en cuenta a otros individuos, cada uno de los cuales
mantiene un punto de vista diferente.

• Nivel II: convencional. Este nivel se encuentra en la mayoría de adoles-


centes y adultos «simples»1.

– Estadio 3. La perspectiva propia de este estadio implica el compartir

a

relaciones de respeto y confianza entre dos o más personas. La pers-
pectiva es de miembro de un grupo.

m
– Estadio 4. La perspectiva como miembro de la sociedad en su tota-

i
lidad de este estadio es una perspectiva de sistema.

d
• Nivel III: postconvencional o principios de moralidad autoaceptados.
Se alcanzaría alrededor de los veinte años (estadio 5), siendo solo logrado
por una minoría de adultos en su forma universal.

U
– Estadio 5. Mezcla punto de vista moral y legal, primando los dere-
chos éticos y legales democráticamente establecidos.
– Estadio 6. Caracterizado por unos principios universales éticos de
justicia.

En esta línea de estudio, Kholberg mantiene que la mayoría de los delincuentes


adolescentes tienen un nivel de razonamiento moral preconvencional, mientras que el
resto de los no delincuentes alcanza el nivel convencional. Sin embargo, una serie de
estudios muestra que hay un número sustancial de delincuentes que también operan en
el nivel convencional, por lo que los resultados, aunque no concluyentes, lo que sí han
indicado es que la habilidad para emplear razonamientos complejos sobre situaciones
morales relevantes se relaciona con un comportamiento prosocial (Espinosa, 2001: 172)
y ahí es hacia donde hay que dirigir la investigación criminológica para que los sujetos

1 Los adultos «simples» serían aquellos que ya han alcanzado la madurez física y cognitiva pero no han
desarrollado procesos cognitivos complejos más allá de una educación básica.

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puedan desarrollar una moral acorde a su estadio evolutivo en franca consonancia con
la responsabilidad y actitud prosocial que la sociedad espera de uno de sus miembros.

Interesantemente, Schleim y Walter (2008) comentan los nuevos puntos de vista que
están surgiendo sobre el estudio de la moral. En esta línea, destaca el modelo conflicto-
control de valoración moral desarrollado por el profesor Greene y su equipo (2008), de la
Universidad de Harvard, con el que investigaron aquellos dilemas éticos de tipo personal
que generan un conflicto interior, generado en voluntarios que actuaban en consonancia
con las valoraciones coste-beneficio, es decir, en aquellos que encontraban justificado sa-
crificar a una persona sola para salvar a un grupo. Los resultados indicaron que en tales su-
jetos la parte anterior del cerebro frontal se activaba con particular intensidad. Igualmente
a tener en cuenta es la teoría desarrollada por Jonathan Haidt (2007), de la Universidad de

a
Virginia en Charlottesville, denominada «social-intuitiva». Propone esta que las razones
meditadas no son las que determinan nuestro juicio moral. Los hechos a enjuiciar son va-
lorados de forma automática, casi intuitiva. Este proceso inconsciente no se deja condi-

m
cionar por argumentos. Según Haidt, por regla general, la justificación de nuestros juicios

i
espontáneos la elaboramos. Por último, Hauser (2006) descompone la moral humana en
«estructuras intencionales-causales» de actuación con sus correspondientes consecuen-

d
cias, con las que analiza quién, a quién, qué, por qué y con qué consecuencias se ha hecho
algo. De manera importante, este autor señala que el ser humano se rige por unas reglas
éticas, en las que las consecuencias intencionadas de un hecho pesan más que sus efectos

U
colaterales. De esta manera, los daños originados de forma activa son juzgados más graves
que los causados por omisión. La base empírica de esta hipótesis la constituyen el «test
del sentido moral» de Hauser1, que consta de un elenco de dilemas morales en los que el
investigador manipula sin cesar las intenciones y las consecuencias de las actuaciones.

Así, el estudio de la moral sigue desarrollándose, ampliándose y produciendo re-


sultados a los que habrá que estar atentos para llegar a entender por qué se producen, ya
que toda conducta inmoral está indefectiblemente unida a esa cualidad que caracteriza
a la criminalidad.

En definitiva, nada mejor que acabar con las sabias palabras de José Ortega y Gasset:

«Con la moral corregimos los errores de nuestros instintos, y con el amor


los errores de nuestra moral.»

1 En la página web que aparece a continuación, cualquier persona que lo deseé podrá realizar un test sobre su


sentido de la moral, elaborado por el propio Marc Hauser (disponible en inglés, español, chino y holandés):
http://moral.wjh.harvard.edu.

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INTRODUCCIÓN A LA CRIMINOLOGÍA

 CONCEPTOS BÁSICOS A RETENER



• Cómo se entiende la criminología desde la sociología, la biología y la psi-
cología.
• Cuáles son las principales diferencias que pueden encontrarse en sociología,
biología y psicología a la hora de explicar la criminalidad.
• Qué tipos de resultados han encontrado las distintas disciplinas que han
realizado estudios sobre la criminalidad.

a
im

d
EJERCICIOS VOLUNTARIOS

U

Tras el estudio de esta Unidad didáctica, el estudiante puede hacer, por su cuenta,
una serie de ejercicios voluntarios, como los siguientes:

1. Estudia tres tipos de sociedad y documenta el porcentaje en que se da cada


tipo de adaptación propuesto por Merton.
2. Busca las definiciones de significante y significado y elabora un breve es-
quema partiendo de la palabra «ladrón».
3. Describe un ejemplo en el que se desarrollen los principales conceptos que
definen a una subcultura delictiva.
4. Elabora una mapa del funcionamiento de las principales áreas cerebrales
implicadas en la agresión.
5. Busca al menos diez definiciones sobre la agresión y la moral y elabora una
definición propia con las características comunes que encuentres en tales
definiciones.

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Distancia de Madrid, UDIMA, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de
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6. Elabora una tabla en la que se indique cómo pueden ser utilizados los me-
canismos de defensa postulados por el psicoanálisis para emitir acciones
violentas.
7. Detecta en la red alguna imagen de cómo llevar a cabo un condicionamien-
to clásico y después elabora un esquema sobre el funcionamiento del con-
dicionamiento operante.
8. Explica cuál de los pasos propuestos por la teoría del procesamiento de la
información es más importantes para la atribución hostil de la intención y
pon un ejemplo.
9. Desarrolla un ejemplo, como el representado en la figura 3, utilizando los

a
otros dos rasgos o tipos propuestos por Eysenck.
10. Contesta al test planteado por Hauser (http://moral.wjh.harvard.edu) y con-
figura un dilema propio que se corresponda con el nivel II propuesto por

m
Kohlberg.

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